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HISTORIA
DEL
DISTRITO UNIVERSITARIO DE OVIEDO
HISTORIA
DE LA
UNIVERSIDAD DE OYIEDO
Y NOTICIAS
DE LOS ESTABLECIMIENTOS DE ENSEÑANZA
DE SU DISTRITO
FERMÍN CflHEliIiñ V SECÁDES
Vicc Rector y Catedrática déla Universidad,
Cronista de Oviedo,
C. de la Real Academia Española
y de las de la Historia, Nobles Artes de San Fernando,
Buenas Letras de Sevilla y Barcelona, efe.
SEGUNDA EDICIÓN. COSTEADA
P03 D. EDUARDO DE LLANOS ALVAREZ DE LAS ASTURIAS
;z^)ftfez.
OVIEDO:
IMPRENTA DE FLÓKEZ, GUSANO Y COMPAÑÍA
Calle de San José, nüm. 6
1903
^dbuucS-IOfc'fO
AL. LEOTOB
«Fuera arrogancia, agena á mi carácter, comen-
zar la publicación del presente trabajo sin francas y
leales explicaciones, que debo al público.
No busco vano aplauso colocando mi oscuro nom-
bre en la primera página de este modesto libro; cum-
plo imperioso deber, obedezco un cariñoso mandato
cuando trazo la historia del Establecimiento litera-
rio, donde tengo gratos recuerdos de mis mejores
años, al que me ligan inolvidables tradiciones de fa-
milia. Falto de ilustración y sin dotes necesarias
para tal empresa, sí entusiasta por la historia de mi
país, me vi honrado por el Illmo. Sr. Rector de esta
Universidad, que me confió en 16 de Enero de 1873
la difícil tarea de redactar esta obra con arreglo á
la Circular de 6 de Abril de 1869-
Ante la importancia de la comisión declinó la
honra que se me confiaba; nuevas instancias vinie-
ron á obligarme; y aceptó, con temor, el encargo de
mi querido jefe y catedrático el Sr. D. León Sal-
mean. Nunca me apenaron tanto mis escasas fuer-
zas porque se trataba de mi primera obra literaria; ni
con mas diligencia demandé luces del hombre docto
y acierto de consumado escritor: pero nunca escribí
con mas entusiasmo, si bien conocí, al terminar, lo
que velaba mi ardor juvenil: que no responde, ni
con mucho, este pobre libro á la merecida reputa-
ción de la universitaria corporación ovetense. No me
íaltó buena y decidida voluntad de mostrar mi afec-
to á esta Escuela, cuando con empeño y afán in-
VI
vestigué archivos, consulté publicaciones y deman-
dó consejos á hombres entendidos para narrar los
anales del ilustre Claustro del que fui discípulo y
enseguida el último de sus miembros.
Las fuentes de datos varios, su índole, las obser-
vaciones y el plan y método de su exposición me
preocuparon, desde luego, cuando comencé la His-
toria de la Universidad de Ornado y Noticias de los Esta-
blecimientos de Enseñanza de su Distrito.
En el Archivo de la Universidad, por diferentes
vicisitudes no muy completo en sus primeros años,
estaban los principales materiales esparcidos en nu-
merosos documentos, actas, libros, legajos, impresos
y piezas sueltas; algunas veces recurrí también á los
de la Diputación provincial, Cabildo de la Basílica
y Municipio de Oviedo, así como a diferentes perso-
nas que con generoso desprendimiento me facilita-
ron curiosos datos.
Fué preciso ordenar tales elementos para tratar
mejor de la Instrucción Pública asturiana, porque
no pedía el Ministro de Fomento, dado el espíritu de
su Circular, un resumen de efemérides ó colección de
datos aislados que por su confusión y repetición
para nada servirían. El pensamiento del Gobierno
era y es conocer la historia de la Enseñanza nacio-
nal, y es indudable que mal se consigue el intento
acopiando fríamente apuntes, si no van acompaña-
dos de naturales observaciones y comentarios para
comprender la pública instrucción en pasados tiem-
pos, á fin de apreciar mejor la vida moral de otros
siglos, ya que muchos historiadores pasan en silen-
cio la marcha que tuvo la española cultura. Y á la
postre— si esto so hacía bien, como yo no pude con-
seguir,— resultarán los progresos de la época actual
criticada sin razón cuando se olvidan vicios y de-
fectos de la pasada.
Tuve presentes para el plan y concepto las histo-
rias de las Universidades de Salamanca, Valencia
VII
Zaragoza y Santiago, escritas, respectivamente, por
los Sres. Vidal y Diaz, Velasco y Santos, Borao y
Viñas, sirviéndome de norte la gran obra «De la
Instrucción Pública de España» por el distinguido
literato D. Antonio Gil y Zarate. Trato los asuntos
cronológicamente; pero no por separado los diez
puntos de la Circular para no caer en repeticiones
con la relación íntima que tienen entre sí y para no
perder de vista la marcha histórica de la Universi-
dad. Con el detenimiento posible me ocupo prime-
ramente en esta Escuela y comprendo en la Segunda
parte los Establecimientos de Enseñanza de su Dis-
trito con artículos mas breves á fin de no abultar
demasiado el presente volumen. En epígrafes de ca-
pítulos se comprenden los temas de la Circular: Ori-
gen y fundación de los establecimientos: Privile-
gios, exenciones y honores; Estatutos; Estudios y li-
bros de texto; Reformas pedagógicas; Alumnos;
Rectores y Catedráticos; Medios materiales de ense-
ñanza; Costumbres académicas. Cuanto allí no pue-
den tener cabida va inserto en Apéndices.
No terminaré estas explicaciones, sin que antes.
á fuer de bien nacido, exprese públicamente mi gra-
titud á cuantos vinieron en mi auxilio. Tal vez sin
ellos no hubiera dado cima al trabajo, porque mu-
cho debí á los Sres. D. Francisco Diaz Ordoñez,
D. Máximo Fuertes Acevedo, D. Ciríaco Miguel Vi-
gil (éste mi amado maestro en antigüedades astu-
rianas) y al Magistral D. José María de Cós. En la
biblioteca del primero encontré libros y manuscritos;
en obras, desgraciadamente inéditas del segundo,
tomé abundantes noticias de asturianos ilustres,
pues tan cariñoso amigo todo lo puso á mi disposi-
ción; y, por fin, no fueran fructuosas mis investiga-
ciones en los archivos Provincial y Catedral sin el
concurso de los otros dos. Del señor Rector, Secre-
tario D. Manuel Gómez Calderón y mas personas
tuve igual cooperación para llevar á cabo la presente
VIII
Historia. Consigno aquí mi reconocimiento y los se-
ñalo á la estimación de mis paisanos.
Recien salido de las aulas y en los albores de la
vida, tengo la satisfacción de rendir á la Universi-
dad, alma mater, pequeño homenaje de cariño entra-
ñable, aunque no haya conseguido, mi intento. Tos-
co artista, en el cuadro que pensé pintar solo indi-
qué perfiles y allegué colores; pero mejor pincel ter-
minará este lienzo bosquejado. Por eso dirijo á cuan-
tos me leyeren aquellos versos de Horacio:
Vive, vale; si quid novisti rectius istis
candidas impertí; si non, his uterc niecum.
Confiado en la indulgencia del público, pues solo
vivirá con ella, sale á luz este libro, como capitulo
de la brillante historia de mi provincia. Sea fiel tes-
timonio de mi amor á las glorias asturianas, cuando
demuestro al Rector y al Claustro que no rehuyo
sus comisiones y que aun procuro llevarlas mas allá
de lo que pudieran exigir á mi escaso saber.»
Con estas sinceras manifestaciones, palabras mas
ó menos, presenté al público (1S73) mi humilde y
primera publicación (a) que fué acogida con inme-
recida benevolencia, apreciada en términos lisonge-
ros por el Rectorado ovetense (19 de Septiembre)
k
(a) Por obediencia filial á deseos, que dictaba la modestia, no pude men-
cionar entre los auxiliares que entonces tuve, á mi padre amantísimo Sr. D. Be-
nito Canella Meana (q. s. g. h.}. Mucho debí á sus luces y consejos, á su cono-
cimiento del pasado de esta Escuela, á la que amorosamente sirvió muchos afios
y á cuyo Claustro venían perteneciendo nuestros mayores.
Fué mi Padre un asturiano entusiasta y, dotado de sólido y variado saber
fué personalidad notoria desde la prensa, la escena, la cátedra y en cargos po-
pulares del movimiento provincial, científico-literario, en el pasudo siglo. Entre
sus producciones menciono aquí la excelente Memoria untveisittuia (Oviedo,
i86x), el trabajo primero histórico de la Instrucción pública asturiana.
La paternal memoria, inolvidable y gratísima, me impulsan á esta natural y
hoy libre expresión de mi gratitud.
muy especialmente por la Dirección general de Ins-
trucción pública (30 de Diciembre), y por alcanzar
después diploma y medalla de plata en la Exposición
universal de Barcelona (1888).
Agotada no mucho después y siendo muy raros
los ejemplares, pensé en reimprimir, adicionada y re-
formada, la presente «Historia». A ello me impulsa-
ban mis sucesivos estudios ó investigaciones locales
en la materia; la lectura de obras histórico-pedagó-
gicas, como las generales de los Sres. La Fuente y
Fernández Campa, la granadina del Sr. Montells,
la colegial de Bolonia por los Sres. Borrajo y Giner
(H) é interesantes libros sobro establecimientos es-
pañoles y americanos deG.de Castro, Larrea, Flora-
nes,Berges, Egaña, Merry, La Fuente (J. J.), Bachi-
ller, Rojo, Castellanos, Icazbalceta, etc.; y otras
consideraciones muy principales y apremiantes en
los dias que vivimos, sedientos de regeneración, y
cuando para la resolución del angustioso problema
nacional todos ponen los ojos en la enseñanza \r
educación patria ¡todavía medio dormidas! Por todo
esto pretendía reproducir estas modestas páginas,
aunque sea muy pobre mi concurso á la empresa es-
pañola que se acomete ahora, ya que no se empren-
dió antes de la tremenda catástrofe.
Mas el limitado presupuesto universitario, que
llega á lo inverosímil para cubrir cargas y servicios
docentes imperiosos, dificultaba esta segunda edición,
que deseaba con empeño el Rector actual Sr. D. Fé-
lix de Aramburu, y hoy se debe al patriotismo y al
afecto particular de un asturiano benemérito.
Es este el Sr. D. Eduardo de Llanos y Alvarez
de las Asturias, nombre bien conocido en la Amé-
rica española por el respeto que mereció en Chile y
Perú y servicios allí prestados á los españoles en
época crítica. Retirado hoy en Europa, el Sr. Lla-
nos dedica sus afanes á la cultura popular: fundó
una Escuela modelo en Corao (Cangas de Onís) don-
X
de tiene su nobilísima casa solariega, establecimien-
to aquel organizado y regido con sumo acierto; vie-
ne difundiendo en hojas y láminas conocimientos y
asuntos de importancia y utilidad provinciales; y ha
costeado publicaciones, como la Reseña histórica del
Instituto de Jovéllanos de Gijón (de que fué alumno)
por el Sr. Lama y los Orígenes y Estadv actual de su
Biblioteca por F. Martínez Eiorza.
Unido al Sr. Llanos por antigua amistad y la-
zos de familia, quiso distinguirme también dispo-
niendo y costeando esta segunda edición de la His-
toria de la Universidad y Noticias de los Establecimientos
de Enseñanza de su Distrito. Dejando aparte mi favor
personal— -que sé agradecer y estimar profundamen-
te— bien puedo asegurar y proclamar otro patrióti-
co servicio mas del Sr. Llanos, generoso propaga-
dor deja enseñanza, al difundir este libro; porque
en sus páginas hay antecedentes y datos de la Ins-
trucción pública asturiana de ajrer y de hoy, base
segura, juntada con otras análogas regionales, para
la reforma urgente con nuevos rumbos y moldes
nuevos, que reclama lo porvenir, si ha de seguir Es-
paña
Y diré para terminar que aparece esta segunda
edición como heraldo del 37a cercano tercer cente-
nario de nuestra Universidad, 1908, en que de nue-
vo debe glorificarse la figura insigne de su funda-
dor el Arzobispo U. Fernando de Valdés y Salas.
Oviedo Enero 1903
t
PRIMEREARTE
HISTORIA
DE LA
UNIVERSIDAD DE OYIEDO
1
CAPÍTULO PRELIMINAR
La Instrucción pública en Asturias antes de la fundación de la Universidad de
Oviedo. — Aislamiento topográfico de la provincia. — Los romanos y godos
en ella.— Su estado después de la traslación de la Corte. — El antiguo clero
del país y esfuerzos de los prelados para mejorar su condición.— Asturianos
distinguidos en las letras durante los siglos xv y xvi. — La Imprenta en
Oviedo. — Causas del atraso de Asturias, no obstante á que desde aquellos
siglos ya se daba gran valor á la instrucción.— Movimiento moral de Espa-
ña en el siglo xvi.— Las Universidades españolas.— Otros centros de ense-
fianza. — Espíritu de fundación de establecimientos literarios. — El Inquisidor
D. Fernando Valdés Salas. — Cuando otras obras pias, ultima en su testa-
mento la erección de Colegios y de la Universidad de Oviedo.
En el antiguo Principado de Asturias, hoy provincia de Ovie-
do, no existía al fenecer el siglo xvi ningún establecimiento pú-
blico y general destinado á instrucción y educación de sus natu-
rales. Rodeado de altas montañas por la parte del Mediodía y al
opuesto limite por las olas embrabecidas del mar Cantábrico,
apenas los hijos de esta provincia tuvieron comunicación con
otras comarcas. De aquí grandes inconvenientes para su cultura,
y hasta las varias invasiones en tiempos antiguos no dejaron
huellas duraderas en la región astur levantando su nivel moral.
La ambición conquistadora del pueblo romano trajo á Apu-
leyo á poner en Torres y sitios próximos de la costa las aras
sextianas, trofeos de victoria, para llamar á Augusto señor de
todo el mundo conocido tras de laborioso triunfo sobre astures
y cántabros, descendientes de celtas, que cayeron vencidos, mas
no domados, apellidando siempre libertad é independencia. De
su dominación quedan valiosos recuerdos en explotaciones mi-
neras, trabajos agrícolas, alguna construcción y el frecuente ha-
llazgo de monedas pertenecientes al Imperio, otros objetos, lá-
pidas varias, etc.; y también de la influencia latina quedó gallar-
da muestra en voces y locuciones del bable ó dialecto asturiano.
— 4 —
Los primeros godos apenas dan señales de existencia en
nuestro país hasta Sisebuto; y hay que ver á España vencida en
Lago de Janda (Guadalete), roto él trono de sus reyes, para que
los vencidos buscaran refugio en las montañas del Norte. Ellos
trajeron, con los restos de la tremenda catástrofe, el aliento que
les quedaba y con él la religión y reliquias, códigos y tradicio-
nes, que en otro tiempo hicieron tan notables á los padres de los
Concilios toledanos y condes palatinos. Extraño parece que
herederos de tan esclarecidos varones, sabios autores de cáno-
nes y leyes, no dejasen en Asturias señal de ilustración y no es-
tableciesen aquí algo que semejase las escuelas de los Isidoros
de Sevilla y Leandros de Toledo. A la defensa de la fé tendieron
principalmente aquellos prelados que, huyendo de las huestes
musulmanas, hallaron abrigo con su clero dentro del astur te-
rritorio. Aquí permanecieron en años, adscritos á parroquias ru-
rales para declarar existentes sus diócesis; y, por esto, pasado
algún tiempo y constituida en corte, fué Oviedo llamada ciudad
de los obispos, por los aquí residentes ó reunidos ya para con-
sagración de templos ó para conciliares asambleas.
Do quiera se habían levantado Iglesias y Monasterios (el P.
Carballo menciona 109) por los reyes de la restaurada nacien-
te monarquía, y aquellas santas moradas, centros de oración,
fueron custodia de tesoros, códices y alhajas salvadas, cual figu-
ran en generosas donaciones al templo mayor del Salvador y en
construcciones embellecidas por oreses y labrantes peregrinos
con arte propio tal, que llegó á llamarse «asturiano».
Prosperó en santidad y doctrina la Iglesia de Asturias como
lo revelan, primero las actas de sus Concilios, un dia considera-
das apócrifas por la crítica hasta resultar vindicada su legitimi-
dad por el P. Risco, y después la resistencia y victoria contra
los heresiarcas Félix de Urgel y Elipando de Toledo. Los godos
refugiados debieron enseñar la historia y la paleografía á los as-
turianos, y escribieron en esta tierra códices como el del siglo
vn, precioso libro canónico, que en Oviedo vio Morales; el famo-
so de las «Etimologías o de San Isidoro; las Crónicas llamadas
de Albeldense y de D. Alfonso III; y otros preciosos diplomas,
que pertenecieron á la saqueada librería de la Catedral de Ovie-
do, de la qué muchos de sus primores escriturarios andan dis-
- 5 -
persos por bibliotecas públicas y particulares con el sello y cruz
angélicos de su procedencia.
Mas luego desaparecieron tales elementos de cultura porque,
al mismo tiempo que la reconquista dilataba el territorio cris-
tiano, quedaba reducida y pobre la monarquía asturiana, absor-
vida en 950 por la naciente leonesa y mas abandonada todavía
cuando los reyes se asentaron en lugares importantes y lejanos
para el alto fin de la restauración.
El clero, que al cumplir su misión, llenaba también la de ci-
vilizar la sociedad, cultivando y extendiendo artes y ciencias,
fué desde aquella ocasión ignorante pareciendo que no queda-
ban memorias y enseñanzas de tantos doctos prelados como
habían residido en estas montañas. Volviera el país á primitivo
estado de atraso si por sucesos diferentes no se hubiera comba-
tido el mal. •
Renació Asturias en el siglo xi con el régimen municipal que
cimienta Alfonso VI con las cartas-pueblas de Oviedo y Aviles;
debió sentir la influencia del Concilio de Coyanza en 1050 y en-
seguida la de las altas dotes y espíritu gubernamental del gran
Obispo D. Pelayo, el déla asamblea pacificadora de 1115; á
continuación se removió y tuvo paz y administración con las re-
gias visitas del Emperador D. Alfonso, D. Fernando II y las re-
petidas de Alfonso IX, que consolidaron populares franquicias;
mas y mejor sintió el gobierno de Alfonso el de las Partidas, que
favoreció las «poblas» ó cabezas de concejo formando asi gru-
pos de población mas adelantada á la sombra de leyes forales
mientras los Señores y Casas monásticas crecían en poderío y
con el Merino del Rey dictaban ordenanzas. El árbol de las ór-
denes religiosas que, bajo las reglas benedictina en Oviedo,
Obona, Corias, Cornellana y Celorio y la cisterciense en Valde-
dios, Belmonte y Óseos, seguía frondoso, se aumentó con los de
San Francisco de Oviedo, Tineo y Aviles, que asi vivían de la li-
mosna popular como la devolvían en elemental instrucción; si
bien en mayor ó menor escala, estas fundaciones tuvieron cáte-
dras de Filosofía moral y Teología principalmente para sus novi-
cios y postulantes.
Cual en otras partes, debió comenzar á organizarse en Ovie-
do algo de aquellas escuelas catedralicias, bajo el régimen de
— 6 —
prevendados especiales (maghter se/wlarum, maestrescuela)
y en documento de 1261 de la Iglesia leonesa firma uno: G. Pe-
tri, Magister scholarum ovetense et legionensi canónico. De
esta enseñanza eclesiástica ovetense hay algunos datos.
El virtuoso Obispo D. Fredolo; francés, estableció en 1280
unas escuelas para enseñar liturgia á sus prevendados, previ-
niendo la asistencia al Oficio Divino con imposición de penas al
que no lo verificase en tres meses consecutivos. (1) Sin duda á
tal enseñanza se refieren, en el Claustro de la Catedral, las lápi-
das funerarias de Rodrigo, «Rector de las Escuelas» (año 1298);
otras de Alfonso Jacco, «que tuvo el nombre y régimen de las
escuelas» (año 1301); y ha desaparecido la citada por Tirso de
Aviles en el tercer lienzo, que cubría el sepulcro de otro Ro-
drigo, también «Rector de las Escuelas» fallecido en 1317. Es-
casa noticia literaria tenemos del clero asturiano en tiempo si-
guiente y hay que llegar al gobierno del insigne Obispo D. Gu-
tierre de Toledo.
Poderoso y rico, muy docto y reformador, fué este prelado
que ganó para sí y sucesores el Señorío condal de Noreña, au-
mentando las pingües rentas asignadas á la mitra; él ordenó el
archivo-catedral y le docto de preciosos elementos para la histo-
ria; en sus dias fué comprendida la provincia y diócesis, por él
pacificadas, en «Principado de Asturias» para los herederos de
la gran corona de Castilla y después de España; y él debió intere-
sarse por la cultura de su sacerdocio al ser fundador en Sala-
manca (á donde afluía entonces toda semilla de ilustración) del
antiguo Colegio de Pan y Carbón, cuyos estatutos fundacionales
conservados en el archivo de nuestra Basílica, disponían, entre
otras cosas, para favorecer á la clase pobre que babía de tener
la casa seis alumnos de la facultad de Cánones, naturales de la
diócesis de Oviedo. El mencionado Monasterio de San Vicente
de esta ciudad era otro centro de especial cultura y en la segun-
da mitad de este siglo xiv le regia el Abad D. Diego, que dejó un
Memorial de los sucesos y alteraciones de su tiempo, obra que
se ha perdido y era estimable á juzgar por lo que de ella queda.
Bajo la prelatura de D. Juan Arias del Villar, gran letrado, á fi-
(i) Risco, España Sagrada; tomo 38, pág. 207.
nes del siglo xv floreció en. Oviedo el Br. Gonzalo González Ca-
ñamero, Abad de Tuñón, después Obispo de Cuenca, que dice
Risco (1) fundó en Salamanca el Colegio de Santa María y To-
dos los Santos, Uamaáo de Monte Olive, aunque, según el Sr. Vi-
dal, fué solamente su primer Rector, y el Sr. La Fuente escribe
que fué su bienhechor y á su nombre vinieron las bulas (2) D. Die-
go Miguez de Vendaña, nombrado en nuestro episcopologio don
Diego de Muros, pastor ilustrado y celosísimo, favoreció el esta-
blecimiento de los hijos de Santo Domingo y con su senado ca-
pitular dotó á principios del siglo xvi una cátedra de Moral en
el convento ovetense del Rosario para mejorar con ¿religiosos
de buena vida, letras y ejemplos» (3) el decaído pulpito de esta
provincia. El mismo prelado en 1517 fundó en Salamanca el Co-
legio Mayor de San Salvador de Oviedo, no pudiendo estable-
cerle aquí por estar la instrucción pública tan atrasada, ó por
oposición que le hizo el Cabildo y no existir Universidad á
donde agregarle. El famoso cronista Ambrosio Morales, dice en
so «Viaje», oque los canónigos de Covadonga vestían un hábito
pobre y corto, común de los clérigos de Asturias, con un escapu-
lario de lienzo blanco encima del sayo, poco ancho, y largo has-
ta mas de la cinta»; y este desaliño pone bien claro su rudeza y
apartamiento. (4)
El Cabildo eclesiástico sostenía un preceptor popular de
dramática y daba licencia á sus miembros para ir al t Estudio»,
el menguado que había en Oviedo, y para pasar á Salamanca ú
otras escuelas, según consta en acuerdos capitulares. Esto no
bastaba, ya en el siglo xvi, y aunque sea fingido el celebérrimo
proceso y excomunión episcopal á los ratones y el alegato de és-
tos f porque eran criaturas de Dios y no debían ser castigadas sin
ser oídas» indica el gran atraso asturiano. El breve tiempo que
rigió nuestra diócesis D. Fernando de Valdés y Salas, nuestro
futuro bienhechor (y á cuyos grandes favores se dedica esta hu-
milde Historia) fué punto de partida para ideas y cambios de en-
señanza y, á su estímulo, probablemente se movieron otros, o De
(s* Risco Es/. Sag.; tomo 39. pág. 75.
(a) Vidal y Díaz, Memoria histórica de la Universidad de Salamanca; pág. 301. — La
Fuente* Historia de las Universidades, Colegios y demás Establecimientos de Enseñanza de
Es/ama; tomo a.° pág. 117.
(3 » Risco, Es/. Sag.; tomo 39, pág. 103.
(4) Morales Viaje santo, tít. 39 pág. 66.
— 8--
estos celosos del bien público, fué el primero D. Andrés de Pra
da, Abad de Tuñón, persona grave y recta, el cual por los años
de 1568 intentó en Oviedo fundar un Colegio de la Compañía; y
para este fin acudió á Roma por facultad y licencia de su Santi-
dad para renunciar á favor de la Compañía su Abadía y otros
préstamos y rentas eclesiásticas, que poseía, las cuales pudieran
servir á la manutención y sustento de algunos Padres, que con
su celo y virtud acudiesen á las necesidades espirituales, que en
sus Paisanos conocía y lamentaba; pero tan santos deseos no
llegaron á execución, por haberse ofrecido en Roma tantos re-
paros y dificultades sobre la cesión de sus rentas á favor del
ideado Colegio, que imposibilitaron la prosecución de la depen-
dencia». Así refiere el P. Villafañe (1) el primer intento de es-
cuela jesuítica.
El referido atraso provincial y la falta de un centro de verda-
dera y general enseñanza era grave daño para la salud de las
almas y bienestar de esas míseras gentes, que se prolongó hasta
que el Obispo D. Diego Aponte Quiñones se vio precisado en
1585 á observar gran rigor en el examen de sacerdotes y de ca-
pitulares, estableciendo para ellos unas enseñanzas en su pro-
pio palacio. Y dice Risco: «sin embargo de haber alcanzado bu-
la pontificia para este fin, no duró tan piadoso y útil estableci-
miento por no haber hecho casa particular para estos clérigos y
por no haber convenido el Cabildo en la erección del Seminario».
Cuando mas adelante se pretendieron cátedras en la Universi-
dad de Oviedo, el canónigo Domingo de Mier alegó sus estudios
en Valladolid y Salamanca, y citando los nombres de sus maes-
tros, alguno de los cuales debió ser asturiano, á juzgar por su
apellido, dio noticias del colegio que fundara el Obispo Aponte,
con mitad de colegiales graduados y buenos gramáticos la otra
mitad. Entró en el primer lugar de los graduados, fué propósito
con el cargo de leer casos morales y de presidir unas conferen-
cias, pues otras las presidía él prelado por afición, y á estos
actos dice que venían los hombres doctos de la ciudad y monas-
terios (2).
(j \ P. Juan de Villafañe: •Relación historien de la vida y virtudes de la Excma. senara
doña Magdalena de VI loa, «Salamanca, 17231, pig. 241.
(2) Archivo de la Universidad.— Papeles déla testamentaría del Sr. Arzobispo D. Fernán*
do Valdés y Salas; fol. 141.
— 9 —
En Oviedo, como en la mayor parte de las diócesis de Espa-
ña, hubo resistencia á la erección de seminarios que el Concilio
deTrento había dispuesto como cosa urgente y necesaria, más
mirando á la educación especial que á la instrucción del clero,
que concurría á Universidades y Colegios. El Cabildo de Oviedo
era exento, diGe el Sr. La Fuente, y dependía del Papa, no reco-
nociendo apenas la autoridad del Obispo ni la del Metropolita-
no y como el Papa estaba muy lejos, «pasaba lo que pasaba»
cual en todos los establecimientos exentos. No justifica el eru-
dito académico tales cargos, pues el canónigo lectoral propuso
seminario en 1731 que no se erigió por falta de recursos; y la
resistencia era general y popular, pues cuando, á petición de
los comisionados del Cabildo, se trató en el Ayuntamiento ove-
tense de la erección de un Seminario de Estudiantes, se acordó
ono ser conveniente *.
El Sr. D. Pedro Suárez fundó y dotó en 16 de Octubre de
1593 el Colegio de San Pedro de los Verdes para sostener doce
colegiales, que terminaran su carrera en la Universidad proyec-
tada por el testamento del Aizobispo Valdés, que ya había falle-
cido, siendo las becas de dirección del Cabildo y de provisión
en las casas de Heredia y Rivera, de que descendía el canónigo
fundador.
Véase, pues, como aunque para el clero se llamaran, ya se
necesitaban con premura unas Escuelas superiores en Oviedoi
y cuan justo era el empeño que tenían los Obispos en su pronto
establecimiento. No cesan en la empresa, y en 1600 D. Gonzalo
Gutiérrez Mantilla escita á los testamentarios del ilustre creador
de la Universidad ovetense á que abriesen pronto las enseñan-
zas, perqué sus clérigos eran tan ignorantes y viciosos, que te-
nía que proveer las iglesias ^en quienes no había ninguna sufi-
ciencia.
Cuadro tan poco halagüeño de un cuerpo tan respetable, in"
dica también que sería mas lastimosa la condición de las otras
clases de la sociedad, y mucho menor su ilustración y saber.
No faltaron, sin embargo, durante los siglos xv y xvi algu-
nos asturianos, que supieron distinguirse en las letras. «Juan de
Oviedo» fué secretario del rey D. Enrique IV y «Alonso de Quin-
tanillao Secretario de Hacienda de los Reyes Católicos, orga-
— io-
nizador de la Santa Hermandad y protector decidido de Cristo-
bal Colón. El arcediano de Villaviciosa «Dr. Juan González
Contreras» es autor del libro de la Purísima Concepción, com-
puesto en 1439, y propuesto entonces al Concilio general de Ba
silea con el fin.de promoverla solemne declaración de la Iglesia;
y el «Dr. Rodrigo Alvarez de Noreñao fué reputado juriscon-
sulto, á quien citan los contemporáneos por sus «Determinacio-
nes». Mas tarde, en varios ramos científicos, brillaron no pocos
hijos de esta provincia, como otros, antes y después, se distin-
guieron en los consejos áulicos de los reyes. El presbítero «Al-
fonso de Proaza», ardiente defensor de las doctrinas de Raimun-
do Lulio, y su compañero y sucesor «Alfonso Ordoñez*, retóri-
co y orador notable, lucían sus talentos en la Universidad de
Valencia, ácuya ciudad ensalzaba Proaza en una elegante ora-
ción latina, publicada en 1505, y en un celebrado romance. La
ya dicha fundación dominicana, fuera de cercas de Oviedo, del
Obispo Muros dio resultados muy excelentes, y de allí salieron
reputados varones, que difundieron el cristianismo en América,
como «Alfonsode Noreña» (1544) y «Pedro de Pravia» (1580).
El jesuíta «Alvaro Alfonso» (1542) combatió los errores de Lu-
tero; fueron jurisconsultos muy distinguidos «Miguel Cifuentes,»
que hizo una edición del Ordenamiento Real y comentó las Le-
yes de Toro (1536-1555); «Juan Hévia Bolaños» (1588) publicó
laoCuriaFilípica» y «D.Alfonso Iñigo Valdés» (1588) fué también
muy conocedor de la ciencia del derecho. Como escritores de
historias no omitiremos al conocido cronista asturiano «Tirso
de Aviles» y á «Fr. Alvaro de Rojas», autor de la Historia de
dicho Convento ovetense del Rosario; y, por fin, cuando termina-
ba el siglo, fueron notables por sus obras <«D. Martín Quirós
Valdés», «D. Diego Valdéso, etc. (1)
Y de mediados del siglo xvi data la introducción de la im-
prenta en Oviedo, aunque fué como de paso. La clerecía de la
diócesis suplicó en sínodo al Obispo D. Cristóbal de Rojas que
reimprimiese el Breviario ovetense, pues eran muy raros los
ejemplares y se iba perdiendo el rezo propio diocesano; y así
debió ser llamado el impresor ambulante Agustín de Paz, que en
(i) Fuertes A ce vedo, Bosquejo acerca dr l Estado que alcanzó á todas épo.\xs la. litera-
tura en Asturias (Badajoz, 1885).
Oviedo estampó en 1556 dicho Breviario y unas Constituciones
capitulares, de que hay rarísimos ejemplares, y son de mérito.
Un año después ya el impresor trabaja en Burgos, y el prodi-
gioso arte no se asentó en nuestra ciudad hasta un siglo mas
tarde. Es de advertir que hay noticia de impresores asturianos
como Gonzalo Rodrigo de la Pasera (Monterrey, 1494) y Juan de
Valdés (Barcelona, 1497j, que andaban errantes por diferentes
provincias, como otros tipógrafos que imprimían para la Iglesia
Catedral de Oviedo hojas sueltas en 1490 y 1520 con la rela-
ción de reliquias y bula de indulgencias (1).
Según se habrá notado, estaban los conocimientos reducidos
á determinado círculo de personas, y la provincia en general,
no participaba de esta cultura. Bien por apatía, aunque mas por
falta de un foco de ilustración, como una Universidad ó una Aca-
demia, fué cierto el atraso, fatalmente auxiliado merced al des-
orden que en la administración del país introdujeron las bande-
rías, no muy disminuidas por las Ordenanzas provinciales de
Vega y de Acuña. Fué reducida la enseñanza y, cuando com-
pleta, se limitó á algunos asturianos que, privilegiados por la
fortuna ó de ingenio resuelto, pudieron con dificultad recibir en
afamadas aulas la educación y carrera que no hallaban en su
patria. Por eso daban gran importancia á los títulos académi-
cos, hasta á los más inferiores, consignándolos con presunción
en documentos y en inscripciones sepulcrales. Ejemplos tene-
mos, como el de la lápida del Claustro de la Catedral, bajo la
que descansa Frigión de Cifuentes, fallecido en 1485, é hijo del
Rr. Juan de Gijón; así como consta que el concejo de Colunga
fué visitado en 1558 por el o Magnífico o bachiller Liada, alcalde
mayor del partido de Llanes. Y, sin embargo, con todas las an-
teriores circunstancias, llama poderosamente la atención, que
relativamente á la extensión del Principado, ocupaban algunos
asturianos puestos elevados en las Iglesias, Tribunales y Con-
sejos.
¿Cuánto no se abulta la anterior triste pintura de nuestra
postración pedagógica si la consideramos en el grandioso si-
glo xvi, en el movimiento general de la nación?
fi'- E*ta* ühiirns noticias de impresores asturianos, fuera de la provincia, son del erudito
¿cadtmico Mr. K. Hatblcr en carta al Rector de la Universidad Sr. Aramburu.
Por todos los ámbitos de la Península se había desarrollado
y crecido el estudio de las ciencias, y la sabiduría de los espa-
ñoles era vasta, profunda y poderosa. Ella daba impulso y diri-
gía la fuerte voluntad que hacía del cetro de Castilla el arbitro
considerado en los reinos mas florecientes de la Europa, cuando
extendía su dominación mas allá de los mares en todo un mun.
do nuevo. Esos ejércitos, que sostenían la corona de los Césares
y que, á la sombra de los pendones de Castilla y Aragón, pe.
leaban sin descanso y vencían cor gloria, no talaban y destruían
los pueblos solamente por poder ilimitado y material, como en
los siglos de la Edad Media.... pues el entendimiento humano,
agitado profundamente en este siglo prodigioso, rompió con pa-
sadas tradiciones y llamó cuanto existia á severa residencia y
examen. Él levantó bandera en todas partes y emprendió una
lucha mas tenaz para el bienestar de las generaciones venideras.
Nadie desconoce hoy que fueron de menor importancia las glo-
rias alcanzadas sitiando á Viena, saqueando á Roma, despeda-
zando á Italia y humillando á Francia, que las conseguidas por
la inteligencia para el común provecho de aquella época y de
las sucesivas. Combatían mejor por el progreso los que estudia-
ban en academias, propagaban los conocimientos por la impren-
ta y, con elevadas miras y profundo acierto, discutían en Conci-
lios sobre todos los ramos del saber.
No fué España la que menos parte ha tomado en esta cruza-
da gloriosa para la civilización del mundo. Solícitos y volunta-
rios marcharon sus doctores y sus Obispos para demostrar que
eran tan sabios los españoles, como políticos hombres de Es-
tado y esclarecidos capitanes de la guerra. En contiendas y dis-
cusiones, sobre todo en Trento, hicieron ver que nada de cuan-
to entonces abarcaba la ciencia era ageno á los hijos de España
en doctrina profunda y en la literatura amena.
Y no podía ser otra cosa. En nación alguna, no obstante las
consecuencias de su reconquista, se vio con tal empeño y deci-
sión un afán de establecer Universidades para alimentar el ge-
neral deseo de alcanzar los conocimientos y saber humanos.
Apenas los Reyes Católicos tomaban asiento en los alcázares
granadinos, cuando surgió una Universidad para instruir á los
vencidos. Los reyes y magnates, los prelados y pueblos, to-
— «3 —
dos se apresuraban á levantar esos monumentos para cultivar la
hispana inteligencia, harto fatigada por el peso de las armas.
Tenían Universidad en el reino de León, Salamanca (.... 1243)
Valladolid (.... 1346) y antes Palencia que conservó por poco
tiempo su Estudio; en Castilla la Vieja, Avila (.... 1482-1504) y
Osma (1554); en Castilla la Nueva, Alcalá (.... 1508), Sigüenza
(.... 1472-1483), Toledo (.... 1520) y Almagro (..,. 1553); en
los reinos de Andalucía, Secilla (.... 1472-1516), Granada
(.... 1526) y Osuna (.... 1548); en Guipüzcoa, Oñate (.... 1542);
en el reino de Galicia, Santiago (.... 1506 1544) y Monterrey
(....) compitiendo la primera con la lusitana de Coimbra; en el
reino de Aragón, renació la pretoriana de Sertorio en Huesca
(.... 1354- 1461) y tuvo la de Zaragoza (1474-1574); en el Prin-
cipado de Cataluña, las de Lérida (1300), Barcelona (1430), Ge-
rona (1446), Tarragona (1572), Vich (1599); en las Baleares
la luliana de Palma (1280-1626); en el reino de Valencia, la de
Valencia (1411-1502), Gandía (1540) y Orihuela (1552). En es-
tos establecimientos se ilustraban los españoles, cuando á todas
partes llegaba el nombre de la Universidad de Salamanca que,
con arrogante blasón omnia docendo, era el centro y la luz de
todas ellas y competía en fama y esplendor con las mas eminen-
tes de Europa (1).
Y aun había otras enseñanzas para alimento intelectual de la
generación de aquel siglo porque, si no en gran escala, muchas
Ordenes religiosas de ciudades y pueblos importantes facilitaban
instrucción en sus conventos. Había en las catedrales, como ya
(i) Algunas de estas Escuela* tenían base conventual, y había también otros centros que
llevaban el nombre de Universidades, aunque distaban de serlo, como Luchentc (Ma3^ Luccna
'.*533). Oropcsa (158.), Sahagún (1534). Irache Í1605J, K«tella {...), Baeza U538J, Murcia 11565).
Al lado de las Universidades se establecieron Colegios mayores y menores, que aumentaba
el concurso de estudiantes, como los de San Bartoloi.ié (1401), Cuenca (1500), San Salvador de
Oviedo (i5>7) y Fonseca^ (1521) en Salamanca; San Ildefonso (1500) en Alcalá de Henares;
Santa Cruz (1484) en Valladolid; Santiago (1554) en Huesca; Sacrcmonte 11(05) cn O ranada,
etc , etc.
La de Oviedo fué fundada en 1565 é inaugurada en 1608.
Después se establecieron las de Pamplona '1623^, de escasa vida; Tortosa (1645); Ccrvera,
(ij\A) por supresión de las otras de Cataluña; la de San Cristóbal de Canarias (1744;) y la de
Alcalá «c trasladó á Madrid eti 1836.
Por las Ordenes religiosas principalmente, España abrió también en el siglo xvi Universida-
des y Colegios numerosos cn sus dilatados dominios de América. Entre aquéllas mencionaremos
las de México (issV, Chiapa (158 ;. Guadalajara (....) y Merida de Yucatán (....) cn el Vi-
rreinato de Nueva España; tres cn Quito fi 563 -1623^, Caracas ^721 j, dos en Sar.ta Fé de Bo-
gotá A595 íóioy y Taísima (. ..) cn el virreinato de Nueva Granada; las de Lima 11551-1570,
Cuzco ^1598 ifo.2,/tHiiamanga ^1677./ y Chuquisaca (1772,/ en el del Perú; las de Córdoba (xb^J
y Trinidad /'... ) cn Hítenos Aires; la de Santo Domingo f 16 .) en esta isla; y la de la Habana
1 1670-1778'. En A>ia, la de Manila '1628;.
^ No *on á teces exactas las fechas fundacionales de nuestras antiguas Universidades y Co-
legios; y Us indicadas se refieren, según los casos, á la erección, bulas y cédulas de aprobación,
apertura de estudios ó primeros estatutos.
— 14 —
se indicó, explicación de algunas materias por los maestre-es-
cuela, lecloral y penitenciario, ya decaídas con la fundación de
los centros universitarios, pues si algún prelado establecía Semi-
nario para su diócesis, era con séquito escaso en España donde
la pureza ortodoxa de la religión tanto resplandecía en las Uni-
versidades.
El estudio del laiin, llamado vulgarmente Gramática, desem-
peñado por preceptores, capellanes y dómines, fué general á to-
das las provincias, y sostenido por fundaciones, cabildos, ayunta-
mientos y monasterios. Cuando se trataba de crear la Universi-
dad ovetense, decía el Dean Asiego á los testamentarios del Ar-
zobispo V^ldés, que en la capital pasaban de 600 los estudian-
tes de latinidad, materia que abandonaban después por carecer
de establecimiento donde completar la instrucción. Y en famosa
novela, de popular lectura, á Gil Blas de Santillana su autor le
hace natural de nuestra ciudad y educado con su tio el canóni-
go Gil Pérez que, antes de mandarle á Salamanca, le llevó al
Dr. Godinez, el mas hábil pedante que había en Oviedo, para
aprender los clásicos griegos y latinos (1).
En tal período, no se tenía por bueno á quien alcanzando
altas dignidades ú opulentas riquezas no las consagraba á levan-
tar un colegio ó á fundar un centro de enseñanza. Así se com-
prende el gran siglo en el que la sabiduría de los españoles ca-
minaba á la par de su poder, glorias marciales y maravillosos
descubrimientos; porque en aquella época los noturalos de Es-
paña, ó peleaban como soldados en los tercios vencedores de
Francia é Italia, de Alemania y de América, ó asistían á los
grandes Estudios literarios: eran todos, ó soldados ó estudiantes.
Únicamente la región asturiana no había participado de se-
mejante ventaja fundacional, y su numerosa población, de esca-
sa fortuna, se conservaba en sensible ignorancia, no teniendo
fuera délas Ordenes religiosas y escuelas de latín, un estableci-
miento de Estudios generales. Tan lastimoso atraso en un país
apartado y pobre, no podía subsistir; aislado topográficamente,
necesitaba, según idea del gran Jovellanos, unir á la existencia
propia, merecida á la naturaleza, la intelectual y moral, que se
adquiere y constituye la vida de los pueblos.
(i) Lesage— Gil B/as, cap. I.
- i5 -
Y así fué. La poderosa acción, que en los demás ángulos de
la Península había agitado á los españoles, penetró, por fin, en
Asturias bajo el patrocinio é influencia de uno de sus hijos más
insignes, á quien la gratitud provincial recuerda con miles de
bendiciones.
ElIltmo. D. Fernando de Valdés, hijo de un Juan Fer-
nández, según expresión de Tirso de Aviles, y de doña Mencía
de Valdés, señores de la nobiliaria casa de Valdés en Salas, na-
ció en esta villa en 1483. En 1512 fué colegial en el Viejo de
San Bartolomé de Salamanca, donde terminó su carrera, desem-
peñó el rectorado y recibió los grados en la facultad de cánones,
de que fué también catedrático. Tuvo noticias el célebre carde-
nal Cisneros de las buenas dotes del asturiano, y en 1516 1c
nombró su familiar y dio una plaza de oidor en su Consejo de
Gobernación, siendo Regente. Canónigo de Alcalá y Dean de
Oviedo, visitó la Inquisición de Cuenca y gobernó el reino de
Navarra, donde hizo las Ordenanzas, que por dilatados años ri-
gieron aquel pais, recientemente agregado á la corona castella-
na. El emperador Carlos V, que le conoció en Flandes en tratos
sobre asuntos graves, le mandó á Portugal para representarle en
las capitulaciones matrimoniales de la emperatriz doña Isabel.
En 1524 fué de la general Inquisición y nombrado para elobis-
pado de Helna (Cataluña); sin tomar posesión pasó al de Orense
y en 1532 al de Oviedo y presidencia de la Real Chancillería de
Valladolid. Gobernó la diócesis de León hasta 1540, ya elegido
Obispo de Sigüenza y Presidente de Castilla. Seis años mas tar-
de se vio elevado al arzobispado de Sevilla y al cargo de Inqui-
sidor general por muerte del cardenal Loaisa, dejando entonces,
á su instancia, la Presidencia del Consejo y entrando honorífi-
camente en el de Estado. Nombrado Gobernador del reino mien-
tras Felipe II se hallaba en Inglaterra, y siempre en gran estima
del monarca por sus relevantes dotes, vivió hasta 1568 en que
murió en Madrid abrumado de honores y de rentas.
<«En todos sus puestos, escribe su primer biógrafo el Marqués
de Alventos (1), conservó tal igualdad de ánimo como si no hu-
i Historia del Colegio viejo de San Bartolomé mayor de la célebre Universidad de Sala-
manca... primera parte escrita por el Huno. Sr. D. Francisco Ruiz de Vergar.* ,. corregida y
¿umentada cu esta segunda edición por D. Joseph de Roxas, marqués, etc.. Madrid, por Andrés
Ortega, 1766. — Tom. 1. págs. 236 a 273. — Diferentes escritores se han ocupado en D. Fernando
— 16 —
biera alcanzado dignidad. Fué parco en la comida, modesto en
el vestido, severo en el semblante, sentencioso en la palabra,
magnánimo en la limosna é inimitable dispensador de sus rique-
zas, ya se atienda á la cantidad, ya al modo->. Mirando sus retra-
tos, puede repetirse con el Sr. La Fuente, que se parecía mucho
á Felipe II en el ceño severo y adusto, color cetrino, cara enju-
ta, entradas en la frente y barba rala y cenicienta.
Tal resulta la vida de quien arrancó la lepra de ignorancia á
la misera gente asturiana; tal fué el animoso prelado en cuyos
tiempos se arrastraba á los calabozos para martirizar en tor-
mentos ó conducir al fuego á los acusados de secuaces á las
nuevas doctrinas religiosas; así vivió el Arzobispo, hijo de estas
montañas, que á sí mismo se llamaba acérrimo perseguidor de
la herética pravedad, y á quien el oscuro y poderoso monarca
ofrecía llevar el haz de leña para su propia sangre, si su sangre
pecara.
El Doctor Diego Yaldés, en su tratado de De dignitatc Reg-
num Hixpanicr. juzgaba suficiente al Arzobispo, si pudiera ser
dividido, para acabar con los trastornos que los grandes acon-
tecimientos religiosos ocasionaban en Francia y en España. Pero
¿de qué modo? preguntamos nosotros.
No está en el espíritu de este trabajo, ni acriminar al tribu-
nal, encarnado en días do intolerancia y en antiguas leyes espa-
ñolas, ni denunciar abusos de la Inquisición. Escribimos historia
del primer establecimiento de enseñanza de Asturias y, por coin-
cidencia de ser inquisidor el fundador de esta Escuela, tratamos
del Santo Oficio, donde desempeñó tan elevados puestos quien
por ello ha sido calificado con apodos ignominiosos de tostón y
de r/7. Pagó el Arzobispo Yaldés triste tributo á las preocupa-
ciones religiosas y estrecha política de su siglo: llevado del fana-
tismo de la época y de ciega intolerancia, que apenas compren-
demos los que vivimos en libertad de conciencia, es cierto que
¿* Y. .■".«*, y er rorv;j'r 1 .* ** '<: r: : .' rv< ó; F>: ■'■' y ¿c b ?- ; .V.-V - c~ Li'-crtc. U >,
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- 17 —
ejerció con gran severidad su cargo inquisitorial. Suyos fueron
los índices expurgatorios de Biblias efi 1554 y el general de li-
bros de 1579, mas amplios que los dispuestos por la Universidad
de Lovaina, á petición de Carlos V; y antes, en 1561, formó las
férreas «Instrucciones de procedimiento inquisitorial»), que susti-
tuyeron á las de Torquemada y Deza. Con alma apenada se re-
cuerdan sus hogueras de 21 de Mayo y 8 de Octubre de 1559 en
Valladolid, en 24 de Septiembre en Sevilla y la malhadada per-
secución del virtuoso Arzobispo Carranza, encarcelado aquí
varios años y muerto ejemplarmente en Roma (1). Mas no se
puede menos de considerar que estos actos fueron consecuencia
de aquel tiempo sombrío y receloso, cuando el apocamiento del
ánimo no cultivado llevaba al extremo de que grandes y bajos,
nobles y villanos, sabios é ignorantes, monarcas y vasallos, asis-
tían con devoción incomprensible á los autos de fé, que la cari-
dad de nuestros días recuerda con espanto y aquella vida teo-
crática tenía por heroicos y santísimos. Apártense los ojos de
fúnebres cuadros con escenas que la moral y la filosofía reprue-
ban, y en parangón con ellas mírense otras elevadas y genero-
sas, que realzan la figura del Inquisidor implacable. Compren-
dió, sin embargo, que todo bien se alcanza por la caridad y la
ciencia, y que los pueblos bendicen á cuantos las difunden y de-
rraman su fortuna entre los menesterosos é hijos de la igno-
rancia.
Las pingües rentas y crecidos salarios del Arzobispo Valdés
le hicieron tan rico y opulento que, á no constar de su última vo-
luntad y fundaciones (2), se creería fabulosa la magnitud de sus
riquezas. El Papa Paulo IV le concedió para mayor poder y faus-
to de la Santa Inquisición una canongía en todas las Catedrales
y Colegiatas de Castilla, León, Aragón y Canarias, á mas de cien
(i) Insinúa el Sr. Li Fuente, en su Historia de las Univ:r$¡dndes, que el Sr. Valdés aspira-
ba á la mitra de Toledo, que tenia el lJ. Carranza. Fu -o muy discutido el proceso volun'.inoio de
este Arzobi-pa, no examinado ni conocido todo hasta que lo fué por el sabio Mcncndez Pelayo cu
sus Heterodoxos esfi iñtl-s «AUdrid, i83o, toni. II i. Indicase allí que el Sr. Yeldes y otros prela-
dos se resintieron del t »le«l i 10 por sus censuras á I<h Oljisp^s no residentes; p¿ro por esto y por
más es cierto el antagoniiiuo, «rencores, celos, envidias y malas pi>iones» entre los doi Mctropo-
lítanos; y asi Carranza recusó y resistió á Valdó; 0.1 insistencia, que si un día, con gestiones
en Roma por su sobrino I) Alv.ir» Val l.:., Dean do 0/iei>, lo^ró lacultade-i extraordinaria^ de
Paulo IV y Pío IV para pro_*d_r coaira el Primido. eu otn» día, au -ique el rey y el Inquisidor
*c resistieron, marcharla i l.i cinJad etor 1 ; pro.;c<.*d"» y pro:e*o, cuando San l'i > V ;v-á lo exi-
gió y también que renunciare su eleva l-> earg > ci Inqut.iJ ir asturiano
(2) En testamentos y cjJicüo* otjr.^r.l >* en Mi lnd ea 2 de Mayo de 1560 y 7 de Diciembre
de 1568 ante el escribano Podro Rodriju:/ y nu:va menoría ó test miento ante Alonso de Dóriga.
— i8 —
mil ducados de oro sobre los frutos eclesiásticos. Prelado espa-
ñol y del siglo xvi, era casi forzoso destinar su tesoro á erigir
alguna obra en favor de la Religión y del Estado, y para que
fuese digna de su nombre, hizo con autorización pontificia acer-
tada distribución de sus caudales. Dejó, como cristiano, solem-
nes aniversarios en las Iglesias Catedrales, cuya silla episcopal
había obtenido, y fundó una Colegiata en el pueblo de su natura-
leza con memorias por deudos y amigos y una misa diaria por la
emperatriz D.a Isabel y el emperador Carlos V de quien fué
testamentario; como hombre caritativo, levantó hospitales en Se-
villa, Cuenca, Oviedo y Salas; como hijo de familia hidalga,
arrimó crecidas rentas al primogénito de la casa; amante del
país, abrió caminos por terreno áspero y fragoso, dotó doncellas
de su concejo y auxilió á los labradores pobres, repartiéndoles
cien bueyes anualmente; y, á título de gran señor, condonó cré-
ditos, perdonó deudas y gratificó con largueza á los servidores.
Pero, como dice Alventos, donde demostró su magnificencia, por
donde aspiró á la corona de la inmortalidad, fué fundando el
Colegio mayor de San Pelayo en Salamanca, y en Oviedo el
de Huérfanas Recoletas, así como la Universidad, animado
por los escelentes resultados del Colegio de San Gregorio, que
ya había establecido aquí para el estudio de Gramática y Huma-
nidades.
Y si fué grande la significación del Sr. Valdés Salas, princi-
palmente por los favores con que impulsó el progreso y renaci-
miento de su patria, sus funerales y entierro revistieron un sello
de grandeza inusitada y hasta después sus mortales despojos
descansan en grandioso monumento, peregrina joya del arte na-
cional. Su cadáver, metido en lujoso ataúd y dentro de una
litera, cubierta de negros crespones y custodiada por muchas
personas que llevaban hachas encendidas, fué traído con so-
lemne pompa y aparato para ser sepultado en Salas. Precedía
la cruz arzobispal, acompañada de D. Hernando de Salas, su
hermano de padre, oidor del Consejo de Indias y arcediano de
Granada, con otros cincuenta caballeros, dos aposentadores por
el Consejo y la Inquisición, seis religiosos dominicos, seis fran-
ciscanos y seis capellanes, que todos los días, antes de empren-
A™ la marcha, celebraban el oficio divino. Con toda esta comiti-
— 19 —
va llegó á Oviedo el cadáver en 29 de Diciembre de 1568; coloca-
do á la entrada de la calle de la Platería, donde se recibe á los
Prelados, vinieron en procesión el Obispo, Cabildo, las Parroquias
y el Ayuntamiento con todo el pueblo, y el ataúd fué llevado por
regidores hasta el crucero de la Catedral, donde se cantó un so-
lemne oficio de difuntos y otro al siguiente día. Con la misma
solemnidad y compañía siguieron á Salas, donde tuvo un gran
recibimiento y se celebraron repetidas exequias.
Sus restos fueron colocados en un bellísimo y suntuoso pan-
teón de mármol blanco, mausoleo elegante y severo, armonioso
en sus proporciones y admirable en su escultura. Está en la par-
te del Evangelio de Santa María, la antigua Colegiata, hoy igle-
sia parroquial, al lado de la capilla mayor, donde en nichos y
bajo estatuas de mármol, descansan los afortunados padres del
Arzobispo.
Es el sepulcro uno de los mas bellos monumentos españoles,
cuyo autor se escapó á la pericia de escritores y artistas como
Jovellanos, Cean, Quedrado, Parcerisa, Juez-Sarmiento, Vigil y
otros, creyendo que aquella suntuosa tumba de mármol blanco
había venido de Italia, cuando tan elegantes y severas traza y
talla fueron una creación de artista italiano; pero bajo su plan
realizado por auxiliares españoles en marmóreos elementos de
nuestra nación. El conocimiento de tal paternidad artística y
grandiosa de Pompeyo Leoni fué de ayer al publicarse notable
libro en Francia (1).
Véase como la describe nuestro compañero el Sr. Vigil (don
Ciríaco M.) o Sobre el pedestal resaltado con un gracioso y sen-
{*} Les maiires italUns au service de la maison di Autriche. Leone Leoni, sculteur de
Charles- quinto et Pompeo Leaetii, scuipteur de Philippe II; Par Rugen* Plon. Eaux -fortes de
Pan i de Rat. París, 1887. En Asturias fué dado á conocer este notable libro por el Rector
Sr. Arambiiru.
La obra fué comenzada por Pompeyo Leoni hacia 1575, fecha de su contrato con los herede-
ros y testamentarios, y cuaba acabada cuando el escultor dejó á Madrid para ir á Milán con su
padre Ixronardo con encargos de Felipe II; pero estatuas y parte del monumento se hallaban
en Aleas de Veleño, cerca de Guadal ajara, sitio de hermosas canteras marmóreas y alabastri-
nas, y solamente quedaba por acordar el largo transporte á Salas por León, cuando apenas ha*
bia comunicaciones en 1583. Se ajustaron en 1582 hasta 50 carretas de bueyes que habían de
llevar cada una de 35 á 40 arrobas cabales de piedra pagando setenta y siete reales por carreta
hasta Lt-ón, y si hasta Salas «parc«ie>e haber camino* un ducado mas por cada dos carros, pero
siempre sin descargar los trozos, ya camino de León, ya de Burgos.
Respecta al pago de la obra al escultor Leani, con>ta que recibió en 158a de Alonso de Dó-
riga, secretario del consejo de la Inquisición, 185,858 maravedises por razón del tercio segundo
del asient) de 6.500 ducados di 375 mr». que había tomado de Don Antonio Padilla, presidente
del consejo de las Ordenes y de Don Diego de Valdés, abad de Ccncros, testamentarios del Ar-
zobispo, según contrato de 1576- (Extractos de documentos publicados por Mr. Plon.)
1
— 20 —
cilio entablamento y las armas de la casa de Valdés, se eleva un
cuerpo adornado con cuatro columnas jónicas sin volutas en los
capiteles; el cual forma dos resaltos sobre el centro de la fábrica.
En el tablero del medio, más espacioso que los de los lados hay
abierta una especie de ornacina donde se vé un excelente grupo
que representa al Sr. Valdés, de capa pontifical, acompañado de
tres diáconos puestos de rodillas junto á un reclinatorio en
actitud de orar devotamente. Ocupa el testero de este nicho, cu-
yo fondo es el mismo del monumento, un medallón en que se
representa, de medio relieve, la Resurrección del Señor, como
emblema de la inmortalidad; quedan á los lados, en los dos cuer-
pos salientes y entre las columnas que los adornan, dos nichos
con sus cascarones y pilastras: en el de la derecha está la Espe-
ranza y en el de la izquierda la Caridad. Sobre la parte entrante
de esta fábrica se eleva un atrio, cuyo nicho cobija la Teología
oprimiendo á la Heregía, que aparece humildemente á sus pies
con la máscara y los libros de sus errores. Las estatuas que repre-
sentan la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza, co-
ronan los resaltos del primer cuerpo, pareadas á uno y á otro
lado del atrio; este termina con un frontoso triangular y dos an-
gelitos cogidos de la cruz que le corona...»
En el pedestal se lee extensa inscripción funeraria con ex-
presión de los cargos y méritos del Arzobispo,* y se gravaron tam-
bién conceptuosos dísticos en su loor.
¡Cuánta belleza en el funerario monumento!
Son pasmosa maravilla de cincel la estatua orante del Arzo-
bispo-Inquisidor, acompañado de sus capellanes, retratos de ver-
dad sorprendente, como las figuras teologales y cardinales del
decorado agrupadas de dos en dos. «El conjunto, escribe mon-
sieur Plon, evoca las tumbas de los Dux que Pompeyo había
visto en su juventud. La construcción de los nichos con las figu-
ras de la Esperanza y Caridad es semejante á la de Jacobo San-
sovino en sus obras de Florencia y Venecia; la Caridad, grupo
excelente, recuerda la composición veneciana del sepulcro de
Juan Boncio en la iglesia de San Juan y San Pablo, muy espe-
cialmente otra obra casi igual del mismo Sansovino en el mau-
soleo del Dux Francisco Veniero en San Salvador; y las cuatro
virtudes, colocadas á cada lado del ático, son asimismo francas
inspiraciones del arte de Venecia. El grupo central del Sr. Val-
dés con sus acompañantes indica cómo Leoni sabía imitar á Do-
natello. El trozo más notable é interesante de la obra es el de la
Fé pisando á la Heregía, que se retuerce sobre una pira, donde
van á ser quemados con ella los libros condenados por el Santo
Oficio; y, si por un instante hacemos abstracción del objeto ó de
la glorificación de la Inquisición y estudiamos la composición en
si misma, es preciso confesar que las bellezas son de primer or-
den. La disposición del grupo pertenece á la escuela de Miguel
Ángel, CDmo se ha visto en obras tan conocidas de Juan de Co-
lonia y de Vicente Danti; pero, ¡cuan más superior ahoral Lo
que aquí domina es el carácter profundo, impreso en los rasgos
de la Fé, obra toda ella «leonardesca», cuya inspiración recuerda
aquel movimiento de la cabeza con rostro dulce y triste á la vez
del Cristo de la Cena. Hay que remontarse á Leonardo de Vinci
para hallar, con toda la gracia en el realismo, el sentimiento inten-
so de la piedad, unida á la aspiración tan sobrenatural y elevada
hacíalo bello, porque aquí Pompeyo llegó á la meta de la mas
alta concepción del poder del genio á qne había rendido culto».
La obra de Salas, compite para honor y gloria de Asturias, con
los mausoleos del Escorial y otros prodigios de Leoni.
Considerando la gran figura del Inquisidor general y los
beneficios que á manos llenas derramó al morir, exclama su
biógrafo: o ¡Cuántos reyes habrán dominado el mundo, que no
puedan igualar sus vanidades á los pensamientos y á las obras
de este insigne prelado! Si los monarcas de España le honraron
con dignidades y le colmaron de riquezas, en él la^ depositaron
para que las derramase en beneficio de la causa universal.»
Ciertamente: cualquiera que sea el fallo de la historia sobre
la vida del arzobispo Valdés, siempre hallará un pueblo que ve-
nera y respeta su nombre porque le ha sacado de vergonzosa
postración; porque, en medio de esta región apartada, levantó
un templo á la sabiduría y en el brilló la luz que iluminó su
suelo y guió á sus hijos á conquistar un renombre tan ilustre
por las letras cual en otro tiempo lo fué por su heroísmo en Lan-
cia y Covadonga.
I- .-■ J** J\
- 13 —
CAPITULO PRIMERO
Fundaciones de enseñanza pública por el Arzobispo Inquisidor Sr. Valdés Salas. —
Los Colegios de San Pelayo en Salamanca y de San Gregorio en Oviedo. —
Lentitud de los Testamentarios del Arzobispo en el cumplimiento de su últi-
ma voluntad. — Sus consecuencias.— Proyecto de adjudicar la organización y
régimen de la Universidad de Oviedo á la Compañía de Jesús. — Gestiones
de la Junta general del Principado, Sr. Obispo, Cabildo Catedral y
Ayuntamiento para la apertura universitaria. — Sus comisionados marchan
á procurarla en la Corte. — El primogénito de la casa de Salas, sobrino-here-
dero del Inquisidor, se opone á la fundación de la Universidad. — Opinión
del Fiscal del Consejo.— Servicios del benemérito Deán ovetense Juan de
Asiego. — Informes y peticiones. —Importantes autos de la Testamentaría
creando la Escuela y dilaciones que opone el heredero del fundador. —
No se le confiere el patronato que pide. — Bula pontificia y Real Cédula de
erección de la Universidad de Oviedo.
Ya en el tercio final de su vida, como últimamente en testa-
mento, codicilo y memorias, se preocupó el Arzobispo Inquisidor
Sr. Valdés Salas en las fundaciones de enseñanza para favore-
cer á sus paisanos.
Rigiendo la Iglesia de Oviedo trató del Colegio de San
Gregorio en esta Ciudad cuya apertura se dilató, como después
veremos, y por el mismo tiempo fundó el Colegio de San Pe-
to/o, en Salamanca, según indicamos; y hemos tratar ahora de
este establecimiento para enseguida proseguir nuestra relación,
ya ceñida solamente á las Escuelas que el espléndido Sr. Valdés
abrió en Asturias.
Agregado á la gran Universidad de la Atenas española, qui-
so erigir en 1543 y 1546 un Colegio mayor, á cuyo efecto alcan-
zó Real cédula del Emperador Carlos V y bula pontificia de Pau-
lo III. Opusiéronse á ello los otros Colegios mayores, como acos-
tumbraban por celos de competencia y privilegios, alcanzando
retención del Breve en el Consejo de Castilla; pero, como insis-
tiera el poderoso Sr. Valdés con su pensamiento, de utilidad dis-
cutible en Salamanca donde había tantas aulas, obtuvo nueva
3
— 24 —
Bula del Papa y otra Real licencia en 1567, ya para un Colegio
«menor», aunque con titulo de Insigne y varios privilegios, que
hubieron de limitarse ante nueva reclamación de los demás Co-
legios menores. Estos ú otros concitaron al Ayuntamiento sal-
mantino para más dificultades cuando el Sr. Valdés, que ad-
quirió varias casas en aquella ciudad, se dispuso á demolerlas
con objeto de levantar el edificio colegial de San Pelayo; y, por
fin, en 1577 quedó fundada la nueva liscucla en casa grandiosa,
toda de piedra, trazada severamente y sin más adornos que el
timbre heráldico del fundador. Tenía patio cerrado con galería
alta y bajax formadas con columnas dóricas y arcos de medio
punto en el interior. Fué la apertura después de 1604.
El personal de este Colegio ovetense, en Salamanca, era tan
numeroso y bien dotado como el de los Colegios mayores. Pri-
meramente fueron veinticinco las becas de teólogos, canonistas
y juristas, doce para naturales del Obispado de Oviedo, cuatro
para los de Sevilla, dos para Sigüenza, otras dos para Orense,
dos capellanes y tres regentes en teología, cánones y leyes.
El Fundador asignó al Colegio diez mil ducados de renta, que
todavía aumentó después, resultando que tenía doble que la gran
Universidad á que estaba adscrito. Vestían los colegiales manto
verde (que les dio nombre) y beca negra, colores de la Inquisi-
ción, más después suprimieron el negro distintivo por verde, con
autorización del Nuncio; y eran las plazas muy codiciadas, dice
Garibay, por la autoridad de la casa y patrimonio que disfrutaba.
Sus hijos ilustres fueron muchos. (1)
De la supresión académica de este Colegio menor y desamor-
tización de sus bienes aún quedan tres becas, y los alumnos,
que las consiguen, pueden cursar cualquiera de las .carreras ó fa-
cultades, establecidas en la Universidad de Salamanca, y tienen
derecho á pensión de dos pesetas diarias, matrículas, títulos de
Bachiller, Licenciado, Doctor y otras ventajas cuando alcanzan
las notas exigidas al efecto. Los aspirantes á becarios han de ser
(i) La Fucj.tc: I/is/orta de las Universidades, tom. II-
En 1855, después de suprimido el Colegio de San Pelayo, ascendían los rendimientos de sus
bienes á 229 fanegas y 40 cuartillos de uÍ£o y 6.434 reales y 18 maravedises en metálico.
Cuando la guerra de la Independencia contra Francia sufrió el edificio gran deterioro y en su
local se estableció jardín botánico de Salamanca.
Véase á Vidal, Historia de la Universidad de Salamanca —Id. á Falcón, Salamanca ar-
tística y Monumental,
— 25 -
mayores de catorce años de edad, pobres; y el orden de prela-
ción para ser elegidos es: 1.° parientes del Uustrísimo señor Fun-
dador; 2.° naturales del Principado de Asturias y los de las
diócesis de Sevilla, Sigüenza y Orense; y 3.° hijos de naturales
de Asturias. Los nombramientos son atribuciones de la Junta de
los Colegios universitarios de Salamanca, á propuesta del Exce-
lentísimo Sr. Duque de Berwick y de Alba, patrono del Colegio
menor de San Pelayo como poseedor del título de Conde del
Montijo, á cuya casa afluyeron los bienes, mayorazgo y honores
de la antigua de Valdés, de Salas. (1)
Vengamos ahora á las fundaciones de enseñanza en Astu-
rias.
Hay incertidumbre sobre la fecha de verdadera creación y
apertura del Colegio de San Gregorio de Oviedo, vulgo de
los Pardos, levantado en nuestra Ciudad, en el arrabal ó calle
del Campo, cerca de la puerta también llamada así, abierta en
las murallas, próxima á la de Socastiello, las dos tocando la
Fortaleza (2); y el edificio, bajo el cubo del ovetense castillo,
quedó formando esquina entre las calles de San Francisco (la
del Campo, llamada después así por el cercano convento de
Asís) y de la Lana (ahora de Mendizábal) donde hoy se levanta
el suntuoso edificio del Banco Asturiano.
Fué la primitiva fundación del gran bienhechor de Asturias
ideada, al parecer, durante su prelatura ovetense (1532 á 1539)
y en la que persistió en el último período de su existencia cuan-
do encomendaba las fundaciones asturianas al Venerable Cabil-
do de la Catedral.
Entre los canónigos contábase entonces á D. Hernando de
Valdés, hermano del Arzobispo, que fué el intermediario de esta
negociación. Cuando el pontífice de Sevilla escribió al Cabildo
en 1561, lo hizo también á su dicho hermano, dándole cuenta
del proyecto de Colegio con idea cabal de toda la fundación:
v Cuando diereis mi carta al Cabildo de la Iglesia de Oviedo,
ft) Los anuncios y llamamientos se publican en la Gaceta de Madrid, Boletines oficiales
de Salamanca y Oviedo y eclesiásticos de Sevilla, Sigüenza y Orense en el mes de Julio del
año en que hay vacante, haciéndose las provisiones en el de Octubre.
'a) Eran terrenos de la ciudad, pues 1). Alfonso XI por Real Cédula de 134a donó á
Oviedo las casas que estaban junto á la muralla, cerca de la puerta del Campo y para que no
causasen pcjjuicio á los muros, ordenó el Rey destilarlas y que sus materiales y huertas fuesen
para la ciudad. Según Trcllc», los edificios eran de les confiscados al desgraciado D. Gonzalo
Martínez, maestro de Alcántara.
■ifp
— 26 -
les diréis que habiendo entendido por vuestra relación cómo
e'Ios desean que la baena obra del Colegio de Oviedo y las otras
dotaciones que coa la avada de Dios pienso dejar en aquella
ciudad ven otras partes del Principado hayan efecto, y que para
esto muestran buena voluntad de ayudar con su trabajo y cui-
dado, y Le recibido mucho contentamiento de ello, porque que-
riéndose ellos encargar de hacer cobrar y distribuir los juros y
re ritas y hacienda, que para ello dejaré en el Principado de As-
turias de !a manera «pe yo ordena:-.?. estaré muy cierto de que
las dotaciones tendrán siempre due.V» y amparo con buen cum-
plimiento y ejecución de ellas: y trata:? y comunicado con ello
particularmente me dará aviso con ei priuero de lo que acuer-
den y también de lo que les pareciera y será menester señalar
desalan? para la ] e:s »na que ellos nombru-en. para la cobran-
za y cuenta y buen recado de los juros y reñía-, y la orden que
creyeran conveniente para que Laya buen recado en ponerse el
«Huero, c -mo se fuere cobran .!:>. en una ¡ arte secura: y para que
haya cuenta de lo que s: sacara para las dichas obras pías á los
líe^r ,s que s- hu! ieren de proveer conforme á la urden que se
dier*. p»:q :e en tenien Jo buena :>t ue-'u: de ellos se ponjra lue-
go en efecto este negocio.
< En el CoLgio se ha de dar de cerner á quince personas,
que -on doce col*: piales y el Prever t ;»r principal, que ha de ser
I Sector, con ot:*o preceptor o lie;»* ti lor y un familiar, y señalán-
dose á diez mil maraveJises para ia comida de e-ada uno de és-
tos caia af. .». se ro ]i:n sacar ia cunihi y salario para la mujer
que tuviese car¿jo de ¡av;.r la r»»pa y : . :a un des¡*cnsero que
Lubie-c de traer d- c raer yjz;ds;.::o. y dt¿de abura se podrá
curr-7-ir el n .u.ero de I s de ce c.-lev'L'.les y familiar, y los que se
hubiesen d»- recibir de nr.evn ror ' > menos han de saber leer
bi-n i-*;n y la doctrina euistiana y qu: tengan habilidad y sean
r ;bros y cristianos viejos, que no sean vecinos ni hijos de ve-
cino de la ciu-ía J de Oviedo por el aparejo que tienen de poder-
se mejor sustentar y \> >r otros buenos respetos, y para que ésto
y en 1 . d r: ...s *,:• t » a á lo que se La de hacer en adelante se
:a:ap »: • -»_•.. .«• mas larva instrucci- n y orlen: [odranse dar des-
de Jue^j á los dichos colegiales sendas ropas ú sotanas de paño
pardo de otro color con que anden en el Colegio y fuera de él.
— 27 —
«Que se entienda en comprar la casa de Diego de Salazar,
que está junto al Colegio, en el mejor precio que fuera posible,
y se me envíe relación de lo que está hecho en la casa y de lo
que podrá costar de materiales y manos para que pueda apro-
vechar para el propósito de los porcionistas y estudio con lo del
Colegio, como está platicado, ó para otra cosa. En Madrid á
quince de Octubre de mil quinientos y sesenta y un años.»
Al Venerable Cabildo decía también el Arzobispo:
«A los muy Reverendos y magníficos señores Deán y Cabil-
do de la Santa Iglesia de Oviedo. Muy Reverendos y muy mag-
níficos Señores: Con el canónigo Hernando de Valdés recibí la
carta de V. m. y no hay para qué me dar gracias por lo que yo
deseo emplearme en sus cosas, pues esta buena voluntad siem-
pre la tuve y tengo en lo que tocase á esa Santa Iglesia y perso-
nas de ella en general y particular. El canónigo me significó
cuan de veras deseáis, señores, el bien de esa tierra y que en
algunas dotaciones y memorias que, mediante la ayuda de Dios,
tengo ordenado de dejar en ella tomarían parte del trabajo en la
ejecución de ellas, y confiado en esto yo le he comunicado al-
gunas cosas que dirá de mi parte, y teniendo respuesta de su
voluntad las comenzaré luego á poner en efecto, porque encar-
gándose de la protección y administración de esto personas de
tanta bondad y autoridad yo estaré descansado en pensar que
antes y después de mis días tendrán dueño éstas buenas obras:
con que espero será servido nuestro Señor. Él guarde y prospe-
re las muy Reverendas y muy magníficas personas de V. m. En
Madrid á 15 de Octubre de 1501. Vt. fr. f hispalensis.»
El primer edificio destinado á Colegio fué una casa modesta
en la mencionada calle del Campo, pero los testamentarios del
Arzobispo, los Consejeros, compraron después la casa de Diego
de Salazar para hacer más capaz el establecimiento que datando,
como queda dicho, de 1501, llevó la fecha de 1534, porque sin
duda fué en este año cuando D. Fernando de Valdés y Salas
proyectó primeramente favorecer con esta Escuela al Principa-
do de Asturias como ensayo de la Universidad, que también se
proponía.
La fábrica, que nosotros alcanzamos, había sufrido grandes
trasformaciones principalmente en su fachada, á principios
- 28 -
del siglo xviii y en los primeros años del xix. Muros do-
bles, agregaciones, recortes, etc., se notaron en el derribo de
1896, y argamasa, manipostería y trabajos de tres épocas dife-
rentes.
Ni de las actas del Cabildo, del Ayuntamiento y Univer-
sidad de Oviedo resulta dato fijo para asegurar cuándo co-
menzó á leerse en el Colegio de San Gregorio, llamado ele
los pardos por el color de la beca colegial.
Bajo el bello blasón arzobispal, que ostentaba en el frontis-
picio, había también la fecha de 1557. No faltó quien indicase
que las fechas señaladas de 1534 y 1557 manifestaban la pri-
mera fundación de la Escuela, y la segunda la terminación del
primer edificio; pero esto no se compadece con los datos y
acuerdos capitulares que publicó el canónigo archivero bibliote-
cario Sr. Sandoval. (1)
La factura del bien labrado escudo indica su ejecución á
mediados del siglo xvn, ya decaído el gusto del Renacimiento.
La cartela que rodea el óvalo y el estilo todo indican obra dis-
puesta y dirigida por alguno de los artistas, que aquí trajeron
Domingo Moriera, Alonso de la Barcena, Juan de la Yucera y
Bernardo de la Portilla, entendidos labrantes del edificio de la
Universidad, bajo la dirección de Juan del Rivero, maestro de
las obras de la Catedral de Salamanca, rematante á nombre de
Rodrigo Gil en 1572 y 1575. Dicho escudo tiene gran semejanza
en la disposición con otros que se ven en la Universidad.
Si aquellos artistas ó sus discípulos fueron los que decoraron
heráldicamente el Colegio, debió ser en la segunda obra ó am-
pliación de la primitiva, porque ésta ya se había levantado antes
del 1571, según consta de los libros municipales, pues en acta
de 7 de Noviembre se trata de una carta dirigida por el antes
Canónigo de Oviedo y entonces Consejero de S. M. D. Hernando
de Salas al Cabildo, tratando del lugar donde había de levan-
tarse la Universidad, á lo que nuestro antiguo Ayuntamiento de-
signó que «el sitio señalado era en las espaldas del Colegio,
que está hecho, ó delante del mismo en las huertas de Juan
de Carrió. »
(i) El Carbayón% periódico (Oviedo, 1895).
— 29 —
AI derribar dicho edificio de los Pardos se colocó el escudo
(armas de Valdés, ó tres barras con las cruces de San Jorge) y
las inscripciones que le acompañaban, en el vestíbulo de la Uni-
versidad ovetense.
Bajo la corona condal de los de Miranda, en que recayó el
vínculo fundado por el Carnoso Arzobispo, está la siguiente ins-
cripción, no fácil de reproducir aquí con exactitud por sus abre-
viaturas y letras ligadas:
NOBLISSM S. GREG COLEGUM
ANTQUS OMNIBS OPS PATRIEAE
AMOREM, MEMORIE SER
VANS EX, ILL, RV DN FER
DINAND, D VALDES FVN
DATORIS, ANNO 1534 (1)
Debajo se lee en caracteres de época posterior:
F. DE VALDÉS ARCHIEPISCO-
PUS HISPALENSIS.
Sobre la puerta de arco, entrada principal del Colegio de
San Gregorio, había otra piedra con este monograma de Jesús:
en tipos que, ó pueden referirse al año de 1534, ó ser esta piedra,
allí colocada modernamente, de la suprimida capilla del Esta-
blecimiento, que se notó cuando el derribo, hacia la parte Norte.
También se halló un relox de sol con números góticos y
»x) Nobilísimo Colegio de San Gregorio,
el más antiguo de los de la patria,
que conserva el amor á la memoria
del Excmo., limo, y Reverendísimo
D. Fernando de Valdés,
fundador. Año JSJ4>
— 3° —
restos de otras piedras labradas, un capitel, etc., con trozos de
mas lápidas inscripcionales, difíciles de reconstituir. Parecen
referirse á intermediarios en la construcción, primera dirección
y reformas del Colegio; y con las abreviaturas, entonces usuales,
se leen nombres como Fernando de llano, apellidos de queipo
de llano, etc.
La historia del Colegio se resume en los siguientes breves
datos.
El Arzobispo Valdés le señala en su testamento y codicilos
de 1566 y 1568 la renta perpetua de 300 maravedises, sobre
un juro de las alcabalas de Sevilla, á más del monte Naranco,
en Oviedo, como otras rentas en esta ciudad y su concejo; pero
es para su sostenimiento, porque la Escuela ya estaba abierta
antes de la muerte del preclaro D. Fernando.
La primera vida del Colegio inspiró mucho interés á los Re-
gidores de Oviedo, pues en 1579, dice un extracto del erudito
Sr. Vigil, que «en virtud de que no había maestros en el Colegio
de la Ciudad (el de San Gregorio) donde se leía gramática y de
los derechos excesivos que se cobraban á los estudiantes, se dis-
puso escribir á los señores del Cabildo, como testamentarios del
Obispo (Sr. Velasco) para que acudieran á su remedio.»
Por motivos como éste, sin duda, se dictó una Real Cédula
autorizando á los Consejeros testamentarios del Arzobispo para
que formasen «Constituciones» de régimen del Colegio (8 de
Mayo de 1604) y en aquel regio documento se hace referencia á
una Bula pontificia para eregir en Oviedo el dicho gregoriano,
que no se encuentra en el archivo universitario y que debió ser
de alguno de los Papas de Paulo III, á Gregorio XIII, el que de
buena gana dio la Bula universitaria.
Un antiguo memorial de Sancho Inclán, diputado de la Junta
general del Principado, habla de la dotación del Preceptor de
latinidad, número de colegiales, pagos, abolición de ciertos de-
rechos y de proyectos de dotación de los profesores. Cuando el
Cabildo elevó á los Sres. Tejada y Boorques un informe acerca
de la Universidad y Colegio, D. Hernando Valdés Osorio elevó
á los mismos Consejeros otro memorial sobre gastos y racio-
nes de esta última fundación.
De menos categoría que la de la Universidad fué la casa colé-
— 3i —
gial, y asi se deduce de dos testimonios del Secretario de los
Capitulares, que tanto interés manifestaron por el profesorado
universitario. En uno de ellos (8 de Febrero de 1602) se oponen
á que el Tesorero de la Iglesia Catedral D. Antonio González
Arango fuese Rector de San Gregorio, y en el otro (10 del mis-
mo mes y año) aceptan los prebendados diferentes lecturas en la
Universidad; pero no pueden consentir en que el dicho Tesorero
continúe siendo preceptor del Colegio por no ser decente á su
cargo y dignidad.
Aprobados los «Estatutos» del Colegio por el Supremo Con-
sejo en 12 de Septiembre de 1612,— la Universidad se abrió
antes, — se dispuso que fuesen doce las becas, provistas en jóve-
nes de siete á catorce años, con la precisa circunstancia de ser
naturales del Principado ó parientes del fundador, de buen li-
nage, acreditando limpieza de sangre.
Para su servicio había dos fámulos ó pensionistas y un co-
cinero, lavandera y boticario, etc. Se abonaban 14 maravedises
por cada colegial y familiar, y se les enseñaba Gramática latina
y educación religiosa.
Había un Rector, ordenado in sacris, con 50.000 marave-
dises anuales, un Regente con cien ducados, un Repasador ó
Ayudante con mil reales, y se abonaba real y medio al cape-
llán por la misa, si al Rector no le fuera posible celebrar-
la. El nombramiento de este personal era del Patrono de
las fundaciones del Sr. Valdés Salas, á quien el Administra-
dor del Colegio rendía cuenta de inversión de las rentas, y
todos estaban sometidos á la inspección del Prelado ó de su
Provisor, que examinaban las cualidades.
Las lecciones eran públicas y podían asistir, como exlernosí
todos los que deseasen aprender Gramática. El historiador astu-
riano P. Carballo fué preceptor y más tarde Rector en los
primeros años del siglo xvir, antes de ser jesuíta. De su tiempo
es un expediente por el cual se prohibió que este maestro lleva-
se 6 reales por la enseñanza del latin, declarada gratuita; y allí,
entre varias diligencias, están la firma y una solicitud del autor
de las Antigüedades de Asturias.
En 1668, mientras la Ciudad construía el teatro del Fontán,
se solicitó permiso de la Sra. Marquesa de Valdunquillo — que
i
— 32 —
tenía el patronato—para que en el patio del Colegio represen-
taran compañías de comediantes; y velando por la tranquilidad
del Colegio, el Cabildo consiguió Real Provisión en 1678 para
que la Ciudad no prosiguiese las obras de cárcel pública que
disponía levantar cerca del Colegio San Pedro ó de los ver-
des y del de San Gregorio ó de los pardos. Más se realizó
la reforma, pues en 1703 «se dispuso la demolición del cubo
del Real Castillo que mira al Campo de la Lana, ejecutándose
el tramo de camino de junto al Colegio de los pardos (calle de
Mendizábal) hasta incorporarlo con la calzada de los verdes
(calle de Arguelles) » .
Así continuó hasta la expulsión de los Jesuítas; pero ha-
biéndose girado visita al Colegio, dio por resultado suspen-
der el estudio de Latinidad y que sus preceptores se trasladaran
alas Escuelas dé la Compañía de Jesús, disponiendo el Consejo
General que el sueldo que aquéllos dejaban en San Gregorio
sirviese de dotación al profesor de Lengua griega de la Univer-
sidad, por lo que esta cátedra fué provista, en ocasiones, por el
Patrono de la Escuela.
En 1749 dictó auto favorable la Real Audiencia en una soli-
citud del Doctor D. Ignacio Valdés, que pretendía para ante el
Consejo de Castilla dotar el Colegio con Estudios mayores, á lo
que se opuso la Ciudad por medio del regidor D.Juan de Faes
para que no se hiciese gasto alguno, según consta de acuerdos
municipales; sin duda por ser suficientes las Facultades de la
Universidad.
El Claustro pidió en 1796 que se nombrara una comisión
para gestionar la superintendencia del Colegio. Siguió arrastran-
do lánguida vida, pues en 1804 el Procurador general del
Principado Menéndez de Luarca manifestó que, si bien estaba
habitado solamente por el Rector y un fámulo por estar en sus-
penso el pago de sus rentas, la casa estaba muy deteriorada y
sería muy costoso habilitarla para cuartel.
Desde aquella época á la de 1834, el Rector cuidaba de los
colegiales, los más pensionistas, que mandaban sus padres para
que asistiesen á la Universidad.
Más adelante, al ocuparnos en la Segunda Enseñanza en
Oviedo, hemos de narrar los últimos días de esta fundación y de
— 33 —
cómo se perdió el edificio del Colegio de San Gregorio, donde
se pensó establecer el Instituto provincial.
Concretemos ahora esta parte del presente libro á la erección
y suerte de la Universidad ovetense.
Con meditada previsión, el Inquisidor Valdés suplicó al Rey
en el testamento que, en recompensa de sus leales servicios to-
mase las fundaciones bajo su respetable protección. Ofreció el
monarca su valioso amparo y vio con agrado recaer el nombra-
miento de testamentarios en los licenciados Alonso Nuñez de
Boorques, del Real Consejo y Cámara de la Santa Inquisición,
y Juan de Tejada, del Supremo Consejo de Castilla. Era costum-
bre, aunque bien fatal de aquellos tiempos y funesta práctica en
negocios graves, someterlos á ciertos personajes acostumbrados
á la tramitación lenta y perezosa de aquellas elevadas Corpora-
ciones. Se abrió, asi, un Tribunal de testamentaría donde con
embrollados y largos procedimientos se proporcionaban crecidas
dietas á curiales, que intervenían en los asuntos del Sr. Val-
dés. Ellos mermaban las rentas y convertían los administradores
en provecho propio los rendimientos de las Obras pías.
Como en cláusulas fundacionales se autorizaba á los alba-
ceas Consejeros con poder absoluto de alterar, conmutar, modi-
ficar y disminuir lo que les pareciese, usando los testamentarios
de la amplia facultad determinaron en 1571 á ofrecer á la
Compañía de Jesús que tomase á su cargo los estudios, Colegio
y Universidad, comunicando tal acuerdo á San Francisco de
Borja, General de la Orden, imitando en esta oferta á otra igual
que había hecho la Ciudad de Valencia, deseando que la Com-
pañía se encargase de su Universidad. Estimó el santo la honra
y envió poder para recibir la fundación y organización de la Es-
cuela universitaria de Oviedo con determinadas condiciones, en
cuya virtud la aceptó el P. M. Provincial Gil González Dávila.
Se hicieron las escrituras y obligaciones de una y otra parte, y
así proseguía el negocio que, cuando se juzgaba concluido, se
vio al mismo tiempo deshecho; porque «á la noticia de que
la Compañía tenía en su poder la Universidad y sus estudios,
fué tal la inundación de contradicciones que causó la continua
lluvia de imposturas, testimonios y quejas de los que aborrecían
la disposición segunda de los testamentarios del ilustrísimo Ar-
— 34 —
zobispo, acaso porque en la primera amavan sus intereses y
fundaban sus conveniencias que, para que se deshiciese la tem-
pestad, cesare la inundación y se serenase el cielo, juzgó la Com-
pañía ser el más fácil y oportuno remedio sacrificar todo el
derecho que había adquirido por el contrato al gusto, pasión ó
mala voluntad de los contradictores; y así le cedió y se apartó
libremente de proseguir el que ya llamavan pleyto» (1). Y esto
dio lugar á la inmediata fundación del Colegio de San Matías,
de la Compañia de Jesús, en Oviedo, por la virtuosa y espléndi-
da viuda de D. Luis de Quijada, mayordomo del Emperador y
ayo de Don Juan de Austria, instituto que tuvo importancia
por su concurso á la instrucción pública en Asturias.
El pensamiento primordial del Inquisidor parece que era la
formación de sacerdotes ilustrados, deseo, á la verdad, muy
atendible; pero el Cabildo y el Municipio, al concretarse á la
Universidad en vasto informe sobre las fundaciones del Sr. Val-
dés, decían, con oposición á los antecedentes de sus personas y
representación, que para formar buenos clérigos ya felizmente
se había instituido la Universidad de Alcalá y, por lo tanto, con-
venían á este territorio otras enseñanzas. Contando con el estu-
dio de Gramática del Colegio de San Gregorio, proponían el es-
tablecimiento de cátedras de Retórica y Lengua griega, faculta-
des de Artes, Leyes, Cánones y Teología; y al dictaminar sobre
la dirección de la Escuela, añaden: —«Sólo Dios, Nuestro Señor,
nos la dio (la Universidad) para remedio de muchas gentes de
esta provincia, hará lo posible para verla efectuada, y que no se
dé á los de la Compañía (la de Jesús) porque hay en esta ciudad
más clérigos y frailes que ciudadanos, y con razón nos parece
que no se sienten aquí más, mayormente tomando á su cargo la
Universidad». Firman el Dean, Chantre y tres Canónigos con
testimonio capitular en 1572.
Con notable lentitud seguían los magistrados testamentarios
interminables expedientes; años y años pasaban en gestiones, y
á la sombra de tanta confusión seguía la testamentaría pagando
salarios y disminuyendo los productos. No se abría el Estudio
(i) P. Vülafañc: Relación histórica de la vida y virtudes de />.* Magdalena de Ulloa,
pág. 242.
- 35 -
general, aunque se levantara el edificio, porque nada se hacía
para dar en él las enseñanzas.
No fallaba vivísimo interés en llevar á cabo tan principal
elemento de dar lustre á la provincia con honra de sus hijos, y
éstos nuevo esplendor á su patria por el camino de la ciencia.
Geslionaba con solícito anhelo la Junta General del Principado,
encarnación entonces de la administración y de nuestros vene-
randos fueros; ella nombró enseguida comisionados para que en
la Corte arreglasen el pronto establecimiento de la Universidad;
hizo igual solicitud en diversas ocasiones y, todavía á principios
de 1608, relataban sus gestiones Lope de Miranda, señor de Na-
via y de Muros, pariente del fundador, y el P. Fr. Tomás de
Sierra, Prior de Santo Domingo en esta ciudad, gran escritor y
predicador que fué de Felipe III. (1) Por su parte gestionaba
también el Prelado escribiendo, como queda dicho, á los testa-
mentarios, y en las actas del Cabildo Catedral hay importantes
acuerdos para lograr á Asturias la deseada Escuela. En unión
con la Ciudad, representada por sus regidores Julián de Miranda
y Pedro de Aviles y de la Provincia por Fernando Alvarez de la
Rivera y Sancho de Inclán, nombró comisión para el asunto; y
marchó su Deán D. Juan de Asiego, hombre de letras y celoso
asturiano á la Corte (2), cuando el Municipio enviaba á Pedro
Arguelles Meres y á Juan de Nora á excitar á los Consejeros. (3).
Pasaban los primeros años del siglo xvn y daban escaso
resultado tanta petición y tanto recurso, como de unes á otros
se cruzaba, cuando los testamentarios escribieron al Obispo, Ca-
bildo y Ayuntamiento en 1001 pidiendo dictamen sobre las cá-
tedras y su dotación. (4) El Cuerpo Capitular, que ya en otra
ocasión había informado con la Ciudad sobre las fundaciones
del Sr. Valdés, presentó otro Memorial {que reiteró el Prelado)
(t> Archivo de la Diputación provincial. Libros de actas: Juntas de 8 de Marzo de 1600,
31 de Junio de 1603 y 10 Enero 1608.
— «El Regidor de Oviedo y Alférez mayor de Lena D.Rodrigo Bernardo de Miranda «asistió
en Madrid a diferentes negocios de esta provincia, y cu particular á que se fundase la Universi-
dad, como >c consiguió, haciendo también que se pusiesen en ejercicio las demás fundaciones
y obras pía* del limo. Sr. Valdés». ÍSoiar de la Casa de Olloniego por D. Felipe Bcr nal do de
(^uirói —Madrid, (sin fecha )
—Tratando de la Casa de Sierra, parroquia de Santa Eulalia del Valle, se menciona al
(hminico P. Sierra, diciendo «fué bienechor de Asturias, que le debe la Universidad», en
Soticias históricas del Concejo de Carreño por González de Posada MS.>
(?* Archivo de la Catedral de Oviedo; Libros de Actas de 1600 á 161 2: Cabildos de 3 de
Marzo de 1600, 15 de Diciembre de 1601 y a de línero de 1602.
(3) Archivo de la Universidad. Testamentaría del Arzobispo Valdés: fol. 50.
(4) Id. id. fols. 18 y 19.
- 36 -
en 1602 comprendiendo un proyecto de Universidad, así como
el Municipio escribió á los Sres. Boorques y Tejada para que
estableciesen las enseñanzas á la mayor brevedad. Por su parte
el Obispo instruyó al Deán; la Ciudad, Principado y Cabildo in-
sistieron con losalbaceas; y otra vez les anunciaron pérdidas de
bienes y de rentas. El Sr. Asiego no cejó un día y otro. (1)
Este inolvidable prebendado, adelantándose á su época, re-
sumió por si lo que entendía eran aspiraciones del Cabildo, Prin-
cipado y Ciudad, y presentó razonable y elevado dictamen, no
solamente sobre el régimen universitario y materias de sus es-
tudios, sino respecto á lo que hoy se llaman Facultades mayo-
res, muy en conformidad con el mencionado informe de 1572.
Deseaba una provechosa latitud en la filosofía, porque, conside-
rando, dice, que el Principado de Asturias es tierra marítima
donde se usa la navegación, será muy conveniente al servicio
de S. M. una cátedra de Matemáticas y otra de Física, así como
una de Metafísica. No contenían esas enseñanzas los anteriores
dictámenes y sorprende, bajo la firma de un eclesiástico del
siglo xvrr, un pensamiento que los testamentarios calificaron de
notable y aunque, desde luego dudaron seguirlo, posterior-
mente lo siguieron en alguna parte.
Crecían las quejas al ver desierto el edificio levantado, y
aún continuaban los ejecutores con aquella lentitud que, sesen-
ta años después de la muerte del Arzobispo, hizo escribir las
siguientes palabras á un comisionado del Claustro y maestro de
la Orden de San Francisco: v He gastado hasta los hábitos y, si
no nos ponemos bajo el patrocinio del Rey N. S. y no damos en
tierra con la testamentaría, nada se adelanta^ (2)
(i) El Deán fue portador de una carta para los Consejeros Boorques y Tejada, que plan-
teaban la Universidad de Oviedo, para que señalaran cátedra á los prebendados de oficio
(Acta del Cabildo de 6 de Enero de 16021. Tan bien desempeñó su cometido, que en a de Agosto
le propuso con interés el Principado para que volviese á Valladolíd y activase la apertura de la
Universidad, y al asentir los canónigos hicieron picscntc que, por sus necesidades y baj.* de la*
rentas, en la ausencia de Asiego no le darían salario pero le contarían las prebendas. No obs-
tante, comisionado el Arcediano de IScnaventc para disponer la marcha del Deán, concertó que
tuviese tres meses de licencia con 36 reales diarios para gastos, pagando la provincia 18, 9 la
ciudad de Oviedo y 9 el Cabildo. (Acta de 8 de Agosto de 1603'. Cumplió su encargo con la
diligencia, que ya hemos dicho, y en 6 de Diciembre mandó una carta asegurando que los tes-
tamentarios del Arzobispo Yaldc* habían determinado abrir la Universidad para el próximo San
Lúeas Engañaba!. le sus buenos deseos, pues en promesa quedó el ofrecimiento y fué necesa-
rio, á petición del Municipio ovetense, prorrogar la li.encia por otro trimestre; pero retirándole
sus dietas la Corporación Capitular. 'Acta de so de Diciembre).
Vino el Deán y volvió á Vulladolid, y ;,1 ieti.ii ;.r 011a \iz en 3 de Maizo de 1605, dejaba
encomendada su comisión al electo Obispo de Ov:tdo D .Juan Alv¿.icz de Caldas. Hizo aún
otro* viajes y en todos ellos acosó á los testamentarios con memoriales y dictámenes.
(2) Archivo de la Univer>idad: Testamentaria del Ai/obispo Valdés; folios 27, 37, 34, 36.
49 á 52 y 5.
- 37 —
Otras deplorables causas contribuyeron poderosamente á ha-
cer más reacios á los Consejeros albaceas. Opuso no pocas di-
(icultades el sobrino del Inquisidor, D. Fernando de Valdés Oso-
rio, primogénito de la casa de Salas y patrono de todas las fun-
daciones, hombre rico y de importancia en la Corte donde, á la
sombra del favor de su tío, era Gentil hombre de Cámara y boca
del Rey. En 8 de Enero de 1604 habían acordado los testamen-
tarios crear definitivamente la Universidad y Colegio de San Pe-
layo, en Salamanca, pidiendo para ello las Cédulas Reales de 24
de Mayo. Cayó entonces Valdés Osorio en la ruin y lastimosa
tentación de oponerse á la última voluntad de quien le había
elevado á importante posición; quiso destruir y aniquilar el pen-
samiento más fecundo para el bien de su país, seguramente
porque con las cuantiosas rentas de la fundación, creyó aumen-
tar las suyas y con ellas elevarse á mayor y próspera grandeza.
Halagado con tan vanidosa idea, expuso al Consejo la insu-
ficiencia de los fondos para una Universidad con maestros y
oficiales mal retribuidos; que la ciudad de Oviedo era uno de
los lugares más caros del reino y á donde iban desde Castilla el
pan, el vino y el paño; y que sus naturales saldrían con escaso
saber. Indicaba que los asturianos pobres fuesen á Salamanca,
donde serían pajes y criados; que asistiesen los ricos á Oñate,
Santiago y Monterrey, y unos y otros á las cátedras benedicti-
nas de San Vicente. Decía también, que con Gramática y Lec-
tura de casos bastaba para ser eclesiástico; y, por último, que
con las rentas mejor se sostendría el Colegio de Recoletas con-
vertido en un convento de Monjas. ¡Qué pensamiento tan eleva-
do! A continuación de este recurso escribió posteriormente, no
sabemos quién, una dura nota, curiosa y acertada: «Este hom-
fibre, con achaque de monjas, pensaba arañar las rentas de la
«Universidad. Estas son las buenas obras que debe la Universi-
dad á los patronos. Dios fué servido qne tan mal intento no
¿tuviese efecto. Si el tonto ó mal intencionado viviera ahora,
i vería si tenía fundamento ninguno lo que hablaba, y si tenía
rmás lustre con ser patrono de seis monjas, que con serlo de
«una comunidad tan ilustre como la Universidad. Queda esto
^escrito adfuíuram reí memoriam.* (1)
(i) Archivo de la Universidad.— Testamentaría del Arzobispo Valdés; folios 56 y 62.
i
- 38-
Hajo consideraciones más diferentes se oponía el Fiscal del
Consejo. Apoyado en el excesivo número de las Universidades,
veía inconvenientes en crear la de Oviedo; pero no descono-
ciendo razones peculiares de localidad, pidió su establecimiento,
aprobados que fuesen los Estatutos, reservando á la Corona la
protección de las Escuelas, el nombramiento de Visitadores y la
Real jurisdicción sobre los estudiantes legos. (1)
Dudosa era aún la resolución y no se ultimara con éxito fa-
vorable á no encontrarse en la Corte el animoso Deán Asiego,
que seguía con indecible vigor el negocio de la Universidad. Ha-
bía comprendido el gran beneficio que á su provincia cabía
abriendo unos estudios, y con la firmeza de un carácter inque-
brantable no desmayaba su interés ante la magnitud de los obs-
táculos y gran poder de los contrarios. Pedía el nombramiento
de Rector, Maestros y Oficiales, en lo sucesivo de elección del
Claustro ad instar Salamanticam ct aliarían Vnivcrsita-
rum, y la declaración de la soberanía y jurisdicción de aquel
y del Cancelario para evitar parcialidades. Hablaba el infatiga-
ble Deán con el lenguaje claro de la verdad, y así en 1605 des-
cubrió á la Cámara la intención del sobrino del Fundador que, á
pretexto del mayorazgo, puntualizaba solamente las rentas li-
quidas para él. Era terrible la denuncia; pero cuando la sinceri-
dad viene en apoyo de una causa su triunfo es seguro (2).
Los testamentarios confirmaron el auto de 20 de Mayo de
1604 acordando la creación y nombramientos de la Universi-
dad: buscando nuevas dilaciones, pidió Valdés Osorio traslado
de las cátedras y sueldos que pretendía otorgar; se opuso el
Fiscal en 21 de Octubre, declarando que el Consejo podía esta-
blecer y nombrar por sí en conformidad al poder del Arzobispo,
pues no era razonable «que un caballero seglar de capa y espa-
da nombrase los maestros de las ciencias, falto de suficiencia
para saber quiénes eran doctos, y mayor aún este mal si la casa
de Salas cayera en hembra.» (3)
Así lo estimó la Cámara; se declaró al D. Fernando patrono
de honor con nombramiento de los oficiales de la Escuela v se
(1) Archivo de la Universidad.— Testamentaria del Arzobispo Valdós: folios 53 á 55.
Íí) Id. id., folios 58, 81 , 84 y 86.
I1?} Id. id., folios 88, 8t>, 98 y 99-
- 39 -
dejó la elección de maestros á los estudiantes ó por ejercicios
ante los primeros nombrados. Pidió el patrono revocación del
auto; pero nada consiguió ante el incansable Deán, sin cuyos
esfuerzos quizá no se planteara la deseada enseñanza. Hízose
por ello acreedor al bien de la patria y á la gratitud de sus
paisanos (1).
Para completar los albaceas sus trabajos habían impetrado
de la Santa Sede la Bula de erección, paso indispensable en-
tonces y natural según el orden de aquellos tiempos. De buena
gana la expidió Gregorio XIII en 15 de Octubre de 1574, con-
firmando la Universidad de la populosa provincia de Asturias,
con todos los privilegios, gracias y favores de la de Salamanca
y otras de Castilla, si para ello daba el consentimiento su muy
amado hijo Felipe III. Pasó la Bula por el Consejo y fué con-
firmada la erección por Real Cédula de 18 de Mayo de 1604, en
Gumiel de Mercado (2).
Ya tomaba cuerpo el discutido y benéfico pensamiento del
preclaro Valdés; y alborozada Asturias veía cercano el día su
ventura suspirada, gozándose en la obra del antiguo estudiante
salmantino, del amparador de las obras de Melchor Cano, del
familiar é imitador del gran Cisneros.
(x\ Archivo de la Universidad. — Testamentaria del Arzobispo Valdés: fols. 103, nfl á
115.— Véase Apéndice I.
(9) Id, id. fol. 20.— Véase Apíndicb II.
41 —
CAPÍTULO II
Organización primitiva de la Universidad de Oviedo. —-Pretendientes, recomen-
daciones y nombramiento de los primeros catedráticos. — Primitivos Esta-
tutos.—Administración desastrosa de las Fundaciones y Obras pías del
Arzobispo Valdés. — Cuenta de las rentas adjudicadas á la Universidad. —
Comisario nombrado para plantearla. — Sus trabajos. —Posesión pública y
apertura «olemne de la Escuela. — Reunión claustral. — Incorporaciones. —
Primeros acuerdos para la marcha de la Universidad. — Época de la apari-
ción de ésta.
Obtenidas la Bula Pontificia y la Real licencia para la aper-
tura de la Universidad ovetense, se trató de sus cátedras y del
nombramiento de personas que las desempeñasen y se consu-
mió gran tiempo con expedientes y recomendaciones; pues en
tiempos pasados, como ahora, fué segura llave el favor para
abrir las puertas más cerradas. Deseando los testamentarios que
la elección de maestros o fuese cristianamente acertada y que se
plantease la Universidad de manera que fuese ejemplo para más
adelante», pidieron informes al Obispo, Deán, Cabildo, Ayunta-
miento, Principado y á varias personas, cumpliendo unos y otros
de diversa manera, mientras en Salamanca, Valladolid y Alcalá
se fijaban edictos llamando á la provisión (1).
El Prelado creía excesivo el número de cátedras y dudaba
de bastante concurrencia para ellas, y sucesivamente recomen-
dó al Licenciado Pedro García Selgas, al maestro Gerónimo Ga-
marra, de Santo Domingo, á Fr. Tomás, Prior del mismo con-
vento, o no obstante ser hijo de clérigo, lo cual no es cosa de
momento, ñique pueda dañar», y á Fr. Diego Menéndez, así
como para Rector y para más á Marañón de Espinosa. Re-
mitió nota de varios sugetos, entre los que sentía no incluir al
mejor jurista Licenciado Ciaño, enfermo de gota, y al Dr. Jove y
Licenciado Hevia por ser de edad avanzada (2).
h) Archivo de la Universidad.— Testamentaría del Arzobispo Valdés, fol. zi8 á 123.
(2) Id» id. fols. 135 a 128 y 170.
— 42 —
El Gobernador propuso personal para las cátedras de leyes;
para varias Facultades, el Ayuntamiento; y el Cabildo ofreció á
sus prebendados y canónigos de oficio (1). El Provincial de do-
minicos y el Inquisidor de Sevilla Sr. Llanos Valdés recomen-
daron al maestro Menéndez; el Sr. Vigil de Quiñones (también
Inquisidor) al Licenciado Bernardo de Heredia, canónigo de
Oviedo y ex catedrático de Alcalá (2); y pidieron directamente
plaza en la enseñanza otros que presentaron relación de méri-
tos. Mateo de Torres era abogado de pobres de la cárcel de Ma-
drid; Julián de Miranda, regidor y abogado en Oviedo, fué gra-
duado en Toledo y nieto de una hermana del Sr. Arzobispo; el
Canónigo Licenciado D. Domingo de Mier, de Llanes, ganó en
Salamanca beneficio de 500 ducados y presentó la relación in-
dicada en el capítulo anterior; el Doctoral Dr. Bonifaz trajo va-
rios documentos; los suyos, el Magistral D. Juan Menéndez Co-
tariella, de Langreo; el Dr. D. Juan Buiz del Villar, natural de
esta ciudad, arcediano de Benavente por oposición en Roma;
Luis Pardo y el maestro Pedro de Santo Tomás, de la tierra de
Oviedo; éste, según propia confesión, había estudiado tantas Ar-
tes y Teología que, cuando argumentaba, no había quien repli-
case (3). En memorial, que comprende otros varios sugetos,
están los dichos, asegurando no haber persona para Matemáti-
cas (4).
Con tales antecedentes los Testamentarios pudieron elegir
los primeros catedráticos en 15 de Septiembre de 1607, reca-
yendo sus nombramientos en los siguientes individuos:
Para la Facultad de Teología:
Cátedra de «Prima», á Fr. Diego Márquez, de la Orden de
Santo Domingo; de ©Vísperas,» al P. Fr. Gerónimo de Gamarra,
(t) A petición del Arcediano Marafion, por la Catedral se abonaron las horas de lectura á
los prebendados, como si fuera en negocios de la Iglesia (Archivo de la Catedral, Cabildos de 16
de Enero y i." de Febrero de 1609.)
(*) Archivo de la Universidad — Testamentaria del Arzobispo Valdés, fols. 46, 129 á 136.
Archivo de la Catedral: Libros de Actas. Cabildos de 1 ° de Febrero de 2602, 14 y 21 de Sep-
tiembre y 2 de Octubre de 1605.
(3) Archivo de la Universidad.— Testamentaría del Arzobispo Valdés, fols. 237, 139, 143
á 252, 156, 164, 171, 179 y ajo.
(4) Id id .luis. 242 y 277. Como ya manifestamos en el texto, escaseaban ¡os graduados
en Asturias y, ror lo que toca á Oviedo, en la relación de los Jueces, Presidentes de su Justicia
y Regimiento, figuran con titulo académico en el siglo x^i (según la relación publicada por
D. Ciríaco M. Vigil el Br Solí* ^1521,/, Dr Avila ^1529,/, Br. Vinagre lid). Licenciado Cifucn-
tes {i$vJ, Hr- Castillo ^1533^, Ldo. Ramírez ^542/ Br. Bucrres ^1548^, Br Villazón fi5«9.A
Ldo. Moran f*^\Jt Ldo- Avila ^2563^/. Ldo. Estrada fi5°5A Br. Loreuzana fistyj, Br. San
Cloyo (\ 568,/, Ldo. Cuevas (2575), Ldo. Bucrres '1577), Ldo. Jovc (1579 , Ld°- Hevia I2587),
Dr. Faes (2595); pero es de advertir que, ya establecida la Universidad, siguieron sin titulo
académico la mayor parte de los Jueces ovetenses.
— 43 —
de la misma Orden; la de «Biblia», al Dr. D. Juan de Lezcano,
canónigo, muy versado en lenguas; y la de «Teología Esco-
lástica», á Fr. Gregorio de Críales, del convento de San Vicente.
Para la de Cánones:
La de o Prima», al Dr. Bonifaz; la de «Vísperas», al Arcedia-
no Dr. Ruiz del Villar; la de «Decreto*, al Canónigo Licenciado
Mier; la de o Sexto de Decretales», al Dr. Lorenzo Fernández
Busto; y la de «Clementinas», al Licenciado Luis Gaicía (que
fué después Obispo de Orense).
Para la de Leyes:
De «Prima», al Licenciado D. Gabriel Moran Bernaldo; la de
c Vísperas», al Licenciado Cosme de Valdés, abogado con mu-
cha reputación; la de o Digesto Viejo», al Licenciado D. Alonso
de Solares, Regidor, hábil y de buen nombre; la de «Código», al
Licenciado Cienfuegos, ex-Juez de la Ciudad; y la de «Instituta»,
al Licenciado Rodrigo de Peón.
Para la de Artes:
Los dominicos Fr. Pedro de Santo Tomás, el famoso ergo-
tista, y Fr Jacinto de Tineo, lector de la Orden, célebre en vir-
tudes y doctrina; el benedictino Fr. Cristóbal de Aresti, y el
Magistral Menéndez de la Cotariega; la de Matemáticos, al
Dr. Martín Sánchez, y la de Canto, al maestro de Capilla de la
Catedral, que era Canónigo ó disfrutaba de un canonicato.
Los mencionados licenciados se apresuraron á adquirir el
título de Doctor antes de la apertura.
Los albaceas habían formado ya estatutos para el buen go-
bierno de la Universidad, que por ser los primitivos (26 de Oc-
tubre de 1607) son llamados Estatutos Viejos. Están dispues-
tos bajo las mismas bases de los de Salamanca y Alcalá, y los
de la primera regían en ésta para casos omisos, pues fueron
en algunos siglos la jurisprudencia académica de España. (1)
Constan estos Estatutos de once títulos distribuidos de la
manera siguiente:
Trata el I del Héctor, Hombre grave de letras y de virtud,
eclesiástico de representación fuera del círculo de los catedrá-
ticos. Cargo gratuito y honorífico, estaba sujeto á elección anual,
(i) Véase AránofCB III.— Archivo de la Universidad: En Claustro de 3 de Agosto de 1700
>e recordó todavía con pérdida y privación de voto la observancia de estos Estatutos, cuyo
cumplimiento se renovó por R. F. de 3 de Diciembre de 1701.
— 44 —
sin que primeramente pudiera ser reelegido hasta pasados dos;
tenía grandes atribuciones y facultad de designar á un Vice-
Rector para casos de ausencias duraderas. En otras Universi-
dades había el «Cancelario» con carácter mixto de jurisdicción
y de gobierno para ayudar al Rector; pero en su lugar existieron
aquí dos Consiliarios nombrados por la Corporación en per-
sonas de más de 25 años. Se huyó de aquella institución del
Cancelario con sus exigencias avasalladoras, que tanto pertur-
baron Ja vida académica en Salamanca; mas en reemplazo se
creó posteriormente el cargo de Fiscal, que intervenía en todos
los actos jurisdiccionales y económicos, denunciando abusos é
informando en todo cuanto el Rector y Claustro pasaran á su dic-
tamen. Como las Universidades, por lo que toca á su fuerza y
autoridad, dieron grandísima importancia al poder y facultades
de la Silla apostólica, ejercía las funciones fiscales, no un letra-
do seglar, sino un eclesiástico ó al menos un ordenado de pri-
ma tonsura, hasta que ya después pudo ser un graduado.
Tuvo también algo de los antiguos cPrimicieros» de otras Es-
cuelas.
Se ocupa el título II del Claustro, formado por los doctores
que tenían la obligación de asistir, bajo multa de dos reales
para el Hospital, después de citados con cédula. Formaban un
cuerpo teólogos, canonistas y legistas, y los artistas otro; ambos
discutirían con modestia y autoridad, excusando el escándalo y
guardando secreto en todo lo que hubiere perjuicio de tercero.
Los acuerdos se tomaban por mayoría votando con formalidad,
sin entrar ni salir; y se disponía gran cautela para nombrar co-
misionados que saliesen de la provincia á negocios de la Uni-
versidad. El portero permanecía fuera del local de la junta y
ageno al Claustro; sólo entraba el Notario de la Escuela que
redactaba el acta.
Los títulos III, IV, V y VI se refieren á Cátedras y sueldos,
Horas y extensión de la enseñanza, Profesorado, jura-
mentos, visitas, sustitutos, multas y asuetos, Oposiciones
y votación á cátedras.
Los salarios de la Facultad de Artes eran: Las tres cátedras
de Filosofía, 45.000 maravedises; la de Matemáticas, 18.750, y
la de Canto, 6.000.
— 45 -
En Teología: La de Prima, 50.000; la de Vísperas, 30.000;
la de Biblia, 20.000; la de Teología escolástica, 12.000.
En Cánones: La de Prima, 56.250; la de Vísperas, 37.500;
la de Decreto, 18.750; é igual sueldo la de Sexto, y la de Cíe-
raentinas, 10.000. v
En Leyes: La de Prima, 56.250; la de Vísperas, 36 500; la
de Digesto Viejo y la de Código, 18.750 cada una; y la de Insti-
tuía, 10.000.
No eran las cátedras perpetuas ó vitalicias, y en un principio
duraban cuatro años; el tiempo de «lectura» variaba según las
épocas y estaciones y duraba una hora cada vez. Por lo que
comprenden las asignaturas se vé cuan distintos de los presentes
eran aquellos programas, método y textos; pero marchando en
consonancia con una época, que daba más y mayor importancia
á las ciencias especulativas que á las prácticas. Nuestros lecto-
res no habrán extrañado la asignatura de Canto, pensamiento
muy útil á cuantos se dedicaban á la Iglesia.
Para la provisión de vacantes se fijaban edictos por el tér-
mino de treinta días; se hacían los ejercicios ante el Claustro y
estudiantes en la primera época; y se prohibía á los opositores
negociaciones ó diligencias ilícitas para grangearse votos.
El Rector, Oficiales y el Arca de la Universidad tenían dere-
chos en estos ejercicios, satisfaciendo una tercera parte los hijos
del Patrono y, á título de hermandad, los colegiales de San
Pelayo de Salamanca á petición de Tirso de Valdés (1).
Los estudiantes de 14 años de edad, que habían ganado un
curso y constaban en matrícula, tenían el derecho de elegir, si
pasaban de cincuenta, y si no, votaban los catedráticos solamen-
te. Legistas y canonistas elegían unidos en sus carreras; para la
soya y la de Artes los teólogos, pues en tutela de éstos estuvo
siempre aquélla; y teólogos y artistas eran partícipes en votar la
de Matemáticas y Canto. Como se vé, y nota La Fuente, la elec-
ción de Rector y catedráticos dependía principalmente, y después
totalmente, del Claustro, evitando «dejar los nombramientos y
los intereses de la Universidad á la turbulenta, inesperta y
sobornable clase estudiantil.»
(0 Archivo de U Universidad.— Testamentaría del Arzobispo Valdés, fol. 79 y 180.
- 46 -
A estímulo y cumplimiento de sus deberes, los catedrá-
ticos prestaban anualmente juramento y cada dos meses tenían
visita del Rector (1;, que hacía información con los discípulos
é imponía las correcciones necesarias.
De las Matrículas, Cursos y Grados versan los títulos
VII y VIII.
:,. La matrícula académica se abría el día de San Lúeas y se
ratificaba en San Martín, cuando el escolar juraba al Rector
obediencia in licitis et honestis; presentaba el estudiante la
cédula de Gramática latina y, examinado y aprobado para oir
ciencias* pagaba un real al examinador y era inscrito. Para ga-
nar curso bastaba asistir la mayor parte del año, y en cada cá-
tedra la mayor parte de la hora; pero quien saliese antes que el
catedrático, perdía aquella lección. Duraba el curso hasta el 8
de Septiembre, cuyo período se dividía en dos años escolares: el
primero, desde la apertura en Octubre hasta Pascua de Resu-
rrección, y el segundo hasta la Natividad de la Virgen.
Se requería antes del grado de Bachiller en Artes, apro-
bar tres años de Súmulas, Lógica y Filosofía; argüía un tri-
bunal de cuatro examinadores y, hallando suficiente al aspi-
rante, le daba licencia para entrar al bachillerato y oir Teo-
logía. Correspondían tres reales á cada juez por derechos
de examen, dos al notario y uno al bedel. Cuatro años se nece-
sitaban en Teología y cinco en Cánones y Leyes. Los ejercicios
se reducían á escribir una lección sobre un punto de estas facul-
tades y, dada la aprobación, se pronunciaba breve discurso pi-
diendo el grado, que concedía el catedrático ó maestro escogido
por el alumno. El depósito consistía en treinta reales, cuatro
para el notario por la expedición del título, cuatro al bedel y
otros tantos al alguacil, ingresando el resto en el arca univer-
sitaria.
Recibían la licenciatura en Leyes y Cánones los bachilleres
que acreditaban haber ganado cuatro años con pasante y, en
atención á que consumieron más tiempo en Artes, tres se exi-
gían á los teólogos, pudiendo el Claustro dispensar uno á los de
reconocida suficiencia y también ¡cosas de aquellos tiempos! á
(V ArvNiro d<r ta l*r>!vrrsivia.: .— Testamentan* del Arr:K>?.- W.J^, f.U ¿V r ?4* —Pri-
mara xiaita ca »4 S«ptx<=ibr* io.x>.
- 47 —
los que fuesen nobles. Se votaba con habas blancas y negras; y
los puntos ó cuestiones se sorteaban en las Decretales para los
canonistas, en el Código para los legistas, y para los teólogos en
el Maestro de las Sentencias. Los derechos consistían en dos-
cientos cincuenta y cuatro reales.
El Doctorado, último de los grados mayores, era simple-
mente de honor; en su recepción se observaban las prácticas
de los Estatutos y otras costumbres en que nos ocuparemos más
adelante.
El titulo IX se refiere á los Oficiales y dependientes. Su-
bordinado al Rector estaba el Secretario ó Notario con 8.000
maravedises de asignación y los derechos de matrículas, grados,
claustros y jurisdicción académica. Debía ser (.hombre honrado,
de conciencia legal y de buena pluma y nota,» no del Gremio
y Claustro, forzosamente escribano público ó notario real de
estos reinos por ser judiciales las más de sus diligencias y ac-
tuaciones. Con igual sueldo, y también con propinas y derechos,
había un bedel, que vigilaba la asistencia de los maestros, orden
interior de las cátedras y comportamiento de los alumnos; un
alguacil, con veinte ducados al año, y dentro de la Univer-
sidad traía varacon casquillo; un portero, mozo de limpieza,
con 4.000 mrs.; y un Mayordomo, administrador de las rentas,
con la correspondiente fianza.
En la Capilla, de que trata el título X, había dos Capellanes,
que, con veinte ducados anuales, decían misa diaria en el esta-
blecimiento, y un sacristán con 3.000 mrs.
El titulo XI, de la Fábrica de la Unicersidad y Arca don-
de se ha de echar el dinero que le competa, marcaba para
gastos extraordinarios el sobrante de 36.552 maravedises anua-
les, de los cuales aún se había de sacar el pequeñísimo salario
del sacristán. El resto de tal partida, cubiertas las reparaciones,
pleitos y más negocios, ingresaba con otros derechos en el arca
de tres llaves que tenían el Rector y doctores más antiguos.
Antes de pasar adelante, daremos ahora idea de los prime-
ros recursos de nuestra Universidad que explicarán algunos acon-
tecimientos que no tardaron en venir. Al sostenimiento de sus
fundaciones dejó muy crecidas rentas el Inquisidor y hubo, al
principio, para distribución y cuenta de las Obras pías varios
- 48 -
informes, dictámenes y proyectos que ofrecían alguna seguridad
á los bienes. Mas no sucedió así. Si estos fueron numerosos, su-
frieron detrimento grande con dietas á los Consejeros, gastos
de la prolongada testamentaría y, sobre todo, con la escandalosa
dilapidación por los Administradores y abusos del Patrono en la
elección de legados.
Conocieron los albaceas del Arzobispo que no eran suficien-
tes los rendimientos adjudicados á la Universidad, dada la índo-
le de las rentas sobre que estaban impuestos. Intentaron nuevas
agregaciones de las Obras pías, excitados por el Deán Asiego*
que, ante la importancia de la Escuela, sostenía que los ejecu-
tores del testamento podían adjudicarla bienes de otras funda-
ciones. Las protestas del sobrino del Fundador y reclama-
ciones del Colegio mayor de San Pelayo de Salamanca impi-
dieron el aumento acordado.
Un administrador, D. Hernando de Valdés y Salas, herma-
no del Arzobispo, miró el cargo con tal abandono, ó quizá con
el pensamiento de su sobrino, que salió alcanzado ¡en 6.000,000
de maravedises! Al dar cuenta de su comisión D. Pedro Boor-
ques, participó á los Testamentarios que la esposa del adminis-
trador Miranda había vendido el coto de Lindes y un regimiento
de Lena á Francisco Bernaldo en mil ochocientos ducados y que
el marido gaslara más de seis mil en innecesarios desmontes.
«Tan mal las rentas, decía, que no se sabe de quién sonó. Otros
varios fueron los alcances y débitos, dándose hasta el caso de
que un Gaspar Espinosa, defensor de las Obras pías con 15.000
maravedises, pidiera 7.000 que, según él, se le adeudaban (1).
Tal adminisl ración dio lugar á quiebras y pérdidas conside-
rables, que dilataron la erección de la Universidad. Para poner
fin á tal desbarajuste, vino al país el escribano real Juan de
Hita, de gran habilidad y práctica en estos asuntos y» con la im-
portancia de la autoridad del Consejo, puso en cobro lo que iba
en camino de perderse. Tuvo el entendido curial sus utilidades
y ganancias, pues hasta el Cabildo le dio trescientos ducados
para activar las diligencias (2).
(x) Archivo de la Universidad. —Testamentaría del Arzobispo Valdés, fols. 5, r3, 33, 8a,
90 i 97, 264, 273 y 304.
(2 ¡ Archivo de la Catedral.— Libros de Actas. Cabildos de 27 de Abril de 1605.
— 49 ~
La obra del edificio y su excesivo costo, consumió gran par-
te de la herencia, de modo que, al abrirse al público, las rentas
adjudicadas para su sostenimiento y dotación de los maestros y
oficiales se reducía á un millón siete mil cuatrocientos setenta y
siete maravedises, sobre imposiciones y arbitrios enagenados por
la Corona, llamados «juros» en la historia lastimosa de las in-
numerables y caducas deudas de España. Eran así:
Sobre las alcabalas de la ciudad de Sevilla, la renta m«™w*¡«*.
anual de 333.333
Sobre aloja, barquillos y nieve de Sevilla 90.000
Sobre alcabalas de la ciudad de Oviedo 250.000
Sobre millones del mismo Principado y reino de León. 23.696
Sobre las salinas de la villa de Aviles 199.480
Sobre los puertos secos de Castilla 45.000
Sobre las alcabalas de la ciudad de Avila 65.968
Se acercaba el momento de la apertura, cuando los Albaceas
en 28 de Enero de 1608 dieron encargo é instrucciones para
plantearla al dicho Lie. D. Pedro de Boorques, sobrino de uno
de los testamentarios y colegial del Mayor de Cuenca, en Sala-
manca, que fué recibido en Oviedo con importancia inusitada y
por todas las corporaciones agasajado y distinguido.
Consultó el Sr. Boorques varios extremos á los Consejeros;
la Cámara allanó dificultades relativas á los catedráticos de
Artes y Leyes; tomaron posesión maestros y oficiales; se deter-
minó su asiento en el Claustro por antigüedad; y, previas algunas
disposiciones para la función religiosa (1), llegó por fin el sus-
pirado día de la posesión pública y apertura solemne de la Uni-
versidad.
Se verificó la ceremonia con lujosa pompa en memorable
fecha de 21 de Septiembre de 1608, en medio de alegría general,
cuando de diversos puntos de la provincia acudía la gente á las
ferias y jubileo de San Mateo, apóstol (2).
La primera reunión del Claustro tuvo lugar en 22 de Sep-
tiembre, bajo la presidencia del Rector interino el sabio doctor
D. Alonso Marañón Espinosa.
(i) Archivo de la Universidad.— Testamentaría del Arzobispo Valdéí, fols. 194, aa3 y 2^9 .
Archivo de ia Catedral Libros de Acta*. Cabildo de 17 de Septiembre de 1608.
Í2> Archivo de la Universidad — Testamentaría der Arzobispo Valdós, fol. 333 — Véase
Apéndice IV.
_ 5o -
Los hijos del país, los Canónigos de la Catedral y los Maestros
de las Ordenes, doctores por otras Universidades, se apresura-
ron á pedir á la ovetense su incorporación, que fué admitida tras
maduro examen, aunque no sin falta de benevolencia por el nue-
vo Claustro. Uno de los incorporados fué el comisario Boorques,
á quien se recibió con dispensa de propinas prestando juramento
de o ser defensor, donde quiera que se hallase, de la Universidad
de Oviedo y de no ir ni venir contra las cosas de ella, más antes
defenderla y ampararla siempre do quiera que se hallara.»
En atentísima carta de 25 de Septiembre de 1608 la Cor-
poración dio las más expresivas gracias á los Testamentarios
por haber planteado la Escuela (1); con el comisionado intervi-
no en otros nombramientos y cambios de cátedras (2); pidió in-
formes al Prelado sobre el estudio de las de Leyes; y á los alba-
ceas, por medio del Dr. Bustos Breceña, reclamó copia del testa-
mento del Fundador, á quien, con ayuda del Cabildo, dedicó
funerales solemnes en 5 de Noviembre (3).
Así en tan apartado territorio se abrió un modesto asilo á las
letras y, tras la noche de la ignorancia, apareció el día de la
ciencia. Por ésta los hijos del país pudieron arribar mejor á las
altas dignidades y fueron hombres de virtud, más generalmente
cultos, amantes de la justicia y buenos repúblicos. La tardía
época de la aparición de nuestra Escuela no fué aquella de tan-
to renombre para las españolas. Eran los tiempos de Fe-
lipe III, en que se oscurecía aquel sol de gloria que, reinados
antes, lució para esta Nación, admirada por el mundo. Enton-
ces comenzaba ya la decadencia de nuestras Universidades, en
parte detenida por Carlos III en la centuria siguiente. Mucho,
sin embargo, se debió á la constancia y aún á la fortuna, y
opimos frutos se recogieron en las aulas ovetenses.
de x6o8.
(i) Archivo de la Universidad.— Testamentaria del Arzobispo Valdés, fol. «83.
(2) Id id., fols. 246, 250, 258, 261, 267, 292, 299, 301, 303, 307, etc.
(3) Id. id,, fols 368, 405 y 406.— Archivo de la Catedral. Cabildo de x.° de Noviembre
- s« —
CAPÍTULO III
Concluye la intervención de los Testamentarios del Arzobispo Fundador en los
asuntos de la Escuela. — Dificultades de los Jesuítas y de los Benedictinos. —
El Maestrescuela de la Catedral de Oviedo pide la Jurisdición universita-
ria.— Se organiza el Hospital de Estudiantes. — Primeros resultados de la
Universidad. —La penuria del Tesoro nacional compromete sus caudales. —
Escaseces del Establecimiento. — El certamen por el patronato diocesano de
Santa Eulalia. — Fundación del Colegio de San José.— Reformas de los Esta-
tutos viejos — Decadencia de las Universidades eápañolas á fines del si-
glo xvn. — La de Oviedo en este período.— Estado de la enseñanza á causa
de la corrupción literaria. — Certámenes literarios en las exequias de Feli-
pe IV y en la institución de la Cofradía de Santa Eulalia.
La primera época de nuestra Escuela está señalada por obs-
táculos é inconvenientes varios, que salieron á su paso, aunque
fueron dominados con diferentes recursos.
Abiertas las aulas, para mengua de la libertad académica
seguían los Consejeros, testamentarios del Arzobispo Fundador,
con incesante ingerencia en las funciones claustrales, y perma-
necía la Universidad bajo la tutela absorvedora de aquellos ma-
gistrados. Aspiraba á la independencia y patrocinio real, de que
gozaban otras, y no los hubiera alcanzado sin el despecho de un
animoso fraile y maestro que, en plena corporación dio la voz
de «¡abajo los Consejeros!» Alentado el Claustro, le dio cautelo-
samente comisión para pasar á Madrid, alegando asuntos de
la Orden, y se puso tal maña, ayudado de sus conventuales, que
el Rey alzó la dependencia y el Padre recogió sus papeles, vol-
viendo victorioso á Oviedo, donde dijo, al dar cuenta, que deja-
ba empeñados en la Corte sus hábitos franciscanos (1).
Mayores fueron otras dificultades.
(i) Archivo de la Universidad.— Lib. de Actas —Claustro de x6 de Septiembre de x6«o.
— 52 -
Nació la primera de los hijos de San Ignacio de Loyola, sen-
tidos de no tener participación en las cosas de esta Escuela,
como en la de Valencia los del Colegio de San Pablo (1). Pre-
textaban, que por el bien de Dios y de su Iglesia y provecho de
los asturianos, tenían diferentes enseñanzas; que á la de Teolo-
gía Moral asistían numerosos concurrentes y que éstos mar-
chaban á la Universidad, donde con poco miramiento había
aquella asignatura á la misma hora, naciendo con tal motivo la
falta de asistencia á sus aulas. Con un simple cambio se atajó
el incidente de los Jesuítas para ventilar negocio de mayor inte-
rés von otra comunidad religiosa, la Orden de San Benito, en-
tonces y después de muchísima importancia en Asturias.
En su convento de Oviedo y so color de una Bula, que ase-
guraba tener, daba grados mayores y leía públicamente á no po-
cos estudiantes. En consistorio de nuestra Ciudad, el Abad bene-
ríirtinu P. Marcilla participó en 1601 que S. S. el Papa Clemen-
te VIII había accedido á la petición de la Congregación para
instituir una Universidad donde ose leyesen ciencias y faculta-
des,» y pidió á la Justicia y Regimiento se publicase el Breve
para noticia de la Capital y Principado. La Ciudad no accedió,
acordando que los tales estudios habían de ser t particulares»
por carecer de autorización Real como ya tenía la Universidad
establecida en Oviedo por el Arzobispo de Sevilla (2). El Mo-
nasterio pretendía más y mantenía sus enseñanzas, aspirando
á subidas prerrogativas aún después de 1608. Desautorizada la
Universidad acudió al Consejo, y el Monarca, por Real Pro-
visión de 30 de Mayo de 1689, dijo al Abad de San Vicente que,
+sí la Bula existía, era sin regio consentimiento y la presentase
dentro de quince días bajo pena de 10.000 mrs. para la Cáma-
ra. Salió á la defensa de su Orden el ilustre cronista Fr. Pruden-
cio de Sandoval certificando brevemente, si no la existencia de
la prerrogativa, al menos sus Estudios y la publicidad con que
confería grados en Facultad (3). A la sombra del valimiento,
eludieron los benedictinos la obediencia al augusto mandato y á
} Historia de Li Universidad de Valencia por D. Miguel Velasco y Santos, cap. V.
> Archivo del Ayuntamiento de Oviedo. — Libros de Acuerdos.— 22 de Agoslo y 10 de
Septiembre de 1601.
\j] Archivo de la Universidad. — Testamentaría del Arzobispo Valdés, fol, 47 y 48.
- 53 —
una Carta posterior que recibiera el Abad. Mas la Universidad
pidió pronto reparo al notable daño y perjuicio que padecía y,
trascurridos nueve años sin que los monjes presentasen el pri-
vilegio, se expidió la sobre-carta de 9 de Abril de 1618 con im-
posición de la dicha multa, costas del litigio y prohibición con-
siguiente de conferir grados.
Por entonces tomó posesión del patronato honorario el In-
quisidor D. Juan de Llano Valdés, tutor y curador de D. Fran-
cisco Valdés Ossorio; y nada consiguió el Maestrescuela de la
Catedral, que pidió la jurisdicción universitaria, como en Sala-
manca correspondía al canónigo de su oficio (1).
Completando la obra universitaria se ultimó también y
se inauguró el Hospital de Estudiantes, que la piedad y mu-
nificencia del Inquisidor había dispuesto. En Madrid á 23 de
Enero de 1614, los Consejeros albaceas Juan de Tejada y Martín
Fernández Portocarrero (pues, sin duda, había fallecido Alonso
Núñez de Boorques) dieron unas constituciones para el régimen
del dicho Hospital, por auto ante el escribano Diego Bentosa. En
ellas disponían que, con el cargo de director y padre espiri-
tual, viviese allí con retribución uno de los capellanes de la
Universidad, que correría con el gasto semanal del estableci-
miento; con un sueldo conveniente establecían un enfermero,
que habitaría con su familia; y recomendaban mucha diligencia
y esmero á los administradores para distribuir los caudales que,
dentro de un arca de tres llaves, se custodiaría cerca de la uni-
versitaria en la sala claustral. En tal Hospital siempre resistie-
ron curarse y. recogerse los estudiantes y fué, por lo tanto, sin
importancia; su casa y rentas se agregaron al Colegio de Reco-
letas en 1768; pero todavía recientemente en una casa, que se
reedificó en la calle de Caveda (antes Estanco de Atrás), núme-
ro 4, había la siguiente inscripción:
ESTA CASA ES DE EL OS
PITAL DE LA UNIBER
SIDAD.
Para su sostenimiento dejó el insigne Arzobispo 50.000 marave-
(i) Archivo de la Universidad de Oviedo.— Testamentaría del Arzobispo Valdés, fol. 352
y 390.
- 54 —
djses de renta á más de la cantidad destinada á la adquisición
de solar y construcción del edificio (1).
De este modo, con los indicados elementos, en plena autori-
dad académica marchaba la Universidad de Oviedo, y ganosos
de saber los hijos de Asturias y provincias vecinas concurrían
á sus aulas. Causa admiración cómo fecundaba su entendimien-
to la fundación reciente. No había trascurrido mucho mas de
medio siglo de existencia, cuando ya se notaba gran cultura en
el Clero y mucho lucimiento de los alumnos en oposiciones á
curatos y prebendas. No fueron pocos los que obtuvieron en-
segaida |>1uzí!h de la Inquisición, destinos de gran importancia
en aquella * poca, al mismo tiempo que maestros y discípulos
ocupaban algunas sedes episcopales y otras altas colocaciones.
Y en trance estuvo de apagarse tan esplendoroso foco de
provincial cultura por profunda crisis económica, que surgió de
tan revueltos y apurados tiempos del descenso nacional.
Con aquel millón 400.777 maravedises que, no mucho tiem-
po después representaba, según liquidación oficial de las par-
lidas testamentarias, la tenue suma de 31.897 reales, 24 mara-
vedises, harto escasa para sostener una Universidad, vivía la
nuestra, si no con fausto, al menos con lustre literario y prove-
choso, merced al entusiasmo y patriótico desinterés del Claustro.
Pero venían malos tiempos.
Para mantener Felipe IV su exigua y aparente grandeza, con-
sumía grandes caudales en desastrosas guerras y en frivolos
festejos. Alimentando tan crecidos gastos se consumieron los
recursos del Estado, no se pagaban los juros y se redujeron sus
intereses, á excepción de los dedicados al culto. Como el regio
Felipe eran los Lermas y los Olivares, sus medidas económicas
y el -nint tiio y poder de nuestra España decadente.
'ludo caminaba á la ruina y así marchaba la enseñanza,
que silenciosa y exánime vivía postrada y sin aliento en la Uni-
versidad de Oviedo. Felipe IV, sin embargo, dejó comprendidos
i,á todas partes alcanzaba la bienhechora mano del Arzobispo Valdés y
.'Miración, apunta Gil (íonzalez Dávila el siguiente dato: «Consta de sus
iiUi n\ limosna», edificios públicos y servicio de sus reyes sin contar socorro?
:.j había cuenta ni razón. 1380000 ducados!» Asombran, efectivamente, el
iiiiM ti ícrosidad de tan henifico asturiano, como puede verse en la lectura de
Acuella* depone ton es testamentarias donde comienza diciendo que «había sido mucho pecador
y herrado cu ni mocedad.»
- 55 -
los juros de esta Escuela entre los de las rentas espirituales,
mandando reintegrarla las annatas vencidas. Cumplióse la pro-
mesa con lentitud y merma considerables y, por estas causas y
jubilación de algunos maestros, hubo catedrático de Prima que
apenas percibía cincuenta ducados. Llegó á tal extremo la re-
ducción de dotaciones, que los Oficiales se guarecían en la casa-
hospital de estudiantes, solicitando únicamente del Claustro
algún auxilio para vestir con decencia. Aún después, cuando
declinaba el siglo, pedía la Escuela que el Principado la favore-
ciese con cartas para que S. M. mandase pagar los juros de sus
Estudios (1).
Así entre penurias y contratiempos pasó el primer siglo de
la Universidad que, por otra parte, proporcionaba á Oviedo acti-
vidad literaria de que antes carecía.
En el año de 1639 la Santa Sede declaraba patrona de la Dió-
cesis ovetense á Santa Eulalia de Mérida, y hubo lucidas fiestas
con religiosos cultos, procesiones y diversiones profanas, éstas
con cabalgatas y mascaradas, luminarias y fuegos, torneos y jue-
gos de sortijas para nobles mantenedores y aventureros, danzas
y toros. Una compañía de farsantes representó comedias de
Monlalvan y Calderón fuera y dentro de la Iglesia Catedral; y
«como no hubo lugar de componer comedias de Santa Eulalia»
se improvisaron dos loas á propósito: una por un Jesuíta y otra
por D. Juan de Noricga, Cura de Bobes. En la primera salió la
Fama, concitando á la Iglesia, Principado, Ciudad y Universidad
para regocijarse con el patronato de la virgen emeritense. Nues-
tra Escuela respondía:
No así arroyo balbuciente,
deshecho en lenguas de plata,
sus alborozos desata
cuando nace de su fuente;
como en dicha tan presente
lenguas á lenguas añado;
que mi raudal plateado,
si á Eulalia por fuente admira,
ya presumido se mira
por mar de letras sagrado.
'i) Archivo de la Diputación provincial.— Actas de la Junta general del Principado: 23 de
Agosto de i68£.
i
-56-
También manifestaba la Universidad:
Yo, si más reciente en años,
en afectos compitiendo
con antiguas pretensiones
he epilogado deseos.
No menos reconocida,
beneficiada no menos
del patrocinio de Eulalia
deudas son que las confieso.
Y anunciaba especiales festejos de este modo:
En puntos de ingenio yo
daré cebo á los ingenios
con poético certamen,
que ofrece preciosos premios.
Los que en la fuente Castalia
beben cristales deshechos
consagren versos á Eulalia,
cristalinos, claros, tersos.
Premiaré delgadas plumas
y será su nombre eterno:
pues nunca podrá el olvido
hacer agravios groseros.
Y después que en mi capilla
rinda su senado al cielo,
las gracias por tal Patrona
con prevenidos acentos;
Un alumno de los míos
en estilo grave y lleno
los parabienes dará
á nuestro asturiano Centro.
Ni fuegos me han de faltar,
pues en amor arde el pecho,
y es fuerza que de sus rayos
se originen otros fuegos.
Por las loas y composiciones presentadas al universitario cer-
tamen poético para cantar las virtudes de la Santa Patro-
na en ocho temas, se vé cómo decaía el estro y hermoso estilo
de nuestra lírica.
No pocos vates asturianos y forasteros acudieron á la justa
y escribieron sus poesías en castellano y en latin, sir> que falla-
- 57 ~
sen geroglificos y laberintos, haciendo todos gala de saber, erudi-
ción y arte. Algunos hijos del país y de su Universidad escribie-
ron en bable á la manera de González Reguera (Antón de Ma-
rirrcfjuera, el príncipe de los poetas provinciales) que envió
su obra en el dialecto asturiano. Se otorgaron numerosos pre-
mios á los poetas, miembros en su mayor parte de las Órdenes
religiosas de la Ciudad, algunos catedráticos y estudiantes, al-
canzando dos lauros D. Tomás Serrano de Paz y cuatro su her-
. mano el Br. Faustino, de familia muy distinguida en los anales
universitarios (1).
Y la enseñanza aumentaba también en Oviedo.
El doctor D. Pedro Díaz Oseja, Arcediano de Villaviciosa en
nuestra Catedral, fundó en 1662 el Colegio de San José. La mi-
tad de los colegiales habían de ser de voz para el servicio de
aquella Iglesia, otros estudiarían Lengua latina y Filosofía,
y siendo aplicados les concedía la gracia de continuar en el Co-
legio y seguir la carrera de Teología y Cánones en la Uni-
versidad.
En ésta hubo ya, durante el primer período, algunas altera-
ciones en sus Estatutos. Se intentó por Real Cédula modo de
que cesaran la forma de votar las cátedras y el apasionado juicio
de los cursantes, disponiendo que el Rector, catedráticos y doc-
tores votasen individualmente en pliego cerrado, agregándose al
tribunal el Prelado y el Gobernador. A los que obtenían la cáte-
dra de Vísperas y Prima se permitía la perpetuidad y, como el
pago no alentaba el interesa oposición, continuaban tantos años
en poder de sus maestros, llegando el abuso á las de Artes, cuya
perpetuidad revocó la Real Cédula de 12 de Julio de 1683, de-
clarando que fueran trienales. Las reclamaciones aquéllas ha-
bían partido de los catedráticos de Prima de Cánones, Leyes,
Teología y del de Vísperas de Cánones que pretendían perpetuar-
la?, prolongar el Rectorado, variar oposiciones y votaciones y
di «Relación de las fiestas hechas en la Ciudad de Oviedo en honor de Santa Eulalia de
Mf rula por averia dado por Patrona al Principado de Asturias Nuestro Santo Padre Urbano VIH,
■:?áicadas al llusirisimo Señor Don Antonio de Vnldés, Obispo de Oviedo, Conde de Noreña,
*íel Con-* jo de Su M agesta d. Año MDCXXXIX.»
\:\ P. Andrés Mendo, Rector del Colegio de San Matías de la Compañía de Jesús en Ovie-
«i.. fué el autor de esta muy curiosa relación, que poseo, original c inédita, con su firma y la del
Prelado.
Véanse la* Memorias históricas de Asturias por González de Posada, pág. 71; y mi edición
¿notada y aumentada de las Poesías selectas en dialecto asturiano, coleccionadas en 1839 por el
labio Sr. Cavcda. (Oviedo, 1887).
- 5* -
otros cambios, como asi lo consiguieron en 1618, aunque ense-
guida lo derogó en 1619 el rey Felipe III por reclamaciones tanto
del obispo de León D. Juan de Llano Valdés, curador del joven
D. Francisco de Valdés y Cardona, caballero de Santiago, pa
trono de la Universidad y Obras pías del Arzobispo Valdés, como
del mismo Claustro en oposición á los indicados maestros. Esto
fue base para la reforma de Felipe V de que trataremos en su
lugar.
Eran cuestiones y asuntos interiores, intrigas de corpora-
ción, que valen poco ante consideraciones de mus trascenden.
i i:i. relativas al estado y cambios de la enseñanza y de las
letras.
Los últimos años del siglo xvn, verdadera antítesis délos
que constituyeron el siglo de oro de nuestra literatura, fue-
ron funestos á España, que de día á día declinaba. Llegó la
ri;i á tan lastimoso estado de postración, cual parece imposi
\ si la historia no presentase el triste cuadro nacional cuando
imo monarca de la casa austríaca, en que se mira apagada
a oscuridad de la ignorancia la aureola del saber que brilló
en días de sus progenitores.
ls causas de nuestro descenso son tan discutidas como va-
ro es difícil no convenir en que la política austríaca más
05 intereses dinásticos qn? los nacionales; que el absolu-
► i Estaco absorvió la viíaiila.1 provincial y municipal;
mentó el espíritu aventurero de raza en incesante afán
erras y en ineentiro á emigraciones para lejanas tierras
descubiertas ó dominadas. Se admitieron, con idea-
fataK repetí ios errores econbmiej?, ya en la amortiza-
extensa o intensa por el clero y la nobleza, ya dando toda
rancia al oro mientras s? menospreciaba, siguiendo
evV .:p:u i^iies. la pro:c>; vi d;-l comercio y el ejerci-
artes nuvardeas, tenidas por viles y deshonrosas, ya por
ai I.r; ciando el pueblo vivía abrumado por tributos
I ^ro? y en la despoblación. Concurrieron también otras
r.v ;.is, corno les al usos del iv.ier rvyio y nobiliario,
e.bur.^ d: »;>:.:: so. ;al ¡r.aruer.lc.a en :\iti¡es diferen-
; :r.e:;:o del e;>rcito llamando a ^nb? esv vida, que des-
u*a o;r\>s carnes de traba; o y p^vrres-o, y otros hechos,
- 59 -
siempre repetidos en la historia y superiores á la voluntad hu-
mana, con los que comenzamos á bajar y á bajar... siendo cada
día más honda y cierta la decadencia de España, que el docto
académico Sr. Canalejas llamó magnífica, sin duda porque/entre-
verada con ella, todavía al seguir la pendiente tuvimos interva-
los de gloria y figuras de gran relieve en todos los órdenes de
cultura.
Mal podían en aquellos tiempos sostener las Universidades el
acrecentamiento antiguo, porque pesaba sobre ellas una fuerza
que debilitaba y afligía la inteligencia de los españoles. Sala-
manca y Alcalá no tenían y, lo que es peor aún, no podían tener
aquellas lumbreras de ciencia que hicieron célebres las aulas
donde resonó la voz de León y Arias Montano.
La causa de tamaño mal dependió también de la institución
del Santo Oficio, de tristes resultados para la nación, uncida á
su yugo. Pudo el Rey con la Inquisición contener en lo exterior
el pensamiento de los subditos y conservar en su pureza el dog-
ma de la Iglesia, apartándolos de la guerra religiosa europea;
pero también el Tribunal, estralimitándose de su verdadero obje-
to, dificultó toda opinión libre, que tuvo en tal institución un
enemigo tenaz, inflexible y poderoso. Ella alimentó en España al
partido teocrático, y extravió al espíritu nacional en exclusiva di-
rección con desdén para estudios útiles y prácticos que mejora-
sen las necesidades materiales y fomentasen la riqueza pública
de que tan necesitado estaba el país, pues, si no puede sostenerse
en absoluto que la Inquisición ahogó la ciencia española, mal se
puede defender que bajo ella vivió libre y lozana, ni mucho
menos (1). Preciso fué, por consiguiente, que las Escuelas parti-
cipasen de aquella influencia é intolerancia y de la de algunas
Órdenes monásticas de donde salieron miembros principales
de dicha Corporación.
La Universidad de Oviedo estaba en esta época, como las
demás de la nación, sujeta á «lecturas» de ciencias limitadas á
un circulo, que no era dado traspasar, excluidos los buenos es-
tudios del siglo anterior, bajo el influjo de poderosa é indeclina-
fi) Véase á Llórente, Rodrigo. La Fuente, Azcánttc, Revilla, Luverde, Alta mira y otros
escritores, historiadores de nuestra literatura y política, en sus trabajos sobre la Inquisición en E«-
í*ñat habiendo tratado muy especialmente esta materia el doctísimo Sr. Mcnéndcz y Pela y o
rn L". Ciencia española í polémicas, proyectos y bibliografía.)
"M
' Mr
— 6o -
ble autoridad. Dejáronse de enseñar las matemáticas porque á
la muerte de su catedrático, médico de la ciudad, todos las igno-
raban por creerlas inútiles y considerar únicamente provechoso
el cultivo de la Teología, Cánones y Leyes. Perdidas y extravia-
das las Humanidades por el péximo gusto que entonces domina-
ba, no eran otra cosa que ridículo conjunto de las mayores ex-,
travagancias. A los primores y bellezas de nuestra literatura, si
guieron los extravíos que impusieron las Escuelas conceptista
y culterana, difundiendo una expresión literaria artificiosa con
estilo metafísico y exagerado hasta el absurdo; y este mal gusto.
introducido en el lenguaje poético, infestó los escritos de di-
dáctica y de los buenos hablistas, viniendo la prosa castellana
á lamentable ruina.
Para apreciar hasta qué punto llegó en Asturias la decaden-
cia de las bellas letras, basta leer la relación de las exequias que
á la muerte de Felipe IV celebró nuestra Escuela en los días ló
á 19 de Noviembre de 1665. Habíale debido favor predilecto en
la conservación de los juros, consideraba al Rey poeta como «a
su restaurador ó segundo fundador», y quiso el Claustro «hacer
presentes las lágrimas que por su sentimiento verdadero derra-
man los ojos, los golpes que en un pasmo súbito faltan al cora-
zón, que no se pueden evitar ni hacer patentes á la vista»; y dis-
puso funerales después de los del Ayuntamiento «siendo, como
dicen los filósofos, el término ci r/uo de esta pompa la Ciudad
y el término ad qneni la Universidad formando una misma
acción,» según expresiones del Claustro.
Con lujo y solemnidad levantaron túmulos y tumba regios,
cubrieron las paredes de negros paños con motes y alambicadas
inscripciones alusivas á la muerte y «grandeza» del monarca,
que perdió á Portugal y fué padre del hechizado Carlos; y hubo
fúnebre y faustuosa procesión para las vísperas y oficio de di-
funtos. Se abrió certamen público y se hizo un llamamiento á
los ingenios montañeses que correspondieron con epicedios,
elegías, epigramas, epitafios latinos y griegos, sonetos, décimas
ó espinelas, redondillas y canciones ajustadas á estancias, pen-
samientos y consonantes forzados, ofreciéndose variados galar-
dones á los vencedores en este literario palenque. Es imposible
concebir cómo á un acto por su naturaleza grave é imponente.
h
— 6i —
convertía en bufonada el ceremonioso duelo por un monarca
español. La sentencia del certamen se dio en forma de Real
pragmática: «D. Apolo, por la gracia de Dios, emperador de la
luz, rey de los signos, archiduque de los planetas, duque de las
estrellas, marqués de los tiempos, conde de las serenidades,
señor de Oriente y del Occidente, del Setentrión y del Mediodía,
de las islas de Délos, de Tenedos, de Clasos, de las ciudades de
Delfos, Patara, Tegyra, de los montes Helicor, Pimpla, Parnaso,
Citheron, Pindó y Lentico, de las fuentes Calalona, Hiproereme,
Aganipe, Helecona, señor en el mar y en la tierra, hizo saber
«á la parte del venerable caballero D. Jorge Manrique, cónsul
de los poetas lúgubres españoles, para que todos los poetas llo-
ren en grandes trenos y demás cantos lúgubres; y las Academias
hagan el sentimiento que suelen en semejantes actos de tristeza
en la muerte del Príncipe mas dilecto suyo» etc.
Fueron jueces el Arcediano de Villa viciosa Rector La Cone-
ja, el Dr. D. Faustino Serrano de Paz, catedrático de Prima de
Leyes, el Predicador P Uría, el Arcediano de Gordón D. Diego
de Valdés Bango, el P. M. Fr. Plácido de Quirós, catedrático de
Vísperas de Teología y Abad de San Vicente, y fué Secretario el
Dr. y M. D. Manuel Serrano de Paz, autor de latino cartel de lla-
mamiento, que pronunció además inaugural y altisonante ora-
ción panegírica ó epitafio, rematada con referencias á la Odisea
y esta octava:
Esto cantaba Homero de su Aquiles
y esto nuestra Academia de Felipe,
convocando los cisnes juveniles
á bañarse en las aguas de Aganipe:
el Parnaso remoce sus abriles,
el tiempo al aflo flores anticipe,
para que asistan, cultas, no confusas
á coronarle el coro de las musas.
Los temas fueron varios: «Llanto por la muerte de S. M. en
tiempo tan inoportuno», «Quejas contra la muerte por haber
arrebatado tan temprano al Monarca», «Regio epitafio», «Vio-
lencia de la muerte en no eximir á nadie», «Desconsuelo de Es-
paña,© * Sentimientos y lágrimas justas», «Grandes é infinitas
virtudes del difunto Príncipe,» y «Dos estrellas que precedieron,
una al nacimiento y otra á la muerte del gran Rey.»
— . 62 —
Se otorgaron muchos premios y menciones. Alcanzó cinco
el Dr. Francisco de la Pola Arguelles, arcediano de Benavente
y catedrático de Decreto; tres D. Antonio de Valdés Ramírez, el
Lie, Diego González Arguelles, rector del Colegio de San Gre-
gorio, y el Lie. Antonio Alvarez; dos D. Tomás Serrano de Paz,
catedrático de Prima de Cánones, que demostró su pericia en el
griego, Lie, Juan Ordóñez, D. Jóse Muñiz Miranda, D. Dionisio
H. de Güiros, PP. Fr. Pedro de Barcena, y Fr. Gerónimo Bazán,
benedictinos, colegiales de San Vicente, D. Alvaro Dasmarinas
Pu marino y el Lie. Tomás Núñez; uno D. Antonio de Llanes
Campomanes, Lie. Pedro Alvarez de Navas, Dr. Diego de Sierra
Valcarce, catedrático de «Vísperas de Leyes*, Dr. Toribio Sola-
res, Francisco Arguelles Lorenzana, PP. Fr. Gregorio Ruiz y
Benito de Loyola, benedictinos, colegial de Celorio, Lie. José
de Salís, D, Gregorio Ramos de Posada, D. Tomás de la Cruz
llenera, D. Felipe Bernaldo de Quirós, caballero de Santiago.
Pedro Fernández Palacio, Juan González Paredes, D. Sebastián
López de Castro, D. Antonio Menéndez, D. Alvaro de Nava, Mel-
chor Rodríguez de Miranda, José Muñoz Miranda, Lie. Juan
Conlreras y D. Francisco Antonio Bernaldo de güiros. Sus di-
ferentes composiciones son interesantes datos para formar idea
del lastimoso estado de nuestra literatura y de los extravíos de
aquellos ingenios. De lo más aceptable son las espinelas donde
se glosaba este texto:
Si el Sol, que á nuestra región
daba luces, hoy se ve
en su ocaso; bien es qué
noche bista el corazón.
Para el último tema se pedía («relación de la pompa funeral
universitaria.» Uno de los premiados, José Villamayor y Vivero
describió las exequias dispuestas por
La Universidad de Oviedo
(sobre el elogio á su nombre,
pues le afianzan sin riesgo
sus Numas y sus Doctores )
Ulro, D. Juan de Contreras, escribió sobre lo mismo y en-
salzando a nuestra Escuela, decía:
_
- 63 -
Academia, en que el Gobierno
hallar podrá, si los busca,
fértil copia de Licurgos,
feliz cosecha de Numas;
Academia, digo, madre
de tales hijos fecunda,
que ya por ellos con Grecia
osa competir Asturias.
Llega, y de sus ediñcios,
al funesto son que escuchan,
titubearon las torres,
zozobraron las columnas.
•
En otro asunto se premiaron oGeroglíficos» alusivos á las
grandes virtudes de Felipe IV por la Institución del Jubileo de las
Cuarenta Horas, Defensa de la Pura Concepción de la Virgen,
otras devociones y prendas, siendo laureados: el P. Fr. Ambro-
sio Guerrero y los mencionados Pola Arguelles, Núñez y Mu-
ñiz Miranda.
El sermón de las honras no desmereció de la estrambótica
llamada del dios D. Apolo; y era el orador catedrático de Prima
en Teología y maestro de la Orden de predicadores de la ciu-
dad, el R. P. Fr. Francisco de Uria. Pronunció su discurso en
medio de escogido auditorio, pues estaban allí los caballeros del
Principado, Obispo, Clero, Ayuntamiento, el Claustro con lar-
go caperuzón negro y cola al rastro, en señal de riguroso luto,
no faltando los estudiantes con manteos caídos y quitadas
las toquillas de los sombreros. Y decía el campanudo orador,
uno sin duda, de aquellos á quienes el P. Isla dedicó su famoso
libro: o Hoy esta Universidad ilustre, de su mismo nombre alen-
tada, de su obligación impelida y de su natural y leal afecto
dulcemente obligada, para que no quede camino por donde no
corra el llanto y para que no quede llanto que no busque singu.
lar camino, llore todo el mundo y llore esta Universidad lastima-
da. Y tocando el arma á las lágrimas y suspiros en certámenes y
<:ompetencias tiernas, expone al sentimiento lo más florido de la
juventud en sus hijos, lo más atento de la prudencia en la vene
rabie ancianidad de sus decanos, doctores y maestros, ejerci-
tando en sus endechas todas las lenguas; avivando en sus proe-
zas todos los ingenios; dedicando á sus virtudes todas las habili-
- 64 -
dades; convidando á las tristes canciones todas las musas y
consagrando á sus exequias todas las cátedras, para que, con-
vertidas en túmulos, todos los artistas dispongan ya sus silogis-
mos de sollozos, averigüen sus leyes, nombre y obligación y
guie la Teología todo nuestro fervor. Aquí tiene el gramático
asunto para las voces, el retórico para la elegancia, el lógico
para el discurso, el filósofo para los afectos del corazón, el ju-
rista para la constancia de la voluntad, la Sagrada Escritura
para la firmeza de la fé y para el católico, en todo la Teología.
Todo esto hay que llorar, todo esto hay que celebrar en la oca-
sión presenten. De este modo entendía el catedrático Uría
la forma y oposición de la oratoria eclesiástica más extraviada
en otras partes, pues en la corte, ante el Rey, se predicó por
entonces de Nuestra Señora de Covadonga en forma de alegato
jurídico \\ cotí pruebas y réplicas forenses, se probaba por qué
la Virgen del A use va había preferido aparecer y habitar de se-
rrana en las agrestas montañas de Asturias.
Las precedentes noticias son breve y sucinto extracto de
muy curioso libro (1) que por falta de imprenta en Oviedo se
estampó en Madrid precedido de singulares dedicatoria y carta
del Claustro para la Reina Gobernadora. Pasó á la Corte en
J 666 el P. M. Fr. Juan de Llano, de la Orden de Santo Domingo,
priiniciem, catedrático y maestro más antiguo de la Universidad
en audiencia especial, fué presentado á SS. MM. por el Conde
i\v Miranda, duque de Peñaranda y patrono de la Universidad,
acompañado por los caballeros asturianos Marqués de Valde-
carzana y Conde de Toreno, formando vistosa^ comitiva en seis
carrosas lujosas para entregar en el Real Palacio ejemplares de
la Relación* La Reina D.R María los recibió cconel manto alto,»
singularidad que notaron, pues en las demás audiencias desde
la muerto del Rey recibía con el manto echado hasta la cinta,
manifestando que «estimaba mucho la lealtad de la Universidad
y se dalia por bien servida, » así como el niño Rey Carlos, que
estaba nm su aya la Marquesa de los Vélez, acojió o con mucho
i- as Exeqvias qvc en la mverte del Rey nvestro Señor D. Felipe Qvarto
* Etpaña* y Emperador de las India» h.zo la Vniversidad de Oviedo en el
, \ i . ,, —Ofrécela e.i la Real Mano de la Rey na nvestra señora doña Maria
An,i Je AiiAlria, G^ueniadura dc*los Reynos La misma vr.iuersidad.— Ea Madrid. —Por Pablo
\ I : ¡
- 65 -
agradoo al representante del Claustro ovetense con sus linaju-
dos y religiosos acompañantes.
Corre parejas con el referido Certamen, otro también cele-
brado en Oviedo dos años después para solemnizar la institu-
ción de la Cofradía de Santa Eulalia de Mérida, patrona de la
Diócesis; y fué dispuesto todo con grandes fiestas religiosas, pro-
fanas y literarias. Estas fueron presididas por un tribunal com-
puesto por el R. Obispo Sr. Espinóla, D. Carlos de Villamayor,
gobernador del Principado, el Arcediano D. Fernando de Estra-
da, el Regidor D. Sebastián de Vigil Bernardo y otro Regidor
D. Alvaro Dasmarinas, como defensor y fiscal, funcionando de
secretario el santiaguista D. Felipe Bernaldo de Quirós, literato
distinguido en aquellos decaídos tiempos.
Este escribió poética y altisonante oración panegírica lla-
mando á los vates para cantar en ocho temas, con géneros dife-
rentes, la vida, virtudes y milagros de la Santa, encendiendo la
devoción provincial, y con otra composición cerró el certamen
felicitando á los laureados, cuyas obras se publican en intere-
sante libro regional (1).
Entre la gente universitaria figuran los doctores Serrano
de Paz (D. Faustino con cinco poesías, D. Manuel con cuatro y
con una D. Tomás), D. Esteban González de Candamo y Hevia
con tres, I). Antonio de Llanes Campomanes con dos y el arce-
diano D. Andrés de Llanes Estrada con una. Siguen Lie. Melchor
González de Naranco y Junco con dos y D. Francisco de la Pola
Arguelles y Br. Pedro Palacios Arguelles con una. De la Orden
benedictina, fueron los PP. Fr. Pedro de la Barcena y Fr. Diego
Pérez de Castejón con cuatro composiciones cada uno, Fr. José
Moro con tres, Fr. José de Artiaga, Fr. Benito de Armia con dos
y Fr. Domingo Gutiérrez con una, perteneciendo estos dos últi-
mos a 1 Colegio de Cornellana, así como obtuvo galardón ex-
traordinario Sor Bernarda Arguelles, del Real de la Vega de
Oviedo. Delcistersiense de Valdediós presentó tres obras Fr. Án-
gel del Águila; y cuatro la Compañía de Jesús, sin revelar el
nombre de los autores. De la Colegiata diocesana de Arbás se
íi) •Certamen pr>¿:ic> á la glorios i Virgen y máriyr Santa Eulalia de Mérida, p.Uiona del
Obispal.) y ciudad de Ouiedo y del Principado de Astvii.is, con el compendio de sv milagrosa
v.<ia, p>r í). Felipe tícrnaldu de (Juirój y Ueuavides.— Con licencia. — Valladolid — Por Incs de
Uredu. -Añu de 1667 — a.v*
— 66 —
distinguieron el canónigo Juan de San Pelayo y el abad D. Mar
eos Bravo de la Serna, á quien llaman el «Marcial montañés,
Garcilaso castellano y Terencio español.» Y entre otros autores
de versos están: D. Dionisio Bernaldo de Quirós cinco veces;
tres Jost* de Solís Valdés; y una D. Alvaro Dasmarinas, D. Gon-
zalo de Peón Vigil, D. Antonio de Noriega, D. Bartolomé de la
G randa, D. Ignacio de Granda Valdés, Lorenzo Palacio Vigil,
D. Francisco de la Concha, D. Juan Ordoñez Campomanes,
Francisco Arguelles, D. Benito Montes Vigil, D. Andrés de Villa-
mayor y Vivero, D. Juan y D. Felipe Bernaldo de Quirós, D. Die-
go Rato Hévia, Regidor D. Pedro de Valdés Prada, D. Alvaro
Díaz de Miranda, D. Antonio González Candamo y Pedro Fer-
nández de la Rivera. Las obras todas, unas premiadas y otras
simplemente publicadas, acusan forzada inspiración, conceptuo-
sa forma; y en algunas hay pujos de erudición en notas, aposti-
llas y comentarios.
Por tales «Relaciones» se puede juzgar del gusto literario
que dominaba y deducir cuan embrollada é indigesta sería,
bajo su influencia, la universitatía enseñanza.
Pero una cuestión tan importante, y de tan directa relación
con el objeto de esta historia, merece ser tratada separada-
mente.
-67 -
CAPÍTULO IV
Antiguos planes de estudios de las Universidades españolas.— Estado de la en-
señanza en la de Oviedo durante el siglo xvii.— Facultad de Artes. — De
Teología. — Influencia de las Órdedes religiosas. — Los Jesuítas logran entrar
en el Magisterio. —Tomistas, Suaristas y Escotistas. — Sus disputas y desórde-
nes.—Controversias llevadas con rigor á los actos académicos. — Inconve-
nientes de aquel método.— Facultad de Cánones. — La de Leyes. — Conside-
raciones generales sobre los estudios y enseñanzas. — Últimos años del
siglo xvii.
Ningún plan ó sistema seguro de estudio había primeramen-
te en las Universidades nacionales, y era muy varia la enseñan*
za, abandonada á la voluntad del Fundador ó de sus patronos y á
los recursos. Dentro de una misma Universidad tampoco había un
orden fijo de instrucción, estableciéndose diversas cátedras de
autores diferentes, según el espíritu de escuela. Puede decirse
que había libertad de enseñanza, aunque limitada y circunscrita
á las ideas de la época respecto á los grandes maestros y sus
libros, considerados en aquellos días como el último esfuerzo, el
non plus ultra de la ciencia. Se sabía, pero no se examinaba;
y con sumisión ciega é incondicional á determinadas doctrinas,
se creaban banderías en el campo de las letras, engendradoras
de rivalidades, odios y desórdenes estacionando la ilustración y,
dentro de las Universidades, las Facultades y sus estudios. Mu-
cho contribuyeron á ello el absolutismo del Estado y la prepon-
derancia de la Iglesia para sostener su respectivo poder por
la enseñanza, pues conocían perfectamente que instruyendo
los hombres á su manera consigo los tenían y á sus fines los lle-
vaban. Sucedía completamente lo mismo que en tiempos mo-
dernos después de la secularización en que cuando la sociedad
civil, ilustrada y progresiva, alcanzó la dirección de la enseñan-
- 68 —
88, desde entonces más completa y mejor reglamentada, recupe-
ró la soberanía y aseguró la libertad. Ya no se sostiene la cien-
cia en perenne statu quo. como cuando los maestros explica-
ban únicamente la opinión de determinados autores ven algunos
estatutos fc leía: o Ordenamos qne cada uno de los catedráticos
tenga obligación de explicar en la materia que leyere la mente
del autor titular: el catedrático de Aristóteles, la mente de Aris-
tóteles, el catedrático de Santo Tomás, la mente de Santo To-
más, el catedrático de Escoto, la mente de Escoto, y así los
demás» (l).
Concretemos más estos extremos en la Escuela de Oviedo.
Comprendía la Facultad de Artes los estudios filosóficos y
matemáticos. Considerados como preparatorios para las Facul-
tados mayores, estuvieron poco adelantados y en escasa conside-
ración porque se aspiraba á ser teólogo, jurista, médico, etc.,
pero difícilmente filósofo y matemático. Por otra parte, no debe
ocultarse que conteniendo las Artes muchos de los estudios ac-
tuales de Segunda Enseñanza, eran de gran cuidado en época re-
celosa; nadie entraba de lleno en materia expuesta á tristes pe-
ripecias, y pocos tenían valor para arrostrar graves consecuen-
cias.
Encerrados los artistas en perniciosa dialéctica, que venia de
muy lejos, atormentaban la doctrina de Aristóteles con aquella
gerga teológico escolástica á que la habían reducido el Jesuíta
Rubio y el Kraciscano González de la Peña. Con fórmulas deter-
minadas, explicaban los medios de alcanzar d pripri los acci-
dentes de ta razón, precisando la verdad en el apretado círculo
de un breve silogismo, atormentando frecuentemente en el lecho
de Procusto ta misma razón que trataban de determinar. Llega-
ron u familiarizarse con este método, y aún en el siglo pasado
se ha visto el lucimiento conque algún Padre Maestro de las Ór-
denes religiosas y teólogo consumado manejaba la argumenta-
rían silogística con tanta rapidez y fortalecía sus razones con
tan briosos ademanes y esfuerzos de pulmón, que al hombre de
claro discurso parecía imposible pudiera concertarse en el padre
disputador la condición reposada y necesaria para averiguar lo
fri fiuÉrtucisn ful- tica rv Effiiñ<y, por D. Antonio Gil y Zarate, tomo II, cap, IV.
- 69 -
cierto. Aguzadas así las facultades intelectuales, cada regla,
aún en la moral práctica, estaba sujeta á suspicaces y acalora-
das controversias; defectuoso gimnasio que describe el novelista
de Gil Blas de Santillana en los siguientes términos: «Apliquéme
después á la lógica, que me enseñó á discurrir y á argumentar
sin término. Gustábanme mucho las disputas y detenía á los que
encontraba, conocidos ó no conocidos, para proponerles cues-
tiones y argumentos. Topábame, á veces, con algunos manteis-
tas que no apetecían otra cosa, y entonces era el oirnos disputar.
¡Qué voces! ¡qué patadas! ¡qué gestos! ¡qué contorsiones! ¡qué
espumarajos en las bocas! Más parecíamos energúmenos que
filósofos» (l).
Y no era posible introducir novedad alguna en tan vicioso
sistema, pues habiéndose establecido en 1700 en Sevilla una
Academia literaria á la que concurrían algunos holandeses agi-
tando conclusiones de filosofía y de física experimental, sobre-
cogida la Universidad hispalense, apellidó funesta una enseñan-
za que, según ella, combatía las escuelas de Aristóteles y
destruía las de Medicina. Dio la voz de alarma contra tamaño
mal, apellidando hereges á los académicos, y apeló á todas las
Universidades para que juntas cuadyuvasen á expulsar de estos
reinos á los extranjeros innovadores. A su llamamiento corres-
pondió muy solícita la Universidad de Oviedo elevando al Rey
su petición en defensa de la de Sevilla. No creía entonces que,
dentro de breves años y de su mismo gremio, aparecería otro
innovador de más séquito sostenedor de iguales doctrinas, que
predicaría al amparo de su cogulla y con la autoridad de cate-
drático una cruzada contra las preocupaciones de la enseñanza.
Para concluir la reseña de las Artes recordaremos lo que en
el capítulo anterior hemos dicho de las Matemáticas, en cual
estudio se cemprendían la Aritmética, Geometría, Geografía,
Mecánica, Navegación, Astronomía, etc., conocimientos á los
que permanecimos poco menos que indiferentes en el siglo xvi^
siglo de grandes inventos matemáticos.
Explicando el dogma por igual sistema, era la Facultad de
Teología un hervidero de contiendas como la de filosofía. Una
(i) Gil Blas, cap. I.
— "C —
i **> ucúazxí <:c>rtA&\i\*, en on pc;bkú ,»>. más se aníeroo des
á*u<io ¿*ta la* arrras *ie *a díalec-Crca y aquélla despojan-
WfA7% libertad á Ia¿ esf^-ulac iones fi!->eófica5-
L* obra *te Pedro L/>rn:/ardo. coooeída por el *► Maestro de
r/eiráas*, era ana i^impWz^jfk de los Sanios Padres, que
rió ¡pan reputación desde el siglo xn hasta fines del pasa-
k'ioo de*poé* el portentoso trabajo de .Santo Tomás íSumma
rjí<fij j no tardó en publicarse el übro de Joan Duns, lla-
u f>co!o. antes del de Suárez. Con otros escritos de menor
mporfaneia, tal era el estado de la Teología cuando aparecie-
tan I ni versídades, y los españoles, que podemos enorgulle-
ce haber tenido ilustres teólogos en el siglo xvi, los ve-
mm decaer cuando corría el xvn.
Ijín Órdenes religiosas contribuyeron á lamentable pertur-
ijn en la enseñanza. Las l'niversidades las habían resistido,
i/o el Pontífice que la de París abriese sus puertas á los
Dominicos y después entraron las otras Congregaciones, que no
lardaron en ser eclipsadas por los Jesuítas. Hombres ilustrados,
'Ji* ¡v 'arlados métodos, habilidosos y sabios llegaron á la cáte-
dra |*or armas é instrumentos de poder. Varios en política, «ara-
bldoaoi por naturaleza y desenfadados por costumbre», dice el
Horno, tienen el vigoroso mecanismo de su regla para do
minar Las Kscuelas los combatieron en esta aspiración; la Uni-
Vüiwidad de Salamanca avisó á las demás en 1627 con escasos
rcMtiüiiílos, pues poco á poco entraron formando Colegios de
varia fortuna y nombre aquí, muy sobresalientes y completos
i 'ii oIioh países.
Kn todas las Universidades procuraban las Órdenes ocupar
el Ministerio con laudables circunstancias y en Oviedo, como
r - 1 1 oirás ciudades, las lecturas de Teología pertenecían á diver-
nventos, que pagaban con privilegios y exenciones de
congregación á quienes obtenían cátedra, no recibiendo de la
I 'Diversidad más que propinas de los grados, pues acrecía su
dotación en favor de los demás. Pero ¿qué tardaron en lie-
\:n allí el espíritu de intolerancia y de ergotismo, su afán de
disputa» y las sutilezas de embrollada dialéctica?.... ¡Con qué
ptilulims tan elocuentes no describe estas luchas teológicas de
las <)i tienes religiosas el obispo de Segorbe Fr. Alonso Cano!
• - 7i —
Los Padres benedictinos, los dominicos y los franciscanos
entraron desde luego en el Magisterio ovetense, y únicamente
á los de la Compañía de Jesús no se les dab$ participación.
Mas con su constancia expusieron en 1655 la necesidad de
turnar en Filosofía y lograron al fin su objeto, primero sin sala-
rio y después con él, como enseguida lo alcanzaron en Alcalá
por el favor que gozaban con la reina Gobernadora por medio
de la influencia de su confesor el P. Nithard (1).
Su venida completó el laberinto de los sistemas. Los Domi-
nicos llevaban á las aulas las doctrinas del angélico Doctor, los
Franciscanos sostenían la escuela del sutil Escoto y los Jesuítas
eran del séquito Suarista; sólo los benedictinos, cuyos estudios
han estado mejor dirigidos, eran eclécticos aceptando á San
Anselmo, San Agustín y Santo Tomás. Suaristas, Tomistas y
Escotistas, Jesuítas, Dominicos y Franciscanos reconocían en el
fondo las teorías aristotélicas, y se distinguían en la aplicación
en razón al punto de vista bajo el cual la miraban en su con-
cordancia con los principios teológicos. No es de este momento
referir sus diferentes conflictos y sus luchas tenaces; en Sala-
manca, Valladolid, Valencia, Zaragoza y otras Universidades
dejaron tristísimos recuerdos de sus contiendas literarias, lle-
vadas á las calles y allí ventiladas por la fuerza. ¡Doloroso re-
sultado de la intolerancia, no de amor puro á la ciencia é inves-
tigación de la verdad, en que se afana constantemente la inteli-
gencia humana!
De las distintas opiniones de los catedráticos participaban
los alumnos, pues, turnando aquéllos, llegaban éstos á ser parti-
darios de la teoría que el azar les presentaba al ingreso en la
carrera. Como los hábitos de escuela se arraigan fuertemente, no
era posible la convición de la doctrina opuesta, y con la tenaci-
dad de todos los secuaces había división profunda y lucha peren-
ne sin transacción y sin descanso. Cada conclusión de las acade-
mias, cada acto mayor era* un palenque desesperado y fatigoso.
El argumentante abría paso á la contienda con el dilema obligado
propositio tita falsa est, ergo non sostinenda; enseguida se
empeñaba la disputa; y llevaban el calor de la argumentación
(tí Historia de las Universidades, por La Fuente, tomo II.
— 72 —
en términos y modos tan excesixos, que estaba el lauro en razón
de la congoja y cansancio de ambos contendientes al sostener
escuelas encontradas,
En los ejercicios para la recepción de grados aún iba más
allá el esfuerzo, porque el candidato recibía una investidura
que daba importancia a tal 6 cual doctrina. Como el tiempo del
ejercicio era limitado, la prueba era excesiva, apasionada y
tan rigurosa, que los adversarios asediaban al candidato y le
ponían en tortura sin duelo ni compasión. Hubo ejemplar, con-
servado por la tradición, de suspenderse el acto ó examen de
capilla, porque rendido el aspirante por el aturdimiento y el ma-
reo, quedaba exánime y sin fuerzas para continuar, tendido en el
recinto, No eran las aulas universitarias el único sitio de con-
troversia escolástica, pues bastaba que se defendiese en los con-
venios una conclusión bajo determinada escuela, para que se
anunciarían* palenque y los doctores de la Universidad y los
monjes de los Monasterios acudiesen solícitos y dispuestos á
combatir del modo más acalorado y violento.
Alguien sostiene la excelencia de este método de enseñanza
contra la evidencia de sus defectos; y así nos expresamos, por-
que si con aquél hubo hombres exclarecidos y maestros doctos,
lo deben á sus buenas disposiciones, no al régimen de tales es-
tudios, Vemos con dolor, después de tanta división y contro-
versia, de tanta vigilia y recogimiento, que no han quedado en
la historia literaria de la Teología y Filosofía libros de general
reputación y mérito universal, como expositores ó como dogmá-
licosT escritos por teólogo español de aquella época. En el ca-
tálogo de estas obras sólo se encuentra el gran trabajo De locis
theologicis del ilustre Melchor Cano, libro que hoy conserva
el elevado concepto de sus primeros años y cuyo autor se dolía,
como el que más, del estado de la enseñanza; las otras produc-
ciones se deben á extranjeros. Para probar al estudiante hay
medios de mejores resultados, y por lo que toca al de nuestros
días, fuera de la cátedra, en la profesión, en la prensa y en
otros lugares es donde la juventud prueba el temple de sus ar-
mas, puestas al servicio del progreso y de la regeneración de los
pueblos (1).
kü, Horno, Vid tr La Fuente, Campa, etc.
"ateo,* la'?™*'1 de '"<• ínJ'r ~c*
Clero v *, Qe Ios 'etrados en el *a V y ,a eclesiástica, v 1«
mÍr^o5 e^iniodei::' Íh0 fCanÓDÍC° ^^ 1
Tü ^o ^ 7 híbído en ft,£^0nBento el civil, que Ho.
^sas vari^, ad0su cí«»lo el JC,s"ero« en Alcalá.
^albarXahtoDeeS,?üa, ^ribue^^- f»*»*» I. con es-
famoso ZJ^Zn }Te°log^ ^o Gral t<>da3 partes- Lo que
obr* de mucbfw' °nde «^rdando lo? n° 6D Cán°nesc0D su
<*«* -e6a^on V"raCÍ<5n en h. Escueu anteri°res' ProduͰ ™»
**»• Para , °t0nÍ0 ^ustin, Van <=' D0 obstante los errores
<^«/es di " C0TpIemento se ¿Z^f*** Ba'"™, Berardi y
*ec"*oa llam Tñ°' Rai^undo d.P !- r°n máS tarde ,as J*
eo el Sis}oZF0 S°lam^ Se £,****• ot"> »bro sexto de
<*»aa y ení, En Su °r%en tSíí °' y desPué* las Oementina*
sof<* y T^^V^^éJS C0Dfusí(in en esta Fa"
idea« v eXD i,? \aíambicando el 2 Pernicioso de la Filo-
^ndoTcn 0,° t0d0 ^n oLP. 8amÍent°' osc"eciendo las
5Í,0^cayáTpnfalnd0 <dí?7 de ulteriores fines. C0m
^^onexcen P,ÍCació« YrlViJ^0 ¡& tentación
9°e briliarí P ,ODes honrojf ón> °ayeron en absurdos Ti
caDOn^aT°len GI estu*° de esra aIgUD0S hombres «n¿S
coí'ades n'r Cüraron también C,eDCÍa (1)' Los estudiante
■fcaS f. rqUe' COlM° -e dei 8°ir * simultanear ambas £?
Pa^ nyef es Co^o arf dn "I"0 a<kgÍ0 acadélní<». «^
rar«eipe ja Facult»*? ° sm bueyes.» * ^^O-
Si0 *? eo<-biadUatad f6 ^ de «- extravíos de ,as »
> t: r°*,Ios d--toresTfr;n e,sig,oxv"' ^ C^>
tos, Nevaban díc- y letrados, más oue ñ~ \ a% fe«*
^ ^ tanta trl^imT Caminos ^eñanl a Í^C
^auto^adas^re?^^ ""* de dife-tes y t *** 1*
l!íJUnsconsuItos Si61 estudioy,loquees peor Ls Ut*>0 J>
*****. y pre^ « domeño en ,a ffi^ **£
fí<*p/ritu esoaiwf, tes Pertu daciones. *' ^t^ **'
__ Panol marchó 1¡bremente
• I— S«"»a. Golmayo. etc.
L
— 74 —
la reconquista, creando á la sombra de la victoria una nueva
sociedad á quien servían de cimiento para su organización reli-
giosa, política y civil, las buenas reminiscencias del imperio
godo con las alteraciones que aconsejaban las necesidades del
momento y principios fundamentales de romana doctrina. Así
durante cuatro siglos florecieron los Estados castellanos, antes
de reaparecer exclusivas y preferentes las letras de aquella
sociedad, que no pudo sostener el pese de tantas glorias y la ex-
tensión de su poderío, reaparición seguida con entusiasmo por
los amantes de las ciencias. Los hombres de estudio se entrega-
ron ciegamente al culto de las doctrinas invasoras, abdicando
su nacionalidad, y enervando aquella marcha natural que es-
pontáneamente brotaba con vigor en nuestro suelo. Trajo la no-
vedad trilles consecuencias, preludio de tanta confusión para lo
porvenir y, aunque opuso el Clero tenaz y enérgica resistencia,
tuvo que recibir las prácticas romanas, cuando, por el prolon-
gado apartamiento de la Santa Sede, se pretestó purgar el rito
godo y después el muzárabe, que tan pura é incólume conser-
vaba la fe. Para perder toda esperanza se recibió con ardi-
miento el derecho civil de los romanos. En parte alguna era su
aparición más innecesaria que en España donde, aunque preva-
lecía el Fuero Juzgo y en él entraba por mucho la legislación
launa, en los tiempos á que nos referimos no tenía el derecho
mas fuentes que las necesidades y conveniencias de actualidad.
Los nuevos Concilios, Cortes nacientes, y la legislación de fue-
ros y cartas pueblas se alejaban de la legislación goda y más
aún de la romana.
De aquí una larga y prolongada confusión, pues los juriscon-
sultos y eruditos luchaban constantemente por la última, no
obstante que la legislación regnícola continuaba en su primitiva
tendencia á favor del romance, relegada el habla latina al sa-
cerdocio y á los letrados. En vano el sabio Alfonso dio cima al
proyecto más gigantesco de su tiempo formando en castellano
la elegante compilación de leyes, más filosóficamente eruditas
de la Edad Media, porque semejante autoridad, si fué admitida,
cayó en desuso, pese á sus romanas imilaciones. Los hombres
estudiosos lograron sobreponerse á sus contrarios; las Universi-
dades dieron cabida al derecho romano, y éste tuvo el apoyo de
- 75 -
los monarcas, cuyo bello ideal era la soberanía que Triboniano
y Ulpiano habían explicado. Las obras de Justiniano, el Código
ó diferentes leyes, las Pandectos ó Digesto, respuestas de los
jurisconsultos y decisiones imperiales, y la Instituía, principios
elementales de legislación para la gente del foro, constituyeron
la nueva Facultad en distribución y orden diversos.
Pueden verse en los Estatutos viejos de la Universidad de
Oviedo la manera y el método de su estudio. De las aulas pasa-
ron al Tribunal, donde las leyes patrias fueron aplicadas por las
doctrinas de los glosadores con gran fuerza de autoridad, intru-
sión limitada á Bartolo y á Juan Andrés, so pena de perder la
causa el litigante, el abogado el oficio y el suyo también el juez
y escribano (1). Desde entonces ya no hubo legislación ni estu-
dio posible, mas que el derecho romano de Irnerio, Búlgaro,
Acursio y del jurisconsulto francés Cujacio, más eminente que
sus maestros. Que el derecho patrio se había relegado, lo jus-
tifican cuantos glosadores y comentaristas aparecieron en Espa-
ña y, como queda dicho, en los Estatutos de la Universidad de
Oviedo, formados por dos Consejeros de Castilla y sancionados
por el Rey, nada hay que se refiera al derecho español. Código,
Digesto viejo é Instituía son, en suma, los conocimientos de
los que habían de administrar justicia y legislar en los Consejos.
Y no se crea que la poca importancia de una escuela naciente y
destinada al pequeño territorio de Asturias fuera causa de tan
escasos estudios; pues en Salamanca, en la ínclita Salamanca,
se enseñaba por método tan incompleto y vicioso como en
Oviedo. El prurito de glosar y comentar confundía en vez de
exclarecer y explicar, y en un sólo título se pasaba un año con
mil y mil interpretaciones. ¿Necesitaremos indicar que á las Le-
yes vinieron también los forzados recursos de la dialéctica, si-
guiendo el espíritu que entonces dominaba...?
De propósito nos hemos detenido en algunas consideraciones
para dar una idea, siquiera sea aproximada, de la antigua en-
señanza.
Así vivimos en los últimos años del siglo xvn, cuando no ha
mucho éramos admiración y pasmo del mundo por la guerra,
1.1) Mesa, Se m per, Marina, etc.
I
- 76
la ciencia y las artes. Con elocuentes frases lo expone el Sr. Gil
y Zarate: «Causa lástima nuestFa patria cuando la consideramos
á fines del siglo xrn. Perdida nuestra influencia política, venci-
das nuestras armas, repartido nuestro imperio entre príncipes
ambiciosos, despreciados en el orden intelectual, sin prestigio ni
consideración alguna en Europa, nulos en el campo científico,
infecundos en la industria, delirantes en literatura, extravagan-
tes en las artes la decadencia es completa; y el nombre espa.
Bol tan ilustre y venerado un tiempo, no se pronuncia mas que
para servir de escarnio.»
_
— 77 —
CAPÍTULO V
Siglo xviu. —Muerte de Carlos II y advenimiento de Felipe V.— Sigue la Uni-
versidad el partido de este.— Favores que le debe y á los Consejeros Pa-
ranza y Argandona.— Estatutos nuevos.— Penuria de la Universidad y arbi-
trio provincial de medio real en fanega de sal, por protección de la Junta
general del Principado.— Cambios, aumentos y creaciones en la enseñanza
y personal. — Cátedra de Matemáticas. —Disposiciones de Felipe V, Fernan-
do VI y Carlos III en favor de la Instrucción pública.— Expulsión de los
Jesuítas.— Significación del P. Feijóo, catedrático de la Universidad o veten
se.— Informe de 16 de Octubre 1767.— Leyes y Cánones.— Su Academia.—
Facultad de Teología.— Controversias de seculares ó manteistas y regula-
res.—Academias de Filosofía y Teología. — Innovaciones en el antiguo siste-
ma de lecturas. — Examen y discusión de un libro de texto. — Consejeros di-
rectores y Censores regios de las Universidades.
Principiaba el siglo xviu con la extinción de la regia Casa
de Austria en España.
Juguete de ambiciosos cortesanos, Carlos II el Hechizado
fué inconstante y fanático, retrato fiel de su reinado desastroso;
murió en l.° de Noviembre de 1700 y recogió su disputada he-
rencia el principe francés Duque de Anjou, con el nombre de
Felipe V.
No tenemos espacio para examinar aquí el cambio de dinas-
tía y considerarla en relación con la cultura pública; más dire-
mos con el erudito académico Sr. Cueto que, si con el nieto de
Luis xiv no venía el esplendor del poder ni el iris de la paz, ve-
nia, al menos, la luz de la esperanza. Aniquilado el país por el
gobierno del último rey austríaco, tuvo con el primer Borbón
mayor ensanche de relaciones con el extranjero, donde, por
Felipe II estaba vedada la educación de los españoles (1). Aún
Ui Pragmática de 22 de Noviembre de 1559; lcg. x.a, ttt. IV, lib. VIII, Nina. Ron.
L
- 78 -
después de una represión de doscientos años hubo alguna re-
sistencia á las reformas; pero, al fin, principiaron en el siglo xvm
para ser ciertas y fecundas en el xix.
Es sabido que en las guerras de sucesión siguió Asturias el
partido de Felipe V, cuando con inusitado entusiasmo y decisión
le proporcionó hombres, armas y dinero y rechazó insinuacio-
nes del Archiduque por conducto del marqués de las Minas y
conde de la Carzana. Con el cambio de dinastía presintió la Uni-
versidad mejoras en su condición y abrazó la causa del animoso
monarca francés con invariable lealtad, no obstante la incierta
fortuna de los primeros años. A manera de hidalgo pobre ó de
señor nuevo, se daba á sí misma el dictado de muy ilustre
é insigne, y se atrevió á nombrar representante en las Cortes
llamadas á prestar juramento de fidelidad al Rey, sin ver que la
convocatoria se dirigía solamente á Salamanca, Valladolid y Al-
calá, como Universidades mayores.
Se propuso con tal homenage hallar propicio á S. M. en la
confirmación de esta Escuela y la alcanzó en momentos críticos,
mediando en ello el marqués de la Paranza y el consejero Ar-
gandona, antiguos alumnos del Establecimiento.
El tiempo, con su esperiencia, pedia la modificación de los
Estatutos viejos, y por el Consejo de ,22 de Septiembre de 1707
dio Felipe V los Nuevos, que no alcanzaron la consideración
de los antiguos, pues se redujeron á reproducir y derogar en
parte las apresuradas reformas de Felipe III.
En lo sustancial no variaba la organización antigua del Esta-
blecimiento como se nota comparando los respectivos títulos de
ambos Estatutos. Los del animoso Rey francés fueron aclara-
ciones y modificaciones de los primitivos, reducidas á los si-
guientes extremos: reelección del Rector por otro año más; su-
presión de las cátedras de Digesto viejo y de Código; aumento
de multa á doctores no asistentes á Claustros; mudanza de horas
para que los canonistas simultaneasen mejor sus estudios con
los de leyes; celebración de conclusiones anuales por los maes-
tros y doctores de la Escuela; sustitución temporal de catedrá-
ticos y multas por falta de asistencia; perpetuidad de las cáte-
dras de Prima y Vísperas siendo las demás cuatrienales con
oposición ante el Rector y Claustro y votación también por los
— 79 -
oyentes que acrediten larga asistencisr, ceremonial de los grados
mayores, principalmente para el acompañamiento, insignias y
vejamen; sustitución del Notario-Secretario; acompañamiento
del Rector por los oficiales é intervención rectoral en el nom-
bramiento de éstos que hacia el Patrono; asistencia ¡que ingrata-
mente había decaído! á los aniversarios por el ánima del Sr. Ar-
zobispo fundador en Iglesia Catedral y Capilla universitaria, en
donde los capellanes no celebraban las misas que debían, y se
les recuerda, por lo que el Rector debía visitar la Capilla cuando
las cátedras; distribución de las rentas y derechos de la Escuela
por terceras partes para fiestas religiosas, conservación del
edificio y gastos en pleitos y comisarios, disponiendo una pe-
queña arca más para los derechos de grados; custodia bajo tres
llaves del Archivo académico en la indicada Capilla con el ma-
yor cuidado en la entrega y saca de papeles; cuentas anuales
por el Redor y Diputados de Hacienda, asistiendo los oficiales;
y creación del cargo de Primiciero con intervención en varias
de las anteriores disposiciones y en otras ya indicadas en pági-
nas precedentes.
Estas indicaciones de los quince primeros títulos de estos
Estatutos nuevos eran traslado de una Real Pragmática de Fe-
lipe III á 12 de Julio de 1618, que ya hemos referido en la
pág. 58; el título xvi se refiere al recibo y acatamiento de la
regia disposición en apresurado y poco concurrido Claustro
de 2 de Septiembre siguiente; el título xvn es otra Real Pragmá-
tica de 17 de Mayo de 1619 del mencionado Felipe 111 dero-
gando extremos anteriores por reclamación del Obispo leonés,
curador del Patrono universitario, y de catedráticos. Finalmente,
sobreponiéndose el Consejo á las intrigas personales y cuestio-
nes locales del Claustro, inclinó el ánimo del Monarca para que
reviviesen las Cartas y provisiones regias de 1618 y 1619, que
son la parte sustancial de tales Estatutos nuevos.
Continuaba la penuria de la Universidad, y ésta aprovechó
el regio favor con ayuda de la Junta general del Principado
solicitando en 1733 el arbitrio de medio real en fanega de la sal
consumida en Asturias, concedido á la Catedral para reparar la
bella torre gótica, arruinada en 1722; caducaba entonces (1730)
y en vista de sus cortos medios, pedía ese rendimiento para
V
— 8o —
restablecer cátedras, crear 'otras y dotar mejor las antiguas, que
lo estaban muy pobremente. A las necesidades primeras acudió
la Provincia con 6.000 reales, cuando, para apoyar la pretensión
nombró comisarios y, con los del Claustro, hizo el arreglo, al-
canzado que fué el arbitrio, por Reales Cartas de 22 de Octubre
de 1734 y 16 de Julio de 1736. Fueron aquéllos D. José Bernal-
do de Quirós, marqués de Campo-Sagrado, y D. Joaquín del
Rivero, en ausencia del marqués de Ferrera, y por la Corpora-
ción escolar los doctores D. Fernando de Quirós, catedrático de
Decreto, y D. José Benito deViJJaverde, á cuyos esfuerzos coad-
yuvó con probado patriotismo D. Ignacio Menéndez Valdés, á
quien se recompensó por adelantos de fondos en la comisión
á Madrid y otros gastos, proponiéndole al Real Consejo, por una
vez y sin opositores (sic) para la cátedra de Teología de Regen-
cia, sacándose á oposición las restantes (1). En vista de la
real concesión, en 1737 se formó el reglamento para la distri-
bución, y en él puede verse lo amenazada que á desaparecer es-
tuvo la Universidad.
En los razonamientos para la regia gracia se manifestaba que
«la pretensión de la Universidad es de notoria utilidad al Prin-
cipado, que se interesa su honor por los muchos varones ilus-
tres que han ocupado las mitras y primeras togas de esta mo-
narquía, que han debido su primera enseñanza á estas escuelas,
y han aumentado el lustre y estimación de su patria; y siendo
justo que se le continúe el origen y manantial de estas honras y
conveniencias, y que se cultiven las ciencias y las artes á que
nacen tan dispuestos los genios del pais, y siendo igualmente no-
torio que el estado actual de las rentas de la Universidad no per-
mite la continuación de la enseñanza, y que por falta de fondos
para pedir la subsistencia de los catedráticos seria preciso ce-
rrar las puertas de la Escuela». Y otra vez más recordaban que
las rentas primitivas dejadas por el Arzobispo erector para las
diez y seis cátedras fundacionales, mermadas en la testamenta-
ria del Sr. Valdés hasta 44.000 reales de renta al año en juros,
bajaran después á 1 i.000 reales, aunque en parte remedió el
descenso el Rey Felipe IV en el año de 1645. ¡Qué temores no
w\ Archiw1 de !a Diputación provincial —Libros de Actas.— Juntas de 76 de Mayo de
1*1», de n y 1* d* Mayo de i"»?o- de «4 de Febrero de 1752: tic >S de Mayo de 1733; de 39
dr N;*«W**J* 1^34 y de 17 de Junio de 1739
— 8i —
embargaron los ánimos de los habitantes de Asturias con este
peligro, funesto también para no pocos de León, Galicia,
montañas de Burgos y Vizcaya, que asistían á las aulas ove-
tenses!
Otorgado el impuesto, á más de reservados los juros para
la Fábrica, mejoró el plan de enseñanza y se dispuso un peque-
ño aumento en los exiguos sueldos. Se crearon las cátedras lla-
madas de «Regencia», de provisión cuatrienal, y en ellas se leyó
Instituía de Justiniano á los legistas, á canonistas la de Derecho
canónico y á teólogos la de Instituciones teológicas.
La plantilla universitaria fué como sigue:
Reales Mvs.
Facultad de Teología
Cátedra de <« Prima» (antes dotada con 2.696
reales y 3 maravedises) á
De «Vísperas», de 1.608 rs. y 15 marvs., á
De «Escritura», de 1.073 rs. y 18 marvs., á
De t Santo Tomás >, de 591 rs. y 6 marvs., á
De «Regencia», (creada)
2-753
1.650
1. 100
800
1.500
Facultad de Cánones
De «Prima», el mismo «alario antiguo de
De «Vísperas», idem
De «Decreto», idem
De « Sexto», idem
3.01 1 27
2.010 18
1.005 6
1.005 6
Facultad de Leyes
De « Prima» , el mismo sueldo antiguo de . . 3011 27
De «Vísperas», idem 2.019 *8
De clnstituta», de 535 rs. y 28 marvs., á . . 800
De «Regencia», (creada) 1.500
Facultad de Artes
De aSúmulas», el mismo sueldo antiguo de .
De «Lógica», ídem
De «Filosofía», idem
De «Matemáticas», (restablecida)
De «Cántico», ei mismo salario antiguo de .
804
6
804
6
804
6
1.500
301
23
i
— 82 —
Reales Afvs.
Oficiales
Secretario, de 535 rs., á 550
Capellanes, el mismo salario antiguo de . . 735 3°
Bedel, ídem 392
Alguacil, idem 389 7
Portero, idem 195 15
Sacristán, por salario, vino y hostias. . . . 220
Relojero, por salario, quiebras menores y re-
partimientos 275
Mayordomo (con intervención del Principado). 220
Importaba el repartimiento 29.546 reales y 28 marvs., y del
total á repartir de 34.826, resultaba un sobrante de 5.289 reales
y 28 marvs., para cuya inversión se dieron disposiciones.
En el indicado Reglamento, acordado por la comisión de
diputados y catedráticos y aprobado por el Rey, se disponía
también que la dotación de las dos cátedras trienales, una de
Teología y otra de Instituía, fuese íntegra de 1.500 reales cada
una si los catedráticos eran doctores ó licenciados, y la tercera
parte hasta que se graduasen, con la obligación extraordinaria
de presidir un acto menor cada tres semanas bajo multa de
treinta reales para el bachiller ó graduado que le supliese; que
dichas cátedras de Regencia de Teología serían alternas entre
regulares y seculares, dándose gratificaciones y concediéndose
gracias á los opositores por sus actos y auxilios á los trabajos
académicos; que se impusiese á todos los catedráticos menores
de sesenta años la obligación de un acto mayor bajo multa de
cien reales y propina de sesenta á los actuantes, y que los gra-
dos de bachiller fuesen con acuerdo del Claustro, precediendo
el mismo orden é informe que en los de licenciado.
Para mejor cumplimiento de esta disposición, veló por ellas
la benemérita Junta de la Provincia, como por la duración, al-
ternativa y dotación de las cátedras (1).
Las Matemáticas, miradas con preferencia, fueron puestas á
cargo del bibliotecario, que enseñaba Aritmética y Álgebra por
(i ) Archivo de la Diputación provincial. — Actas.— Juntas de 6 y 22 de Junio de 1745. — Di-
nutación de 8 de Marzo de 1741.— Juntas de xo y 15 de Junio de 174a y 6 de Junio de 1748.
- 83 -
el P. Tosca. En esta asignatura se interesaba el diputado D. José
Tejero y más tarde, en 1749, entrometióse en ella un doctor
elevando improcedente recurso al Principado. Por medio de un
oficio, la Universidad participó al marqués de Campo-Sagra-
do que dicho graduado se había opuesto á todo lo determinado
en el Claustro, y con la mayor arntonía contestó á este la Pro-
vincia que, lejos de suprimirse la cátedra de Matemáticas, se
haría el último esfuerzo para la creación de dos (1). Cobró, pues,
la Escuela más vigor y aliento cuando se reanimaron visible-
mente sus Estudios.
Felipe V y Fernando VI ayudaron, aunque tímidamente, al
desarrollo literario y pedagógico, no creyéndose fuertes para
vencer pronta y radicalmente tanto fanatismo y atraso contra
los que luchaban sus ministros Macanaz, Campillo, Ensenada y
otros. Del rey francés fueron varias disposiciones en materia de
enseñanza, terminante recuerdo á los Claustros para que los
maestros, profesores y estudiantes no hablasen ni disputasen
dentro de los patios y aulas académicos sino en lengua latina
como en las oposiciones á cátedras en que seria circunstancia
especial tal predilección por la lengua erudita; determinó las
ternas para el Magisterio y que en él nombramiento no se aten-
diese al turno de teorías y sí al mérito de los opositores, votando
en secreto los Consejeros. Su hijo Fernando protegió á literatos
estudiosos, que crearon la escuela de crítica históHca, y á otros
estudiosos que se inclinaron al Derecho patrio; y uno y otro mo-
narca dictaron órdenes prohibitivas de impresión y circulación
de libros sin real licencia, mientras que en el gobierno del pri-
mero se fomentaban el regalismo y el jansenismo (2).
Daba importancia á la Universidad de Oviedo la voz más au-
torizada que, por muchos años, alcanzó el profesorado español.
Era la del P. Feijóo que, como Bacon en Inglaterra y Descartes
en Francia, fué en España el iniciador de gran revolución en
las ideas y quien «encendió la antorcha de nueva filosofía». Este
célebre benedictino recibió aquí los grados académicos, alcanzó
(i) Archivo de la Diputación provincial.— Libros de Actas.— Juntas de ix de Junio de 1739
ya8tk Abril de 1769.
(a) Jansenismo y Regalismo en España, por el P. Manuel M. Migúele*. —fallado -
lid, 1895).
- 84 -
cátedras y recorrió las categorías de su Facultad de Teología (1);
derramó con sumo talento erudición variada y libre; combatió
con aplauso general en obras leídas con avidez las preocupa-
ciones del vulgo, y declaró guerra al atrasado plan de estudios
para purgar de fútiles y locuaces fórmulas el infecundo método
dialéctico. Al leer las obras de Feijóo debe considerarse el tiem-
po en que se publicaron aquellas valientes y atrevidas doctri-
nas, bien expuestas aunque en estilo dado al galicismo; hay
que figurarse al monje innovador expuesto A persecuciones de
que le salvó la protección del soberano. «La memoria de este
varón ilustre, ha dicho Campomanes, será eterna entre nosotros
en tanto que la nación sea ilustrada, y el tiempo en que ha vivi-
do será siempre notable en los fastos de nuestra literatura. Efec-
tivamente, concibió el proyecto, no menos atrevido que honroso
de atajar el torrente de errores y preocupaciones que á España
inundaba, y desde su reducida celda de Asturias se lanzó á lu-
char contra la irrupción de malos escritores, que amenazaban
dejar completamente yermos los campos del saber.»
Estábamos en época de innovaciones. Es notable y luminoso
el informe del Claustro ovetense de 16 de Octubre de 1767 con-
testando á la orden del Consejo de 16 de Septiembre sobre pro-
visión, número de cátedras, ejercicios de oposición, votación,
libros de texto, estudio en las Facultades y mejora de las rentas.
Había entonces cinco cátedras en Teología, cuatro perpetuas
y una trienal; en Cañones, cuatro; en Leyes otras cuatro, pero
trienal la de Instituta; y en Artes cinco con la de Matemáticas y
Canto. El cuerpo académico manifestaba la conveniencia de
crear varias de Regencia ó elementales, que abrazasen la cien-
cia, con especialidad en la Facultad de Teología dogmática,
(i) Existen en el Archivo de la Universidad, una Carta del Consejo de a6 de Septiembre
de 1736 ordenando al Claustro que informe sobre una solicitud del P Feijóo para que se le
permita hacer oposición, no obstante estar jubilado de la de Vísperas; una Real Provisión de 9
de Noviembre del mismo año, accediendo á su pretensión; y otra en que se le concede jubilación
de la Prima por R. P. de 13 de Mayo de 1739, Se conservan también otros documeutus y au-
tógrafos del sabio benedictino, así como la cátedra que ocupó desde 1709 á 1764 en la Capilla-
Paraninfo.
La influencia de este célebre profesor ovetense en la enseñanza y cultura nacionales fue
grande por el interés que despertaron sus obras. Entre otros estudios mencionaremos: «De lo
que conviene quitar en las Súmulas», * De lo que conviene poner y quitar en la Lógica y Me-
tafísica», y á este tenor muchas y variadas materias de que trata en sus Discursos y Cartas
eruditas, como «Tiempo que pierden los estudiantes por la mala enseñanza*, «Aprobación de
libros», «Arte de la Memoria», «Autoridad científica», «Dialéctica y Filosofía», «Lenguas»,
«Sistemas filosóficos», «Santo Tomás de Aqutno», etc., etc. Las polémicas de Feijóo impulsaron
la refonva de los estudios medios en sentido esperimentalista.
- 85 -
siendo necesario que explicase el maestro señalando libro de
texto, pues sujetándose á Estatutos se notaba poco aprovecha-
miento y escaso alcance. Otro tanto sucedía en la de Cánones
donde se aprendían escasos títulos, siendo infinitos los del De-
creto, Sexto, Decretales, Concilios, especialmente el de Trento,
que pasaban sin conocer y no se daba á la Disciplina especial
de España consideración alguna particular, pues el derecho ca-
nónico que se estudiaba era el general. En Leyes estaban años
y años en la Instituía, sin saludar los elementos de nuestra le-
gislación, como Nueva Recopilación de Castilla, Autos acorda-
dos, Ordenamiento Real, Siete Partidas, Fuero Real, Fuero Juz-
go, etc. y, por supuesto, sin asomo ni noticia de español dere-
cho regional. Esta preterición del derecho nacional venía de
lejos: concretamente de los Reyes D. Juan II y los Católicos,
aunque éstos procuraron emendarlo en las leyes 1.a y 2.a de
Toro; pero las Universidades y los más ilustres jurisconsultos
siguieron con su predilección por el Derecho romano en las en-
redadas «antinomias» y paradojas de que nos hablan Vázquez
Menchaca y D. Nicolás Antonio, fruto de aquella extraña en-
señanza jurídica, que describe Bermúdez de Beraza en su «Arte
legal para el estudio de la Jurisprudencia», y acusan el académi-
co Medina en una Representación, el Arzobispo Críales en Carta
á Felipe IV, el Consejero Mora en una Memoria, en su letra muer-
ta de los autos acordados de 1713 y 1741, pronto olvidados,
Castro en los «Discursos críticos» y Ensenada en el proyecto de
Código. Muchos documentos más prueban la ausencia del De-
recho patrio de nuestras aulas durante tantos siglos, aunque
otra cosa sostenga el Sr. La Fuente, sin que tuvieran importan-
cia ni séquito contadas obras como las de Pichardo, Galindo,
Torres y Pérez Valiente, que acometieron la referencia y com-
paración con nuestras leyes y los estudiantes las comenzaban á
conocer en Academias y pasantías particulares (1). Esto apre-
mió más en Asturias desde que, no satisfaciendo los Corregido-
res togados y la dificultosa intervención de la Chancillería de Va.
lladolid, por Real Cédula de 30 de Julio de 1717 se estableció el
Real Acuerdo y Audiencia del Principado, creándose un foro
(i) De esta interesante materia hicimos especial estudio en nuestro discurso inaugural uní-
verÁurío (Oviedo, 1877) reimpreso por la Revista de Trt'áuna/es (Madrid, 1878).
- 86 —
provincial y teniendo ya más ancho campo el ejercicio de la
Abogacía, principalmente en Oviedo. Requerían los estudios de
la dispersa legislación española mucho tiempo, aunque se podía
explicar según distribución del Claustro, procurando para más
ilustración, las oportunas concordancias con el derecho roma-
no. («Empezando á estudiar asi, leemos en el Informe, se comen-
zaría á saber y, en el orden de los Estatutos, el más aplicado
nada sabe para ser letrado. En las leyes de Partida tiene presen-
te V. A. (el Consejo) toda la sabiduría legal, y si estas leyes se
explicasen por la impresión en 4.° es preciso aumentar otra cá-
tedra para el repartimiento de tomos por el Claustro.»
El anterior dictamen estaba pidiendo variaciones en la or-
ganización de la Escuela, y alguna se llevó á cabo. Vino de
aquí la instalación de una Academia para civilistas y canonistas,
donde se disertaba sobre puntos teóricos de nuestra legislación
y de la Iglesia se sustanciaban causas civiles y juicios canóni-
cos. La fundó D. Luis Armiñán Cañedo, fiscal honorario de esta
Audiencia y catedrático de Vísperas en la Facultad de Cánones,
por lo qué agradecida la Academia acordó en 1765 pintar y co-
locar en sitio de honor el retrato de este su primer presidente y
maestro, en memoria de una institución provechosa de donde
salieron distinguidos magistrados que aumentaron el lustre de
la toga. La fundación de Armiñán fué notable.
Envueltos los estudios teológicos en la infecunda controver-
sia de encontrados maestros, eran no lugar de razonada discu-
sión doctrinal y sí campo encarnizado que convertía las escue-
las casi en un pugilato. Aumentábase la división porque los
graduados seculares aspiraban á alternar con los regulares que,
por juro de heredad, venían desempeñando las cátedras de tur-
no, sucediendo Escoto á Santo Tomás y á ambos los congruistas
de la Compañía. Los seculares ó o manteistas*, como se decía,
los particulares y la Junta del Principado no consideraban en
mucho á los Religiosos; pues, como escribía el P. Feijóo en in-
forme que obra en el Archivo universitario, «con ser este país
tan finamente católico no faltan en él, asimismo que en otros,
quienes se esfuerzan (lo que no se puede recordar sin mucho
dolor) á hacer aquí el nombre de fraile tan odioso ó por lo
menos tan tedioso como lo es en Londres, Ginebra ó Berlín».
- 87 -
Los manteistas pidieron auxilio á la Junta General que, habien-
do alcanzado el arbitrio de la sal, se creía con derecho á inter-
venir en la Escuela y con especialidad en las cátedras de nueva
creación. Dos doctores representaron allí sobre el agravio que
se les infería desempeñando los Religiosos la Facultad de Teo-
logía y pidieron se solicitase del monarca nuevo arreglo en la
enseñanza. Ordenó el Regente presidente Sr. Berdeja se leyeran
varios títulos de los Estatutos académicos y algunas leyes del
Reino é indicó que, sin real licencia, no se tratase este asunto
y ningún Vocal se propasase á interpretar la ley contentándose
con obedecerla. Fué necesario recurrir auna votación, haciendo
acuerdo el diputado gijonés Marqués de San Esteban del Mar,
conviniendo en pedir permiso á S. M. para formar la Provincia
un plan más conveniente al país. El Consejo 'desoyó la pre-
tensión en vista de las razones del Reverendísimo P. Feijóo; pero
la violenta expulsión de los hijos de San Ignacio de Loyola puso
fin al turno perjudicial por Real Cédula de 24 de Diciembre
de 1768.
En Oviedo, cumpliendo muy ocultas disposiciones del conde
de Aranda al Regente Sr. Beyan, se constituyó en arresto á los
PP. y Colegiales de San Matías en la noche del 2 de Abril de
1767, con aparato militar y extremadas medidas, haciéndo-
les marchar custodiados en la madrugada, camino de Gijón
donde fueron embarcados para el extranjero. Suceso fué y será
este muy discutido en sus causas, procedimiento y resultados
para la cultura (que por el momento se resintió) y no cabe dudar
que dentro y fuera del Claustro ovetense, ya olvidada la antigua
resistencia á los Jesuítas, fué sentido y reparado. La Diputación
provincial suplicó por entonces se aplicasen á la dotación de
cátedras los bienes de la Compañía (1) que más aprovecharon al
Ayuntamiento de Oviedo, según veremos tratando de la Ins-
trucción primaria.
En Claustro de 2 de Diciembre de 1767 expusieron varios
graduados teólogos y artistas que, establecidas academias de
Filosofía y Teología en los conventos de la Ciudad, en el de
Santo Domingo se habían suscitado banderías y escándalos de
(i) Archivo de la Diputación provincial.— Libros de Actas.— Junta de J5 de Junio de 1757
y Diputación de 20 de Agosto de 1767.
- 88 -
funestas consecuencias porque en ellas tomaba parte el pueblo
y se había elegido presidente y, gemnisiarca á quienes no te-
nían grado alguno; y, reconociendo la utilidad de tal institu-
ción, se manifestó que la gran concurrencia en el Monasterio
disminuiría abriendo otra Academia universitaria con regla-
mento formado por el Claustro. Al discutir el proyecto se re-
cordaron antecedentes (1); se dijo que los estudiantes habían
faltado al respetable Prior y Académicos de Santo Domingo; y, al
demandar una satisfacción para éstos, se opusieron los seglares
protestando buena armonía y pidiendo que la Escuela protegiese
á sus hijos contra siniestros informes. Hubo con este motivo
acalorados incidentes; y el Sr. Canga, refiriéndose á una alusión
del Dr. Villaverde sobre si el establecimiento admitiría desecha-
dos, dijo: «que la Universidad no era Roma en mantillas para
poblarse de espulsoso. Se vino á tomar acuerdo y, al abrogarse
el Rector el derecho de dar la satisfacción, hubo protestas que
fueron desatendidas abandonando sus autores el local de la se-
sión. Por fin, á principios de 1769, se establecieron Academias
de Teología y Filosofía con reglamento y directores para ambas
Facultades ó escuelas, siendo de los Tomistas el Dr. D. Juan
del Villar, deán de León, y el P. Gómez, franciscano, de los
Escotistas. Los académicos bachilleres celebraron ejercicios
y funciones con gran lucimiento, no siendo de olvidar el «diálo-
go» que en obsequio de su Patrón representaron los Angélicos
en Marzo de 1774.
Pero el rasgo que más caracteriza el celo de los maestros
de la Universidad fué la innovación realizada á mitad del
siglo xvm acabando con el sistema de lecturas, como aque-
llas se llamaban, porque los catedráticos eran lectores y leían
sus explicaciones. Este insuficiente y atrasado método se redu-
cía á un cuaderno en que llevaban anotados los puntos capita-
les de su doctrina; el discípulo recapitulaba en el suyo la opi-
nión del maestro, y aquel cuaderno, copia de otra copia donde
se hacinaban sin concierto leyes romanas, decretales, glosas y
glosadores, era tan poco provechoso como falto de seguridad
para el alumno. Adoptaron pauta más segura sujetándose á
(i) Archivo de la Universidad. —Libros de Actas.— Claustro' de 23 de Mayo de 1760 donde
se leyó un dictamen del P. Carrera y del Dr. Armiñáu sobre análogo asunto.
- 89 -
libro de texto y explicaciones regulares, dejando de ser rutina-
rios y casuistas.
Para dar una idea de cómo se escogían y aprobaban estas
obras de enseñanza, puede verse la discusión sobre las Institu-
tiones Pkilosophia por Pedro Leridano (1). Los alumnos y
sus padres se quejaron repetidamente á la Corporación de
que nada adelantaban en Súmulas por aquel libro y, para cono-
cer la razón de tal denuncia, excitó el Rector á los catedráticos
teólogos á emitir su opinión. Manifestó el maestro Carrera que
no era digno de un Cuerpo respetable y serio votar si convenía
ó nó enseñar la Filosofía por un curso, no solamente descono-
cido sino disfrazado y oculto en signos, á más de hallarse en él
no pocas proposiciones falsas, algunas nada piadosas, otras
escrupulosas y mal sonantes; y pedia se consultase á Salamanca
para dejar un autor sin apego á los antiguos doctores, mientras
tenía un método «perjudicial á la juventud con varios sistemas
y doctrinas de modernos, que siempre, entre nosotros, se ha
impugnado y reprobado». Fortalecía sus argumentos con citas
y textos y exclamaba por último: «Tenemos la dicha de ser va-
sallos de un Rey, que tiene por singular estima el glorioso re-
nombre de católico y, como tales, debemos mirar con escrupu-
loso reparo hasta los ápices menos puros en la religión y en el
dogma, por lo que opino, salvo meliori, que desde el día se
prohiba y que nada se ignove, Ínterin la Superioridad no mande
enseñar por autores determinados»). Así opinó Carrera, en quien
pesaba como una losa de plomo el amor á doctrinas añejas, la-
tentes entonces al perder su predominio y prepararse á reñir
batalla campal con las ideas modernas. Con él votaron algunos
teólogos excluyendo á dicho autor que se discutía; otros, más
moderados, lo aplazaban para un informe detenido; y á éstos
se agregaron varios juristas. Algunos expusieron que no con-
venía abandonar la elección del libro al Catedrático, porque
se mezclarían afectos particulares en daño de la mejor enseñan,
za; unos pocos quisieron consultar á la Real Cámara; y, entre
tantas opiniones, vino á prevalecer la del Dr. Hevia, que protestó
de nulo cualquier acuerdo para impedir la enseñanza por Len-
to Archivo de la Universidad. —Libros de Actas. — Claustro de 26 de Abril de 1771.
— 9o —
daño, tenido por útil con licencia de S. M. y Señores del Consejo,
auténtico testimonio de recomendación. Continuó la obra por
aquel curso, autorizado el Catedrático para elegir en el si-
guiente.
Poco á poco se caminaba á mejor y amplio criterio y se re.
conocía la necesidad de mejorar los embrollados y diversos
planes de tales estudios. Bajo el influjo de las ideas entonces
dominantes se siguió para lograrlo el procedimiento de la cen-
tralización.
Tendiendo á este sistema y á la unificación de los estable-
cimientos de enseñanza, en 14 de Marzo de 1769 se creó para
estos el cargo de Consejero-director, desempeñado por uno no
procedente de la Universidad ó Colegio á que se le destinaba.
Si bien con amplísimas atribuciones, vino la comisión á ser ho-
norífica, ya por oposición que hallaron tales magistrados, ya por
no ser fácil el encargo de investigar, dirigir, reformar estatutos,
rentas, matrículas, oposiciones, cátedras, ejercicios, etc., de las
Escuelas por medio de comunicaciones frecuentes con los Rec-
tores y Claustros, de cuyos acuerdos debían enterarse minucio-
samente. Desde antiguo arreglaban las cuestiones universitarias,
primero los Consejeros albaceas y después el Protector, indi-
viduo del Consejo de Castilla ó de plaza en la Cámara real;
pero aquí fué general la medida. Así desempeñaron la dirección
de la de Oviedo D. Francisco Mata Linares (1769), D. Blas Hi-
nojosa(1780) y nuestro ilustre paisano D.Bernardo Riega (1803).
Vinieron también los Censores regios en 6 de Septiembre
de 1770 para velar principalmente los temas, conclusiones y
ejercicios, que se defendiesen en las Universidades y pudieran
ser contrarios á las extendidas regalías del Rey, leyes naciona-
les, concordatos, etc., las doctrinas favorables al tiranicidio y
regicidio ú otras semejantes de moral laxa y perniciosa; dispo-
niéndose también con extremoso recelo que el Censor t revelara
con particular cuidado las dedicatorias, así en la sustancia como
en los dictados y ponderaciones, pues reduciéndose á imitar
una carta en que se dirigen las teses al patrono, que se elige por
Mecenas, es cosa ridicula declinar en alabanzas cansadas y en
adulaciones manifiestas: método muy contrario á la simplicidad
filosófica de un literato, que debe explicarse sin afectación y
— 91 —
con naturalidad en términos decentes y concisos». Cerca de la
(Diversidad ovetense desempeñaba el cargo de Censor el Fiscal
de la Real Audiencia. No estaba mal el consejo; y era el caso
que el Censor había de procurar también hasta que la latinidad
de las conclusiones fuera correcta y natural sin anfilologías ni
oscuridades misteriosas.
Después del empeño secular en mantener la lengua de los
sabios, con olvido de la propia y popular, los esfuerzos resul-
taban casi baldíos.
— 93 —
CAPITULO VI
Mejoras en la Instrucción pública por los Ministros de Carlos III. — El Conde
de Campomanes reformador de la Universidad de Oviedo.— Nueva organiza*
ción de los estudios. — Plan de 1774 para la Escuela ovetense. - Oposición
de algunos catedráticos. — Protección de la Junta General del Principado
para el establecimiento de varias cátedras. — Facultad de Medicina fundada
por el Obispo Sr. Pisador y acuerdos para ello del Claustro, Cabildo-Cate-
dral, Ayuntamiento de Oviedo y la Provincia. — Escasos resultados de las
nuevas aulas y su desaparición. — Extensión de la enseñanza, fuera de la
Universidad, por las Ordenes religiosas. — Incorporación de estudios y ma-
trículas diferentes.
Tuvo Carlos III ilustrados ministros que, conocedores de las
necesidades de los pueblos, miraron con interés el estado de la
Instrucción pública. Preparando de antemano el camino, tuvo el
Gobierno más directa y frecuente intervención en las Escuelas,
españolas, que demandaban mudanza y arreglos en su modo de
ser y desarrollo.
La reforma de los estudios, como otras muchas de la admi-
nistración, apareció muy principalmente cuando los canceles
del Supremo Consejo de Castilla se abrieron al nuevo fiscal
D. Pedro Rodríguez Campomanes, honra y prez de la provincia
asturiana. Pronto con su vasta sabiduría avasalló la del Consejo
y emprendió el arreglo de las Universidades con el concurso del
célebre Floridablanca. «Campomanes vio los establecimientos
caducos y desiguales los métodos de estudios, abandonadas las
ciencias exactas y naturales, olvidadas las lenguas sabias de la
antigüedad, divididos los profesores del dogma en necios, vanos
y perjudiciales partidos, y absolutamente ignorados los princi-
pios de la justicia universal, que unen entre sí las naciones di-
versas del globo» (1).
(i| Elogio del Excmo. Sr. Conde de Campomanes por el académico D. Vigente González
Aroao; (tomo V. de la¿ Memorias de la Real Academia de la Historia).
— 94 —
Aunque con resistencia de los Claustros, el Consejo princi-
pió los cambios académicos tras del plan del infortunado Olavi-
de en 1769 para Sevilla. La orden de 28 de Noviembre de 1770
pidió dictamen á las Corporaciones universitarias para suprimir,
modificar ó crear asignaturas arreglándose á la mente del
Fundador, y de esta manera se inició paulatina é indirecta-
mente la gloriosa tarea de reorganizar y reconstituir los estudios
españoles. De 1771 y 1772 son respectivamente los planes de
Salamanca y Alcalá, no debiendo omitirse en estas páginas as-
turianas que uno de los firmantes y de los que mas trabajaron
en las reformas de la fundación del gran Cisneros fué el Viee-
Rector, nuestro paisano D. Romualdo Món y Velarde, después
insigne prelado.
La actividad del Fiscal avivó el despacho remitiendo á la
Corporación ovetense las bases de la de Alcalá, y desde aquí se
mandaron otras bases ó constituciones dispuestas principalmen-
te por el Catedrático D. Felipe Canga Arguelles que, modifica-
das, no tardaron en convertirse en la Real Cédula ó Plan de 12
de Abril de 1774 (1). Todo cuanto existía mejoraba por él. A la
Universidad le dio la superintendencia general de los estudios
de Latinidad en el Principado; con fondos de ios maestros del
Colegio de San Gregorio, dotó las Cátedras de Lengua griega, de
que se encargó el erudito traductor de Marco Aurelio; también
organizó muy atinadamente las Matemáticas, y en las Artes des-
terró la superchería de ciertas doctrinas, descartándolas por inúti-
les. Se regularizó la carrera de Leyes y, sobre el estudio del De-
reóho romano, estableció el Civil y Canónico con el de nuestras
Leyes según los patrios y olvidados Códigos. La de Cánones,
predilecta del sabio Conde, mejoró con obras para explicar el
maestro y libros donde estudiar el discípulo. Los textos concilia-
res, la Disciplina general de la Iglesia y particular de España, la
Historia eclesiástica, los Concordatos y los recursos protectores,
que constituían aquel broquel de hierro de las regalías de la co-
rona, formaban el canonista á quien se recomendaba Van-Spen
Engel y Lanceloto con mejor doctrina y método que Decretales y
(i) «Plan de estudios de la Real Universidad de 0\i«.d<- nnr«'.td > -bscrw.r por lo? señ-rc-;
del Real y Supremo Concejo de Castilla en \o> doce de Abiil de mu setecientos retenta y cunir-»
y Reales Órdenes en este y otro* asuntos comunicad.»:»». — En la imprenta de Francisca Uu:
Pedregal, impresor del Principad** y de e*U Universidad, MDCCiXXVH.— Véase Al Rxoicn V.
- 95 —
Clementinas. La organización de la Teología fué completa tam-
bién, llegando á un estado que nunca había alcanzado. Se ini-
ciaba su estudio en «Lugares teológicos» de Melchor Cano y
en los tres años siguientes se daba un curso completo por Santo
Tomás, suprimiendo las cuestiones filosóficas al mismo tiempo
que dejaba ancho campo á maestros y discípulos con libertad
para discurrir, defender y seguir su opinión particular, no estan-
do reprobada por la Iglesia; y seguía la Sagrada Escritura, la
Teología moral, Historia, Disciplina, Concilios generales, Lengua
griega y Elocuencia sagrada. Para desempeñar estas Cátedras se
recordó á los Prevendados de la Santa Iglesia Catedral la expli-
cación de las anejas á sus oficios, y el maestro de la Orden de
Santo Domingo, que disfrutaba la fundación del señor Obispo
Muros, se trasladó á la Universidad. De igual modo en 1783
dispuso el Consejo de Castilla, que el Canónigo Magistral de
Oviedo prestase la enseñanza universitaria de Retórica y
Poética.
Al multiplicarse las Academias y establecerse también otras
dominicales para los alumnos y explicaciones extraordinarias
para los bachilleres, se impuso á los catedráticos la obligación
de un acto mayor en cada curso pro numero cátedra y se
estimulaba á los doctores á sostener otro pro unioersitale.
El plan es un documento digno de meditación y aplauso,
como puede verse por su lectura, y expresa el estado de
la enseñanza en el último tercio del siglo xvm. Con tal re-
forma y otras medidas complementarias sobre duración del
curso, certificaciones de asistencia, multas, etc., creció tanto la
enseñanza y alcanzaron tan superior concepto los estudiantes,
que se elevó la Escuela á gran altura y con ella sus hijos, lle-
gando hasta nuestros días la memoria de su reputación.
Taa brillante resultado .se consiguió contra el intento de al-
gunos catedráticos que, si no lograron su deseo, protestaron en
el Claustro de 12 de Octubre del año 1774 contra el aumento
de cátedras en la Universidad, cuyo brillo no deseaban con el
entusiasmo que la Junta general del Principado, siempre desve-
lada por el progreso y brillo de la Escuela asturiana.
En 1776 la Representación provincial proyectó fundar una
cátedra de Historia, y remitió al Conde de Campomanes el in-
- 96 -
forme de los comisarios; aconsejó éste que la dotase el Princi-
pado y, como no tuviese fondos, se acordó solicitarla como ha-
cía la Universidad. Mas los caballeros jóvenes y D. Carlos Sierra
pidieron la inmediata enseñanza, Ínterin resolvía el Supremo
Consejo y, pensando acceder á ello si consentía Campomanes,
se aprobaron el plan y método del Br. Sierra. Hubo sesión para
dotarla, reglamentarla y tratar con individuo del Claustro que
explicaría Historia sagrada y profana, y no se llevó á cabo el
pensamiento por creer mas útil, primero una academia de Dibu-
jo, después una cátedra de Anatomía y enseguida una acade-
mia de Agricultura (1).
El árbol de ciencia cultivado en las aulas mayores de Oviedo
carecía de la rama de Medicina, como se dijo entonces, y no tar-
dó en tenerla hallando el bien en los males del Obispo Ilustrisi-
mo Sr. D. Agustín González Pisador (2), cautivado por las bue-
nas dotes de sus diocesanos. Ya en 1739 D. Juan D'Elgart,
buen cirujano y anatómico francés (3), había representado á la
Junta provincial acerca de la utilidad de una cátedra de
Anatomía; y en 1769 se dio cuenta de Provisión ganada
por el cirujano D. Dionisio Abadía ordenando que el Real
Acuerdo y Audiencia oyendo á los diputados informase sobre
la pretensión de establecer en esta ciudad una academia de
Cirujía, que quedó sin realizarse por no haber recursos para
sueldos y material. No obstante, en junta de 13 de Agosto de
1781, se nombraron comisarios que con el Deán, Cabildo,
Ayuntamiento y Universidad tratasen de establecer la Facultad
de Medicina y Cirujía, explicadas por los médicos de la Ciudad
y Capitulo Catedral, dándoles 2.000 reales destinados para la
clase de Historia, sin efecto por muerte del catedrático. Tal
pensaba aquella Corporación de buenos patricios que pedía á
renglón seguido el beneplácito del sujeto de alto carácter, «con
\i) Archivo de la Diputación provincial. — Junta general que principió en 28 de Abril
de i7<Vj. — Diputaciones de 15 de Febrero de 1775, a de Agosto y 10 de Septiembre de 1777. —
Diputacu n de 14 de Abril, Junta de 12 de Julio y Diputación de 73 de Noviembre de 177S. —
Diputaciones de 12 de Junio y m de Julio de 1-70, de 10 de Julio y 22 de Diciembre de 17S0;
y de «7 de Mayo, 14 de Julio y 27 de Octubre de 1774.
vi1 Vea-e ApÉnoick VI.
1 \) Es de extrañar que no impulsara aquí la cn%cñanra académica de la Medicina el sabio
D. Ga*par Casal, una de la* uu-ria* nudit.iS tic F*paña. que remidió en Oviedo desde 1720
á i:ñi y fue muy .unigo del F. Feij<«\ tan d-ido igualmente a tale» c-tudios. t Véase mi biografía
del IVctcr Ca*al, que precede a .a nueva edicun do su* MriKsruts de Historia HAturtti y
me.ii.a de Astu9i.ixt reimpresas y anotadas p^ D. Arturo Buy na Alegre y D. Ra&tcl Sarande-
se* Aívare/ <0\iedo, i»*x> con un pro!-¿" del Dr. Puiid«*.
— 97 -
quien cuenta el Principado en todas sus cosas»; personaje que
no era otro que el doctísimo Presidente Gobernador del Conse-
jo de Castilla (1).
Con estos antecedentes, el inolvidable y benemérito Sr. Pi-
sador, á quien tanto debió el progreso de Asturias, ofreció para
crear dos cátedras de Medicina la cantidad de 5000 duros que,
debiendo imponerse en el Banco de San Carlos, se consignaron
en los Cinco Gremios de Madrid por mano del administrador de
la Escuela. Era el ánimo del ilustrado Prelado no solamente la
ampliación de la Universidad, sino también dotar al pueblo de
mejores médicos, y las Corporaciones ovetenses convinieron en
que los profesores del Cabildo y Municipio se encargasen de
la enseñanza, retribuidos con 200 ducados, que percibiría la
Escuela, según cláusula de escritura otorgada en 14 de Abril
de 1785; y los sobrantes de diez años se reservarían para au-
mentar dicho salario, y el resto, si lo hubiese, quedaba á dispo-
sición del Claustro con objeto de crear nueva cátedra de Me-
dicina, ó para otros fines convenientes (2).
En 22 de Diciembre se solicitó la aprobación del Gobierno y,
por Real Cédula de 9 de Mayo de 1786 la otorgó el Supremo
Consejo de Castilla, admitiendo la generosa oferta del Licencia-
do D. Francisco Roca, cirujano latino retirado del Ejército y
titular de los Canónigos, de servir sin salario alguno la enseñan-
za de Anatomía, mientras la Universidad arbitraba recursos
para dotarla cumplidamente. Con esta pretensión acudieron á la
Junta General el Obispo y la Universidad para que los estudian-
tes se graduasen sin acudir á otros establecimientos, y alcanza-
ron 1.000 reales para el Licenciado Roca, el cual dedicó un
acto mayor á la Provincia que acordó obsequiarle y costeó la
impresión. Dos años después los médicos catedráticos fueron
doctores en medicina, con dispensa de propinas y derechos,
fuera de los del arca y dependientes (3).
Trató la Junta General de perpetuar la cátedra que fundara,
- 98 -
conviniendo con la Universidad en entregar al mayordomo la
asignación, aumentada en 500 reales para rebajar faltas y mul-
tas, si bien quedando á su arbitrio concurso y provisión. Muere
Roca en 1790 y con aprobación del Consejo se nombró cate-
drático interino, el cual ofreció á la Junta unas conclusiones
que le valieron otra gratificación y después la propiedad del
oficio. El Procurador general indicó al Rector la necesidad de
disecciones anatómicas para mayor realce de un estudio, ya tan
consultado y en vías de sufrir aumento, cuando el médico de
frijón remitió un discurso sobre los adelantos de la Física y Me-
dicina en Asturias y la conveniencia de crear una asignatura de
Hipócrates. El catedrático de esta materia saldría por el Princi-
pado á observar las epidemias y formar su plan curativo, más
dicho trabajo, que para su aprobación é impresión pasó á la Fa-
cultad universitaria, no dio ningún resultado (1).
Por Real urden de i de Octubre de 1797 se dispuso que
desde el curso de 1799 no se admitiese al grado ni reválida de
médico á quien no acreditase haber cursado dos años de Medici-
na práctica en el Colegio de Madrid ó en otros señalados del
reino. Era ciertamente muy limitada la enseñanza de Oviedo, re-
ducida á Instituciones médicas, Aforismos y Anatomía; y además
no pudo ser reformada, pues la quiebra de los Cinco Gremios
envolvió en su ruina el capital del Sr. Pisador, y la Real orden
de 22 de Enero de 1780 estableció la Medicina y Cirujía en ins-
titutos especiales suprimiéndola en las Universidades, á excep-
ción de la de Santiago. La Junta del Principado representó con-
tra la regía orden, el catedrático de Anatomía quiso establecer
una academia tcórico-práctica en un hospital, el Claustro infor-
mó sobre la enseñanza médica en 1802 y, tres años más tarde,
aun pretendía asistir á los grados el Dr. D. Manuel María Re-
conco, como excedente que percibía sueldo vitalicio, según una
cláusula de la fundación. Estos fueron los últimos acuerdos
sobre tales estudios, y únicamente en 1804, al nombrar el Go-
bierno una Junta liquidadora de los Cinco Gremios, percibió
L
U) Archiva ilc U Diputación provincial — Libros de Actas de 25 de Octubre de 1787; 15 de
Febrtn' y 14 de Jutio de 1788.— Junta de 13 de Agosto y Diputación de i.° de Diciembre de
i ¡mío. — DlttutiKWCUÉl de 7 de Julio de 1791 y 4 y 28 de Enero de 1704. — Junta de 13 de Agosto
y Diputación de 31 de Octubre de 1796. — Archivo de la Universidad.— Claustro de 10 de Fe-
brero de íjljHj
- 99 —
nuestra Escuela la cantidad de 6.238 reales por la asignación
del benéfico Prelado (1).
Tal fué la breve vida de la Facultad de Medicina; á su
desaparición quedó la Universidad con sus primitivas y refor-
madas enseñanzas de Artes y Teología, Cánones y Leyes.
Las dos primeras tenían también aulas en ios Colegios reli-
giosos de Oviedo de San Vicente, San Francisco y de Jesús ó
de benedictinos, franciscanos y jesuítas. Fuera de la capital
igualmente funcionaban las casas de Obona, Corias, Cornellana
y Celorio de los primeros, en Tineo y Aviles de los segundos
con más aquí los Mercenarios, y otro tanto acontecía con los
monasterios bernardos de Valdediós, Belmonte y Villanueva de
Óseos. Ya los mencionamos en la página 5, y hemos de manifes-
tar ahora que los «lectores» religiosos prestaban su enseñanza
á la manera universitaria con análogos actos y ejercicios, se-
gún el ya referido método pedagógico y con el criterio de la
respectiva escuela filosófico-teológica. En la Ciudad iban estu-
diantes y maestros de una parte á otra, desde la Universidad al
Convento ó viceversa, como también á la Catedral, donde se
«leía Moral», y el estudio era incesante aunque ceñido al régi-
men académico indicado.
Mientras, sin exámenes, la probanza de curso ó «año» era
cosa sencillísima (con simples cedulitas ó diminutos atestados
de los Catedráticos ó Maestros, manifestando que el estudiante
había asistido á su cátedra oficial, colegial ó pasantía de San
Lúeas á Junio) la incorporación de matrículas ofreció dificulta-
des en un principio, dada la rivalidad de nuestra Escuela con
Comunidades como San Vicente y San Matías que primeramente
tantos obstáculos la pusieron en su marcha. Hubo más tarde dis-
posiciones sobre este asunto (R. O. de 16 de Septiembre de 1767)
aunque ya se había acordado admitir al grado de bachiller en
Artes á los cursantes en conventos de la capital y de fuera de
ella, siempre que se matriculasen en la Universidad. No faltó
quien se opusiera á tal restricción esperando mandato del Con-
sejo sobre el particular, mientras otros doctores se negaban á
admitir á cuantos no se inscribiesen en Secretaría, la que debe-
til Archivo de la Universidad — Claustro de 31 de Octubre de' 1797. —Archivo de la Di-
putación provincial. •'Diputaciones de 23 de Enero y 24 de Febrero de 180*.
— IOO —
ría participarlo á los monasterios, según se hacía en Salamanca.
Y decían también: «que siendo pública y notoria la deser-
ción que hacían los profesores (alumnos), en especial los de
Filosofía de los estudios de la Universidad, pasándose á las au-
las de los Regulares donde era pública su concurrencia des-
amparando el primer establecimiento literario de la provincia
con poca nota de sus catedráticos, que por su mérito son ele-
gidos por S. M., si hiciese saber á los conventos que, como es-
taba prevenido, no diesen enseñanza á las horas de la Univer-
sidad.»
Fué el ^cuerdo contrario á este justísimo deseo por ser los
votantes en su mayor parte eclesiásticos y frailes y, días des-
pués, se previno que sólo fueran de abono las certificaciones de
los Lectores conventuales de esta ciudad que en los tres años úl-
timos pasaban nota de los asistentes á sus academias. Estos
cursos ganados en Seminarios y Comunidades, fueron prohibi-
dos por Real cédula de 11 de Marzo de 1771, de igual manera
que por Real orden de 15 de Febrero de 1772 se decretó no
fueran aprobados los que no se matriculasen ó anualmente no
revalidasen su matrícula, según el capítulo 14 de la Cédula de
Felipe IV dada en 2 de Octubre de 1646. Pero tras de unas ór-
denes vinieron otras, y más en la instabilidad de la administra-
ción de España siempre tan movediza en materias de enseñan-
za; por Carta del Consejo, 4 de Febrero de 1781, se admitieron
á incorporación todos los cursos de Artes ganados en los Semi-
narios conciliares, Colegios y Conventos en que hubiese maes-
tros con dos lecciones diarias; después se habilitaron las ense-
ñanzas de todos los establecimientos de los puntos donde no
hubiese Universidades (aunque esta medida fué revocada
en 1789); y, por fin, vinieron distintas disposiciones privilegian-
do á San Isidro de Madrid, El Escorial, San Fulgencio de Mur-
cia, Astorga, San Pedro de Cáceres, etc., según consta de varios
acuerdos claustrales acusando los decretos recibidos (1).
En 1796 el Ayuntamiento de Cangas de Tineo hizo presente
á la Universidad que las monjas dominicas de aquella villa pa-
to Archivo de la Universidad. — Claustros de 22 de Julio de 1748; a de Diciembre de 1767;
16 de Abril de 1771; 13 de Marzo de 1772; 28 de Julio de 1781 y 4 de Abril de 1783. — Es de
advertir que de un siglo á esta parte ha cambiado por completo el significado de la palabra
profesor, que entonces indicaba discípulo ó alumno.
— ioi —
gabán un lector de Artes (probablemente donde en su juventud
Caropomanes enseñó Humanidades, Filosofía é Instituía) y soli-
citaban incorporación de los estudios, exención de sorteos y
otras gracias, cuya petición fué negada por el Claustro. Más
afortunados los conventos de San Francisco de Tineo y Obona,
que acudieron al Principado en demanda de protección para
sus clases de Gramática, Filosofía y Teología, alcanzaron las
exenciones que determina el capítulo general de Mantua (J).
Sigamos en capítulo aparte con otras memorias universita-
rias del siglo xvin.
(t) Archivo de la Universidad.— Claustro de 5 de Febrero de 1796.— Archivo tic la Dipu-
ucióa.— Juma de i.° de Mayo de 1799 y Diputación de 17 de Junio de 1800.
— t03 —
CAPÍTULO VII
Organización de la antigua enseñanza universitaria.— Disposiciones sobre pro*
visión y duración de las cátedras. — Academias y ejercicios en las diferentes
Facultades.— Incidentes de estas instituciones, principalmente en las de Le-
yes y Teología. — Estudios privados con pasantías.— Retroceso en la enseñan-
za de la legislación. — El Colegio de Abogados de Oviedo. — Libros de texto
y medios materiales de enseñanza. — Varios acuerdos claustrales y especiales
sobre días de asueto, adelanto de vacaciones y traslado de ferias. — Estado
económico de la Universidad ovetense en el último tercio del siglo xviii, y
proyecte para mejorar y ampliar las enseñanzas con beneficios de la Dióce-
sis.— Progreso de Asturias en este período. — Aspiraciones de entonces á
nuevo plan de estudios para la Universidad de Oviedo.
Si el siglo xvii fué como de ensayo y organización de la Uni-
versidad ovetense, ya en el xviii remediadas ó salvadas las
crisis económicas y otros obstáculos, aquélla se nos presenta
como cuerpo de vigorosa vida académica, de importancia grande
y utilidad indiscutible para el progreso regional, siendo una ins-
titución por la que se interesaban á porfía las Corporaciones del
país y todos los naturales de éste. Ser maestro ó estudiante de
nuestra Escuela era en Asturias señal de distinción y medio
adecuado para prosperar.
Referidas quedan las vicisitudes del Magisterio: los primeros
nombramientos por el albaceazgo arzobispal; las elecciones su-
cesivas á tenor de los Estatutos Viejos y Nuevos; las corrientes
de ideas encontradas, aquí como en otras Escuelas, sobre si ha-
bían de ser las cátedras temporales, según también pidieron las
Cortes de Castilla en Valladolid, ó si perpetuas como galardón
más definitivo y de vitalicio carácter profesional después de ios
penosos ejercicios para alcanzarlas. La política centralizadora
del Supremo Consejo llamó á sí la definitiva designación de
8
— lo4 —
maestros, principalmente en tiempos de Carlos III y con carácter
general cuando se abolió el turno de teorías ó escuelas fomen-
tadas por las Órdenes religiosas (1).
Dictáronse diferentes leyes (2) para la provisión de cátedras,
recomendando el mayor mérito, aptitud y circunstancias de los
opositores, en » términos de rigurosa justicia» (ya lejanos aque-
llos días en que mal se condenaban y corregían postergaciones,
sobornos y banderias que reinaban en oposiciones); disponiendo
que sin omisión alguna se sacasen á concurso las cátedras de
todas las rniversidades (3); designando jueces ó comisarios para
juzgar los ejercicios y formar las trincas (siendo varios los pre-
ceptos á este objeto); ordenando informes de cada uno de los
opositores en expedientes elevados al Consejo de Castilla; y or-
ganizando los ascensos á las categorías del Magisterio, cuyas cá-
tedras habían de proveerse y servir en calidad de perpetuas ú
temporales (de cuadrienio y trienio) conforme al respectivo mé-
todo observado en las Universidades. La tendencia doctoral ca-
minaba á la perpetuidad.
Variando la duración de las cátedras varió el modo de as-
pirar á las mismas, y la «oposición) fué acto muy frecuente y
meritorio constituyendo el de opositor un titulo literario de
valia (4). En esta, como en otras Universidades, se observó des-
do antiguo el Real decreto de 1661, que prevenía en la provi-
sión di1 cátedras el informe en pliego cerrado de los Doctores,
señor Obispo y ilobeniador.de la provincia para elevar la terna
de los beneméritos. Siguió por mucho tiempo esta costumbre y
mas tarde la de Salamanca, hasta que en 1771 se dio cuenta de
ti) ti R. P, M. Fr. Kclipc Carrera, después de estudios cu Salamanca y Alba de Torroe*,
h¡,- li Cloí de Prima >' Regen ce de los Kstudios en el Convento ovetense de San Francisco, reci-
biendo lo* grados de Licenciado y Uocior teólogo tu 1733 en nuestra Universidad. Fué aquí
Subtitulo, QpO*itov y Catedrático; y cuando en 17*9 presentó relación de méritos para «leer de
r>po lición fcXpusa :■! Lbii-ttf- -asimismo manifiesta que is el único escotista graduado de
Poctu! y Opswtor i cá tedia* dn Teología; que lodcs les cMcdiáticcs de cuantas cátedras de
Teología y Artes hajf en e*U Universidad son ahora tomista* y jesuítas, sin que haya escotista
l-h ninguna de ¿Ui
(íj I*ye* 7 i 36 de I úi o. ,a, Üb. 8 de la Nma. Ron.
) Con la Üoivtttidad de Salamanca se mencionan las de Valladolid, Santiago, Oviedo,
Sevilla, Granada, Zatogtxia, Huesca» Ccrvera y Valencia para fijar edictos llamando al concurrí
ü cpo»Ick»n de dUedr.u.
(4) El erudita Bibliotecario de la Universidad, D. Aquilino Suárez Barcena, de grata me-
moria» colrcci""" cu varios tomos Las Relaciones y hojas de méritos y servicios (cu su mayoría
impreca*) de ¿17 opo*¡tjre* A cátedras pertenecientes en su gran numero al siglo xvih. liuárdan-
*c tn el Anihlw universitario c*t i* documento*, que asi aportan datos curiosos para bíbiogra-
fia* de a-luriLtiikPT dÍ4l¡rtgUÍdoKi Ctune contienen noticia* muy interesantes sobre la pasada cr^n-
ftiuctótl de U ftfwriifciiu, m.uuin amplia y libre de acreditar los estudios, y muy principal:. tente
reipcetu a opóilcioBrcfc, De- allí resulta que muchos graduados pasaron la vida en funcionen de
opositores coniúiiioí.
— tos -
la Real cédula de 17 de Enero creando las regencias (cátedras
de ingreso) en las todas Universidades, sin perjuicio de los pro-
pietarios á quienes al mismo tiempo se prohibía pasar y mudar
de una á otra Facultad. Los opositores deberían tener cursados
tres años después del grado de bachiller; pero, como no tarda-
ron las cátedras en perpetuarse, ya fueron menos penosos y más
llevaderos los requisitos y ejercicios ante tres jueces del con-
curso que formaba las trincas leyendo cada opositor por espa-
cio de hora completa y argumentando con los otros durante
media. Entonces, como ahora y como por desgracia será siem-
pre, en ocasiones se lastimaban derechos adquiridos, como cuan-
do el Dr. Canga Arguelles obtuvo por Real cédula la propiedad
de una cátedra con perjuicio del canónigo Sr. Ruiz, el cual pro-
testó con diferentes consideraciones, precedidas del siguiente cu-
rioso preámbulo, digno de ser conocido: «Que no obstante el
obedecimiento que hace de lo provehido por el Real Consejo, á
quien ciegamente obedece en todas sus justas y arregladas de-
terminaciones ya que su suprema autoridad invoca la Real Per-
sona, no embaraza ni impide esta que se haga representación á
las Reales resoluciones de S. M. suspendiendo su cumplimiento
hasta que, enterado de ellas, delibere lo que fuese de su agrado,
pues como Padre supremo de la patria no solo debe atender al
bien particular de los individuos, sino con mayor razón al co-
mún de todos ellos, y las representaciones que miran á este fin
no pueden ni deben estimarse por oposición á la Majestad, por-
que reducir la potestad de los reyes y emperadores, no es atri-
buir defectos á la soberanía, si mayor perfección... Y como esta
consideración permite se dispute de la tal potestad con el res-
pelo debido, y esta opinión es la más corriente, según los mejo-
res autores, propone confiado varias razones sobre el asunto...»
Asi con valentía defendió el individuo sus derechos, y más tra-
tándose de un puesto de consideración como era una cátedra,
cuyos honores, prerrogativas y hasta el salario, aunque dismi-
nuido, alcanzaban á quien se jubilaba por falta de salud ó exce-
so de edad (1). Otras veces las oposiciones daban origen á liti-
(n Archivo de la Universidad. — Claustros de 16 de Octubre de 1767; 7 de Febrero de 1770;
f de Febrero, 7 de Agosto y 15 de Octubre de 1771; 2 de Mayo de 1772; 14 de Noviembre y a
tic Diciembre de 1774; 15 de Febrero de 1777 y 2 de Abril de 1781. Recuérdese también el
nombramiento de catedrático del Dr. D. Ignacio Mcnéndez Valdés, que mencionamos en la
pagina 50.
— io6 —
gios y reclamaciones entre los opositores, que acudían al Real
Consejo de Castilla (1) contra los Claustros y jueces, entendien-
do en estos y otros expedientes ciertos ministros, que por ello
se les llamaba *catedreros.»
Al lado de la cátedra se colocó la Academia como com-
plemento y manifestación práctica de aquélla. Mencionadas
quedan en el capitulo precedente la meritoria de «Leyeso, del
Dr. Armiñan, y las de «Teología» ó del angélico doctor y <«de Fi-
losofía» del doctor sutil organizadas con especiales reglamentos
en que se mencionan los cargos directivos de protector, direc-
tor, gimnesiarca ó vicepresidente, consiliario, moderante, teso-
rero, fiscal y spcretario con distinta función en los actos mayores
donde era mérito ser continuo asistente yarguyente, mucho más
cuando se presidía y defendía á turno, leyendo y argumentan-
do de pronto, imprimiéndose en casos extraordinarios las con-
clusiones. De la Academia teológica surgió otra «Academia de
Teología inóralo, establecida en la Universidad en 1790 y des-
pués trasladada al palacio episcopal, como la Filosófica tuvo una
derivación especial con la «de Especulativa») en 1787. La Aca-
demia de Leyes se ramificó en Academia de Cánones y más tarde
tomó aquélla los nombres «de ambos Derechos», «de Ju-
risprudencia teórica», «de Derecho público y privado-); y en
ellas, además de los indicados cargos directivos, los inscritos
figuraban en sesiones con los de juez, fiscal, relator, oidor de-
cano, correjidor, provisor, abogado, etc., funciones que no se
olvidan de consignar los interesados en certificaciones de méri-
tos y servicios (2). No deben olvidarse los actos académicos en
asabatinasfl ó ejercicios literarios que se usaban los sábados
entre los estudiantes á fin de acostumbrarse á defender con-
clusiones,
I ti Entre Dtroi t::i*o*, recordaremos las siguiente*:
Por <.L I>rn:tir I*. Francisco de la Culga (»ic) Arguelles, Catedrático de Filosofía de la l'ni-
vrr*idad de Ovii-dn Robre la oposición que tiene hecha á la Sustitución de la Cátedra de Prima
de TcMlojíin-. — Inip tri Oviedo (sin año) 10 hoj. ful. — .Estampa de la Virgen, por Cabera. —
Firmad" por el I Ir. Iludía ■
Ki muy curiosa uttt Alegación del Dr. D. Fernando Quirós y Valdés pidiendo se le elija
catedrático de l'rim i de Ltyes y se excluya por enfermo y otras causas á D. José de Granda
Vjddu*. catedrático de Víperas. No tiene fecha y está en las Relaciones de méritos de gradua-
do-i y oprwtorc-o de la I Hiversidad coleccionadas por el Sr. Suárez Barcena.
Mi Iji** acactemiai jurídicas tuvieron vidu muy activa á partir de la fundación inolvidable
del Dr- Arruinan a -jiiícii wyudó el llr. L) José Antonio García Hcvia y Noriega, primer gimne
siarcn. El catedrátñtt D, Felipe Ignacio Canga Arguelles, ponente, con loi doctores Hoyles
Coíío, Estrada y Noriegtt, del plan de 1774 en la comisión universitaria, fué también el autor de
la» «Ordenanza* para el gobierno escolástico y político de las Academias de Leyes y Cánones».
k»
— 107 —
Como las academias universitarias eran las conventuales,
pues, además de la dicha teológico-dominicana, hubo una esco-
lástica desde 1756 con Pasos y Conferencias de Artes y Teolo-
gía en el Convento de San Francisco y desde igual fecha otra
análoga en el Colegio ovetense de San Matías de los hijos de
San Ignacio. A éstas y á aquéllas concurrían, como ya dijimos,
Maestros y Escolares de la Universidad como los Padres y Cole-
giales religiosos asistían á los actos académicos de nuestra Es-
cuela, viviendo así manteistas y regulares en incesante comer-
cio científico y en el continuo batallar dialéctico de aquellos
tiempos.
Las Academias de la Universidad eran dirigidas por el Di-
rector, nombrado por el Claustro, y el Gemnisiarca, votado por
los académicos, ambos cargos con pequeña gratificación. Dentro
de aquéllos hubo diferentes y notables sucesos, siendo de no
poca importancia la queja de los bachilleres á la Junta general
del Principado, que venía ejerciendo un protectorado ó tutela
universitaria, al pedir nulidad de asignación del gemnisiarca y
oficios de la Academia, de la que con agravio fueron des-
pedidos en 1783; nombró la Provincia sus comisarios y se
arregló la cuestión amigablemente, pues, según la enseñanza de
entonces, eran indispensables las Academias, como se manifiesta
en un informe sobre el restablecimiento de la de Práctica forense,
á principios del siglo xix (1).
Mas el acontecimiento académico principal pasó en 1799-de
esta manera: el Br. Oviedo y Portal propuso en la Academia de
Leyes el siguiente tema para la discusión: o Jesucristo en la mo-
ral de su Evangelio nada mas hizo que sublimar los preceptos
de la Filosofía. » Causó extrañeza, escándalo y temor la tal pro-
posición, y unánime el Claustro acordó que los doctores Palacio
y Larauño con el Rector tomasen, consultada la Universidad de
Valladolid, la providencia oportuna extendiéndola después para
lo sucesivo. La# presión no se hizo esperar; al Br. Oviedo se le
obligó á defender un tema contrario que había de entregar al
Director de la Academia; más, cuando su nueva disertación, pre-
íi) Archivo de la Uiiivcrsídnd. — Claustros de i.1 de Diciembre de 1780; 33 de Octubre dé
178»; 23 de Octubre de 1796 y »o de Diciembre de 1800.— Archivo de la Diputación provincial.
—Diputaciones de ao de Diciembre de 1783 y 14 de Marao de 17S4.— Junta de j 3 de Agosto de
17S4.
nar
— 108 —
sentó una papeleta del Dr. Caunedo que, al votar, dijo sostenía
la verdadera inteligencia de la conclusión con diferentes citas
de Pedro Daniel Huet, Bergier, Sánchez, Santo Tomás, etc. El
incidente fué objeto de graves controversias, y el joven teólogo
pidió para Claustro extraordinario la explicación de su voto de
no refular por herétfca una proposición, defendida por varios
autores. Aunque algunos querían explicación incontinenti, se
aplazó )a cuestión para otro día, pues varios graduados, que
con el tiempo fueron á las Cortes de Cádiz, manifestaban gran-
des deseos de nir á Caunedo mientras, evitando una cuestión
resbaladiza, otros teólogos templados se daban ya por satisfe-
chos. Hubo reparos, sin embargo, cuando leyó la apología de la
cuestión, por mas que salvara como depresivas las palabras
«nada mas hizo*; y en la sesión siguiente se leyeron unas comu-
nicaciones del Prelado que, alarmado por el suceso, intervenía
en un asunto académico de tanta relación con el dogma.
Decía así el Obispo: «Acaban de comunicarme formalmente
que en el Claustro, congregado el sábado próximo 9 del corrien-
te, el Dr, D. José Caunedo, clérigo de prima corona, catedrático
de Filosofía y opositor á los beneficios curados de mi diócesis,
había leído un escrito formado para vindicar cierto dictamen
suyo cu un piiuln muy serio de religión; que este papel ha sido
oído con mucha nota y disgusto de algunos teólogos de concep-
to del mismo Claustro; que en su consecuencia se había forma-
do una diputación para examinarle y que en el día estaba ya pu-
blicado este suceso y el objeto de aquel escrito entre la juven-
tud de la misma Universidad y aun entre muchas personas de
esla capilal dr mi diócesis, con riesgo de un daño gravísimo á
su religión y Imcnafé. Y no debiendo yo en este caso desenten-
derme de las obligaciones de mi carácter, como del empeño en
que me pone una delación tan grave y que tanto excita el cargo
mas especial de mi ministerio, cual es de velar por la pureza y
conservación del sagrado depósito de la fé y separar de la grey
que Jesucristo me ha confiado todo peligrro de contagio cance-
roso de la mala doctrina, no puedo menos de decir á V. S. se
sirva disponer se me pase el insinuado papel original, como
igualmente cualesquiera copia que se haya sacado, para exami-
narle con la autoridad que me compete y tomar por mi parte,
— 109 —
en su vista, las providencias que hallare por conveniente en las
actuales circunstancias. Dios, etc., 22 de Marzo. Juan, Obispo
de Oviedo.»
Lacónica y mas terminante fué la comunicación del 15 de
Mayo, y varios doctores reunidos en Ángulo hubieron de remi-
tirle los documentos pedidos. Mas como esta resolución era gra-
ve y no tomada en Claustro, hubo larga discusión cuando éste
se reunió para proclamar no debió acordarse la pronta en-
trega de aquellos escritos, pendientes del dictamen de una co-
misión. Defendió el Sr. Palacio el acuerdo del Ángulo, del que
pidió testimonio el Sr. Hévia y Noriega, después personaje noto-
rio como consejero y testamentario de Fernando VII; se puso á
discusión el dictamen de los comisarios sobre las ideas del
Dr. Caunedo; y, en su vista, se acordó ejecutar la providencia
del Claustro respecto al Br. Oviedo y que Caunedo reformase
su papel en cuanto había autores casuistas que enseñaban aque-
lla proposición, que ni él ni otro alguno podían enseñar en
esta Universidad ni aún como probable, en público ni en secreto.
Se archivaron los informes y los graduados modernos hubieron
de conformarse con lo resuelto contra el Br. Oviedo, absteniéndo-
se respecto al Dr. Caunedo, cuya proposición fué entonces co-
nocida en toda España y en algunas partes de Europa (1).
Para mayor lucimiento de las Academias y de todos los ac-
tos en que la Teología tomaba parte, propusieron los de esta
Facultad que en los sorteos de conclusiones, que se hacían por
el Maestro de las Sentencias, alternase el Catecismo de San
Pío V. Se pasó á dictamen de los directores de las Acade-
mias, según sus escuelas, y así lo acordaron manifestando la
conveniencia de introducir en estas aulas una alternativa que
mejoraba la instrucción del eclesiástico con el interesante cate-
cismo acordado en Trento, que encerraba lo mas selecto en or-
den al dogma y moral cristiana. Y decían: «La Universidad tie-
ne interés en que sus alumnos hagan conocer en los concursos
y oposiciones el buen método que se observa en nuestros estu-
dios: el cuidado y esmero con que se procura educar á la juven-
tud para que pueda servir á la República en aquellos ramos á
(i) Archivo de la Universidad.— Claustro de 19 de Mayo de 1799.
— no-
que se la destina y para que se conozca que la Universidad ha
mirado y mira siempre por la instrucción literaria de sus hi-
jos.* (1)
Se vivía en plena libertad de enseñanza, y ésta, además de
en las aulas universitarias y conventuales, se completaba en
Pasantías privadas, que abrieron en sus casas principalmente
para estudios jurídicos diferentes doctores y catedráticos. A ellas
concurrían no pocos estudiantes á fin de prepararse y repa-
sar las materias de las Facultades de Leyes y Cánones, te-
niendo también en las moradas de los Maestros útiles liceos 6
academias particulares, que alcanzaron concepto y estimación
claustrales á juzgar por varias certificaciones de aquella época.
Tales fueron las cátedras domésticas de D. Alonso Marcos de
Llanos y Arguelles en 1751; de D. Juan Pérez Villamil en 177a;
del Deán 1). Manuel Carro en 1777; de D. Eugenio Manuel Alva-
rez Caballero en 1776; de D. Manuel M. Acebedo en 1780; de
D. Felipe Ignacio Canga Arguelles en 1781; de D. José Alvarez
Rojo en 1786; de D. Alonso Canella y Gutiérrez en 1796; de
D. Antonio Piquero Arguelles en 1797, etc., etc. Estos y otros
maestros son los que importaron y comenzaron á difundir los
libros de Derecho patrio de Asso y De Manuel, Maymó y Ribés,
Danvila, Berni y Cátala, Franckenau ó Cortés, Cortines, Febrero,
Cornejo, Rodríguez Fonseca y, sobre todos, los de Pavorde Sala,
íjue fueron más tarde texto preferente.
Si, en general, los Consejeros de Carlos III y aún de Car-
los IV iniciaron avances y fin de corruptelas pedagógicas, entre-
veraron sus disposiciones y reformas con medidas restrictivas
respecto á libros y periódicos y, por lo que toca á importante
materia de enseñanza jurídica, fué del segundo de estos monar-
cas la extinción de las cátedras de Derecho público, del Natural
y do i ¡entes en 1794, dispuesta en la Universidad de Granada y
extensiva á las demás. Si en Oviedo no había tan útil enseñan-
za, ya los Maestros se referían con amplitud á estas materias en
sus explicaciones, por lo que, aquí se dejó sentir ley tan perjudi-
cial ruando los estudios jurídicos seguían nuevo rumbo en el
examen de la legislación patria y de sus fundamentos, que en
i
e U Uiuvcrsid.t.l. — Clauitro de 13 de Euer.» de 1Ü00.
nuestra provincia era indispensable después de la erección de la
Real Audiencia territorial y de la fundación del ilustre Colegio
de Abogados de Oviedo.
Débese esta institución á los Catedráticos D. Francisco de
ílranda Valdés, D. Pedro Ruiz Villar, D. Felipe Villaverde, don
Blas José de Faes, D. José Hevia y Noriega y D. Felipe Canga
Arguelles; á los Doctores D. Bernardo Estrada Valvidares, don
Andrés Arguelles Meres y D. Ramón de Hevia y Miranda; y á los
Licenciados D. Juan de Pedrosa Rubio, D. Andrés Rodríguez
Valdés, D.. Antonio Fernández déla Llana, D. Matías Fernández
de Prado, D. Benito Gutiérrez Jove, D. Emeterio Cacho, D. José
Conejares y D. Eugenio Manuel Alvarez Caballero, que obtuvie-
ron la Real Provisión fundacional de 29 de Agosto de 1775. El
Colegio ovetense de Abogados, que puede considerarse institu-
ción filial de nuestra Universidad, en su Sala claustral vino con-
gregándose, celebrando sesiones y tomando acuerdos durante
más de medio siglo, siendo los colegiales alumnos de estas aulas
y en muchas ocasiones los catedráticos ejercieron el decanato,
habiendo así estrecha hermandad entre ambas instituciones. La
nueva determinó más el cambio y dirección al estudio de las
leyes nacionales que, como en todas partes, aquí se dejaba sen-
tir contra inveteradas resistencias de los viejos maestros, que
trabajosamente se referían en sus .explicaciones á las leyes de
Toro, de la Nueva Recopilación y de otros cuerpos legales.
Abolido el sistema de lecturas y sustituido por los libros
«le texto (1), desde antes de reformas comenzadas en 1770, ya
liemos visto el examen que de estos se hacía, dando ocasión á
informes discutidos á veces con fuego y á dictámenes, donde
brillan ideas muy particulares sobre ciertas materias, ya refu-
tando la doctrina de algún autor ó sustituyendo uno á otro,
bien alterando su método, cuand:) no se prohibía su estudio y
explicación. Con frecuencia se consultaba á Salamanca y á Va-
Hadolid y, oído el parecer de estas Universidades mayores, se
(i) Al disponer el Rey Sabio en el título XX XI de la Partida Segunda, de qué manera
•deben los maestros mostrar á los escolara los saberes», «leyendo los libros, faciéndolo entender
tn mejor que ellos pudieren», dispuso t tnibién que en los «Estudios» hubiese libreros «cstaciu-
runos de buenos libros legibles, verdaderos de texto y glosa- c«»n permiso del Rector y coa ta^a
» ■ .Kticrdo con el Claustr j.
En Estatuto» universitarios y en la Novísima Recopilación Libio YlIIy se recomiendan
y prohiben diferentes libros de texto, Cj.\ su tasa umbi»; i y otras disp jsieione*.
— 112 —
hacían diferentes cambios como el Lacini por Cantalapiedra en
Sagrada Escritura, en Cánones el Selvagio y Lackis por Lance-
Joto, siendo muy de notar el curioso y razonado examen que
dd P. Jaquier se hizo á propuesta del Dr. Caunedo (1).
Por lo que loca á medios materiales de enseñanza no fueron
ni muy buenos ni muy sobrados tanto en las asignaturas de Ar-
tes que los necesitaban, como en las breves enseñanzas de Me-
dicina (2), pues en las Facultades de Teología, Leyes y Cánones,
cuando más se precisaban buenos libros y ediciones caras en
la Biblioteca ó librería universitaria, de que hablaremos en su
lugar. Toscos y sencillísimos fueron los primeros instrumentos
de la cátedra de Matemáticas, que á su cuidado tenía el bibliote-
cario, y al acrecentarlos por R. O. de 9 de Febrero de 1765 se
mandó al Regente de la Audiencia, presidente de la Junta gene-
ral del Principado, que para la compra de algunas máquinas as-
tronómicas se asesorase de los Doctores D. Andrés Carlos de
Prada y del P. M+ Fr. Bernardo Carasa. Con el tiempo se au-
mentó el material, que fué pobre y embrionario, dado el atraso
en que estaba la enseñanza esperimental, por una parte, y aten-
diendo, por otra, á que la penuria de la Escuela no permitía la
adquisición de importantes medios, aunque es digno de mención
el rico monetario procedente del Colegio de Jesuítas y que
desapareció después. Por estas escaseces no estableció en 1780
la Academia de Dibujo y Perspectiva (3).
Larga sería nuestra tarea si diésemos cuenta de tantos y tan-
tos acuerdos del Claustro durante el siglo xvm con muchos
asuntos y reformas de que hicimos mérito; pero no debe omi-
tirse que, en 178Ü hizo una proposición el Dr. San Pedro para
aumentar la importancia del Establecimiento, estribando toda
ella en la extensión y aumento de la autoridad escolástica; en
1783, 1784 y 179i la Universidad se interesó, á petición de FlO-
fi) Archivo de I» Universidad.— Claustros de 12 de Junio de 1776; 32 de Julio, 7 y 21 de
Agobio de 179R >■ 99 de Agotto cte [802.
la) Archivo d*i hi U ni ve r>idnd. — Claustros de 13 de Septiembre de 1777 y 10 de Julio
de [7S0,
trsid.id,— Claustros de 13 de Septiembre de 1777 y 10 de Julio
de 178*5 — No cuneta que para Ui l~ acuitad de Medicina, que tuvo aquí modesta vid«\ se establecie-
ren clínica* en lni hospitales de la ciudad, aunque es probable. Respecto á la adquisición de
instrumental médico, no hay dnios en el Archivo universitario; pero 110 debía tenerlo el nuevo
Estudio cuando el cirujano ovetense D. Francisco Rodríguez solicitaba del Municipio en 24 de
Julio de i??? I;i ¡idqukkión de tina silla de Heistcr para parturientas y una máquina fumigato-
ria necesaria para varia* enfermedades.
— n3 —
ridablanca, en la beatificación del V. Palafox; dio comisión á
dos doctores para buscar sitio y edificar una cárcel de estudian-
tes, que requería el abuso del Fuero académico; y acordó hacer
rogativas por la paz con Francia (1).
Los asuetos ó dias de vacación fueron también objeto de
providencias. En los Estatutos Viejos están marcados los dias en
que no había lectura, sin contar aquellos de ejercicios de los Gra-
dos de licenciado y doctor, que se redujeron después. Mas tarde
hubo asueto en 23 y 28 de Enero; 3 de Febrero por la tarde; 7
y 17 de Marzo; 25 de Abril; 2 y 25 de Noviembre; los cuatro de
Carnestolendas; desde el 23 de Diciembre al 7 de Enero; desde
el viernes de Dolores hasta el martes de Pascua, etc., quedan-
do, por lo tanto, como dias lectivos 143 en esta forma: Enero,
1M; Febrero, 19; Marzo, 13; Abril, 17; Mayo, 19; Junio, 12; Oc-
tubre, 9; Noviembre, 21; y Diciembre, 15; durando las vacacio-
nes del verano desde el 18 de Junio hasta el 18 de Octubre.
Era grande el descanso, y en 1794 hubo proposición para
disminuirle porque aumentaba con diferentes acontecimientos
casuales. Una diputación de la Junta general del Principado se
presentó al Claustro en 1795 manifestando la necesidad de ade-
lantar el punto en razón de varias dificultades, corno alojar al
lucimiento de nobles, carestía de los alimentos, proximidad de
las ferias y la fácil ocasión á reyertas entre soldados y estudian-
tes. Fué preciso concederlo, y en 1797 y 1798 también por el su-
bido precio de artículos de primera necesidad, alojamiento de
tropas, mercado de la Ascensión y la reunión de la Asamblea
provincial en 1799. En el primero de estos tres últimos años, el
Juez 1.° de Oviedo pasó al Claustro esta comunicación:.. «Siendo
la baratura ó carestía de los granos en esta capital la que dá
tono ó arreglo á los mercados de la provincia, ya que la influen-
cia de la opinión en estas cosas nace mas bien del temor que de
la esperanza, atendiendo mas á lo que falta que á lo que existe;
para precaver que la común aprensión anticipe y abulte los ho-
rrores de la necesidad, exigen las circunstancias evitar en tiem-
po cuanto pueda contribuir á desviar las tristes resultas de ésta.
V como la baratura de los granos en los pueblos es precisa en
<i) Archivo de la U.m'oixld.id. -Clá:i»tr>; do 5 do M iy o de 17S3; 5 Je Jir.no de 1784;
'¡cAj'mo de 1785 y i." de AgosU de 1795.
- 114 —
proporción de los menos consumidores, á efecto de conseguirlo
en esta ciudad, ó á lo menos que no incrementen su precio
espero se sirva (el Claustro), en obsequio de la causa común,
acordar desde luego, dispensar á los oyentes de esa Real Uni-
versidad, dándoles libertad para que puedan restituirse á sus
casas, declarando concluido el curso.» Este y otros casos preci-
saron á que la Diputación provincial expresara al Consejo el
perjuicio de adelantar las vacaciones y consentir tantos días de
asueto (1).
Las ferias que en esta ciudad se celebran por la Ascensión
y Todos los Santos, se extendían antes á la calle de la Picota
(hoy de la Universidad) y en 1771 el Claustro indicó al Munici-
pio los perjuicios de tal costumbre. En el año siguiente las
trasladó el Ayuntamiento con gran provecho de la quietud que
debe reinar cerca de las escuelas (2).
De nuevo en este período surgieron apremios de recursos
porque las necesidades, que llevan consigo los cambios y las
aspiraciones sucesivas de los tiempos, debilitaron el estado eco-
nómico universitario, no obstante las medidas que se tomaron
desde 1769.
El Consejo de Castilla, donde tuvimos valimiento por miem-
bros asturianos y por hijos agradecidos de las aulas ovetenses,
ordenó á la Universidad repetidas veces, principalmente en 1767
y 1771, que propusiera los arbitrios que juzgara oportunos para
el efecto; y considerando «que el verdadero y pronto fondo de
los estudios consiste en las rentas eclesiásticas, adoptó (el Con-
sejo) como el medio más conforme á derecho y más útil al Es-
tado la aplicación y agregación de préstamos y beneficios sim-
ples» y lo avisó al Claustro remitiendo el asunto á la Real Cá-
mara. Esta se ayudó al caso y en 16 de Noviembre del di-
cho 1774, dirigió una Real orden al Obispo de Oviedo o para
que, enterado de la renta de la Universidad, informase de lo que
convendría aumentar para dotación de cada cátedra y salario
de dependientes, proponiendo un plan con expresión de cuáles
t
(i) Archivo de la Universidad.— Claustros de 25 de Enero de 1794; 2 de Junio de 1795;
10 de Mayo de 1797-, 26 de Abril de 1798 y 17 de Abril de 1799.— Archivo de la Diputación
provincial.— Libros de actas: Junta de i.w de Mayo de 17.J9 y Diputación de 10 de Entr >
de xS^o.
12) Archivo de la Universidad. — Claustros de 6 de Julio de 17S1 y 4 de Febrero de i782.
-115-
y cuantos beneficios incongruos, préstamos y capellanías de la
Diócesis se podían y debían agregar, sin perjuicio de la Iglesia,
á la Universidad, y en qué consistiría anualmente el producto de
dichas piezas, extendiendo la unióir á cualquiera otra preben-
da, etc.» El Consejero-Director recordó al Prelado de la Dióce-
sis que ejecutara las órdenes dadas para la reunión y extinción
de beneficios simples, agregándolos á la Escuela; y siendo insu-
ficiente tal medida, proponía la Corporación que se pensionase
la mitra en 4.000 ducados y los préstamos de algunos curatos,
reduciéndolos á vicarías como en Santiago, ó se concediese un
crecido arbitrio en cada libra de tabaco que se consumiese en
la provincia.
El Prelado formó el plan de dotación, manifestó que falta-
ban más de aquella suma para dotar las cátedras, y creyó im-
practicable la indicada agregación beneficiaría aún sumando la
de la dignidad de Prior de la S. I. C, mientras juzgaba más con-
veniente la supresión y aplicación de la Abadía y Colegiata de
Santa María de Arbás del Puerto de Pajares. Así lo estimó la
Real Cámara. La Universidad recurrió á la Corte y, después de
otras gestiones en 1777 y 1783, pidió á la Junta general del Prin-
cipado que la ayudase en sus pretensiones y á terminar el largo
expediente de la urgente adjudicación de bienes de la dicha Co-
legiata. En 1776 el alto Cuerpo dictó auto para mejor pro-
veer acordando se visitase la Abadía; encargo que por R. D.
de 6 de Febrero de 1787 se cometió al Chantre de la Cate-
dral ovetense Dr. D. Jacinto Díaz de Miranda, sabio catedrático
de la Universidad, que cumplió su misión con celo y acierto.
Redactó luminoso informe donde, después de compendiosa re-
seña histórica de la Escuela, sus primeros recursos funda-
cionales, arbitrios sucesivos y principalmente los facilitados
por la provincia en 1736, manifestaba la precaria situación del
Magisterio, oque no tenía con qué sustentarse la mitad del año
sin destinarse á la abogacía, curatos .y otros ejercicios que,
siéndoles indispensables para vivir, les apartaba de la seria y
constante aplicación á la enseñanza»; aducía el recargo de tra-
bajo después de la reforma de estudios de 1774, llamada de
Campomanes, y que era indispensable nueva dotación á los ca-
tedráticos para que «libres de la necesidad de buscar su sustento
-lió-
se puedan dedicar al estudio de las Lenguas, Ciencias exactas y
otros conocimientos difíciles y menos frecuentados, aunque muy
necesarios y muy útiles para la necesidad espiritual y temporal
de estos reinos, y especialmente de Asturias». A continuación
expone la situación de la Colegiata de Arbás, su origen y funda-
ción, donaciones regias, agregación del hospital, rentas, juris-
dicciones espiritual y temporal de su Abad y Cabildo, falta de
residencia, vida y costumbres censurables de los capitulares,
haciendo sobre esto una tristísima pintura de los abusos y rela-
jación á que había llegado la fundación piadosa; cargos tre-
mendos, y más en la boca y pluma de un sacerdote virtuoso é
ilustradísimo. Razona, para contraste, la importancia de la Uni-
versidad, bienes que reportaba y beneficios mayores que podían
esperarse, y dice:
«Tiempo hace que el Obispado de Oviedo es el que roas abunda de pastore-
sabios y celosos que se esmeran á competencia en el Ministerio de su desempe-
ño, tomando la debida instrucción en la Universidad, que suple las veces de el
Seminario Conciliar, y crió muchos sujetos que han servido y sirven á los Seño-
res Reyes en varios empleos á que fueron ensalzados, y no le faltaron Cate-
dráticos que con sus escritos ilustrasen la nación, entre los que cuenta señalada-
mente al Maestro Feijóo. Es en el día la Universidad un teatro ó escuela publica
donde hay cátedras de lengua Griega, Filosofía, Teología, escolástica y moral.
Concilios, Sagrada Escritura, Leyes, Cánones, Medicina, Anatomía y de Mate-
máticas, y en donde, por medio de una dotación competente, fácilmente se pu-
diera establecer la enseñanza de derecho económico de gentes, y natural de len-
guas orientales, Física experimental, Química y Botánica y otras ciencias exac-
tas, cuyos conocimientos son tan útiles y necesarios para dar valor á la prodi-
giosa variedad de producciones de el país y hacer ricos á sus naturales. Por todo
esto la Universidad es uno de los objetos más útiles á la Religión y al Estado, y
cuya conservación interesa sumamente á los naturales de Asturias y provincias
inmediatas, que de otra suerte volverían á sumergirse en la más profunda igno-
rancia porque se hallan encerrados dentro de ásperas montañas y sin medios,
por su pobreza, para salir á adquirir las ciencias que necesitan á otras Universida-
des, distando de la ciudad de Oviedo, la más inmediata de ellas, más de cuaren-
ta lenguas. Los Santos Pontífices reconociendo su utilidad, la igualaron en privi-
legios con la de Salamanca, y los Señores Reyes en premio de los servicios la
recibieron bajo de su especial protección, aumentaron sus fondos y aún manda-
ron que se recopilasen sus Privilegios en la primera impresión de la Leyes; y el
Supremo Consejo de Castilla y la Real Cámara reconocieron por urgentísima y
de interés público á la Iglesia y al Estado la causa de la dotación de dicha Uni-
versidad, como que de ella depende su conservación. El establecimiento de las
Universidades fué sin duda alguna uno do los medios de que se valió la Divina
k
— Im-
providencia pira conservir la pureza de la Doctrina en su Iglesia y, á su imita-
ción, es una de las máximas políticas para mantener la quietud pública en el
Reino, porque una enseñanza temprana, uniforme y acomodada á la naturaleza
y principios de el Gobierno, no puede menos de producir la firmeza y felicidad
de éste. Para dudar de la utilidad moral y política de las Universidades es me-
nester olvidar que son la base fundamental de toda la política nacional; no cono-
cer el bien que pueden producir, y cegarse por no ver los gloriosos esfuerzos
que hicieron nuestros Monarcas para conseguir por medio de la restauración de
las letras la feliz reparación de la Monarquía. Al contrario, la Abadía y Colegia-
ta de Arbás cuando no sea perjudicial por la relajación de la Disciplina ecle-
siástica, sacrilega usurpación de la potestad espiritual, empello de eximirse de la
jurisdicción diocesana y servir de padrasto á los dos Obispos confinantes de
Oviedo y León, por la apresión y pleitos en que envuelven á los vecinos del con-
cejo y, finalmente, por la ignorancia criminal y escandalosa vida y costumbres
de los canónigos, es á lo menos inútil, porque, á la verdad, ¿qué cosa puede ser
más que la nunca trajo provecho alguno? 9
Y demostrando que la fundación abacial no se había distin-
guido por ninguna cosa provechosa ni memorable; que oLras
habían sido abolidas con buen acierto por necesidades análogas
á la de que se trataba, fundaba la conveniencia de suprimir la
de Arbás atendiendo á preceptos de derecho natural, eclesiásti- '
co, disciplinario y positivo, que reforzaba con textos legales; y
terminaba insistiendo en los proyectos de la Real Cámara ó en
la imposición de una pensión de 7.000 ducados sobre la Mitra
de Oviedo opara completar la dotación conveniente de un Estu-
dio general que comprenda, además de las cátedras propuestas
por el Rvdo. Obispo en su Plan, las correspondientes á cursos
de Matemáticas, Medicino, Ciencias exactas y demás conoci-
mientos necesarios para el bien espiritual y temporal del país y
del reino como también propios de la ilustración del siglo y de
la magnificencia de nuestro augusto soberano, para que por
acción tan gloriosa y reservada al feliz reinado de Carlos IV le
llenen siempre de bendiciones la Ciudad y Universidad de Ovie-
do con el Principado de Asturias») (1). Otra vez más durmió un
expediente útil y apremiante en los Centros oficiales de Madrid;
(i) Archivo de la Universidad.
En la Biblioteca del Instituto de Jovcllanos de Gijón se guarda en la interesante Colección
de Manuscritos de su in«igne fundador otra copia literal del luminoso informe del Dr. Diaz Mi-
randa.— (Véase el Catálogo de aquellos documentos por D.Julio Somoza. en impresión acordada
por el Rectorado y costeada por el Excmo. Sr. D. José de Posada Herrera.— Oviedo, 1883).
Kn esta época de apuros de la Escuela ovetense gestionó el celebre Jovellanos para alcan-
zar los recurso» necesario*. — «¿Quién más trabajó por dotar la Universidad?* escribía el bene-
mérito asturiano á su buen amigo el Sr. González de Posada, desde Gijón, á 30 de Mayo de 1799.
t
— us-
ía Universidad y la Junta General continuaron sus gestiones
desde 1788 sin alcanzar nada, porque de nuevo habían renacido
en altas regiones ciertas influencias con recelo político á deter-
minadas enseñanzas; los beneméritos maestros ovetenses siguie-
ron viviendo en el mayor ahogo, sin abandonar su puesto de
honor; y la Provincia y el Claustro aún seguían sus demanda^
pidiendo en 1799 y 1800 que, cuando menos, se pagasen en
metálico los intereses de los ya famosos juros universitarios.
Las aspiraciones al engrandecimiento de nuestra Escuela, re-
formando su organismo primitivo con más recursos, nuevas ten-
dencias y amplitud para mayor nivel moral del país, eran como
eco y resultado de profundos cambios que se operaban en todos
los órdenes sociales dentro de la provincia.
Otra era ya la administración rotos los antiguos moldes de
gobierno del Principado, pues, no obstante el carácter severo y
curialesco del Real Acuerdo y Audienciax alguno de sus Regen-
tes, gobernadores también de la provincia con extensas atribu-
ciones, dejaron duradera memoria, como el aragonés D. Isidoro
tul de Jaz (1719 á 1755) al poner mano en todos los servicios
públicos, cortar corruptela, acometer empresas de muy grata
memoria y proyectar otras Ordenanzas.
La subida de Campomanes al poderoso Consejo de Castilla,
sus benéficas ideas de reformas morales y materiales, el aliento
y protección á sus paisanos, á quienes puso en cargos preemi-
nentes, y su intervención atinada en ios viejos institutos civiles
y eclesiásticos de la región, produjo una vida de actividad y de
relaciones con el centro nacional, del que vivíamos apartados, y
señaló nueva orientación á Asturias. La fijó más y más el gran
Jovelhmos cuando por su destierro, encubierto en una comisión,
regresó al amado y nativo rincón, viajó por estos valles y mon-
tanas de uno á otro extremo y los estudió con detenimiento, lle-
vando a tedas partes su levantado espíritu de observación, del
que fueron surgiendo la necesidad de cambios, abolición de ru-
tinas, conveniencia de nuevos hábitos y más acertada dirección
á nuestras ideas y fuerzas. Ya en el seno de la Sociedad Eco-
nómica de Anudes del País, creada en Oviedo en 1784J y nutrida
principalmente con perenal universitario, discurrió un día sobre
los ukhíos de procurar la felicidad dei Principado y otro acerca
- 119 —
del estudio de las ciencias útiles, determinando un programa de
reorganización, que llevó á todas las comarcas cuando las visitó
escudriñando su pasado con estudio de diplomas y monumentos
desconocidos, al par que consideraba su presente rutinario y
aconsejaba otros rumbos para lo porvenir. La ultimación de la
carretera de Castilla, la explotación minera, el Instituto de Gijón
con extensas miras, el proyecto de una Academia provincial y
mil propósitos más que campean en discursos, cartas y en los
deseados o Diarios», señalan en el insigne Jovellanos ai bienhe-
chor principal de nuestra tierra, como fué en España modelo y
tipo de ciudadanos virtuosos y patriotas. Supo rodearse aquí de
personas de prestigio, útiles, clarividentes y de independencia,
de buenos asturianos amantes del progreso, contenido en lo ge-
neral por recelosa política á fines del siglo xvm. De esta suerte,
el autor del «Informe sobre la Ley Agraria» abrió el surco se-
ñalado por el escritor brioso del «Fomento de la Industria po-
pular» y del «Tratado de la Regalía de Amortización»; allí el
ilustre gijonés arrojó las semillas; y así á los dos ministros dé-
bense abundantes frutos recogidos más tarde.
Uno y otro buscaron auxiliares en la Universidad y en la
Junta General del Principado porque sus miembros eran perso-
nalidades salientes de todos los concejos, y en el Claustro do-
cente figuraban además como catedráticos y doctores los pre-
bendados del Cabildo Catedral y los Abades y Maestros de
Monasterios poderosos, con quienes también se contó para
innovaciones que se acometieron ó indicaron entonces, figuran-
do asimismo en este movimiento el inolvidable y generoso Obispo
Sr. González Pisador.
La Agricultura, Industria y Comercio se movieron y agitaron
más, viéndose protegidas y consideradas; la Imprenta tuvo asien-
to en Oviedo con auxilios, provincial, universitario y municipal;
se abrió la enseñanza de Dibujo, tan deseada; aumentáronse las
Escuelas de primeras letras; se amplió la después llamada Se-
gunda Enseñanza; y por estos medios progresaron cultura y ri-
queza asturianas, que tuvieron manifestación y auxiliares valio-
sos. Tanto y más se debió también á inmigración francesa
de perseguidos por la Revolución, que aportó á nuestra tierra
gente de mérito, principalmente ilustrados sacerdotes; á las in-
9
vestigaciones históricas de los eruditos P. Risco y Dr. Torres
Ubeda, realizadas en aquella época (1); á un Foro respetable
por sus doctos letrados; á un grupo de innovadores de todas cla-
ses como Cueto, el malogrado Berbeo, Caunedo Cuevillas,
Peón, Cónsul, Puente, González Reguera, Toreno (D. José Joa-
quín) y otros Socios de la Económica; á los poetas del bable; á
Martínez Marina (ausente de la patria, pero viviendo en ella por
sus colaboradores); y, á este tenor, se sumaron otras fuerzas,
conspirando á la obra de una Asturias nueva.
Y la parte principal de esta agitación partía naturalmente de
la Universidad ovetense, cuyos miembros (salvo resistencias de
siempre en determinadas parcialidades) aspiraban á más refor-
mas, aún recientes las ya reseñadas y con tanto trabajo y esca-
sez sostenidas. De este deseo son expresión elocuente la carta
dirigida en 1795 al Sr. D. Juan Antonio Pastor, fiscal del Conse-
jo de Castilla (antes fiscal en Oviedo y colaborador de Campo-
manes desde 1773 á 1788) por el catedrático Dr. D. Antonio
Fernández de Prado, y el discurso del Di. D. Andrés Ángel de
la Vega, también maestro, pronunciado en 1798 cuando las
fiestas universitarias dedicadas á Jovellanos.
Manifestaba el primero «que el estudio del Derecho civil de
los romanos, según se enseñaba en esta Universidad, no sola-
mente era inútil sino perjudicial á los jóvenes que se dedica-
ban á él caún después del plan ovetense de 1774 con la refe-
rencia y comparación que recomendaba con el Derecho na-
cional. »>
< Alimentados, dice, los alumnos con unas doctrinas en que se ocupan cons-
tantemente por cq>acio de cuatro año<. las cobran tanto cariño é inclinación,
que miran con desden y desprecio las del Rein:>. sin que aproveche cosa alguna
las advertencias, que de vi\a \o: se its haga, «obre la variación de nuestras Le-
jes ^en que trabajo no poco, aunque sin íruto en la Cátedra que estoy regen-
tando . siguiéndose de aquí que. al cal o de su carrera escolástica, no tienen el
menor conocimiento de la Legislación de España, ni de la historia del derecho
r
i»» CooocU * c* d trjiKnj? del cn;J ':.-» P. M. 2?«>t:no Fr. Mar riel Risco, tomos 37, 38 y
tg de Ix ¿J/aCt S'^c.:j.:. rcla-:> >a *.» I> x«r>U y pr.\i:c a Je \_H.edo.
F- l>r. l> i"Cv! . A' j>*¿s¿^ IV r res l:<\i. . (S.^'U- Je la l ~:>er>idad de Zaragoza y gra-
duado cj G-V .-. re fi » • r >c;c. >c y .; ;~ Ru. vi- .:u: * ci 1751 paia visitar todos lo*
archines .:«.. O". >'\c^ v << : tri*--. r a a H -:. *• » w'v^ a-:.. Je Lsoaí-j. halñcndo reconocido la
librería v e.v . •«•••■» Je 1- Cax::^ > ».e .a M :ra C .-- ¿.:\ B-^sierv<.i< cepias y extractos; re-
dacto ei Cata- c-" J' O..",»» w^rc í-.;c :.;a> '?«•*, rc^ • . .c traslade numeroso de i u?cri pob-
res anti^va.» ».c. Fr. ic.jv^^. a:o*.v : ,c^.as osi.¿,\.iras ce t ¿». case< colecciono menedas ha-
lladas ea ei jvu>; y o«;Ttb;.yo cu i-untantes sa;crÍA.e> a ¡a Paiev^rra'ia nacional.
— 121 —
tan indispensable para* adquirirla, habiendo consumido un tiempo muy precioso
en superfluidades, cuestiones vanas, y en un estudio al fin proscripto por núes*
tras Leyes, porque por éstas solamente deben decidir los pleitos y cuestiones
los Jueces y Magistrados, á cuyos cargos únicamente podrán aspirar los profe-
sores de esta Facultad. Este amor y añción, que han tomado los jóvenes desde
su principio A las Leyes de los Romanos, da motivo á que sean muy raros los
que asisten á la Cátedra de prima de Leyes, en donde se enseñan las Recopila-
das, cuya asignatura no entiendo que pueda ser de mucha utilidad porque ni se
estudian por principios, ni sobre ellas se hace la crítica debida. Ellas están en
castellano, y si el Catedrático no las ilustra manifestando á sus discípulos el
motivo y ocasión de su establecimiento, su justicia, extensión que tienen en el
concepto de sus comentadores, si se hallan iguales decisiones ó contrarias en
los Cuerpos de nuestra legislación desde el Fuero Juzgo, si fueron establecidas
en Cortes, si por Pragmática, como se formaban en los Concilios de la Na-
ción, etc., ninguna otra instrucción adquieren más que la que podían lograr en
su estudio privado» (i).
Sigue razonando la necesidad de estudiar directamente el
Derecho español con citas autorizadas de cuantos reclamaron
esta enseñanza; y después el mismo Dr. Prado transmitió la
carta al Sr. Jovellanos, que se apresuró á contestarle con otra
magistral, cual todas las suyas, sobre el método de estudios en
Derecho. Condena el empleo de la lengua latina para ello,
mientras recomienda la Gramática castellana, Lógica, Geome-
tría y Física esperimental para hablar y discurrir bien; después
señala el paso «natural» al estudio del derecho social ó público
universal; y, «no teniendo al Derecho romano como necesario
al jurisconsulto español» en estudios elementales de cátedra,
pasa á señalar el plan de estudios del Derecho patrio, doliéndose
de la carencia de libros clásicos á este objeto. Para la Historia
jurídica recomienda la Sacne The miel i s Hispana: Arcano, de
Cortés, los prólogos de los doctores Asso y Manuel al Fuero
viejo, Ordenamiento de Alcalá é Instituciones de Castilla, las
Cartas de Mayans al Dr. Berny y del P. Burriel al Licdo. Ama-
(i) E&te deficiente y extraviado estudio en una Facultad de Leyes españolas era general en
la nación, aunque sostenga otra opinión el Sr. D. Vicente de La Fuente. Por lo que toca á la
Univeriidad de Oviedo, pudiéramos prrscntar muchas pruebas más de las del texto en éste y
capitulo* precedentes. Véanse los 'Apuntes biográficos de D.José Rodríguez Busto, con relación
de las vicisitudes políticas y el análisis critico legal de varios hechos importantes que le ocurrie-
ran y de los que fué víctima, etc. (Madrid, 1856)». Fs una interesante autobiografía escrita por
aquel ¡ntergérrimo y benemérito magistrado, digna de ser lcida; y al objeto de la presente histo-
ria hace relación detenida de su carrtra en Oviedo, (1793 á 1802) con estudio deficiente de filoso-
fía, más incompleto de la jurisprudencia civil y canónica, y trabajos en las Academias domini-
cales que describe. El cuadro que presenta de las Facultades de Leyes y Cánones es expresivo,
aunque también denuncia la influencia de la revolución francesa, que se dejaba sentir «sin que
pudiesen impedir ese torrente las medidas activas y eficaces de los gobiernos absolutos.»
— 122 —
ya; antes de las Instituciones civiles requiere el conocimiento
de la Constitución (acerca de la que diserta) y del Derecho po-
lítico, difícil por falta de libros, necesitando acudir al estudio de
la Partida Segunda, adicionada con elementos dispersos en
nuestros archivos; y, por último, ya dentro de los elementos de
nuestro Derecho, deseaba una publicación española á estilo de
la francesa de Domat, pudiendo servir de base ó materiales
para ello las concordancias de Jiménez, las dichas Instituciones
de Asso y Manuel y un cuidadoso estudio de las leyes de Par-
tida y Recopilación (lj.
Cuando la exaltación de Jovellanos al Ministerio de Gracia
y Justicia, el Dr. Vega recordó en notable oración la sabiduría
y merecimientos de aquel varón insigne, complaciéndose par-
ticularmente en sus ideas y reformas sobre disciplina y estudios
al redactar el Reglamento literario é institucional del Colegio
salmantino de Calatrava; y exclamaba:
«¡Plan admirable y deseado! Ven á este liceo, habla en nom-
bre del sabio que te formó; sé tu mismo la prueba de su sabidu-
ría y el tributo que le rindamos; sé el premio de su autor, diri-
giendo á nuestros jóvenes desde hoy, mejorando sus estudios,
haciendo florecer las ciencias en un país donde pueden cogerse
abundantes frutos entregándole todo á la utilidad pública para
que solo has salido á luz.» \
Llegamos al siglo xix; pero, antes de dejar el xvm, vamos á
insistir más en éste y á enterar á nuestros lectores de antiguas
costumbres y sucesos, que darán á conocer con detalles otros
aspectos de la pasada Instrucción pública y en particular en la
Universidad de Oviedo.
(i\ Pe la c*rta del Dr. Prado > Oviedo y ti de Pícierr.brc de 1795' al Fiscal Pastor circu-
laron mucha* copia* en la proxincin, y por la importancia del asunto no se hiro esperar la con-
testación de Jovellano* «Gijon 17 de UicicirUe de dicho año*.
Otro lWtor de nuestra Vinversidad, P Juan N. San Miguel escribió también al célebre
asturiano disertando acerca de la* I eye<* e«pafii'¡.i<, y aquel !e c».itc-to con una notabilísima
carta sobre el •Origen y autoridad Ic^al de nuestros Código»» {Gijou, 19 de Junio de ^97) con
opiniones que le cncargt consultar con el I)r. Vega.
- 123 —
CAPITULO VIII
Antigua vida académica y usos y costumbres universitarios en Oviedo. — Estu-
dio y Universidad, Claustro y Gremio.— Insignias y distintivos académi-
cos.—Fuero escolar; su ejercicio, vicisitudes y casos en nuestra Escuela. —
Las «cadenas» y la «pedrera». — Varias manifestaciones de exención relati-
vas al servicio militar y uso del papel sellado. — Estudiantes; su antigua con-
dición; traje escolar; la Tuna y otras manifestaciones de la vida estudiantil.
— Solemnidades para los grados. — El Bachillerato. — Examen de Abogacía.
— La Licenciatura; procesión ó paseo claustrales; ejercicios y examen; cena;
votación; juramentos é investidura del Licenciado.— Análogas ceremonias
en el grado de Doctor; actos públicos; atributos doctorales; investidura, ju-
ramento y borla; discursos y vejámenes ó gallos.— Colocación de los invita,
dos. — Depósito, propinas y otros gastos de los graduandos. — Reclamaciones
contra su exceso por la Junta general del Principado.— Concesión de grados
de honor á ilustres personalidades (I\ Cádiz, Campomancs, Jovellanos, Pé-
rez Villamil, Hevia, etc.) — Los tz/tor^r.— Demostraciones de alegría en oca-
sión de ascensos de los Maestros é hijos de la Universidad (P. Feijóo, Cnm-
pomanes, Jovellanos, etc.)— Celebración de fiestas religiosas y profanas ordi-
narias y extraordinarias. — Actos solemnes del Claustro en natalicios, juras,
matrimonios y lutos regios.— Otros homenajes religiosos y profanos acorda-
dos por la Corporación (P. Feijóo, Obispo Pisador). — El Patrono.— Elec-
ciones de cargos y aperturas de curso.— Armas y sello universitarios.
En el Código inmortal del Rey Sabio llamábase, como es
sabido, c Estudio general» á la escuela superior de Artes y Fa-
cultades, nombre que se unió primeramente y se vio reemplaza-
do después con el de «Universidad», por ser el instituto público
de enseñanza donde con autoridad regia y pontificia se daban
enseñanzas superiores de Ciencias y Letras para la colación de
grados en aquellas Facultades existentes al terminar la Edad Me-
dia y comenzar la moderna. En documentos de nuestros monar-
cas, dirigidos á tales Escuelas, se lee: «á Vos la Universidad del
estudio de » donde se desprende que el Rey no distinguía la
universidad y Estudio como cosas distintas, pareciendo por esto
— 124 —
que la primera era la colectividad (ayuntamiento, que decía la
Partida Segunda) constituida por doctores, maestros y estudian-
tes; y es más aceptable esta opinión que la del Sr. Gil y Zara-
te cuando distingue de las clases de estudios, según la aproba-
ción de la Corona ó de la Santa Sede. En la Bula y en la Real
Cédula de erección de nuestra Escuela, el Papa Gregorio XIII la
llama «Universidad de Estudio general» y el Rey Felipe III
simplemente «Universidad.»
Nacidas las Universidades durante la Edad Media en los
Claustros de las Catedrales y favorecidas por la Iglesia, que
procuró retener bajo su tutela y dirección las aulas públicas,
tuvieron éstas mayor ó menor. concepto y organización clerica-
les, y dieron á las Juntas de doctores y maestros el nombre de
«Claustros» por el sitio donde se reunían. El coetáneo espíritu
gremial llegó á las Universidades y, junto al Claustro surgió el
Gremio, llamándose asi al cuerpo de doctores y catedráticos,
si bien los catedráticos que no eran doctores no formaban parte
del Claustro y menos del Gremio. En éste académico había
toda la gerarquía gremial: aprendiz (estudiante)/ oficial (Bachi-
ller ó pasante), maestro (Licenciado ó Doctor) con el correspon-
diente examen para pasar de uno á otro grado; y de igual ma-
nera que únicamente los maestros manuales podían tener tienda
ó taller abiertos, también solamente podían enseñar los licencia-
dos, doctores ó maestros intelectuales. Los Rectores hacían el
oficio de Priores ó Prebostes del Gremio universitario que, para
mayor semejanza con el Gremio mecánico, tenía carácter de Co-
fradía ó hermandad por los auxilios que se debían sus miem-
bros, sufragios, funciones religiosas, patronato sagrado, etc.
Con todas las dichas circunstancias, similares á las de los
centros análogos de España, llamábase el nuestro en libros y
documentos oficiales Insigne Claustro, Estudio General y
Universidad de Oviedo y sus miembros se decían: «Dr. D. N. N.
del Gremio y Claustro de... etc.»
Constituían la Corporación académica distintos oficios en
varia gerarquía; el Rector, que era á la vez Juez Conservador
Real y Apostólico de las Escuelas; el Vice-Rector; el Primiciero,
con altas atribuciones administrativo-económicas; los Consilia-
rios 6 miembros consultivos; los Claveros ó Interventores de
— 125-
Arca y Archivo; el Fiscal; los Catedráticos, Doctores y Maestros
que se sentaban por orden de antigüedad en claustros ó en án-
gulos (pequeñas reuniones para acuerdos urgentes) colocándose
en este orden, canonistas, legistas, teólogos, médicos y artistas ó
filósofos; los bachilleres y estudiantes; y, por último, los ofi-
ciales y dependientes como el Secretario ó Notario Real y
Apostólico, Maestro de ceremonias, Bedel, Mayordomo, Capella-
nes, Impresor, Alguacil, Sacristán, Relojero y Portero-barrende-
ro; más aún de los señalados por los Estatutos Viejos y Nuevos
que marcan las respectivas atribuciones y servicios de unos,
mientras otros se rigieron por acuerdos claustrales.
Los miembros académicos del Claustro llevaban en reunio-
nes solemnes y públicas las insignias de sus respectivos grados,
principalmente los licenciados y doctores que ostentaban la
muceta, esclavina de seda ó raso sobre pecho y espalda, de los
colores verde, rojo, blanco, amarillo ó azul, según las Faculta-
des de Cánones, Leyes, Teología, Medicina y Artes de su Licen-
ciatura, mientras los Doctores cubrían la cabeza con la borla,
llamada asi por el botón de seda filamentoso, fijo en el centro
superior del bonete ó birrete y cuyos hilos se esparcían alrede-
dor cayendo por los bordes (1). Los eclesiásticos y frailes traían
las insignias sobre sus hábitos; los Oidores graduados de la Real
Audiencia las llevaban sobre la toga, modernamente extendi-
da al Magisterio; y los militares y cuantos tenían uso de uni-
forme por su dignidad, caballería ó maestranza, llevaban sola-
mente el birrete en la mano (2). Era corriente el traje talar y
siempre capa ó manteo en los catedráticos seglares, á quienes
por regias disposiciones de 1773 y 1797 se les permitía yestir
libremente de seda en la calle cuando se marcaban los vestidos
de los escolares.
Los oficiales, ministros y dependientes también tenían sus
distintivos propios. El Secretario, Bedel y Alguacil vistieron. pri-
meramente con golilla y, al fin, los dos primeros el trage escolás-
tico, después militar y negro, que conservó el Maestro de cere-
(x> Iji borla doctoral fue distintivo de subido mérito y privilegios en aqmllo* siglo*, den
tro y fuera de las aulas; en la Iglesia, donde se asimilaba al bonete para la cobo tura, y delante
He los Reyes y altas Corporaciones. Todavía, en 4 de Agosto de 1858, cuando la Reina Doña
Isabel 11 visitó la Universidad, significó al Rector que el Claustro «en uso de tus antiguos
privilegios podía cubrirse.»
la) Archivo de la Universidad.— Claustro de 25 de Agosto de 1780.
— 126 —
monias, cambiado últimamente en frac, abandonando la espada,
pero no la chupa y el calzón. La autoridad del Bedel (el o men-
sajero de los escolares», que menciona el Rey Sabio para anun-
ciar las fiestas por mandado del mayoral— el Rector, — anunciar
libros, señalar punto de Ayuntamiento (ó Claustro, etc.) era
grande y alguna vez desempeñó este cargo un sacerdote que
con recomendación académica obtenía curato cuando no me-
jor colocación, siempre apremiante por su mezquina dotación
y paupérrimo hospedaje en la casa del Hospital de estudiantes.
Caminaba á la cabeza del Claustro llevando maza de plata,
levantada dentro de la Universidad y sobre el brazo al salir
por las calles, donde sólo levantaban esta insignia los maceros
de la Ciudad. El Maestro de ceremonias llevaba alto bastón y el
Alguacil una vara, «más dentro de la Universidad y en la pe-
drera.»
Aunque dotadas con pobreza las Escuelas, se procuraban
vida de ostentación y alcanzaron consideración grande y mu-
chas distinciones públicas porque, á porfía, Reyes y Pontífices
las distinguieron con privilegios é inmunidades; ó bien unas
Universidades tomaban por sí y ante sí las preeminencias con
que se honraban otras por Bulas y Pragmáticas. El tiempo abo-
naba después el uso y el abuso.
Esto aconteció aquí por lo que toca al llamado fuero acadé-
mico, poder privilegiado de la Universidad para conocer en cau-
sas civiles y eclesiásticas de todos sus miembros. Este favor
tuvo base y principio en el famoso Código alfonsino, al tratar «de
los Estudios en que se aprenden los saberes é de los maestros
é de los escolares», clasificando las enseñanzas, disponiéndolas
en sitios alegres, abundantes y seguros; y conceder honores
y distinciones al Magisterio, principalmente al jurídico, á cuyos
individuos nombra «maestros») por antonomasia, considera como
caballeros y señores de leyes con honras de Condes, y dispone
sean acatados por jueces y servidores regios y estén exentos
de tributos. Entre aquellas leyes (1) están, como es sabido, las
primeras manifestaciones de tal fuero académico, repitiendo
excepciones concedidas por San Fernando á las aulas salman-
(i) Leyes del tit. XXXI de la Partida Segunda, principalmente las leyes 7 y 8.
— 127 —
tinas; y, si en un comienzo únicamente asoma el fuero civil, en-
seguida se extiende también al criminal ó «pleito de sangre*. La
ingerencia pontificia en nuestras escuelas dio á éstas carácter,
respetabilidad y alcance eclesiásticos; y ya desde entonces el
fuero se arraigó y extendió con más vigor enfrente del derecho
común para ser por sí mismo origen de excesos y conflictos, y
más cuando las franquicias, exenciones y libertades compren-
dieron á doctores y estudiantes, á sus dependientes y familiares,
ú gentes extrañas de todas clases, que se apresuraban á ma-
tricularse en las cátedras, sin otro objeto que el de sustraer de
la Real Jurisdicción ordinaria el conocimiento de sus causas,
jurando obedecer al Rector en licitts et honestis et de Jideli-
ler e.rercendo. Los Reyes Católicos y Carlos III adoptaron va-
rias medidas para atajar este desorden (1) que llegó hasta el
siglo XIX.
Como la Bula de erección de la Universidad de Oviedo ex-
tendía á ésta los «privilegios indultos, inmunidades, prerrogati-
vas, exenciones, favores, libertades, facultades y gracias» de la
Tniversidad de Salamanca, prolongáronse á las aulas ovetenses
las leyes recopiladas torales dictadas para la Atenas española,
si bien en nuestra Ciudad no alcanzó el Maestrescuela las am-
plias atribuciones como á orillas del Tormes las tuvo dentro y
fuera de aquella Universidad famosa.
El territorio del Fuero académico era el del edificio de la
Universidad y sitios próximos, señalado aquél por las cadenas,
y éste por la pedrera, postes y poyos. La pedrera, así llamado
vulgarmente el enlosado que rodea la Universidad por sus fa-
chadas del N. y E., fué trabajada en 1609, si bien después su-
frió varias restauraciones. De la misma época son las cadenas
de hierro dispuestas á entrambos lados de la puerta principal,
que ya se mencionan en un memorial de Sancho Inclán (2), y
fueron restauradas en el siglo xviu imitando las que existían
ala entrada de la Catedral. Como los postes y poyos, las cade-
nas jurisdiccionales marcaban en Oviedo, como en Salamanca,
• i) Leyes del tit. Ví, líb.VIII de la Novísima Recopilación.
Son obras notables relativas al Fuero académico, la* de D. Alfonso de Escobar (Madrid,
í643) y P. Andrés Mendo, S. J. (Salamanca, 1655), y en el extranjero gozaron de reputación
Rcbuffó y Hildendorp
ti) Véase Capítulo, III, pág. 53.
— 128 —
Alcalá y otras Escuelas, la «exedra» del territorio exento. El afo-
rado escolar revolvedor ó perseguido por el Corregidor, Juez ó
sus rondas, quedaba inmune en llegando á los férreos eslabo-
nes (1).
Tenía asimismo el Rector-Juez, Conservador apostólico y
real, gran autoridad con fuero académico personal, que daba
un poder fuertísimo á la Corporación literaria; pues, además de
la Real jurisdicción civil y criminal respecto á profesores, gra-
duados, escolares, oficiales y ministros de la Escuela, estaba ar-
mado por Bula pontificia ccn la espiritual y de conciencia para
fulminar excomunión contra el que la desconociese, arma pode-
rosísima entonces, que hacía irresistible sus facultades sobre
todos los matriculados, mientras no renunciasen el fuero por
cambio de estado. Y no se crea que los Rectores hacían uso
prudente y eran parcos en aplicar el poder espiritual de que es-
taban adornados, porque hubo ocasión en que, si el Ayunta-
miento de la Ribera de Arriba en el derrame de una contribu-
ción impuso diez maravedises á un tal Fernández de Lavara,
antes estudiante y á la sazón veedor de la Perera, éste creyén-
dose atropellado en su fuero, acudió al Rector que, usando de
su autoridad, expidió despacho y fulminó excomunión mayor
latee sententiez contra el Municipio que, al fin, eximió al Lava-
ra del mencionado impuesto (2).
Al poder teocrático de aquellos tiempos eran permitidos
abusos como el contenido en tal censura de excomunión; y
otros semejantes formaron piedra de toque para hacerse obede-
cer y temer el Rector. En funciones de tal y en 22 de Marzo
de 1639 ¿no excomulgó el Vice-Rector al Teniente-Gobernador
del Principado porque, siendo doctor, no quiso asistir á Claus-
tro para tratar de asuntos de la Universidad?
Celosos Rector y Claustro de tal autoridad, no consentían
nada que pública ó privadamente pudiera debilitarla, cuales-
quiera que fuesen la causa é individuos de donde partiesen los
obstáculos. Asi, cuando un Catedrático, á quien se obligó á lo-
mar el grado de Doctor, pronunció en el acto público para
desahogo de su despecho palabras «fuera del camino de lo líci-
«i) Historia de las l'Hktrsitiades por La Fuente. —Tomo II.
(2) Véase ApAndicb VII.
— 129 —
toi como se expresa en el acta, en el momento mismo se pro-
cedió contra su persona y, suspendiendo la investidura, se le
constituyó en prisión con grilletes y se le privó por cuatro años
de la cátedra y emolumentos de grados, con la imposición de
las costas procesales.
Y entre muchos casos merece citarse, respecto á competen-
cia, el de D. Francisco Dorado, médico del Cabildo Catedral,
cuando preso en el castillo-fortaleza por el Juez ordinario de la
Ciudad en 1712, fué de allí arrancado por el Rector Castañón
en virtud de su jurisdicción académica y llevado á la Universi-
dad, donde aquel ilustrado facultativo había recibido grados
mayores.
Son también interesantes las disposiciones siguientes que
figuran como adicción á nuestros códigos (1).
Por autos acordados del Consejo y consiguientes órdenes
de 11 de Marzo y 7 de Mayo de 1722, á representación del Rec-
tor y Claustro de la Universidad de Oviedo hecha con motivo
de que, habiéndose preso por la Real Audiencia á un estudiante
matriculado en aquélla y despachado el Rector letras inhibito-
rias, se introdujo por el Fiscal recurso de fuerza de conocer y
proceder y se declaró: hacerla sin embargo de los ejemplares
que había en contrario de haber tomado el Rector conocimiento
de otras tales causas en virtud del Fuero escolástico; se mandó
que dicha Real Audiencia, en los recursos de fuerza y demás
competencias de jurisdicción que en adelante se ofreciesen, se
arreglase á lo prevenido en la Bula de erección de la Universidad
y Real privilegio y los observase cumpliendo y guardando los
fueros, libertades y prerrogativas que, conforme á dicha Bula y
privilegio, le pertenecían, como se guardaban á las Universidades
de Salamanca, Valladolid y Alcalá.
Por otro auto de 4 de Julio de 17(54, á representación de la
misma Audiencia de Asturias insistiendo en que el Rector de la
Universidad parecía no tener jurisdicción en los estudiantes le-
gos por haber quedado reservado en S. M. el mismo privilegio,
se mandó que el Tribunal observase y guardase á los graduados
y matriculados su fuero escolástico y al Rector la jurisdicción
(i) Notas i la Ley G.\ tít VI, lib. VIII de la Novísima Recopilación relativa al uso de la
/irisdicción escolástica y personas que deben gozar de su fuero y conservatorio.
— jo-
para conocer en sus causas y negocios á excepción de las que
la Corona ó el Consejo estimaren ya por su gravedad ó otra
causa ser de su especial Real providencia; y debía tomar cono-
cimiento en virtud de la reserva del privilegio, la que había de
entenderse para semejantes casos; con declaración, que en cau-
sas de legos, las apelaciones debían ser para el Tribunal Real
superior correspondiente, igualmente que en los asuntos de go-
bierno de Universidad serían al Consejo por pertenecer á la po-
testad civil y proceder el Juez académico de Oviedo con juris-
dicción regia en ellos; y por lo mismo no procedía en esas dos
clases de negocios el recurso de fuerza.
Mas en el mismo año de 1764 pidió el Fiscal del Consejo re-
lación ordenada de los fueros universitarios, y alcanzaron un
perpetuo silencio sobre la cuestión el Comisario de la Escuela
en Madrid y el de la Junta General, que nunca decayó en su
interés por el Claustro. El Consejo acordó en 27 de Enero de
1776 «que los profesores y estudiantes legos matriculados en la
Universidad de Oviedo no admitiesen cesiones fraudulentas en
fuero que gozan sin impedimento ni estorbo de la Real Audien
cia y sus Fiscales; que las causas graves y dudosas las confe
rencien entre sí, por escrito ó palabra, el Fiscal de la misma Au
diencia y el Rector de la Escuela sin formar competencias; que
respecto á las apelaciones de los procedimientos de éste se tu
viese en cuenta la providencia de 1.° de Agosto de 1764 que
elevó al Consejo las correspondientes al gobierno interior y po-
lítico de la Universidad y remitió á la Audiencia las demás entre
alumnos legos matriculados; y que el Rector obrase en virtud
de jurisdicción real y de ningún modo de la apostólica, prohi-
biendo que en semejantes causas fulminase censuras en sus des-
pachos, por ser opuesto á las leyes de la nación y al Santo Con-
cilio de Trento». No obstante tales recomendaciones y la Real
Provisión (1) concediendo fuero activo á los Rectores, hubo
frecuentes competencias con el Tribunal ordinario por razón
del fuero académico, que se fué restringiendo durante el si
glo xvm por sucesos de Salamanca y Alcalá, hasta cesar tal
anacronismo con los cambios, que hemos de reseñar en el
siglo XIX.
(z) Archivo de la Universidad.— Claustro de ia de Febrero de 1776.
— i3i —
Estaban libres del servicio militar los estudiantes que, con-
forme á la ley 18, título 7.°, libro 1.° de la Recopilación, goza-
ban ciertas exenciones «haviendo de haver hecho un curso en-
tero, estudiar de continuo, entrar en las Escuelas de las Univer-
sidades aprovadas y no en conventos ni colegios, y oir dos lec-
ciones cada día, con tal que hayan de hacer constar su aprove-
chamiento en las ciencias y humanidades en que versan por
certificación de sus cathedráticos, visitada del Rector de la Uni-
versidad.»
Cuando una comisión de la Junta General del Principado
solicitó del Claustro un donativo para la formación de un Regi-
miento de Nobles en 1794, aquél, atendiendo ú que sus prerro-
gativas le eximían de sorteos, dio con entusiasmo 20.000 reales
de los 4-6.000 que tenía en el arca, y altamente honroso fué el
recibimiento que hizo la Provincia á los maestros portadores de
la ofrenda. Más el Gobierno declaró comprendidos en el sorteo
de nobles á los catedráticos, doctores, graduados y alumnos; y
como la Corporación representara contra la medida, el Rey la
volvió á decretar correspondiendo á la Universidad el cupo
de 101 por ser 712 los matriculados. Para zanjar diferencias
se acordó una suscripción á fin de poner voluntarios sustitutos,
ayudando la Universidad á los pobres y prefiriendo á los apli-
cados.
Por Real cédula se extendió y generalizó en 1795 el uso del
papel sellado, y el Claustro acordó no hacer innovaciones en el
particular y no contestar á los oficios del Tesoro y Contador
de Hacienda. La Audiencia del territorio ordenó el reintegro
del papel con sello en los juicios académicos y que el Secretario
no diese testimonios en pliego comúp, como hacia desde anti-
guo; más considerando tal orden depresiva de sus fueros y
preeminencias, la Universidad consultó á las Mayores, enviando
á Madrid un comisionado especial para gestionar con el Protec-
tor de la Escuela. Este y otros privilegios sufrieron con posterio-
ridad la suerte de otras muchas disposiciones de la administra-
ción pública (1).
(r) Archivo de la Diputación provincial— Diputación de x.° de Mayo de 1764— Archivo
¿e la Universidad.— Claustros de 12 de Febrero de 1776, n de Diciembre de 1794 y 28 de
Abril, 30 de Mayo» a de Junio y 28 de Julio de 1765.
— 132 —
Tal era la respetable Corporación académica. Veamos ahora
lo que fué el Cuerpo escolar.
Clase periódica y emigradora era durante la mayor parte
del año núcleo y nervio principales en los pueblos que tenían
Universidad como Oviedo. Por la época en que apareció nuestra
Escuela no fué la figura del estudiante ovetense aquel tipo do
noso y singular, que retrataron á maravilla el gran Cervantes en
«La Tía fingida», el maestro Espinel en «La vida del escuden»
Obregón», Quevedo en «El Buscón ó Gran Tacaño», Alemán en
oGuzmán de Alfarache» y, á este tenor, otros escritores, porque
aquel «Estudiante de Salamanca» de Espronceda ya no es cua
dre fidedigno; pero todavía nuestro escolar mostró en los si
glos xvn, xviii y primer tercio del xix la filiación rigurosa del
antiguo estudiante español.
Dejando ahora su influencia corporativa de cuando aquí
intervino por breve tiempo en la votación de catedráticos y su
partido en aulas y academias por las teorías que alimentaron
las Órdenes religiosas, la vida externa estudiantil, presidida por
espíritu de apretada unión, ofreció no poco que decir y cou
siderar en nuestra Ciudad.
Como gente moza, alegre y dispuesta siempre á jarana y al-
borotos, no eran los estudiantes muy partidarios de la calma.
Valientes por sí y escudados por inmunidades y fueros, son sa-
bidos sus atrevimientos y populares sus calaveradas. Anudado?
por vigoroso compañerismo, vestían el clásico manteo, (que los
teólogos de Urbano V preceptuaron á los parisienses en el
siglo xiv) prenda que á todos igualaba, de singular estima según
era más vieja y denotaba mayor antigüedad; y desde 1770 prin-
cipalmente, cuando los clérigos dejaron el bonete por el sombre
ro, también ellos siguieron la innovación levantando las alas y
haciéndole de tres pieos después de las providencias á que die
ron lugar los motines, desde el de Esquiiache. Las leyes reco-
piladas de espíritu suntuario reglamentaron más el traje, clase?
de paños y otros detalles, mientras autorizaban á los escolares
para pedir limosna y los hacían libres en ciertos préstamos (1).
Se reunían en pandillas y banderías divididos, á las veces,
líb. i<x
Xcx.v>m¿ Rcc-pLacun. I.c\e< K-, i\\. ::, lih. i': 7.*, t¡L 39, üb. 7.°; y i.', lit. o
— 133 —
por provincias y concejos. Riñas, amores, juegos y otros desór-
denes llegaron á ser frecuentes, y más lo hubieran sido á no
atajarles la severa autoridad del Sr. Rector, que se extendía
hasta los actos ajenos á la vida escolástica y se veía metido en
competencias con las autoridades locales cuando acudían éstas
y aquél para apaciguar tumultos y se lanzaban de una á otra
parte las voces de «¡favor ala Universidad!») «¡favor á la Ciu-
dad!») y «¡favor al Rey! o dando ocasión á causas criminales, al-
gunas muy curiosas, que obran en el archivo de la Escuela. Jó-
venes, y por ende ligeros y dados á la galantería, llevaron su
tentación á las rejas de un convento de monjas de esta capital,
ya por inclinación á las reglares, ya por alguna vocación si nó
forzada cuando menos tibia; y á más de los autos correspondien-
tes fué necesario para detenerles que apareciese en el tablón de
edictos la excomunión mayor latte sententice, que sino atajó,
contuvo el escándalo. Asi se explica cómo se fortalecían aque-
llas Corporaciones literarias protegidas por la dicha jurisdicción
privilegiada, debilitando el poder real, prontas siempre á la
creación de conflictos y reclamaciones para sostener prácticas
abusivas.
De esta manera en pueblos universitarios se crearon divi-
siones hostiles, bandos perennes entre los habitantes de la po-
blación y los estudiantes, siempre en lucha, siempre dando
campo á perturbaciones, alcanzadas en Oviedo todavía en el
siglo xix bajo la denominación de la polaina y la sotana, ori-
ginadas, las más de las veces, por fútiles pretextos. La sociedad
de aquellos tiempos estaba organizada para ello.
Los hijos del pueblo eran los de «la polaina», que en paseos,
grandes fiestas y romerías, en la «danza prima» de la plaza, en
el patio y «cazuela» del teatro, contendían con estudiantes por
cualquier motivo y no fueron las menos veces por preferencias
de las hijas de Eva, viniéndose los galanes á manos después de
provocarse con dichos y coplas desde el uno al otro bando.
Decían los paisanos:
Hoy llevarán c sotana >
los de Sotana,
que aguardan en el Campo
los de Polaina.
- 134 —
Y replicaban los estudiantes:
Que esperen y no huyan
los de Polaina,
que allá van presurosos
los de Sotana, (i)
No fué aquí siempre precisa y continua la sopa de los con-
ventos, pues ni la matrícula era tan excesiva, ni tan pobres los
estudiantes. En algunas ocasiones, sin embargo, repartían la
sopa los frailes de San Francisco, esperando los estudiantes es-
cotistas, bajo el extenso y frondoso Carbayón, al lego reparti
dor, que por orden de antigüedad distribuía las raciones; y,
una vez consumidas éstas, las cazuelas se guardaban en «teno-
bias y través de los hórreos» del próximo Campo de la Lana. Les
tomistas recibían el socorro del Convento de Santo Domingo y
aguardaban en el «Campillín» la hora del reparto, bajando por
estrecha calleja y entraban por la puerta del carro al patio que
precedía A la cocina (2). Otros estudiantes tenían casa donde ser
pajes ó acompañantes y además posadas de baratísimo pupilage,
más barato aún cuando traían las provisiones ó carraca, reno,
vadas periódicamente por la amorosa y ausente madre. Ya viene,
pues, de muy antiguo la patrona, típica personalidad aneja
siempre á la vida estudiantil; vida, como hemos dicho, llena de
peripecias y por todos deseada, no obstante prohibiciones y vi-
gilancias.
En 1709 escribió el Claustro á su Protector cómo convendría
sacar de la población una compañía de cómicos, por el grave
daño que causaban sus distracciones. El Consejo no consideró
tan perjudicial la presencia de la farsa, diversión pública y vo-
luntaria; pero, en atención á que la continua asistencia podía
ocasionar gastos y abandono en el estudio, dio orden al Regente
de la Audiencia y al Rector para que vigilasen sobre este punto
fi« Cfr\:*<t, no\e!.* do co-tumhres cveter«e^ por P.Joé R. MeJendreras < Oviedo, 18661.
r^ H.iIma también Ci ra< p;.»s en t'.i\cr de e^t:.d\irte«, como la< de />«<«, fundada en 1*36
por 1>. Gutierre Hern—do de ijuirc*. «.K>{.o de Tr. «ca'j, y « ira de Rojas, por el IIu<in<imo
Sr D. IYor/> de Ri ja-*, en iñ.n en el inUm > «..»:.cejc .a de O-l.era iRihadeseHa) por el Présbite-
r~ D. lYdr» lí : ^alcí <r it->i , 'a de ( '; . ..v, en v w « j <r el C\ r. r^-irio del Peni D. Antonio
lí..r\-.\ V.ild»-*. I- Je J\.'*:t <Ir!ic~t<t p r ti A'üi'.z I» Juan l* ...neo en 1726; la de 7a*tV
,1 '.iiíO p r I> Pitrel .\h:n: o y I\>.ida en if>4 .1 de .'•<••*'-»*•* Carreíio> por ei Préster
ro IV Mjiuk'. (*.iraa Heres en 174a, la de ür» «j \C»ttJ¡t5j por D. Toribio González de
llardo y >u muier O.* M.ina de Je>u<. y alguna mi>.
— «35 —
y los alumnos solamente asistiesen los domingos y días festivos
con permiso del superior, perdiendo fuero quien desobedeciese.
Otras veces eran ellos los actores (1). Y se dictaron también
más órdenes de no fumar, //• á la tuna, salir á horas de vela,
frecuentar ciertas tertulias de mucha confianza, etc., inspeccio-
nándolo el Rector, acompañado de paje, bedel y alguacil en la
nocturna ronda, siendo en ocasiones burlada su vigilancia (por
venalidad de los dependientes, según la crónica tradicional) y
acontecía no alcanzar su fin, imponiendo serios castigos si los es-
tudiantes eran sorprendidos en centros pecaminosos, en gari-
tos y rincones, donde se manejaba el mugriento y desencuader-
nado libro de las cuarenta hojas, en desvencijados billares, ó
en sitios de los alrededores por piras ó huidas de cátedra.
Desde los («pipiólos» y «corbateros» ó filósofos, que eran
como los reclutas ó novicios, hasta los estudiantes veteranos
había una graduación singularísima con graciosos cambiantes,
y más distinguiendo por Facultades. El legista era el estudiante
tipo de inquietud y aventuras; el teólogo, más tranquilo y traba-
jado por el penoso estudio, daba, á veces, no poco que hacer y
decir y más cuando colgaba los hábitos; el canonista era figura
anfibia; y el médico pasó por aquí muy rápido sin dejar la
memoria que en otras partes.
Para unos y otros hubo que habilitar, según queda indicado,
local académico de reclusión, y no bastó; porque en 1707 se
ofició al Corregidor San Pedro para que permitiese al Rector
poner en el Real Castillo ó Fortaleza á cursantes presos que ha-
bían cometido delitos, por no resultar segura la cárcel de la Es-
cuela. El virtuoso Magistral Sr. Menéndez de Luarca en 1779
y el edificante P. Cádiz en 1795 dieron fervorosos ejercicios
con abundante fruto á los escolares; pero la gente moza, reno-
vada en cursos sucesivos, continuaba siéndola misma. Muy serio
fué un conflicto en el mismo año de 1795, cuando por disputas
y algo más en una danza dentro del Campo de San Francisco,
el Juez de la Ciud&d prendió á un estudiante, que le quisieron
(\\ Archivo de la Universidad.— Claustros de 25 de Diciembre de 1756, so de Octubre
de 1769, 15 Mayo de 1791, 4 de Mayo de 1795, etc.
— •Cancionero* populare*» de Lafuente Alcántara, Machado, Marín, etc.
— Los Españoles pintados por si n:ismos, por varios autores (Madrid, 1851).
— Rt cuerdos drl Tiempo viejo, por D. José Zorrilla.
IO
- i36 -
arrebatar los compañeros, sin lograr meterle dentro de las cade-
nas del fuero al pasar camino de la cárcel. El Rector visitó al
Regente para amparar á su aforado; el Regente dio conocimien
to del suceso nada menos que al Consejo do Castilla; y se redo-
blaron rondas, admoniciones y medidas de todas clases para
aquietar los juveniles ánimos, que en muchas veces más, antes
y después de 1800 y 1801 dentro y fuera del teatro, tuvieron en
inquietud constante al pacífico vecindario ovetense.
Finalmente, por sabida se tiene la parte que los estudian-
tes tomaron en tumultos populares y en acontecimientos políti-
cos en 1702, 1766, 1808 y 1820.
Aún ayer, los últimos que alcanzaron aquella vida, preñada
de sucesos y de impresiones, se deleitaban con el recuerdo de
tales tiempos; la musa popular de los cantares conmemora
y alude todavía á episodios, que entonces debieron ser frecuen-
tes; y la historia anecdótica guarda mil lances y cuentos chisto-
sos y epigramáticos. Corren de boca en boca los requiebros del
estudiante á la novia y las quejas de ésta cuando aquél,
en viniendo San Lucas,
tú que le viste
¿Quién no sabe de las animadas comparsas que de pueblo
en pueblo y de calle en calle explotaban los bolsillos ajenos,
merced á la desacorde música de guitarras, ílautas y violi-
nes? ¿Quién no se complace en modernas resurrecciones de an-
tiguas Tunas con el atrevido postulante ó o moscón» y los elás-
ticos pandereteros que saltan y giran golpeando el pergamino
con manos, pies, rodillas, codos y cabeza? ¿Quién ignora atracti-
vos y penurias de aquella truanesca vida?... Ya las leyes al-
fonsinas trataron de revueltas estudiantiles, rondas y serenatas.
Palpable es la diferencia de los estudiantes de entonces y
los de después; bien que se dice en vieja máxima, piden diversos
tiempos costumbres diferentes; pero siempre las memorias de
los anos estudiantiles refrescan el alma con las dulces auras de
la primavera de la vida y son manantial inagotable de emocio-
nes: trisles cuando se evoca el nombre de camaradas que des-
aparecieron prematuramente; gratísimos cuando se encuentra a
otros en la senda de la vida ó se presencian los triunfos de com-
— »37 —
pañeros que llegaron á los primeros puestos del Estado y de las
letras. Desgraciadamente son más los que desaparecen ó veje-
tan oscurecidos, quedándose por el camino, que los que llegan
á la cumbre. Ya lo escribió periodista ilustre: Dios ha limitado el
número de los que señala con la marca sublime del genio.
Veamos ahora en otros aspectos aquella antigua vida univer-
sitaria.
La solemnidad con que se conferían los grados mayores, re-
tratan el pasado académico con sus curiosas ceremonias y rigu-
rosos ejercicios literarios. Aprobadas las Facultades, los certifi-
cados de «lecturas» y «cursoso eran llave para adquirir estima-
do titulo.
Era el primero el de Bachiller en Artes, al que seguía el su-
perior de las Facultades mayores.
Al reseñar los primeros Estatutos indicamos las circunstan-
cias de los respectivos bachilleratos, que constituían el grado ini-
cial que los ministros de Carlos III llamaron («importante© cuan-
do reglamentaron estos y más ejercicios académicos y ordenaron
sobre sus cursos, requisitos, reválidas é incorporaciones (1); pero
la solemnidad era modesta. Presentaba el estudiante un memorial
al Claustro y acreditaba su puntual asistencia á oir y leer con
certificados de los catedráticos y testimonio del bedel, y una vez
admitido al grado, se presentaba ante el Tribunal de tres docto-
res y padrino; en breve arenga solicitaba la gracia, explicaba su
punto de la Facultad desde la cátedra, contestando también á las
objecciones, y después recibía el título pagando derechos y pro-
pinas.
Los bachilleres en leyes ya se acondicionaban para el ejer-
cicio de la abogocía, principalmente desde la reglamentación
por Carlos IV del antiguo examen que, ante los Reales Consejos
y Audiencia, habían dispuesto los Reyes Católicos. Después del
grado de Bachiller se exigieron cuatro años de estudios de leyes
del Reino en las Universidades en que hubiera estas enseñanzas,
pudiendo ser dos de Cánones, justificando además pasantía con
letrados y asistencia á los tribunales. Había examen ante los
Oidores y en algún tiempo se encargó preguntar especialmente
(i) Novísima Recopilación. — Leyes 8 i 14, tit. 8, lib. 8.
— 138 —
sobre las leyes y capítulos de Corregidores, por si los abogados
aspiraban á estos cargos (1).
Al bachillerato seguían los grados mayores, á Claustro ple-
no, de Licenciado y Doctor, que coronaban la carrera académica.
Las primitivas formalidades están en los Viejos y Nuevos
Estatutos; y no bastando sus prescripciones, se hicieron los
reglamentos de 1750 y 1781 que contienen detalladamente los
rasgos característicos de aquellas ceremoniosas costumbres es-
colásticas (2).
He aquí cómo se celebraba y obtenía la Licenciatura ó
«licencia» para enseñar.
Los ministros y oficiales de la Escuela, precedidos de chiri-
mías y atambor concurrían á casa del catedrático Decano de la
respectiva Facultad para buscar al Graduando y Rector, y en la
casa de éste se formaba el Claustro. Allí principiaba el vistoso
paseo á caballo por la Ciudad, comprendiendo siempre á Cima-
devilla y la Plaza Mayor viniendo después á la Universidad,
llevando la Corporación el siguiente orden: abría el paso el al-
guacil entre músicos y estudiantes, seguía el bedel con maza
antes del capellán moderno y el impresor, á continuación mar-
chaban el capellán antiguo y el mayordomo y, á la cabeza de
las dos filas del Claustro, figuraban el Secretario-notario y el
Fiscal (3). Entraba la Corporación en la Sala grande general de
Cánones. El Decano padrino subía á la cátedra; el Rector se
sentaba bajo el dosel y retrato del Fundador, y á su lado el in-
dividuo más antiguo del Claustro con el candidato, siguiendo los
doctores por su antigüedad, colocándose el bachiller que argüía
cerca de la puerta en otra cátedra elevada. Ante la presidencia
rectoral había una mesa con libros y códigos para evacuar las
cuas y un reloj de arena para medir la duración del acto.
Principiaba el acto con el ejercicio, llamado primeramente
Quod libeto y después Repetición pública, cuyo temase saca-
ba ante el Rector, Padrino, Secretario, Bachiller y Consiliarios,
(i) Novísima Recopilación. —Leyes i.* y a.a, lit. aa lib. V.
la) Archivo de la Universidad.— Claustros de 4 de Marzo de 1750 y 5 de Marzo de 1781.
^3) Archivo de la Universidad.— Claustro de a6 de Marzo y a6 de Mayo de 1737.— Por
muerte de Fausto Antonio Plaza el Claustro, en 11 de Enero de 1750, nombró su impresora
D. Francisco D«'az {Pedregal, cuyos hijos y nietos han desempeñado su cargo y noble arle con
mucha aceptación y nombre en la provincia.
— 139 —
á quienes se pasaba impreso en seda del color de la Facultad,
y en papel á los convidados y dependientes (1).
Al medio de la lección, de memoria, que duraba una hora,
había el cedat ó salutación al Salvador, á la Virgen, á los Reyes
y al Fundador, durante la cual todos permanecían cubiertos y
sentados á excepción del Graduando. Cuando el presidente to-
caba la campanilla sonaban la chirimía y demás instrumentos,
tornaba el Claustro al paseo acompañando al Rector á su vi-
vienda, y después los ministros y oficiales al Decano y Graduan-
do á la suya respectiva. Ültimamente no había paseos en los
grados de Licenciado. A las doce de la mañana del día de la
repetición, el tambor y clarín de la Ciudad tocaban ante las
puertas mayor de la Universidad, del Rector, Decano y aspiran-
te, y acompañados éstos por algunos dependientes se dirigían á
las tres y media de la tarde á la Escuela, donde á las cuatro ba-
jaba el Claustro á la cátedra de actos mayores. Desde este ejer-
cicio al de capilla mediaban nueve días, término dado al bachi-
ller más antiguo que quisiera graduarse antes, para lo cual se
fijaba un edicto.
El día del examen había el mismo acompañamiento desde la
casa del Rector, en hora diferente según la estación y acuerdos,
vistiendo la muceta el Decano y tres graduados examinadores.
El acompañamiento del graduando á la capilla de San Gregorio
era después de los argumentos á las seis de la tarde en invierno
y á las siete en verano, no permitiéndole más que una persona
en su compañía.
Durante este tiempo se servía la cena ó refresco á los doc-
tores y secretario. Componíase aquélla de «una ensalada, un
asado de las mejores aves, cabrito en su época, ternera y pos-
tres con dulces de rajadillo, pasteles y otras hojaldras», ó un
azucarillo, agua rosada y una libra de dulces para los gra-
duados y secretario; pero un cuarterón á los dependientes, á
quienes se dio propina en compensación de la cena; y es de notar
(f) En esta ó parecida redacción y simplificada desde la intervención de los Censores
regios:
Pro l' cent, grad in .... facúltate obtinendo hac in regis Univ. Ovet. corr.m ej'ittd. j<i-
•//Vfi/. D D. ac Mag. publican dicct oratiotwm li. D.. .. Theximq secuentem (. . . . . J.
>A B. D Públici praPug. sitó auspiziis sin prtedilect Patrini D. D. D i n facúltate
Ofcain. Dü korc post nterid, Anno D. N. J. MDCC. ...»
Y eran análogas las conclusiones impuestas para oposiciones ó actos por cátedras.
— 140 —
que en ésta había mesa aparte para los pajes y socios regulares.
Era costosa tal costumbre y llamada la atención del Claustro
sobre el particular, acordó que, habiendo un reglamento para el
caso, el exceso era voluntario y fuera de sus atribuciones si
bien en lo sucesivo se daría una nota al graduando. Este llevó
la cena á su casa, más los doctores lo prohibieron disponiendo
que el Primiciero diera una colación con 300 reales que satis
faría el candidato, descontando de las propinas el exceso que
fuera necesario. Posteriormente se redujo á una ensalada, dos
huevos pasados por agua, un ave del tiempo para cada doctor,
fruta, queso, pan y vino de Castilla, por más que algunos opina
sen por el antiguo obsequio de los dulces (t).
Terminados refresco ó cena, se cerraban las puertas exterio-
res de la Universidad no permitiéndose la entrada más que á
los criados del Rector y de graduados, que traían los faroles para
acompañarlos, mientras el Primiciero y los dependientes ronda-
ban el Claustro bajo. Como en todas las ceremonias del grado,
se tocaban las campanas antes y después de salir del ejercicio
y el pueblo esperaba con impaciencia el tercer repique, que
anunciaba la aprobación, antes de la cual, en una mesa y en el
centro de la capilla, se colocaban dos velas encendidas con un
Crucifijo y los Evangelios, y detrás se sentaban en un banco el
candidato con el padrino que le auxiliaba en los argumentos y
preguntas.
Concluidas éstas, el Decano sacaba al aspirante del recinto
y volvía á entrar con el Secretario. Este con el Sar^to Cristo
y el Libro Sagrado tomaba juramento á los doctores (por preve-
nirlo el Reglamento y un acuerdo especial del Claustro) para que
no se admitiese recurso ninguno sobre aprobación, reprobación ó
levantamiento de alguna R. Llenado este requisito, repartía las
argentinas medallas con las A A y RR, y al salir del local, ce-
rraba puerta y cancel. Comenzaban á votar depositando las
medallas en las ánforas de plata, que eran llevadas enseguida al
Rector para que con dos examinadores antiguos hiciese el es-
crutinio (2). Sin embargo de tal acuerdo, aconteció que e/
(i) Archivo de la Universidad. — Claustro de 10 de Octubre de 1770.
12» ídem ídem. — Claustros de 19 de Septiembre de 1770 y 9 de Julio de 17S5.
■^» '
— 141 —
Br. D. José Fuster Lorenzo, después de jurar y recibir el grado
de Licenciado en Teología o vindicó su honor por la Rque había
resultado en la elección y examen de capilla»; y entonces los
doctores oyeron á los jueces, y éstos «aseguraron que Fuster
había hecho el ejercicio con el mayor lucimiento sin la más
leve falta y que la R pudo proceder por equívoco al echar en
el cántaro las tarjetas de plata que entonces se estrenaban»; y
por los brillantes antecedentes delD. José («casaron por equívo-
co y erróneo el voto de la /?», acordando expedirle certificacio-
nes nomine discrepante (1).
Aunque estaba dispuesto que hasta el día siguiente del exa-
men no se digese al pretendiente el resultado, para que en caso
de no aceptar el grado por alguna consideración lo participase
el bedel á los doctoreé, siempre salía el padrino á buscar al
ahijado y el Rector le decía su aprobación.
El día de la investidura se hacía el acompañamiento ó paseo
con iguales formalidades y, cuando fué suprimido, bajaba el
Claustro desde la Sala de Actos á la Capilla, donde el candidato
prestaba los juramentos ante el Secretario. Saliendo la Corpora-
ción al patio de la Escuela ocupaba amplio sitial dispuesto á
propósito; pedia el aspirante el grado y le recibía de manos del
Héctor, á quien acompañaban todos á casa, una vez terminado
el acto, antes que al Decano y al nuevo Licenciado. Ya éste en
su morada, obsequiaba á cuantos acudían á felicitarle y muchos
llegaban para recibir gratificaciones.
El juramento y promesas comprendían varios extremos, mo-
dificados y adicionados según los tiempos: la fidelidad y obe-
diencia á S. S. el Papa N. N. y sucesores en la Silla de San Pe-
dro como al Rey y Reina N. N. N. N. príncipes invictísimos; la de-
fensa á toda costa del honor, reverencia, libertad y privilegios de
la Universidad de Oviedo (alma mater) y de todos sus miem-
bros, no yendo contra su Rector, Doctores, ni Maestros ni demás
personas presentes y futuras de la Escuela, ni contra la repúbli-
ca de la Ciudad, antes bien favoreciéndoles cuanto fuese posible
en lo referente á su honra y utilidad; cumplir con todo celo y
diligencia, favor y patrocinio, dentro y fuera de la Universidad
ít) Archivo de la Universidad.— Claustro de ax de Mayo de 1772.
- I42 -
en cargos y dignidades que se ocuparen, cuanto fuese convenien-
te al Claustro y éste necesitara ó requiriese; la observancia ex-
trema en todo y para todo de las Constituciones y estatutos vi-
gentes ó futuros de la Universidad y también los cánones y de-
cretos del Concilio de Trento; no promover, defender ni enseñar
directa ó indirectamente cuestión alguna contra la autoridad y
regalías de la Corona de España (según la R. P. de 6 de Sep-
tiembre de 1770); asimismo enseñar siempre la doctrina del Con-
cilio de Constanza en la sesión XV y sus declaraciones contra
el tiranicidio y regicidio, procurando que aquélla fuese observada
rigurosamente, sin admitir jamás opiniones opuestas ni afines
como probables; leer y regir las cátedras á que fuere llamado
en caso de necesidad, sin exigir mayor salario que el asignado;
no figurar nunca en las sociedades secretas prohibidas por la
ley, ni admitir el absurdo principio de que el pueblo puede mu-
dar á su voluntad la forma de gobierno; y mantener y abrazar
como piadoso y conforme al culto y recta razón, ya se predica-
se, enseñase ó disputase pública ó privadamente, la doctrina
que afirma que la gloriosa Virgen María, Madre de Dios, no es-
tuvo nunca sujeta en virtud de gracia divina al pecado original
y que fué santa é inmaculada siempre desdo el primer instante
de su animación, según la Bula de Alejandro VIL De esta suerte,
con la santidad del juramento en épocas de creencias firmes,
de unidad religiosa y también de sucesivos recelos políticos, se
ligaba á los graduados á las autoridades pontificia y regia, pro.
greso de la Universidad y fraternidad académica.
El grado supremo del Doctorado se disponía con análogas
y más lujosas ceremonias que en la Licenciatura.
La víspera del grado doctoral se celebraba por la tarde el
paseo á caballo, sin que aparezca en qué año terminó tal cos-
tumbre, siguiendo la procesión de á pié, pues la escalera para
montar aún existía en 1844 en el zaguán de la puerta principal,
frente á la Capilla. «En atención á que con las continuas lluvias,
aún en el verano, rara vez se conseguía buen piso»», se propuso
en 1771 celebrarle en coche o ya que había bastantes en el lu-
gar»; pero siempre hubo dificultad para disponer de carruajes,
y así no duró mucho la medida. En 1835 cesó el paseo por com-
pleto cuando el derribo de la torre del Ayuntamiento, efectúan-
- Mi -
dose otro desde la Sala de Claustros hasta el tablado que se po-
nía en el patio universitario con dosel, bancos y colgaduras. Se
levantaba á cuatro pies (Je altura en lodo lo largo de la crugía
que mira á la puerta principal desde las dos columnas que
forman esquina ó ángulo, y se entraba por cerca de la puerta
del antiguo paraninfo, hoy cátedra de conferencias. Los doctores
llevaban sus respectivas insignias y el candidato, que vestía ba-
landrán sobre la sotana, tenía en mano el bonete negro y se
colocaba en pié al lado de la barandilla frente al dosel. Los
dos estudiantes que argüían se sentaban en taburetes en la co-
lumna del centro, y entonces principiaba aquel simulacro de
ejercicio donde cada arguyente, al probar la menor, daba una
patada y la música principiaba tocando últimamente el rondó
de la Vestal.
El día de la investidura concurría el Claustro con igual
solemnidad que en el anterior ejercicio, y en asientos frente al
dosel se sentaban el Secretario y el estudiante de la «gratulato-
ria* hasta que con posterioridad varió la ritualidad. A las once
de la mañana bajaba el Cuerpo académico con el graduando,
que ya vestía la muceta; dos estudiantes conducían la borla, el
libro y el anillo en bandejas de plata y entre los dependientes
venía el bachiller encargado de la laudatoria. El aspirante pedía
el <rrado en oración latina; acompañado por el Padrino y Secre-
tario juraba de rodillas ante el Rector, que le concedía la borla;
y el Padrino sentado entregaba el libro y el anillo al nuevo doc-
tor, que permanecía arrodillado oyendo otra oración latina sobre
la importancia del grado y deberes que le imponía.
Era el juramento análogo al prestado ante la Cruz con la
mano sobre los Evangelios cuando la Licenciatura, y cláusu-
las cuya redacción se fué variando, adicionando ó suprimiendo
extremos: como el especial dispuesto para los teólogos contra la
escuela y autores jesuíticos; la limitación general de gastos doc-
torales conforme á la tasa Clementina; en el primer tercio del si-
glo xix, uno especial dedicado al Rey y ala Constitución; y había
una adición general de no dispensar en tocio ni en parte los in-
dicados juramentos universitarios. La entrega de los símbolos
doctorales se hacía con fórmulas conceptuosas y de antemano
marcadas, ya al presentar y cubrir al graduando con el bonete
— 144 —
«laureado, viejo y venerable distintivo del Magisterio como coro-
na de estudios y méritos»; al ofrecerle el libro abierto y cerrado
para «enseñar, difundir y adelantar la ciencia con acatamiento
y veneración á doctrinas de los antiguos Maestros»; y al ponerle
el anillo, como «emblema del privilegio de firmar y sellar los es-
critos, consultas y censuras de la ciencia y profesión de *, al
mismo tiempo que le ofrecían unos guantes, «símbolo de la pu-
reza que debía brillar en las acciones del Doctor (1)». Decíase
la protestación de la Fé, conforme á la fórmula de Pío IV, con
el símbolo de aquélla y su continuación Apostólicas el eccle-
siasticas quoque Traditiones; y toda la dicha ritualidad si-
guió observándose hasta 1847, al centralizarse los grados doc-
torales en Madrid. Cuando por breve tiempo desde 1870 se res-
tablecieron en Oviedo, fueron simplificadas aquellas ceremonias
á tenor de las formalidades conservadas hasta 1868 en la Li-
cenciatura en que se hacía igualmente la protestación de Fé ca-
tólica, acto suprimido después de la Constitución de 1869, que
proclamó la libertad religiosa. Seguía el abrazo á los nuevos
compañeros; tomaba asiento el nuevo doctor después del gra-
duado más moderno; y el Primiciero arrojaba guantes al públi-
co, que variaron en número, según acuerdos, reduciéndose á
seis pares en 1771 en beneficio de la librería (2).
Y después tenía lugar una costumbre curiosa. Como la in-
vestidura del grado de doctor era el complemento de la ciencia,
y la edad en que generalmente se recibía era de juventud á la
que tanto halaga el lucimiento y ostentación de los actos públi-
cos, pues la inteligencia humana flaquea no pocas veces, en-
tonces mismo el graduado más reciente se dirigía al candidato
á quien manoseaba á su sabor, dejándole en ridiculo ante el
público, que esperaba con ansiedad y recibía con risas y aplau-
sos las ocurrencias más desatinadas. Ya se ponían de manifiesto
los defectos físicos y morales, ya los lances juveniles y, si á
mano venía, los de sus padres, abuelos y parientes, no Omitien-
te Desde las primeras investiduras cayó aqui en desuso la ceremonia, continuada en
otras Universidades (siguiendo el espíritu de las leyes alfoiifinas, que otorgaban nobleza al Ma-
gisterio) de armar Caballero al nuevo Doctor, entregándole espada, cinturón, espuelas y guan-
tes, quedando aqui estos últimos non tantem in sigttum ordinis equcstrii, sino en el concepto
dicho en el texto.
(2) Archivo de la Universidad.- Claustro de 4 de Febrero 1771, 12 de Junio de 179S
y 8 de Julio de 1835. Se dice.
— I4S —
dose frecuentemente el que figurase el ama del cura, si aconte-
cía ser sobrino ó pariente de un párroco el graduando ó si éste
lo era, ó Padre maestro de alguna Orden religiosa. Tal fué el
acto chavacano é improcedente, llamado («vejamen») por los Es-
tatutos y generalmente designado con el nombre de gallos.
¿De dónde venía una práctica tan extraña? En los honores
antiguos del triunfo se cantaban sátiras y epigramas á los dignos
de aquella distinción en Roma, y bien pudo de aquí pasar tal
costumbre á las Universidades en un acto, verdadero triunfo
literario de una persona. No solamente se refería al graduando,
sino que se extendía á diferentes individuos, como indicamos, y
hasta en la venia para pronunciar las diatribas en que consistía
el vejamen. Manifiesta el Sr. Borao que el famoso satírico Rabe-
lais «instituyó un particular ceremonial para la recepción del
bachillerato en Montpellicr, en que el candidato sufría una ca-
rrera de puñadas, á título de juvenil despedida, mientras pasaba
de la Sala de Actos al cónclave, en donde se hacía lo mismo
por los profesores». De la Universidad de Granada se publicó
recientemente un vejamen tomado de un códice colombino por
nuestro inolvidable y paternal amigo el sabio D. Aureliano Fer-
nández Guerra y Orbe, ornamento de las Academias españolas
Esta dirigido por el Dr. Salcedo á D. Alonso de Salazar en 1598,
y en su final se dice: «todo lo dicho hasta aquí, señores, ha sido
muy violento para cumplir con el antiguo y pesado Estatuto de
nuestra Universidad, que así como violento no puede ser dura-
ble (1)». Efectivamente, fué decayendo poco á poco compren-
diendo que no era digno de un acto serio y solemne.
El Dr. Prado propuso en J7ÍJ5 la supresión de paseos y (ja-
llos «que si fueron necesarios en tiempos bárbaros (sic) debe
el Claustro reformarlos para acomodarse á los nuestros*, aña-
diendo que diversiones tan burlescas eran impropias de la Corpo-
ración y degradantes de la autoridad ó cuerpo que las toleraba.
En 17% se acordó acceder á lo propuesto, previa aprobación
del Consejo, que sostuvo los vejámenes por Real Provisión de
20 de Octubre de 1755, y pronunciar en su lugar una oración
>i) Mistaría de ¿i Vnivn-iid.ui u- Ztragvzx, por I>. Gerónimo \l<> rao.— Artículo IV.— \r-
chivo deb Universidad— Claustros de 9 de Noviembre de 1795 y 11 de Knero de «796.— Wasc
AriADics VIII.
-i46-
en honor de las ciencias y sus profesores. Cuando los paseos, se
restableció el vejamen en 1801 continuando hasta 1826.
Para mejor conocimiento se insertan en apéndice parte de
unos Quilos, suprimiendo lo que no se puede dar á la estampa
por contener algunas frases libres, no obstante ser revisados,
como todos, primero por una comisión del Claustro y después
por un censor ad koc.
Terminados los gallos^ el bachiller pronunciaba la laudato-
ria en honor del reciente doctor y éste en 1812 y 1820 otra en
honor de la Constitución así como en 1814 y 1824 en honor del
Rey, antes de volver el Claustro á la Sala de Actos. Por último,
se repicaban las campanas, tocaba la música en los intermedios
de los actos indicados, y el nuevo doctor obsequiaba con esplén-
didas onces, comidas, refrescos y regalos á graduados, invitados
y_ á todo el mundo además de la cena de Estatutos.
En época de luto por los Reyes se hacían los ejercicios sin
pompa ni solemnidad, trayendo los doctores la muceta negra.
Había también diferentes formalidades, según los funciona-
rios que asistían. Cuando el Obispo de la diócesis concurría á
grados y oposiciones, se le daba especial lugar en sillón delante
del Rector, o quien políticamente podía ceder la campanilla á
Su llustrísima». A su entrada y salida del establecimiento se to-
caban las campanas, y era recibido y despedido por una comi-
sión de cuatro doctores; pero los demás le saludaban desde su
asiento sin levantarse. Si á los mismos actos venía el Regente
de la Real Audiencia, ocupaba el asiento del antiguo Goberna-
dor del Principado á la derecha del «magnífico» Rector con los
Oidores al lado; pero éstos, si no asistía el Regente, se coloca-
ban después del Decano con preferencia al Provisor y Prelados
de las Comunidades, á quienes seguían los Colegiales ma-
yo res.
El Primiciero y el Maestro de ceremonias cuidaban de que
ocupasen los sitios respectivos las personas dichas y los con-
vidados, generalmente Jueces de la Ciudad, Capitulares de la
Santa Iglesia, Regidores, Caballeros, etc. Los asientos destinados
á los religiosos eran ocupados por Maestros y demás oficios de
las Comunidades, procurando dicho Primiciero colocar bancos
bajos para sus socios y colegiales. A los Bachilleres les estaba
— 147 -
prohibido asistir á ocupar su puesto al frente ó testero de la pre-
sidencia, no llevando el bonete como distintivo.
Al pretender uno de los grados, se depositaban 3.000 reales
para gastos académicos solamente. Deducida de esta cantidad
la parte del arca, propinas y aumento de ocho reales álos pobres
oficiales por la cena y los estipendios de músicos, el residuo se
dividía y prorrateaba entre los doctores que hubiesen presencia-
do el examen de capilla y demás ejercicios. Dobles derechos
correspondían al Rector y Padrino, tres ducados al Doctor «ga-
Ilista» y otros tantos al Primiciero, si fuese de la Facultad del
graduante, aunque obligado á hacer la distribución con el Secre-
tario. Todos juraban no perdonar propinas con pena de abonar
el duplo para el arca y responsabilidad en el fuero interno, más
se devolvía el dinero generalmente hasta que se pagaron los ho-
norarios en chocolate: al Rector y Decano 12 libras, 6 á cada
doctor, 3 al Primiciero y 3 al Secretario, prohibiendo bajo santa
obediencia la devolución, solamente permitida con chocolate
comprado y nunca con el recibido. Destinábanse 320 reales
para la librería; y ya queda dicho que los Colegiales de San
Pelayo de Salamanca tenían depósito y. derechos menores (1).
Había otros gastos extraordinarios y hasta supérfluos que
duplicaban con exceso los mencionados, aunque, para evitar
cuantos podían comprometer las familias haciendo el laureado
ostentación de la borla, estaban prohibidas las libreas á los
acompañantes, corridas de toros y comidas y colaciones públi-
cas. ¿Pero qué mucho si eran aquellos grados deseado término
en la carrera del saber, honores entonces muy considerados
porque eran tan difícilmente adquiridos? A 40.0X) reales llega-
ron los gastos en Salamanca en época más barata que la pre-
sente, y llevado este afán de grados á las posesiones españolas
en América, ascendieron allí á 10.000 duros! (2).
La Junta General del Principado representó al Rector y al
Reai Consejo los perjuicios que ocasionaba la cena; pidió más
tarde que se aminorase el costo de las investiduras consultan-
(t) Archivo de la Universidad.— Claustros de 4 de Febrero de 1771, J7 de Octubre de
1783 y 4 de Abril de 1783.— Testamentaria del Arzobispo Valdés, folio 183.
<2l Ana tes universitarios del Perú, por D. José Gregorio Paz Soldán.— Lima. 186a. —
Coni prende el primer tomo la Universidad de San Marcos de Lima, y el segundo las cinco res •
tantea de aquella República, Arequipa, Huamanga (Ayacucho), Cuzco, Puno y Trujillo.— Estu-
dias jurídicos en Buenos Aires. («Gaceta del Notariado». — 1879, núm. 36).
r
— 148 —
do á Salamanca y á Valladolid, y combatió el aumento de pro-
pinas y juramento de no perdonarlas sin diferencia de pobres,
acordando que sus comisarios tratasen esta cuestión con el
Claustro. En 1777 volvió á sus representaciones la Diputación,
en vista de haber contestado la Universidad no ser excesivo el
importe de los grados y sí menores al de todos los demás esta-
blecimientos de algún renombre, conviniendo, por otra parte, á
su decoro no hacerlos comunmente accesibles. No pasados dos
años, otra vez intentó el Principado conseguir la rebaja de gas-
tos, que ascendían á más de 6.000 reales (y á 1.000 ducados en
alguna ocasión) entre depósitos, propinas, regalos, cenas, re-
frescos, etc., nombrándose en la Escuela una comisión que exa-
minara detenidamente el caso. Con acuerdos anteriores á la vis-
ta y en particular con el de la Junta de Hacienda de 27 de No-
viembre de aquel año, se discutió acaloradamente por todos de-
fendiéndose la costumbre antigua, que se demostró no ser cara,
atendiendo á la dignidad é importancia de la investidura (1).
En justificación del lauro académico y como ejecutoria cien-
tífica se entregaba á los graduados títulos latinos expresivos del
nombre, naturaleza, buena vida y costumbres, estudios, etc., del
bachiller, licenciado ó doctor, pues muchos se detenían en el
primero ó segundo grado; en el documento constaba la votación
obtenida de simple approbatus (por mayoría) ó de nomine dis-
crepante, y muy principalmente se repetían las fórmulas y pro-
mesas juradas en que se mezclaban con los dogmas de la Reli-
gión determinados principios de política circunstancial que se
pretendía considerar al igual ó poco menos que aquellos dogmas;
y finalmente el Secretario-notario refrendaba el diploma al lado
de la firma recloral y sello grande de la Universidad (2).
De este modo se verificaba una ceremonia que daba tanto
carácler á la vida académica de aquella época. Ultimo honor á
que aspiraba un estudiante, era recomendación del todo necesa-
ria para la cátedra y muy atendible para pretender y obtener
buenos destinos.
Fué también el doctorado una distinción que la Universidad
(1) Archivo de la Universidad. — Claustros de 7 de Agosto de 1771, 12 de Octubre de 1774
y 11 de Diciembre de 1779. — Archivo de la Diputación. — Juntas de 20 de Febrero de 1772 y 15
ele Julio de 1775 y Diputación de 16 de Febrero de 1777.
¡jq \ty.i-v AvéNDiCE IX.
'J **
- 149-
otorgaba honoríficamente á hombres ilustres, á sus hijos predi-
lectos, y á respetables personajes á quien estaba obligada por
protección y señalados favores. A instancia del egregio Campo -
manes, á quien en 1770 consideró la Escuela Doctor y Maestro
de su Claustro y Gremio, se concedió la borla en Cánones al
Iltmo. Sr. D. Miguel María de Nava, Presidente interino del Con-
sejo en 1783, remitiéndole las insignias, y poco después en am-
bos derechos al arzobispo Llanes. En 1795 se dio la de Teología
al hoy V. P. Cádiz, cuya ciencia, palabra y virtud tenían edifica-
da la ciudad de Oviedo, á donde acudían gentes de toda la pro-
vincia para escucharle, siendo de un mérito singular las oracio-
nes latinas que con tal motivo leyeron en el solemne acto el
agraciado y padrino (1).
Hallándose en Gijón el insigne Jovellanos fué nombrado
Embajador de Rusia en 1797 y, al disponer el Claustro que una
comisión de su seno le felicitase, ésta, llenó su cometido lleván-
dole las insignias de doctor. Contestó agradecido el célebre gijo-
nés dirigiendo á la Corporación universitaria muy afectuosa
carta: «Cuyo escrito, dice el acta, habiendo sido oído con gozo
singular y complacencia de todo el Cuerpo, se acordó unánime-
mente se archivara y custodiase original entre los papeles más
apreciables de la Universidad, para conservar, por este modo,
un monumento tan ilustre y de tanta gloria y honor para la Es-
cuela.»
Decía asi la carta:
«Gijón 11 de Noviembre de 1797.— Muy señores míos: lie tenido el honor
de recibir la distinguida enhorabuena y la decorosa expresión con que V. SS.
por un efecto de generosidad, han querido honrarme con motivo de mi promo-
ción á la embajada de Rusia, habiendo presentado los señores doctores Méndez
Vigo y Vélez Cosío las insignias del doctorado en ambos derechos y el testimo-
nio de la honrosa acta de 3 del anterior en que fueron servidos acordarla. Estos
mismos señores habrán manifestado á V. SS. la sincera satisfacción y el alto
ix t Orationes coram ovetcnsi academiac senatti habitae X Kalcnd Maias ann. MDCCXCV
pro publica inaugurationc licenciat. ct doct. in Sacra Theologia R. P. M. F. Didaci Camatio
Rivadencira, alias Cádiz. Strictissimac Capuccinorum Faemiliae l'rovinciac Baticanae, Con ció-
natoris Apostolici in universa Hispania, cuius mirabilem doctrinam ct communiter perillustri*
hac Civitas. ct precipue cclebris Academia jucunde dcsmtarumt. Sumptibm ejusdem Rcgiae
Universitaria typis mandatac. Ovcti ex typographia L). Francisci Díaz Pedregal. Anno
MDCCX.CV». — Contiene también la laudatoria del padrino Dr. D. Juan Méndez de Vígo, Ca-
nóuigo y Arcediano de Gordón en la Catedral, la gratularía del P. Misionero, y aparece en las
actas que pronunció otra el Br. D. Sebastián Casadoyro, á quien se dieron «decentes hábitos,
chupa, calzón y dos camisas.»
— 150-
aprecio con que he admitido tan decorosa distinción, la más grata que puede
hacerse á un hombre que hasta ahora no ha acertado á aspirar á otras, que la>
que distribuye la opinión pública en la carrera de las letras. Para acreditar más
bien este aprecio y mi profundo respeto al sabio Cuerpo que me lo dispensó,
he querido recibir este honor en el seno del Real Instituto Asturiano, deseoso
de perpetuar en él la memoria del beneficio con que V. SS. se han dignado dis-
tinguir á su Promotor, así como la de mi íntimo reconocimiento, y también
para sellar con este solemne acto la unión de los dos cuerpos, que erigidos
en beneficio público y consagrados á la instrucción de la juventud asturiana, se
deben aquel amor que corresponde á la voluntad de sus objetos.
Réstame, ahora, renovar a* V. SS. este testimonio de mi gratitud y de mi
respeto, así como el más vivo deseo de promover con todas mis fuerzas el bien
y la gloria de esa Real Universidad, no como hasta aquí, por un voluntario es-
tímulo de mi inclinación, sino por la dulce y honrosa obligación de su hijo
adoptivo. Ii. L. M. de V. SS. su más rendido afecto individuo, Dr. D. Gaspar tic
Jov ¿llanos. — Sr. Rector y Claustro de la Universidad de Oviedo >
Iguales grados de honor concedió el Establecimiento á hijos
de sus aulas promovidos á los más altos puestos del país,
que en su generalidad habían recibido aquí grado de bachi-
ller. Nombrado Regente de Oviedo D. Juan Pérez Villamil, de
cuyo cargo no tomó posesión en 171)8 por haber sido nombrado
Fiscal del Consejo de la Guerra, el Claustro le llamó su doctor
en Leyes; y en Cánones en 1799 á D. Gabriel Hevia Noriega,
Consejero supernumerario de la Suprema y General Inquisi-
ción (1).
Otra de las costumbres escolares de más boga ó señal de re-
gocijo escolar era el ¡citor! que, antepuesto al nombre de algún
doctor, catedrático ó estudiante y consignado en altos é indele-
bles caracteres en las paredes del establecimiento ó de otros
edificios de la capital, demostraba aprobación y aplauso para
quien por su ciencia sobresalía en brillante ejercicio de oposi-
ción académica, ó era como heraldo de colocación prestigiosa
merecedora de aquella extraordinaria aclamación. No hay noti-
cia exacta sobre el particular, y otro tanto manifiesta el Sr. Vi-
dal y Díaz en su «Historia de la Universidad salmantina», por
cuyo estimable libro se sabe «que también se daba el nombre
de vítor al cartel ó tabla en que se escribía algún breve elogio
(x) Archivo de la Universidad. — Claustros 27 de Kncro de 1700, de 18 ue Junio y ».* de
Diciembre de T783, 19, 21 y 26 de Abril de 1795, 3 de Noviembre de 1797, 26 de Abril de 1798
y 17 de Junio de 1799.
-151-
de los hijos predilectos de la Universidad, que se exponía al
público, y que cuando ocurría algún suceso, que merecía tal
función, se reunían los estudiantes y llevando el vítor desde
el Establecimiento á la casa del laureado, le obsequiaban con
alguna serenata y le aclamaban con entusiasmo». Diferentes
citares escritos con tinta negra y encarnada cubrían antes las
paredes de nuestra Escuela, y unos desaparecieron no pudiendo
resistir al tiempo y á la intemperie, aunque la tinta roja estaba
compuesta «con sangre de vaca mezclada en aceite común». Aún
hoy en la fachada del E. se distinguen casi borrados los nom-
bres de los doctores «Gregorio Rato Caso», «Juan de Cienfue-
gos» y «doctor Cangas», y en la parroquial de San Isidoro
*Dr. D. J. Dorado Carreño» y «Dr. Joseph Dorado, cathedrático
de philosofía» entre otros oscuros é inteligibles, como en el in-
greso de la iglesia del exconvento de Santo Domingo se leen
más vítores de «Dr. D.Francisco Dorado, médico de esta S. Igle-
sia, cathedrático de Philosophia» y de su hijo «Dr. D. Joseph
Dorado, cathedrático», ambos contendientes con el P. Feijóo
en las polémicas médicas (1). Por resoluciones del Consejo
de 29 de Septiembre y 27 de Octubre de 1757 se prohibieron los
vítores, toros y festejos ruidosos con motivo de promociones
de catedráticos y maestros á superiores dignidades, reduciéndo-
los á dentro de las Escuelas y sus iglesias.
Cuando terminaba una sesión ó Claustro en que se daba
cuenta de que alguno de sus individuos ó antiguo alumno de la
Universidad había sido promovido á un alto puesto de la Iglesia
ó del Estado, se acordaba gran repique de campanas y se dispo-
nía, á veces, funciones religiosas y profanas con iluminación y
música en casos especiales, como cuando el Doctor D. Antonio
Ibáñez, arzobispo de Zaragoza, ascendió á Presidente del Con-
sejo de Castilla en 16Ü0; á Feijóo se le concedieron los hono-
res del Consejo Real en 1748; por D. Alonso de Llanes, obispo
de Segovia, que al ser promovido en 1783 al Arzobispado de
Sevilla escribió al Claustro la más efusiva y amorosa carta ofre-
(x) Dice González Posada en sus Xoticias históricas del Concejo de Carreño fMSJ:
«De la parroquia de Pcrlora fue natural el Dr. Busto, catedrático de la Universidad de
Oviedo á principios del siglo xviii, el cual aún tenía un vítor en letras de oro el año 1760 en
que fui allí á estudiar Súmulas. »
II
-15*-
ciéndose con deseos de emular allí al insigne fundador Val des
en beneficio y progreso de Asturias; por Campomanes al ser ele-
vado en 1783 á la presidencia interina y en 1789 á la defini-
tiva del Consejo de Castilla; en 1792 cuando Canga Arguelles, el
antiguo y celoso catedrático, llegó á fiscal del mismo alto
Cuerpo; en 1798 por Jovellanos al ser nombrado ministro de
Gracia y Justicia; y en otros casos, que sería prolijo enumerar,
por los muchos hijos que honran esta Escuela, á la cual ofrecían
siempre sus destinos en atentas comunicaciones guardadas en
el Archivo (1).
En la última promoción de Campomanes y concesión de la
gran cruz de Carlos III al «hijo y padre de la Universidad», des-
pués de tributar gracias al Todo Poderoso por «tan insigne be-
neficio», se dispusieron en 17 de Septiembre repique de campa-
nas, músicas, iluminación en la torre y patio, orquestas, cancio-
nes, etc., acordando más festejos, que se celebraron en Febrero
df1 17ÍH). En el día 3, por la tarde, hubo gran sesión claustral en
la Capilla donde dijo elegante oración latina el Dr. y M. Fr. Ge-
rónimo Galindo, benedictino y catedrático de Teología, con más
nueva y vistosa iluminación después poniéndose el retrato
de S. E. bajo dosel, ante el que cantaban dos coros «gozando
mucho los nobles y plebe». Al siguiente día se celebró Te-Deum
y misa de gracias por los prebendados de la Catedral y cate-
dráticos Arcediano Francos, Magistral Canella y Canónigo Lugo,
y se represento «en los magníficos salones de la Casa» el drama
alegórico Triunfo del Mérito de D. Alonso de Arango con
música de D. Luis Blanco, profesor de la Iglesia Catedral, y
especial decoración universitaria. En sucesiva jornada de feste-
jos y alegrías hubo otra representación de la comedia seria «de
Alberto I de Alemania con rasgos de justicia y premios al
mérito por las guerras, letras é industrias», asistiendo la más
distinguida concurrencia recibida y obsequiada por los señores
García del Busto, Menéndez Noriega, Arguelles Meres y Fernán-
íj) A rchiio de W Universidad.— Claustros de ti de Agosto de 1690, 6 de Diciembre de
T74&, |> de Diciembre de 1783, xx de Septiembre y 4 de Noviembre de 1789, 6 de Septiembre
*te i?93t 3 1 tít 18 y 21 de Noviembre de 1797 y 26 de Abril y 19 de Octubre de 1798.
En virtud de mu carta del consejero D. Ramón de Noriega, el Claustro acordó grande?
funcione* en 10 de Marto de 1792 para celebrar el ascenso del Sr. Acedo Rico á la presidencia
del y» decaído Consejo de Castilla.
— 153-
dez de Prado, doctores del Claustro, que dispuso repetir las fun-
ciones en los días 6 y 7 para que «también disfrutase el pue-
blo* (1). A todas precedía una introducción en verso endecasíla-
bo, repartida en pliego suelto, en que la Sabiduría ensalzaba á
Campomanes:
Esta pompa que veis, nobles oyentes,
este aparato del mayor contento,
obsequios son que al mérito dedica
y á la heroica virtud este Lyceo.
Por él trabaja el labrador seguro
y de su afán el merecido precio
libre recoge; libre el negociante
surca el golfo por él, y largo premio
trae al sudor del mísero artesano
desde uno y otro polo contrapuesto.
Por él la alma virtud fué respetada;
temida la justicia, y por él fueron
el vicio y el error precipitados
con la ignorancia al tenebroso Averno.
¿Quién como él, con mano poderosa,
la inocencia amparó? ¿Quién tan severo
persiguió la calumnia, asegurando
de la verdad los sacrosantos fueros?
¿Ni quién mejor del Trono y del Estado,
fijó el honor, sostuvo los derechos?
Sí, nobles asturianos, esta gloria
también os debe España, y si otro tiempo
cuando salía del Alar ve yugo
su culto y libertad debió al esfuerzo
de vuestros Padres, hoy contenta y libre
de otro funesto y duro cautiverio,
de su poder y su menguada gloria
llama restaurador á un hijo vuestro.
Los públicos regocijos dispuestos para celebrar la feliz ele-
vación del virtuoso Jovellanos, antiguo alumno por breve tiem-
po y favorecedor después (2) al Ministerio de Gracia y Justicia,
(i> La Universidad se disponía á imprimir la Relación de estas fiestas, y no se hizo porque
fe adelantó el Memorial literario (Madrid, Febrero de 1790, pág. 212) publicando un extracto.
(2) Arcbivo de la Universidad.— Claustro de 1781 cuando el expediente de dotación de
«"¿ledras.
— 154 —
fueron solemnes y especiales como nunca. En 13 de Noviembre
de 1797 se anunció la fausta nueva con el tradicional repique
de campanas mientras la música del Batallón provincial reco-
rrió las calles, y por la noche se iluminó la Universidad con
sumo gusto, como los graduados lo hicieron en sus casas, pro-
longándose la velada con más música, cánticos y vivas al Mi-
nistro. Los verdaderos festejos se dilataron por los muchos pre-
parativos hasta el 12 de Mayo y duraron ocho dias más. Con
desuno á la sala claustral se encargó al pintor ovetense Fran-
cisco Hevia un retrato del sapientísimo gijonés; se dispuso gran-
de y alusivo transparente en el ingreso de esta Escuela con de-
dicatoria A la felicidad de la Patria en la elevación de su
amado hijo Jooellanos entre las figuras de la Justicia, Paz,
Providencia y Buena Fé, apareciendo también Minerva coro-
nando al integérrimo Ministro mientras la Fama proclamaba sus
virtudes y desaparecían precipitados la Envidia, Error, Sober-
bia y Pereza; é hizo todo el mejor efecto cuando la majestuosa
iluminación hasta bien entrada la media noche, gozando el pue-
blo con los artificiales fuegos, conciertos musicales y cantos
alusivos. Otro dia fueron solemnísimos el Te-Deum y sacrificio
de gracias al Cielo con reserva de S. D. M. y misa cantada por
los D. Arias Flórez, Méndez Vigo y Velez Cosió. En el patio se
celebró la mas concurrida sesión claustral donde el cursante
D. José M. García del Busto (el patriota ovetense de 1808) recitó
poética introducción al acto, mientras los doctores Alvarez Te-
rrero y San Miguel descubrían los retratos del Fundador y del
gran Magistrado, antes que el Dr. Vega Infanzón leyese el notable
discurso en que ensalzó la ciencia y virtud del ejemplar asturia-
no, sus muchos servicios á la patria, su amor al progreso nacio-
nal y su afán y sus desvelos por la pública instrucción, objeto
de su ardor constante, resultando asi una oración de subido al-
cance y más en aquellos tiempos. En otro dia se dio una comida
abundante á los pobres y á los presos; por la noche se repre-
sentó el drama Premio á la Sabiduría con música de D. José
Ferrer, organista de la Iglesia Mayor y coros de D. Juan Paez,
maestro de Capilla, repitiéndose la obra tres noches, alternando
con la aplaudida comedia pastoril Camacho el Rico, de Me-
léndez Valdés; y antes de las funciones teatrales ejecutadas por
— 155-
estudiantes recitó una introducción el cursante D. Ángel Vallejo,
más tarde Ministro de Estado. El dia 19 hubo el más vistoso pa-
seo claustral por las calles de Oviedo con escolta de tropas, que
hacia salvas, y en medio de la Corporación iban ocho niños re-
presentando de dos en dos la Ciencia, Agricultura, Artes y Co-
mercio, llegando todos al patio de la Universidad, en cuyo cen-
tro y sobre artístico pedestal cercada por otros grupos emble-
máticos, se elevaba la estatua de Jovino coronado y la ins-
cripción siguiente:
VIRTUTI ET SAPIENTAE
ÜASPARI JOVE-LLANOS GEGIONENSI.
ASTURUM DELIC1IS.
HISPANORUM SPEI.
MONUMENTUM HOC AMOR1S
STUDIOSAE 1UVENTUTI EXEMPLAR
ERIGÍ. IUSSIT
OVETENSE LICOEUM
XIV. CAL. IUN
ANN SALUT CIOlDCCXCVIII.
Así fué la primera estatua erigida al célebre asturiano, alre-
dedor de la que bailaron los bien dispuestos niños y cantaron
con letra de González Villarmil, racionero del Real Instituto As-
turiano, y música de Laralegui, organista de la Catedral (1). De
propósito nos hemos detenido en estas fiestas porque son ex-
presión de ideas y esperanzas que entonces alimentó la Univer-
sidad de Oviedo.
Conforme á los Estatutos viejos se celebraban diariamente
en la capilla una ó dos misas por los capellanes; y funciones re-
ligiosas en días de la Asunción de la Virgen, San Lúeas, San Mar-
tín, Santos Doctores de la Iglesia (la de San Ambrosio fué dotada
con un censo por el Doctor D. Diego Sánchez Escandón y Noriega
en 1685) y Santa Catalina, única que aún subsiste. Antes se con-
memoraba con mayor solemnidad, corriendo la misa cantada á
cargo de los canónigos Doctores con todo el servicio de la Cate-
(«) Vcasc « Noticia de los públicos regocijos con que la Real Universidad literaria de
Oviedo celebró la feliz elevación de su hijo el Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovc-Llanos
Caballero del orden de Alcántara, del Supremo Consejo de Castilla, Embajador en la Corte de
Rusia: á la Secretaria de listado y del Despacho Universal de Gracia y Justicia de España é In-
dias, dedicada al mismo Excmo. Señor. En Oviedo. Por el impresor de la misma Univrrsidad.»
íLe precede una carta dedicatoria dirijida al Sr. Jovellanos). Oviedo 1798, 88 páginas.
-i56-
dral, siendo el orador miembro del Cabildo ó del Claustro,
mientras se disponían fiestas profanas por los estudiantes, re-
presentando frecuentemente comedias en el patio del Estable-
cimiento ó disponiendo iluminaciones y serenatas, que llegaron
hasta los inolvidables días escolares del autor de este modesto
übro (1),
En tal festividad el Rector costeaba una cena para los doc-
tores y dependientes, cambiada después por un refresco al
Claustro, á cayos individuos se daban dos libras de conserva ó
confitura y un frasco de vino de Ribadavia, así como una me-
rienda de pemiles y vino á los oficiales. Cambió el refresco, se-
gún las épocas y los gustos, y últimamente se dio propina á los
ministros, sirviendo aguas compuestas y chocolate á los docto-
res, que, ú. su vez, por San Maitín, daban una comida al pre-
sidente (2).
En natalicios, juras, matrimonios y lutos regios también se
hacían demostraciones de alegría y duelo, según los casos. Que-
da hecha relación de las exequias por Felipe IV, y ahora dire-
mos que con el Principado y Ciudad se asoció el Claustro á las
fiestas ofktiales en actos de proclamar al apocado niño Car-
los U y en sus dos estériles matrimonios. Cuando la muerte del
último rey austríaco hubo dificultades y excusas para túmulo,
misas, sermón, etc., por la penuria de los fondos universitarios
y el Doctor Dorado no pudo pronunciar el panegírico porque
vestía hábito de la Orden Tercera con voló que había hecho para
toda la vida (5). Al advenimiento de Felipe V hizo la Universi-
dad, al lado de la Provincia, manifestaciones expresivas de su
adhesión al nuevo monarca, auxiliándole también cuanlo pudo,
nutriendo con alumnos voluntarios el personal de oficiales y sol-
dados del Regimiento de Asturias, que mandó el Vizconde de
[i\ «El Sr. Tcdi-o Ruiz, comisario nombrado por l.i Universidad, solicitó los bancos dtl
Municipio patí lai comedias que habían determinado representar en las próximas vacaciones
& honor y culto de la píori osa Santa Catalin.i; y por el nuevo privilegio que el Claustro mere-
ciera de ¿v M..; 1 1 l i d i r.- 1 » d i ■ concurrir á las funciones los scnoies regidores que gustaran». Acta mu
nicipn) de 17 dt Diciembre de 1756. (Colección históricodif>Lunaticn d/l Ayuntamiento de Oi'ie-
tff, por IX t¡. M. Vigil).
! í) Archivo de U Universidad. — Claustros de 3, to, 10, 18 y 3 de Noviembre respectiva-
mente de lo* años 1654, 1666, 1786, 1796 y 1803.
(31 En la discusión claustral para estos funerales, se oyeron estas palabras:
— "E* materia de sacristanes decir una misa por el Rey Nuestro Señor:-
Reconvino el Rector al P. M. Fr. Pedro de Santo To\ia> y c»te <e cv.jusó m,inift.st.v.'' j
*qiít *u dicho ya era anicrior, y había pasado, dirigido al compañero próxima y no á S Seño-
ría ni al DÉltUro. ■ 1 Clan1 tro de 17 de Noviembre de 1700/.
I
— 157 —
Puerto, después famoso y sabio Marqués de Santa Cruz de Mar-
cenado. Lloró la muerte de Luis I y en 1746 la del animoso Fe-
lipe, su padre, que por segunda vez había tomado las riendas
del Gobierno; celebró el advenimiento de Fernando VI como
deploró los fines de su reinado de paz y de esperanzas, pre-
cursor del de Carlos III, la era de nuestro progreso, después in-
terrumpido. En estas y otras ocasiones dispuso el Claustro fies-
tas religiosas en su capilla y músicas en el patio, cuando no en-
viaba además comisiones á la corte, recibiendo en alguna ocasión
orden de no hacerlo y que bastaba testimonio del acuerdo claus-
tral ó su asociación á los festejes y ceremonias de la Junta Ge-
neral del Principado, por cuyo conducto recibía frecuentemente
los avisos. Fueron notorias las fiestas de la Universidad cuando
el natalicio de los Infantes gemelos Carlos y Felipe de Borbón
y ajuste de la paz con la Gran Bretaña en 1783 y en la procla-
mación de Carlos IV en 1790.
Aparte de las diversas funciones religiosas de que se hizo
mérito, no es de omitir que la antigua hermandad claustral dis-
ponía honras fúnebres primeramente con sermón y elogio en
los casos de fallecimiento de sus catedráticos, maestros y doc-
tores residentes en la ciudad, y después con más sencillez ade-
más del oficio general de difuntos, que se decía en el mes de No-
viembre. Fueron singulares y solemnísimos los dispuestos cuan-
do la muerte del insigne favorecedor de la Universidad é inolvi-
dable Obispo Sr. Pisador en 1791, así como en 1794 por el ce-
lebérrimo catedrático P. Feijóo (1). Antes, por uno y por otro
se acordaron rogativas para alcanzar su salud, y también se pe-
dían favores al Cielo en días de angustia nacional como cuando
la guerra con Francia en dicho año de 1794.
(xt — «Oración fúnebre que en las solemnes exequias consagradas por la Universidad de
Oviedo á la tierna y piadosa memoria M. O R. N. de el 111. Sr. D. Agustín González Pisador,
Obispo... etc . dixo el Dr. D. Rodrigo Valdcs Alas, de el gremio y Claustro de Teología de la
dicha Universidad, catedrático de Filosofía, que h:»y en ella, arcipreste de el partido de Pilona,
cura párroco de la de San Pedro de Villamnyor y apoderado de todos los» párrocos y clero
de este obispado, congregados en sínodo diocesano, etc. Con licencia: en Oviedo, año de
MDCCXC1: por D. Francisco Diaz Pedregal, impresor de este Principado y su Universidad y
socio de Mérito de la Real Sociedad de el*.
— «Oración fúnebre que en las solemnes exequias que la Universidad de Oviedo consagró el
día 77 de Noviembre de este año de 1794 á la inmortal memoria del ilustrisimo y Reverendísimo
Sr. U. J. Benito Gerónimo Feijóo y Montenegro, del Consejo de S M y catedrático de Prima
jubilado en cMa, dixo el Sr. Doct. D. Alonso Francos Arango, colegial mayor que fué en el
mayor del Arzobispo de la Universidad de Salamanca y en ella cathedrático de Philosopia,
Canónigo Magistral de la Santa Iglesia de Tuy, visitador y examinador synodal de aqnel Obis
pado y al presente Canónigo Magistral y Dignidad Maestreescuela de la Santa Iglesia de Ovie-
do, examinador sinodal de este Obispado y calificador de la Suprema y general Inquisición. — En
Oviedo por Francisco Diaz Pedregal. — Año de 1765».
-i58-
Además de estos homenajes religiosos, en oíros profanos con-
venía la corporación académica; ya saludaba á los alumnos
distinguidos en sus ascensos ó ya felicitaba periódicamente el
año nuevo y Pascuas al Presidente del Consejo de Castilla, á
los Consejeros Catedrero ó Superintendente y Director, al Pa-
trono, á los Cancelarios y Rectores de las Universidades mayo-
res y á aquellos hijos predilectos colocados en altas dignidades;
asi como en Oviedo al Gobernador del Principado, al R. Obispo
(notando en 1678 que no las había devuelto), al Regente de la
Real Audiencia, al Juez de la Ciudad y á los Abades y Priores
de Monasterios y Conventos de la capital y provincia.
También las Autoridades superiores, que llegaban á la Capi-
tal, se anunciaban y ofrecían al Claustro en atentas cartas, que
este contestaba con deferencia suma ó enviaba comisarios para
saludarles. El Cabildo Catedral se apresuraba siempre á invitar
al Claustro para que sus Doctores, canonistas y teólogos, so
opusieran á las vacantes canongías de oficio, y también nuestra
Escuela daba cartas de recomendación á sus hijos cuando mar-
chaban á otros cabildos ó Universidades para tomar parte en los
actos de oposición.
Otra personalidad notoria con relación á la Universidad de
Oviedo fué su Patrono, el representante déla familia de Valdés-
Salas y sucesores, á quienes en el largo y dispendioso juicio de
la testamentaría del Arzobispo D. Fernando se les adjudicó el
Patronato mermado y honorífico. Como apretadamente se mos-
tró el sobrino del Fundador espléndido, así se condujeron los
sucesores porque no resultaron de gran relieve sus actos de ge-
nerosidad y protección hacia la Escuela. Titulábanse (entre otros
honores y prerrogativas) tales patronos, solus el irisolidum
de las memorias, patronatos y obras pías del llustrisimo Inquisi-
dor en la iglesia de Santa María de Salas, Universidad y Colegio
de San Gregorio en Oviedo y del de San Pelayo en Salamanca,
hospital de Uelmonte, alféreces mayores de la villa y concejo de
Salas etc.; pero, es de advertir, que en la Universidad solamente
les correspondían los nombramientos de Catedrático de Lengua
griega (por derivación colegial), de Secretario, Bedel, Capella-
nes, Sacristán y Portero en condiciones conseguidas do ios
primeros testamentarios; que asi limitaron tales prerrogativas
-159-
universitarias con previsora adivinanza (1). El mayorazgo de los
Valdés Osorio y Valdés Cardona se unió y confundió sucesiva-
mente, entre otros vínculos y privilegios de los Acevedo, Ló-
pez de Zúñiga, Alvarez de Toledo, Portocarrero, Filz-James y
Estuart, con los marquesados de Mirallo y Valdunquillo, conda-
dos de Miranda y Montijo, ducados de Peñaranda, Montoro,
Bervik y Alba, etc., éstos últimamente. Las relaciones de la Uni-
versidad y los Pairónos variaron entre cordiales y de prevención
ó reserva por parte de aquélla, particularmente en casos de in-
gerencia de los segundos, que tomaban posesión enviando sus
apoderados al Claustro; éste los recibía «sin salir del cancel
de la sala», los sentaba entre los doctores y los despedía ense-
guida sin salir de la estancia. En 1676 el Claustro denegó á la
Ciudad el permiso solicitado para representar comedias dentro
del patio en la festividad de Santa Eulalia, porque la Patrona ha-
bía comunicado la muerte de sus hijos y estaba la Universidad
de luto; dos años después preguntaba el Patrono sobre la censu-
rable conducta del Rector del Colegio gregoriano y se le res-
pondió que era buena; y, cuando se daba cuenta de la defunción
de los titulados, al acordar honras fúnebres, se advertía que
era sin ejemplar. Pretendieron una vez remover al Secretario
claustral y nombrar á un criado, que llegó y presentó el titulo,
mas no alcanzó posesión porque la Universidad no consintió en
la remoción de un buen empleado mostrándose dispuesta á de-
• tenderse ante el Real Consejo; se aquientó así el procer nom-
brador, que mas tarde designó para secretario con futura suce-
sión á la muerte de aquél, á sustituto del que aquí funcionaba.
Lo mismo hizo con otros dependientes en varias ocasiones de-
signando su remplazo para lo porvenir, haciendo hereditario
de este modo el oficio de dependientes, que pasaba de padres á
hijos ó á deudos próximos. En uno y otros casos el Patrono, se-
ñor de la casa de Valdés de Salas, enviaba los títulos á conoci-
miento y conformidad del Claustro para ser copiados al pié de
las actas, siendo de advertir que en algunos oficios se nombra-
ba á mujeres como en 1747 á María y Dorotea Cadrecha, que
pusieron con la correspondiente fianza á personas idóneas para
íi) Vea<c Capitulo I, pág. 38.
— i6o —
desempeñar los cargos en que no podían entrar por inconve-
nientes del sexo.
Como se vé, la verdadera intervención patronal era modes-
ta, reducida á designar tales dependientes, que tenían escasa con-
sideración y vivían míseramente. Bedel, Fiscal, Capellanes, Al-
guacil, Sacristán y Relojero se quejaron que en agasajos ú obse-
quios de la Corporación y grados tenían sitio y mesa aparte,
cuando por antigua costumbre y posesión refrescaban dentro de
la sala claustral, y aspiraron á la primitiva confusión; pero se
les negó un día y otro, y únicamente después se permitió á los
capellanes aunque con debida separación en los asientos. Ade-
más en épocas de penuria académica, que fué repetida, vivieron
estos oficiales en apuro grande y necesidad mayor, pues en oca-
siones representaron sobre la desnudez y el hambre en que vi-
vían, pidiendo al Claustro limosna de ropas ó algo del salario
atrasado para poder subsistir y presentarse.
Estos eran los nombramientos que hacía el Patrono que, con
más acierto aunque el derecho fuera discutible, representó al
Claustro para reintegrar á los colegiales de San Gregorio en la
posesión y costumbre viejas, que se les había negado, de sentar-
se en los bancos doctorales pero el Cuerpo universitario apeló
al Consejo en asunto de tan poca monta mientras no hizo debida
consideración á muy atinada observación del mismo Patrono
cuando éste, extralimitándose, se quejó de que se quisiera cam
biar una cátedra de Matemáticas por otra de Moral. Y es que
nunca se quiso admitir más patronato que el honorífico ( 1).
El gobierno de la Universidad estaba en el Claustro, princi-
palmente en el Rector y demás cargos académicos.
En 1 1 de Noviembre se verificaba la elección rectoral en la
Capilla del Establecimiento, de advocación de San Gregorio. Se
leían los Estatutos Viejos y Nuevos en lo referente á la designa-
ción de oficios; los asistentes juraban su observancia ante la Cruz
y los Evangelios, el Sr. Rector saliente pronunciaba breves pala-
bras solicitando que se le dispensaran las faltas que pudiera ha-
ber cometido en el ejercicio de su autoridad y terminaba propo-
niendo para sucesor entre los individuos del Claustro, que lo
!
(i) Archivo de la Universidad. — Claustros diferentes en 1676, 1678, i6q6, 1699, 1700, 17S3.
1784, 1738. 1790 y 1783-
— 161 -
pudieran ser, ó entre los Prevendados del Cabildo Catedral que
lo fueron- continuamente, porque aquí no podía ser Rector un
estudiante como en otras Universidades, si bien lo propuso uno
de los Rectores (1), que no fué seguido. El catedrático decano ó
graduado más antiguo daba las gracias al Jefe cesante por el
celo y amor con que había desempeñado el cargo y le suplicaba
continuase por un año más, cosa que sucedía alguna vez previas
excusas que dictaba la modestia. La designación fué en varias
ocasiones por unanimidad ó en concordia; pero cuando se hacía
elección era ésta secreta, debiendo alcanzar mayoría canónica
el elegido. Designado éste, pasaban dos doctores á felicitarle
y acompañarle al Claustro, micnlras seguían las elecciones de
los otros cargos de Primiciero, Consiliarios, Claveros, Examina-
dores de Latinidad y de Artes, Revisores de cédulas de curso y
de Conclusiones para grados, Directores de Academias y Protec-
tor del Colegio de Santa Catalina de Huérfanas recoletas, de pa-
tronato del Claustro, etc. Después entraba en la Capilla el Rector
electo precedido de los oficiales y ministros con los comisarios de
enhorabuena, daba las gracias y prestaba el juramento de «usar
y ejercer el empleo guardando en todo el servicio de Dios, bien
de esta Universidad y estudiantes de ella y la fiel observancia
de sus Estatutos) (2;. Después se le acompañaba á su casa con
toda solemnidad precedido de sus pajes, porque el Claustro los
impuso á los Rectores como de su continuo acompañamiento
para más realce del puesto.
El Rector nombraba libremente al Vice-Rector en casos de
ausencia continuada, y entonces el propuesto juraba el cargo,
con las mismas formalidades que el propietario.
Uno y otro daban la orden para la citación y convocatoria á
Claustros, recomendando la asistencia pena preciti, multas
para el Arca y, á veces, conminando con excomunión; se indi-
caba el asunto del Claustro, y el bedel daba fe de haber citado
nominalim.
Con frecuencia en las reuniones claustrales fué objeto de
contiendas el concurso, la sustitución y la jubilación de cáte-
dras; pero mucho también la designación de comisarios para
-i) Archivo de la Universidad. — Claustro de 10 de Noviembre de X674.
12 1 Véase Apéndice X.
— 162 —
la Corte (donde había además un Agente de negocios gratificado)
en asuntos de importancia para la Universidad como lo fueron
los tan frecuentes apremios económicos y necesidad de dotar
decorosamente las cátedras.
En 1783 fué propuesto el Dr. Canga-Arguelles con viva opo-
sición del Dr. Francos: porque Campomanes no quería comisiona-
dos «pues bastaba su persona», y así tal viaje, no indicado en
la convocatoria, podía esperar á ser consultado con el Conde
«por no ser puñalada de picaro»; pero, sí se acordaba, dejando
á salvo las buegas dotes del doctor propuesto, mejor era, dijo,
elegir á un Regular benedictino que en Madrid tendría casa é in-
fluencia de su Orden, bastándole pocas dietas para gastos. Más
Canga-Arguelles fué nombrado y meses después dio cuenta de
su acertado cometido (visita de la Abadía de Arbás, reforma de
las Academias, cátedra del Magistral en la Universidad, arreglo
de los Colegios dé San Gregorio y de Recoletas, ampliación del
fuero escolástico, abogacía de los Doctores en la Audiencia sin
examen, etc.) aprobándose sus gestiones, que debería ultimar al
regresar á Madrid (porque había obtenido cargo en la magistra-
tura), pudiendo disponer como quisiera cde los doce jamo-
nes» (sic) dejados en poder del Agente; y se acordó darle por
ahora, con el importe de la cuenta de gastos y data, doscientos
doblones de gratificación. Entonces fueron de oir las protestas
de los Doctores Faes, Francos y Prado diciendo, entre otras co-
sas, que el comisionado había ido á Madrid para lograr la fisca-
lía de la Audiencia de Zaragoza «en que se ocuparía lo más del
tiempo». Y la cuenta y suplemento generoso fueron pagados
pur aquel Claustro que, días después, acordaba «tomar parte en
la rifa de unas casas en Madrid», adquiriendo treinta suertes,
quince para la Universidad y quince para el Colegio de Huérfa-
nas (1).
Corriendo el año de 1795, otro comisionado elegido por el
Claustro, Dr. Torres, dio cuenta de sus gestiones en asuntos
análogos á los de 1783 y también del Seminario mandado esta-
blecer en el edificio de la Compañía de Jesús de Oviedo. La
cuenta de gastos era de 3.602 reales y la de las dietas.de 77.548,
(i) Archivo de la Universidad. — Claustros tic 21 de Febrero, 26 de Marzo y x.° de
Abril de 1784.
-i63-
por cuyas sumas había recibido 12.072, resultando subido
alcance que donaba al Claustro; y, aunque éste lo estimó
en expresivo voto de gracias, trató de recompensarle, en vista
del fondo sobrante de 20.000 reales que había en el Arca,
con 15.000, consignándose que era bien poco para una co-
misión de más de seis años, cuando tan generosamente había
sido correspondido el Sr. Canga por una ausencia de seis
meses (1). El Sr. Torres volvió á Madrid y, como su colega,
allá quedó desempeñando alto cargo; porque, cifras aparte,
fueron dos magistrados de subido mérito y profunda ciencia.
Más los dichos datos son elocuentes para los que $icen que
«todo tiempo pasado fué mejor.»
Sesión pública y muy solemne del Claustro era la de la aper-
tura de curso por San Lucas, congregada la Corporación, á falta
del moderno Paraninfo, en la cátedra de término de Cánones,
á donde entraba precedida del tambor y clarín de la Ciudad,
amenizando el acto bien la Capilla de la Catedral ó la música
del Regimiento provincial. Un doctor pronunciaba elocuente
oración latina y después el Rector daba por comenzado el nue-
vo año académico; y acompañado de catedráticos y de la bulli-
ciosa estudiantina, que ocupaba el patio y crugías del edificio, se
trasladaba á la Capilla para oir todos la Misa, después de la qué
el Secretario pasaba con antigua cruz de plata y el sagrado libro
ante el reclinatorio rectoral y allí los catedráticos y sustitutos
prestaban el juramento de bcne legcndo.
Para mayor realce del acto ofreció el Rector en 1792 un
doblón de á ocho al más adelantado estudiante que en la aper-
tura pronunciase una oración panegírica de las cosas de esta
Universidad y varones que la ilustraron. No era idea del todo
innecesaria; pero fué irrealizable cuando se contestó que, por no
haber catedrático de Retórica, no sabían los estudiantes llenar
su cometido á la altura de la Corporación y, por otro lado, ca-
recía de recursos para continuar la costumbre. Uno y otro he-
cho se prestan á no muy halagüeños comentarios.
También en este acto el Rector recibía y devolvía al Secre-
tario el sello de la Universidad. Bajo el sombrero, cruz y cordo-
(t) Archivo de la Universidad.— Claustro de 16 de Marzo de 1795.
— 164 — "
nes arzobispales representaba el escudo heráldico de los Valdés
(en campo de plata, tres barras azules con diez cruces de San
Jorge de Inglaterra) y al rededor se leía esla inscripción: St'gi-
l/um Roque Cniversitatis Ocetrnsis.
t
-i6S-
CAPÍTULO IX
Siglo XIX. — El ministro universal Godoy.— Plan ele Estudios de 1807. — Nece-
sidad de recursos para la Universidad de Oviedo y arbitrio provincial sobre
el vino. — Revolución de 1808.— El Claustro y los Estudiantes ovetenses en
el alzamiento provincial y guerra de la Independencia.— Restauración de la
Enseñanza en 18 1 2.— Libertad de Fernando VII y reacción de 18 14. — Visi-
ta decretada contra la Universidad de Oviedo. — Se retrocede al pian
de 1774. —Grave incidente rectoral.— Disposiciones económicas. — Espíritu
liberal de la Escuela en 1820. — Plan de enseñanza en 1821. — Nueva reac-
ción en 1823. — Sus resultados. — Plan de 1824. — Director universitario. —
Intentos de restablecer las cátedras de Medicina.— Clausura de las Univer-
sidades.—Fundación de la Cátedra de Religión por el Sr. Pérez Villamil. —
Reinado de Isabel II.— Guerra civil é intolerancia. — Vicisitudes de la ense-
ñanza.—Recursos. — Ultimas manifestaciones del Patronato universitario. —
Reformas en 1836.— Apoyo á la Universidad por la Sociedad Económica de
Amigos del País de Asturias. —Mejora la condición del profesorado.— Inno-
vaciones universitarias — Cátedras y Academias. — Libros de texto. — Rentas
de la Universidad cuando la centralización económica. — Arreglo de la Fa-
cultad de Leyes en 1842. — Reglamento interior de la Universidad y otras
disposiciones en 1843.
En la medida del tiempo llega su turno al siglo xix, el de
las grandes reformas y trascendentales acontecimientos, en
que la Instrucción pública tomó prodigioso vuelo perfeccionán-
dose cada vez más como las otras instituciones sociales. Años
fueron de lucha y controversia, de agitación y revoluciones para
alcanzar, por fin, frutos sazonados después de tantos y tan costo-
sos sacrificios de nuestros padres.
Regía aparentemente los dominios de España el débil Car-
los IV, entregado á su favorito y ministro universal D. Manuel
Godoy, figura discutida en su encumbramiento singular, en
su capacidad insegura, en sus acto$ extraños de onnímodo po-
der. La historia imparcial le acusa de gravísimos errores políti-
— 1*66 —
eos, de tremendos abusos de mando y de las más injustas perse-
cuciones á tantas ilustres personalidades del país y á benemé-
ritos magistrados, sin detenerse ante la virtud y la inocencia
como sucedió con Jovellanos. Doctos escritores, sin embargo,
rehabilitan en parte la significación del llamado Príncipe de la
Uüz, examinando con datos no muy conocidos ciertos sucesos
para demostrar que durante sus muchos años de Gobierno pro-
tegió y levantó á literatos distinguidos y se interesó por refor-
mas nulos en la enseñanza. Le cupo ciertamente una época muy
eombatkla y vacilante, unas veces propensa al amplio criterio de
apremiantes reformas y otras veces inclinada al retroceso y al
molde viejo de gobierno; pero todo sin firmeza y con voluntad
caprichosa, porque así en unos días se aprisionaba á la prensa
como en otros, cual nota un juicioso pensador, se publicaban y
encarecían el tratado de la Regalía de Amortización, el proyecto
de la Ley Agraria, el ensayo sobre la antigua legislación de Cas-
tilla, las de Foronda, las doctrinas económicas de Cabarrús, las
obras de Asso y de Manuel, de Sempere y Villamil, de Salas y
Mendoza, de Garriga y Camino; ó las traducciones de Domat y
de Walel, de Filangieri y Pastoret, de Smith y Canard, Millot y
Mably, de Berardi y Cabalario.
Al mismo tiempo se habilitaban los estudios que los seglares
hicieran en conventos para recibir grados, y poco después se pu-
blicaba aquella asombrosa tarifa de («gracias al sacar» en que
se dispensaban cursos para grados mayores y menores, ó se con-
cedían conmutaciones de facultades, habilitación para oposicio-
nes^ dispensas para grado ele, pagando determinadas cantidades;
disposición esta muy extraña que, para atenuación de la del
Privado, se repitió en años de libertad (1).
Referido queda que al terminar el siglo xvín la Universidad
de Oviedo pedía solemnemente nuevo plan de enseñanzas ape-
nas pasados cinco lustros desde que regía la reforma de Cam-
pomanes. Ya entonces se comenzaba á andar muy de prisa.
Avecinábanse grandiosos sucesos cuando nuestra Escuela
vio colmados sus deseos y apareció el Plan de 12 de Julio de
1HÜ7, que ocupó detenidamente al Claustro. Esta nueva ley, fa-
{t) Tarifas de 13 de Mayo de 1801 y 3 de Junio de x8aa.
■
-i67-
mosa en los anales de la Instrucción Pública, acusada de inno-
vadora y de funesta, apenas tuvo vida, pues el levantamiento y
guerra cuando la invasión francesa y las variaciones y aconteci-
mientos sucesivos impidieron desconocer los resultados de aquel
cambio, que refrendaba el entonces llamado apicaro Caballero»
ministro de Gracia y Justicia, muy partidario en sus buenos
tiempos del célebre favorito.
La reforma era en verdad provechosa, y así lo entendieron los
doctores ovetenses tratando de su inmediato establecimiento
con el aumento de cátedras consiguiente para el qué no bastaban
los recursos consegidos, renovadas que fueron en 1802 las ya
dichas gestiones de 1799 y 1800 con acuerdo una vez más de
la benemérita Junta general del Principado. D. Antonio Noriega
de Bada, Tesorero mayor del Reino, participó en 1807 la suspi-
rada concesión de un arbitrio de 16 maravedises en cántara de
vino que se introdujera por puertos secos y mojados de la pro-
vincia, servicio que reiteró aquel diligente asturiano cuando se
propagaron voces en contra del tributo, porque «es para mí, escri-
bía, de la mayor satisfación todo lo que contribuya á propagar
las laces de mi país y á la conservación ilustre de Cuerpo litera-
rio tan respetable »> . Se ordenó también á la Provincia por ges-
tiones del Tesorero asturiano que entregase á la Universidad
cuanto hubiere percibido por el dicho arbitrio desde 1803, mien-
tras el Gobierno reclamaba noticias acerca del personal, mate-
rial y rentas de la Escuela para organizar mejor el cambio;
este había de hacerse cual en 1736 por comisión mixta de dipu-
tados y catedráticos, siendo aquellos en 1807 el Marqués de Cam-
posagrado con D. Ignacio Noriega y estos D. Francisco Busto
con D. Felipe Vázquez. Y todavía se pretendían más recursos
con la adjudicación del priorato de la Catedral, capellanía de
San Ildefonso, otros beneficios simples, pensión perpetua sobre
la Mitra etc. para aceptar y desarrollar el Plan innovador de
Caballero discrepando en detalles la comisión informadora (1).
Mas todo, quedó en proyectos.
La revolución de J808 con la invasión francesa produjo en
la ciudad de Oviedo el grito unánime de ¡atrás el extranjero! y
(i) Histeria de las Universidades: tom. IV.
12
i
— i68 — ,
los estudiantes y catedráticos de su Escuela contribuyeron con
entusiasmo á la atrevida resolución de la provincia que, la pri-
mera de España, retó al coloso de Europa, al genio de guerra.
Escribe el Sr. La Fuente (1) que los escolares de Santiago, To-
ledo y Valladolid fueron los que más se distinguieron en la glo-
riosa guerra de la Independencia; pero sin atenuar en nada sus
sacrificios y arranque de patriotismo, refiere también la historia
(2) el ardor y decisión con que nuestros maestros y cursante?
fueron el alma del movimiento asturiano, cuando con ardor y
valentía dirigido el pueblo por Santa Cruz, Toreno, Peñalva,
Busto, Miranda, Llano Ponte y otros animosos patriotas gritaron
¡á las armas! para arrojar al atrevido invasor de la Península.
Un hijo y doctor de la Universidad ovetense, el insigne Pérez
Villamil, fué quien dictó el famoso bando del Alcalde de Mósto-
les tras del eterno día 2 de Mayo, bando que, apenas recibido con
otras correspondencias en la capital del Principado, fué la chispa
que incendió é hizo explotar aquí el santo fuego de la patria com-
primido por los gobernantes.
Ante la conmoción popular del 9 de Mayo en la capital astu-
riana, donde los estudiantes con Piquero, Riego, San Miguel, Val-
dés (después Generales) y otros tuvieron parte principalísima, el
Claustro «no quiso deliberar», permitió hacer por encima de
rondas y consejos rectorales y más de severas ordenes de la po-
derosa Audiencia, que trasmitía los mandatos de Murat á fin de
que los escolares marchasen á sus casas (3). Los catedráticos,
miembros algunos de la Junta general del Principado, como Bus-
to, Vázquez, Canella, Rivera, Vega, Fernández San Miguel, Ce-
lleruelo y otros conspiraban con el Juez patriota, y ellos y otros
maestros formaron la Junta Soberana de Asturias, que retó á
Napoleón y levantó el Ejército asturiano en los últimos días de
aquel inolvidable mes de Mayo. La Universidad quedó converti-
da en cuartel y en almacenes; de sus exhaustos fondos, que su-
maban 18.575 reales, entregó 1.500 parala tropa y 1000 el pau-
pérrimo Colegio de Huérfanas recoletas; á petición de Alvarez
1
(i) Toreno, Canga Arguelles y Arteche en sus «Historias de la Guerra de la Independen-
cia». ,
Memorias del levantamiento de Asturias en ¡SoS por D. Ramón Alvarez Valdés (Ovie-
do 1889).
(a) Véase apéndice XII.
(3) Archivo de la Universidad: Claustros de 9, 10, 13, 21 y 31 de Mayo de 1808.
— 169 —
Acevedo, Capitán General del ejército provincial, acordó con-
siderar como presentes en las cátedras á la mayoría de estudian-
tes que ya formaban entre los oficiales y soldados batallando con
oí audaz y poderoso enemigo de la patria; y si pudo celebrar
solemne Tedeum por victorias en 1809, ya la Corporación no
pudo más, porque se vio sin casa, maestros y alumnos. Aquella
fué objeto del saqueo por las tropas insaciables de Ney, Bonet y
otros caudillos franceses, que allí se acuartelaron; había perdido
sus libros, medios de enseñanza y alhajas (1); los catedráticos,
bien andaban errantes con la Junta Gobernadora ó residían en
comandancias y alarmas del país, mientras otros figuraban en
la insigne y nacional Asamblea de Cádiz; y por decreto de 30 de
Abril de 1810 se habían suspendido los estudios públicos, que se
abrieron por otro de 1811, autorizado en Cádiz por el ilustre
Muñoz Torrero, cuando se prestó juramento al Rey cautivo y
obediencia á las Cortes extraordinarias. (2) Más no era posible
la asistencia de los cursantes, que peleaban sin descanso contra
las fuerzas napoleónicas.
Hasta 1812 no se restableció la enseñanza, y el disperso Claus-
tro se congregó entonces comisionando á los catedráticos Prado
y Canella, Cabal y Bances, P. Galindo y Estrada para gestionar
con la Junta Soberana el arreglo de la Universidad arruinada,
orden y cobranza de sus rentas, devolución de muchos objetos
sustraídos y organización de los estudios. Enseguida con el be-
nemérito Vice-Rector Dr. Bobes, párroco de San Julián de los Pra-
dos, se reunió para jurar la Constitución en solemne ceremonia
á la que asistieron los doctores y licenciados de la Ciudad y radio
de cinco leguas, autoridades y convidados en traje de gala, de-
mostrando su adhesión á la ley fundamental del Estado y su ale-
gría por tan fausto suceso. Al terminar aquel año se anunció la
apertura con arreglo al plan de 1807; pero escaso tiempo subsis-
tió la orden por los acontecimientos que sobrevinieron (3).
(i*. Tenia la Universidad completo movüiario, ricos cortinajes y efectos para el decorado,
escogida librería y preciosa colección numismática, además de bien repleto servicio de plata
para los actos académicos Los ornamentos de la Capilla eran también valiosos, acrecentados
durante do* siglo», á partir del Claustro de i.° de Octubre de 1608 cuando se nombró sacristán
con obligación de presentar fianza por 2.000 ducados, que, valían las alhajas para el culto. Todo
fue objeto de la rapiña del extranjero y de traidores.
(a) Archivo de la Universidad.— Claustro de ax de Junio de 181X.
(3) Id Id. —Claustros de 9 de Marzo de 3, 4 y 35 de Agosto y de 3, 4 y 8 de Sep-
tiembre de 1812.
— 170 —
Justo es confesar que la gran mayoría del pueblo español
no estaba á la altura del profundo cambio que significaba la obra
nobilísima de los insignes legisladores, tal vez demasiado radi-
cal por tanto; mas la necesidad de la reforma era grande en un
pueblo atrasado moral y materialmente. Los interesados en el
antiguo régimen concitaron á muchos en su favor y explotaron á
las turbas y á la plebe ignorante cuando la libertad del ingrato
Fernando VII, pretendiendo con insensatez borrar del tiempo y
del pensamiento los días y las ideas de bienhechora libertad á
fin de comenzar aquella insensata reacción, que llevó la conster-
nación y el luto del uno al otro extremo de España.
El Claustro Ovetense se vio atajado en sus buenas disposi-
ciones.
En 1814 se buscó el origen de la tendencia liberal en la ins-
trucción de las Universidades, y en 1815 se fulminó acusación
contra la de Oviedo y otros centros docentes, que «abrigaban,
sostenían y propagaban opiniones perniciosas á la Religión y al
Rey, inductivas de subversión á las legítimas potestades, que han
cundido tanto, que exigen pronto remedio á fin de estirparlas*.
Para la visita de esta Universidad se comisionó á dos eclesiásti-
cos, ambos graduados y del Gremio de la misma, los que si la
han defendido y no espulsaron á los maestros según se les pre-
venía, siendo como eran de la parcialidad de la corte, descarga-
ron su ira sobre las obras de texto, sacrificando la ciencia en
aras de la reacción política. Entonces se dio el escándalo de su-
primir por innecesario el estudio de las Matemáticas, reducidas
á la útil cuanto inofensiva enseñanza de la Aritmética con al-
gunas nociones del Algebra; entonces á libros de indudable mé-
rito se les sustituyó por otros de preferida significación ultra-
montana (1).
La corporación académica felicitó al Rey por su libertad, co-
misionando á doctores en la Corte, Sres. Méndez de Vigo, Pé-
rez Villamil, Torres Cónsul y García San Pedro; se vio obligada
á otros actos populares á la sazón é hizo donativos á la Corona
condonando los intereses de los juros; y cuando intentaba plan-
tear modificado con algún acierto aquel proyecto de Caballero
(i) Archivo de la Universidad.— Claustros de 13 de Abril y 19 de Diciembre de 1815.—
Véase Apéndice XI.
— I7i —
dictado en vísperas de la invasión revolucionaria de Francia, se
lo estorbó el intolerante espíritu del absolutismo manifiesto en las
disposiciones de la regia visita.
Después de haber estraido la savia del árbol, que alimenta-
ra e hiciera hombres á los mismos visitadores, se propuso nuevo
método desandando él camino de progreso y retrocediendo aquí
(con aviso del Director Consejero Riega) al plan de 1774, bueno
al comenzar el último tercio del siglo xvmé insuficiente ya muy
andado el primer tercio del xix. Todo al mismo tiempo que se
anunciaba un plan nuevo y general encargado á una comisión
en que figuraban los asturianos D. Manuel de Hevia y Noriega y
D. Juan de Tineo (1).
Un grave incidente perturbó más ía división latente en el
cuerpo doctoral. El Rector Sr. Díaz-Miranda se vio desacatado
y presentó la dimisión de su cargo porque un graduado armado
de cuchillo le amenazó por la noche en su casa para que dimi-
tiera el puesto, mientras los escolares lo denunciaban también al
Claustro; y se formó ruidoso expediente con la suspensión del
atrevido doctor, aunque el suceso resultó después exagerado é
hijo de la pasión política (no por eso menos censurable) en el
sobreseimiento por el Tribunal superior del territorio (2).
En medio de tantas dificultades de nuevo habría aparecido
el apuro económico. La Universidad manifestó á la Junta Ge-
neral del Principado la carencia absoluta de recursos y más es-
tablecida que fuese la anunciada contribución directa, desapa-
reciendo los arbitrios de que vivía, cuando necesitaba 350.000
reales; y así esperábase la atendiese con aquella suma y ade-
más se la ayudase para que la Hacienda nacional la indemniza-
ra de cuanto había dejado de percibir desde 1808 á 1812. La
Provincia, siempre bien dispuesta en favor de nuestra Escue-
la, representó al Gobierno manifestando ser aqui «indispensa-
ble aún para el bien déla nación o una Universidad bien dotada
con aquella cantidad y otros recursos, como pensiones sobre la
mitra, renta.de la canongía destinada antes á la Inquisición, al-
gunos beneficios simples etc. El Intendente trabajó en análogo
•¡embredcTgirí di híu^^T0™*1™ de "3 dc Abril * a5 Mayo, .8 Octubre yaSNn-
Noviembre 1818.' y 5 de Agosto dc 1815; 29 dc Julio, 13 Noviembie 1817 y 5 y «7
(a) Id. id.-CláuMros de 8 dc Mayo dc 18x7 y x6 de Febrero y 24 dc Octubre dc 18x9.
— 172-
sentido, más los recursos no aparecieron y fué así muy lánguida
la nueva vida de la Escuela (1).
Nada importó la Real Provisión de 21 de Junio de 1817 dan-
do instrucciones para crear algunas cátedras y entre ellas una
de'Medicina práctica, dotación de otras y gratificación á depen-
dientes, etc., porque mientras era compatible el profesorado con
las canongias no se consentía con la profesión de abogado. Se
adjudicaron también á la Universidad algunos beneficios en Ga-
licia, León y Astorga, de los cuales no se logró por desgracia
entrar en posesión, pues todo el interés de los ministros y
consejeros estaba en otras medidas y en tomar precauciones
para ahogar las ideas regeneradoras. ¡Lamentable intolerancia
y triste ceguedad las de aquellos gobernantes!
A todo accedía el Rey; pero, antes que diesen resultado algu-
no sus propósitos, se oyó en la Universidad la voz de Riego, y
para responderle los alumnos salieron de las aulas y en el atrio
mismo, á presencia de sus maestros, proclamó el mas audaz,
D. Francisco Villamil, la Constitución de 1812, que victorearon
todos. El cuerpo escolar fué el núcleo de aquel movimiento po-
pular de Oviedo. Con atrevimiento y entusiasmo juveniles con-
tribuyó principalmente al alzamiento liberal, adhesión del ejérci-
to, y reconocimiento de la Junta revolucionaria (compuesta en su
mayoría por gente del Claustro, Celleruelo, Díaz Laviada, Rodrí-
guez Busto, González Rio y Rodríguez Valdós) alistándose en la
Milicia nacional ó en la especial «Compañía de Literarios*, que
se dispusieron á combatir con las fuerzas restauradoras. Fueron
desoídos ofrecimientos de vacación que hicieron la Audiencia y
Claustro; dentro de la Universidad tuvieron instrucción oficiales
y clases de los nuevos batallones; se permitió con debilidad la
asistencia á cátedra con uniforme de milicianos; dieron ense-
ñanza de la nueva Constitución los catedráticos Busto, Canella y
Tames de que después pudieron lamentarse; acordáronse dona-
tivos alas víctimas de Cádiz; se pensó en el plan de 1807 to-
mándose disposiones para ello, como enseguida para el otro que
se anunciaba (2); se envió ardorosa felicitación á las Corte?.
(i) Archivo de la Universidad.— Claustros de 19 de Abril di 1814, iS de A^oiSn y 7 de
Diciembre de 1819.
(21 id. id.— Clatiitos de 26 de A;;><to y 23 de Octubre de 1.120; 28 d'Julio de 1821; y
1 de Eiero de 1823.
— «73 —
donde los representantes asturianos miraron como amantes
hijos por la Universidad y levantaron su categoría; y si el Claus-
tro, dividido en el fondo, no figuró en las «demostraciones públi-
cas de gratitud y regocijo» con motivo de la venida del infortu-
nado Riego, los escolares le recibieron en triunfo (1), no mucho
antes de salir los que figuraban como nacionales en persecución
de las facciones, levantadas en algunos puntos de la provincia,
«sin imputarles falta académica por el tiempo que inviertan en
servicio tan interesante á la patria» (2;. No cabe ocultar que al-
gunos de los llamados «blancos* ó realistas fueron molestados,
como el P. M. Fr. Tomás Marino, patriota decidido cuando la
guerra de la Independencia, que acreditó en 1826 «cómo en la
época constitucional fué muchas veces acusado á los Tribunales
revolucionarios y sentenciado á destierro; buscado largo tiempo
para ser alevosamente asesinado por individuos de asociaciones
nocturnas; preso y escandalosamente llevado entre bayonetas y
canciones irritantes desde la prisión de Oviedo á la cárcel de
Gijón y allí embarcado para la Coruña, padeciendo mucho en la
travesía y en el puerto gallego al verse vejado por un populacho
insensato». Aunque algo recargadas las escenas, bien indican la
intolerancia que presidió en aquellas épocas, cuando la enseñan-
za se vio servida por catedráticos interinos y el Ayuntamiento
de Oviedo se interesaba por la Universidad con medidas para
su conservación, como hicieron otros municipios en represen-
taciones al Gobierno inclinándole á su sostenimiento y mayor
realce.
Poco duró este sistema político, que fué como la Instruc-
ción Pública, agitado y turbulento. La nueva organización de
los estudios se basó en los trabajos de la Comisión de 1813, pu-
blicándose el plan de 1821, plan grandioso y general, comparado
con aquella enseñanza de las antiguas Universidades cuyo triste
cuadro presentaba el Dr. Lumbreras al inaugurar la de Madrid.
(t> Archivo de ¡a Universidad.— Claustros de ao, de Febrero, 1 y 22 de Marzo, 13, ai y 34
de Abril, 26 de Julio y 13 de Septiembre de 1820 y j6 de Marro de 1821.
En el periódico ovetense El Carbayón (1885) publiqué la sentencia á que se refiere el texto
dictado por la Audiencia de Oviedo y la lista de lo» literarios. Su uniforme en un principio solo
tenia de militar el correaje negro; pero después de la jura del Rey vistieron casaca corta de paño
azul turquí, pantalón de igual color y franja azul celeste; sombrero tricornio con cucarda verde
y encarnada; y en la cintura llevaban una faja de tafetán y borlas verdes. Su gzfc fué el Doc-
tor D. Pedro Alvarez Cclleruclo.
{2) Archivo de la Universidad.— Claustro de 14 de Marzo de 1823.
— 174 —
La Universidad ascendió en la reforma á la categoría de pri-
mer orden; pero sufrió grave detrimento en sus rentas, porque
los nuevos impuestos afectaron á los arbitrios sobre la sal y vino
que la sostenían.
De nuevo la ignorancia y el despotismo se entronizaron en
España, y la reacción de 1823 ejerció en nuestra Escuela la ma-
yor persecución ¿intolerancia. Sin votación, se impone el Rector
de los últimos años de absolutismo; y en los primeros dias, de un
golpe y sin respeto, se decretó la expulsión de veinte y seis cate-
dráticos y doctores y de todo cursante que hubiera sido nacional
ó afecto al régimen constitucional. Abrió tribunales secretos de
purificación que excluían á todo alumno tildado de parcial, ó
que lo hubiesen sido su padre, hermanos y parientes. ¿Y el
Claustro de entonces? Acordó suntuoso panteón y celebró lujosos
funerales por el desgraciado Br. Lamuño, jete de una partida de
realistas en 1822, que fué capturado y tristemente ejecutado en
Oviedo, cuando la tenacidad política nada perdonaba, cegada
por el mal comprendido entusiasmo. Como al que más, me duelen
de todo corazón las víctimas de nuestras discordias, pero ¿la
memoria de tan desventurado joven debió servir de pretesto para
hacer alarde de odio contra «un puñado de cobardes, desleales
y perjuros españoles que levantaron el sedicioso grito de libertad
en 1820,» como se decía en el sermón entonces pronunciado?
Puestos en balanza fiel, ¿cuánto no pesarían los sacrificios que
la violencia del absolutismo hizo, sin compasión, en diferentes
épocas? No es este el lugar de entrar en más detalles, pero mil y
mil consideraciones pudieron atajar al R. P. M. Fr. José Pinera
en su exagerado discurso reñido en todas sus páginas con la cari-
dad evangélica. Y para mayor honor del desventurado Lamuño
«benemérito hijo, primer mártir de la lealtad asturiana,» al decir
de aquel Claustro, se dispuso éste á e regirle «un monumento á
costa de la misma Universidad en el sitio que ocupó el patíbulo
en que sufrió el martirio» (1).
íir R. C* de ai de Julia de 1834. — Archivo de la Universidad: Claustro de 31 de Julio 7 y
*i d* Octubre* *9 de Noviembre y G dé Diciembre de 1823, 13 de Abril, it y 27 de Agosto y
11 de Noviembre de 1BJ4. 7 de Mayo y 14 de Diciembre de 1825. y 12 de Enero de 1827.
'Relación histórico- fúnebre, que hace hi Real Universidad de Oviedo de las exequias que ce-
lebró en sü capilla á la infanta mu cric de mí hijo el bachiller cu ar.'bos derechos L). Alejandro
Roces La muño h y oración que se dijo cu ellas. —La publícala misma Real Universidad. — Con
licencia,— Oviedo —Oficina de Pedregal y (Jonip — 1824 »
— 175 —
Aciagos fueron aquellos dias caminando por la pendiente de
una reacción sin igual como se deduce de las actas claustrales
y de los entonces incoados expedientes de tan apasionada perse-
cución contra los llamados «negros*. Ciego é impotente ante la
historia, el funesto y tornadizo Fernando pretendió otra vez
borrar los años constitucionales y, á su vez, sumisos los cuerpos
oficiales y la masa indocta tomaron y aplaudieron acuerdos de
implacable intolerancia. El Claustro destinó fondos para vestua-
rio de los realistas y se pidió á S. M. no disminuyese el número;
asociándose á la petición de los Cabildos cordobeses, representó
á la Regencia sobre «lo perjudiciales que eran las Cámaras»; fué
al paseo triunfal por las calles con retrato del Rey á quien feli-
citó en Madrid por los doctores universitarios, Consejero Pérez
Villamil, el Fiscal D. José Hevia y el Capellán de Honor Sama;
se anularon cursos y grados obtenidos durante el Gobierno revo-
lucionario; favoreció la apertura de los juicios de impurificación
para despojar de sus cargos á los maestros é impedir la ma-
tricula de los jóvenes liberales; exigió aquellos especiales jura-
mentos en grados y posesiones; y vio sin protesta cómo se abría
un proceso para levantar muchas veces el patíbulo y destinar
á presidios africanos á los entusiastas cursantes de 1820. Por
sentencia de 1827 fueron condenados á morir en garrote, entre
otros el Dr. Celleruelo y los estudiantes D. Francisco Pérez Villa-
mil, D. Ramón Tuñón de Bandujo, D. Bernardo Corripio y D. Ma-
nuel Rodríguez Valentín, así como sentenciados á varios años de
presidio en Ceuta D. Bernardo Escudero, D. Pedro José Pidal,
1). Ramón González Llanos, D. Pedro Balbin con veintitrés
compañeros; más pudieron salvarse emigrados unos en el extran-
jero y escondidos otros en apartadas provincias, no librándose
los menos comprometidos, sujetos á dura prisión en la fortaleza
de Oviedo, de grandes sufrimientos y amenazas á su vida por el
populacho dispuesto á sacrificarlos en la misma cárcel, debiendo
la salvación á dignísimos magistrados, cuyo proceder tanto distó
También se publicó entonce?: «Monologo. La última hora de D. Alejandro Roces Lamuno,
luchiütrr en Sagrado* Cañones.— Con licencia. En Oviedo en la oficina de I). Fermín PiicLí.
ín 1833». Firma la dedicatoria a D." Vicenta Roces La muño (hermana) el Capellán N. F. O. y
* ¿lude al Fiscal de la causa, condiscípulo de la victima que falleció algunos dias después á causa
de enfermedad, de lo que intentaron s-icar partido los devotos de la reacción.
— 176 —
del que manifestaron sus colegas. Apartemos la vista de seme-
jantes cuadros.
El plan de Instrucción Pública, que en 1824 saliera de la
misma pluma de quien buscando una mitra ensalzara en 1814
la Constitución y escelencias de su sistema, legitimó aquellos
actos. Fué su autor el P. M. Martinez, de gran crédito en la Orden
de la Merced, y sirvió de instrumento para oponerse al progreso,
siguiendo las ideas de aquel monarca veleidoso, que había pro-
metido marchar el primero por la senda constitucional. Si las
leyes pudieran contra el sentimiento general, ninguna más dies-
tramente concertada se ha publicado; ninguna con más arte se
propuso encaminar á maestros y discípulos á la idea, puramente
política, del gobierno, autor de aquella reforma «pobre, atrasada
y ruino como la calificó Menéndez Pelayo. Catedráticos, libros
de texto, trajes clericales, juntas de censura, listas inversas, visitas
domiciliarias, pláticas religiosas, confesiones, comuniones y ju-
ramentos en la recepción de grados, formaban una red de la que
nadie salía, y los encargados de su ejecución en parte alguna fue-
ron tan solícitos para cumplirla con la mayor y más rígida es-
crupulosidad que en Oviedo, cuando fué nombrado Consejero
Director el docto D. José Cabanilles, que por su antigua residen-
cia y afecciones en la provincia, se interesó por nuestra Escuela
aunque nada pudo hacer por los perseguidos.
Entonces, como en el siglo xvi, se vio que numerosos astu-
rianos marchaban á otros Establecimientos y buscaban leja-
nas y más tolerantes Universidades, porque continuaba sospecho-
sa la nuestra y en aquella reglamentada vida de exajerada
tirantez y de sombrío color político, que obligaron á los corifeos
aquejarse del Regente de la Audiencia, porque censuraba con
demasiado rigor las conclusiones para grados y actos. Cuando la
Repetición pública del D. Rodríguez Arango en 1828, todas las
imprentas de la ciudad se negaron á estamparlas por temor de
serias consecuencias, una vez que carecían del pase del Fiscal
de la Audiencia, Censor Regio de la Universidad, y no llevaban
revisión de tres catedráticos antiguos, según el artículo 22 del
severo Plan de estudios. En 1829 se dictó sentencia episcopal
absolutoria á favor de D. Diego Fernández Ladreda por su pro-
posición relativa al matrimonio, cuando el grado de doctor, cali
*
— 177 —
licada de herética y escandalosa por el Colegio de Teología; pero
fué después que el graduado y su padrino D. Pedro Fernández
Villaverde, declararon haber obrado sin reflexión y con premura,
retractándose del todo con adhesión á las doctrinas de la Iglesia
para ser declarados libres de la nota de herejía, no sin otras ad-
vertencias y consejos para qué en un acto público del Claustro
hicieran (como así lo verificaron) las mismas declaraciones y pro-
testas. Poco menos sucedió dias después con reparos y adverten-
cias á la arenga del Dr. Busto cuando nuevo grado doctoral del en-
causado; y otros casos pudieran citarse de las extremadas medi-
das que entonces se tomaban (1).
Moribunda por falta de sus propios recursos, había quedado
ia llamada Facultad de Medicina (2) organizada rápidamente en
los últimos años del siglo xvni. No llegó después, aunque se in-
tentó con reiteración, á tomar nueva y vigorosa vida desde 1817
á 1825. Cuando el nombramiento de un sustituto de Medicina
práctica, se hizo saber á los médicos de la Ciudad y del Cabildo
que tenían expedita la enseñanza de sus respectivas cátedras en
los mismos términos que cuando la suspensión de 1806, aunque
observó el Dr. Vázquez que estas enseñanzas estaban suprimidas,
no siendo en Salamanca y Valencia, y no las mencionaba el Plan
de 1774 mandado restablecer en Oviedo. Algunos estudiantes
pretendieron matrícula y, si el Claustro se mostró bien dispuesto,
enseguida le salieron al paso dificultades para renovar las aulas
médicas de Prima y Vísperas, debidas al insigne Obispo Sr. Pisa-
dor y la de Anatomía sostenida por la Junta general del Princi-
pado, cerradas cuando se estableció el Protomedicato. No obs-
tante, otra vez se ofició al Cabildo y al Municipio que se mostraron
propicios; se nombró sustitutos de catedráticos á sus médicos y
hasta se incorporaren estudios seguidos en Salamanca; pero
no pudo prevalecer tal enseñanza, que arrastró lánguida vida
para desaparecer por completo poco antes de morir el funesto
Fernando (3).
Ir» Archivo de la Universidad.— Cláustroi de 15 de Julta de 1828, 20 y 31 de Agosto y 12
de Octubre de iS2q
I2) Veise Capitulo VII
(31 Archivo de U Universidad —Claustros de 22 de Agosto y t.* de Ojtnhrc d>: 1F07; 13
de Noviembre y 6 de Diciembre de 1817; 17 do Noviembre de 181S; 6 y 16 de Febrero, 5 de
Agosto y 18 de Octubre de 1810; 12 de Junio de 1820; ¿¿ de Enero y o de Octubre de 1824; y
11 de Diciembre de 1825, etc.
- i78 -
Otras enseñanzas tenían preferencia para los secuaces de la
política entonces dominante.
Así los estudios de la ovetense Escuela se aumentaron á la
sazón con una cátedra especial que fundó D. Juan Pérez Villa-
mil. En 1819 acudió al Consejo de Castilla el antiguo Regente
del Reino pidiendo autorización para destinar parte de sus bie-
nes en beneficio de un establecimiento del Estado, y prefiriendo
la Universidad asturiana donde había seguido su carrera litera-
ria. Pensaba crear una cátedra de «Fundamentos de nuestra ver-
dadera Religión Católica, Apostólica, Romana» para los escola-
res que, dedicados á otros estudios, olvidaban las ligeras nocio-
nes aprendidas en Astete, Ripalda y Fleuri, obligando á todos
los bachilleres á cursar esta materia sin aumento de año esco-
lar antes de la licenciatura ó doctorado. Las ocurrencias políti-
cas suspendieron el proyecto y, falleciendo Villamil en 1824,
quedó encargado de su cumplimiento D. Manuel Cancio, conta-
dor de Sisas de la H. Villa. Este volvió al Consejo con igual pre-
hensión que el fundador y fué autorizado para cumplir su pensa-
miento de acuerdo con la Universidad y Obispo de Oviedo.
Nombró aquella su comisión, compuesta de los doctores D. Juan
de la Cruz Ceruelo y P. M. Fr. José Saez, de la Orden de San
Benito, que con el heredero fideicomisario establecieron la en-
señanza en la facultad de Teología bajo varias condiciones.
Para su dotación y subsistencia fueron adjudicadas varias casas
y tierras en Móstoles, exentas del quince por ciento de amorti-
zación, y destinadas á monasterios pobres, iglesias, etc., caso de
separarlas de su objeto; la cátedra se otorgaría por oposición á
persona de vida ejemplar, costumbres intachables y de treinta y
seis á cuarenta años de edad; el libro de texto sería de autor
muy católico, señalándose por el pronto la obra del P. Antonio
Walsech, dominicano, en la tradución latina Oe fundamentis
rcligionis et de fontibus impietatis, ocupándose de la for-
mación de un compendio el catedrático; y que este tuviera 400
ducados de asignación y 100 de administrador, consumiendo el
sobrante en raparos de las fincas, parientes pobres del Sr. Villa-
mil y gratificación al dicho profesor (l)
i
\t\ Archivo úc lü Univemtlad.— Claustros de 30 de Diciembre de 18 19; it de Enero de
p; xf de Agoito y t úc Octubre de iKim; 5 de Septiembre de 1825; y 15 de Marzo de 1828
— 179 —
Continuaba mientras tanto la política recelosa y tirante ini-
ciada en 1824 aunque fué suavizándose un tanto en los últimos
años del Rey; pero catedráticos, doctores y estudiantes hacían
constar en los documentos universitarios «que eran adictos á los
derechos de la Real Persona en cuya atención habían sido puri-
ficados en primera y segunda instancia», ó bien que o no habían
sido nacionales ni bajo ningún titulo pertenecido al llamado Go-
bierno constitucional, estando así purificados y que, en prueba de
su buena conducta religiosa, moral y política habían merecido
como estudiantes ú opositores el correspondiente atestado». A
qué tomar aquella extraña medida de cerrar las Universidades
desde 1830 á 1832 y dispersar á la juventud abandonándola á
una enseñanza privada para la que entonces no había prepara-
ción? Y ¿de qué sirvió tanta persecución, tanta severidad y tan-
ta vigilancia? Ni libros, ni maestros, ni juramentos, ni censuras
impidieron que, al albor de nuevas tendencias, los estudiantes,
renovando el sentimiento liberal de 1820, plantaran en su tri-
cornio la cucarda azul-cristina, símbolo de generosa idea, que
brotó á impulso de la presión cuando murió Fernando VII y
doña Cristina de Borbón fué Reina Gobernadora por su hija
D.a Isabel II.
Aunque personas duramente maltratadas y perseguidas tu-
vieron influencia en el cambio político de 1834, no hubo la ex-
tremada violencia que en el anterior régimen, aunque si intole-
rancia y malestar por la agitación continua de los ánimos. El
Rector fué llamado por la autoridad militar á León; el Goberna-
dor de Oviedo, General Isidro, acusó por desafectos y procesó á
varios doctores, llegándose después en igual medida hasta á al-
gunos dependientes; al dictar el Gobierno la R. O. de 31 de Ju-
lio de 1834, reclamando «sincera y cordial adhesión y fidelidad»
bajo pena de separación, el Claustro acordó «quedar enterado»;
y un día se negó á suscripciones para la Milicia nacional, como
otro ofreció descuento para la guerra y donativos para los pri-
En el archivo se guarda primorosa copia de la escritura de la fundación, esta cátedra de
Religión otorgada en n de Abril de 1S25 por el testamentario Cancio ante el escribano D. Juan
Antonio Urraza, de Madrid.
Menguada fué la suerte de la Universidad con los bienes que gencrosaMenlc la dejó el vir-
tuoso y sabio Pérez Villamil.
Véase Apéndice XII.
— i8o —
sioneros (1). Hubo, sin embargo, en la Universidad disciplina y
prudencia para conseguir el orden posible y la tranquilidad aca-
démica mientras duraron la desastrosa guerra civil y el cólera.
Por el articulo 4.° de la R. O. de i de Enero de 1834 se modifi-
có el sistema de impresiones y se declararon libres de licencia
las memorias y proposiciones de las Escuelas y Cuerpos científi-
cos dándose varios tolerantes decretos que auguraban excelen-
tes resultados.
Con las calamidades de la guerra intestina vinieron otra?
muchas de orden civil con la profunda división política del país
y los frecuentes «pronunciamientos») ó cambios de situación á
cuyo compás la Instrucción Pública viene siendo objeto de ince-
santes reformas, teniendo los diferentas planes vida efímera,
modificándose sin descanso por Leyes, Reales Decretos y nume-
rosas Reales Ordenes, Reglamentos y Circulares, que hicieron
un laberinto de la Legislación académica principalmente á par-
tir de la tercera época constitucional, sin rumbo fijo y alternado
el criterio fundamental de las reformas, reduciéndose muchas
veces á páginas de la Gaceta, porque á la teoría no responde
un criterio práctico, ni menos los medios económicos indispen-
sables en función tan costosa como la enseñanza.
Así pasó (y pasa) á la Universidad de Oviedo repitiéndose su
carencia de recursos y las dificultades para obtenerlos, cuando
se dictaban innovaciones y ensanches á su organización. AI apa-
recer el plan de 1821 descendía el arbitrio de la sal, aunque re-
cibió de la Provincia una suma de 78.000 reales que procedía
de tal tributo muy oscilante, como lo fué también el del vino, por
lo que el ilustre Jefe político D. José Caveda representaba celo-
samente al Gobierno y reclamaba fondos del Tesorocentral para
dotar las cátedras universitarias, al mismo tiempo que el Claus-
tro manifestaba «que pues parte de los diezmos se destinaba en
otras partes al auxilio y sostenimiento de los Seminarios Conci-
liares, procedía tratar de esto con el Jefe político y dirigirse al
Ministerio porque en esta diócesis de Oviedo se daban en suUni-
i
(i) Archivo de la Universidad. — Claustros de 29 de Enero de 1833; 12 de Diciembre de 1834,
i.°dc Junio, 25 de Septiembre, 26 y 10 de Octubre, 3 y 14 de Noviembre de 1835, y 20 de Ene-
ro y 3 de Julio de 1836
— 181 —
versidad las enseñanzas eclesiásticas» (1). Ya entonces estaba en
auge la política desamortizados; se caminaba á nueva y más
económica forma de tributación y á centralización administrati-
va, tan precipitada como extremosa; y el Estado reclamaba su
propio imperio en la función pedagógica para también mejor com-
batir á la reacción y á la insistencia de aquellas clases, que la
amparaban y se resistían á entrar en nueva vida de progreso.
Había ya acontecido esto cuando la guerra de la independencia,
y de igual manera la reforma recobró vigor cuando la enconada
contienda civil.
De la época antigua era asimismo el patronato universitario.
Desde su origen, según queda referido, fué honorífico y extraño
á la vida propia del Claustro, porque estaba reducido al asiento
doctoral, que se le concedía, y en lo demás limitado al nombra-
miento de personal administrativo, dependientes y á relaciones
de etiqueta en determinados casos. En 1815 participó el Patrono
que había sido nombrado Mayordomo mayor del Rey y se le dio
cortés enhorabuena; pero desde la revolución de 1820 cambiaron
las relaciones entre la Escuela y la casa patronal. Se consignó
entonces que, siendo nacional la Universidad y á cargo del Esta-
do ya debía concluir toda otra ingerencia y cesar la casa de Miran-
da en el nombramiento de los dependientes; y, sí en 1823 se con-
sintió en nombramientos de Secretario y Maestro de ceremonias,
no asi tres años más tarde cuando se desestimó su manifestación
de seguir designando los subalternos sin satisfacer sus nuevos
sueldos, como se hacía en análogos centros. No se avino á ello
el Patronato, que protestó de usar de su derecho donde corres-
pondiera y de representar á S. M. solicitando el edificio de la
Universidad ó su justo valor... El Consejo Supremo reclamó in-
forme al Claustro é insistió aquel en su demanda, como después
el apoderado condal en la provincia pidió en 1830 posesión
de sus prerrogativas, siguiendo durante cinco años varias ma-
nifestaciones de una á otra parte. Expresaban las del Claustro
que, según antecedentes antiguos y disposiciones modernas, le
haría distinguido recibimiento en la primera vez que se presen-
tase, con lugar de preferencia después del decano cuando asis-
«:) Archivo de la Universidad.— Claustros de 9 de Mayo de 1821; 27 de Julio de 282a; 3 de
Enero de 1833; y 24 de Septiembre y 24 Octubre de 1824.
— 182—
tiere, dándose por enterado á este efecto, siempre que se lo par-
ticipasen los sucesores al comenzar en el patronato, más no en
los nombramientos, que habían cesado por diferentes modernas
RR. 00. A ello se avino en 1835, el representante y no se con-
sintió aquí al año siguiente en el nombramiento de Secretario he-
cho por el Patrono porque, según la legislación vigente, «corres-
pondía ó S. M. á propuesta del Claustro» (1).
En orden más principal y pedagógico tuvo éste nuevo rumbo,
desde las reformas de 1836 por el plan «general» de Estudios
de 4 de Agosto de aquel año con que reemplazaba al vetusto de
1824- la situación entonces presidida por el famoso literato Du-
que de Riva^. Ofrecía las novedades consiguientes en todos los
ramos de la instrucción y régimen de sus corporaciones, des-
envolviéndose por lo que se refiere á la Segunda y «Tercera»
enseñanzas en el Arreglo provisional de 26 de Octubre del mismo
1836 y en disposiciones complementarias de 1837 sobre matrícu-
las, examen y grados; pero no pudo desenvolverse aquella radi-
cal reforma, flor de un día en la Gaceta, que adoleció del vicio
de la imprevisión como ha acontecido tantas veces.
En favor de la Universidad ovetense gestionaron entonces
cerca del Doctor Conde de Toreno, que ocupaba preminente
lugar en la política española, sus compañeros Sres.Mata Vigil y
Fernández San Miguel; y después trató el Claustro de la difícil
manera de desenvolver el nuevo plan (2), que fué provechoso en
esta Escuela porque mejoró el estudio de Matemáticas, amplió el
teórico de la Física con lecciones esperimentales y creó cáte-
dras de Historia general y de Literatura para los de Filosofía, in-
troduciendo en la facultad de Leyes el estudio de la Economía
política.
Como se careciese de estos maestros y medios para su dota-
(O Archivo de la Universidad — Claustros de 18 de Octubre de 1815; 24 de Enero de 1812;
18 de Octubre de 1823: 8 de Abril, 18 de Junio y 25 de Octubre de 1826; 14 de Marzo y 16 de
Abril de 1827; 17 de Febrero de 1S28; as de Febrero de 1S30; 14 y 22 de Mayo y 10 de Junio
de 1835 y 5 de Febrero de 1836.
Uno de los últimos nombramientos patronales fué de 26 de Julio de 181$. Decía el titulo,
«nombro portero con 50 ducados al año á Benito Granda en atención á los méritos de su padre
Nicolás y abuelos, y mando al Rector que le guarde todas las honras y preeminencias que le per-
tenecen». Hasta 1861 que fué destinado á servir en el Instituto, que está en el minino edificio de
la Universidad, fué Benito portero y bedel de la Casa, muy querido de catedráticos y estudian-
te*, correspondiendo al entrañable amor que profesaba al Establecimiento. Su tipíco carácter
escolar fué objeto de famosa semblanza en el periódico estudiantil El Invhnio, gracioso artículo
del malogrado Antonio Arango. El popular Benito falleció en 1873.
(2) Archivo de la Universidad.— 20 de Julio y 17 de Noviembre de 1835 y 15 de Noviembre
de 1836.
— le-
sión, tuvo valioso apoyo en una corporación provincial mantene-
dora del espíritu innovador que la habían infundido sus inspira-
dores y directores Campomames y Jovellanos; fué la Sociedad
Económica de Amigos del País de Asturias. Desde 1832 había
alcanzado el benemérito Cuerpo cátedras industriales emana-
das del Conservatorio de Artes (donde fué doctísimo profesor el
asturiano D. Antonio Gutiérrez) y, bajo la dirección del Rector
Sr. Mata Vigil, una comisión mixta compuesta de los docto-
res Alvarez Arenas, P. Caso, García Cónsul, Blanco y de los
socios D. Telesforo Cónsul y D. Francisco Julián Sierra deter-
minó trasladar al edificio universitario las cátedras económicas
bajo las siguientes bases:
Primera: que los señores Catedráticos de Economía Política, Matemáticas y
Química de la Sociedad pasarían provisionalmente á dar sus enseñanzas á la
Universidad, acomodándola de manera que en lo posible se llenase el objeto
para que fueron nombrados y lo que se pedía en el nuevo plan de estudios pro-
visional vigente.
Segunda: que la dirección de dichas cátedras continuase, como está preve-
nido, por la misma Sociedad Económica.
Tercera: que los gastos de traslacción de los enseres de las cátedras de Ma-
temáticas y Química se harán por cuenta de la Universidad, y la misma destinará
también algunas sumas para los gastos de la enseñanza esperimental, á que
también contribuirá la Sociedad.
Cuarta: las cátedras tendrán una doble matrícula: una en la Universidad
para sus alumnos y otra por la Sociedad para los suyos.
Quinta: las horas de enseñanza como los locales para esplicar, lo acomoda-
rán loa señores Catedráticos de acuerdo con el Claustro (i).
Justo es, pues, hacer mención de tales profesores que con
celo y desinterés aceptaron tan penoso encargo: enseñó «Mate-
máticas y Dibujo», D. José de Posada Herrera; «Física y Quími-
ca», D. León Salmean; y sucesivamente «Economia política»
D. Antonio Oviedo y Portal, D. Ramón Valdés y D. Benito Ca-
nella Meana. Muy principalmente el Sr. Salmean inició y ase-
guró afición é inclinaciones á los estudios experimentales y co-
menzó á formar gabinete de máquinas y laboratorio de ensayos
aquí poco menos que desconocidos. La Sociedad Económica hizo
grandes esfuerzos para obtener material de enseñanza y otro
(t) Archivo de la Universidad.— Claustro de 29 de Noviembre de 1836.
— Archivo de la Sociedad Económica.— Acta de 5 de Diciembre de 1836.
13
— 184 -
tanto el Claustro (1), que apenas tenía más que una máquina
neumática y otra eléctrica, muy buenas entonces, y obtuvo del
Instituto de Gijón otros instrumentos, allí sin uso y en pésimo
estado por los azares que habían perseguido á la fundación de
Jovellanos.
Mas la guerra civil con la amenaza de invasiones y desaso-
siego interior no favorecía el desarrollo pedagógico aunque se
había mejorado la condición del profesorado con los sueldos,
que continuó en adelante, pues los catedráticos de 1841 volvie-
ron á recibir íntegra la dotación que les señalaba el plan de 1824
y de la que no disfrutaban desde, 1829 porque se retenía en el
arca universitaria; continuaban los Prebendados de la Catedral
con sus cátedras, aunque ya no todas; en la facultad de Leyes
se recomendó en 1838 al profesor de Derecho político que espli-
case la Constitución para que los estudiantes se penetrasen de
su espíritu y fundamento; se procuró dar vida más activa á las
Academias de las Facultades que tenían buenos reglamentos y
estaban dirigidas por excelentes Moderantes, últimamente cate-
dráticos; y respecto á libros de Texto para Filosofía, Leyes,
Cánones y Teología hubo criterio más amplio y se recibieron los
mas nuevos y adelantados, sin aquellos reparos de principio
de siglo ni menos los de la visita de 1815, porque en 1839 ya se
aceptábanlas mejores obras nacionales y extranjeras (2).
Esta y mas innovaciones del nuevo reinado merecen especial
mención. Respecto ol traje escolar fueron suprimidos en 1835 la
sotana y manteo antiguos, prendas clásicas de igualdad en la
clase estudiantil, disponiéndose que loscursantes asistiesen á las
aulas ele levita ó frac, á su arbitrio, capa y sombrero de copa
alta, y los graduados como les acomodase y sus atenciones lo
permitiesen (3). En disposición de mas trascendencia dos años
después se suprimieron en todos los ejercicios académicos las
fórmulas silogísticas nada menos que «por ser repugnantes al es-
tado actual de la civilización», quedando los argumentos reduci-
1
(i) Archivo ííe b Universidad.— En Angtúo de 15 de Noviembre de 1815 cedió el Dr. Pe-
tera iH[ücll¿id. do* cxcclcnte-i mi'|iJnns. que había adquirido en la testamentaría del antiguo Rec-
tor y Director de 3a I'J nii«. l 1). Uernardino A de Sierra, por la suma de 320 reales, aunque
vxiüaa iná* de 4,000 cad i una, Clin*tro-i de ix de Julio de 1834 y 31 de Enero de 1837
tu Arrhivi] d^ la Uiiiveriidnil— Claustros de 23 de Septiembre, 8 y 18 de Noviembre de
1%31> i£ de Uciului- de 1837, ia tic Enero de 1838 y 13 de Octubre de 1839.
j.\> Archiva de la Un 1 vsr ^ídad,— Claustro de 16 de Octubic de 1735.
- 185 -
dos ú. preguntas, y se permitió ejercitar en lengua latina ó espa-
ñola ó. elección de los graduandos (1). Todo lo antiguo ib^ des-
apareciendo y mas lo secundario de formas arcaicas.
La concurrencia de alumnos sufrió una baja considerable,
pues al abrirse la matrícula en 1836 faltaba casi la mitad de
los alumnos inscritos en 1835. Tan súbito abandono se quiso
justificar en la abolición del antiquísimo manteo, trage econó*
mico, popular y característico de los estudiantes de España, co-
mo también en el aumento de derechos de matrícula (20 reales)
y de grados. Y otras eran las causas. A las cuatro quintas par-
tes de los teólogos, hijos de labradores, se les cerraba la carrera
porque, suspendida la facultad de conferir órdenes, de adjudicar
capellanías y de provisión de curatos no tenían aquellos porve-
nir. Otro tanto sucedía á los canonistas, al mismo tiempo que
para los de Jurisprudencia disminuían considerablemente los ne-
gocios forenses con el establecimiento de juzgados de primera
instancia. Agregúese á esto que habiéndose suprimido el fuero
académico, eximidor del servicio de las armas á bachilleres
y tonsurados (2) los estudiantes asturianos, muchos de escasa
fortuna, no podían sufragar tales gastos sin esperanza de com-
pensación á sus sacrificios. Pero corrían tiempos muy azarosos
y hubo que llegar hasta medidas escepcionales que, por otra
parte, eran ya necesarias. De aqui vino aquella relativa deca-
dencia universitaria de que se lamentaba el celoso Rector señor
Mata Vigil (3) porque se vivía en un estado incierto y poco ha-
lagüeño para las profesiones literarias; las reformas eran tran-
sitorias y provisionales; y este carácter tuvo el arreglo 1836
como otras disposiciones complementarias sobre sustituciones de
cátedras, programas, contabilidad, etc., en medio de carencia
de recursos. Siempre la pobreza en la casa de la ciencia.
De todos era ya conocido el lastimoso estado económico de
las Escuelas, pues, cuando la Nación se incautó de sus bienes
para administrarlos por su cuenta, la precaria situación de la
Universidad de Oviedo era la siguiente, como consta del «Re-
tí) A rcfcivo de la Universidad. — Claustro de 2 de Mayo de 1837.
(3) Cesaron las exenciones de sorteo y facilidad de poner sustitutos á los estudiantes
•quintos* y concluyeron también aquellos cambios y abusos de años de carrera militar por años
académicos, que fué cosa ce rricnte en muchos acuerdos claustrales desde la guerra de la Inde-
pendencia hasta la guerra civil inclusive.
(3) Archivo de la Universidad.— Claustro de 24 de Octubre de 1838
— i86 —
sumen de propiedades, rentas, censos y' demás derechos de los
establecimientos literarios españoles»:
i
RENTAS QUE SE PAGAN AL
CORRIENTE
Valor Renta
capital anual
RENTAS NO CORRIENTES AUNQUE
SCN COBRADLES
Valor Renta
capital. anual
RENTAS
Valor
capital
INCOBRARt.RS
Renta
anual
293,707
9,573
154,319,16
1,514
J»
16,843,16
Y como la necesidad es muchas veces causa de discordia, en
Oviedo apareció ésta y por Orden de 3 de Mayo de 1842 de la
Dirección general de Estudios, se nombró visitador de la Es-
cuela al Jefe superior político de la provincia para aclarar cier-
tas desavenencias entre el Rector y Claustro, pidiéndole el co-
nocimiento de las causas y origen de las discordias para estir-
parlas. Se le autorizaba para indagar las intrigas, enredos, espí-
ritu de partido ó padrinazgo entre catedráticos y también para
tomar medidas perentorias, que no fueron de mucha trascen-
dencia.
Era resultado de la división local, de las diferencias políti-
cas y de la lucha enconada, que venía de lejos, como queda re-
ferido; de encontrados sentimientos, que se agitaron más durante
la guerra civil y trascendían á las corporaciones como el Ayun-
tamiento, Cabildo Catedral, Sociedad Económica y Claustro
Universitario, cuyos doctores y maestros figurabau en aquellas
tanto de uno como del otro partido. En el pueblo reinaban tam-
bién separaciones vivas de opinión con cierta trascendencia
religiosa en días en que había pasado por aquí el protestante
Jorge Barrow; cuando todo se discutía con viveza después de las
invasiones de fuerzas del Pretendiente, se había conmovido la
diócesis con la división del Cabildo y clero por el nombramien-
to del Obispo electo Sr. Pérez de Necochea como Vicario capi-
tular y Gobernador, dando origen á la famosa «causa eclesiás-
tica» y á dos muy discutidos libros en 1840 á ella referentes; y
cuando vinieron á continuación las intolerancias de la Junta
provincial y las varias disposiciones del reformista ministro se-
ñor Alonso, el admirador y editor de Campomanes.
Un decreto de 1.° de Octubre de 181-2, dado por el Regente
" *>, refundió en una Facultad de Jurisprudencia las dos
h:
-i87-
de Leyes y Cánones, y en ella se hacía detenidamente durante
diez cursos el estudio del derecho patrio, que aquí puede decirse
no apareció hasta 1802. Las enseñanzas eran estas: «Prolegó-
menos del Derecho; Elementos de Historia y de Derecho roma-
no»»;— «Elementos de Historia y de Derecho Civil y Mercantil de
España»; — «Elementos de Derecho Penal, de Procedimientos y
de Derecho Administrativo»; — o Elementos de Historia y de De-
recho Canónico»^; -o Códigos civiles españoles, el de Comercio
y los de Materia criminal»; — «Historia y Disciplina eclesiástica
general, especial de España y Colecciones canónicas»; — «Dere-
cho Político Constitucional con aplicación á España, y Econo-
mía política»; — o Derecho Natural y de Gentes, Tratados y rela-
ciones diplomáticas de España»; — y o Principios generales de le-
gislación, Legislación universal comparada, Codificación»).
La enseñanza y su parte material recibieron impulso debido
al celo del Sr. Alvarez Arenas, Rector en el trieno de 1843,
pues con activa solicitud introdujo variaciones muy convenien-
tes para fomentar los estudios, como preparación de radical
reforma universitaria punto de partida para el progreso de la en-
señanza. El preparó para el Gobierno interior del Claustro ove-
tense, el Reglamento discutido y aprobado en 1.° de Enero de
1814 con las obligaciones del Claustro general, Rector, Doctores
Secretario, Bedel, Portero y reglas para el recibimiento de au-
toridades y otros asuntos interesantes, á los que ya no respon-
dían los anticuados y desconocidos acuerdos de los antiguos
libros de actas ó claustros (1).
De todas suertes el estado de la enseñanza pública en Ovie-
do, como en el resto de España, dejaba mucho que desear. Tris-
te, pero cierto, es el cuadro pintado por el Sr. Gil y Zarate ex-
presando la postración de las Universidades españolas antes de
la obra por siempre memorable de un estadista asturiano.
Fué el plan de 1845.
(iJ «Reglamento intciior del Claustro de la Universidad de Oviedo.— Imprenta de don
1". Pedregal, impresor de la Universidad, 1844» - «Instrucción que determina las obligaciones del
Héctor, Decano y Empleados de la Universidad de Oviedo en la administracicn económica de
cíte Establecimiento literario .— (H"ja suelta, sin pié de imprenta; pero fué estampada en la an-
terior en j S48J.
-r- —."«■*
-189-
CAPÍTÜLO X
Reforma de las Universidades por el Ministro Sr. Pidal en 1 84$. — Modificacio-
nes posteriores. — Revolución de 1868. — La Restauración. — Alteraciones di-
ferentes de los Estudios en la Universidad de Oviedo, segitn los frecuentes
cambios de legislación escolar. — Facultades de Filosofía y de Filosofía y Le-
tras: su desaparición. — Facultad de Ciencias; sus servicios á la provincia; su-
presión y renovación. — Facultad de Teología; supresión, restablecimiento y
terminación. — Facultad de Jurisprudencia; sus vicisitudes hasta la actual de
Derecho; el Doctorado; antigua Escuela del Notariado. — Otras indicaciones
sobre la enseñanza universitaria ovetense.— Matrícula. — Cátedras y Acade-
mias.— Disciplina. — Libros- de Texto; programas y cuestionarios; métodos.
— Exámenes. —Premios y Pensiones. — Material de Enseñanza. — Bibliotecas
de Facultad.— Gabinete de Física.— Laboratorio de Química — Antiguo Jar-
dín Botánico. — Observatorio astronómico,— Donativos. — Organización y per-
sonal administrativos. — Presupuesto. — Consideraciones.
No se ha pretendido en este humilde libro escribir la histo-
ria de la Instrucción pública española, porque, según su título,
en propósito más limitado se intenta solamente bosquejar ligero
cuadro con las vicisitudes de la pública enseñanza en Asturias.
Por tanto no cabe detenerse aquí en la trascendental obra del
sabio Ministro D. Pedro José Pidal, que en el famoso Plan de
1W5 reformó radicalmente las Universidades españolas, consu-
mando la empresa iniciada en los tiempos de Carlos III y prose-
guida al compás de las alteraciones nacionales en la primera
mitad del siglo xix.
La ley refrendada por el Sr. Pidal ha sido muy discutida res-
pecto á su intención, á su alcance y resultados; pero no debe
dudarse de su bondad y eficacia y de ser expresión de progreso
cierto para la cultura del país detenida y enredada en las mallas
de disposiciones parciales y en la lucha no apagada do contra-
rios bandos. Dícese del insigne reformador que no llevaba tan
lejos su pensamiento como supone el Sr. Gil y Zarate, historia-
_ 190 —
dor del plan, y que él entendió de otra manera las bases funda-
mentales del mismo ó secularización y libertad de la enseñanza,
gratuidad de la misma y centralización administrativa de sus
organismos. Ciertamente que la secularización ya venia de más
lejos, del Ministro Roda, deshaciendo los Colegios mayores, y de
los planes de 1807, 1821 y 1836, cuyo espíritu, mejorado, se si-
guió por el Ministro asturiano, que en los otros principios dio
cuerpo y vida á las ideas de los partidos victoriosos en la guerra
civil, procurando también imitar y seguir las reformas francesas
en su desenvolvimiento y reglamentación, apartándose bastante
de la tradición universitaria española. Más no cabía hacer otra
cosa ante la decadencia de nuestras aulas, pues era urgente sa-
carlas de su postración como se justifica en el notabilísimo
preámbulo del plan, que fué seguido por disposiciones comple-
mentarias y reglamento de Septiembre de 1845.
Abarca las diversas clases de enseñanza, secundaria, mayor,
superior y especial; sus varios establecimientos públicos ó priva-
dos; el profesorado de Regentes y catedráticos mejor dotados; y
todo bien desenvuelto en reglas detalladas extremando el ex-
píritu burocrático, centralizador y autoritario, que desde enton-
ces va unido á todas las reformas académicas.
Sin razón ni motivo y con ese afán de tejer y destejer en la
Administración española, la obra de 1845 fué modificada por si-
guientes ministros en 1847 por el Sr. Pastor Díaz, en 1850 por
el Sr. Seijas Lozano y en 1852 por el Sr. González Romero, que
no mejoraron con sus planes y respectivos reglamentos la dicha
del Sr. Pidal y se limitaron á detalles y alteraciones de escasa
trascendencia, particularmente en la enseñanza universitaria.
Carácter más amplio y organización más completa tuvo de nue-
vo la Instrucción Pública con la ley famosa de 1857 debida al
ilustre Ministro de Fomento Sr. Moyano, desenvolviendo la obra
de una comisión por él elegida al efecto y de la que formaron
parte dos antiguos catedráticos de la Escuela ovetense, señores
D. José de Posada Herrera y D. Francisco de Tames Hevia. Aun-
que no exenta de lunares esta obra ecléctica, tuvo más acepta-
ción y duración que las anteriores y es como un resumen de to-
do lo hecho hasta entonces desarrollado bajo los principios doc-
trinarios del partido imperante. Y, sin embargo, fué sospechosa
tal ley, no pasados dos lustros, y en ella puso mano el Ministro y
docto catedrático Sr. Catalina cuando aquellos 23 decretos de
extremoso sentido reaccionario con que pretendió refrenar la
marcha progresiva de las cátedras y guiar la enseñanza á los
unes de aquella intolerante situación política, precursora de la
Revolución.
El alzamiento nacional de Septiembre de 1 868 sacudió al
país de un modo radical cambiando las instituciones sóbrela
base firme de las doctrinas democráticas. En primer término y
entre las más importantes se proclamó la «libertad de ense-
ñanza», que fué clibre en todos sus grados cualesquiera que fue-
re su clase) á partir del Decreto de 21 de Octubre, que derogó
las reformas del Sr. Catalina y restableció con sucesivas modifi-
caciones la obra del Sr. Moyano para llegar á ser la legislación
escolar un enmarañado conjunto de disposiciones parciales.
Y todo porque en aquellos años de continua agitación políti-
ca y guerras civiles, bajo el Gobierno provisional, Monarquía
de la casa de Saboya y la República faltaron sosiego y concierto
(como siguen faltando) paro obra seria, fundamental, progresiva
y digna por la que suspira la nación. Hubo, si, intentos gene-
rosos y pasos de avance respecto á la enseñanza, y ésta pudo di-
fundirse sin aquellas trabas, un día y otro puestas por las situa-
ciones políticas anteriores á 1868. Desde entonces tendió la Uni-
versidad á nueva vida de exteriorización social y á mas influen-
cia pública por encima de secundaria misión en el otorgamiento
de diplomas y títulos.
Siguieron iguales propósitos cuando la situación de 1874 y
mas desde la restauración del Rey Alfonso XII á quien, bajo la re-
gencia de su madre la Reina viuda D.a María Cristina de Habsbur-
go, sucedió su hijo D. Alfonso XIII, monarca actual, declarado
mayor de edad en 1902.
Ni para compendiar siquiera, á partir de las disposiciones del
ministro Conde de Toreno, hay espacio en estas páginas enume-
rando las muchas disposiciones en el ramo de la Instrucción ni
los varios proyectos intentados con objeto de unificarla y des-
envolverla, cual se ha procurado con proyectos de ley, bases y
comisiones á fin de lograr uno ó varios códigos académicos don-
de se fomente la enseñanza á la manera que, con mayor ven-
— 192—
tura, lo han conseguido otros pueblos. Dentro de las reformas
fragmentarias con que se vienen verificando los cambios, recti-
ficándose unos á otros, deben mencionarse aquí, como conti-
nuadoras de los planes generales y R. D. de 1842, aquellas mo-
dificaciones que en más ó en menos afectaron á la Escuela ove-
tense como los RR.D D.de 1880, 1883 y 1884, refrendados por
los Ministros Sres. Lasala, Gainazo, Marqués de Sardoaly Pidal
y Mon (D. Alejandre) siendo vigente el último, modificado en
parte por el Sr. García Alix, primer ministro de Instrucción Pú-
blica y Bellas Artes, en 1900.
A tenor de las disposiciones que van citadas cambió el cua-
dro de enseñanzas de la Universidad de Oviedo, moldeada en la
organización general impuesta á todas las subsistentes por el
primer Marqués de Pidal. En 1845 conservó los estudios de Fi-
losofía, Jurisprudencia (leyes y cánones) y Teología; perdió estos
últimos en 1852, y los recuperó en 1857 cuando cambió los de
Filosofía por los llamados de Filosofía y Letras y de Ciencias, que
desaparecieron en seguida; en 1867 quedó la Universidad redu-
cida á una mera Escuela de Derecho Civil, que unió al Canónico
de 1868; y en 1895 de nuevo abrió de aulas para las Ciencias
exactas.
La Facultad de Filosofía, continuadora de la antigua de
Artes, estaba constituida desde 1845 de un periodo elemental ó
segunda enseñanza (bachillerato) y de otro de Ampliación, subdi-
vidido en dos secciones de Letras y Ciencias como preparación
para determinadas carreras.
En la reforma inmediata del Sr. Pastor Díaz (ya separados
los Institutos) fueron cuatro las secciones en dos grupos de Lite-
ratura y Ciencias filosóficas, y de Ciencias físico-matemáticas y
Ciencias naturales, cambiando las filosóficas por la Adminis-
tración en los decretos de los Sres. Leijas Lozano y Romero.
Ahora bien, del período propio de Facultad no tuvo Oviedo to-
da la plantilla del profesorado, que pedía la reforma, y se dio
la enseñanza uniendo diferentes asignaturas y otorgándose algu-
nos grados de un modo precipitado. Predominaban los estudios
especulativos, históricos, literarios y filológicos, apartados aque-
llos de la estrechez y escasas miras á que les había reducido la
dialéctica escolástica, tomando el nombre de Facultad de Fi-
w
— 193 —
losofia y Letras en 1857, separada de la de Ciencias, y aquí
se autorizó solamente el grado de bachiller siendo necesario
para terminar la carrera recurrir á la Universidad Central.
Esta medida contribuyó á disminuir la matrícula que, por otra
parte, nunca fué numerosa, viviendo á favor de la simultanei-
dad, y porque determinadas asignaturas se cursaban en año
preparatorio para Derecho. Ofrecía á sus cursantes escasas colo-
caciones, pues mirando la ciencia bajo un fin práctico y econó-
mico, ni el profesorado se juzgó aliciente bastante, ni los desti-
nos en Archivos y Bibliotecas se creyeron suficiente recompensa;
más en verdad que la permanencia de la facultad en Oviedo
levantó el gusto literario, inició los estudios filosóficos y propagó
el conocimiento de las lenguas sabias. Nunca pudo su profeso-
rado completarse con catedráticos propietarios, como prescribía
la ley, teniendo que recurrir á encargados y auxiliares que lle-
naron muy cumplidamente su cometido. Obedeciendo las órde-
nes de la Superioridad, el Decano Sr. Delgado remitió en 1860
un informe sobre el orden y método de tales estudios, lenguísti-
cos, literarios, históricos y filosóficos con muy atinadas observa-
ciones ante el cuadro limitado, que aquí tenían tales enseñanzas,
desaparecidas, sin razón ni motivo cuando la reforma del señor
Catalina.
Los estudios de Ciencias habían tenido buen auxilio con las-
cátedras experimentales de la Sociedad Económica de Amigos
del País, que sirvieron de única base universitaria cuando la ley
de 1845 las dio carácter académico. Desde 1845 á 1852 no fal-
taron alumnos matriculados en esta enseñanza donde, en gene-
ral, fué escasa la concurrencia, aunque se simultaneaba con las
otras carreras y servía de preparación para las de Medicina y
Farmacia. Descendió la matrícula cuando exigiéndose ciertos
requisitos no los alcanzaban los artesanos, industriales, propie-
tarios, mecánicos, telegrafistas y otros á quienes eran útiles
aquellos conocimientos. De nada sirvió que la ley de 1857 las
diese mas importancia elevándolas á Facultad independiente
desde una Sección en ía de Filosofía, porque, si solamente se
atiende al número de estudiantes, tuvo lánguida vida hasta el
decreto de 1860 en que fueron suprimidos en esta Universidad,
quedando los más de los profesores agregados, en comisión, al
— 194 —
Instituto provincial, donde continuaron prestando grandes ser-
vicios á Asturias.
Aunque fué tan fugaz el primer periodo de la Facultad de
Ciencias en la Universidad de Oviedo fueron grandes las utilida-
des que prestó á la provincia. Ella despertó la industria minera
asturiana analizando gratuitamente el cinabrio, los plomos ar-
gentíferos, la calamina, el cobre y, particularmente, los hierros
y carbones de nuestras cuencas. A instancia de los Gobernado-
res y Diputación provincial se conocieron las aguas minerales
del país y con especialidad la de sus casas balnearias; el Muni-
cipio de Oviedo tuvo calificadas las aguas potables de la pobla-
ción; los Hospitales y Cárceles apelaron también al análisis para
precaverse de toda adulteración en los alimentos; el Gobierno
eclesiástico utilizó las ciencias esperimentales sobre las sustan-
cias destinadas al culto; y los Tribunales de justicia hallaron, en
la respuesta á sus exhortos, modo de esclarecer ciertas cuestio-
nes y de probar muchos hechos por medio de operaciones de
reacción, toxicológicas y esperimentales.
Brevemente, en la Memoria universitaria de 1858 á 1860, se
reseñan otros trabajos de aquellos catedráticos. El Decano señor
Salmean sorprendió por medio de la acción química la falsifica-
ción de un vale de crecida suma, dificultad insuperable al simple
criterio legal. El mismo profesor, destinado á la enseñanza de
Física, fué el primero en nuestras Universidades que se dedicó
á los importantes trabajos de las Observaciones meteorológicas,
que, desde entonces, imprimió y publicó facilitando interesantes
datos á la prensa y al público para e) conocimiento físico del
clima y útiles aplicaciones á la agricultura. El catedrático de
Química Sr. Bonnet y Bonfill, observando las varias algas marinas
que salen á nuestras costas, hizo conocer su riqueza estrayendo
de ellas el yodo, trabajo considerado por el Gobierno como un
mérito en la carrera de tan entendido maestro. El Sr. Luanco
estrajo del orujo de la manzana gas de alumbrado, de cuyo des-
cubrimiento se ocupó la prensa de Francia, y además publicó
una «Memoria sobre la elaboración de la sidra», como bebida al-
cohólica que representa una considerable riqueza en el país. El
profesor de Historia natural Sr. Pastor, López obtuvo el premio
del concurso anunciado en 1852 por la Academia nacional
— 195 —
de Ciencias, por su «Memoria Geognóstieo agrícola de la pro-
vincia de Asturias»; y posteriormente publicó unos «Ensayos sobre
la Fauna Asturiana», y varios artículos acerca de la florescencia
de los árboles. El que le sucedió, D. Luis Pérez Minguez, conti-
nuó iguales publicaciones; la supresión de la Facultad le sorpren-
dió en sus trabajos de la Flora de Asturias y poco después publicó
el Manual del «Agricultor asturiano», sosteniendo en los periódi-
cos sus observaciones y estudios. Con tales profesores trabajó el
célebre Schulz.
En 1860 fué la de Oviedo la primera Universidad de España
que, por medio del péndulo de Mr. Foucault, demostró el movi-
miento rotatorio de la tierra con el aparato colocado en la capi-
lla del Establecimiento, donde los Sres. Salmean y Terrero hi-
cieron los mas bellos experimentos ante numerosa y escogida
concurrencia. Para mejor conocimiento de los asistentes se re-
partió un impreso con todas las necesarias esplicaciones, y fué
muy notable este suceso, del que se ocuparon con elogio la pren-
sa de la corte y provincias. Y en 1902 se repitió en París, comu-
nicando el telégrafo y prensa franceses aquella novedad...
Los útiles de tal facultad se aprovecharon para el Instituto.
Sus dispersos catedráticos se reunieron en esta capital cuando
el notable eclipse de sol de 18 de Julio de 1860 para las obser-
vaciones realizadas en el Jardín Botánico, y acaso en ninguna
otra comarca de España se hicieron tan acertadas y dignas de
ser tantas veces citadas en varios trabajos astronómicos.
El movimiento industrial, fabril y agrícola, que hoy agita al
antiguo Principado, reclamaba un día y otro el restablecimiento
de una facultad que dio tan felices resultados, teniendo también
ahora mas aliciente y mejor porvenir que antes los que se dedi-
quen á las ciencias exactas, físicas y naturales cuyo estudio, por
lindóle especial, tanto necesita del auxilio y medios del Estado.
Esto se debió al entusiasmo y celo del sabio Rector Sr. Aram-
buru, que recabó el patriótico concurso de la Diputación pro-
vincial (sucesora en buena ley de aquella antigua Junta General
á la que tanto debió la Universidad) y del Ayuntamiento de
Oviedo, que por mitad sufragan dichas enseñanzas. De esta suer-
te se restauró en Oviedo la Facultad (Sección) de Ciencias Fisico-
matemáticas por R. O. de 9 de Julio de 1895.
— 196 —
Comprendió desde luego los estudios de las asignaturas si-
guientes: «Análisis matemático» (1.° y 2.° curso), «Geometría
analítica», «Cosmografía», o Física o, «Química general», «Zoo-
logía», «Mineralogía y Botánica» y «Dibujo lineal y topográfico*.
Encargáronse interinamente del desempeño de estas asignaturas
los catedráticos del Instituto Sres. Jimeno, Martin Ayuso, el au-
xiliar Sr. Iraola, los Arquitectos Sres. La Guardia y Bellido y el
Sr. Redondo, único profesor interino que continua por haberse
suprimido la asignatura de «Dibujo lineal y topográfico» convir-
tiéndose en la de o Dibujo geométrico y artístico», que solo de un
modo provisional ha sido establecida hasta dar lugar á que los
alumnos la traigan aprobada del Instituto. Fué después designado
definitivamente por concurso el personal de auxiliares, entre Jos
que han figurado los Sres. Nacher y Barras; hoy siguen los se-
ñores Molina, Martínez y Fernández Castillo, y fué también con-
siderado como auxiliar el ex-ayudante nombrado por oposición
Sr. Entio. Sucesivamente fué nombrado el personal de numera-
rios, algunos ya trasladados á otras Universidades como los
Sres. Izquierdo, Hernández y Aparicio, continuando ahora los
Sres. Urios, Mur y Ainsa, Fernández Echavarría y Rioja. Con
motivo de la reforma de los Estudios de Ciencias por R. D. de 4
de Agosto de 1900 y siguiente R. 0. de 28 de Septiembre se su-
primió la asignatura de oCosmografía y Física del Globo» de que
era catedrático numerario al Sr. Fernández Echavarría, y hallán-
dose entonces vacantes las de («Análisis matemático» (1.° y 2.°
curso) se le nombró catedrático de la de primer curso, desempe-
ñando la de segundo como acumulada. Así mismo al Sr. Mur,
catedrático de «Geometría métrica y geometría analítica», y al
Sr. Rioja que lo era de «Zoología general» y de « Mineralogía y
Botánica» se les consideró como catedráticos de una de lasde su
cargo desempeñando la otra en concepto de acumulada. Supri-
mióse la asignatura de «Dibujo lineal y topográfico», y se esta-
blecieron las ociases prácticas» en las diversas asignaturas.
Muy de sentir es que, correspondiendo á los esfuerzos de la
Diputación y Ayuntamiento de Oviedo, el Estado no organice de
un modo completo los estudios de Ciencias en la Universidad
ovetense, pues en esta provincia, muy especialmente, son de in-
mediata aplicación los conocimientos fisíco-matemáticos. Debe,
— 197 -
así, completarse tal facultad, con mas Secciones de las ciencias
exactas, físicas, químicas y naturales, que tanto pueden auxiliar
al moderno movimiento industrial y agrícola de Asturias.
La Facultad de Artes (dividida después en las de Filosofía y
Ciencias, literarias y exactas, que quedan reseñadas) daba su
principal contingente para la Facultad de Teología en la an-
tigua vida universitaria. Su organización y enseñanzas primeras
pueden verseen los Estatutos viejos y en el plan de 1774, y así
continuó hasta las reformas del siglo pasado alcanzado su cua-
dro más completo en la organización del Sr. Pidal en 1845,
pues fueron cercenadas y agrupadas las materias en los cambios
de 1847 á 1850. Después de un curso preparatorio de Literatura
y composición latina, Literatura española y ampliación de Filo-
sofía, la carrera teológica abarcaba ocho cursos con las asigna-
turas de «Fundamentos de la Religión», «Lugares Teológicos»,
«Sagrada Escritura», «Teología dogmática, especulativa y prác-
tica», «Teología Moral», «Oratoria Sagrada», «Historia é Insti-
tuciones de Derecho Canónico.», «Historia eclesiástica general y
particular de España», «Influencia del Cristianismo en la Socie-
dad civil», «Disciplina general de la Iglesia y particular de Es-
paña», «Colecciones canónicas» (alguna de estas materias se
cursaban en la sección de Cánones de la Facultad de Jurispru-
dencia) «Lengua griega» y «Lengua hebrea».
Desde la creación de la Escuela fué tal Facultad el nervio de
mas vida en su existencia y era en su bjason literario el cuartel
mas notable. Había mejorado completamente la condición mo-
ral de la provincia, trasformando é ilustrando su clero, y con
esta consideración, cuando fué suprimida por R. D. de 21 de Ma-
yo de 1852, la Diputación provincial, el Ayuntamiento de Ovie-
do y el Claustro universitario acudieron al Gobierno pidiendo
su reposición, que fué alcanzada con el art. 13 de la ley de
1857. Mas habían variado las circunstancias, y el segundo perío-
do de las cieucias teológicas en Oviedo no fué, ni con mucho,
tan feliz como el primero, ya por la escasez de alumnos ya por
el vicioso arreglo déla Facultad, cuya organización estaba apla-
zada. Su programa, determinado conforme al Reglamento de 28
de Septiembre de 1851, no era el suficiente ni lo fué con la di-
cha ley de 1857, que no hizo novedad en los estudios esperando
— 198 —
el planteamiento definitivo de los Seminarios Conciliares; y hasta
al personal de la carrera compuesto de auxiliares y encargado?
de reconocida capacidad, faltábale el requisito de la propiedad
y de la estabilidad, que tanto convienen á la enseñanza y real-
zan la importancia académica de una Facultad. Aun así hubo al-
gunas mudanzas hasta que, por R. D. de 19 de Julio de 1867,
fué suprimida difinitivamente la Facultad de Teología y fueron
declarados cesantes los sustitutos, quedando excedente el cate-
drático numerario Sr. Fernández Cardin. En los primitivos tiem-
pos fué numerosa la matrícula dé esta enseñanza. Pais pobre y
de mucha población el de Asturias, que necesita numeroso clero
parroquial y que contaba además con muchos beneficios ecle-
siásticos, dio cursantes teólogos á la sombra de privilegios y
esenciones. Cuando éstas cesaron y se estableció el Seminario
diocesano ovetense; cuando en éste fué menos costosa la matrí-
cula y se encontraron los seminaristas con requisitos y trabas
para cursar y graduarse en la Teología universitaria (1) dismi-
' nuyó la concurrencia, no obstante la justa reputación que en la
provincia y fuera de ella alcanzaron los teólogos de la Universi-
dad de Oviedo, de donde, como queda escrito, salió un clero in-
teligente y virtuoso.
Si cierta y relativa importancia de las Escuelas está en la
extensión de los estudios y en el número de sus Facultades, es
indudable que la de Oviedo descendía, por mas que en sus otras
enseñanzas se mantuviese á la altura de su crédito antiguo, co-
mo aconteció con las jurídicas.
En los planes de 184-5 é inmediatos se conservó en este Es-
tablecimiento la Facultad de Jurisprudencia de 1842 con el
estudio del Derecho civil y Canónico, que formaron dos seccio-
nes en 1857, de nuevo refundidas en 1858 en una de Derecho
civil y canónico adjudicada á Oviedo; pero no lp otra del Admi-
nistrativa. Hasta casi ayer fué con pequeña interrupción la ense-
ñanza aquí principal bajo la dirección durante muchos años
del ilustrado Decano y antiguo catedrático D. Juan D. de
(i i En las vigentes cnnstitnciones sinodales ovetenses se prohibe á todos los sácerdottss
con recuerdo de la excomunión canónica, que se matriculen, cursen ó sufran exáivencs de Juris,
prudencia, Física y Química, Filosofía y Letras y Medicina en las Universidades seculares, si no
obtienen previo permiso de la Silla apostólica {Sinódo diocesano de Oviedo celebrado en 18S0. —
Madrid i887).
L.
-*9$-
Aramburu. Celoso por mas completa instrucción en tal Facultad,
elevó al Gobierno dos autorizados informes en 1859 y 1861 so-
bre las reformas que, á su juicio, debían introducirse en los
estudios jurídicos. Consideraba muy escaso el tiempo destinado á
«Derecho Civil, Común y Foral español», que pudiera ampliarse
reduciendo á uno los dos años del «Derecho romano», porque sin
desconocer la grandísima importancia y filosofía de esta asigna-
tura, es indudable, decía, que muchas de sus materias hijas de
sutilezas de escuela no pueden aplicarse á nuestro estado social,
que va creando condiciones legales inexplicables por la muerta
civilización de aquel imperio poderoso, mientras que por varias
causas y la implantación del nuevo sistema hipotecario se modi-
ficaba todo el Derecho Civil, cuya enseñanza debía extenderse en
mas cursos. Y, á este tenor, aconsejaba otros atinados cambios,
que se han realizado modernamente.
La reforma del ministro Sr. Catalina en 1866, de nuevo di-
vidió la Facultad jurídica en tres secciones de «Derecho civil»,
«Canónico» y «Administrativo» dejando en Oviedo tan solo la
primera, y en su más mínimum espresión el cuadro pedagógico
ovetense, que vino á ser de una «particularidad» en vez de
Universidad; pero aquel plan reaccionario, que en otros extre-
mos tuvo determinados aciertos, fué inmediatamente derogado
cuando la Revolución de Septiembre, restableciéndose la orga-
nización déla Facultad de Derecho como venía siendo desde la
reforma del Sr. Moyano
En 25 de Octubre de 1868 se decretó el programa de Liber-
tad de Enseñanza, y en el artículo 41 se organizó la Facultad de
Derecho en las dos antiguas secciones de «Civil y * Canónico» y
de «Administrativo». Volvió la Escuela á tomar nuevo vigor y
mascón el establecimiento del doctorado, de años atrás existente
en Madrid con desmedido espíritu centralizador.
Recordando la protección que la antigua Junta general del
Principado dispensará siempre á la Universidad, allí acudió ésta
deseando nueva creación de la Facultad de Filosofía y Letras y
estudios del Doctorado en Derecho con arreglo al artículo 20
del Decreto de 14 de Enero, limitándose á esta última pretensión,
cuando fué suprimido el grado de bachiller en Letras. En Octubre
de 1870 accedió la provincia, no obstante la penuria de su
14
— 200 —
caja exhausta por mil atenciones y, en particular, con la crea-
ción del batallón de Covadonga, que fuéá Ultramar á combatir
por la integridad del territorio. No sacadas á oposición las cá-
tedras del doctorado, la Diputación satisfacía una gratificación á
los profesores que esplicaban «Filosofía del Derecho», («Legisla-
ción comparada» é «Historia de la Iglesia». Siguió esta enseñan-
za todavía hasta 1875 en que la política restauradora fue tam-
bién modificando nuestros Centros de enseñanza, volviendo al
patrón de la ley de 1857 del que no se apartó mucho la modifi-
cación de 1880, si bien ya se caminaba á más completa y mejor
ordenada organización de dicha facultad.
Antes de pasar adelante se debe reseñar aquí la antigua «Es-
cuela especial del Notariado».
Con el nombre de «Estudios superiores» se estableció en
Oviedo en 1844 bajo la dependencia é inspección de la Audien-
cia territorial. Incorporados á la Universidad por R. D. de 20 de
Agosto de 1851, tuvieron consideración académica; suprimidos
en 1855, volvieron á aparecer en 1857; y determinó la R. O. de
29 de Abril de 1862 que sus profesores reconocieran como Di-
rector y Secretario al Decano y Secretario de Derecho, sujetán-
dose al régimen interior de esta Facultad. Los cuatro años, que
prescribía el R.-D. de 23 de Septiembre de 1857 fueron reduci-
dos á dos, uno teórico y otro práctico, introduciéndose alteracio-
nes en los programas de 20 de Septiembre de 1858. Los dos cur-
sos eran insuficientes para adquirir la conveniente instrucción;
pues habiendo necesidad de ocupar la mayor parte del tiempo
en los estudios teóricos, «Nociones de Derecho Civil, Mercantil
y Penal de España», no quedaba el necesario para tratar con
amplitud y detenimiento la «Práctica de la Redacción de instru-
mentos públicos y Procedimientos judiciales». Cuando menos, y
á parte de otros mas estensos conocimientos jurídicos, debió or-
denarse, y no privadamente y sin formalidad, un adecuado cono-
cimiento de la Paleografía nacional y someter á los alumnos á
su examen en los ejercicios finales de la carrera, á fin de cercio-
rarse de que poseían este conocimiento interesante. La dicha
R. O. de 18G2 determinó la forma en que habían de redactarse los
expedientes y celebrarse los exámenes de reválida para el ejer-
cicio de la Fé pública. En el primer periodo de la Escuela nota-
rial fué de consideración el número de estudiantes; pero en el
segundo, preciso es confesar que es muy escaso. No se necesita- !
ha al principio más preparación que la de instrucción primaria, y i
después se requirió el grado de bachiller; antes había fácil coló- !
cación, una vez terminada la carrera; y más tarde fueron necesa-
rios otros requisitos y cultura para tal profesión respetable, de-
seada y lucrativa. .
Esto se consiguió desde la reforma de 1883 en que de una
manera acertada y más completa se determinó toda enseñanza ju-
rídica formando una sola Facultad de Derecho en que se refun-
dieron las Secciones, unidas un día y otro día separadas, pre-
sentando también las materias con la debida distinción, vi-
niendo al cuadro de la Facultad otras indebidamente olvidadas
hasta entonces y que no debían seguir preteridas dado el progre-
so que los tiempos modernos imprimieron á tales estudios. Basta
enumerar las asignaturas distribuidas en seis cursos para com-
prender cuanto más aceptable era la nueva distribución de tan
importante Facultad, reduciéndose el programa de los Derechos
Romano y Canónico y dando entrada al Derecho Internacional
al mismo tiempo que se separaban el Derecho Mercantil y Penal
que, sin razón alguna, se enseñaban juntos en un mismo año.
Fueron estas las materias: «Principios de Derecho Natural»,
«Historia general del Derecho Español», «Economía política y
estadística » ; — « Derecho Romano » , « Derecho eclesiástico general
y particular de España»), «Hacienda Pública»; — «Derecho Civil
Español, Común y Foral» (primer curso), «Derecho Político,
Administrativo y Nociones de lo Contencioso» (primer curso),
«Derecho Penal» y ((Procedimiento Criminal»; — «Derecho Civil
Español, Común y Foral» (segundo curso), «Derecho Político y
Administrativo y Nociones de lo Contencioso») (segundo curso),
(Derecho Internacional Público»; — «Derecho Civil Español, Co-
mercio y Foral (tercer curso), («Derecho Mercantil de España y
de las principales naciones de Europa y América», «Derecho
Procesal Español, Civil y Administrativo»;— «Derecho Interna-
cional Privado» y «Teoría y Práctica de la redacción de instru-
mentos públicos y actuaciones judiciales»).
No es de olvidar que al estudio de Facultad viene precedien-
do un curso preparatorio tomado de otra Facultad, innecesario á
— 20i —
nuestro modo de ver, si la Segunda Enseñanza tuviera la exten-
sión y organización debidas. Cuando la precedente reforma áA
Ministro Sr. Gamazo se dispuso otra preparación con estas tre-
asignaturas: «Ampliación déla Psicología y Nociones de Ontolo-
gía y Cosmología», «Reseña histórica de las principales tran-
formaciones sociales y/políticas de los pueblos europeos» y «Li-
teratura Española y Nociones de Bibliografía y Literatura juiía\
cas de España». Entonces también y muy atinadamente se supri-
mieron las modestas Escuelas del Notariado, requiriéndose para
el titulo de aptitud de Fé pública más conocimientos por medio
de las asignaturas de Derecho Romano, Canónico, Civil, Polüi-
co, Administrativo y Mercantil de España, Internacional Priva-
do y la Redacción de instrumentos y actuaciones públicas.
A esta nueva plantilla, recibida con aplauso, se ajustó en
Oviedo la Facultad de Derecho. No tuvo vida la innovación de
Enero de 188í que, en realidad no variaba sustancialmenle el
plan anterior, si bien impuso á los alumnos la conveniente obli
gación de aprobar la ^Medicina legal»; y fué reemplazado por h
de 14 de Agosto del mismo año, que redujo á dos los cursos do
Derecho Civil Español y en otros dj5 agrupó los Procedimiento?
•bajóla denominación de «Derecho procesal Civil, Penal, Canó-
nico y Administrativo y Teoría Práctica de Redacción de insfru
mentos públicos». Siguió y signe englobada la carrera del No-
tariado en la Facultad de Derecho y cambió el año preparatorio
con las asignaturas de «Metafísica», «Literatura general y Espa-
ñola» é «Historia crítica de España»), que son de la Facultad de
Filosofía y Letras. Por último, por R O. de 2 de Agosto de 190)
el Ministro Sr. García Alix modificó una vez mis el plan de
estudios de la Facultad de Derecho, que constará en lo sucesivo
(hasta que se dicte otra reforma) de dos Secciones, una de Dere-
cho y otra de Ciencias Sociales, esta por ahora únicamente en
la Universidad de Madrid llamada Central. En aquella quedó su
primido el estudio de la Estadística; la de Derecho Político com
prende el «Derecho Político Español comparado con el del
Extranjero»; y la de «Derecho Administrativo» constituye una
enseñanza independiente del anterior. Fué plausible tal refor-
ma aunque, detenida por obstáculos económicos, no llevó (como
procedía) la nueva Sección á todas las Universidades con sus
— 203 —
mportantes estudios de Antropología, Etica, Estadística, Derecho
^omún de España comparado con el Foral, Estudios superiores
le Derecho Penal y Antropología Criminal, Sociología, Historia
le las doctrinas económicas, Asociaciones mercantiles é indus-
iriales é Historia de la Iglesia y del Derecho Canónico.
Y para terminar estas noticias relativas á la Facultad de
Derecho, liemos de mencionar aquí los trabajos que se le enco-
mendaron por el Gobierno; uno relativo á la conveniencia de
establecer tribunales de Comercio en primera y segunda instan-
cia con proyecto de su organización y bases, y otros relativos al
problema de los foros, tan importante en Galicia y Asturias. En
su día se elevaron á la Superioridad los correspondientes infor-
mes en que fueron ponentes los catedráticos Sres. Aramburu
[D. Juan D.) Ordóñez y Escandón, Manzano, Buylla, Ureña,
Berjano, Jove y el autor de este libro (1).
En otro orden de consideraciones sobre la enseñanza uni-
versitaria ovetense, tan solo preceden en estas páginas alguna
indicación breve porque no hay espacio para más.
Los datos relativos á la estadística de matricula y concu-
rrencia van aparte; pero aquella es tan solo punto de partida
para otras conclusiones, porque si siempre es de considerar el
número, más importa saber las consecuencias. Y que el estableci-
miento de la Universidad mejoró considerablemente la cultura
intelectual y moral de la provincia, es un hecho que salta á la
vista con los prósperos resultados que ha dado en todos tiempos.
Xo ha sido muy numerosa su matrícula, ya por la dificultad en
viajes y comunicaciones, existiendo fuera de Asturias escuelas
de completas enseñanzas, (además de causas apuntadas en el
capitulo precedente), ya por las modernas reformas con la división
de la enseñanza oficial y libre y los subidos derechos de inscrip-
ción, académicos, títulos, etc. (2). También la juventud toma
otras direcciones y carreras: milicia, ingeniería, industria, co-
mercio, agricultura, bellas artes y profesiones para las que se
han abierto centros docentes de que antes se carecía en Espa-
ña. Es de considerar además el número de jóvenes que cursa
en el extranjero y el de los que marchan á América.
'i) Archivo de la Universidad.— Claustros de la Facultad de Derecho de i.° de Junio
¿c I&7-»; 1 8 de Julio de 1881 y 5 de Diciembre de 1885.
íj) Véase Apéndice XIII.
— 204 —
Las distintas cátedras de nuestra Escuela fueron natural
mente las exigidas por los planes y cambios tan repetidos de la
enseñanza; y frecuentemente hubo cátedras acumuladas á cargo
de un mismo profesor ó encomendadas á auxiliares y sustitutos
retribuidos ó gratuitos. Por ejemplo, en Ciencias una vez se auto
rizó la matricula y curso de «Organografía y Fisiología vegeta
les», que explicó el docto médico D. Agustín María Acevedo; en
oirás hubo proyectos y oomienzos de varias cátedras libres que
autoriza la ley, y en algún tiempo se dieron lecciones de «Medi-
cina legal» por el Sr. Buylla (D. Arturo), y de «Lenguas trance
sa, inglesa y alemana» por D. Julián Orbón, etc.
Las reformas de los estudios mantuvieron las antiguas Acá
demias con las naturales modificaciones, y así sucedió en lo?
reglamentos de 1845, 1847 y 1857. Cesaron poco después tan
útiles gimnasios, que los estudiantes restablecieron voluntaria
mente con Academias, que en 1866 y 1868 presidieron Jo?
catedráticos. Sres. Rodríguez Campillo y Piernas, teniendo más
vida la organizada en 1879 dirigida sucesivamente por lo?
profesores Sres. Ureña, Manzano y Buylla y que mantuvo inte-
resante publicación jurídica, el Boletín- Revista, quincenal, des-
de Abril de 1882 á Noviembre de 1 884. El R. D. de 1884 restableció
las Academias oficiales de Derecho que, bajo la acción directiva
del Claustro, siguieron durante cuatro cursos y dieron excelente?
resultados (1).
Ni en las cátedras ni en las instituciones académicas hubo
nunca falta grave de disciplina, y en contadas ocasiones se
reunió el Consejo claustral, creado por la Ley de 1845 y subáis-
íi) De las Academias de 1879 y 1884 son también estas publicaciones:
—"Reglamento orgánico de la Academia», (Oviedo, i88o>.
—«Memoria de los Trabajos académicos en 1879 a 1880*, por D. Erneito Castro L:»j>mi
cherc (Oviedo, 1880 1.
— Discurso del Sr, Urcña: «Nacimiento y desaparición de los Eitados hispano mu,ulniar.c? ,
{Oviedo. 1880L
—Discurso del Sr. Buylla: «El Economista Flore/ Estrada y sus doctrinas», (Oviedo, 1SS0J.
— «Memoria de los Trabajos académicos en 1880 á 1881», por D. Juan Fernández Llana,
(Oviedo, 1881).
—«Memoria» del Vice- Presidente D. Manuel González Pérez
—Discurso del Vite- Presidente D.Crisanto Posada. «Derecho de Extradición», fOviedo, iSSj'i
— «Reglamento déla Academia de Derecho-, (Oviedo, 1884).
— Discurso inaugural del curso de 1884 á 1S85 por el catedrático D. Juan Rodrigue? Ami-
go: 'Significación católica de España», (Oviedo, 1884 :.
El Claustro de nuestra Universidad ha sido siempre sostenedor principal cuando no
iniciador de Academias, Ateneos, Círculos, Conferencias, etc., establecidas en Oviedo. Lo Rk
tnres facilitaron locales y medios, y sus directores y presidentes fucro:i catedráticos y alumno
distinguidos de la Casa; pero estos centros no han sido de gran importancia, ni en Asturias s.
lian conocido los notables Liceos de otras provincias, como en Cataluña, Valencia y Andalucía.
Fué importante la Academia de Legislación teóricopráctica fundada en 1841 por L>. Liu<
— 205 —
lente por disposiciones posteriores, para entender en faltas di-
versas, principalmente de los escolares. También por no ser
numerosa la matrícula y por ser más fácil la vigilancia, no se
ha resentido el orden académico ni fueron repetidas las faltas
colectivas de asistencia y protesta, generalmente para adelantar
las ya crecidas vacaciones ó por otros motivos especiales, que
crearon un estado anómalo universitario como desde los últimos
dias de 1884 hasta los primeros de 1886 en que fué repuesto el
queridísimo Jefe (1). El cambio desde la excesiva reglamentación
antigua á la radical, reforma iniciada por los decretos de Octu-
bre de 1888, fué muy grande, y otra vez más se tocaron los
resultados de las extremas modificaciones de nuestra Adminis-
tración sin el paso gradual y preparatorio qae siempre es con-
veniente. Por mil causas, que no es del caso referir, es lo cierto
que ha decaído el respeto al principio de autoridad principal-
mente en la forma externa, que siempre es importante; más, justo
es confesar, que se marca una reacción sobre este extremo y más
en los Centros de enseñanza donde la suavidad antes que el rigor,
el afecto antes que la severidad y la unión y compenetración de
maestros y discípulos son los medios más adecuados para man-
tener disciplina. Urge conservar incesante y firme el amor al
Irabajo y al estudio, la asistencia á las aulas con devoción á la
Universidad por la significación moral que esta tiene y por el fin
educador que persigue además del instructivo. Así no serán ne-
cesarios ni frecuentes los acuerdos claustrales disciplinarios,
y bajo la respetable autoridad del Rector, levantada por dis-
posiciones superiores de 1886, 1894 y 1900 entre otras, pro-
fesores y alumnos marcharán unidos en íntimo consorcio, pro-
curando y consiguiendo la paz, bajo cuyo imperio se cultiva y
R. Camaleño, en cuya Junta directiva figuraban los universitarios D. Juan D. de Arambum y
i). Benito Candía Meana, siendo académicos los catedráticos, licenciados y bachilleres de nues-
tra Universidad.
En el bienio (1854-56) se fundó el Ateneo científico-literario, que presidió el Dr. Cellcruclo,
siendo principales socios catedrático.* y alumnos universitarios, entre otros los Srcs. Uorbolla y
Caso, que refundieron en notables folletos sus respectivos criterios ¡»obrc la «Soberanía nacional».
De la Universidad pasó el Ateneo al local de la Orden tercera, y tuvo cátedra» y discusiones de
Derecho, Economía, Literatura, Agricultura, etc., en que comenzaron á distinguirse los señores
Estrada, Pedregal, Laverdc, Fernández Rojas, etc.
De igual manera tuvo la Universidad importante participación en centros de cultura poste-
riores como los do la «Juventud católica», «Juventud republicana», «Academia de Santo Tenias»,
•Conferencias del Casino», estas principalmente á cargo de catedráticos, etc.
En 190-1 los estudiantes han establecido la Unión Jiscoltir.
(0 Archivo de la Universidad.— Claustros de 9 de Diciembre de 1880; 27 de Noviembre, 4
y 23 de Diciembre de 1884 y 17 de Enero de 1894. — Claustros de la Facultad de Derecho de 38
<i< Febrero y 5 de Diciembre de 1885; 37 de Enero de 1886 (reposición solemnísima del Rector
Sr. Salmean); xx de Diciembre de 1S91 y 13 de Diciembre de 1895, etc.
— 206 —
prospera la ciencia. Cesarán colectivas y hasta tumultuosas ma-
nifestaciones de la clase estudiantil, que son un desprestigio na-
cional, registrado por la prensa, cuando los alumnos «se toman*
ó adelantan las «vacaciones sin considerar los excesivos dias de
descanso y asueto, que consignan los reglamentos académicos.
Deben cesar esas tristes é inmotivadas «huelgas escolares» repa-
rando la juventud de las Universidades y Establecimientos docen-
tes el ejemplo de jóvenes obreros, desoldados mozos y de tantos
y tantos obedientes á las leyes; pues en aquel caso la impunidad
corriente entristece á quien bien la considera, porque el obrero
que no trabaja queda sin comer, el soldado que deserta es se-
veramente castigado, y... Si hemos de levantarnos de nuestra pos-
tración después del complejo desastre nacional, otra debe ser la
conducta de esa juventud florida de nuestras aulas (1).
En el orden pedagógico tuvo siempre gran importancia y
trascendencia la cuestión de los libros de texto, mejor dicho, su
imposición á catedráticos y alumnos. Quedan indicados cambios
y severas órdenes de pasados tiempos á la sombra y en prove-
cho de determinadas situaciones políticas, y es curioso advertir
que Calomarde y el Duque de Rivas coincidían en sus reformas
de 1824 y 1836, dejando libros y programas á la aprobación de
las respectivas Facultades, mientras los redactores del arreglo
provisional del mismo año 1836 facultaban á los catedráticos
para elegir el libro ó libros de texto más convenientes ó no ele-
gir ninguno (excepto en las Facultades de Jurisprudencia y
Teología) pudiendo hacer sus explicaciones orales ó por medio
de cuadernos. Esta libertad se consintió en el plan de 18i5 para
los estudios del Doctorado; pero en los de Facultad se impuso la
elección de libros de texto entre la lista de los aprobados por el
Consejo de Instrucción Pública, revisable cada tres años, con
seis autores por asignatura. La lista no fué limitada en 1857,
las reservas de 1866 pasaron enseguida, y todo cesó desde la
Revolución de 1868 en que fué libre la elección ó no (de libros)
por los profesores con oportunos anuncios en cuadros al comen-
zar el curso. Como para los textos, hubo mayor ó menor respe-
to á programas, debiendo consignarse que, salvo en contadas
(i) «Huelgas escolares' : artículo del catedrático Sr. Scla en la Revista fioj>nlar (Año I).
— 207 —
excepciones, tuvo siempre el catedrático la libertad necesaria en
su cátedra. Una fué la letra de la ley y, por su ineficacia, otros
fueron el espíritu y la práctica del Magisterio y la tolerancia de
Gobiernos, Rectores y Claustros hasta la libertad actual. En 1843,
la meritoria iniciativa de la Universidad de Barcelona publi-
cando al principiar el año académico los programas y cuadernos
razonados de las enseñanzas de las Facultades, motivó una orden
general por la Dirección de Estudios, que la Universidad de
Oviedo se apresuró á cumplir. Imprimió razonados progra-
mas con señalamiento de textos y obras de consulta para 1844
á 1845 en las asignaturas de Filosofía, Matemáticas, Química,
Historia, Literatura, ocho años de Jurisprudencia y siete de
Sagrada Teología, que contienen observaciones acerca de méto-
dos, libros, citas, explicaciones, extensión de ciertas mate-
rias, etc., etc., por los profesores propietarios ó auxiliares á la
sazón Sres. Fernández Cardín (I.), Salmean, Rodríguez Val-
dés (F.), en Filosofía; Fernández Cuevas, Casero, Fernández La-
dreda, Luis Blanco, Aramburu, Alvarez Arenas y Estrada, en
Jurisprudencia; Fernández Castañón, Fernández Cardín (F.), Cou-
der, S. Quintanilla, Rodríguez Valdés (P.) Fernández de Lavara
y Piquero, en Teología. Otro tanto aconteció en el curso de 1847
á 1848 (aunque únicamente se imprimieron programas) para el
Instituto de segunda enseñanza, agregado á la Universidad, y en
esta los de la Sección de Filosofía ó Física, Literatura latina, la
General y Española, Ampliación de la Filosofía y su Historia,
y Economía Política por los Sres. Salmean, Guisasola, Puente,
Armesto y Prado; los de Jurisprudencia ó de Derecho Ro-
mano (l.° y 2.° curso), Derecho público y administrativo, Histo-
ria del Derecho español y Derecho civil, penal y mercantil,
Derecho canónico, Colecciones canónicas, Oratoria forense y
Práctica forense por los Sres. Casero, Cuevas, Prado, Aramburu,
Luis Blanco, Piquero, Estrada y Arenas. La disposición resultó
impracticable económicamente (el caso de siempre en nuestras
reformas); cayó en desuso y alguna vez se continuó aisladamente
y por cuenta de los catedráticos (1) si bien, además, el progreso
(i) De los Sres. Alvarez Amandi, Afaba. Bjylli, G. Posada, Díaz Ordoñcz Calabrug.
Jove, d autor de este libro, etc., de las aUgnitura* de Metafísica, Literatura, Economía política,
Derecho político y administrativo, Disciplina eclesiástica, Derecho civil, Derech> político Admi-
nistrativo y de Ampliación del Derecho civil y C0JÍ505 cipañoleá.
— - 208 —
pedagógico trajo modernamente otra provechosa norma en ma-
teria de plan, programas, cuestionarios ymétodos de enseñanza.
Durante el largo período en que fué preceptiva ó usual la
designación y anuncio de los libros de texto, figuraron sucesi-
vamente en los cuadros de la Universidad de Oviedo, los si-
guientes:
En la antigua Facultad de Teología:
«Lugares Teológicos»: Cano, Juenin.
«Instituciones»: Perrone, Sunma de Santo Tomás, Berti, Biluart. Marín,
Compendio salmanticense, Baylli, Lar raga.
«Sagrada escritura » : Janssens, Lamy y Wouters.
¿Oratoria sagradaí: Muñoz Cárnica, P. Antonio á S. Joscpho y Martínez
Sanz.
En las de Filosofía y Filosofía y Letras.
«Matemáticas»: Vallejo.
«Química aplicada á las artes: Dumas.
«Física»: Beudant.
«Moral»: Martel.
«Religión»: Para de Janjas.
«Literatura general y española»: Gil y Zarate, Campillo, Cano, Fillol, Mu-
darra, Ue villa, Afaba.
«Literaturas griega y latinas: Marín, Díaz, González Andrés, Villar, Ber-
gens de las Casas y Bardon.
«Geografía*: Anchoriz, Bustamante y Palacio.
«Historia Universal»: generalmente las explicaciones de los profesores y
Castro.
«Historia de España*: Ranera, Colmeiro, Moreno Espinosa, Altamira,
> Metafísica»: Servant Beauvais, Arbolí, Gutiérrez, Mendive.
«Lengua hebrea*: García Blanco y Biblia hebraica de Leipsickc.
En Ciencias:
«Aritmética, Algebra, Geometría métrica y analítica y Trigonometría»: Ci-
rode, Giménez Rueda, Lazzeri, Vega, Serret, Brior, G. Palíela, Cortázar. Tole-
do, Villafane, Ronche y Combercuse, y Logaritmos de Callet y de Skron.
(•Física»: Ganot, (traducción de Monlau D. José) Lozano.
• Historia natural »: Rivera, Bolívar, Quiroga.
«Zoología»: Edwars, Calderón, Segovia y Carriles.
«Mineralogía»: Beudant, Naranjo, Calderón.
«Botánica?: Girardin, Bolívar y Calderón.
«Química»: Lessaigne y Regnault (traducción de Verdú). Bonilla.
En Derecho Civil tj Canónico.
«•Prolegómenos»: Miguel, La Serna.
«Derecho Natural»: Prisco, Taparelli, Mendive, Giner, Roeder.
— 209 —
«Derecho romano»: Vinnio, Ileinecio, La Serna, Ortolan, Pastor, Van Weter.
«Historia general del Derecho»: Marina y Cepeda, Semperc, Antequera,
Morató, Hinojosa.
c Derecho Civil español, común, forab: Sala, Gorosabel, La Serna, Montal-
van, Viso, Morató, Falcon, Código.
-¿Derecho penal»: La Serna, Pacheco, Aramburu (J). Silvela, Rueda, Arambu-
' ru U') y Pessina.
«Derecho mercantil?: Lasso, Martí Eixalá y Duran, Manzano; Código.
«Ampliación del Derecho civil >: Febrero y Goyona, Gutiérrez, Sánchez
Román.
«Derecho político y administrativos: Colmeiro, Santamaría, Ferian, Meyer,
G. Posada.
uKconoraía política»: Flórez Estrada, Ochoa, Carreras González, Garnier.
Piernas, Neuman, Buy lia.
«Estadística»: Piernas.
««Hacienda pública»: Piernas
c Derecho canónico»: Barardi, Lancelloto, Devoti, Van-Spen, Selvagio, La-
ckis, Cabalado Golmayo, Walter, Manjón, Iuséu.
«Disciplina de la Iglesia»: Aguirre, Salazar.
«Teoría de los procedimientos»: Casielles y Olivares, Tapia, Gutiérrez, Las-
praT La Sarna y Montalvan, ürtiz de Zúñiga, Lastres.
«Oratoria Forense: Sainz de Andino.
«Derecho Internacional público»: Olivart, Torres Campos, Neuman y Blunt-
sehli, Martens.
«Derecho Internacional privado»)-. Torres Campos, Asser, Prida.
En la Escuela del Xotariado fueron los textos:
Zúniga. Lasso, Cara van tes. Zarzoso, etc.
Continuó la designación y anuncio de libros de texto en los
últimos cursos del siglo pasado hasta el R. D. de 6 de Julio de
1900, precursor de la ley de 1.° de Febrero de 1901 por la que
se declara que la adquisición de aquellos libros no es obligatoria
para los alumnos, los cuales podrán estudiar ert los por ellos ele-
gidos, siempre que adquieran los conocimientos que constitu-
yen la respectiva asignatura con arreglo al cuestionario oficial;
y la disposición se confirmó más en el II. D. de 12 de Abril
de 1901, con extremos cumplidos desde entonces por los respec-
tivos Claustros de las Facultades de Derecho y Ciencias exis-
tentes en esta Universidad.
Esta reíorma, acertada en nuestro humilde entender, estaba
intimamente enlazada con la de los programas modificando
también el examen académico, para que cese de ser considerado
como fin, cuando no es más que un medio en la enseñanza; y era
y es necesario afirmar esto en la organización de los estableci-
mientos de enseñanza, mirando al mayor progreso déla cátedra
oficial. A este objeto se dispuso encomendar al Consejo de Ins-
trucción Pública, que determinase por medio de un cuestionario
general el fin, carácter y extensión de cada materia de las in-
cluidas en el plan de estudios con propósito de que no se desna-
turalice su exposición y no resulte duplicada ú omitida una en-
señanza. Cada profesor desenvolverá el contenido de la asignatu-
ra y redactará programa con plena libertad de método y doctrina
con sujección al indicado cuestionario.
Se dictó éste para los grados; pero quedó en suspenso hasta
nueva revisión por R. O. de 16 de Marzo de 1903. En la oveten-
se Facultad de Derecho, ya antes se había modificado el cues-
tionario antiguo (1) conforme al que se celebraban los dichos
ejercicios de grados, ahora con solemnidad privada desde la
innovación de 1868, al suprimir cuanto quedaba de las antiguas
solemnes investiduras que, con ritualidad mermada, aunque
todavía aparatosa, venían practicándose desde el plan de 18+5 y
leyes posteriores. Ultimo resto de aquellas antiguas ceremonias
académicas, fué el sencillo rilual determinado para el bachille-
rato en 1832; y desde la ley de 1845 las fórmulas para licencia-
turas y doctorados se redujeron á la reunión aparatosa de los
Claustros, presentación del candidato por el Doctor padrino,
discurso doctrinal del graduando, los varios juramentos (con
profesión de fé) de defensa de la Religión católica y del misterio
de la Inmaculada Concepción de la Virgen, obediencia á la
Constitución, fidelidad al Rey y cumplimiento de las obligacio-
nes del grado, cuyas insignias se recibían de manos del señor
Rector.
Si el cambio pedagógico del siglo xvm, relativo á los méto-
dos de enseñanza superior, fué plausible (2), el realizado á fines
del siglo xix lo será también en la historia de la enseñanza, pues
no han de ser las aulas meras escuelas profesionales cuando de-
ben tener muy principalmente fin educador, adquirir con él firme
( i) Archivo de la Universidad —Claustros de la Facultad de Derecho de 9 de Octubre
de 1888 y 5 de Febrero de 1892. En este último se aprobó el cuestionario confeccionado pox el
autor de este libro. ^
(2) Véase pág. 88.
— 211 —
y amplia cultura, y sentido profundo de la ciencia para mejor
caminar con espíritu progresivo en las respectivas profesiones.
Otro debe ser, pues, el procedimiento moderno de enseñanza y,
áéste propósito, otro viene siendo el nuevo rumbo comenzado á
seguir en nuestra Universidad. No se han de apuntar aquí las
respectivas innovaciones en las cátedras de Derecho y de Cien-
cias, pues fuera muy prolijo; y apuntado queda en otra publica-
ción con indicaciones respecto á las enseñanzas teóricas y
prácticas, á los trabajos de profesores y alumnos, saliéndose de
antiguas rutinas por investigaciones y ejercicios diferentes den-
tro y fuera de la cátedra, que dan y han de seguir dando los
mejores resultados (1) por la ciencia y para la ciencia, combi-
nando la explicación del maestro, la doctrina de autores, la co-
municación incesante del profesor y discípulo, bajo amplio
criterio y tareas de propio esfuerzo, con todas las manifesta-
ciones posibles y variadas en prácticas adecuadas al objeto de
cada asignatura.
Por fin, ya no es el examen con sus notas y calificaciones la
aspiración casi única del estudiante, porque el de la enseñanza
oficial debe ser examinado incesantemente por sus ejercicios en
la cátedra, y únicamente restan para el alumno de enseñanza
libre, mientras se excojitan otros medios, ejercicios adecuados
que alejen en lo posible las contingencias del azar y de la
suerte, ciega y propicia en ocasiones á preparaciones rápidas ó
superficiales. A estos levantados propósitos se dieron reciente-
mente, desde el R. D. de 28 de Julio de 1900, varias disposicio-
nes sobre exámenes de ingreso en Facultad, de curso de asigna-
turas y para los grados; más un día se dictaron y en otro se
rectificaron ó suspendieron (2; porque nunca acaba el tejer y
destejer en la legislación escolar.
Realzando y haciendo de más ventaja y provecho las prime-
ras y honrosas calificaciones de examen alcanzadas por los
alumnos, se reemplazaron las antiguas medallas y adjudicación
(i) En los Anales de l.i Universidad de Oviedo. — Año I, 1901 —(Oviedo, 1902) pueden
verse las notas sobre nuevos procedimiento* de enseñanza en las Facultades de Derecho y Cien-
cia» de nuestra Escuela, y compararse con las indicadas en el texto, relativas á 1844 y años
sucesivos, para mejor comprender los progreso* en Metodogia universitaria.
W\ R. D. de 12 de Abril, R. O. de 20 del mismo mes y Reglamento de 10 de Mayo de
xooi; R. D. de 25 de Abril de 1902; R, U. de 6 de Diciembre de 1901 y R. O. de 12 de Sep-
tiembre de zoos).
de libros (1) por matrículas de honor y gratuitas que, como era de
justicia, se han extendido recientemente de los alumnos oficiales
á los libres. Timbre de honor del'asluriano Conde de Toreno,
ministro de Fomento, fué el R. D. dado en Gijón á 10 de Agosto
de 1877 estableciendo cierto número de pensiones otorgadas
previa oposición á los alumnos pobres y distinguidos de las fa-
cultades universitarias, nobilísima disposición bajo cuyo amparo
han podido proseguir estudios no pocos escolares de subido mé-
rito; y mejor todavía al ser ampliada por el ministro Sr. Conde
de Romanones en el R. D. de 18 de Julio de 1901 disponiendo
la concesión de pensiones para ampliar sus estudios en el
Extranjero á los alumnos que hayan dado mayores pruebas de
capacidad y aprovechamiento y las confirmen en debida oposi-
ción. Dos jóvenes graduados con los más brillantes antecedentes
académicos obtuvieron en 1901 y 1902 las pensiones correspon-
dientes á nuestra Facultad de Derecho, y fueron D. Leopoldo
Palacios Morini, alumno ovetense y D. José Castillejo Duarte,
de la Universidad de Madrid, donde, á la vez, alcanzó también
pensión D. Manuel Miguel y Traviesas que había cursado los estu-
dios de Derecho en Oviedo.
Destinando una parte de la cantidad recaudada por «dere-
chos académicos» (que reemplazó al antiguo segundo plazo del
pago de matrículas) se pudo mejorar y aumentar el material ó
medios auxiliares de enseñanza por el dicho R. D. de 1877 del
Sr. Conde de Toreno con sus Instrucciones complementarias.
Este fué el origen de la «Biblioteca especial ele la Facul-
tad de Derecho de Oviedo», institución que viene a ser como
complementaria de la Provincial-Universitaria por la índole pe-
culiar de su contenido, ya que ésta no puede enriquecer el suyo
con su tan limitada consignación, que debe repartir con diferen-
tes y más amplias necesidades. La Biblioteca jurídica ovetense
fué planteada por el antiguo Rector Sr. Salmean con el Decano
Sr. Fernández Cuevas, auxiliados por una comisión de los Cate-
di La adjudicación de recompensa constituyó en ocasiones un especial acto académico,
como el reseñado en el folleto — «Solemne distribución de premios adjudicados por la Universi-
dad de Oviedo, en conformidad ú la R. O. de 19 de Mayo último. — (Uviedo, 1848J». Contiene
también los discursos del Rector Sr. Mata Vigil, l>ecano Sr. Arenas y alumr.o premiado, don
José Fernández Valdés
Después los premios se repartieron en la solemne apertura de los cursos académicos. A
continuación de los discursos de 1857, se in?crta la oración de gracias del alumno D. José
González Alegre Alvarcz.
— 213-
draticos Sres. Vallina, Alvarez Amandi, Buylla, Ureña y el autor
de estas páginas, en 1879 nombrado Bibliotecario, cargo que
dejó en 1884 después de los primeros trabajos de organización,
siendo reemplazado por el catedrático Sr. G. Posada.
Sucesivamente fué aplicándose para la «Biblioteca de la Fa-
cultad» parte de los derechos académicos destinados á material
científico, aunque en ocasiones la Dirección general de I. P. au-
xilió también con otros libramientos extraordinarios, y una par-
tida especial en el presupuesto del Ministerio, antes de dos mil
pesetas y ahora de mil. Los Decanos Sres. Barrio, Estrada, Aram-
buru y el actual Sr. Buylla han mirado siempre con marcado
interés el progreso de esta Biblioteca, enriquecida además con
donativos por los señores profesores y particulares, como el
editor Sr. Lázaro y otro importante del Sr. Ordoñez Escandón,
catedrático de Derecho Canónico, que en 1887 favoreció gene-
rosamente al Claustro con la cesión de 1250 pesetas para la ad-
quisición de obras. También se debe aumento al profesor señor
Vallina y á remesas de publicaciones por centros nacionales y
extranjeros.
Bien aplicados dichos elementos, cuenta hoy la «Biblioteca
especial» de la Facultad de Derecho con más de mil volúmenes
y folletos, dato que prueba la importancia de tan útil dependen-
cia. Esto se demuestra mejor teniendo á la vista los dos «Catá-
logos» impresos en 1889 y 1892 por acuerdo del Claustro, otro
próximo á imprimirse, y todos formados por el docto profesor
y celoso bibliotecario actual Sr. Posada, que en los años que
lleva al frente de la nueva institución ha realizado meritorios
trabajos para ponerla en su brillante y presente estado, en par-
ticular para seguir, en cooperación de los miembros del Claus-
tro, el rápido é incesante movimiento bibliográfico de la época
moderna.
El caudal principal de la «Biblioteca» es, como fácilmente se
comprende, relativo á las ciencias morales y políticas, que el
Sr. Posada distribuye y clasifica en relación con las asignaturas
de la Facultad de Derecho. En ocasiones agrupa algunas for-
mando secciones, ampliando los títulos de éstas para compren-
der las obras en que se trata de materias afines á la asignatura
respectiva, añadiendo, para que la obra sea más completa y útil
I
— 214 —
en la consulta, dos secciones mas: una pedagógica y otra de
asuntos varios. En esta forma:
Filosofía; Literatura; Historia Universal, Historias particu-
lares; Historia de España; Enciclopedia Jurídica; Filosofía del
Derecho; Derecho Romano; Historia General del Derecho; His-
toria del Derecho Español; Derecho Canónico; Disciplina é His
loria de la Iglesia; Derecho Civil; Derecho Mercantil; Sociología;
Economía Política y Estadística; Hacienda Pública; Política:
Derecho Político; Derecho Constitucional, Derecho Administra-
tivo; Derecho Penal; Derecho Internacional público y privado;
Derecho Procesal; Enseñanza; y Materias varias.
En todas estas secciones, y merced á los pedidos de los pro-
fesores^ figuran las obras y revistas más notables y los nombren-
de los publicistas más ilustres, que marchan á la cabeza del mo-
vimiento intelectual de nuestro siglo en los principales pueblos
de Europa y América. Por este concepto y con relación á la
época contemporánea es interesante la «Biblioteca especial» de
la Facultad de Derecho.
Los medios materiales de la Sección de Ciencias proceden
en su mayor número de la antigua Facultad, que por R. O. de
1.° de Julio de 1861 se dedicaron al Instituto. Eran entonces
notables, y podían compararse con los de otras Escuelas, los
g&bmttes de Física, Química c Historia natural, y el
desaparecido Jardín Botánico.
En páginas anteriores (1) quedan mencionadas las máquinas
y apáralos para el estudio de la Física, escasos é inútiles restos
de los adquiridos en 1807 y 1815 cuando se estableció la ense-
ñanza experimental, las pocas que se trasladaron en 1836 pro-
cedentes de la cátedra de Física y Química aplicadas á las artes
desde1 la Sociedad Económica de Amigos del País y desde Gijón,
así uomo en 1844 encargó otras el Claustro para fomentar dicho
estudio. En 1845 se habilitó el local necesario y, dada la esca-
sez de recursos, se acomodó el Gabinete en muy reducido espacio
en que hoy se encuentra. Alli está la colección de máquinas
re mil ¡da por el gobierno en 1846 y las que con posterioridad se
adquirieron por el Sr. Salmean, principalmente cuando estaba
11) Vcaac pág. 184.
— 215 —
ai frente de la asignatura, y después por los profesores del Ins-
tituto Sres. Ceruclo y Frades. Se hallan colocadas con estre-
chez y no representan, á primera vista, las quinientas pró-
ximamente repartidas en balanzas, pesas de latón y de platino
(colecciones), medidas de superficie y capacidad, mecánica,
neupmalismo, hidrodinámica, hidrostática, compresión, solidifi-
cación, meteorología, calórico, electricidad, magnetismo, elec-
tro-magnetismo, galvanismo, acústica, óplica, etc., etc. (1).
Restablecidos los estudios de Facultad de Ciencias en 1895,
los gabinetes y museos se utilizan en común con el Instituto.
Kl de Física se amplió á poco de la creación de la Sección, bajo
la dirección del catedrático Sr. Urios (con cargo á un presupuesto
extraordinario, pues la cantidad de 14.000 pesetas anuales que
satisfacen las corporaciones provincial y municipal apenas son
suficientes para el personal) y el profesor Sr. Aparicio dirigió la
limpieza, compostura y ordenación de los aparatos. En la actua-
lidad, el catedrático del Instituto Sr. Brañas sigue en estos tra-
bajos y, de acuerdo con la Facultad, ha instalado un cuadro de
distribución de electricidad á que contribuye la Sección. Como
los recursos de ésta son escasos, solamente ha podido adquirirse
algún aparato con cargo á los derechos de clases prácticas, que
satisfacen los alumnos; y cuando se realice la anunciada separa-
ción de la Universidad é Instituto se impondrá una verdadera
distribución y el aumento respectivo de loe instrumentos.
Antes de 1845 se había construido un Laboratorio de Quí-
mica, que ya entonces se estudiaba en elementos. Tomando
después otras proporciones, fué indispensable reformar lo hecho
para acomodarlo al provechoso aumento que se daba á esta
asignatura. Construyéronse nuevos hogares y hornillos fijos, y
el Gobierno remitió otros portátiles de magnesita, retortas de
porcelana, barro y hierro; matraces sublimatorias, recipientes,
alargaderas y provetas; copas y toda clase de útiles de cristal;
crisoles de barro, de platino y de plata; balanza alemana de
gran precisión y otra de trasporte; cajas de reactivos y soplete
por el sistema de Plattner; otra caja para la via húmeda, así
(i* En la interesante Memoria universitaria (Oviedo 1861) redactada por el antiguo Secre-
tario Sr. 1). Benito Canella Mcana, nuestro querido padre, pueden verte curiosas noticias de
•:>tc y demás gabinetes y museos, su trabajoso origen y desenvolvimiento, completándose aquellas
por la* Memoria* dei Instituto, principalmente en las del Sr. González Frades (1877 á 1880).
15
— 2IÓ —
como colecciones de productos químicos. De todo cuanto >
consideró preciso se abasteció á este departamento en número
suficiente para atender á las necesidades de las operaciones, fo-
mentándose después los medios, según los adelantos de la cien
cia, de modo que el laboratorio de esta Universidad pudo com-
petir con los demás de Distrito. Cuando se trató de la Facultad
de Ciencias se apuntaron los servicios de los profesores con ?u¿
estudios y ensayos, y, ahora, al hablar de la Química, recorda-
remos otra vez el infatigable celo que en sus trabajos mostraron
los Sres. Bonnet y Luanco, de que es buena prueba el resultado
de sus tareas. A la clausura de esta enseñanza, en las propor-
ciones en que antes se hacía, quedaron registrados bajo inventa-
rio doscientos cuarenta frascos, que contienen otros tantos
productos químicos orgánicos 6 inorgánicos. Los catedráticos
Sr. G. Frades, del Instituto, y últimamente el Sr. l'rios con e!
ayudante Sr. Enlío hicieron en este departamento algunas mo-
dificaciones y contadas adquisiciones con cambio de procedí
miento; pero resultó el local reducido y en excasas condicione-
para las debidas enseñanzas y prácticas.
El gabinete de Historia natural tuvo su origen en 1846 cuan-
do casualmente residía en una de las poblaciones de la costa un
extranjero que, poseyendo con perfección el arte de la Taxider-
mia, se dedicaba á la disección de animales. Por indicación del
Héctor Sr. Mala Vigil, el Sr. D. José Sarandeses se trasladó á su
lado y de aquellas lecciones sacó todo el provecho que acredita
el mérito de sus obras, á las que perteneced la mayor parte de
las del actual Museo. La novedad aficionó á estos trabajos á va-
rios alumnos, con lo cual, y con la circunstancia de haberse en-
cargado de sustituir la asignatura una persona de los conocimien-
tos y mérito del Sr. D.. Amalio Maestre, Ingeniero de minas del%
distrito, se echaron los fundamentos del gabinete. Ocupa casi
todo el lienzo de O. de la Universidad y en elegante estantería
están colocados cuantos objetos posee de Mineralogía y Zoología;
pero ha tenido que dividirse recientemente para habilitar allí
una cátedra de estas asignaturas.
Es bastante completa la colección de minerales, en número
de 700 próximamente, antes clasificados por el sistema Beudant,
teniendo además una excelente colección de fósiles y rocas y
- 217-
magniücos aerolitos, recogidos en 1866 en el momento de su
descensión, muy notables por su magnitud y peso. En Zoolo-
gía contiene varios esqueletos, no pocos mamíferos, bastantes
aves de Europa, Asia y América, algunos peces, reptiles, colec-
ciones de insectos, y otras de conchas; pero faltan aveces repre-
sentación de tipos enteros de animales y vegetales, y se deterio-
raron ejemplares por la acción del tiempo y otras causas. El
Instituto procuró su acrecentimiento, que después sufrió parali-
zación porque no se facilitaron medios al catedrático Sr. Gime-
no. Vuelta la Sección de Ciencias, los auxiliares Sres. Nacher y
Barras emprendieron el arreglo de esta dependencia, que se
continuó con mayor intensidad en la sección de Mineralogía
por el Sr. Martínez, hasta dejar ordenada la colección respec-
tiva. Desde su venida, el Sr. Riojaha trabajado constantemente
con aquel en la clasificación de los ejemplares, que era á veces
falsa por cambio de etiquetas ó deficiente, habiéndose hecho re-
visar para ello los de la colección conquiliológica por el espe-
cialista español catedrático de Madrid Sr. Hidalgo; y se han
ordenado las diversas colecciones, que se van catalogando al
mismo tiempo, y se han completado con animales marinos, com-
prados en Ñapóles, y otros terrestres con cargo á los derechos
de clases prácticas, y algunos al importe de un donativo anóni-
mo procedente de Valladolid.
Un gabinete tan rico y comparable con los más provistos de
provincia fué debido en su mayor parte, después de las consig-
naciones del Gobierno é interés de los Rectores y catedrático
Sr. Pérez Minguez, á la generosidad nunca desmentida de los
asturianos, hijos de la Escuela. En un álbum están consignados
los nombres de los que se han distinguido por sus donativos y,
en la imposibilidad de citarlos todos, es de justicia recordar
á algunos. El ingeniero francés Adriano Paillete, inolvidable
promotor con D. Guillermo Schultz de la minería provincial, los
Sres. D. Lorenzo Nicolás Quintana, D. Manuel García Barzana-
llana y D. Francisco Agustín Méndez Vigo hicieron importantí-
simos regalos, y varios asturianos residentes en Cuba mandaron
diferentes objetos, adquiridos por suscripción que ascendió
á 1,089 duros. Otros enriquecieron también el gabinete, y son
dignos de la gratitud como los Sres. Marqueses de Camposagra-
— siS —
do y de San Esteban del Mart D. José Cavcda, D, Domina
Alvarez Arenas, D. Antonio Eseosura Hcvia. D. León SaJtncm,
D. Pedro María Villaverdc, D. Ignacio González Olivares, do»!
Salustio González Rcgueral, D. Benito Canella Mcana, D. Ignaci>
Méndez Vigo, D. Juan Posada Herrén D. Carlos Meras, D. lio*
nito Macuá, D. Laureano Fernández Cuevas, D. Ventura Beltriu .
D. Eugenio Menéndez Valdés, D. Remigio Salomón, D. Paulina
Carriedo, D. Pedro Fernández Caneja, el General D. Francisco
de B. Canella, el Coronel Padin, D. Ricardo Acebal, D. Rafan
Altamira, los vecinos de Ladines en Sobrescobio, ele , etc., y en
alguna ocasión, quien escribe este pobre libro.
Para conciliar las necesidades pedagógicas de los dos centros
docentes, se ha empezado, en buen acuerdo con el catedrático
del Instituto Sr. Gimeno, á establecer dentro del local la separa-
ción de colecciones para una y otra Escuela; y así para la Uni-
versidad se han dispuesto las siguientes colecciones: en Geología
y Mineralogía, una de minerales ordenados según Tscherrnafc.
separando los ejemplares demasiado repetidos para trabajos de
alumnos en el laboratorio, y otro de rocas según la clasificación
de Geikie, haciéndose los catálogos de ambas; además, otra de
fósiles. En Zoología se han podido formar colecciones de proto-
zoos, celentéreos, equinodermos, gusanos, con adquisición de
ejemplares á cargo de un donativo especial y donación de otros
por parte del Ingeniero Sr. Orueta, tan amigo y favorecedor de
nuestra Universidad, y del catedrático Sr. Rioja, que los ha se-
parado de sus colecciones particulares, y son ejemplares reco-
gidos por él, el auxiliar y los alumnos en las excursiones. Se
han formado nuevas colecciones de artrópodos (dejando las
existentes para el Instituto) con ejemplares recogidos en la forma
antes indicada y con donativos importantes de los Sres. Bolívar,
catedrático en Madrid, y Boscá de Valencia. Se adquirieron tam-
bién los moluscos para ser de nuevo determinados por el especia-
lista español Sr. Hidalgo, en Madrid, y después de su devolución
se han ordenado como los otros tipos del reino animal, por cla-
ses, haciéndose los respectivos catálogos de estas colecciones y
de algunos ejemplares de moluscoideos y tunicados. En los ver-
tebrados, en los que se ha incluido una piel de Ornitorinco, regalo
del Sr. Calzada, se ha empezado una revisión para destruir los
— 219 —
completamente estropeados por la polilla, operación en que se
continua.
Para las clases prácticas se ha hecho una instalación de
2 i puestos, contando para ello con las partidas ó ingresos de 10
pesetas, que cada alumno oficial satisface á este fin al matricu-
larse como también por los libres que han solicitado su admi-
sión; con algunos trabajos pagados á cargo de la pequeña asig-
nación anual de 1.000 pesetas entre Diputación y Ayuntamiento;
con material de otras cátedras y con mas adquirido acredito. Se
halla dividida la clase en cuatro secciones, en cada una de las que
han ocupado sitio 56 alumnos, encargándose de dos de ellas el
catedrático y de otras dos el auxiliar. Cada sección se halla pro-
vista de un microscopio de observación (sistema Zeiss, Chevalier
v olvos) otro idem de disección, un soplete y una serie de reac-
tivos, líquidos y utensilios diversos comunes á todos los alumnos
independientemente de los de uso de cada uno que, con los pro-
ductos de su trabajo, guarda en su respectivo cajón. Finalmente,
y gracias al valioso donativo hecho á la Universidad por D. Ra-
fael Calzada, se han podido destinar unas 3.CÜ0 pesetas á la ad-
quisición del mejor modelo de microscopios del sistema Zeiss,
wn objetivos apocromáticos y oculares compensadores, aparato
para dibujar á la cámara clara y micrómetros, y asimismo á la
«lo un microtomo para hacer las secciones microscópicas (1).
Kstos aparatos, una estufa de Mayer para incluir los objetos que
han de ser seccionados con el microtomo, una «tournet» de Mine-
ralogía, que cede el Instituto, y un aparato micro fotográfico, pres-
tado por el Sr. Orueta, mientras se adquiera otro constituyen el
material que manejan bajo la dirección del Profesor y Auxiliar.
(tí Con ír.tima complacencia consigno aquí el importante donrtivo de mi cordial amipo
IX Rafael Calzada, de Navia, reputado abogado y escritor en la República Argentina, donde
Mcur gritando grandes servicios á España. Al visitar cu 4 de Noviembre rio jyola Univcrsi-
**'l, roe preguntó con amoroso interés por su estado y necesidades y al saber !;«» dificultades
>• íúV por falta de recursos, que habíamos solicitado en recientes circulares, me entregó una
■ rJ'-n contra un banquero ovotcn.«c por valer de chico n.il pesetas con expresiva carta para el
b.". Reolor manifestando también en ella, que »su cspo«a la Sra. D." Celina González, deseen-
'.k-ntt de asturianos y amante de este suelo, se asociaba con la mayor satisfacción á esta modesta
ffroida».
La gcncrosiJad del Sr. Calzada fué profundamente agradecí. la por el Claustro, que considera
•ililn>irc hijo de sus ai:las, como protector de la Casa. A ella volvió meses después el di-tin-
v .Jo favorecedor, obsequiado con humilde pero efusivo banquete donde se pronunciaron
•Vctiectrs decursos por el esplendido donante, Rector Aramburu y Decano liuylla, ¿cardándose
1 K-y el retrato del Dr. Calzada en la Iconoteca universitario-provincial.
Con el importante donativo de mi fraternal compañero se adquirieron el aparato mencionado
'¡"itcxtj y libros, y se costeó la impresión del primer tomo de --í/w/rí l'nivet sitarías, junta-
re c a otro giro «ie 500 pc«cta* p">r la benemérita A^o«;ia.;ión patriótica c<parV>la de Buenos-
— 220 —
Para el estudio de la Botánica se Procuró la Universidad el
correspondiente Jardín. Acudieron al Ayuntamiento de Oviedo
el Sr. Rector Mata Vigil y el Vice-Direclor de la Sociedad Eco-
nómica D. Manuel Prado Tobia, pidiendo el campo que había
pertenecido al destruido convento de San Francisco y que la
municipalidad había adquirido detrás def edificio, convertido
entonces en Hospital; y vieron cumplido su objeto, cuando en
1846, accediendo la Ciudad á sus deseos, á propuesta de los
concejales D. José Coll, D. Ramón Valdésy D. Victoriano Ar-
guelles, concedió en foro perpetuo el sitio solicitado por el ca-
non anual de 1.000 reales. Por vía de indemnización se destina-
ban 800 para el establecimiento benéfico, que antes se aprove-
chaba de dicho campo, 200 para obras en dicho Jardín y, entre
otrqs condiciones, había la de colocar una elegante verja de
hierro en la tapia que separaba el mencionado prado del fron-
doso campo de San Francisco, delicioso esparcimiento de los
ovetenses.
Desde entonces se trabajó para trasformar aquel sitio y, en
poco tiempo, venciendo muchos obstáculos se estableció el Jar-
dín Botánico que, llenando los objetos de la enseñanza, consti-
tuyó con el tiempo un bello recreo y ornato de la población,
después que en diferentes años se hicieron no pocas obras de
invernáculos, caseta, pozo, etc. Estaba dividido en tres secciones:
una destinada á semillero de árboles y plantas herbáceas, otra
compuesta de plantas de adorno, y la tercera y principal com-
prendía las escuelas botánicas. Las plantas del Mediodía de esta
última sección, estaban distribuidas según el sistema de Linneo,
las del Norte por el método de Jussieu; y todas tenían su eti-
queta numerada, que correspondía al catálogo que obraba en po-
der del profesor.
Correspondientes áeste ramo de la ciencia, vinieron al gabi-
nete y jardín universitarios una colección de maderas de la Isla
de Cuba y de Filipinas, donada por los Sres. Fernández Villa-
verde y Méndez Vigo; plantas de Baleares y Guipúzcoa remi-
tidas por nuestro padre D. Benito Canella Meana; un herbario
compuesto de 1.162 especies, recogidas en los alrededores de
Madrid por el malogrado alumno D. Eduardo Carreño, y otro
precioso de Asturias en el que colocaban las plantas que el celo-
— 221 —
>o catedrático Sr. Pérez Minguez recogía sobre la base de las
obtenidas por el famoso D. Benito Pérez (a) el «botánico». Casi
perdidos tan notables elementos, se ha comenzado á formar aho-
ra un herbario con ejemplares recogidos por el Auxiliar y alum-
nos.
En 1859, 1868 y 1870 pidió la Corporación municipal el es-
tablecimiento de la verja divisoria, cuando la Universidad y el
Instituto, por más deseos que tenían de efectuar la obra, care-
cían de los recursos procedentes del exhausto Tesoro del Esta-
do, que de día en día mermaba su presupuesto. Ninguna consi-
deración fué posible á detener una medida que, escudada en el
cMnbellecimiento del parque, se realizó con el derribo déla tapia
on 1871. El Jardín Botánico se convirtió en parte integrante del
campo de San Francisco que, ciertamente, se hermoseó en es-
tremo, cuando se quitaba á la enseñanza uno de sus más pre-
ciados medios de instrucción, en donde tanto se había trabajado
y tantos caudales se habían invertido. El Rectorado y el Cuerpo
académico vieron con sentimiento este suceso que, retardado,
hubiera podido verificarse de otra manera mas beneficiosa para
Oviedo y su Universidad é Instituto.
Para los trabajos del primitivo profesorado de Ciencias se
habilitó un cuarto accesorio al gabinete de Historia natural,
donde se hacían las disecaciones y los estudios de clasificación
con la caja-neceser y otros instrumentos reactivos, cápsulas y
utensilios; además se reunió una biblioteca especial, compuesta
de algunas obras relativas á estas ciencias naturales y de la
colección de láminas de M. Aquilcs Conté, etc.; pero moderna-
mente se destinó este local para un modesto museo de Agricultu-
ra de esta asignatura de la Segunda Enseñanza.
Aunque no forma parte integrante de la Sección de Ciencias
ni está el Observatorio astronómico rigurosamente compren-
dido en la enseñanza que antecede, se trata aquí de este Cen-
tro porque su fundación se debe á ilustre catedrático de Cien-
das, que le organizó y dirigió muchos años, siguió después á
cargo de sus sucesores y continúa en la Universidad.
Kl Gobierno recomendó á los Rectores en R. 0. de 30 de Mar-
zo de 1864 para que estimulasen á los profesores de Física hacia
lo* trabajos meteorológicos. La falta de aparatos de precisión
impedía que se planteasen en Oviedo; pero el catedrático d*m
León Salmean venció con celo no pocos obstáculos y, carecien-
do de local en donde hacer las observaciones, colocó los instru-
mentos en varios sitios de la Escuela y sus dependencias, lo-
grando dar principio á la publicación de datos en Enero de
1831. El resultado fué tan favorable, que alcanzaron por su
exactitud y buen orden ser apreciadas y consultadas por el Ob-
servatorio astronómico de Madrid, Comisión del Mapa geológico
y Junta general de Estadística, que las reprodujeron en sus pu-
blicaciones, como también la Academia de Ciencias, que nombró
individuo correspondiente al Sr. Salmean.
Entonces el Rector Sr. A. Arenas pidió á la Superioridad
más instrumentos; y, al girar después como Consejero de Instruc-
ción pública la visita de este Distrito universitario, dio lugar pro
ferentc en su informe á las observaciones meteorológicas, pro-
puso la construcción del Observatorio, acompañó su plano y pre-
supuesto y pidió que, para levantarle, se utilizasen los fondos que
la Universidad tenía en títulos de la Deuda. El Gobierno aprobó
tan útil pensamiento en R. O. de 30 de Septiembre de 1859, y el
arquitecto provincial D. Luis Céspedes levantó el correspondien-
te plano, proponiendo la construcción de la actual torre en el
sitio que ocupaba el antiguo campanario-espadaña de la Univer-
sidad, desechando la idea, por otros abrigada, de establecerle en
el Jardín Botánico. Formado el presupuesto, sin ningún resul-
tado se realizaron diferentes subastas, hasta el remate en 180 [
por 64.600 reales. Aun así no se terminaron los trabajos; en 1807
se hizo un presupuesto adicional de 1.890 escudos, y se concluyó
la torre-observatorio en el siguiente año colocando en ella los
aparatos é instrumentos de observación, así como el reloj del
Establecimiento.
Por la ley de 5 de Junio de 1859 se dispusieron que los tra-
bajos meteorológicos continuasen bajo la dirección de la Junta
general de listadtelica, y para darles la conveniente organización
se espidió el 11. D, de 1 1 de Marzo de 1860 por el cual se esta-
blecían 22 estaciones, una de ellas en esta capital. Se ordenó
que las observaciones consistiesen en el conocimiento déla tem-
peratura, presión atmosférico, rsLado higrométrico del aire, di-
y fuerza de Im vientos*, lluvia y meteoros fáciles de ob-
- 223 —
servar, etc., y que se encargasen de ellas los catedráticos de Fí-
sica de las Universidades é Institutos con su ayudante, donde lo
hubiese, como lo fué aquí D. Máximo Fuertes Accvcdo, docto
escritor asturiano. Al cesar el Sr. Salmean en 1866, el Observa-
torio astronómico siguió á cargo de los catedráticos de Segunda
Enseñanza y Facultad Srcs. Terrero, Ceruelo, G. Fradcs, Mén-
dez, Aparicio y Trios; y este continua al frente de los trabajos
del importante centro que son:
l.'1 Determinación de la altura barométrica conveniente-
mente reducida á 0.° y corregida á las nueVe de la mañana y á
las tres de la larde para deducir la altura media diurna y la osci-
lación; 2.a Inspección de los termómetros, máximas al sol y som-
bra y mininas á la sombra y reflector correspondientes al día
anterior, para deducir la temperatura media, oscilación termo-
mótrica, y diferencias mutuas entre las máximas y mínimas;
3.a Apreciación de los grados psicrométricos para el cálculo de
la humedad relativa, á las nueve de la mañana y á las tres de la
tarde; 4.a A estas mismas horas, dirección y fuerza aproximada
del viento, milímetros de evaporización y de lluvia y número
relativo de nubes desde O al 10 y estado del cielq; 5.a Diario
meteorológico para indicar el carácter más dominante del día.
Por telégrafo remiten todos los dias al Observatorio central, los
principales datos apuntados en la observación de las nueve de la
mañana.
Tiene el Observatorio ovetense, que hoy depende del Astro-
nómico y Meteorológico de Madrid, instrumentos y aparatos ne-
cesarios para su objeto, y cuenta con los termómetros, baróme-
tros, atnómetros, termometógrafos, dinanómetros, pluviómetros,
psicómetros, etc., perfeccionados, según el estado actual de la
ciencia de las mejores invenciones y sistemas de Fortin, Bunlcn,
Fastre, Pixii, Saussure, Barrow, Casella, Philips, Winckelman,
Rutherford, Damcll, Peltier, Hobinson, etc., y libros de consulta
como los de Daguin, Ganol, Hoefer, Swars, Frcssenius, Lelaunay,
Liáis, Garcet, ¡vemtz, Sechi, Flammarion, etc. A continuación de
las Memorias universitarias y del Instituto, se han publicado in-
teresantes trabajos y resúmenes (l ).
(rl Vedi» se prú.opn! r.ertr. la- [>;i!>!:> tcion ••< ik! Sr Salmw:i y <-".. l'r.idc*. E*tc pubiú •'•••»
•SU w.i int^rC'.a-ite f >!lel >; • Iv>t.» ló-i moto ir. I. -„\ « <ic Ovifita -Resúmc-no» £01101.1 lo» wo. '.,«,
Üj*vrvat-¡ont * realizad 1+ dj>dc 1 "> 5 1 poc- lilis .k .il¿m.t* noii^ia-. hUtiuicis- .
— 224 —
Y resla hacer alguna breve indicación, después de lo dicho
acerca del aspecto académico y pedagógico de Ja Universidad
asturiana, sobre su actual carácter y organización adminis-
trativos.
Bien se sabe que, desde la influencia rcga lisia del siglo xyiii
y de cierta corriente autoritaria en parle del siglo xix, cambió
la significación de la Universidad, principalmente en sus rela-
ciones con el Poder, perdiendo aquella libertad é independencia
que, bajo la mente del fundador, la caracterizaron en su primera
época. El cambio fué más evidente desde la reforma de 1845 y
disposiciones posteriores hasla la Revolución de Septiembre
de 1868; y después la trasformación quedó á medio camino,
disponiéndose ahora á proseguirla y á recuperar bien entendida
autonomía. Desde el plan-tipo del ilustre primer Marques de Pt
dal, dictado en eco y correspondencia á doctrinarias y centraliza-
doras ideas francesas, tuvo la Universidad detallada y severa re-
glamentación y otro fué desde entonces el alcance de la autori-
dad rectoral, diferentes y mermadas las atribuciones del amplio
Claustro de doctores y maestros, otros los cuerpos consultivos
académicos y muy diferentes los estatutos directivos de la juven-
tud escolar. Bajo patrón de igualdad y con vida sujeta a reglas
poco flexibles, la Escuela universitaria tuvo en el aspecto exter-
no marcado carácter oficial y burocrático, y servicios adminis-
trativos muy complicados los funcionarios encargados del régi-
men de la pública instrucción.
No es de estas páginas demostrar con citas de innumerables
disposiciones cuanto se ha legislado respecto á las modernas
funciones del Rector, Vice-Rector, Decanos, Consejo universita-
rio, Secretaría general, etc. No hay siquiera espacio en pági-
nas de índole local para considerar la actual significación de los
Claustros ordinarios ó de catedráticos propiamente tales de ca-
da-facultad, ni de los Claustros, extraordinario y electo senato-
rial, convocados á solemnidades académicas y elecciones para
el representante universitario en la alta Cámara, reuniones á
lasque vienen los jefes de establecimientos docentes del Distrito
con los doctores incorporados; pero ya sin derechos y prerro*
gativas de los del antiguo Gremio y Claustro con aquel carácter
tradicional y de comunidad. Sobre tal organización se anuncian
i
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— 225 —
reformas, que pudieran ser de gran utilidad, si se desenvuelven
con acierto.
Por lo que toca á la significación del catedrático, nadie
ignora que desde la organización de 1845, después que el Estado
en virtud de las leyes amortizadoras se incautó de los bienes
de la Instrucción Pública (1), pasaron las Universidades á depen-
dencia y administración oficiales y fué el profesorado supe-
rior carrera honrosa de seguro porvenir. Ya no se ven aquellos
casos de penuria y de pobreza de maestros de las antiguas
Facultades, aunque los actuales, por las exigencias de la vida
moderna, hacen compatible el profesorado con otras profesiones
y trabajos. La importancia de los Claustros académicos crece á
medida que es mayor la instrucción y el trabajo de sus miembros
en pueblos deseosos de saber; porque cuando aumenta el des-
arrollo de la enseñanza, cada día es más mayor la considera-
ción de los Cuerpos que la propagan en medio de respeto gene-
ral y de la proLección, á veces no efectiva, de los gobernantes.
Ya también no está la Enseñanza y su personal dependiendo de
extraños departamentos ministeriales, como antes de Goberna-
ción y d3 Gracia y Justicia, ni siquiera del de Fomento donde
permaneció mucho tiempo, y sí del especial de Instrucción Pú-
blica y Bellas Artes, anunciado en 1886 y recientemente creado
por la ley de 31 de Marzo y R. D. de 18 de Abril de 1900.
Como todas las demás de la nación, la Escuela ovetense tie-
ne Secretaría general con escaso personal para sus asuntos y los
de la Instrucción pública del Distrito. En respectivo lugar se
apuntan las consideraciones que, dentro del Claustro, tenía el
antiguo Secretario, que hoy es destino inamovible de considera-
ción, responsabilidad y hasta técnico con no escaso trabajo y re-
tribución aumentada en sucesivos ascensos por el plan de 1845,
ley de 1857 y disposiciones posteriores. La ley especial de 1895
levanta y reglamenta las condiciones de aptitud, elección y
propuesta del Claustro del Secretario y empleados á sus ór-
denes..
•i} Asi aconteció con los fundacionales primeros de la Universidad Ovetense y con los pro-
ci dente? después de antiguos arbitrios provinciales, donativos y legados posteriores como 1 1 de
Viilamil etc. De liquidaciones arreglos y depósitos modvrnos se trató en Claustros de 13 de Junio
tic 1S7'», 17 de Febrero de iSSo, .'j de Febrero de 1SS0, 15 de Noviembre de 1S90 y 15 de Mar-
7<j, 14 de Abril y 13 Mayo de iSoj.
— 226 —
No deja de ser importante tarea la especial de redactar y pu-
blicar estensas Memorias- anuarios desde 1858, con minuciosas
noticias del personal, libros, medios de enseñanza, estadísticas
de matrículas y exámenes, grados, títulos, diversos establecimien-
tos de instrucción etc.; publicaciones que se resienten de extre-
mado carácter oficial y administrativo sobre el importante peda-
gógico, aunque modernamente, se inicia otra dirección más aca-
démica y acertada á estas publicaciones, (1) si han de servir de
estudio, de aplicación y utilidad como toda obra de orden cien-
tífico-estadístico.
Hay en la Universidad varios dependientes para su servicio;
un Conserje ó Bedel mayor, dos Bedeles, dos Porteros y tres
mozos de limpieza, estos últimos míseramente dotados.
El presupuesto universitario se presta á interesantes y tristes
consideraciones; pero como las cifras son por si bien elocuentes,
la simple lectura del siguiente estado, ha de sugerir á todo lector
el convencimiento de la vida apretada y pobre que trabajosa-
mente arrastra nuestra Escuela, quizá como ninguna otra de sus
hermanas
Véase el siguiente cuadro de
(i) El primero de c>los trabajos fue el siguiente. — 'Memoria acerca del estado de la en-
señanza en la Universidad de Oviedo y en los establecimientos del Distrito de la misma en los
años de 1858 á 1860 y Anuario de 1860 á 1861, precedidos de reseñas históricas. —(Oviedo,
Imp. y lit. de Brid, Regadera yComp.-Enero 1864*.— Fué redactada, como ya se dijo, por el un
tiguo Secretario del Establecimiento 1"). Benito Canclla Mcana, nuestro querido padre, y contie-
ne estudios y consideraciones sobre las diversas enseñanzas, por lo que fué muy elogiada cuando
su aparición.
M Secretario D. Miguel Fernández y Fernández, que prestó tan buenos servicios á la Uni-
versidad, publicó otros seis volúmenes con l.ts «Memorias- de los cursos 1860— 6t;=i8ói — 63; --
1862— 63; — 1863— 64;-- 1864— 65¡ — i865— 66; -1866— ó;- (Oviedo, imp. de Brid, Regadera y
Comp. de Brid y Regadera, 18Ó2, 1863, iS64l 1865, 1866, 18Ó7 y 1868).
Del celoso Secretario D. Manuel Gómez Calderón son las «Memorias» de los cursos 1S76 — 77;
= 1885—86;= 1886—87;-- 1887— 88;---i838— 89; --1889 — oo;--i89o— 91; — 1891— 9a. La primera
contiene reseñas históricas de los establecimientos y apéndices interesantes, como también estos
últimos la de 1887 — 88. Las otras son principalmente estadísticas.
El Secretario actual I). José Quevedo y G. Llanos es autor de las -Memorias* del curso de
1S9S— 99 con apéndices bien escritos y de interés pedagógico y la estadística de 19.V»— or
Han quedado sin publicar -zt, Memorias; las de nueve cu: sos comprendidos de iF'¿7 a itj^;
och .« ó desde 1877 a 1^5; seis ó de 16 ~,i a 1803; y el de i¿ou a u/w.
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— 228 —
Para que por la profesión y cargo de quien esto escribe no
se pueda ni suponer siquiera el más lejano móvil de interés per-
sonal, únicamente se llama aquí la atención de todo lector que
sepa la complicada y costosa vida de los centros de enseñanza.
(si han de responder á las exigencias pedagógicas de la moderna
instrucción y á los muchos gastos de índole administrativa) so-
bre las cifras inverosímiles relativas al material científico, ordi-
nario y de oficina, con las que es humanamente imposible todo
buen servicio La dotación de algunos empleados de Secreta
ría y de los últimos dependientes es, ademas de increíble, ver
gonzusa; pero no menos cierta,
Un día y otro los Rectores han reclamado de la Superioridad
el urgente remedio á este mísero estado; y el Sfc Arambum íos
acusó además en la prensa y en el Parlamento con su pluma y
palabra prestigiosas.
Y el remedio no ¡legó..,; no hay recursos ni un puñado de
pesetas, que esto significa, mientras hay en los presupuestos
partidas especiales y de utilidad muy discutible.
r
_
— 229 —
CAPÍTULO XI
Manifestaciones varias de la Universidad de Oviedo en el siglo xix. — Sucesos
políticos. — Elecciones senatoriales. — Visitas regias y de ilustres personalida-
des.— Visitas de inspección. — Acuerdos claustrales relativos á favorecedores
é hijos distinguidos déla Escuela. — Proyecto de estatua al fundador seSor
Arzobispo-Inquisidor D. Fernando de Valdés y Salas. — Concurrencia de la
Universidad asturiana á Exposiciones, Congresos, Centenarios, Certámenes,
etc. — Relaciones de la Universidad con las Hispanoamericanas y Extran-
jeras.— Instituciones complementarias. — Escuela práctica de Estudios jurídi-
cos y sociales. — Colonias escolares de vacaciones. — Excursiones escolares. —
Extensión universitaria. — Clases populares. — Publicaciones académicas; Dis-
cursos inaugurales; Anales, etc.— Significación provincial de la Universidad
de Oviedo.— Los antiguos alumnos.— Estado actual.— Noticias y descripción
del edificio universitario. — Siglo xx y centenario III. — Aspiraciones.
Como se reseñaron en capítulo precedente, relativo al si-
glo xvín, diversas manifestaciones de la Universidad de Oviedo
en tal periodo, debe hacerse otro tanto con relación al siglo pa-
sado, para que al menos en el apuntamiento de hechos resulte
más completa esta reseña histórica, humilde por ser mía y como
su autor desprovista de galas literarias.
Apuntado queda el agitado movimiento político del siglo xix
dentro del Principado de Asturias y de su influencia natural en
la marcha de su Universidad.
La proclamación de la Reina D.a Isabel II se verificó en
Oviedo con entusiásticos festejos, á los que se asoció el Claustro
universitario, que dispuso solenjnes funciones muy principales
en el programa ovetense de 1833. Al rayar el alba del 17 de Di-
ciembre se anunció la fiesta académica con salvas de cañonazos
por la goleta Isabel II que, tripulada por gijoneses alumnos
del Real Instituto Asturiano, «había arribado» á la Capital, y
enarboláronse en la torre-espadaña de la Escuela las banderas
de España y Sicilia, Francia é Inglaterra, aliadas de España. Se
— ¿30 -
celebró en la capilla misa oficiada por tres doctores y se cant<
solemne Te-Deum ante el Claustro 6 invitados; y por la noche
se celebró fastuosa procesión académica con los retratos de las
Reinas hija y madre, entonando algunos estudiantes el himno:
En hora felice
la estrella de Italia,
traspuesta la Calía,
á España alumbró, etc.
mientras todos los demás alumnos repelían el coro:
Cantemos, astures,
el día de gloria
«jue en la fiel historia
eterno será.
Y todos victoreaban, unos á Isabel II y otros á la Reina Go-
bernadora. La iluminación fué de mucho gusto y en las ventanas
del edificio aparecían en trasparentes los retratos de las reinas
españolas. En el patio se había improvisado bello jardín con
fuente central de altos surtidores oprimidos por el tridente de ía
estatua de Neptuno. El retrato de la Reina niña, objeto de tantas
esperanzas, estaba en una de las galerías inferiores sobre lujoso
trono, mientras en las interiores ventanas había nuevos cuadros
y trasparentes con alegorías de las facultades de Artes, Teolo-
gía, Cánones y Leyes. Tocaban la orquesta y capilla de la Cate-
dral; el barco gijonés repetía las salvas; los fuegos artificiales se
sucedían sin descanso; en la cátedra de grados se improvisó un
baile; y duraron los festejos hasta bien entrado el día siguiente,
cuando se arriaron las banderas de la torre y se despedía la regia
goleta á cuyo comandante obsequiaron los estudiantes con her-
mosa corona de flores del jardín universitario. Antes, cuando en
vistosas comitivas la Ciudad y el Principado pasaron por la an-
tigua calle de la Picota al castillo-fortaleza para levantar pendo-
nes de «Castilla y Oviedo», «Castilla y Asturias» (tres veces
repetidos) «por la Reina Nuestra Señora D.a Isabel II», el Claustro
universitario vestido de gran ceremonia saludó desde un tablado
sobre la «pedrera» de la Escuela, como en iguales ocasiones an-
teriores. Ciudad y Provincia hicieron alto en tanto que la Capi-
lla de la Catedral entonaba, al son de la orquesta, el himno raen-
— 231 —
cionado alusivo á la ceremonia, escrito por uno de los cursantes
de Leyes (1).
Vino la guerra civil con todos sus horrores y, bajo el estruen-
do de las armas, el Claustro juró otra vez mas la Constitución
de 1812 con el aparato de 1820 y al mismo tiempo fidelidad á
la joven y combatida Soberana (2); y otro tanto se hizo con la
Constitución de 1837, que remplazó á la de Cádiz (3).
En 1839 lució el sol de paz tras del convenio de Vergara, y la
l'mvcrsidad comisionó á sus doctores D. Juan Nepomuceno San
Miguel, D. Agustín Arguelles, D. José Canga Arguelles, D. Pablo
Mata Vigil, D. Alejandro Mon y D. Alvaro Flórez Estrada para
felicitar á la Reina (4) representación de la patria desbastada. *
Cuando los acontecimientos de 1840, la Junta local política
no fué tolerante con algunos catedráticos; el Claustro se asoció
á las felicitaciones ofrecidas al General Espartero, Regente del
Weino, y dos años después reconoció ala Junta provincial de 1843
no mucho antes de acQrdar funciones por la mayoría de edad de
Isabel 11 y nuevo juramento de adhesión á esta Señora (5).
En 1857 se dispusieron también festejos por el nacimiento del
Principe de Asturias (6).
Promulgado, como expresión de la Revolución de 1868, el
Código político de 1869 y dispuesto el juramento de su obser-
vancia para continuar en cargos públicos, se repitió en los Claus-
tros la antigua separación de maestros que, por su conciencia
digna de respeto, no asintieron á confesión semejante; y en Ovie-
do se dio este caso con algún profesor (7). En otro género
de recelos, si bien bajo la presión de la guerra civil de nuevo
resucitada, se llegó al extremo de procesar á profesor dignísimo
interpretando apretadamente ciertas manifestaciones del Discur-
so inaugural (8).
Realizada la Restauración monárquica y proclamado Rey
i
i
<i) Véase la «Relación de las públicas demostraciones de alegría con que la Ciudad de
Oviedo y el Principado de Asturias celebraron la Real proclamación de la Reina Nuestra Señora
H.k Isabel II —Oviedo, 1834. — Imp. del Principado».
1 2) Archivo de la Universidad. — Claustro de 26 de Agosto de 1836.
<3» Id. id.— Claustro de 2a de Julio de 1837.
'4) Id. id. — Claustro de n de Noviembre de 1839.
(5"» Id. id.— Claustros de 8 de Octubre de 1840; de 17 de Maye de 1841; de 15 de Julio,
?4 de Noviembre y 1." de Diciembre de 1843.
16) Id. id. — Claustro de 20 de Diciembre de 1857.
{7) Id. Id. — Expediente del Dr. D. Francisco Fernández Cardin.
18) Id. id.— Claustro de 3 de Octubre de 1874.— Expediente y cansa al Dr. D. Faustino A.
del Manzano.
D. Alfonso XII, el Claustro se asoció á funciones y actos públ
eos con este motivo (1). En días después no faltó docto miembr
de la Corporación académica que protestara del sentido y e:
tensión del 11 I), de 2íi de Febrero de 1875 y Circular siguienl
derogatorios de la legislación de libertad de enseñanza de 186
al resucitar, respecto á textos, programas y doctrinas de cátedn
prescripciones de la ley de 1857 y Reglamento de 1859, que y
do encajaban en el espíritu pedagógico moderno (2). Justo e
confesar que la política restauradora fué enseguida más tolefant
y amplia y no se registraron en los anales universitarios restrk
ciones semejantes, porque de otra índole fueron las molestia
del Claustro en 1SSíT> (¿pie quedaron compensadas por su defer
sa en la Prensa, en el Parlamento y en el Foro); y, apenas naci
dos, no prosperaron reparos oficiosos á un artículo debido á h
pluma de finado catedrático, célebre crítico (3).
Los regios matrimonios de Alfonso XII, la prematura muerh
de la hermosa é inteligente Reina Mercedes y los atentados frus
lados felizmente contra el Monarca fueron objeto de varios
acuerdos claustrales (i) asi de complacencia como de pena, por
que el dolor y la alegría viven en unión y hermandad presidiendo
la existencia. De igual manera la Universidad contribuyó ala sus
eripciún patriótica en días temerosos de la patria, olvidada en su
justicia [lorias naciones de Europa, cuando el violento ataque y
el atropello inicuo de la ensoberbecida potencia americana (5).
En otro orden de expresiones exteriores de nuestra Universi-
dad, debe apuntarse aquí su manifestación en Madrid al par de
otros centros de cultura del país. Cuando cesó la regia Regencia,
al ser declarado mayor de edad en 1902 el Rey D. Alfonso XIII,
á tenor de lo dispuesto en el precepto constitucional, se dispu-
sieron homenajes y fiestas con motivo del fausto suceso. Fué
uno de aquellos actos la presencia á Madrid de comisiones délas
jn Archivg .1.. k Universidad. -
itt Véue 'Oi"-ii'>n uujvrriitai
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con b pivirstíi de O Juié M. Fíerrt:
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30 de Octubre rtt 1900 En d primen
¿jado O. Manuel Dtaj Pedregali dcí\>
tivo, aQutfdániioia también coloca 1 <-l
universitaria
'4l Archivo de !■■> Ua¡ ventilad., -
de 187&, y ji de Diciembre de 1879,
tsí Archivo da la Universidad. -
- 1 , li -.1 ■ ■- ilc 11, 12 y 23 de Enero de 1875.
li.i ■ ; ni- ^míenlos coleccionados por M. Ruiz de Quevcdo,
•., dimi-i maniti* y suspensos.— «Madrid, 1876); pág. XVI,
1- y Hurtado, catedrático de Economía política en Oviedo.
• L I .ti i-it - de Facultad de 27 de Septiembre de 1887 y de
1 m iJ L-pii-n voto de gracia* al cx-ministro y reputado abo-
tu ■ í\c\ Cláltitro ante el Tribunal Contencioso Administra-
; Lid 1 lie i.in ilustre hijo de la Escuela en la Iconoteca
(Je 16 de Enero, 27 de Junio y 26 de Octubre
-CULitflru de 4 de Mayo de 1898.
-233-
Universidades y principales instituciones científico-literarias de
España, celebrándose solemne festival académico ante SS. MM. y
AA., representando entonces á la Escuela de Oviedo y su Dis-
trito el Rector Sr. Aramburu, los catedráticos Sres. Berjano,
Jove, Urios, Mur, Rioja, otros miembros y alumnos de los esta-
blecimientos docentes, leyendo el primero una hermosa oración,
esmaltada de citas y consideraciones, en que se condensaba el
pasado y timbres de la antigua Universidad asturiana y sus tra-
bajos de cultura para ser una Universidad moderna (1).
De mas alcance y permanencia tuvo/y tiene el Distrito uni-
versitario otra consideración, consagrada en la Constitución de
1876 al' reconocer principalmente parala alta Cámara la repre-
sentación del elemento social ó colectivo por medio de especial
régimen electoral, como el organizado en la ley de 8 de Febrero
de 1877 y disposiciones complementarias; y en su virtud elige
la Universidad (sus claustros de catedráticos, doctores inscriptos
y jefes de los Establecimientos) un senador. Desde las fechas in-
dicadas se han celebrado doce elecciones; y, en tributo á la ver-
dad, debe decirse que, no obstante de tratarse aquí como en
otras parles, de cuerpo electoral reducido y culto, ni el sufragio
se mostró activo ni la presión oficial dejó de presentarse en el
Claustro, repitiéndose así la atonía y debilidad electorales,,
que tan tristemente aquejan á nuestra nación. El mal fué general,
salvo excepciones de fechas y lugares; el instituto electoral
selecto, que debiera ser espejo y modelo en la materia, ofreció
en los distritos académicos abstenciones y complacencias; no
tuvo ó se le impidió en una ú otra forma que tuviera impulso
propio para designar candidatos «suyos» con programa ó si-
quiera orientación en cuestiones de Instrucción pública ó con tal
significación científica, que esta bastara por si sola para la elec-
ción merecida. No proceden aquí otras consideraciones porque
al fin tiene la cuestión aspecto personal, demasiado vivo, y fue-
ron los senadores Universitarios de Oviedo personalidades res-
petables é ilustres, y, si algunos ágenos á la Casa, todos distin-
guidos por buenos servicios al pais. Los nombres y los sufragios
h\ Archivo de ia Universidad. — Claustro de 26 de Abril de 1902.
Véase el interesante folleto:— «Ministerio de I. P y B. A. Discursos leídos el día 24 de
Mayo de 1902 en el solemne Festival Académico celebrado en la Biblioteca y Museos Naeiona*
le* con motivo de la entrada en la mayor edad de S. M« el Rey D. Alfonso XIII». — Madrid Im-
prenta de los Hijos de M. G. Hernández.— 1902).
— 234 —
obtenidos evitan decir aquí más; ellos indican las luchas so.-
nidas en determinadas elecciones; pero felizmente, A la postre,
acierto del Claustro ovetense ha resultado eligiendo, como }
aclamación, á su querido y celoso Rector Sr. AramburiK í-t¡
ciencia, palabra y escritos le hicieron merecedor, con aplau*
dentro y fuera de la Universidad, de la senatorial y acadéim
investidura. Su ya repetida elección responde bien al pens
miento orgánico, que se persiguió en la composición del Señad
Las elecciones de Senador por este Distrito universitai
fueron las siguientes:
5 de Abril de 1877. — Excmo. Sr. D. Alejandro Olivan: o
tuvo 25 votos.
3 de, Mayo de 1879. —Excmo. Sr. D. Lorenzo Nicolás Qui
tana: id, 29 id.
2 de Septiembre de 1881.— El mismo: id. 39 id.
8 de Mayo de 1884.— El mismo: id. 29 id.
25 de Abril de 1886. — Excmo. Sr. D.Francisco ValdésyMói
barón de Covadonga, elegido por 27 id., obteniendo 21 id. <
Sr. Dr. D, José González Alegre y Alvarez.
15de Febrero de 1891.— Excmo. Sr. Barón de Covadonga: 24 ic
19 de Marzo de 1893. -Excmo. Sr. Dr. D. Marcelino Menér
dess Pelayo: 38 id.
20 de Abril de 1896.— Excmo. Sr. Dr. D. Marcelino Menén
dez Pelayo, elegido por 11 id., obteniendo 10 id. D. Juan Uña.
10 de Abril de 1898.— Excmo. Sr. Dr. D. Marcelino Menénde
Pelayo, por 27 id., obteniendo 22 id. el Illmo. Sr. D. Juan Uña.
30 de Abril de 1899.— Excmo. Sr. Dr. D. Nicolás Suárez In
clan: elegido 34 id.
2 de Junio de 1901.— Excmo. Sr. Dr. D. Félix P. de Arambu
rn: id. 15 id.
10 de Mayo de 1903.— El mismo: 42 id.
(Jira representación universitaria es la dispuesta por reciente
organizador] del Líeal Consejo de Instrucción, habiendo sido
nombrados consejeros correspondientes del Distrito academice
de Oviedo el Rector Sr. Aramburu y los catedráticos Sres. Alva-
res Buylla, decano, y González Posada.
Tratando de otros sucesos memorables en la vida de nuestra
Universidad figuran aquí en primer término las visitas regias.
Después que Carlos I arribara casualmente á Villaviciosa en
1517 ningún monarca español ni persona de la real familia visi"
taron á la provincia de Oviedo hasta el presente siglo, y no ha
muchos años. Fué la primera la reina Madre D.a Cristina de Bor-
bón, que en 12 de Julio de 1852 visitó la Universidad, acompa-
ñada de su segundo esposo el duque de Kiansares é hijos, vinien-
do espresamente desde el palacio de Contrueces, en Gijón, don-
de residían. Enfermo el Rector y ausentes muchos profesores,
que disfrutaban de vacaciones, recibió á la reina Gobernadora
el Decano Sr. Aramburu que, saludando á S. M. en nombre del
Claustro, la acompañó en la Universidad, elegantemente adorna-
da para recibir á la que en 1832 dio orden de abrir los estudios
dos años seguidos cerrados por mandato de Fernando VII (1).
Los Infantes duques de Montpensier también visitaron el Es-
tablecimiento en 13 de Junio de 1857, presidiendo la Corpora-
ción el Rector Sr. Alvarez Arenas. Los gabinetes de Ciencias
Naturales, la Riblioteca y otros departamentos fueron vistos con
agrado por los Infantes, demostrando varios y profundos conoci-
mientos el hijo del Rey de Francia. Durante su permanencia
en Oviedo concurrieron con frecuencia al Jardín Botánico y
el Rector acompañó al Sr. Duque cuando este hizo una escur-
s\ón á las antiguas y bellas basílicas de San Miguel de Lino y
Santa María de Naranco.
En 1861, para recuerdo de las visitas de D.a Cristina de Bor-
bón y sus hijos los duques de Montpensier, se colocó en el ves-
tíbulo del edificio, á un lado del arco de ingreso, esta lápida:
D. O. M.
(¿UAM CHRISTINA,
FERDINANDI REGÍS OLIM CONJUX
IV ID. JUL. MDCCCL1I
IPS1USQUE FILIA LOA1SA FEROINANDA
UNA CUM VIRO DUCE DE MONTPENSIER
IDIB. JUN. MDCCCLVII
DIGNABAN TUR INVISERE;
NUNC MEMOR ACADEMIA
UTRUMQUB DIEM FESTUM PLAUSU RECENSURA,
MARCHIONE DE ZAFRA RECTORE,
1N TANTOS HOSriTES
GRATI ANIMI SÍGNIFICATIONIS INTERPRETE,
PERPETUO INSCRIB1T.
OVETI MDCCCLXI.
•vij Archivo de la Universidad.— Claustro general de i8;a. Se recibió con jubilo la orden
fomunicada por S. E. la Inspección general de Instrucción Pública al Sr. Rector, juiz de estu-
diar, é inmediatamente fué trasladada á los Jueces, Arciprestes y Curas de la provincia para co-
nocimiento de los cursantes.
— 236 —
En 1858 doña Isabel II vino á Asturias en compañía de
esposo el Rey D, Francisco y sus hijos los l rifan Ma
Isabel y D. Alfonso, entonces Príncipe de Asi la I "ni v
sidad de Oviedo celebró su venida con grandes y üui
naciones. Cuando en 4 de Agosto visitaron la Escuela, adoren
el establecimiento con esquisito gusto y elegancia, v el t ¡láttÉ
general, presidido por el Redor Sr Martin San/ lo p
sentes el Ministro de botado y personajes palatinos recibió ú. I
Monarcas, acompañándolos á lodos los departamentos del ed
db, que vieron coa satisfacción las Reales p< Doña I¿
bel II mandó cubrirse al Claustro, enuso de antiguos privili
después del besamanos tu vo lugar un refresco. Levantó;
acta minuciosa de tal visita que, firmada en Madrid en 3 de Ma
de IKóív fué encuadernada con esmero y guardada en el Archí1
del Establecimiento (1).
Para conmemorar esta visita se erigió un monumento eti
centro del patio principal Tiene por remate el broncead*
de la Reina, fundido en la Fábrica nacional de Traína, y en el ma
móreo pedestal se ostentan en la parte de E. las armas de Esp
ña, en la de 0. las de Asturias y al S< las de la I universidad, leyrvi
dose al N., frente u la puerta principal, la siguiente inscripción
EL1SAHKI lí
HlSPANiARUS k í O J N A I
uVtl'KNSO ACADEMM.M
I'RJDIK NONAS 4DG0ST1 ASHí MDCCCLVU1
JPíVISENTI
COMíTANTE KF.r*ro CONjr i
MON L¡MEN TU M HUC
KAO I £ T 1 0 R ü m o K I* o
CtfR AVIT FX5TFJ RH j .1 M
También cuando su breve excursión por la proviu<
1872 el Rey D. Amadeo I de Saboya vino á la universidad. Coi
una comisión de catedráticos, el Rector Sr* Salmean le salud
en Gijón, le acompaño en su visita al Instituto de Jovellano
y presidió el Claustro ovetense cuando visitó la Universid
15 de Agosto, Vio el Rey los diferentes departamentos de 1¡
Escuela, decorados como en análogas ocasiones, y demosl
lij Este dQCUffl • *t piiMica en la primera Mc:n ria uní*..:
P.ira conocimiento de otaoj icu«r<f< n< -i ■- p&t i
lírtsunic libte - > Viaje tic SV M M v A A
4v Ditri de U Ra<k y Diluid
— 237 —
tisf acción por el lisonjero estado de la enseñanza, siendo despe-
dido con el mismo ceremonial de la entrada.
En 15 de Julio dé 1877 fué la visita del Rey D. Alfonso XII
acompañado de su hermana la señora Princesa de Asturias, de
los ministros de Fomento, el asturiano Sr. Conde de Toreno, de
Gracia y Justicia y de Marina con dignatarios de la Corte y las
primeras autoridades de la Provincia. Fueron recibidos por el
Claustro extraordinario presidido por el Rector Sr. Salmean, que
saludó al Monarca y Princesa con expresiva oración de bienve-
nida. Con fácil palabra contestó S. M. al discurso rectoral: re-
cordó las gloriosas tradiciones y timbres históricos del Principa-
do de Asturias, conmemoró sus ilustres hijos los reyes Pelayoy
sucesores, á Feijóo, Campomanes, Jovellanos y pantos otros
eminentes en Ciencias y Letras; dijo qué, terminada felizmen-
te la campaña de la guerra, era indispensable emprender la de
la paz, que consiste en el desarrollo del trabajo en todas las es-
feras de la actividad humana, para borrar las huellas de la lucha
devastadora y desenvolver los gérmenes de la prosperidad na-
c\oi\al, anhelo constante de su pensamiento: que para tan noble
y patriótica tarca contaba seguro el ilustrado concurso del pro-
fesorado español; y concluyó exhortando á los miembros del
ovetense Claustro á que continuasen estimulando á la juventud
con el ejemplo de aquellos dignos compatricios y encaminándo-
la por la senda del honor, para que en su día pueda contribuir al
progreso y engrandecimiento de la amada patria. La Corte hizo
detenida visita á todos los departamentos de la Casa (1).
En lápida conmemorativa se colocó en el vestíbulo de la Uni-
versidad la inscripción siguiente: (2).
D. O. M.
ADEPHONSO XII
II1SPANIARUM REGÍ.
SOROR1QUE EL1SABET
ASTURICARUM PRINC1PATUS PR/ESlDI.
OVETENSEM ACAÜEMIAM
JD1B JUL. MDCCCLXXVII
1N VIS ERE DIO NATIS.
RECTOR MAGISTRORUMQUE ORDO
HOC GRAT1 ANIMl MONUMKNTUM
1N TANTI DIEI MEMORIAM
PERLIBENTER DICAVERE.
OVETI MDCCCLXXVII.
(i) Archivo dcla Universidad.— Claustro de 15 de Julio de 1877, acta publicada coinoapcu-
&ce de la Memoria universitaria, impresa en 1878.
(2) Cuando se conmemore en marmórea lápida la visita del Rey D. Alfonso XIII será oca*
«ón de subsanar con análogo recuerdo, la del rey D. Amadeo I, injustamente olvidado.
aj8 -
La reciente ultima visita fué del Rey D, Alfonso Mil
hermano político el Sr. Príncipe de Asturias, consorir, tO I** ■"
nana del ti de agosto de 1902 concurriendo también el asluriai
Ministro de Agricultura y Oteas Públicas, Excmo. Sr I» Féñ
Suatez facían. Presidió al Claustro el Rector Sr, Arambui
se dirigió a hs Ueales personas mu elocuente buen diseurs
que agradeció el joven monarca» pasando seguidamente *
acompañamiento á ver las dependencias universitaria
recuerdo de su rápida estancia se dedicaron A S. M
piares encuadernados de la primera edición de esta "Historia
y del tomo primero de los c*Anales Universitario?*. El rey ofr<
ció, al examinar el Museo de Historia Matura!, un ejenipi
perdiz, que cazaría con tal objeto, para reemplazar el deteriora
do que había reparado en el Gabinete 1 1 )
De mas visitas oficíales cabe hacer también especial mcn<
En 1845 fué visitador regio el .lefe político de la provioci:
Sr. Rui/ Cermeño para plantear las reformas del nuevo plan rh
estudios del ministro Sr. Pidal; en 1858 La de inspección
Consejero ponente del. P, Sr. Alvares Arenas, antiguo Ri
en 1876 y 1880 verificaron otra visita análoga loa Inspe
generales Sres. D. Manuel Colmetro y I), Alfredo Adolfi
mus: y en 1H85 vino á formar desagradable r infructuoso expc
diente el Sr Campillo (2).
Notorias fueron otras visitas de ilustres personalidades: En
1H77 las del estadista español I 'residente del Consejo de Minia*
tros Sr, Cánovas del Castillo, y días después la del anti
drático de la Escuela Sr, D, José de Posada Herrera, p
ala sazón, del Congreso de los Diputados, quien se complació i>
cordando antiguas memorias de alumno y profesor en estas au-
las; en 18781a del sapientísimo filósofo y Cardenal Arzobispo
Fr. Ceferino González, hijo de Asturias; en IKSU la del celoso
Director general ele Instrucción pública Sr Cárdenas; en issj
las del ministro de Fomento Sr, Alvareda, que suscribió la me
morable circular de 3 de Marzo de 1881, mantenedora ;
i) Arthnü de la LTnivenidad. — OáuUro de 6 tli; Ajf^íio Je i -j >jt j
r.,¡v.r.;i,,r. • de < YvV ■'
la i Am;1-
rjcmbí r: de M.ivii de 1885*
— 239 —
fueros de la cátedra, y del senador universitario Sr. Quintana, in-
cansable defensor de los intereses provinciales; en 1883 la del
inmortal poeta Zorrilla; en 1884, la del Ministro de Fomento
Sr. Pidal y Mon, obsequiado por el Claustro con expresivo ban-
quete; y en 1889 la del Sr. Salmerón, ex-presidente del Poder
ejecutivo de la República (1).
Tratando de personalidades ilustres, otras memorias regis-
tran los libros claustrales en honor de los hijos distinguidos de
la Tniversidad en el siglo xix, ya en ocasión de sus merecidos
ascensos ó concesión de grados de honor como lambién de fúne-
bres disposiciones cuando su muerte. Se deben recordar, cual
.se hizo tratando de época anterior.
Con alborozado y tradicional repique de campanas, función
de iglesia, iluminaciones y otros festejos, según los casos, se ce-
lebró la elevación de antiguos escolares y maestros, que la es-
cribían con afectuoso ofrecimiento al Claustro. En 1801 por el
Sr. Torres Cónsul, nombrado Teniente Gobernador de Madrid;
en 1805 por el ex-Rector Sr. llevia y Noriega (D. Francisco), in-
quisidor de Sevilla y después Secretario del Patriarca-Inquisidor;
en 1807 por el Sr. Pérez Villamil, auditor general del Consejo
supremo del Almirantazgo y mas tarde Secretario con voto del
Consejo de Estado; en 1808 por el patriota Sr. Alvarez Acevedo,
ministro de la Real Audiencia y Jefe político provincial en cir-
cunstancias difíciles; en 1815, por el Sr. Hevia y Noriega (D. José),
Regente de Granada, Fiscal togado del Consejo de Guerra y Ma-
rina y Consejero de Castilla, elevado en 1833 á Camarista; por
el Sr. Fernández San Miguel (D. Juan N), agente fiscal y después
Consejero del Supremo en 1831; y por el General Ministro mar-
qués de Camposagrado, muy favorecedor de la Universidad; en
1816 por D. Bartolomé Cienfuegos, Obispo de Mondoñedo; en
1HH5 por el ministro y después Presidente del Consejo Sr. Conde
de Toreno; en 1836 por el Sr. Valdés Busto, presentado para el
Obispado deTarazóna; en 1838 por los Sres. Món y Héctor Mata
Vigil, ministro* de Hacienda y de Gracia y Justicia; en 1841 por
el divino Arguelles, elevado á la Regia tutoría; en 1844 por Pi-
'il Archivo de l.i L"n¡vcr-»i l.td.— Cl;tu>iro; de -í y iS do Avr ><1»i tic 1677, 'Je >(> de Orii.'ue
*'■* 1*78, 4 de Ago-ao de 18S0 íL 15 de Julio y 20 d; S;,. Sembré de i'-'^.z >' 4 de Ag j>to de 1^4.
Li Academia de Jurisprudencia celebro vel.1d.1s e.i 1) ;ior de 1-is celebres poetas Zorrilla y
Ku¡/ Aguilera.
da I (D. Pedro José), ministro, y después en oirás ocasione!
también por el St\ Uón; en iK5í ai General Duque de S
guclt cuando el movimiento polílieo de aquel año; en 1
los Sres, Posada, Herrera y Fernández Negrete como en oi
fechas en que fueron Consejeros de la Corona; en este mis
ano por el ex-Reetor Sr+ Alvares Arenas, nombrado Coi
ponente de Instrucción pública, & quien el Claustro oír
recuerdo de intimo afecto un bastón de mando (1), ntimmne:
aquellos exteriores acuerdos de alegría y satisfacción unjveí
fueron reemplazados por expresivos telegramas y cartas dp enJ
rabuena a los antiguos alumnos y distinguidos acunan*
cados en los primeros cargos del Estado y de Ja Iglesia, i
los Srcsr Lnzcoili, Lorenzana, Barzanallanas, Pedregal. Toreí
Ruíz Gomes, Tidal (A), Sánchez Bastillo, Marqués de Pida I, M
qnés de Te verga, S.nárez Inclau (L*. K. y D, F.), obispos Güi
sola, etc., etc.
La concesión de grados honorarios de doctor fue Lambí
acordada en la püsada centuria- En 1815 se otorgó el doctoral
en Cánones al Consejero D. José Hcvt¡) y Noi
título é insignias ana comisión dr Doctores, I<
lello y Fernández San Miguel que á la sazón estaban en Madri
en 1H21 se desestimó, como desusada, una propuesta es< olar j
diendo la elevación al doctorado del Sr Plores Jotrada, y
Claustro acordó otra suya otorgando al gran economista el do
torado de ambos Derechos en atención *á sus servicios, cienci
patriotismo y padecimientos» (2). El regreso de D, Agustín A
güolles si la tierra nativa, después de tanl de auseí;
tantos lauros en la tribuna gaditana, de tantas persecuciones
sufrimientos y de tantos méritos en el regio consejo, fué oí
itj Archivo de L» Viiíversidad. — Claustro» de si de Diclrrid i
Abril de 1807, ia de Octubre de iSoS. iz de Üutubft de i^i?: 73 de F«bi
lo y 18 de Nnvícmbre de iéSi$; 10 de Noviembre de iBj^ 13 de ft*ar*ú *
E3 de Mano de 1834; 16 de AUil de iB>6; jo de Fnero, jo m
i8>B; ?7 de Juli" y 28 de Agüito de 1841; o de Mayo de 1044; *& de Abril de t
hrc de i$¿3; y en crtnu ocaiÍo<t<e* por carta* y oh.
. 1 ] c >í de \i-- inten
ttti CMoatro ile La Facultad de Derecho dt- 1- de ÍlLuto de i&ía>
al pe;, - rornnncióo de4 »ran poela Laft>poamor, gloria de A»'-
Ar:imburu »e iiiri.i;M. ^ 11 i:v^m>i\ .. vin.i ..i ejt mihísiro Sr, Romen. I
nl*i Vj á propuesta u ordo 3,i relebratíotí dt nurt gi
:. en le ünivetíidad a la iiue *c invierta al cfleísre hijo de Navia y al 5-.
vcrtUirl
líthjva .:t : I —Claustro de 17 de Enera d*
— Mm U*í veces he pedida eti libro- y pcHi
11 Klérer Bitmdj, r.hid;ido* en d £*»< 1 terki -
— 241 —
de memorables acuerdos universitarios en 1822 cuando el Arísli-
des español llegó á Oviedo. Mejor que en la concisa relación del
libro claustral se refiere esta investidura en notable libro bio-
gráfico:
«Se distinguió la Universidad en obsequio del Sr. Arguelles.
Pasó una diputación de su seno á felicitarle, y aquella misma
nocho celebró claustro pleno en casa del Rector, donde se acor-
dó inferirle el grado de doctoren ambos Derechos, lo mismo que
úl los Sres. D. Francisco Martínez Marina y D. Lorenzo Rivera,
diputados á cortes de 1820 y 1821, al Sr. D. José Canga Argue-
lles, ex-ministró, nombrado para la de 1822 y 1823, y al Sr. don
Manuel María Acevedo, jefe político de la provincia. Al Sr. Conde
de Toreno se le confirió el grado de Doctor en Leyes.
»Una diputación pasóá comunicar lo acordado á D. Agus-
tín y al Jefe político que eran los solos, que se hallaban en Ovie-
do, por si gustaban recibir el grado con la pompa y ceremonia
acostumbradas. Mas los interesados contestaron: que, agrade-
ciendo infinito la honra que les hacia el Claustro de la Universi-
dad, esperaban se les dispensase de recibir el grado con la so-
lemnidad del caso, añadiendo Arguelles: que tendría gran satis-
facción el presentarse al Claustro privadamente, si posible fuera.
» Accediendo este á sus deseos se reunió, en efecto, al día
siguiente; y habiendo mandado una diputación de cuatro indivi-
duos de su seno salir á recibir á los Sres. Arguelles y Acevedo, se
presentaron estos, y el Rector les puso en la posesión de su gra-
do de Doctores. Concluido el acto, sentáronse entre los Decanos,
se dirigieron las arengas y hubo los abrazos, que en tales casos
se acostumbran.
«Terminado el acto, bajaron todos los doctores á la cátedra
de Vísperas, ocupada ya por una numerosa y escogida concu-
rrencia. Gozoso Arguelles y lleno de emoción, al verse rodeado
de tantos amigos y antiguos condiscípulos, les dirigió la palabra
y en un breve discurso, recordó que en aquellas aulas había pa-
sado sus mejores años. Haciendo una reseña de los trastornos
que había experimentado desde aquellos tiempos la nación, en-
careció las ventajas que resultaban de la libertad bien entendida
y de la puntual y exacta obediencia déla Constitución política
de la Monarquía; concluyendo por exhortar á la juventud á que
— 2^2 —
aprovechando la nueva era que abría al sabe) ma líber
se dedicase incesantemente al estudio para & din útil
SU pütri:i
Tomó la palabra para contestarle 0. Tomás Joaquín !
da. cursante en Jurisprudencia; le felicitó en nombre de s
compañeros, y felicito no menos al país por aer cuna del I
cu de la libertad; Con cuyas palabras terminó la eeremor
liendo de la Universidad Arguelle* y el Jefe político entre infii
Los aplausos con un lucido acompañamiento, que les coa do jo
su casa* (1)
Kn glorificación de otro doctor esclarecido también ton
Claustro parte activa. En 1810 y 1861 intervino en el expedie
le de beatificación del famoso P, Cádiz, y ¡se asoció á la soleuin
dad religiosa del Cabildo Catedral en 1894 cuando el virtuoso
elocuente capuchino Eaé canonizado porS, S< Le<>n XIII (1 u
De igual malicia, en días de luto mostróse la Universida
abatida y apenada cuando la muerte Je arrebataba a sus liíj*3
preclaros y favorecedoi
En 1802 falleció el egregio Conde de Campo manea fi «juie
la Escuela debió su reforma con generosos alientos en 177'
otras ocasiones; que tuvo para su progreso y el adelanto d
maestros y alomóos el amor de un padre diligentísimo; y<j»
miraba á estas aulas como »cosa suya», según repelí;:
misionados de la Provincia y del Claustro enviados
Auus hacia <|ue el famoso lujode Tinco arrastraba vida oscura 1
retirada, debilitado en sus antiguas energías y muy comp!a<
con el satélite que entonces brillaba en los consejos y hasta ei
la Cámara de los reyes ¡pero su muerte revivió aletargados sentí
miento* de gratitud en corazones asturianos, y la corporactáj
universitaria le dedicó suntuosos funerales á la manera de lo;
i
- I .i IjttidAtorin <i.:l 1 1 1 ; r si i r
Cljiüütms <fe i.o> ti y 12 «le Febrero de 1S31. Kn 1
IX Agustín Arfftelle* pudiera ^er elector en Madrid, ya que |jitr ~u \<
1,7 *c le otiíidió uu precióte LÍluia, qi
galanJu mi nouihk- uil.i-: iiciitírifico y remitiendo con c&pre»ivn dedicatoria un rjetm
, . n hUtiiricodc La Refoim* coniUtucíím&l ,
■Hiuoñ* iJt.i levanta quemo, jucr» y t* Efpa&a*, [I
y 35 di: Junio tic l8)0),
FJ - U.iMin dal
madre, poi hahei
kr írnluiIVC y |c
de .•c,• de J11I
— 243-
del Obispo Pisador», colgando de negro toda la capilla, vistiendo
lo? doctores las insignias de luto, doblando las campanas en va-
rios días y oficiando en la fúnebre misa los doctores mas distin-
guidos: el limo. Sr. D. José Palacios, del consejo de S M., digni-
dad en la Catedral y Provisor de la diócesis con los canónigos
I). José Agustín de Lago, magistral, y D. Sebastián de Cosió (1).
En 1811, entre el fragor de la guerra y el desconcierto pro-
vincial, una vez más injustamente perseguido el célebre Jovella-
nos, arrojado por la tempestad de los mares y la tormenta polí-
tica, murió en el pequeño pueblo de Puerto de Vega cerca de
Xavia,y tuvo allí los primeros funerales y sepultura provisional; á
las exequias y sepelio concurrió en nombre de la Junta Sobera-
na de Asturias, á la sazón en Castropol, su vocal el Doctor Ca-
nella, catedrático de la Universidad, especialmente con este
carácter, á más de la amistad que había tenido al virtuoso pa-
tricio. Cerradas Escuela y Capilla (convertidas en cuartel y
almacenes) en 1812 y disperso el Claustro, su representación
más numerosa concurrió después á los funerales dispuestos en
sufragio del sapientísimo asturiano en la ovetense Iglesia cate-
dral (2).
En repetidos acuerdos, ultimados en 1828, la Corporación
dispuso exequias por el generoso hijo y protector de la Univer-
sidad el Regente del Reino Sr. Pérez Villamil, recordando el
amor que le tuviera en vida y el desprendimiento con que la fa-
voreció en muerte (3); en el mismo año por el Consejero Torres
Cónsul y el Dr. Venayas, también benéficos para la casa Uni-
versitaria y su Riblioteca (4); en 1836 por el Doctor Rivera (5);
y en 1866 por el primer Marqués de Pidal, el reformador de la
Instrucción pública española (6).
'ij Archivo de la Universidad.— Claustros de 22 dz Mayo, 18 de Noviembre y 1 y a de
I)¡ciembre de 180?.
(2) Archivo de la Universidad. — Claustro de 9 de Febrero de 18 r 2.
(3) Id. id.— Claustros de 1." de Mar/o de 1824 y 24 de Octubre y 12 de Diciembre de
i8í3.
Vcáse • Discurso que en las solemnes exequias de la Real Universidad de Oviedo, á la memo-
ria de su bienhechor el excelentísimo Sr. D. Juan Pérez Villamil, fundador de una cátedra de
Religión en la misma, dixo el R. I'. M. Fr. Manuel de Caso, catedrático de Teología y moderan-
te de Oratoria* —Con licencias necesarias. — Oviedo en la oficina de la viuda de Prieto. — 1829.
(4) Archivo de la Universidad. — Claustros de 15 y 26 de Marro de 1828
(5» Id. id.— Claustro de 26 de Agosto tle 1836.
• 6) id. id.— En 6 de Febrero de 1866 se celebraron suntuoso* funerales por el Dr. D. Pe-
dro José Pidal y la Exenta. Sra. Marquesa viudi de Pidal dirigió al Claustro muy sentida carta
de gtatitud.
— 244 —
Las rutas claustrales registran igualmente más fúneb»
iierdoq.
Eo 1sí:í para traer a la Capilla de la Universidad lo-
ni. átales del célebre P. Feijóo, que yacen en la ex-lgtesifl
cal de San Vicente, hoy parroquial de la Corte, iniciando Mf
de un panteón académico, que algunos quieren iniciar,
lauto fuera posible, con H traslade a Oviedo del bellísimí I
mentó de Salas doné el fundador esclarecido Ar/
Inquisidor Valdés; en 18Sít ofreciendo homenaje funerario, de
j capilla, cuando la traslación á Oviedo de lOa rest
Obispo del Ton-Kin, V. Fr, Melchor Sampedro* el proto-mart
asturiano, que antea habia recibido en llareelona poi
de sus doctores Luanco, Bas, Rubio, Torl Lie. Rodi
Latin; en 1890 cuando se trató de análoga traslación icn qn
debe inaistírse) délas cencas del doctísimo Martínez Marín:
que descansa en Zai , en 1894 ordenando en sufragi
riel asturiano Cardenal arzobispo Vr. Zeferino González ew
quias solemnísimas y otro acuerdo para imprimir especial pübl
cacion, que no pudo realizarse (1).
Casi de ayer fueron análogas disposiciones. También en 1891
falleció el reputado catedrático D. Guillermo Estrada VHlai
notorio por su sabiduría en la cátedra, en la tribuna ven la
sa, varón di stinado & prominentes cargos y lucimiento, si su txst
deslía no lo hubiera estorbado. Profesábamosie Olíal cariño lo
compa ñeros, muchos antiguos discípulos, y cuando su pcrdid;
sen t lilísima se lomaron amorosos acuerdos en honra mcrecidí
desús despojos, y llegando también al Parlamento y al Trono ei
Earor de SU familia í2)< No mucho después, en 1901, su
Claustro otra pérdida de gran valia con la prematura muerli
del profesor D, Leopoldo G, Alas, inteligencia poderosa,
de las plumas más prestigiosas de la España del siglo xix
Maestro de profundo espíritu pedagógico, ora nial, EIÓso
fo y economista, severo crítico en todos los géneros literarios
que avasallaba con dilatado saber, novelista y periodista rncnh
simo, que lodo ésto y mus fué el célebre Clarín, ornamento di
it] Aíeíiivii de la Univpriifi^d— Cliuitfii* de a a de Noviembre de 1&43; »j-r
»j d. Íü¡ de i} de Mayo de i&qq; y de JO de N -.-i ii iiiIitc de tSf>4
fa) Archivo dt la ' Dkicmt/re de 1894 1 ti
-245-
la Universidad asturiana (1). A su duelo se asociaron enseguida
con telegramas y cartas las firmas mas notorias de la política, de
la enseñanza y de las letras; el entierro fué como una explosión
de dolor; el municipio ovetense, al que había pertenecido Alas,
propuso un monumento á la memoria del docto escritor y dio su
nombre ü la calle en que había vivido muchos años. El Claustro
colocó el retrato del ilustre miembro en la iconoteca; avivó con
gestiones la merecida concesión por las Cortes de una pensión
extraordinaria á la viuda é hijos; le dedicó el discurso inaugural
del curso siguiente y página especial en los «Anales Universita-
rios» con notables trabajos, donde el Decano Sr. tíuylla y el pro-
fesor Sr. Altamira revivieron la figura del malogrado polígrafo;
y, por último, compañeros y alumnos costearon rtiarmórea lápida
en la aula núm. 8, descubierta con expresiva solemnidad aca-
démica:
En esta cátedra explicó
el insigne maestro y publicista
Leopoldo Alas
1883— 1901
RECUERDO CARIÑOSO DE SUS DISCÍPULOS
Uno de los últimos discursos del inolvidable Leopoldo Alas
había sido en la solemne velada dispuesta por el Claustro, cuan-
do la muerte del gran poeta y pensador Campoamor, en el teatro
ovetense (que lleva el nombre del autor de la l)olorasy á pro-
puesta de Clarín) conmoviendo al público con la efusiva ora-
ción que entonces pronunció, recibida con nutridos aplausos
como las del Rector Sr. Aramburu y catedráticos Altamira y
Melquíades Al varez (2;.
Como se vé por las anteriores manifestaciones, la Universi-
dad de Oviedo procuró responder con gratitud y admiración á
los servicios y merecimientos de sus hijos. De manera más inde-
leble tomó nobles acuerdos en 1867, con la siguiente expresiva
lápida de reconocimiento, que puso en el vestíbulo, dedicada al
espléndido Fundador y al animoso Deán Asiego, que aseguró la
(t) Archivo de la Universidad. — Claustros de 26 de Noviembre de 1901 y 28 de Febrero
de 1902.
—Anales de la Universidad de Oviedo. —(Oviedo 1902).
(2) Archivo de la Universidad.— Claustros de 15 y 21 de Febrero de 1901.
— 2\<% —
a fundacional; al P. Frijón, gloria de estas
protector Campomnnes:
!■_ O. W.
ÍMCSTM ADMoMM AfiCMlKPfóCOI
KERlilNAM"' VAlliFS i' l SAI, A?,
MrxíFRM jrují S STtí Di O Jt UN Atij \
JOAN NJ DE ASI,
t.ANt>L>KNTJÜ JAM IHV INSTITUÍ! STItKtfUO >
ÍIlt£DtCTO 1'EljOO,
KRROKi II l N K GRASSAKIITíM |)RP
AIMAH VEHI'I Al ls « C'LTtUtl II
ii KKQ1 i LriÉSACtlS I. L herís MtUlTO KACiSTBO,
COlfl M DJ
t-rltjentj Kfct;ii PATRUQI i rulIS VINDIC1
DISCIPLINA 1UH Al* si KM UN I *Qi B fcl>AI CLORI
A»! UIA 0
INT1
HOC Musiwiks M \J il'i I
i \ Li
\ máa aspira el Claustro, haciendo suya la obligación de .
tniiíis á la gratísima memoria del Arzobispo de Sevilla, ¡mpul
dov de la cultura provincial y dispensador aquí y en i
nea de múltiples beneficios v obi El antiguo proyecto
mas adecuado recuerdo estatua rr ib al magnifico Prelado Fon<
dor. es de esperar que se realice ahora por el ¡ni ntusi
nvodei Rector Sr, Araraburu, habiéndose ya acudido á lo
Poderes del Estado y estando en estudio loa medios de
o! ciclado monumento al hijo insigne do Salas*
Los diputados asturianos I). Manuel Pedregal
0. Julián t ¡aria San Miguel, D. Ventura Ülavarriela, D.
ílro fcfon y Martínez, D. José Mana Gelleruelo, D. Alejan
ilal y Món y el antiguo catedrático D, Matías Barrio y Süer pj
sentaron al Congreso en 6 de Junio de 1894 un proyecto
en que «asociándose al noble pensamiento riel Rector j Profeí
res de la Universidad ele Oviedo, que se proponen erigir un bus
colosal ni fundador de aquella ilustre Escuela* en el centro d
edificio, construido á sus expensas, pedían la concesión del bro
ce necesario- En sesión del día 12 apoyó la [imposición i
Pedregal, qnfe fué nombrado para la comisión informadora (
Unión de los dichos diputados Srcs. Barrio, Món y San
con loa Srea D. Rafael Prieto y D* Faustino Rodriguen San P
dro; al dictamen, fecha del día 25, se presentó una enmienda i
[os diputados I), Félix Suárez Inclán, IX José lióme/ Pelayí
— 247 —
D. Julián Suárez Inclán, D. Ferhando Ceballos, D. Manuel Iranzo
Benedicto, D. Emilio Díaz Moreu y D. Alfonso Flórez, para que
el busto del fundador fuese colocado en la Plaza de Riego de
Oviedo, cerca de la Universidad; el Congreso aprobó el proyecto
primitivo en 15 de Febrero de 1895 y fué remitido al Senado.
La alta Cámara nombró tres días después la comisión dictami-
nado ra, compuesta por los senadores Sres. D. José García Bar-
zanallana, presidente, D. Manuel González Longoria, D. Fermin
Hernández Iglesia, D. José de la Torre Villanueva y D. Plácido
Jove Hevia, vizconde de Campo-Grande, secretario, que presen-
taron dictamen favorable el día 20, aprobando sin debate el 22
y votado definitivamente el 23 de Febrero. En su virtud se pro-
mulgó la siguiente ley:
DON ALFONSO XIII, por !a gracia de Dios y la Constitución Rey de Es-
paña, y en su nombre y durante su menor edad la Reina Regente del Reino;
A todos ios que la presente vieren y entendieren; sabed: que las Cortes han
decretado y nos sancionado lo siguiente:
Artículo i.° Se concede á la Universidad de Oviedo el bronce necesario
para fundir un busto semicolosal del fundador Sr. D. Fernando Valdés, que se
habrá de colocar en el centro del edificio construido á sus expensas y destinado
ala enseñanza universitaria.
Artículo 2.° £1 Sr. Ministro de la Guerra señalará la cantidad de bronce
que se haya de extraer de una de las fábricas del Estado para cumplir lo dis-
puesto en el artículo precedente.
Por tanto;
Mandamos á todos los Tribunales, Justicias, Jefes, Gobernadores y demás
Autoridades, así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier clase y dig-
nidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente ley en todas
sus partes.
Dado en Palacio á veinticinco de Marzo de mil ochocientos noventa y cinco.
-YO LA REINA REGENTE.— El Presidente del Consejo de Ministros, Anto-
nio Cánovas del Castillo.
Una comisión universitaria tiene á su cargo cuanto se refiera
á este asunto (1) y es de esperar que, al celebrarse el ya próxi-
mo tercer centenario de la Universidad se levante la debida es-
tatua del Arzobispo Valdés en el centro de la casa por él ofre-
cida á la cultura de su patria.
Y avanzando en relación de más noticias y manifestaciones
universitarias, es ocasión de consignar ahora la presencia de
íx) Archivo de la Universidad.— Claustro de «o de Abril de 1895 constituyendo la Comi-
sión especial los catedráticos Sres. Buylla, Jove y el autor de esta Historia.
17
— 24S —
nuestra Escuela y su participación en determinados actos
coa y sucesos memorables como en Exposiciones, Congrí
Asambleas diferentes, fiestas de Centenarios v Certámenes
tifico-Ülerarios, celebrados dentro y fuera de España
En 1877 hubo en Lugo de Galicia una Exposición 1 1
su Junta organizadora acordó que en el Jurado calificador
ra representación la Universidad asturiana; yt d este efect
nombrado por el Claustro el Dr. D. Pedro U, Rodríguez V
antiguo catedrático de Teología y, ala sazón, Dignidad de
lia S< I. Catedral, Cuando los Concursos universales de Pai
isTs y 1900 acudió nuestra Universidad enviando libros y I
¡os de los ceñiros del Distrito, imprimiendo eo la primera
un catálogo explicativo en lenguas castellana, francesa, ingl
alemana, y donó después la cnlerru-n bibliográfica A las B
tecas nacional de Francia y de la Facultad de Derecho de I
que en lisonjeras frases mencionaron tal obsequio en «Ú
monas. A la primera Exposición Universal de España, celet
en Barcelona en 1888, enviaron igualmente sus libros los
dráticos ovetenses, que obtuvieron medallas de plata y bror
por ultimo, la Universidad reunió publicaciones y elemento
dagúgicos de los Establecimientos de Oviedo y León,
exhibidos en la memorable Exposición regional át
1899, mereciendo especial diploma (1),
Los Congresos americanistas de Madrid en Irttft y de Hi
en 1898 designaron por su delegado en Asturias al aulor «
presente Historia; para el Congreso Jurídico dispi
en 1886 por la Real Academia matritense de Legisle
risprudencia, el Claustro ovetense eligió por sus represento
¿ los catedráticos Sr, Barrio y a quien escribí
Lerviniendü los dos en aquellos trabajos y votaciones; y de
manera intervinieron en el Congreso pedagógico híspano p
gucs americano de 1892, en Madrid, los profesores S:
sada y Sela corno el Sr. Hiles en análoga Asamblea ei
leraria, que se celebraron á la sazón conmemorando el dése
miento de América por los españoles, En la primera cong
fcl Archivo tk la UflivenUlnd — Uia«i mlw« Y •» de Diciembre
de i? de relwero y i \ de Bfayo d* = »d de io de Abril J.
VtUt el folíelo:— «El Oiwrito uní vertftaño de Ovkdo tn u K*.
en rig» Halieto* Históricas y Catálogo., [Oviedo. Est, tip* de A+ Brid, f$gg,
— 249 —
ción se discutió el tema «Modos como pueden contribuir las
Universidades á la cultura general» y por unanimidad fué apro-
bada la ponencia del Sr. Sela (1). No fué posible enviar repre-
sentación personal al Congreso internacional de la Enseñanza
superior, reunido en París en Julio de 1900, mas el ovetense
Rector Sr. Aramburu figuró entre los Vicepresidentes y en se-
sión pública fueron leídos trabajos de sus profesores sobre las
modernas instituciones complementarias de nuestra Universi-
dad. Al reciente Congreso económico social ibero-americano, ce-
lebrado en Madrid en 1900, concurrió la Universidad; el Rector
Sr. Aramburu fué también designado como uno de los Vicepre-
sidentes de la Asamblea; el Sr. Alas lo fué de la sección de Le-
tras y Artes y quien esto refiere de la de Jurisprudencia y Legis-
lación, mientras otros colegas tomaban parte activa en propo-
siciones, ponencias y comisiones (2).
En honor del Rvmo. P. M. Feijóo, en 1876 se celebró un
certamen literario en Orense, conmemorando el segundo cente-
nario natalicio del polígrafo benedictino que, vivió, enseñó y
murió en Oviedo, á cuyo pueblo y Universidad tuvo por patria y
madre de adopción. El docto Jurado gallego otorgó valiosos pre-
mios á los autores de poesías en honor de Galicia y su preclaro
hijo y, después de varias dificultades, hubo empate respecto al
mérito y premio para el autor del mejor c Estudio critico de las
obras del R. P. M. Fray Benito Gerónimo Feijóoo. Acordó enton-
ces aquel tribunal encomendar el fallo al Claustro de la Univer-
sidad de Oviedo y aceptado por éste tan difícil encargo, no elu-
dible por la Corporación á que había pertenecido el sapientísi-
mo monje, eligió una comisión de su seno (Dres. Penzol Lavan-
dera, Alvarez de la Viña y Polo; Catedráticos, Fernández Cardín,
Vallina, Díaz-Ordoñez, Alvarez Araandi, Aramburu, Buylla, Ro-
dríguez Arango, Alvarez del Manzano y quien esto escribe), que
examinó en sesiones generales y parciales los dos Estudios críti-
cos, que le fueron remitidos, y propuso por mayoría de votos la
(*) Archivo de la Universidad.— Claustro de la Facultad de Derecho de »o de Septiembre
de 1 886 y general de 34 de Noviembre de 189a.
Véase el interesante libro:— * Congreso pedológico hispano portugués- americano, reunido
en Madrid en el mes de Octubre de 1892: Preliminares; actas; resúmenes». (Madrid, 1894).
(a» «Proposiciones que presentan al Congreso hispa no-americano algunos Catedráticos de
la Universidad de Oviedo». (Oviedo— 1900). Suscriben jos Sres. Aramburu, Buylla, Alas, Posa-
da, Jo ve, Sela, Altamira, Alvarez y el autor de esta Historia.
Vcáse «Anales de la Universidad de Oviedo». (Año I).— 1901; pág. 3897 siguientes.
adjudicación del accésit al trabajo, que después resultó ser c
de la insigne escritora D.1 Emilia Pardo Unzan 1 1 1.
Con inusitadas fiestas nacionales se celebró años despué
tercer centenario del inmortal Calderón de la Barca, glor
escena española; y para representar á la Universidad i
las solemnidades de Madrid, el Claustro designó ú los Si
José de Posada Herrera, D. Juan Alvares Lorenzunn, D, Mai
Pedregal y Cañedo, I). Estanislao Suórez Inclan, D. Julián Ga
San Miguel, D. Lorenzo Nicolás Quintana, D. Plácido
Hevia, D. Acisclo F* Vallin y D. Florencio Rodríguez Val
tos que basta citar el nombre para saber sus ü
míenlos.
Las fiestas de Oviedo fueron organizadas por los cátedra ti
de la universidad <* Instituto Sres, Campillo, Aramburu, Huy
Polo, Gómez y Quiroga con los redactores de la excelente i
Distü dt Asturias, y se verificaron en los días 21 y 25 J
de 1881- Una estudiantina clasica, á la usanza de los tiern]
calderonianos, recorrió la poblar ion tocando y canta mió
himno compuesto tul ¡toe: hubo velada animadísima en la L
versidad adornada con gusto y vestida de suntuosos tapices, i^
facilitó la casa condal de Nava; se otorgaron premios a los au
res laureados en temas anunciados por los Claustros de la D
versidad y del Instituto, Colegio de Abogados, Sociedad Ecoi
mica de Amigos del País, Academias de Bellas Artes y d< 1
lacjón y Jurisprudencia y Redacción de El Carbayüi
lemne sesión publica, que presidió el Héctor Sr. Salmean, í
coronado el busto del celebérrimo poeta por un coro de bella
mas niñas ovetenses (2),
Consagrando una vez más la gloria inmarcesible del gr
fil Archiva de la Ufttróttidíid,— Cláu*tit)t de $% de Octubre y at de Noviembre de t&ji
Seaioiíe* del jurad ■ Ovetense en j de Diciembre de iHjú, j.¿ d^ Enero y 5 de ]
— Memoria de la Universidad de Oviedo de itfH % 1S77.
-♦Kívcím del Certamen literario celebrado en Óreme el din 8 de Octubre de 1 ¡
de! R, t\ M. Kr. Benito 1 rfi Feífóo' lürenfe, 187?),
L¿ ntínórtA dd Tribu 1.1I ovetett*e4 en e¡ta o¿«*i 1
lia y el autor del nrctfrñie Ubro, ürapujo para el .. ■ . -,'..iili", tin
I») Aichivu de la Universidad — Clüu+troi de By u dt- Febrero, 23 y 25 de M ■
—El MUincíi cvij,iord¡n.T,r;o de la Rtvítta dt Aitnrtut publío
fasta - literarios dnpue*ttj* eon 1 ,1
poi d Sr. Campillo.— * Poeija Utín«> i*»r I,i...i«l..¡ — ■: • por QnLrog 1
por Alvarcí Amandi;- ifoc-iia- ten b-il.!- , t\ Cvn ■-■■>. El ■■:.■ ■'• i d* Cftl
i.., p \v. ,],,,- »Poc*U« per 1\ Carave*; — • Epíiodio militar
tSu taoesíl premiad*] pot ti barón de Obcrcad- lcíé asturiana de L
autut ■ &•*<
1 L Diputación provincial contribuyó á los gaste» de catas funcione.
-251-
Cristobal Colón en el cuarto centenario del maravilloso descu-
brimiento del Nuevo Mundo, España congregó en su capital y
corte á los hermanos pueblos latinos, mostrándoles entonces las
memorias y preseas de su obra civilizadora, en tiempos de sus
nunca vistos poderío y progreso, y reunió también en aquel re-
cinto á la representación de sus centros de enseñanza y cultura.
;<)uién dijera entonces que pocos años después, en contra de la
nación generosa y, como ninguna, fecunda madre, habían de
concitarse la ingratitud, la injusticia y la fuerza para despojarla
del resto de aquel imperio por ella colonizado y engrandeci-
do....! Precedida de sus maceros y bedeles y del pendón univer-
sitario, á Madrid acudió en 1892 la Universidad asturiana por
comisión de sus alumnos y de los mencionados profesores seño-
res G. Posada, Sela y Giles para fraternizar con sus hermanos
de España, Portugal y América (1).
Y últimamente en ocasión de celebrar la Universidad de Va-
lencia el también centenario cuarto de su definitiva organización
(después de los primitivos Estudios dispuestos por el Rey Jaime,
el Obispo Gastón y los Jurados) la Escuela ovetense concurrió á
las fraternales fiestas, celebradas en la ciudad de las flores, y á
su memorable Asamblea universitaria. Para ello comisionó á los
catedráticos Sres. Sela y Alvarez (D. Melquíades) extendiendo la
representación á los profesores valentinos Sres. Soler, Calabuig
vGestoso, que antes lo habían sido en Oviedo (2). El Sr. Alvarez,
gloria ya de la tribuna española, pronunció allí elocuentísimo
discurso abrillantando con esmaltes y cambiantes de su pala-
bra los ideales de la moderna Enseñanza, y el Sr. Sela fué po-
nente con su reconocida autoridad pedagógica del tema 1.°, dis-
cutido por aquel Congreso académico, para determinar el «fin y
organización de las Universidades» votándose con unanimidad
las siguientes conclusiones por él propuestas (3):
Ia Las Universidades deben proponerse:
A). El cultivo de la ciencia pura por medio de la más alta y desinteresada
<0 Archivo de la Universidad. — Claustro de 24 de Noviembre de 1893.
b) Id. ¡d. de 1 de Octubre y 8 de Noviembre de 190a. Se acordó la impresión de la ra-
lada ponencia del Sr. Sela.
íjí «Conclusiones aprobad is por la Asamblea Universitaria celebrada en Valencia en los
iUv 17 al 31 de Octubre de 1902» (Valencia — Est. tip. Domcnechí.— Fué también ponente el
Sr. Torres Campo», catedrático de Granada
-•Asamblea Universitaria de Valencia. — Octubre de 190a — Tema i.°: Fin y organización
¿«jas Universidades, ponencia leida por D. Aniceto Sela, catedrático de la Universidad de
Vtáedo». ^Oviedo. — Imp La Económica).
— 252 —
investigación» siguiendo de cerca el movimiento científico del m
tomando parte activa en el.
£)> La preparación de los alumnos para el desempeño de las pro íes*
correspondientes á las Facultades y las Escuelas especiales.
Cjt La elevación del nivel moral é intelectual det paft, por medio 4
educación completa de los alumnos, que han de constituirse en fieles conü
dores de la o Vira universitaria; por la difusión de lo miento* de im
gación y de la cultura general entre los que no pueden concurrir á la
por su concurso en todas las empresas de acción social.
2É* Se organizarán sobre las siguientes bases:
A\* Formarán parte de la Universidad torfts las Facultades y I\
peciales del orden civil consagradas ¡i la enseñanza llamada superior.
Bj, Serán personas jurídicas á los efectos del Código civil.
C). Se les concederá autonomía para el régimen de su vida propia, ci
científico y en lo económico, bajo h inspección del EsUdo, gobernándose po
Asamblea universitaria, en que tendrán particqiacton lo» estudiantes; el Ciíu
general, compuesto de los profesores y los doctores adventos, mediante cíe
condiciones; las Juntas de profesores de cada Facultad ó Escuela, y el Con
universitario; eligiendo las autoridades académicas ti interviniendo en U ciec<
de los profesores,
D). Las Facultarles y Escuelas e>pecíaL"i que constituyen la (Jai vertí
serán personas jurídicas á los efectos del Código civil, en eui
asuntos; se regirán por sus Juntas de profesores y s« decano ó director, y gt
rán de autonomía dentro de la organización general de las Universidad*:* y
bordinadas á ella,
E). Mantendrán relaciones directa* con lo* demii grados y órdenes di
enseñanza,
Los Certámenes poéticos que, bajo los auspicios u con la
lervención principal de la Universidad, se celebraron en el s¡(
xvii, no se repitieron en la siguiente centuria, aunque en pri^
do concurso se eligieron las loas y odas para las fiestas di
pomanes y Jovellanos, En el último tercio del siglo pas
surgieron en Oviedo y provincia Juegos llórales y Certamen
científico-literarios, y, sí no las dispuso el Claustro Universitar
á ellas contribuyó, ya por sus miembros, como justadores, ó
por acuerdos oliciales tomando activa parte en los intelectual
concursos y señalando al efecto temas y premios suy
Al llamamiento de la academia «Juventud Católica», en 1S1
acudieron y fueron laureados los Sres. Jo ve y Alvarez Aman
como en 1872 los Sres. Aramburu y Jove, que no mache di
pnés obtuvieron cátedra en nuestra Escuela, Referido queda
Certamen poético y científico-literario dispuesto pur la fnirer
— 253-
lad en 1881 cuando el centenario del insigne autor de «La vida
^s sueño» ; y en diferentes años en que, para las fiestas ovetenses
de San Mateo, organizó desde 1883 iguales concursos la Socie-
dad económica de Amigos del País, el Claustro se asoció á la no-
ble contienda. En el primer año ofreció su galardón al mejor
«Estudio biográlico-crítico de los Jurisconsultos de Asturias»),
obteniendo el premio el erudito historiador provincial D. Máxi-
mo Fuentes Acevedo, uno de los primeros nombres de la litera-
tura del Principado; y, anunciado premio en otros años para re-
compensar un trabajo con «Examen histórico-crítico del derecho
municipal asturiano», quedó desierto el concurso á tema tan im-
portante. Cuando en 1891 se levantó en Gijón por suscripción
nacional la estatua, tantos años debida al autor del («Informe so-
bre la Lev agraria», entre otros actos y fiestas solemnísimas fué
muy principal el certamen poético y científico-literario á que se
asociaron y contribuyeron los mas ilustres centros académicos de
España, señalando temas y otorgando premios, como lo hizo la
Universidad asturiana en justo honor á su hijo y doctor esclare-
cido. Quedó, por desgracia, desierto el tema claustral: «Breve
Memoria acerca de las ideas y criterio de Jovellanos en la orga-
nización de los estudios universitarios, particularmente en sus
Facultades de Leyes y Cánones» (1). En los juegos .florales dis-
puestos por el Ayuntamiento de Oviedo para sus fiestas de Sep-
tiembre de 1900 y 1901, en el primero fué elocuente mantene-
dor el Rector Sr. Aramburu, alcanzando la flor natural en una y
otra fecha dos alumnos muy distinguidos de nuestra escuela: en
aquella D. Bernardo Acevedo, que por otras obras y lauros repe-
tidos en iguales juntas es ya «Maestre en Gay Saber»; y en la
última el catedrático D. Armando Miranda y Palacio, vate de
inspiración delicadísima (2). También el Claustro ha intervenido
principalmente en recientes certámenes de la «Unión Escolar».
Otra exteriorización importantísima de nuestra Universidad
(ij Archivo de la Universidad- — Claustros de 8 y xi de Febrero y 73 y 7$ de Mayo de
1S81; de 18 de Junio y 23 de Septiembre de 1883.— (Claustros de la Facultad de Derecho de ao
teXbñl de 1887 y 10 de Abril de 1 888. —(Claustro general de 10 de Enero de 1891.
(ai [Triste coincidencia! Cuando se imprimen estas líneas, llega hasta mi la dolorosa noti-
cia de la muerte de este fraternal compañero en ya lejanos y juveniles años, asi en las aulas
universitarias como en periódicos ovetenses. En el cementerio de Lugo de Galicia, duerme el
sueño eterno mi querido Armando, el inspirado poeta asturiano, enamorado fideli-imo de la fie-
rrina, autor de la oda hermosa A la Torre de la Catedral de Oviedo, que mereció el pensa-
miento de oro en 1901, cuando tuvo para mi hogat y para mí, favor, honra y cariño inolvida-
H«. E, P. D.
— 254-
eslá en las relaciones, que inició y procura sostener con las he
manas Universidades hispanoamericanas, así como con le
principales centros docentes de Europa.
Este antiguo pensamiento, que tuve el honor de manifestí
en diferentes ocasiones, tomó cuerpo y efectividad á propues
del catedrático Sr+ G. Posada en 1900 secundado por el señ(
Altamira, y fué desenvuelto por dichos señores, Rector Sr. Arar
buru y Decano Sr. Huylla en comisión de que también forra
parte. En su virtud, se redactaron expresivas comunicaciones
circulares á las Escuelas americanas y á las Colonias españole
de los Estados hisnano-americanos; á las primeras, para establ
cer una relación cada vez más íntima entre la madre España
los pueblos, que antes fueron sus virreinatos y gobiernos coí<
niales, saludando i sus establecimientos de enseñanza superic
en nombre do la comunidad de raza y fraternidad intelectua
ofreciéndose á ellas para el planteamiento de un cambio efectiv
de servicios, como el de sus publicaciones corporativas de cí
rácter científico, impresión de una Revista en que figurasen la
firmas de los profesores de Oviedo y de sus colegas americano
etc.; y íi las segundas, pidiendo su concurso y auxilios para me
jor desenvolver, no ya solamente las enseñanzas oficiales, sin
las complementarias, creadas por el ovetense Claustro á fin d
ensanchar y extender los fines instructivos y educativos d
la moderna Tuiversidad, ya que no bastan los recursos de si
propio presupuesto. Solicitamos aquellos generosos auxilios
para destinarlos, como se dice en la carta, pura y exelusivamen
te á gastos materiales de las diversas fundaciones de la Univer
s?idad, tales corno compra de aparatos para las lecciones prácti
cas, y de libros, mapas fotográficos, etc.; instalación de gabrnc
les para investigaciones científicas y mejoramiento de los lo
cales que actualmente se utilizan al efecto; impresión de pro
gramas y lisias bibliográficas que se reparten gratis á los oyen
tes; excursiones con grupos de alumnos; viajes de profesores í
localidades distintas con el objeto de dar conferencias; publica
ción de una Revista de la Universidad (como la propuesta poi
el catedrático Sr. Jove y Bravo); y gratificaciones á especialista*
extranjeros ó nacionales, llamados para explicar cursos breves
sin que en ningún caso hayan de destinarse al pago del personal
-255 -
docente de Oviedo, que ha prestado hasta ahora y seguirá pres-
tando su esfuerzo de manera totalmente desinteresada (l).
Hay anuncios y esperanzas de persistente comunicación en-
tre la Universidad ovetense y las hispanas de la América, ya
manifiesta por cartas y envíos de las de Caracas, Lima, Cara-
baho, Asunción, Guatemala, Buenos Aires, México, Quito, Mon-
tevideo, Venezuela, Habana, etc.; así como los centros coloniales
de nuestros compatriotas, rauéstranse bien dispuestos en cartas
de D. Rafael Calzada, en la Argentina, y D. Telesforo García, en
la antigua Nueva España.
De i^ual manera ha procurado el Claustro la debida corres-
pondencia y relación con los centros universitarios del Extranje-
ro; y, unas veces solicitado y otras por propia iniciativa, no ha
perdido ocasión de mostrar al gran público los resultados de su
obra constante. Invitada nuestra Universidad á la conmemora-
ción del 8.° centenario de la de Bolonia en 1888, después al de
la de Edimburgo y últimamente al de Galileo en la de Padua, ha
estado representada en el primero por el profesor Sr. G. Posada
como antes en una de las fiestas que, al cerrar el curso, celebró la
anligua Universidad de Oxford, habiendo sido nuestros delega-
dos objeto de delicadísimas atenciones nunca bastante agrade-
cidas. Prueba de esta comunicación fraternal pedagógica son
las obras y publicaciones, que se reciben de aquellos doctos
centros de Lisboa, Coimbra, Oporto, París, Burdeos, Tolosa,
Atenas, Junsbruck, Praga, Pisa, Padua, Genova, Berlín, Was-
hington, Yedo, etc., á que se procura corresponder con las pu-
blicaciones asturianas (2). Ya la Universidad de hoy no puede
vivir aislada como la de ayer.
Son base principal en esta exteriorización de la de Oviedo,
los nuevos rumbos, que sigue ahora con interés constante y
ft ) Archivo de la Universidad.— Cláu$tros de 25 de Junio de 1900, x6 de Enero de 1001
y a8 de Febrero de 190a.
— Estas Circulares, de Julio de 1900 reproducidas en los Anales de li Universidad —
lOviedo-i9D3J fueron insertan de orden del Excina Sr. Ministro de Instrucción pública, en la
Gaceta de Madrid, precedidas de laudatoria R. O.
(a» Archivo de l.i U uversidatl.— Claustro* de la Facultad de Derecho de 10 de Abril y 25
de Septiembre de 1888 y de 24 de Noviembre de 1902.
— En la Memoria universitaria de Oviedo (1887-1888.' se publican los documentos relativos
al cenienario de la Universidad de Rolonia y de la asistencia del Sr. G Posada.
— Es ocasión de consignar aquí que por gestiones del Rector Sr. Aramburu, el Ministerio de
E>tado h.i concedido recientemente á nuestra Universidad una bec 1 en el Colegio e->|>.nV>l <Ie
San Clemente de Bolonia, fundado por el Cardenal Albornoz; y fué adjudicada al alumno don
Benito Buylla y Lozana (Claustro de 7 de Agosto de 1902}. De esta manera se renovó la presen-
cia de estudiantes ovetenses en la famosa Escuela italiana, efectiva en siglos anteriores.
— 256 —
creciente, saliendo de sus aulas y del círculo trazado al cuadro
de asignaturas oficiales para dilatar la enseñanza, lanío por lo
que toca á las materias, y atañe á maestros y discípulos, como por
lo que se refiere á otros fines pedagógicos.
Así surgieron las Instituciones complementarias organizadas
por el Claustro académico-ovetense.
La * Escuela práctica de Estudios jurídicos y sociales*
aneja á la Facultad de Derecho, fué creada en 1895 por acuerdo
del Claustro y aprobada por la Superioridad. Su organización
responde al tipo de los seminarios alemanes y de la *Ecole
pratiqíie deshautes etudes*, de Paris. Comprende tres secciones;
de Política y Sociología, de Cuestiones internacionales y de His-
toria del Derecho, dirigidas por Jos catedráticos Sres. Buy lia,
Posada, Sela y Altamira. En todas ellas y alternando en leccio-
nes semanales hacen los alumnos oficíales y libres trabajos de
investigación personal y de crítica, que Jes despiertan y adies-
tran en los procedimientos de la ciencia rigurosa. La «Escuela
práctica»? está formada por número limitado de estudiantes, que
asisten voluntariamente y voluntariamente trabajan en el estu-
dio de cuestiones histórico-jurídicas, económicas, sociológicas y
políticas, hacen examen crítico de libros y se ocupan también en
trabajos monográficos de obreros, según la Escuela de Le Play y
Maroussem. Es una institución complemento de la cátedra, que
no es lugar el mas adecuado para trabajos «especiales», repo-
sados y detenidos con procedimientos como el empleado en esta
Escuela. Sentados maestros y discípulos en la Biblioteca de la
Facultad de Derecho, uno de los profesores ó de los alumnos
inicia el trabajo con una exposición del tema, resumen del libro
ó articulo, é inmediatamente se conversa acerca de él con entera
familiaridad, procurando huir de todo dogmatismo, evacuando,
cuando sea posible, toda cita, teniendo á la vista mapas murales
y atlas, si el asunto lo requiere; encargando á éste ó aquél alum-
no las ampliaciones necesarias, la compulsa de tal ó cual docu-
mento, etc. De todas las reuniones redacta un alumno una rese-
ña, cuya lectura suele servir de punto de partida en tarca del
día inmediato (1).
(i) Véanse en Aituleí de ta r*twrrj¡idnd di Ovíeér* figos) niá*f¡otlctas dt? c*ta ¡ml¡tucii>u
¡mr d Sr. G. Picada, un dbcurso allí pronunciada per c\ Sr. Aranihuru y resumen de los jiriuci-
pales trabajos y monografías realizado* por la 'Escuda práctica'.
— 257 —
Las Colonias escolares de vacaciones, noble y útilísima
fundación del filántropo suizo Mr. Bion, fueron establecidas en
Oviedo desde 1895 para los alumnos de las escuelas primarias,
y aplicables á los universitarios, en el pueblo ó balneario de Sa-
linas, cerca de Aviles, (y se pretende extenderlas á lugares de
montaña), bajo la dirección de uno ó más profesores, sirviendo
de centro para excursiones por la provincia, rica en hermosos
paisajes llenos de frondosidad y de accidentes.
Estas Colonias, pensamiento y obra benéficos que encajan
perfectamente en la función social de la moderna Universidad,
están arraigados en los pueblos adelantados de Europa y han
sido difundidos en España por el Museo Pedagógico Nacional
que dirige el señor Cossío, dando ya en varias provincias los
mas satisfactorios resultados con objetivos médico y educador
en favor de niños y jóvenes, principalmente enfermizos y ne-
cesitados, entre la clase pobre. Durante un plazo mayor ó menor
según los casos y recursos, viven y gozan de vida libre, higié-
nica, con descanso y ejercicios compensados, baños, sana y
abundante alimentación, obteniéndose al fin de la temporada
beneficios evidentes en el estado fisiológico y moral de los colo-
nos, que viven bajo la dirección del maestro, porque la Co-
lonia viene á ser también como la prolongación de la Escuela
en días de recreo y esparcimiento especiales. Iniciaron entre
nosotros esta filantrópica empresa los profesores Sres. Buylla,
G. Posada y Sela, y enseguida la hizo suya el Claustro consti-
tuyendo una Junta de Colonias escolares de que forman parte
el Rector, Vice-Rector, varios catedráticos, los representantes
de la Diputación provincial, Ayuntamiento, Obispado y magis-
terio público de Oviedo. El Director general de Instrucción pú-
blica Sr. Vincenti ayudó con una subvención de aquel departa-
mento, que han repetido los Ministros y Subsecretarios sucesi-
vos del ramo; otro tanto hicieron la Diputación provincial y el
Municipio ovetense; y así mismo contribuyen con una suscripción
anual profesores y particulares.
Designado como residencia el dicho pueblo de Salinas y al-
quilada la casa, se adquirió el ajuar por generoso adelanto del
entonces Secretario de la Universidad Sr. Gómez Calderón; fue-
ron elegidos los jóvenes colonos, de acuerdo con sus padres, y
— 258 —
reconocidos por ilustrados médicos, extendiéndose la hoja antro-
pológica de los niños. Tras de alegre viaje y después vida inuy
variada, todos los años se notan los mas satisfactorios resultados
físicos, intelectuales y morales, pudiendo nuestra empresa ser
comparada con las principales de España y otras del extranjero,
Mucho se debe ala atinada gestión de los Directores D* Juan
Antonio Fandiño y D. Adolfo Fernández Villaverde, distinguidos
maestros, que con amoroso celo vienen teniendo á su cargo las
expediciones <íe Oviedo, San Martín del Rey Aurelio, Langreo y
Laviana en Colonias hasta ahora marítimas, mas con proyectos
de realizar otras alpinas, como la ya iniciada por valiosos auxilia-
res de Gijón y Laviana á fin de llevar sus colonos á Arbas de
Pajares y Breza de Peñamayor. La Universidad üene el propó-
sito de levantar modesto edificio en la costa y otro en la monta*
ña para lo que se ha comenzado á reunir recursos como los ya
donados por la Real Compañía asturiana í>n Arnao de Castri-
llón (1). Fuera de desear ahora que á esta obra de caridad y de
regeneración contribuyeran y ayudaran todas las personas,
amantes del engrandecimiento de la patria, que es madre de
todos y le interesan mucho los pobres, los débiles y ios igno-
rantes.
Y en estos pensamientos de difundir la acción docente de la
Universidad para que la cátedra oficial no sea patrimonio exclu-
sivo de estudiantes matriculados, tomó cuerpo y surgió vigorosa
en Oviedo la principal institución, que divulga y dilata la ense-
ñanza, antes intentada en otras formas y lugares muy principal-
mente por los ovetenses catedráticos (2).
El Sr. Alas, recogiendo importantes consideraciones de la
oración inaugural del curso de 1898-99 leída por el Sr. Altamira,
y teniendo en cuenta los trabajos que en todas partes, fuera de
España, se realizan en favor de la cultura popular, propuso al
Claustro que emprendiese la obra útilísima de la llamada Ex-
tensión Universitaria. Apoyada por los Sres. Rector, Sela,
Mur y Altamira la moción del Sr. Alas, y aceptada por uuaiii-
íx) Véanse en Anales de la Universidad de Ovicda (íytn \ con indicaciones generales del
Sr. G. Posada y una interesante Memoria del Sr. Fandiño. E^ii pendiente de publicación de \m
del Sr. F. Villavcrde.
— Archivo de la Universidad.— Claustro de 17 de Febrero de 1895.
— Véase «Memoria universitaria de Oviedo» del curso de iBg&-gy.
(2) Veásc la nota de las páginas precedentes 304 y 205.
— 259-
midad, se discutió respecto del título que debía darse á estos
trabajos, prevaleciendo la idea de conservar aquel con que han
sido planteados en Inglaterra («University extensión»), en las
Universidades populares francesas, y adoptados en la mayor
parte de las naciones. A propuesta del Sr. Rector, se constituyó
la Junta especial de la Extensión de que formarían parte cuan-
tas personas de dentro ó de fuera de la Universidad cooperasen
á ella; y para organizar todos los trabajos primeros se nombró
una Comisión compuesta de los Sres. Buylla, Urios, Altamira é
Izquierdo y de quien esto escribe. Esta acordó enseguida invitar
á los Claustros del Seminario conciliar de esta Diócesis, del Ins-
tituto ovetense de Segunda Enseñanza y de las Escuelas Norma-
les, como á muchas personas de la capital y provincia, abogados,
sacerdotes, ingenieros, arquitectos, militares, médicos, maestros,
etc., etc., que por virtud de sus conocimientos y aptitudes, pue-
dan explicar conferencias, cursos breves, etc., dentro ó fuera de
la Universidad; y con las adhesiones de varios se formó el pro.
grama de las conferencias y enseñanzas del primer curso. Quien
redacta este libro tuvo la honra, á título de Vice-Rector, de inau-
gurar la Extensión Universitaria de Oviedo en 15 de Noviembre
de 1898, pronunciando con tal motivo breve discurso sobre la
importancia y utilidad de la nueva institución de cultura con sus
progresos en el Extranjero y los propósitos de ahora en Oviedo
ya que entonces no se pudo escuchar la elocuente palabra del
Rector Sr. Aramburu, ausente en Italia, como representante de
España en la Conferencia internacional antianarquista de Roma.
Reseñar ahora las conferencias de vulgarización de conoci-
mientos científicos, cursos de estudios superiores y breves, y tra-
bajos diferentes durante cinco años de nuestra Extensión univer-
sitaria, alargaría con exceso estas páginas ceñidas á rápidas noti-
cias. Baste indicar el variado cuadro de materias, el lugar de las
cátedras y los muchos profesores. Fueron las enseñanzas de His-
toria general y local, Arqueología, Música, Zoología, Cosmología,
Agricultura, Química, Higiene, Sociología, Filosofía, Arte de
construcción, Economía, Geografía y Viajes; Derecho, Matemáti-
cas, Moral, Industrias general y provincial, Biografía, Crítica,
Meteorología, Sanidad, Física, Micografía, Comercio, etc., etc.; —
hubo cátedras principalmente en la Universidad, por la noche,
— 2ÓO —
y, fuera de ella: en la Escuela de Artes y Oficios, Cámara d
Comercio é Industria, Centro Obrero de Oviedo y en el de Tn
bia; en el Instituto de Jovellanos (donde se ba organizado tan
bien la gijonesa Extensión universitaria en íntimo consorcio co
la ovetense) y en el Círculo Mercantil é Industrial, Centros Obn
ros y Centro de Sociedades Obreras, Casino federal, Asociació
musical, Colegio pericial mercantil, Ateneo Casino Obrero d
Gijón; en la Sociedad Obrera Industrial y Centros Obreros d
Aviles y Salinas; en el Ateneo-Casino Obrero y Centro Obrer
de la Felguera (Langreo); en los Círculos de Labradores y Arte
sanos y Republicano de Mieres; y en la Asociación de Defens;
y Fomento del Comercio y de la Industria de Fiilbao; — y fueroi
profesores los Sres. Altamira, Martín Ayuso, Pbro. Bayón, Ala:
(L.i, Fernández Echevarría, Fernández (M.), Mur, Sela, Redond<
(l. F\). Fusada, Clavería, Alvarez (M.), Aramburu, Labra, Rioja
Qchoa, Huylla (A., A. y B.), Jove, Rivera, Beltran, Aparicio
[Miro. Cejador, Torre, Orueta, Moliner, Gutiérrez (J. de A.), Entío.
Martínez, Alvarez Casariego (J.), Marqués de Valero de Urna,
Cabanas, Urios, Arias de Velasco, Adellac, Albornoz, Diz Tira-
do, Acebal, y el autor de este libro (1). En Gijón profesaron los
Sres. Orueta, Escalera CU.), Miranda, Andellac, Merediz, los cita-
dos caíedráticos de Oviedo y otras distinguidas personas de
aquella tan floreciente localidad. /
Las cátedras y conferencias fueron y son orales, así como
experimentales cuando el asunto y materia lo requieren. En este
punió, como los recursos son muy escasos, no fallaron colabora-
res que facilitaron aparatos y elementos para la mejor enseñan-
za, ya Centros corporativos como la Escuela de Capataces de
Minas de Mieres, el Colegio de PP. Jesuítas de Gijón, la Socie-
dad popular Ovetense, la Comisión provincial de Monumentos
históricos y artísticos, etc., ya particulares, como D. Domingo
Orueta, D. Policarpo Herrero, D. Plácido S. Bravo, D. Luis Mu-
ñí/ Miranda, D. Victorino Alvargonzález, etc.
f
íil Arcliivo de la Universidad.— Claustro de 15 de Octubre de 1898 y el libro de actos de
hi Junta »íe Extensión universitaria, redactadas por el Secretario Sr. Sela, á cuyo celo y trabajo
ínciifitableí tanto deben la organización y vida de la Institución.
Véanse en los Anales Universitarios sus notables «Memorias* de los cinco primeros cursos
de la /-li ■ffitstfot , redactadas por el mismo Profesor, que son modelos en esta clase de trabajos
y contienen ideas y consideraciones pedagógicas de verdadero espíritu práctico.
— Mein' iia de la Universidad de Oviedo del curso de 1898 á 1899.
— 2ÓI —
También se iniciaron Excursiones escolares, que han de
proporcionar ventajas; y ya se notan en las establecidas Faculta-
des de la Universidad para alumnos oficiales y se notarán en
cuantos á ellas quieran agregarse, porque á todos comprenden
los nuevos y prácticos métodos pedagógicos para vulgarización
de los conocimientos humanos y su experimentación (1). Son
aquellas «excursiones, que decía el Rector de la Escuela hispa-
lense Sr. Morís y Vallin, antiguo alumno de Oviedo, con exten-
sión amplísima, desde la visita al monumento artístico é históri-
co hasta la visita al taller, á la fábrica, á las obras de la indus-
tria, á los laboratorios, á los jardines, á los establecimientos
mercantiles y bancarios, á los establecimientos administrativos,
para apreciar en ellos de cerca su marcha y vida legal; á las bi-
bliotecas, los archivos y los museos, para estudiar el códice, el
monumento legislativo y el carácter y frutos de una escuela ar-
tística; al Instituto, á la Escuela especial, á la Normal y á la Es-
cuela primaria como medio de una verdadera y sólida ense-
ñanza ^.
Además de las lecciones explicadas en la Extensión uni-
versitaria, siguiendo la evolución de esta en todas partes, se
inauguraron en 1901 Clases populares, que podrán constituir
con el tiempo base de una modesta Universidad popular, sobre
el modelo de las extranjeras y especialmente de Francia. Son los
obreros quienes principalmente aprovechan esta creación; pero
sus puertas están abiertas á cuantos se inscriban sin distinción
de clase, sexo, ni posición social. Se diferencian de las confe-
rencias ante público anónimo, diferente y variable, porque es-
tas Clases tienen carácter más familiar, y así más educativo y
de mas permanente acción durante un curso entero, ó cursillos
sobre los mismos alumnos. En cuanto al programa de enseñan-
zas, se procuró en los dos años pasados no duplicar las estable-
cidas oficialmente en los Institutos generales y técnicos y se, Han
limitado á un primer grupo de materias, preferentemente lasque
no se estudian en otra parte, como Economía, Historia de la Ci-
vilización, Lengua y Literatura castellanas, Cosmografía, Cien-
(i) 'Recuérdese lo indicado en la pág. an.
— Anales de la' Universidad de Oviedo (ioot).— págs. 179 y siguientes.
— 2Ó2 —
cias Naturales, Educación cívica y Derecho Usual que explica
ron los Sres. Buylla (A.), Altamira, Beltrán, Buy lia (B ), Posad:
Jovo, Martínez y el redactor de esta Resena histórico univeí
sitaria.
De esta suerte pretende la Universidad recuperar y extende
su verdadera misión; abandona antigua vida estacionaría par
andar y llegar al corazón del país, lanzando en el á todos vier
tos semillas de cultura popular y de educación nacional (ya qu
el problema social es un problema de educación) y deja de se
mera oficina de enseñanza ó centro de confección de vano
títulos académicos. La Extensión universitaria será, faftf
ideas de libertad amplia, tolerancia y neutralidad doctrinales
noble desinterés, como extensa Universidad popular para edu
car al niño, enseñar al joven é instruir al adulto. Los obstáculo
son grandes mientras á la institución falten recursos y medio
materiales, entusiasmo más general, hábito y constancia en I;
asistencia y su encauce en las costumbres públicas. Fallan: di
arriba, los generosos protectores que se ven en otros países; di
en medio, más concurso y ayuda patrióticos; y de abajo, mayoi
esfuerzo y mas impaciencia populares por eí propio adelanta
miento. En Oviedo se han tocado y siguen tocándose algunas de
estas dificultades, ya personales, ya económicas, que lentamente
se van venciendo, sin que falten colaboradores generosos; perc
debieran venir muchos más y venir pronto.
Complemento de la Extensión en sus varias manifestaciones
es la publicidad de trabajos, como extractos y programas délas
conferencias, cátedras y prácticas. En parte se ha procurado
llenar este extremo, ya por resúmenes, que publican los principa-
les periódicos de la provincia, ya por lirada de hojas que se re-
parten al público; pero, como esto es dispendioso, falta no poco
por lograr para sostener en el pueblo una constante, viva, circu-
lante y propagadora serie de publicaciones universitarias, ade-
cuadas á su objeto de extensión popular de la cultura á senie^
janza de los syllabus extranjeros. El ensayo es deficiente, mas
no se olvide que la empresa está comenzando.
Hasta ahora la publicidad universitaria fué escasa bajo eJ
aspecto corporativo y se manifestó únicamente en ocasiones so-
lemnes, mas bien con finalidad histórica del momento que con
— 263 —
carácter pedagógico ó instructivo (1). Los discursos inaugúra-
les del curso son casi de ayer, pues fueron acordados de una
manera fija por el plan de 1825 con disposiciones para su im-
presión y circulación, encargándose primeramente á los Mode-
rantes de Oratoria y mas tarde por turno á todos los profesores;
después se ordenó la impresión de programas y su razonamien-
to, que cayó en desuso (2); durante algunos años hubo también
discursos de recepción, cuando los catedráticos ingresaban en
el Claustro, siendo contestados por otro compañero; el Regla-
mento general para la Administración y régimen de la Instruc-
ción pública dispuso la redacción de la Memoria anual del
Distrito universitario (3); y en algunas ocasiones se imprimieron
últimamente discursos de graduandos en la licenciatura y
doctorado (4). A poco más \¡» estado reducido lo que pudiéramos
llamar «bibliografía universitario-ovetense».
Merecen especial mención los discursos inaugurales en las
fechas y por los autores siguientes, desarrollando los temas que
también se indican:
— 1825, R. P. M. Fr. Manuel de Caso: cCáracter é importancia de la voca-
ción en las diferentes carreras universitarias >.
— 1826, el mismo: «Importancia del Magisterio».
— 1828, el mismo: «Influencia de la instrucción y educación en las eos*
tumb res».
— 1829, el mismo: «Necesidad del estudio».
— 1830, el mismo: «De la Sabiduría».
— 1832, el mismo: <Medios para alcanzar la Sabiduría».
(1) Me refiero únicamente á los trabajos impresos, mencionados en las notas y páginas 64,
54, 104, 106, 12a, 149, 153, »55i xS7i *74* »75i «871 a°4» 3<>5» *<>7, *"# »*»i *»3. «6* «38, «43»
249 y 251.
la) Véase pág. 207.
(31 Id. pág. 226 y las respectivas notas de la Segunda parte de esta Historia referentes ¿
oíros Establecimientos de Knscñanza del Distrito.
(4.'. En el Archivar-universitario y en los expedientes de los interesados se guardan manus-
critas diferentes tesis en grados de Licenciados desde 1845, y de Doctor en el breve periodo en
que de 1869 á 1875 en que se restauró en Oviedo el grado superior. Con estos trabajos, infor-
mo claústrale*, discursos de apertura y otras publicaciones de catedráticos pudiera formarse una
interesante «bibliografía universitaria» mediante clasificaciones regionales porel Cuerpo de archi*
veros y bibliotecarios. De aquellos grados se imprimieron en Oviedo los siguientes discursos:
De Lictii£iatnm:
— 1859, IK Gonzalo Casta ñon: «El progreso en la penalidad».
—1863, D Indalecio Corujcdo: «Origen y fundamento del Derecho».
— 1 864 D. Mariano M. Valdés: «Constitución política y civil de Roma pagana con la de
las sociedades cristianas y modernas».
De Doctorado:
—1871, D. Luis G. Valdés: «Examen critico de la Constitución democrática en 1859».
—1871, D. Severo Rivcro: «Tecria del derecho divino como fundamento del Estado».
—1872, D. Sccundino Torre: «Antiguas Cortes de Castilla».
—1874. D. Jesiís de Alvaré: «Naturaleza y extensión de la Patria potestad».
—1874, D. E. González del Valle: «De la propiedad literaria».
l8
— 264 —
— 18331 "D. Víctor Díaz Ordofiez: cldeade las ciencias é importancia de
estudios de Filosofía, Cánones, Leyes y Teología « (i).
— 1834, el mismo: «De la Elocuencia».
— 1835, D. Carlos Fernández Cuevas: «Deberes del hombre en la Socia
é importancia de la Jurisprudencia para su cumplimiento u.
— 1836, el mismo: «De lo verdadero y de lo utíU.
— 1844, D.José Fernández Castafión: «De la Sahiduriai.
— 1845. D. Manuel Prado y Tobía: c Vicisitudes históricas de la Instrucci
Pública española y significación é importancia del nuevo plan*.
— 1846, D.Juan Domingo de Aramburu y Arregui: «La sana moral im
pensable para ser sabio».
— 1847, D.José Puente Villanúa: «Porvenir de las ciencias *.
— 1848, D. Juan Lozano: «Los errores que originan algunos sistemas fil>
fíeos modernos».
— 1849, D. Victoriano Guisasola: «Armonía de la religión y de la ciencia
— 1850, D. Carlos Fernández Cuevas: «Las costumbres y la instrucción c
mo fundamentos délas sociedades*.
— 1851, D. Niceto Jaraba: tLa gloria y grande; 1 de lo* pueblos en reí
ción con su ciencia».
— 1852, D. Tomás Rivero: «Importancia y utilidad de las Matemáticas».
— 1853, D. Patricio Palacio: Tendencias de las ciencias y servicios quepu*
tan á las sociedades».
— 1854, Sr. Puente Villanúa: «Causas que dificulran los esfuerzos de la e*
se fianza».
— 185$, D. Claudio Polo: «Poder y desarrollo de la ciencia*.
— 1856, D. Luis Pérez Minguez: «Ventajas del saber é inconvenientes de h
ignorancia».
— 1857, D.José María Anchoriz: «Vida de Feijóo y juicio crítico de sus
obrasw.
— 1858, D. Francisco Fernández Cardín: * La sobriedad científicas.
— 1859, D. Francisco de B. Estrada: «Necesidad é importancia de la ciencia
y de la enseñanza como medio de propagación >,
[xi§j5¡fr ?! — 1860, D. Ramón Armesto: •'So hay verdadera civilización en algunos m<
.-. M2.í a cesos del siglo xix por falta de conocimiento y observancia de la moral evan-
gélica».
— 1861, Sr. Fernández Cardín: «Sabiduría del humilladm,
^, , — 1862, D. Guillermo Estrada Villaverdei i-Servícios prestados ala cienck
¿£± por la Iglesia t.
— 1863, Sr. Armesto: «Influencia de la facultad de Filosofía y Letras en las
de Derecho y Teología».
— 1864, Sr. Fernández Cardín: «La razón cristiana, levanta la inteligcnciiy
salva la sociedad».
(1) Hasta este año se redactaron los discursos en lengua latina» comenzando á seres ^-
tcllano desde 1834 á propuesta del moderante Dr. D. Víctor Djaí Ürdoíki. En vario* alM f*""
motivos de la guerra y otras dificultades, no se pronunciaron ó no se publicaron dUcur&Oi mtt*
guralcs; pero si desde 1845 sin interrupción.
— 265 —
— 1 865, D. Ildefonso Guerra: «Influencia de la Iglesia sobre el Estado».
— 1866, D.José Campillo: cPeligros en algunas tendencias de los estudios
filosóficos modernos>.
— 1867, D. Francisco Díaz Ordofiez: «Necesidad actual del estudio de la
Jurisprudencia romana >.
— 1868, D. Diego Fernández Ladreda: «Legitimación en general y en espe-
cial la de por subsiguiente matrimonio».
— 1869, Sr. Campillo: iLey de Unidad en la Historia y exposición délas
escuelas históricas».
— 1870, D. José María Piernas Hurtado: «La Propiedad según el Derecho, la
Economía política y la Historia».
— ^871, D. Félix Aramburu Zuloaga: «Concepto, fin, acción y funciones del
Estado y su relación con las restantes esferas de la vida».
— 1872, D. Juan Pablo Pérez de Lara: «Bancos hipotecarios».
— 1873, D. Francisco F. Barmés: «Ideas religioso-morales».
— 1874, D. Faustino A. del Manzano: < El Notariado ante la Filosofía y la
Historia >.
— 1875, Sr. Campillo: t Origen y tendencia de la Estética como medio de
determinar la verdadera esencia de la belleza».
— 1876, D. Víctor Díaz Ordofiez: «Del Derecho canónico en su relación con
las varias ramas del Derecho».
— 1877, D. Fermín Canella Secades: «De la enseñanza del Derecho civil es-
pañol, estado actual y necesidad de su ampliación y reformas».
— 1878, D. Justo A. Amandi: «La elocuencia forense en Roma».
— 1879, D. Adolfo A. Buylla: «De los socialistas de cátedra (Der Kathtder-
Soctalismus) » .
— 1880, D. I. Faustino Vallina: «Antecedentes y consecuencias de la revo-
lución religiosa de Europa en el siglo xvi».
— 1881, D. Rafael Ureña: «Antigua filiación de la teoría correccionalista y
origen de la ciencia jurídico- penal».
— 1882, D. Hipólito Casas y G. de Andino: * Representación de D. Alfon-
so x el Sabio en el desenvolvimiento de nuestra cultura nacional; carácter lite-
rario de sus producciones y de aquellas en que intervino».
— 1883, D.Juan R. Arango: «Estudio comparativo de 1 i ley de Enjuicia-
miento Civil vigente y la anterior».
— 1884, D. Adolfo G. Posada: «De la enseñanza del Derecho».
— 1885, D. Gerardo Berjano: «De la Historia general del Derecho».
— 1886, Sr. Canella Secades: «La Iconoteca asturiano-universitaria».
— 1887, D. Rogelio Jove y Bravo: «La fuerza que determina las transforma-
ciones del Estado es el derecho individual».
— 1888, Sr. Vallina: «Crítica de la Historia de la civilización ibérica por el
historiador portugués Oliveira Martins y de su examen por el escritor español
Sr. Valera».
— 1889, U- Eduardo Serrano: «Principios generales del Derecho procesal,
civil y penal; importancia, naturaleza, extensión y límite de esta ciencia».
— 1890, D. José Giles Rubio: «Origen y desarrollo de la novela picaresca».
— 266 -
— 1891, D. Leopoldo G. Alas: «El utilitarismo en la enseñanza» (y er
exhordio recuerda al malogrado alumno Evaristo Cía reía Paz).
— 1892, U. Aniceto Sela: «Concepto de la Universidadi.
— 1893, Sr. Vallina: *I-a casa de Austria en España».
— 1894, Sr. Díaz Ordoñcz: «El cristianismo descifra el enigma del muí
antiguo y los cismas y herejías acrisolaron la Iglesia» .
— 1895, Sr. lierjano: < Diferencias más importantes en materias de suces
testamentaria entre el Código civil y las legislaciones de Aragón, Navarr
Cataluña».
— 1896, D. Armando G. Rúa: «La ley del progreso en la edad antigua |
ticularmente en Roma».
— 1897, Sr. Urios: <Nuevas teorías de la Química».
— 1898, D. Rafael Altamira: x Misión de la Universidad en la obra prese
de reforma interna y de restauración del crédito nacional en el exterior o.
— 1899, D. Leopoldo Afaba: «Supremacía de Cervantes como uovelist
errores del estudio tropológlco sobre D. Quijote de la Mancha».
— 1900, D. José Mur Ainsa: «Principios fundamentales de la Geometría»
— 1901, Sr. Buylla: «Necrología y significación de Leopoldo Alas».
— 1902, D.José Rioja: -.Conocimiento del ciclo evolutivo compitió de
parásitos que originan en el hombre las llamadas fiebres palúdicas».
— 1903, Sr. Díaz-Ordoñez: «Fr. Domingo Soto y su libro De Justttic et^un
Los discursos en actos solemnes de recepción y posesión (
los catedráticos numerarios al ingresar en el Claustro, eran co
testados con otro trabajo por un colega á nombre de la respectiv
Facultad; pero, por dificultades económicas aquí y en otras pa
tes, se suprimieron estas publicaciones académicas. Corrcspoi
dientes tx la Facultad de Derecho se verificaron en Oviedo e
1861 las recepciones de D. Guillermo Estrada Villaverde, qu
fué contestado por D. Manuel Rosón Lorenzana, y la de D. Dieg
Fernández Ladreda, en la que el Sr. Estrada llevó la voz de
Claustro, (1); ven la de Filosofía y Letras en 1862 y J86H, 1¡
de D. Martin Villar y García á quien contestó D. Ramón Armes
to, y la de D. Pablo Gil y Gil contestado por el Sr. Villar (2).
(i i Disertó el Sr. Estrada en la importancia del Derecho canónico y el Sr. Rosón en h
Jurisdicción eclesiástica — La reseña histórica de los Códigos españoles formó las tareas dclof
Sres Ladreda y Estrada. «
(2) El discur.-o del Sr Villar ver«a acerca de los Cánticos de Moisés, David y Cántico de
los Cánticos, que, con otra* consideraciones, explanó el Sr. A rm esto —El catedrático Sr. Gil
demostró que, las libertades políticas de Aragón fueron cau-a principal de su explcnilor en la
Edad Media, é hizo elocuente elogio de aquel país el indicado Sr. Villar.
En reciente Llau-tru de 9 de Mayo de i)~>_\. se .solicitó del Gobierno la publicación de J.i
«Memoria» redactada por el Catedrático Nr. Alt.unin como lMegado do nuestra Universidad y
del Ministerio de Instrucción publica en el «Congrego internacional de Ciencias históricas', cele-
brado en Roma en el pre-eute año, d>nj_ aquí pterscató notable* trabajos y tuvo distinguidu*
puestos. Sirva esta nota como adicción al texto de las precedentes ná^ín.-is 340 y «e.
En los Anales de la Universidad de Oviedo (Año 11-1903) en peema, se jn¿erta un entelo
— 267 —
Y uno y otro día notaba el Claustro universitario la necesi-
dad y conveniencia de medios de publicidad, naciendo de aquí
las proposiciones de los profesores Sres. Altamira y G. Posada,
que respondían tan perfectamente á los nuevos rumbos de* la
Corporación y al ensanche de su misión instructora y educado-
ra (1). Comenzó así la publicación de los Anales de la Uni-
versidad de Oviedo, á semejanza de los análogos en Escuelas
de otros paises (como Chile, que periódicamente nos envía los
voluminosos suyos); y cuando esto se escribe van publicados dos
interesantes volúmenes ovetenses — 190Í y 1003 — con trabajos
históricos, científicos, pedagógicos, bibliográficos, etc., de cate-
dráticos y alumnos en las cátedras oficiales é instituciones com-
plementarias de que se hizo mención en la nueva marcha de
nuestra Universidad. Libros son estos de gran utilidad, propios
para extender y cambiar relaciones docentes y, por ello, de mé-
rito en que no insisto, por tratarse de una obra de nuestra Es-
cuela; pero si hé de manifestar que para su tan conveniente im-
presión, á falta de recursos que nos niega el pobre presupuesto
oficial, tuvimos medios por el generoso donativo de D. Rafael
Calzada y después con la Asociación patriótico española de
Huenos Aires (2). Por la publicación de los Anales quedó en
suspenso el pensamiento de una Revista universitaria, que
proyectó el catedrático Sr. Jove Bravo (3), para reflejo y expre-
sión del movimiento científico-literario y pedagógico de Asturias,
porque con frecuencia necesitó el Claustro de un órgano seme-
jante para los estudios y trabajos de sus miembros y de ilustres
colaboradores, como cuando invitó á los doctos hispanófilos
D. Rodolfo Beer y D. Arturo Farincllí, al primero en ocasión del
descubrimiento del palimpsesto en la Catedral de León, que con-
tenía un fragmento del Epítome de las Instituciones de Gayo (4);
pero no llegaron á venir estos dos eruditos escritores.
'!<- e<ta Delegación y sigue la publicación de notas sobre los procedimientos de en?cíianza por
'"i profesores, :uvctt;gacioncs y actos délos alun nos cu nuestras cátedras y K: aula práctica,
indicado» en la pág. 2ti y nota i.1 Dicho volumen contendrá también lo* resúmenes de la.
Asamblea de Valencia, trabajos de los pensionados, memoria de las Instituciones complementa-
riaj de la Universidad, apéndices, etc., como continuación de las malcrías del tomo I. (Véanse
h< anteriores páginas >i2, 245, 251, 756, 258, 260 y 261).
:n Archivo de la Universidad.— Claustros de 17 de Febrero y 16 de Marzo de 1899 y de
»6 de Enero de 190T.
[3) Véase páginas 219 y 255.
•3! Archivo de la Uni Tersidad.— Claustro de 26 de Noviembre de 1901.
(4) Id. id.— Claustro de Facultad de ix de Octubre de 2887 y general de 16 de Enero
de 190X.
— 268 —
Y el Principado ha visto siempre con entusiasmo y simpa!
todo cuanto se refiere al progreso y significación de su princip
Escuela, la Universidad asturiana. No porque en la ctierrim
se -agite y prospere malsano y egoísta regionalismo con quim
ricos ensueños contra lo que una historia común de triunfos
caídas ha consagrado para siempre, antes al contrario, «pensa
do aquí todos en la prosperidad de la patria pequeña por am<
ala patria grande o. Amase aquí la región y estimanse profund;
mente el sello que en ella pusieron los siglos, el arte, la fiist*
ria, el dulce hablar (bable), los usos y costumbres patriarcales
y las manifestaciones todas del pueblo astur y cántabro herma
nados y fundidos; pero están abiertos alma y corazón, cabeza
sentimiento á la ley del progreso, á la fecunda ley de amor y her
mandad que la misma historia y secular derecho público pusir
ron entre todas las regiones de la madre España.
La Universidad es asturiana por su nacimiento y vida; pera
hasta donde sea posible, pretende llevar vigora lodos vientos de
la patria española y, más allá, comunicándose con los ceñiros
adelantados y prósperos de tierras extrañas, y abrazando con fra-
ternal afecto á las de aquella América, siempre moralmente nues-
tra por encima de violencias, injusticias é ingratitudes. Con venido
esto, nada quita á la significación provincial de la Universidad
de Oviedo.
Nació de la munificencia de un insigne Prelado asturiano y
todo el país con sus instituciones más alias esperaron y vieron
en ella el faro de su adelantamiento. La c Junta general», encar*
nación de nuestros venerandos fueros y libertades, se consagro
un día y otro á sostenerla Universidad; el poderoso Cabildo de la
Iglesia mayor consideró también á la Escuela como hija predi-
lecta; el Municipio ovetense vio en estas aulas el foco explendo-
roso de progreso local; y unos y otros se consagraron á sostener
la obra del Arzobispo Valdés. Para su Universidad, Asturias
impuso arbitrios y soportó gavetas, que compensaran las perdi-
das rentas fundacionales, a fin de no cerrar las cátedras, asilo ác
la juventud de sus comarcas; por ella salip de atraso secular y
se procuró la ansiada cultura; y áella volviólos ojos en momen-
tos solemnes y en críticos dias, tornándose la mansión tranquila
de Minerva en ruidoso asilo de los hijos de Marte.
— 269 —
De sus aulas salió el sabio y heroico Marcenado al frente de
tos «cangrejos! y en el recinto escolar fué el al islam ie rito y jura
del temido Tercio asturiano; un siglo después, graduados y estu-
diantes fueron los capitanes y soldados principales del ejército
provincia], cuando pronta y airada Asturias se dispuso á recha-
zar la invasión extranjera de Í808; sus doctores y catedráticos
brillaron en el gobierno soberano regional cuando la nación
quedó huérfana de reyes; maestros y discípulos propagaron las
auras de libertad y se alzaron en épocas de opresor gobierno; y,
ayer cuando á la intestina guerra envió la provincia los «Volun-
tarios de Covadonga» y «del Principado» en defensa de la integri-
dad nacional, en la Universidad fueron despedidos los soldados
de nuestra tierra.
Al tratar del renacimiento asturiano Campomanesy Jovella-
nos buscaron en el Claustro universitario sus más conspicuos
auxiliares; la representación de la provincia en el Parlamento
siempre fué confiada á los hijos de esta Escuela y la mayor y
mejor parte de los Senadores y Diputados asturianos fueron an-
tiguos estudiantes ovetenses; el ilustrado Foro del territorio se
nutrió de nuestras cátedras; de ellas salieron los insignes repú:
blicos que llenaron la España del siglo xix, los estadistas Ar-
guelles, Toreno y Pidal, los primeros hacendistas Canga-Argüe-
lles y Mon, el economista Flórez Estrada, Martínez Marina el
sapientísimo, Posada Herrera consumado en la administración,
Lorcnzana el gigante de la prensa, Inguanzo y Cienfuegos lum-
breras de la Iglesia, Valdés, Riego y San Miguel príncipes de la
milicia y tantos otros que, con el suyo, levantaron el nombre de
la Universidad. Es verdaderamente notable el número de perso-
nalidades distinguidas, procedentes de estas cátedras ó con ella
relacionadas, que ya reconocía el rey Felipe V o con la expe-
riencia de togas que se hallan en los tribunales de estos reinos
y de las armas que florecían en'la milicia, (jebiendo unos y otros
sus principios á la enseñanza de esa Escuela, con cuya luz des-
collaron tan aventajadas habilidades, como tropezaba la expe-
riencia á cada paso» (1).
Si los Cuerpos morales, especialmente los científicos, viven
\x) Real Cédula dirigida á la Universidad en 92 de Octubre de 1774.
-Véase AriNoics XIV.
s,
U
?
ir* -Mi
cu
,v*
— 270 —
y adquieren títulos á la gratitud de ia patria por los servicia?
las obras de sus hijos, ¿cómo negar á la Universidad o veten:
justo galardón y bien ganada nombradla, por sus insignes v
roñes?
Los modernos alientos de Industria y trabajo del Principad
tuvieron ensayos y consejos en los gabinetes escolares; rumbo
cauce el actual movimiento obrero; y colaboración asidua tud
clase de centros é instituciones oficiales y particulares de Asli
rias. La prensa provincial, eco y directora de la opinión, eJt
mentó poderoso y reflejo de la publica cultura, palenque de di;
cusión fecunda, debió y debe su auge á profesores y estudiante
de la Universidad desde el primer periódico asturiano Itasla lo
diarios presentes, como o La Gaceta de Oviedo* (I8ír8-180f¿
o El Correo militar y político del Principado* Castrupol, (1810)
«El Observador» (1813); «El Conciliador de la Nación y de
Rey* (1820); a El Ciudadano» (1820); «El Momo» y *Cartas di
Minerva» (1821) con polémicas de las Academias universitarias;
cEl Nalón» (1842); «El Sin Nombre» (1845); *&] Asturiano*
(1850); «El Álbum de la Juventud» (185:3); «El Centinela* y *K!
Nalón» (1854); «La Verdad», Gijún (1854); «El Paro Asturia-
no» (1856); «La Revista Universal o, (í I ijón, 185G); 41.a Tradi-
ción» (1857); «Revista de Asturias» (1858;; *El Porvenir» (18níM;
«El Invierno», periódico estudiantil (1859); «La Joven Astu-
rias» (1862); «El Anunciador») 1866); «El Eco de Aviles* (1866]:
«El Apolo» (1866); «La Estación* (lKBtfj; «El Constituyente»
(1868); «La Unidad* (1868); <EJ Eco de Asturias* fl3üS); -El
Oriente de Asturias», Llanes(lRBft); *EI Hfidfeal» (1871); uEI Na-
raneo», periódico de primera enseñanza (1870); «La Revista, tic
Asturias», segunda vez (1878); «El Carbayón* (1879); *E1 Occi-
dente de Asturias», Cangas de Tinco (1882); a La Crónica d<3
Luarcao (1882); «La Cruz de la Victoria* (1888); «El Correo Je
Asturias» (1890); «La Opinión de Asturias», (1892); i&l Noro-
este», Gijón (1897); «El Nalón n, Muros de Pravia (1897); 'El
Progreso de Asturias» (1901); etc., ele,; y otros muchos, pues
falta espacio para mencionarlos todos (1),
• (1) «Noticias históricas de la Prensa perindi Ática de Aiturau, pt»t f>. Mü\tmn fuicrlr* Avi
vedo». (Oviedo. Irap. de Solis— 1868— Folletín de F.l 1'un* Asturt'itttfl /,
No es fácil publicar aquí una relación compltrLi de periodista» asturiano^ hijos *te \a [di-
versidad de Oviedo, donde figurarían los nombre* Je Ai: e vedo, Canetla Gutiérrcr, l\ Fr, MU»,
H
— 271 —
En todo esto y en mas estriba la significación asturiana de la
Tniversidad de Oviedo, dentro del deber nacional y déla misión
general intelectual de toda institución docente. Por aquella
muy en especialmente atraídos, tuvo la Escuela en muchas oca-
siones el auxilio y apoyo de sus hijos: ya para sostenerla y con-
servarla al tratarse alguna vez de su supresión por razones de
mal entendida economía (1); ya para dotarla de medios de en-
señanza enriqueciendo sus museos y material de enseñanza con
generosos donativos; ó ya, como ahora, por medio de más per-:
manente y propio auxilio, con gran oportunidad hoy que las
necesidades corporativas son mayores así como menores los re-
cursos que da el Estado. Me refiero al pensamiento de un anti-
guo y distinguido discípulo tratando dé constituir una Asocia-
ción de antiguos Alumnos ele la Universidad con el fin de
auxiliar moral y materialmente á esta en sus empresas relacio-
nadas con la educación nacional (2); idea nobilísima, tanto de
amor y gratitud en su origen como de patriotismo y utilidad en
su objeto.
Si la Asociación llega á realizarse y acuden en favor de la
alma mater los antiguos hijos, ha de mejorar en gran escala el
estado actual de la Universidad ovetense debiendo á la adorme-
cida sino indiferente iniciativa privada, lo que la del Estado,
San Miguel, Villarmil, Pilal (F. J), Albucrne, Fernández Poja, Llanos (R.), Lorcnzana, Ortíz,
Palacio*. Bravo, Vigil, Infanzón, Canella Meana, Timón, Puente Villanucva, Achucarro, Caso,
Castaño, Estrada Fuerte*, Laverdc. Carrizo, Oviedo, Marino, Arango, Escalera, Ca«tañon,
Vlartavio, Rcnducles, Ponte, Amandi, González Solí*. Concha, Valledor, Ladreda Vallina,
Campoainor. Bustillo, Reíl, Cantón, Posada, Quintana. Escosura, Doriga, Pedregal, Corugedo,
Sánchez Calvo, Barcena, Uria, Montequtn, Pérez Mingucz, Salmean, Pello, Moutoto, Murtas,
San Julián, Agosti, Gonzilez Alegre, Buyha, Labra, Lago, Prada, Rayón, Salinas, Aramburu,
Moran, Nevé, Canella Sccudes, Alfaro, Cuesta, Guisasola, Llana, Valdés, Alarcón, Alvarez,
García Caveda, Balbín, Ceña), Acebil, l'olledo, l'rieto, Polo, Rocl, Ochoa, Alas, Tuero, Me-
néndej Pidal, Menéndez de Luarca, Escudero, Carrcño, Celleruclo, Fernández Llana, Pola,
Jove, Méndez de Vigo, Serrano, San Pedro, Sampil, Canel y muchos y muchos más.
íi) Kn 1830 los Ayuntamientos de la provincia elevaron instancia al Gobierno pidiendo la
conservación de la Universidad.
En otra* ocasiones principalmente en 1865 y 1S66, hicieron otro tanto los municipios astu*
nanos, principalmente el de Oviedo con un notable documento redactado por el reputado aboga-
do 1). Pedro González Valdés. — Entonces el entusiasta ovetense Excmo. Sr. 1). Anselmo <¡. del
Valle y Fernández Roccí, residente en la Habana, ofreció cubrir el déficit que ia escuela causa-
se en los presupuestos; y, á ene tenor, otro.* asturianos ilustres trabajaron en aquella época
ydtspuéi, como D. José González Alugre y Alvarez, por la conservación de la Universidad.
(2) El Excmo. Sr. D. Ramón Prieto y Pazos cx-alcalde, y V ¡ce- presidente de la Diputa-
ción provincial de Oviedo, trabaja por dar efectividad y cuerpo á U Asociación de los antiguos
Muramos de la Universidad, bajo las siguientes bases:
•Podrán pertenecerá !a Asociación todo.-» los que hubieren cursado con cualquier carácter en
la Universidad. — Los socios se comprometen á contribuir á los fines de la Asociación con una
cuota anual de cinco pesetas. — La A«o:iación ofrecerá la presidencia honoraria ni Sr. Rector tic
la Universidad y solicitará del mismo domicilio en la cas.i liniversitar'a. — Regirá la Asociación
una Junta directiva elegi Ja por la A->ambLa de los socios. — La Junta DinetLa podrá d -clarar
miembros protectores de la Asociación á las perdonas qr.e presten servicios importantes á la Aso-
ciación ó á la Universidad.- Si llegar*, a disolverse la Asociación, los fondos de que disponga
después de satisfechas las atencioues sociales, serán entregados á la Universidad*.
— 2*1* —
también inactiva, cercena ó dificulta. Hállase compuesta por
plantilla oficial (enseñanza de la cátedra) de la Facultad i
Derecho y Secciones de Filosofía y Letras y de Ciencias, esta i
tima sostenida por la Diputación provincia! y el Ayuntamien
de Oviedo (1) y por las Instituciones complementarias de educ
ción y enseñanza, (Escursiones escolares, Escuela práctica de e
tudios jurídicos y sociales, Extensión universitaria, Clases pop
lares yColonias escolares) aunque rejuvenecida y ampliada por
reforma del método y la extensión social de su actividad acad
mica. Toca en su marcha principales dificultades económicas, qu
ya se indican y hasta estrechez y limitación muy grandes asi e
el material como en el edificio que ocupa.
Fuera este suficiente para la Universidad, mas no para cor
tener también al Instituto general y técnico provincial y la Bi
blioteca provincial que se hallan en el mismo recinto, contri
toda conveniencia.
El edificio de la Universidad Ovetense fué levantado poce
tiempo después déla muerte de su Fundador esclarecido en Í5fi8
Su hermano el Sr. D. Hernando de Salas, de! consejo de
S. M. antiguo canónigo de Oviedo escribió en 1571 á la Justi-
cia y Regimiento de la Ciudad para que se designase sitio con*
veniente donde construir el edificio universitario, y la corpora-
ción nombró enseguida un comisionado para tratarlo con los del
poderoso Cabildo Catedral, á quien e! Sr. Valdés confiara mm
principalmente sus fundaciones, Con la premura que el caso
referia se contestó «que el sitio señalado era en las espaldas del
Colegio, que está hecho, ó delante del mismo en las huertas de
Juan el Correo» (2); esto es, detrás del Colegio de San Gregorio
ó de los Pardos, donde hoy está el Banco Asturiano, ó, á su fren*
te en el solar actual. Aun hubo oíros pareceres: en sitio «de lo pú-
blico, el de la Magdalena (del Campo) hacia el reguero, cerca de
Santa Clara» además de los mencionados «en terreno de parti-
culares, el que está debajo del Colegio que hizo el Sr. Arzobis-
po ó el de enfrente, considerado más acomodado y conveníen*
te»>. Este fué elegido (3) en la antigua calle del Campo, camino
(i) Véase pág. 195.
(2) Véase pág. 25. — Archivo del Ayuntamiento de Oviedo.— Acta* municipales de j y *
de Noviembre de 1571.
¡3) Id. id. de 9 de Julio de 1572.
— Véase Colección histérico-diplomática del Ayuntamiento de Oviedo por D, Cínico Mi*
guel Vigil. ( Oviedo, 1889.
— 273 —
del destruido convento de San Francisco, bajo la muralla y dando
otro frente á la antes llamada calle de las Mercedes, de Silleros
y de la Picola, hoy de la Universidad.
Imitadores de Juan de Herrera y oriundos, como él, de estas
montañas, recorrían entonces el Principado aplicando ásus tra-
bajos arquitectónicos la grata simplicidad de aquel, los maestros
Gonzalo de Guemes Bracamonte, Juan de la Pedriza, Juan de Ca-
jigal, Feraando de Huerta, Juan de Ri vero, etc. El primero se
distinguió en los trazos y planos de la Universidad, que ejecutó
el ultimo, Kivero, natural de León y maestro de obras de la cate-
dral de Salamanca (1).
Por escritura pública otorgada en 1572 ante el escribano
de Oviedo D. Alonso de Heredia se remató la importante obra
c de las Escuelas y Universidad») á favor de Rodrigo Gil, quien
nombró por encargado y representante suyo al dicho Rivero por
contrato de 10 de Julio de 1575. En 14 de Abril de i 584 Domin-
go Mortera y Alonso de la Barcena ajustaron la labra y asiento
de columnas, bases, dinteles, cornisas y antepechos; Andrés de
la Vara y Alonso Cerdeño contrataron en 15 del mismo mes el
arrastre de todas las vigas de castaño, que el maestro tenía cor-
tadas y reunidas en la próxima parroquia de San Claudio; en 13
de Abril de 1585, Juan de la Zucera ajustó 27 columnas de nue-
ve pies de largo y un pie y dos dedos de grueso, 28 dinteles de
seis pies y dos dedos, 28 antepsehos de cinco pies y dos de-
dos: en precio todo de 34.000 maravedís, puesto, bien desbastado,
en el patio de las Escuelas; en 15 de Abril de id., Bernardo de
Va Portilla, de Trasmiera, remató todas las cornisas del palio
bajo, 29 bases, 29 chapiteles y 29 co'lumnas, con la condición de
que la piedra había de ser blanca de cercana cantera de Colloto;
en 6 de Julio de 1587 Juan del Palacio remató 600 varas de bal-
dosas de tres pies de largo, uno y medio de ancho y medio de
grueso, todas ellas de la cantera del inmediato concejo y pueblo
de Tudela; en 13 de Abril de 1596 Juan de Pantones, carpinte-
ro, ajustó toda la obra de carpintería de los dos frentes de orien-
te y mediodía en el patio alto, y Fernando Noriega la de los.
(i) — Noticias de los arquitectos y (i-: la Arquitectura en Zfv/.i// 1 por Ll.iguno, adicionada
por Ccan Ber mudez (Madrid— Enero 30 - 1829.
— La Arquitectura greco-romana en Asturias por Fortunato de Selgas (Revista de Astu-
rias-Oviedo — x 882 ) .
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t. V;!
*£■!
—374-
lienzos del norte y occidente; y, por último, el enlosado exlerio
con un ancho de doce pies y loa asientos, con dos cadenas d
hierro á derecha ¿izquierda de la puerta principal, que había t
recorrer las cuatro calles que circundaban al edilkio, corrió
cargo del maestro Rodrigo Gil (1).
A Bracamonte y á Rivero débense, pues, [os trazos del seveí
y clásico edificio con algunos resabios platerescos, de robustas
aunque poco elevadas magesluosas fachadas, que contrastan en
la elegante arquería interior.
Tiene el Establecimiento IfiO pies (50,15 metros) por cad
una de sus fachadas, que forman un cuadro perfecto. La decors
ción de las que corresponden a las caites de San Francisco
antigua de la Picota son graves y sencillas. Consisten en un í*J
calo de proporcionada altura en el punto mas alto, que form;
con el desnudo de los muros un retallo de un cuarto de ph
(0,069 metros), que cubre un salón de perfil gracioso con escc
lente efecto. Sobre dicho zócalo se elevan los muros hasta la
cornisa de coronación, que termina la obra en sus lisas fachadas,
sin más ornamento que la hermosa y bien labrada cantería, y
sin otra interrupción que los huecos de las puertas en los úni-
cos pisos bajo y principal. Las estrechas ventanas son nueve en
el lienzo del N. y once en el de E. unas y otras con alféizar in-
terior y esteriormente. Al 0. y S. no había mas que piso bajo;
pero se terminó el alto de manipostería en 17ííf> con fondos de
la herencia del Brigadier Solis para colocar la Biblioteca y otras
dependencias, bajo plano y obras que dirigió el ilustre arquitec-
to asturiano D. Manuel Reguera González.
La puerta principal en la calle de San Francisco está bien
entendida, es espaciosa y de buenas proporciones y ia realza la
guarnición moldada, que adorna las cambas y dintel; pero lo
que más contribuye al agradable efecto de esta puerta es el in-
tercolumnio que la decora. Es de dos esbeltas y íigeras ccluov
ñas dóricas istri&das, un poco más altas de lo que requieren
las proporciones del orden, apoyadas en cnntrapilastras. Su en-
tablamento es propio con triglifos y metopas, sobre el que apa-
(1) — Archivo notarial de Protocolos de Oviedo.
— La construcción del edificio para el Colegio de Huérfana* KeculttA*. de parí ornen I ó Hfliwr-
sita rio, obligó á cerrar la calle ó callejón, qnc daba á la del Campo u üan frraAt&euj terrado
una puerta que por allí daba también entrada á la Universidad.
— 275 —
recen descansar, en el piso principal, las armas familiares del
Sr. Valdés Salas (1), repetidas al lado de la ventana del centro -
con guarniciones moldadas y coronadas por un frontón curvo
bajo el que está una escultura que, aunque sin ningún parecido
con el Fundador, á él, al menos, se quiso aludir representando
un Arzobispo de pontifical. La puerta del E., no tiene más
adorno que estar en medio de un pequeño resalto que hace el
muro, formando un grupo central, cuyo resalto, está por hiladas
de almohadillado que siguen las líneas de las hiladas generales
y las dovelas del cerramiento de la puerta y ventana del piso
principal, que está entre dos escudos universitarios. La dicha
cornisa de coronación dá tono, unidad y carácter dórico al edi-
ficio, y tiene, por lo tanto, el alquitrave y cornisa dóricos con
metopas y triglifos circulares.
Él interior es claro, alegre y desahogado, con espacioso patio
al que se baja desde la fachada del E. por una suave escalera de
dos tiros, á causa del alto nivel de la calle de la Universidad.
Sus cuatro crujías están formadas por ocho columnas dóricas
en cada uno de los lados y sobre sus capiteles arrancan siete
arcos de medio punto, con la archivolta del orden, coronados
con sencilla cornisa alquitrabada, cuya corona sirve de imposta
al piso principal. Este se halla decorado con orden jónico,
que coge toda su altura, con la circunstancia que, además de las
columnas, que cargan á plomo de las de planta baja, carga otro
peso á plomo de la clave de arcos, en los siete del lienzo del
0. del patío. Lo mismo sucedía con los otros tres; pero al abrigar
las altas galerías y habilitarlas para oficinas, cátedras y salas se
han quitado las columnas centrales y de sillería, dejando en
medio ventanas antepechadas. En el lienzo del N. existe entre
las columnas un antepecho general de sillería y los cuatro
eslán coronados con una ligera cornisa que, si no corresponde
al orden, contribuye con sus buenos perfiles y la acertada pro-
porción de 'ambos pisos á hacer de más agradable efecto la de-
coración del patio.
'i) Son de cuatro cuarteles bajo el sombrero, cruz y cordón arzobispales: un castillo con
un \eón sobre s*.i* almenas ÍStilas )\ en campo blanco, tres barras azule* con diez cruces de San
Jorge de Inglaterra ( VaM¿¡ )\ tres barras verde* en campo colorado, f Li-ino )\ en azul y dentro
tic una orla con la« cruces de San Andrés cinco flore* de li> oro y una espada plateada metida
en un I uncí colorado. ' Doña Palla y Ponte).
Las armas ó escudo universitario iValdéO se hallan también sobre elegantes cartelas en las
esquinas del edificio, análogas al antiguo del Colegio de los Pardos. (Véase pág. 29).
Los cuatro lienzos de éste forman otros tantos eláusti
espaciosos en el piso bajo; á estas galerías abren las puertas
las nulas, y la del 0. está el emboque de la espaciosa escale
principal (1),
Como era natural, por consecuencia ineludible de los lie
pos, se hicieron en la Universidad varias obras desde su fund
ción para conservar y restaurar eí edificio destinándose pa
ello diferentes sumas desde los Estatutos Viejos, En el últin
tercio del siglo xvni comenzaron muchas de reparación y dec
rado, como la Sala de actos mayores en 1770, el patio en 17 H
las cátedras en 1789, y no pocas se efectuaron á principios di
siglo pasado; pero las que cambiaron completamente la EscueJ
datan de 1843. Hasta entonces tuvieron menores exigencias la
enseñanzas y el gobierno de la casa, bastando. Jos ingresos de
arca á cubrir, á veces con desabogo, todas las necesidades di
la antigua vida académica; más las novedades posteriormente
introducidas obligaron á grandes innovaciones para dar cabidí
ú varias dependencias y hacer más agradable el aspecto severo
y triste del primitivo Establecimiento. ¿Qué diferencia, sino, en
tre las antiguas aulas y las modernas? Estaban reducidas aque-
llas á la elevada cátedra, donde se colocaba el maestro, negra f
sombría por los años, con un tosco respaldo de madera; partien-
do de la escalerilla que le servía de ascenso, iban arrimadas á
la pared unos asientos fijos de tabla y atravesados en el centro
los largos y estrechos bancos de álamo, lustrosos por el roce y
laa flexibles, que el alumno del centro, sirviéndole de apoyo la
punía del pié, hacía que sus compañeros se columpiasen blanda-
mente en el asiento.
En el trenio rectoral de 1843 comenzóla renovación univer-
sitaria el animoso Sr. Arenas destinando á ella cerca de un mi-
llón de reales procedentes de rentas fundacionales, ingresos y
derechos académicos. Asi pudo acometer y realizar obras de
mucha importancia, renovando los atrios interior y exterior y las
galería^ cubriendo de cielorasos los tránsitos y salones, dando
al edificio, en una palabra, un aspecto agradable y aseado bo-
rrando injurias del tiempo, vestigios de guerra y de impropios
(i) Madnx." "Diccionario gcoíjráficc-htstóríco-E.'átMitaLko de España y sus posesiona tk
Ultramar-.— Tomo X1L— M-idr¡dj 1&49-
— 277 —
destinos de almacenes, hospital, cuartel, etc, (1) preparando la
Casa para la exigencia y cambios con el plan de 1845.
Afortunadamente recayó el nombramiento \ de Rector en el
Sr. D. Pablo Mata Vigil, persona que reunía, al aprecio y simpa-
tía general, una elevada representación, el más infatigable celo y
el mayor acierto para dar impulso y desarrollo á la nueva ley.
Interesado por él nombre de la Escuela en la que por largos
años había sido profesor y jefe de reconocido mérito, no perdo-
nó medio ni sacrificio personal para mejorarla. Siguiendo el
impulso, que había iniciado el Sr. Arenas, si no cambió la forma
del edificio le acomodó á las nuevas necesidades y le embelleció
agradablemente. Se arreglaron las oficinas rectorales y de secre-
taría, se dividieron en dos las aulas grandes, construyéndose
asientos de forma circular para los estudiantes y levantando
otro sitial para el catedrático, respetando el antiguo de Feijóo; se
ensancharon las ventanas, se trasformó la Sala de actos mayo-
res, se crearon los gabinetes, se adquirió mucho material de en-
señanza, etc., etc. Respetado de maestros y amado por los alum-
nos, fué su muerte dolorosa pérdida para el Establecimiento.
Volvió otra vez al Rectorado el antiguo catedrático Sr. Al»
varez Arenas, cuyas dotes de inteligencia y carácter con su en-
trañable cariño á la casa hicieron no decayese el espíritu de
bienhechoras reformas, porque dispuso el arreglo de la sala
claustral, habilitó local para la enseñanza del Notariado y siguió
con más obras.
Los Rectores sucesivos las continuaron, como la escalera in-
dependiente para la antigua Secretaria, que hoy ocupa el Insti-
tuto, eh tiempos del Sr. Martín Sanz; la pared de canto labrado
entre el patio exterior de la Universidad y la plazuela de Riego
con puerta exterior á esta (2) y la transformación del Paraninfo
decorado por el excelente pintor Sr. Diana con alegorías acadé-
micas, sonde la jefatura del Sr. Marqués de "Zafra; y, á este tenor
otras obras continuas en el edificio y sus dependencias. Mas las
principales fueron ultimadas por el Sr. D. León Salmean, profe-
sor docto de la facultad de Ciencias. Muy estimado de sus com-
(i) Archivo de la Universidad. —Claustros de 20 de Septiembre de 1833, 25 de Septiembre
de 1834 y 4 de Febrero, 31 de Muyo y 21 de Diciembre de 1835.
h) Archivo de la Universidad. -Entre otros acuerdo* relativo! á Cata pretendida servidum-
bre 300 los acuerdos de 12 de Junio de 18 16, 13 de Noviembre de 1887 y 22 de Abril de 1818.
— 278 —
pañeros y muy querido por los estudiantes, su ascenso al rec
rado fué día de inolvidable jubilo y prenda segura sli celosa
lividad para el progreso y nombre de ia enseñanza en esta L
versidad, á la que profesaba el mas acendrado afecto. Bajo
mando se trasformó el edificio porque gestionó con incansal
afán la adquisición de fondos ordinarios y extraordinarios, y i
durante veinte años de su mando paternal rehizo el estable
miento. Ultimó la Torre -observatorio; embaldosó de nuevo
patio, los claustros exteriores y la antigua ;< pedrera*; reno
por completo la vieja cubrición y tejados dejando espacios
desvanes con tres escaleras independientes de que antes se c
recia; hizo bella escalera principal, dedos tiros de ida y vuel
toda de excelente piedra, con balaustrada de mármol y canee
de hierro en remplazo de la vieja ascensión primitiva, dejand
bien dispuestos y decorados paredes y recuadros para alegoría;
pinturas é inscripciones que proyectaba; dotó de nuevo morí/fe
rio todas las dependencias, cuyos gastados y negros pisos sustj
tuyo también por nuevos tillados; decoró las cátedras dotando
las de nuevos bancos conforme á los últimos adelantos pedagú
gicos; gestionó y realizó la compra de la huerta del O para en
sanche del establecimiento y defensa de sus luces; y aún dispusr
mas obras y procuró adquisición de cuadros, libros varios, pe-
diendo decirse que casi dejó un edificio rejuvenecido total me/i
te cuando cesó en la jefatura académica (1), Amó á la Escuela
como á su casa propia, y aún enfermo, rendido por los año*\
visitó diariamente mientras humanamente pudo á su querida
Universidad y puede decirse que murió pensando en ella
¡Sirvan estas pobres líneas, que escribo conmovido, como testimo-
nio de afecto y gratitud ¡i mi maestro y jefe, por quien escribí
la primera edición de este humilde libro, y el fué también quien
me asoció después á su inolvidable gestión universitaria.
Tuvo el respetable Sr. Salmean dignísimo continuador en el
(i) Grandes fueron «us dcsvel* * itnu y oiro año para mejorar y engrandecer la LTnivírwíbd
en favor de la que acudió incesantemente á la Superioridad y á las silurianos influyentes. Formu-
ló un plan de reformas, partiendo de la se^n melón del latfltuto "Clá'L'rtro* de 5 de Abril de
1877 y 21 de Noviembre de 1881I con doi DomltioMSi u «a de los Srcs, Campillo y Djüi urdiría,
y otra de lo* Sres. Aramburu • F), AK,.n / Am:mri¡ y Buylh y tu Ja-¡ do-, une ti huimí iU"
contarme; procuró el concurso de lo* Sres. Po&ad;i Herrcia, Toreuo, Quintana, Barón de Crt»*
donga, Fernández Vallín y mas 1 Claustro* diados los de 23 de Marzo y 23 AgO>tci de i$8^ II
de Octubre de 1887 y 8 de Febrero y lo de Abril de iKSÜfj cte., tic, pues seiiü muy pioiijii Ij
tarea de mencionar todas las gcsliouts del benemérito Sr. Salmeas y acuerdo!, dnuigrata lauda
bajo au presidencia.
— 279 —
sabio catedrático Sr. D. Félix P. de Aramburu, Rector actual,
que, desde fines de 1888, con heredado y personal cariño á la
Universidad, prosiguió la labor meritoria de su antecesor con
mejoras sucesivas, que igualmente han de hacer memorable su
mando. Dispuso el cercado y arreglo de la huerta y la construc-
ción allí de necesario almacén; el ensanche, apertura y enrejado
de las ventanas de cátedras y capilla, que fué decorada y desti-
nada á Paraninfo sin perder su importante y tradicional desti-
no; afianzamiento con viguetas y columnas de la crugía del E.;
habilitación de aulas para los estudios de Ciencias y del despacho
rectoral con más luces; construcción de nuevos retretes; servi-
cio de alumbrado eléctrico; hizo nueva escalera de ingreso por
la calle de la Picota, etc.; y todo ruchando con indecibles difi-
cultades. No es la menor la del misero presupuesto, que imposi-
bilita al Sr. Aramburu para poner la. parte material de la Uni-
versidad con independencia y á la altura del progreso moral
que ha conseguido bajo su régimen (1). Lazos de amistad frater-
nal, nacida en la infancia, acrecentada en las aulas y sellada ahora
en muchos años de magisterio y de puesto á sus inmediatas órde-
nes, me impiden decir más del Sr. Aramburu, cuyos altos mereci-
mientos son, por otra parte, bien conocidos, no ya solamente
en Asturias sino dentro y fuera de España.
Actualmente está el edificio distribuido de la siguiente forma:
en el piso bajo, la Capilla-Paraninfo, las aulas de la Universidad
é Instituto, (que son reducidas por la división de las amplias an-
tiguas) la portería, el antiguo Paraninfo destinado hoy á cátedras
y Sala de conferencias de la c Extensión universitaria»; y en el
piso alto, aulas y gabinetes de Física, Química é Historia Na-
tural de la Sección de Ciencias é Instituto, la Dirección y Se-
cretaría de éste, con la Secretaría general, Rectorado, (2) Salas
Claustral é Iconoteca asturiana y de Juntas de la Facultad de De-
recho con su Librería especial y la Biblioteca provincial universi-
taria. En el extremo N. O. se alza la Torre Estación meteorológica
(i) Archivo de la Universidad.--Cláustros de 7 de Mario y 5 de Mayo de 1903, con
Acuerdos y apremiantes gestiones de orden económico en relación con los de la Asamblea uni-
versitaria de Valencia.
(a> En el despacho rectoral se conservan, por generosa donación, la escribanía que sirvió
para firmar en Cuba la p-z llamada del Zanjón, remitida desde Nuevitas en 1879 por D. Etel-
v'mo Martínez, de Llanera; y una tabaquera, de uso del insigne repúblico el divino Arguelles,
regalo del cx-alcaldc oveteusc y antiguo alumno, Excmo. Sr. D. José Longoria Carbajal.
19
— 28o —
con el reloj moderno, que reemplazó al primitivo de H"
sonoras campanas,
La capilla osla á la izquierda de! vestíbulo, entre <
esquina cfciN. U. y es de buenas proporciones, cubierta A
veda de punto. El altar, de privilegio perpetuo desde 1 7Híit i
las elides de San Gregorio el Magno, tí quien está dedi
las de Santa Catalina, San Antonio de Pádua, Sao Fram
Asís y San Juan Bautista, con más San l'edro y San Pabío j
Evangelistas San Lucas y San Juan en gnicios ves cutí
ara y los santos íl), K¡ retablo fue trabajado por Juan de De
cuando las primeras obras de habilitación de la tln¡ve¡ -
ganó por ¿1 25 501 reales, aunque Domingo Montciv
albañü de la ciudad, denunció varías fallas en la úbt
oeiieta, «pie separa la bóveda de loa lienzos, se lee la «gtiie
rípción qtie rodea todo el templo:
Dft ESTAS ESCUELAS V UNIVERSIDAD HA SIDO FUNDADO* V DOTAHOR
Ii.IMO Ski. Ü. FkkPíANDO DE VALPbá, DE GLORIOSA MEMORIA, HIJO D*
Fernánubk de VaLdís v ni doña Mrncía dk Vald&í, %e$
de Salas. Akzohisi'u &* Sevilla, Presidente del Suprrmo Coks
ESTOS REINOS Í lN*jl '1MDOR GENERAL EN ELLuS, KRLK3I0SG Y VJGtl U
FENSOK DE LA fi CATÓLICA V SEVERÍS1M0 PERSEGUIDOR DÉLA HERÉTICA Pl
VEDAD. MURIÓ Año di: 156Ü COMENZÓSE A LEER KN ÉSTAI KSCUELAS EL A
DE 1608. PRIMER PATRONO DE ELLAS EL Hk, D, J VaLI
DSnfilO, «AflAlLEKÜ DÍL ILÁUJTO DB Sa SOCA!'
Rey D. FRLtFl Ilf, V LO SON rERFÉTUOS LOS SUCESORES EN
lasa de Salas.
Por último, ya se dijo, que para el buen servicio del temp
se entregó al Claustro numerosa plata, ornamentos y
que desaparecieron en su totalidad cuando en la guerra
Independencia los franceses convirtieron en cuartel
ció (2) El pulpito antiguo fué reemplazado por el venera:
tial del sapientísimo catedrático benedictino con esta ioscripcií
I Ai Í1
tLTMO, V KMO. P. MTRO,
FR. BENITO J IEIJÜO
1709-1764
i'i'i ^ Archivo tic la. Universidad —TevUimiL .mi ..I. I Ai
— Cl1 fililí" ífl 1«'" ■:
ño!,, obtuvo de SS, el Papa León Xül un eMitu
Fm fie c* que, c i Tcr&áo* y comulfudír», visita «¡en la ':;».
pera* li,i*u la |mc ta\ del Sol, en cada mi 1 -Ir b* frsimdiide* de
1 '■ -i- ' ) I* MatM, TmUiImcii ha coi ■
I' m 5r. A Kítialdini» artuHkpu de Kcradtu y Nü 1
m-im a la UnKcr*id*d.
(?) AtctiivM de la L-«ivi:r>idr*d.— Tes lamen tana del Arzobispo Valí
Vea*c pág* 155.
— 28l —
• De las dependencias del piso alto ya se hizo mérito tratando
de los gabinetes y museos para las enseñanzas de Ciencias.
La galería, qué precede á las oficinas universitarias está de- '
corada por cuadros, que del ministerio de Fomento obtuvo el
Héctor Salmean y son los siguientes:
De autores desconocidos: San Antonio de Padua, un san-
to Crucifijo Prematatense, Sacra Familia, Jesús aprisio-
nado, San Juan Bautista, la Virgen y el Niño Jesús, La
comida del Fariseo, Jesucristo y San Pedro, dos Obispos,
dos Santos Religiosos un Santo heroico, y Minerva; El
Bautismo de la Virgen y la Concepción, por Gilarte; un
país, de escuela Flamenca; Reinaldo burlando los encantos
de Armida y Herminia huyendo de Polifermo, por Gordia-
no; El Maná, por Escalante; San Antonio, por Herrera el
viejo; dos Religiosos benedictinos, por Ricci; San Francisco
de Asís, por Zurbarán; San Jerónimo, por Ribera; y Últimos
momentos de Felipe II en el JEscorial, por Esquivel-
' Para decorado de la escalera principal, el Rector Sr. Aram-
buru obtuvo el cuadro histórico de grandes dimensiones, debido
al pincel laureado del profesor asturiano D. José Uría y Uría,
representando el dramático episodio del alzamiento provincial
de 1808 cuando las turbas populares pretendieron sacrificar en
el campo de San Francisco de Oviedo al poeta Melendez Val-
des, consejero Mon y los coroneles Filzgerald y Ladrón de Gue-
vara, como comisionados ó partidarios del duque de Berg y go-
bierno intruso, y fueron libertados de la muerte por el Cabildo
Catedral, en procesión, y frailes franciscanos que calmaron las
iras de los patriotas.
De la «Biblioteca provincial universitaria» se tratará á ca-
pítulo aparte; y nespecto del «Archivo») cabe decir que está hoy
confiado al Cuerpo facultativo especial. Urge ultimar su ordena-
ción y clasificación y terminar también los índices, con uno es-
pecial de la interesante antigua vida académica, cuyos principa-
lea documentos deberán publicarse en las «Memorias» y «Ana-
les» comenzados. Al Rector Sr. Salmean débese haber salvado
las primitivas actas y papeles de mérito cuya encuademación y
arreglo procuró con interés especial.
Por último, es hoy dependencia notable, pasando á ser como
'V;v
ífr-;
— a** —
una institución provincial, ¡a «Iconoteca asturianu-uní versilari
galería de retratos de hijos ilustres de la Universidad 6 prn\
cía, sus favorecedores y personas distinguidas dignas de e
honor. Esta colección de retratos, algunos de escaso mérito
tístico, débense principalmente al tantas veces mencionado
ñor Salmean que, desde 1874 con un donativo del Sr, Gonzá
del Valle, pues entonces solo había los retratos del Areobfc
Fundador, Campomanes, Jovellanos, P, Feijóo, Brigadier Solí
Rector Mata Vigil, se dedicó tan celoso Jefe á enriquecer la h
noteca con numerosos lienzos (1) que obtuvo por ges! iones in
sanies y donativos particulares, dejando también guía é índit
ciones para la continuación de este Musco iconográfico astur
no, proseguido con interés por el Rector Ararnburu.
Su complemento y manifestación en acto solemne sería u\
fiesta adecuada entre otras, que deben verificarse on fecha ya i
lejana del tercer centenario universitario, celebrando la entrm
y nuevos rumbos de cultura del siglo xx; debiendo también ost:
ya erigido para aquellos solemnes días de 1908 el monuuicnl
estatuario proyectado, que la gratitud pública dedica á la menn
ria inmarcesible del munífico D. Fernando Valdés v Salaí
En peregrinación de amor visitarán los asturianos en el puebl
nativo del Arzobispo insigne la egregia sepultura cincelada po
el maravilloso Leoni; en certamen extraordinario podrá presen
tarse como un balance de las fuerzas morales y materiales aslu
rianas, el progreso y manifestaciones salientes de ciencia, litera fu
ra, industria, agricultura y comercio del país á partir de las fun
daciones del gran Prelado; desde la primaria escuela hasta h
mas superior institución instructiva y educativa de Asturias, ves
tiran de gala, y mejor, si para entonces ya pueden manifestarse
renovadas y reproducidas en vida progresiva y propia de verda
dera enseñanza.
,£G1
íi) Véase mi «Discurso inaugural del c\ít*o de tSSfi 87a, fQvicdo. imp. de Rrid: iSf
donde se de? cribe esta Iconoteca con reseña bio£rá tí Cf>- bibliográfica de luí a^uriuno* itiislH">.
Algún visitante de e.«ta galería dice; 'Noson todos loi que Cátiu, ni cuan todas los quí
son».
Se buscan, para adquirir copias, Ilu relr-ito* del Deán AsL*£j y de] Regente Pém Vil '■'■
mil, y *c hacen gestiones á fi.i de cj, seguir Ini del Auobí#p<i Orü.'da y iná* Prelado*; d* 7;Vj4i
dt Aviles, Carvallo y otros escritores; di: tai Préndenles del Consejo de CaAlítlsi, Mniquetdc b
Paronz.%, Riega, l). Arias Man y VtÍArdtt /í Rmn >n éé f\nm¿i y Stfa, y alta*, Cortejen* 1
Ministros; de los Generales Abura/, Trema ñtst CirttfHfg94t"LucHr*t loi Mi*drz de f'igv y nw
ilustres militares; de miembros distinguido; de I m Ordt-iiüi 1Iciicd¡-:tñM, Dominicana, Frantho1
na y Compañía di Jesii;, y otro.» asturfAiui*, notorig-i p.ir^u* tBftintcSmlíatfOS.
En el Apéndice XIV figuran con * lo* isturi&tttM distflfuidas, cuyo* retratos estin üdwJ1
mente en la Iconoteca.
-283-
CumpHdas se vean también las justas aspiraciones de la
Universidad logrando personalidad vigorosa, siendo ley y régi-
men la «autonomía universitaria» anunciada en el proyecto del
ministro Sr. García Alix, desenvuelto en base amplia tanto en la
esfera científica y docente como en la económica (1). Al llama-
miento de la Universidad española responderán quizá mejor las
fuerzas vivas nacionales; adecuados organismos, en consonancias
con ideas y deseos modernos, desenvolverían el progreso moral
para suspirada regeneración, que por ese camino principalmen-
te puede conseguirse; la región tendrá los medios de cultura en
dirección de sus inmediatas y características necesidades y as-
piraciones; y á la labor, bajo rigorismo oficial de plantilla, po-
drán sustituir trabajo y estudio mas hondos y entusiastas, libres
y vivificadores.
Asi vive la Universidad de Oviedo esperando un cambio ra-
dical en el régimen y gobierno de la Instrucción pública. Foco y
encarnación de cultura local y general, aspira á continuar su
historia.
La Universidad de Oviedo no ha tenido, es verdad, una épo-
ca grande y gloriosa, como otras célebres Escuelas de Europa;
pero llenó cumplidamente una modesta existencia, impulsando
la actividad intelectual de Asturias y regiones inmediatas. El
tiempo, al pasar de siglo en siglo su inexorable fevista, la halló
siempre en primera fila en el estado de la enseñanza, mientras
han desaparecido otros cuerpos docentes que, al nacer el de
Oviedo, disfrutaban de superior y merecido concepto. La Univer-
sidad asturiana, aunque reducida á limitado territorio y cerce-
nada en su antiguo cuadro fundacional, tiene hoy como en pasa-
dos días el crédito y esplendor que á sus aulas dieron muchos
hijos, que se abrieron paso en todas partes por claro talento y
sentido práctico.
Trabajemos todos por dias venturosos para la Escuela astu-
riana, que han de lucir si el mezquino é impotente sentimiento
de mal entendida economía no ajusta el ancho campo de la
1 1) Archivo de la Universidad —Claustros de a, 9 y 26 de Octubre de iqoo para el estudio
del proyecto de ley, y notas redactadas al efecto por los Sres. Diazürdoñcs y Sela. En ios
Anales de la Un roen ida d ^Oviedo, 190a) se publicó el dictamen del Claustro ó ponencia del
catedrático D. Aniceto Sela.
i\-
flf.
Instrucción pública al estrecho recinto de las casillas de un p
supuesto mecánico, poco meditado y, por lo tanto, eslérih
No se apague, no, en la Universidad de Oviedb el fuego ¡
grado de la ciencia, que encendieron el generoso Váleles y
animoso Asiego; que fomentaron Feijóo y Campomanes, Pk
dor y Víllamil; y que avivo el primer Marqués de Pidal cuando
moderna renovación de la Enseñanza,
íí>
I
SEGUIDA PARTE
NOTICIAS
DE LOS
ESTABLECIMIENTOS DE ENSEÑANZA
EN FL
DISTRITO UNIVERSITARIO
DE OYIEDO
*
CAPÍTULO PRIMERO
Observación sobre el plan de este libro.— El Distrito universitario de Oviedo;
su demarcación primera y la actual; Estudios y Centros oficiales de Instruc-
ción que comprende. — La Segunda Enseñanza; su concepto, — Antiguas cá-
tedras asturianas y leonesas de Latinidad y Humanidades; Últimos datos del
Colegio universitario de San Gregorio de los Pardos. — Enseñanzas, Pro-
yectos y planes de Estudios secundarios ó preparatorios en el siglo xvm y
primera mitad del xix. — Instituto provincial de Oviedo; su separación de la
V Diversidad; organización; material de enseñanzas; presupuestos; necesidad
de local propio. — Instituto provincial de León; su creación; medios de ense-
ñanza; presupuestos.— Estudios de Segunda enseñanza en el Instituto* de
Gijón; su creación moderna y carácter del Establecimiento; matrícula y re-
cursos.—Institutos locales suprimidos de Casariego de Tapia (Oviedo) y de
Ponferrada (León); noticias históricas y consideraciones acerca de la supre-
sión.—Antiguos Institutos libres de León y Astorga (León) y Llanes (Oviedo).
— Colegios particulares de Segunda enseñanza incorporados á los Institutos
oficiales. — Referencia al Instituto de Santander. — Libros de texto en los
indicados Institutos.— Matrícula. — Inspección. — Múltipley variada legislación
de Segunda enseñanza y necesidad de un plan orgánico estable.
Dispuso la Circular ministerial de 6 de Abril de 1869 (en
cuya virtud me encargó el Rector Sr. Salmean escribir en 1872
la presente obra, ahora ampliada y reformada) que se redactase
primeramente la «Historia de la Universidad de Oviedo» (núme-
ros 1 al 9.°) y se reúnan al final «Noticias de las Cátedras y Es-
cuelas, que hayan existido en el distrito universitario, ya depen-
dieran ó no de la Universidad» (número 10.°). Esto explica el plan
seguido; pues, de otra suerte, diferente hubiera sido el orden
lógico y hasta oficial del libro, distribuyendo las materias en la
graduación propia de la Instrucción pública: «Enseñanza prima-
ria» ó fundamental (de Párvulos, Elemental, Superior, de Adul-
tos ó ampliada profesional, y la propia de Mujeres); «General ó
Segunda»; y «Especial ó Facultativa»; que asi resulta más sim-
plificada la conocida clasificación de la Ley de 1857.
Roto por el mandato ministerial el plan, que debió seguirse
- 2-
en estas páginas, en orden inverso comprenden
parte datos varios de los róstanlos Centros d
Distrito universitario ovetense.
Surgió éste por la Orden de 29 de Abril de 1841 ñisp<
qm lodos los Establecimiento- y Colegios de la Provin
Oviedo se dirigiesen a la Superioridad por conducto del Etoeh
rado. El plan de 1815, que dividió á la Península un Distrito
académicos, comprendió en el de Oviedo esta Provincia i
de León y Santander; pero el de 1860 i á Santandt
unió al de Yalladolid sin motivo fundamental para ello, ptsi
por la proximidad y otras consideración natural
histórica la distribución del ilustre primer Marqués de PSdal
Santander y Oviedo bou dos provincias hermana:-
fueron asttires y cántabros, a Lo que tira al mar, (
P, Flórez, se decía después de los moros Asturias incluya
Santander y Laredo; y las montañas que hay d<
hasta el mar eran llamadas por los antiguos Asturias di- Tra?
miera i,í). Sabido es que la parte occidental de Santan
llamó y se llama Asturias de Santularia. La unión m&s intima
del «Principado* y de la ^Montaña* ó sea de tas dos
fué pensamiento patriótico, que movió Ja pluma del docto La
verde Ruiz, y escribía: illn misino ruarlas baña, una n
cordillera las separa de Castilla; su topografía agricultura, pro
duelos vegetales y minerales son idénticos; análogas sus
trias; análogos sus trajes, y muchos usos y costumbre-: no b&\
solución de cunlinuidad entre ellas, ni por la disposición de
terreno, ni por la manera de ser de sus pueblos; nadir al pasa)
la barca de Inquera cree entrar en un país distinto ch
acaba de recorrer como nos sucede cuando trasponemos kn
puertos de Heinosa y de Pajares* (2). Abogaba el sabio cátedra
tico con argumentos hisb sociales para hermanar i
más á Santander y Oviedo en todo genero de divisiones a* i
trntivas; \\ respecto ¡t la académica, existen (¿oy otr-
tradícíonalea y los de proximidad entre Asturias y la
( i) Es/ttñti Sagrada, truno XXV I,
<jj EJcctfvwnenle, no obstante la í diferente* tti visión es histérica* y »dnum
el siglo xvj 14. -■: uoniprciíde en mapai, hiütoría», dtadonimen
nielle, L_i Martmícre. ete-}. bajo Isi dtuomii .Uthtim
i.'cay.i. Piran - y ■■! m.ir.
— a»9 —
unidas ahora, cual no sucedía en 1850, por cómodas carreteras
y el actual ferro-carril de la costa.
Los estudios y centros oficiales de instrucción, que comprende
el actual distrito universitario de Oviedo, son:
Universidad de Oviedo.
Institutos provinciales de 2.a Enseñanza de Oviedo,
León y Gijón.
Escuela de Veterinaria de León.
Escuelas de Artes é Industrias de Gijón y Oviedo.
Escuela de Comercio de Gijón.
Escuelas normales de maestros de Oviedo y León.
Escuelas normales de maestras de Oviedo y León.
Escuelas de Instrucción primaria de Oviedo y León.
Y pues que la Circular, tantas veces mencionada, también
pide noticias de otras Escuelas que no dependan de la Universi-
dad, igualmente se han de comprender en esta segunda parte
datos varios de otros diferentes Centros de Enseñanza é Instruc-
ción existentes en el Distrito.
Si no se llamó hasta el siglo pasado «Segunda Enseñanza»
la intermedia (entre la primaria y universitaria) ó preparatoria
no puede decirse que ésta se debe al siglo xix más que de una
manera externa ó más reglamentada. Para la Segunda Enseñanza
parece haberse escrito aquel concepto de la Ley alfonsina: «Di-
zen Estudio general en que ay Maestros de las Artes assi como
Gramática e de la Lógica e de la Retórica e de Arismética e de
Geometría e de Astrología...» Y más adelante: «Pero si para to-
das las sciencias non pudiessen auer Maestro, abonda que aya
de Gramática e de Lógica e de Retórica...» (1); y á continuación
se mencionan las Escuelas primarias y universitarias.
Las cátedras de Artes de las Universidades mayores y meno-
res, las de muchos antiguos Colegios, Conventos y posteriores
Seminarios eran de Segunda enseñanza ó de Gramática, Huma-
nidades y Filosofía elemental; y muy especialmente en los últi-
mos siglos, los de D.a María de Aragón y de San Isidro delMadrid,
los de Calatayud, Monforte, Huesca, Zaragoza, Guadalajara, etc.,
principalmente de Jesuítas.
(i; Leyes i y 2, tit. XXXI, Part, II.
Entonces, como después y ahora, fueron y son preciaos losi
tudios secundarios como complemento de la ¡nst
ni y grado de mas amplia cultura, así conio de preparado
cialparu profesiones y carinas varias ¿i fin de que el individ
se instruya y eduque completamente. Cuando las es
meras progresen en grados sucesivos y ron lodos los
tjue se requieren en un cambio total de una enseñanza rica
pera (posible, en tiempos lejanos todavía) pudiera enloni
cutirse y variar el concepto de la enseñanza segunda. En
pHsados sus materias fueron de una necesidad previa para i
gresaren I;»- íniversidades, aunque también en algunasdi
(en más ó en menos y en la moderna de Ce r ven
comprendían las enseñanzas do Arles, no muy di
las de los modernos Institutos. Era la continuación de los lejai*
frihio (gramática, w lialéctica) y cuadrivio (ariii
geometría, música, astronomía); enseñanzas preparatorias
centros eclesiásticos y estudios generales para i n gres
en las Facultades (teología, cánones, leyes y medicina).
Primeramente las aulas de Latinidad se extendieron por t
partes baja la denominación «de dramática» á ca:
respectivo «Dómine ¡ tipo genuinamente español de que ni
escritores hicieron cumplida pintura, como Tirso de Molina e
Marta la Piadosa^ Que vedo en el ilumine de <a y
P, Isla en el de Villamandos. Eran salvo honrosas exeep
maestros famélicos, sentenciudos, pedantes, de guste estragan
y crueles con pálmela y zurriago, que llenaron toda Es|
que murieron casi ayer con la variación de libros de te
castellano, antiguamente sin razón postergados, pues de latir
m&tica castellana nadie se acordaba. Asi pudo escnbu D. Ferro:
Caballero: «¿Qué teólogo, qué jurisconsulto, qué canonista, <p
médico tía existido en nuestro país, a quien no haya i
Dómine fas primera- lecciones de hablar y escribir corred
mente? ¿qué tribunal, qué universidad, que pulpito, qu<
qué botica puede evanecerse de no haber pagado tribal
dispensable Dómine? o (t)
Dolíase Navarrete de Ja existencia de treinta y ibis I
1 i! — 'Lm *t¿itñt*Ín piHttufot ;' >3 ptii varias
— 29' -i
dades y mas de cuatro mil Estudios de Gramática, «daño que
cada día va cundiendo», porque muchas personas procuraban
eximirse con ellos de cuidados y trabajos, que tuvieron y profe-
saron sus padres, y muchos también por falta de aptitud queda-
ban mendigando (1). Como la ignorancia de España en los si-
glos medios fué muy grande, extensiva hasta el Clero que era la
gente nías culta, primeramente en ayuda de éste, que fué muy
numeroso, y después en favor de la juventud, que llenó las mu-
chas Universidades, para unos, y para otros se crearon las escue-
las de latinidad. Dispuso así el concilio de Valladolid en 1228
que « todos los beneficiados que non saben f a blar latín, sacados
los vieyos,*que sean costreñidos que aprendan, ét que no les den
los beneficios hasta que no sepan hablar latín»; y en materia
atváloga recuérdese lo que ya se dijo aun de tiempos posteriores
en las presentes páginas (2). Por el predominio de los estudios
universitarios en libros y lecturas latinos, la lengua del Lacio
fué la única que se consideró digna de ser usada en las aulas y
se miró con desdén el romance ó castellano, relegado al vulgo y
á la literatura amena, cuando desde los siglos medios estaba el
idioma nacional bien dispuesto para ser aquella lengua literaria
con que brillaron tan esclarecidos escritores. De ello se quejaron
Morales, Fr. Luis de León y mas; pero nada sirvió para atajar se-
mejante tendencia que llegó hasta ayer. No entendieron nues-
• tros mayores, que no parece natural enseñarlas ciencias en una
lengua estraña cuando los idiomas no son solamente un instru-
mento de expresión sino de concepción y análisis respecto de
nuestras ideas.
Reglamentando y conteniendo tantas aulas latinas, desparra-
madas en provincias (desde los Reyes Católicos en aumento por
afición general de aristocracia y pueblo) fueron Felipe IV y Fer-
nando VI quienes dictaron leyes acerca de las localidades que de-
bían sostenerlas y con qué dotación (3). Referido queda (4) lo que
acontecía en Oviedo con tantos estudiantes de latinidad en el si-
glo xvi. La Ciudad habilitó en 1557 un local en el Hospital de
li)~ * Conservación de Monarquías y Discurso: políticas sobre la gran consulta que el Con-r
sejo hixo al Señor Rey D. Felipe III, por el Licenciado Pedro Fernández Navarrete (Discurso 46).
\i) Véanse página ó y siguientes.
«3) Leyes i.K y a.n, lib. 8, Libro 2.0 de la Nina Ron.
(4) Véase páginas 14.
— 2>}2 —
Santiago para estos escolares; y el Obispo D, Jerónimo
tasco señaló entonces salario perpetuo al dómine que lej
gratuitamente ú los jóvenes ovetens
sostenía el Cabildo de la Catedral, cargo que di
15S9 -I I -r Onhx, ¡i í|uitMi se daban 10, 000 mará ved
ruados de la prévenda «le Maestrescuela
un | o en Pesoz, Con el establecimiento del '
Sao Gregorio por el limo. Sr. Valdé f 1) so or
jor la l enseñanza en institución que la Junta general del I'ri:
pado protegió, gestionando & su favor con el Rey a peti
la Universidad en I65í), para wno perder las Ires
gramática» y en 1743 para recuperar los juros fundaciona
de estas materias intermedias (2); nías que hubo queja*
esto (3)', E\ arreglo vino principalmente y enseguida con
tense O San Matías de la Compañía de Jesús, ptai
desde 1578 y años siguientes < i). <jiic tuvo cátedras y erm
matrícula de Latinidad y Humanidades, al priti
sistemática con la Universidad y su Colegio de los
intervinieron además los Jesuítas en exámenes y nonnbramien
de dómines v preceptores para pueblos y villas, salidos muc)
ele sus aulas ovetenses Esteban estas organizadas en caí
de i mínimos * con pasantes de los niños ó princij « fin
ensañarlos con ejercicios prácticos, antes de libros como el
\vU' deNebrija, basta \n> declinaciones inclusive y el 5
r/ftitt. atolladero ó puente de los asnos tan difícil de pas
los escolares; de imenores , que leían ha supifl
v principios de sintaxis y composición; de u medíanos*, tu
;i vaneados en estos dos últimos puntos, comenzando
].,osn«li:i; y de * mayores*, que terminaban el tratado pro
medían y componían versos ¡ aprendían estilos A v
ciaban en la lengua griega y basta cu la hebrea, que mas f
eaenlemcnte se cursaban cuando la Teología. Expulsados p
Carlos lil los Hijos de San Ignacio, el Ayuntamiento de 1 Ivie
fué principalmente favorecido con sus edificios y alguoi
; 1) Véase páftma i 5 y *¡ijii¡'
dí b Dipuucíóp ptovíncíol. Dípuüi riuucí d« 7 1
t5Í Víate páginas jo y 3*.
I Id» págíun 34.
— 293 —
tas,, aunque ej patronato y nombramiento de las cátedras de
«♦menores» fué del Regente de la Audiencia y el de «mayores»
(Sintaxis, Prosodia y Retórica) lo fué del Rector y Claustro de
la Universidad, por la traslación de los Profesores del Colegio de
los Pardos, y anualmente nombraban también «Examinadores
de latinidad» para el ingreso de los estudiantes en Facultad. Dá-
banse aquejla en su local de la plaza del Fontán, en la que, á
fines del siglo xvín, intervenía el Claustro universitario con su-
jección á las leyes y privilegios de la Real Academia greco-lati-
na de Madrid y después según Reglamento de 1825 ordenando
las Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanidades (1).
No había villa ni pueblo de importancia en Asturias sin cá-
tedra de latin, ya pagada por la Justicia y Regimiento, ó particu-
larmente por los vecinos con módicas retribuciones, ó bien de-
bidas á piadosas fundaciones, á mas de las que sostenían los
párrocos y sus coadjutores, las Ordenes religiosas benedictina,
eisterciense, franciscana y dominicana en sus monasterios y con-
ventos (2), y en Oviedo además los Colegios de los Verdes y de
San José (3).
Pueden aducirse, como ejemplo, los siguientes datos.
Tuvo Gijón bien atendidas y sostenidas cátedras de latini-
dad, una dotada por D. Miguel Cifuentes con 72 fanegas; y si
allí no se estableció centro eclesiástico que las favoreciera, de
esto se trató en 1670 cuando del traslado del monasterio bene-
dictino de Villanueva de Cangas de Onís á la villa, siendo una
de las bases «que la Religión había de poner Colegio ó Estudio
con los profesores necesarios, que bien lo necesitaba una po-
blación que pasaba de 4000 almas». (4)
El municipio de Aviles subvencionaba también un profesor
de Latin y Humanidades; y resulta, entre otras noticias, que so-
licitaba el Licenciado Guyena en 1670 se le aumentara el sala-
(i) Véase páginas 3a, 87 y 261.
—Archivo del Ayuntamiento de Oviedo. — Acuerdos de 1772, 1774, 1785 impresión de
una obra de O. Francisco Rubiera, catedrático de Sintaxis y otros, á consecuencia de la expul-
sión de Jo* Jesuítas. Debe mencionarse por curioso el de 28 de Noviembre de 1798 para regalar
•chupa, calzón, dos camisas sombrero, medias y rapato* á D. Ramón I 'alacio Vigtl, pasante de
los estudios 4« latinidad», que importaron 389 reales y 25 maravedís.
- Archivo de la Universidad —Claustros de 12 de Noviembre de 1817 y de 9 de Marzo
de 1826.
12) Id. páginas 5, 7, y 99.
(3) 14. página 9 y 57.
(4) Historia de la Villa de Gijón por D. Estanislao Rcnducles Llanos i Gijón, 1867).
- 294 —
rio do H<t din -ados por testar subido el precio de loa roani
miento?*, aunque también cobraba un es l i pendió de h
nos. Cuando el nombramiento de estos m¡
oficial de competencia «ti certamen público, dial -
Br. Lorenza na para que se examinase en el Colegio
xputeada que fué la Compañía de Jesús, so ¿Hipase
moa del siglo xxi» que «el preceptor de Gramática y olma
bes 1). Manuel do la Cruz concurriese con los demás pretendí
leso oposiciones el consistorio^ jmos había nombrado p«
inteligentes para discutir eoo ellos en lengua latina ¡1).
En Aller corrió suerte desdichada la fundación de Él
mérito hijo el Brigadier D, Lorenzo Solís (de quien se trat
adelante describiendo la Biblioteca provincial) qu*
testamento eo Sao Juan de Dlloa— México, 1761 — , dejó 12-<
escudo?; para tin estudio de Gramática en Murías de Santi
y. i iniciado en I739i de patronato de sangre d< 4fej y \m
Amplio edificio, Los vecinos ayudaron con su trabajo y inate|
les pura levantar en 1772 la llamada «Colegí ata o, bajo plfl
los maestros- Reguera, Pruncda y Solís; duro poco el entable
mienlo, no h mimado del lodo en I7íir> aun con la inlen
del Regente de la Audiencia, y fueron desapareciendo ma
discípulos y hasta laCOUStfOCCiÓñ».,
ETujS natural de El Franco D. lilas J, Sarmiento Castrillon
■nf uegos, alguacil mayor del Tribunal del Santo Oficá
Inquisición, que fundó la obra pía do San Juan úo Pereadoa
levanW buen edificio, boy en ruinas, para Colegio-Semiba
con rentas además para sostener maestro de Gramática latti
pensiones para parientes, etc.; y redactó de bu puño y u
1757 un hermoso reglamento (2)
En Coaña la obra pía de Villaoondide sostenía un domi
retribuido cotí i .200 reales.
El de Grado fué establecido en 1713 por D. Juan Cicnftieg
Arguelles
En Llanes, el antiguo estudio de la villa estaba á cargo h
cuenlemente de uno de sus beneficiados; y D, Agustín de la O
Miguel [Madrid, i
//^imiv yat (fuer/Vi jHJr D, M .are clin o KcrnÁiicIcz y \ ■ . ift^J,
— 295-
eha Díaz costeó una cátedra latina en el pueblo de la Borbolla,
Es también antigua la de Onís, debida á D. José Villoría y
D,a Isabel de Castro,
El Alférez Real D. Juan Blanco» de Lozana en Pilona, señaló
desde el Parral (México) en 1726 la suma de 82.300 pesos para
fundar en Asturias conventos^ capellanías y escuelas, por lo que
su aliácea Si\ Hoyos Calderón estableció, de acuerdo con el
Consejo de Castilla, la obra pía de Pilona con cuatro capellanes,
dos para la enseñanza de Latinidad y Teología moral etc.; y, sí la
fundación vino á menos, ha sido recientemente restaurada por
sus patronos loa Sres. Marqueses de Vistalegre D.a Presentación
de Tineo y Un quera y su esposo el catedrático de la Universi-
dad Central y antes de Oviedo D. José Piernas y Hurtado,
Alies (Valle alto de Peñamellera) debió su cátedra de Latini-
dad desde 1775 al limo Sr. D. Domingo de Mier Trespalacios.
En el Seminario de Primera Educación, establecimiento no-
table y que desgraciadamente duró poco, fundado en 1815 en la
Vega de Bívadeo por el limo. Sr, D. Jacinto Valledor y Presno,
obispo de Osma, y ampliado por D. García Ramón Valledor y
Presno, era cátedra principal la de Gramática latina, continua-
ción de la antigua en aquella localidad de la dilatada obispalía.
Casi ayer fundáronse todavía cátedras de latinidad enTeverga
porD, Antonio González Quintana, que construyó y dotó el Cole-
gio de Fresnedo, y enNavia por D. José Pérez y García, quebizo
otro tanto con el de VÜlapedre* Y en otro orden, pueden citarse
los Seminarios conciliares mayor de Oviedo y menor de Valde-
dios (Villaviciosa).
Como en Asturias, sucedió lo mismo en la provincia de León
ensillos pasados porque su clero creó y sostuvo cátedras latinas
en villas y parroquias principales, y también las casas religiosas
de los benedictinos de Sahagun, monasterio famoso, San Claudio
de León, Espina reda y Montes; los bernardos de Sandoval y Ca-
rroeedo; los franciscanos de León, Sahagun, Astorga y Villafran-
cd: los dominicos de León y Astorga; y los agustinos de Sahagun
yPonferrada y Valderas; los jesuítas de León y Villafranca, con
estudios también de Filosofía y Teología en algunas.
Otras de aquellas enseñanzas debiéronse á los municipios,
fundaciones benéficas y prelados.
— 296 —
En la Bañeza era reputada su preceptoria de latinidad y;
tes de 1624, dotada con 4.100 reales de propios y módicas j
buciones; en Villamanín sucedía poco menos; la San Féli
Torio (Garrafe) con estudios de Humanidades fué fundad
1738 por D. Francisco Gutiérrez de Castilla, abogado de Gi
da, dejando por patronos á los señores Penitenciario y Doc
de León; la de Lois de Salamón lo fué por D. Jerónimo R
guez Castañón en 1740; y ya se mencionarán enseguida lo;
minarios conciliares de León y Astorga, el Colegio seminan
Valderas y el deVillafranca, que tuvieron naturalmente cate
de latín, aquí dos, de mayores y menores, dotadas con 200 y
ducados (1).
Avanzando á esferas superiores de la enseñanza, sabk
que existían también en las antiguas Universidades, mayor
menores, y en Colegios á ellas incorporados, algunas cate
de aquellas materias siguientes á la Gramática Latina, ya
el nombre de Retórica, ya con el vago de Humanidades (Iil
rtíores Htterce) (2), estudios intermedios ó de preparación
1 1 ingreso en las Facultades, comprendiéndose también trat
de dichas materias en la de Artes, que era como Facultad d<
gando orden ó de entrada (3).
A este fin respondieron principales enseñanzas del menci
do ovetense Colegio de San Gregorio ó de los Pardos en el ¡
xvi, también algunas otras monásticas y muy principalm
desde el xvn las del mencionado Colegio jesuítico de San
tías. En unas y otras aulas se formaron maestros y huuu
las distinguidos como el P. Carballo, el Chantre Díaz Mira
Menéndez Carreño, Oviedo y Portal, el erudito González LI¡
etc. La suerte última del viejo Colegio de las becas parda:
poco halagüeña para la Universidad.
En 1815 se reconoció la escasa importancia del estab
miento desde últimos del siglo anterior, y el Claustro univ
Uriose proponía darle más vida y consideración, aumentam
íi> Con un estudio detenido de actas municipales, át Juntas de Beneficencia y de I
cipítida y embrollada desamortización pudieran resultar datos muy curiosos respecto d i
"tras enseñanzas. Trabajo propio será de quien escriba una verdadera «Historia de la I
•n pública de España»
(21 — * Historia de Lis Universidades, Colegios y demás Establecimientos de Eus'múí
/.r/ítña por D. Vicente de La Fuente (Madrid, 1884—1839, tomos lí y IV).
{3) Véanse los Estatutos (llamados viejos! de la Universidad.— Apéndice III.
— 297 —
sueldo del director y genles de su servicio, después del gran es-
fuerzo que había hecho en 1746 reedificando el Colegio, siendo
su Rector y Administrador celoso el Dr. D. Ignacio Menéndez
Valdés. No pudo llevarse á efecto la reforma y, á consecuencia
de la clausura de la Universidad, cesó en 1830 la concurren-
cia de colegiales, aunque no su admisión; en 1836 era Rector
D. Joaquín Benayas, canónigo; y cuando los acontecimientos polí-
ticos de entonces, el ayuntamiento de Oviedo se posesionó del
edificio destinándole á cuartel de Milicia nacional, cuya medida
interina fué aprobada en R. 0. de 10 de Febrero de 1836. Allí
continuaron los Nacionales hasta su disolución en 1844, en que
el Municipio, conforme lo prevenido en dicha R. O., le entregó en
Marzo del mismo año á la Comisión Superior de Instrucción
primaria con destino á Escuela Normal de Maestros. Así las
cosas, el Patrono señor Duque de Berwik y Alba acudió al Go-
bierno quejándose del despojo que había cometido este Ayunta-
miento, alegando inexactamente que sus causantes siempre ha-
bían poseído quieta* y pacíficamente el Colegio; y reclamó su
reintegro y devolución. Entonces se publicaba el plan de 1845
y se proyectaba establecer en él la Casa-pensión, que toda pro-
vincia había de sostener para alumnos internos de Segunda En-
señanza, que fuesen de corta edad, llegándose á levantar el pla-
no y á formar el presupuesto. Mediaron diversas contestaciones
entre el Señor Duque y el Ministerio de la Gobernación sóbrelos
términos y concepto para el destino ó arrendamiento del edifi-
cio, ya para Escuela Normal ó ya para Colegio-pensión; y des-
pués de haber aceptado aquél las condiciones, que se le impusie-
ron en R. O. de 31 de Mayo de 1846 aunque con la de que se le
reconociese como dueño, recayó la resolución de 13 de Junio
del propio año, que malamente se ha considerado como título
bastante para extender los derechos del antiguo Patrono. Enton-
ces, el señor Rector Mata Vigil excitó al procer haciéndole
presente el origen y objeto de la fundación y la utilidad que la
reforma colegial reportaría á Asturias, continuando destinado á
los benéficos fines de la ilustración, y obligándose á que la pro-
vincia sostendría en el nuevo Centro cierto número de internos
nombrados por él, como en representación viva de su patronato.
Nada se consiguió. El Duque prefirió que el Colegio de San Gre-
- 398 -
gorio sirviese de habitación á sus apoderados en
que las oficinas sobrantes se diesen en inquilinato.
Mas era ya apremiante la necesidad de un local p;*ra el
titulo de Segunda enseñanza, que hoy, sin holgura de ningiin
ñero y en extremo reducido, vive en la universidad, confuí
dos los estudiantes d*- ambos establecimientos con muchos
convenientes morales y materiales, a disgusto de lodos
amantes de la Instrucción publica. Pensando en éíh
Sr. Martín Sana llamó ft wfcinen todos los anteceden*
timó una vez mas que no asistía al señor Duque un derecho
caz para retenerle, y en 18 de Marzo de 1860 remití- -
rioridad un luminoso expediente solicitando la revocación
dicha tt. O. de cestón. Apoyado en sólidas razonen j esalarec
do su parecer con ios de la Facultad de Derecho, Cláüs
Instituto, Gobernador civil y Consejo provincial y en no pe
documentos, era de gran peso por el derecho que demostw
Informado favorablemente & esta Escuela, como no se fu
nos^por los Consejos de Instrucción pública y de Estado, nu
se logró resolución definitiva, algunas veces anunciada; sin
se sepa el motivo, siendo unas la justicia y la ley, japlicíod
lo mismo a! pobre que al opulento magnate.
El Fundador todo lo legó * para el Colegio, colegiales, sus
rederos y subcesores* y, no dejando ninguna reserva i
del Patrono, claro estaque el Colegio de San Gregorio debía
para la Instrucción pública como otras muchas erecciones
mejantes, que se adjudicaron á los institutos de Segunda ei
fianza en virtud de RR. 00, como las de 13 do Octubre d
y 12 de Mayo de 1849. ¿Qué hizo la casa patronal cuan I
tado sé incautó del Colegio de San Pelayo de Salamanca, deol
casas y obras pías del Inquisidor, y cuando cesó en su
de nombrar los dependientes de la Universidad de Oviedo?
por suerte, sin derecho demostrado ante los Tribunales \
tudde una declaración meramente gubernativa y poco espite
adquirió la propiedad del Colegio de los Pardos, ¿no traer*
reconocimiento consecuencias para lo porvenir? El Fun<¡
nombro heredero al Patrono, antes bien le dio la carga de ri
por la conservación de sus benéficos legados en favor de la¡
tración de sus paisanos; y asi, ¿quién mejor cumplía la voliui
— 299 ~
del Arzobispo Valdés, el Gobierno estableciendo una enseñanza
ó el Duque destinando el edificio en cuestión á su propio pro-
vecho? Si, considerado como dueño, hizo arriendo con la Comi-
sión de Instrucción primaria, ¿se deduce que era propietario?
¿todo el qué arrienda lo hace en virtud de derechos de dominio?
Estas y mas razones que resolvían en favor de la Universidad de
Oviedo el expediente incoado, quedaron por responder, no obs-
tante ser repetidas veces recordadas á la Administración pública.
Después... previa información posesoria, el Colegio y huerta de
los antiguos Pardos fueron inscritos en el Registro de la Propie-
dad de Oviedo á favor de los Sres. Herederos de la casa ducal
patronal en 1874 y 1893, y el Claustro perdió ya toda esperan-
za (1). No mucho después los herederos de Alba vendieron huer-
ta y edificio colegiales en crecida suma (¿á qué referir más deta-
lles?) y el nuevo dueño derribó Colegio y dependencias, vendienr
do otra vez el extenso solar con destino al suntuoso Banco As-
turiano, que allí se levantó por encima y frente ala Universidad.
Antes, deferente á una indicación mía, donó al Claustro las sen-
das piedras con el escudo arzobispal-universitario y la inscrip-
ción de. la erección, que el Rector Sr. Aramburu dispuso colocar
en el ingreso de nuestra Escuela cuyos miembros tanto hicieron
por la casa becaria. El timbre heráldico y el epígrafe se sal-
varon de ser picados y aprovechados para manipostería; allí
están, y parece que repiten y recuerdan aquellas palabras que
mano desconocida trazó en un documento antiguo del Archivo:
«Estas son las buenas obras que debe la Universidad á los
Patronos».
Y prosigo ahora con las comenzadas noticias de enseñanzas
secundarias.
Campomanes se ensayó en su juventud poniendo cátedra de
Humanidades en Cangas de Tineo, que todavía sostenían en
1796 las monjas dominicas de aquella villa (2).
En la ciudad de León tuvo la Compañía de Jesús afamado
Colegio desde 1572 á 1767 con cátedras análogas á las oveten-
fi; Archivo déla Universidad. — Testamentaría del Arzobispo Valdés. Folios 7, 37, 43, 45,
4<>. 75i >' 354.— Claustros de 7 de Octubre de 1776, 24 de Octubre de 1787, 11 de Abril de 1796,
3 de Septiembre de 1715, otros y el de -28 de Abril de 1895
—Véase pág. 29.
{2) Véase pág. 100
— Zoo —
ses de Primeras letras, Latín, Humanidades y Teología 1110
bajo el conocido método de Raíiú Studiovum, Según las «C
las ánnuas» fué notable el número, calidad y adelantos de '
colegiales leoneses, y allí fueron sabios maestros los VV. Líaea
La Puente y los PP. Salazar y Lugo,
En la misma provincia fué notorio el Colegio sominn rio
San Mateo de Valderas, fundado en 1737 por el carmelita ¡
Mateo Panduro y Víllafañe, Catedrático de Salamanca, Califi
dor de la Suprema Inquisición y Obispo de Poparan (Col o mi)
y de la Paz (Solivia), que lo dejó encomendado á los patror
mayorazgo de Villoría de Orbigo y párroco de San Claudio
aquella Villa, Tuvo cátedras de Latinidad, Matemáticas, Filo
fía y Teología dogmática con becas de gracia para parienl
otras de oposición y de preferencia para los pobres pilón
Valderas y del Obispado. Fernando VII le agregó primei
Universidad de Valladolid y después á la de Oviedo.
D. Gaspar de Robles, vecino de Villafranea, costeó allí á
nes del siglo xvi un gran edificio, que donó con todoa sus i*
nes á la Compañía de Jesús á fin de establecer escuelas
ría, de Latinidad y de Retórica, para pobres principalmente,
nombró patrono al mayorazgo de los Cayanesde Gorullón. Cus
do la extinción de los Jesuítas, tuvo diferente organización
1769 como Seminario de Educación con las cátedras de Laüi
dad, comprendiéndolas Humanidades Se daba a éstos díferer
extensión en los varios centros de su enseñanza tendiendo a i
cluir materias comprendidas hoy en la Segunda.
Al tratar Carlos III en 1768 de los Seminarios, reunía ■
éstos los estudios de Latín, Humanidades y Ciencias con ciai
independencia del establecimiento conciliar y con carácter inü
medio ó de genera! cultura; y lo mismo aconteció en 17H(> al i
organizarías cátedras de Artes de Salamanca (1).
Dicho queda en la primera parle el carácter movido de l
aspiraciones y cambios del siglo xvni en todos los órdenes
la vida antigua y principalmente en enseñanza.
En Asturias no tuvo desarrollo la do las Matemáticas, que
perspicaz Doctor Asiego deseaba para su patria cuando la fu
ti) Ley *.* ut, U libra I y ley it til VIII, lik VUI d* u Nina, K m
— 3ci -
dación de la Universidad; y, en lo general, no dio frutos extraor-
dinarios ni tuvo también gran preferencia en otros Centros,
antes se la miró con recelo hasta bien entrado el pasado siglo (1)
aun después del empuje en la reforma de la Universidad por
Campomanes y de la notable fundación gijonesa de Jovellanos.
Desde 1754 se pensó en esludios de Agricultura. Pedía el be-
nemérito Regente Sr. Gil de Jaz que se fomentase; en 1759 la-
mentaba la memorable Junta General del Principado los muchos
males por la emigración de mozos á Castilla y lo crecido de
los tributos, pidiéndose informes á la Coruña; en 1774 se pensó,
como remedio principal, en Academia y cátedra agrícolas alis-
tándose como académicos el Regente, varios diputados, docto-
res y personas notorias de la provincia; y, como siempre, se pi-
dió al Conde de Campomanes formase las Ordenanzas después
de recibir con aprecio su innovador y útilísimo libro de la «In-
dustria popular». Tan laudable idea, que había de desarrollarse
en la Universidad con estudios elementales y populares, no lle-
gó á realizarse, como en 1822 la cátedra de Agricultura de la
Vega de Rivadeo, que había de trasladarse á Oviedo igualando
al catedrático D. Ramón Reguero á los de las Facultades (2). Si-
guieron después proyectos varios de Granja agrícola, Estación
agraria, Cabana modelo etc., en la Sociedad Económica, Conse-
jo provincial de Agricultura, Industria y Comercio, y en la pren-
sa, y, no realizados, asi se resienten de rutinarias y atrasadas las
labores en nuestros valles y montañas, si bien el estudio agra-
rio se va abriendo lento paso modernamente en escuelas prima-
rias, secundarias y normales, como ya se verá.
El proyecto de cátedra de Historia queda referido (3), é indi-
cado el pensamiento de Academia de Dibujo y Perspectiva, que
ideó la Junta General desde 1775 y consultó, cual era costum-
bre, con el hijo insigne de Tineo, siguiendo gestiones hasta
1787 por comisión del conde de Peñalva; pero la realización se
1 1) Véanse páginas 36, 94, 112, 160 y ¡jo.
(2) Id. pág. 96.
—Archivo de la Diputación provincial.- Juntas de ir de Junio de 1754, 28 d» Abril y 28
de Juliu de 1769; Diputaciones de 27 de Mayo, 30 de Junio y 14 de Julio de 1774; y Juntas de
1$ de Julio de 1775, 10 de Enero de 1776 y xó de Febrero de 1777.
—Archivo de la Universidad.- Claustro de 11 de Octubre de 182a.
(31 Véase pág. 95.
— 302 —
debió á la iniciativa particular del pintor Sr. Cónsul tres ai
después (1).
Ciertamente que con la expulsión de los Jesuítas se resir
la enseñanza de Humanidades, pues los maestros que los re<
plazaron apresuradamente no podían en su mayor parte com
tir con aquéllos en conocimientos, asiduidad y práctica; p
con los bienes y rentas se dotaron no pocos estudios y se cr
ron otros, como el Real Seminario de Vergara en 1701* (p
mi de inolvidables recuerdos porque cursé en sus aulas y c<
gio de internos). En remedio de Asturias vino con cdo y sabi
ría el célebre ministro y siguieron incesantemente los benefie
y protección del Gobernador del Consejo de Castilla. Asegí
la cátedra de Retórica y Poética; ensancháronse otros estud
con miras y conceptos nuevos, cual en los proyectos de H
por el Sr. Diaz Miranda (2), oficial y privadamente; y de esta d
ñera comenzó el estudio de Lengua francesa. Hasta bien i
trado el siglo xix, no fué muy común el conocimiento de
lenguas vivas extranjeras, y ninguna su enseñanza. Para
Hospital de Peregrinos ó de San Juan de Oviedo tuvo el Cal
do Catedral confesores, que hablaban francés, italiano y «al;
ñas otras lenguas», á quienes, según acuerdos de 1684, so
gratificaba con 50 ducados, 6 fanegas de pan, habitación, can
leña, estipendio de misas, médico y botica. En 1699, por <
función del Licenciado Riaño, que desempeñaba el cargo, te i
licitó el Licenciado D. Bernardo Lameo, natural del reino de
landa; en 1729 hizo otro tanto D. Francisco Povisor, natural
Rohan, que conocía varios idiomas; y en 1761 el Cabildo esc
bió á Madrid, Salamanca y Santiago para traer un clérigo
lenguas francesa y alemana, á quien se le darían 200 ducadi
casa, leña y demás conveniencias. Kn 1783 tenia el benefi*
D. Nicolás Trelles, asturiano, mencionado por el docto vía
ro inglés Townsend (3). En 1784 ya había en Oviedo enseñan
particular de Lengua francesa, según certificados de mérito;
(i) Archivo déla Diputación provincial.— Junta de 15 de Julio di* 1775 y Diputaciout
10 de Julio de 1780 y 17 de Febrero de 1783.
(2) Véanse páginas 95, 117 y 119.
(3) Discurso en la apertura del curso de 1902 á 1903 cu d Seminario conciliar de Ov.
por el Dr. D. Arturo de Sandoval, canónigo etc. (Oviedo, 1901),
—Véanse mis Estudios asturianos ó Carta/u ?y os d" .hittri<rtr (Oviedo, iSflft,1,
— 303~
servicios académicos; en 1788 Mr. F. Affre era el director de
una «asamblea» ó academia; y en 1799 lo acredita el malogrado
Dr. Vega, uno de los jóvenes que asistían á la enseñanza «de un
francés de mérito» establecido en la capital. Los eclesiásticos y
otros emigrados de la Revolución de Francia, se establecieron
en casas acomodadas ó fueron protegidos por el Sr. Obispo, y
ellos difundieron no poco y ayudaron á la enseñanza del fran-
cés, como el ilustrado D. Francisco Barthelemy, entre otros,
huésped de D. Francisco Caveda en Villaviciosa, donde á éste y
á su hermana D.a Rita, escritores, al médico Madiedo y á mas
enseñó lenguas francesa é inglesa, haciendo en Gijóu otro tanto
D. Juan Lesparda, escogido para Bibliotecario y maestro de rudi-
mentos de estos idiomas por el gran Jovellanos cuando promovió
las aulas gijonesas; y allí el insigne patricio dio breve tiempo
lecciones de Francés (1). El conocimiento del inglés fué mas ex-
cepcional y tardío, aunque en algunos puntos supieron adquirirle,
como cosa extraordinaria, algunos jóvenes estudiosos, cual el
después célebre D. Agustín Arguelles en Rivadesella.
Mencionada queda la carta del catedrático ovetense Dr. Pra-
do al Fiscal del Consejo Sr. Pastor en 1795, que refleja el estado
de los estudios de Artes entre nosotros, á tenor del plan de Cam-
pomanes, y se manifiesta que en 1790 «mandó el Consejo que en
esta Universidad, á ejemplo de la de Salamanca, se enseñase el
curso de Filosofía por el autor más análogo, para mejor instruc-
ción y progreso de las Matemáticas y Medicina, cuya orden aún
no se ha cumplido, sin embargo de haberse pedido su observan-
cia por un graduado». Dichos están también los consejos de
Jovellanos al mismo Sr. Prado y el discurso de 1797 del Doctor
Vega, este pidiendo plan de estudios más en consonancia con
aquellos años en que terminaba el siglo xvm y nacía el xix (2).
Ya en este, aunque no planteado por consecuencia de la
guerra inmediata, el plan de Caballero en 1807 daba orden y
regularidad á la enseñanza y más importancia á los estudios
matemáticos y físicos. No se realizaron por causas bien sabidas
los grandes propósitos de los legisladores de Cádiz en materia
de enseñanza é instrucción públicas; y, cuando la reacción, quedó
itl Véase mi Discurso necrológico: D. José Cavcda y Naves. (Oviedo. x88a).
la) V<'*anse páginas 120 y siguientes y 154.
- JQ4 —
archivado i ! proyecto do plan de 1813 debido pri napalm
coronado Quintana que, antre otras reformas, prov
Universidades de provincia para estudios de Segunda Bi
fianza o, cuya deficiencia antigua señaló en el nota!
bulo. Se retrocedió al pían de I77í en Oviedo, ó ño\
rieron los PP de Jesús a su Colegio de Sari
en 1815 se restableció la Compañía en España, que i
cfsmO habían mejorado, merced a. su extendida organizad
métodos de enseñanza en relación con los progresos de la
fias y letras, A sus cátedras de otras localidades acudió tsui
rosa juventud, ^ran parte de ella distinguida después
formas políticas contra loque esperaba el receloso y rutin:
gobierno de Fernando VII, que los buscó entonces para í.*alü£
de lo pasado y firme oposición a novedades.
Expresión pedaf lovimieoto libeml de 182<
piando 1H¡>1, basado en muchas partes en el proyecta d«
intentandb de nuevo las I Diversidades provinciales, Hal
dos Universidades en Oviedo, la antigoa 6 I Diversidad de Efl
nansa Tercera j |a de Segunda Enseñanza; ésta
Gramática castellana y Lengua latina; a, CrOnoloj
Literatura é Historia; Matemáticas puras, Física, Química, Mi
ralogía y Geología, Botánica y Agricultura y Zoología; I
Gramática general, Economía política y estadística, Moral y
recbo natural, y Derecho político y Constitución; y debía tei
además Biblioteca pública, escuela de Dibujo, laboral
Química, gabinete de Física, de Historia natural, de productos
dustrialcs y Modelos de maquinas, Jardín botánico
tinado para la Agricultura práctica.
El progreso iniciado era grande y acertados loa métodos
enseñan/a: pero se paralizó el movimiento con reacción ini
diata y su plan literario de estudios ó arreglo general de 1^
que, aparte de su rigorismo hasta ridículo y de pobres y aira
das disposiciones en algunos puntos, tenía preceptos
por encima del fanatismo e intransigencia que le dictare
Humanidades y Lenguas anunció próxima reforma, aunque
galo mientras tanto la Gramática latina *en castellano» por
franciscano P. Carrillo, la Poética de Sánchez y la B
P. Colonia, así como parala mermada Filosoíía loa libros
— 305 -
P. Jacquier y Guevara. Enseguida apareció el «Reglamento ge-
neral para las Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanida-
des de 1825», limitando aquellas, bajo la intervención de la Aca-
demia greco-latina, y señalando las materias de los segundos:
Primeras letras y Latinidad; Lógica, Metafísica y Etica; Historia,
Geografía y Cronología; Literatura ó arte de hablar en prosa y
verso; Lengua griega; Matemáticas puras; Historia natural; Física
y Química; Lengua francesa é italiana; Dibujo; Música, Baile y
Esgrima (1). El cuadro era bueno; pero no así el desarrollo y su
práctica, pues entonces y en años después se confundieron y
entreveraron en Instrucción pública, así el deseo de acierto y es-
píritu filosófico positivo y expansivo á veces, como las pasiones
políticas, la persecución, las impurificaciones y un retroceso in-
comprensible en magisterio, métodos y libros de texto.
Muerto el tristemente notorio Fernando VII, ya en los prime-
ros y bonancibles días de la Reina Gobernadora por Isabel II,
el Ayuntamiento de Oviedo ayudó á la deseada reforma de los
estudios públicos facilitando aulas para las enseñanzas de Geo-
metría, Mecánica, Química y Delincación que, de acuerdo con el
Real Conservatorio de Artes y su director D. Juan López Peñal-
ver, planteaba la Sociedad Económica de Amigos del País de
Asturias. Fueron enseguida los elementos con que se pudo des-
envolver mejor aquí el plan de 1836 debido al procer ministro
autor del «D. Alvaro» (2i. La «Instrucción secundaria pública»)
se dividía en elemental y superior; aquella en establecimientos
que denominaba «Institutos» (constitución, regla que prescribe
formas y métodos varios) como D. Gaspar Melchor de Jovellanos
había llamado al «asturiano» en Gijón, obra de más felices di-
recciones que debieron continuarse para el renacimiento de la
nación; y la suparior extendiendo las materias elementales con
más rudimentos de las políticas. El plan del Duque de Rivas
nació y murió; no se plantearon en Oviedo los dos Institutos,
que aquí correspondían, ni en León el elemental, mientras la
(i) Fn la Impccción general, creada en 1826 figuraban los asturianos D. Juan Tinco y don
Gabriel de Hevia y Noriega.
- Historia filosófica de la íjtsti uaicn publica d? £sfaña porD.J. M. Sánchez de la Campa.
(Burgos— 1874) Tomo II.
(ai Véase pag. 183.
(3! RR. OO. de J2 de Abril de 1843 y 14 de Octubre de 1844 de los ministros Srcs. To-
rres Salonot y Marques de Peñaflorida.
— 3o6 —
fundación gijonesa, ya desfigarada, sufría protunda crisis.
segunda enseñanza, se dijo en el Arreglo provisional del inie
año de 1836, que se conoce con el nombre de Filosofía en
Universidades, se distribuirá en tros cursos académicos*. D
nueve años el llamado «arreglo» en los también llamados Ir
tutos, favoreciéndolos á expensas de los alumnos externos
Seminarios conciliares, donde, decía la disposición oficial,
por aferramiento á sus antiguos estudios escolásticos, ya por
ta de medios, no se enseñan con la debida latitud las cien*
físico-matemáticas en que se hace consistir ahora principalme
los estudios filosóficos»; y determinaba masías enseñanzas c
forme al dicho Arreglo (1). Véase nota 3 de la página anterio
A la nueva organización se oponían los obstáculos trad*
nales y viejas preocupaciones de siempre en favor de los se
lares estudios universitarios; pero Jas autoridades provincia
trabajan por establecer y organizar de acuerdo con losReclOi
los nuevos Institutos de Segunda enseñanza, corao lo ges
naron en Oviedo y León los jefes políticos D. Juan HuízCernií
y el asturiano D. Francisco García del Busto.
El plan de 1845 fué la piedra fundamental donde descaí
para lo sucesivo la Enseñanza secundaria, pues todo cuanto
hizo después fué en relación con aquella memorable obra
primer Marqués de Pidal, secundado por el Sr. Gil y Zarate
Los Institutos eran de 1.a clase ó superior con la Segunda en
ñanza elemental y asignaturas de ampliación; de td.6 clase ó í
mental; y de 3.a ó con esta incompleta. El cuadro original ce
prendía cinco cursos con eslas malcrías distribuidas en una ó
más asignaturas: Gramática castellana, Lengua latina, Cale
aritmético, Geometría, Geografía, Mitología é Historia genei
Moral y Religión, Historia de España, Lengua francesa, Aritr
tica, Algebra y Geometría, Física, Química é Historia natura
Dibujo (éste como voluntario). Todo este cuadro fué variandi
través de frecuentes reformas.
El Instituto de Oviedo fué entonces superior por las en
ñanzas universitarias de la Facultad de Filosofía de que dep
dio, en virtud del plan de 1845, hasta 1817» en que ya tuvoexist
\2) Véanse páginas 189 y 192.
3m
— 307 —
cia oficial separada de la Universidad, principalmente desde los
Reglamentos de 1858 y 1859, bajo la dirección del bondadoso é
inolvidable D. Ángel Paez, después canónigo, llamado en Oviedo
popularmente «D. Angelín». Siguió las vicisitudes y organiza-
ción de todos los de su clase de España, quedando á cargo de la
Diputación provincial en 1866 y volviendo á la del Estado en
1886, aunque la Excma. Diputación provincial siempre satisfizo
su contingente con la mayor exactitud, acordando también la
elevación de sueldos en 1877 á tenor de lo antes dispuesto por
el ministro señor Echegaray.
Fué adquiriéndose el material de enseñanza necesario, pri-
mero aprovechándose del de la Universidad y después teniéndolo
propio, pues el ministro Sr. Pidal atendió con interés á la Escue-
la y á las peticiones del Rector Sr. Mata Vigil. Suprimidos que
fueron los estudios de la Facultad de Ciencias, pasaron al Insti-
Vwto sus gabinetes de Física, laboratorio de Química, museo de
Historia Natural y Jardín Botánico (1) desde 1861 y creándose
los de las asignaturas de Geografía y Matemáticas (en éste se
conserva un eclímetro que perteneció al célebre arquitecto don
Ventura Rodríguez) todos lentamente con pocos elementos y al-
gún donativo hasta 1877 en que se obtuvieron no pocos recur-
sos con los derechos académicos creados por el ministro Conde
de Toreno. Lo mismo aconteció con la Biblioteca especial,
creada en 1862, y acrecentada desde la indicada fecha de 1877.
Tuvo en 1885 el establecimiento un donativo importante remiti-
do desde Jaén por el docto asturiano Comandante de Infantería
retirado Sr. D. Elias García Tuñón y Bernaldo de Quirós, acadé-
mico correspondiente de la Real de la Historia y autor de esti-
mables trabajos de erudición, compuesto por un monetario for-
mado por 21 estuches conteniendo: varias monedas antiguas en
su mayoría de cobre y algunas de plata; una pequeña estatua de
Mercurio, en un pedestal de bronce; un alfiler romano; dos pen-
dientes celtíberos; un cuchillo; un broche romano; dos sortijas,
una de plata y otra de cobre; dos platillos de barro; dos esta-
tuitas; un hacha de bronce; tres hachas de piedra; dos medallo-
nes de cobre con busto; un brazalete; un lacrimatorio; una es-
(x) Véanse páginas 2x4 y siguientes.
- 3°8 —
tatuita muy antigua de piedra; una base de alabastro fioam
calada; y una cimera de casco rom ano.
Los Estudios tuvieron aquellos aumentos, reducciones y a
paciones (pie dispuso la variable legislación del ramo. Por b
tiempo tuvo enseñanzas del Magisterio primario en 1867: se?
la cátedra de «Fisiología é Higiene» en 1868; la de «AgrícuItJ
en 1870, formándose desde entonces un gabinete agronón
en 1893 la asignatura de ^Gimnástica higiénica» tan conver
te y que no lia tenido local y medios que necesita; desde el
mo año sucedió otro tanto con la de ^Dibujo*, que ante
daba en la Escuela provincial de Bellas artes de la capital; y,
último con acuerdo de la Diputación provincial se estableció
tes, en 1889, la enseñanza de la Taquigrafía, que duró va ríos ¿
y debiera volverá rcstablccerío.
El EL D< de 1901 del Ministro Si\ Conde de Romarn
transformó al Instituto en ¿General y Técnico» con las va
enseñanzas, que dilataron el campo de la instrucción secur
ria con algunas novedades aceptables; pero no dotadas te
con los recursos y elementos que se necesitan, Por este le
fallas de base y medios, flaquean y mueren muchas reforn
Aquellas fueron: 1.a Estudios generales de letras, arte
ciencias con cuyos conocimientos se obtiene el titulo de Bai
11er, de prel ación para del ei minados estudios superiores;
Estudios elementales y superiores drl Magisterio de 1.a i
señan ¿a; pero las Escuelas de Maestros y Maestras conserva
su unidad orgánica; 3.*: Estudios elementales di Agricuitu
para la obtención Jcl título de o Práctico agronómico* y «Pe
agrimensor*; La: Estudios elementales de * Industrias, en
dos los Institutos; para obtener el certificado de * Práctico ind
trial», necesario para el ingreso en las Escuelas superiores
Industrias de varias localidades; o,n: Estudios demoniales
Comercio^ para obtener el diploma de «Contador mercantil
de ingreso en las Escuelas superiores de Comercio de varias lo
lidades; 0.a; Estudios elementales de Bellas Artes, necesai
para entrada en las Escuelas Superiores de Bellas Arles y
las Superiores de Artes industriales, de diferentes localidad
y 7.a: Estudios (confeiencias y clases prácticas) en e.seue
elementales nocturnas para obreros.
wm*
— 309 -
La situación económica del Institato ovetense fué siempre
desahogada. Los ingresos en 1857 fueron: 9.200 pesetas pro-
ducto de matrículas y títulos, 14.002'98 por consignación del
Estado, total: 23.202'98; y los gastos del personal importaron la
misma suma. En 1881 fueron los ingresos, 15.624 pesetas por
matriculas y títulos, 4.835*50 por consignación, de 24.453 por
la de la Diputación provincial, haciendo un total de 44.912J91.
En su último presupuesto del 1902 importaban los «Ingresos»
79.204'5O pesetas, descompuestas en las siguientes cifras:
En papel de pagos al Estado 23.013 ptas.
En timbres y pólizas de todas clases. . . . 4.114 »
En metálico 52.137'50
y, es de advertir, que la subvención de la Diputación provincial
ascendió á 37.370'50 pesetas.
Los «Gastoso importaron 74.494 pesetas, descompuestos en
las siguientes sumas:
Personal: por sueldos, quinquenios y gratifica-
ciones del académico y sueldos del adminis-
trativo 69.894 ptas.
Material de Enseñanza 3.650 »
Id. de oficina. 950 »
Dichas sumas se prestan á no pocas reflexiones.
Sigue el Instituto de Oviedo careciendo de local propio y
ocupa parte del edificio de la Universidad: en la planta baja tres
aulas, cuatro para las enseñanzas de Geografía é Historia, Len-
guas, Matemáticas y Dibujo y otra para Gimnástica, todas redu-
cidas y la última oscura y sin condiciones higiénicos; en la
planta principal, dos para Física y Química, Historia Natural,
Agricultura y Técnica, como los Gabinetes en común con lá
Sección Universitaria de Ciencias; y sigue la sala de Juntas
de Profesores, Dirección y Oficinas de Secretaria, todas habita-
ciones de paso excepto el reducido despacho del Director. Uno
y otro día, durante mas de medio siglo, se ha reclamado contra
esta situación antipedagógica en todos sus conceptos. El Recto-
rado, la Dirección del Instituto y la Prensa representaron ince-
santemente contra esta situación insostenible, después que en
mal hora el Estado cedió á la propiedad particular el Colegio
universitario de San Gregorio de los Pardos con su huerta, si-
— 3»'
líos donde debieron establecerse el Instituto y Colegio de»
proyectos do 1846. La Superioridad dictó diferentes RB
disponiendo la separación de los dos Centros de ens<
guicron las gestiones, bobo proyectos, se pensó en los palacio
tenses del Duque del Parque y Marqués de Vista Alegre, qn
m enage&aron por módicas sumas; y últimamente se trató de
onvento de Sanio Domingo con acuerdos del Obispado, D
pulaciún provincial y I kn turado; perú la cuestión sigue sin rt
solver, si bien, cuando escribo estas páginas, se habla de ante
proyectos que tienen en estudio celosos representantes de la Pro
Viuda. Condenso en breves líneas el trabajo y los do< OC
naces de t&ntoa B0OS, mientras en capitales y localidades d
008 importancia que Oviedo y de Instílalos, que no alcanzan íí
matricula y significación Sel ovetense, ya se batí íevantai
demos y amplios edificios dedicados a la Segunda enseñanza
aun donde no habla los inconvenientes morales, mal
económicos que en este punto se tocan todos los días en la Cá
pital de Asturias con la confusión y eslrefehez de la Un i ve i
é Instituto y de .sus alumnos. Urge, y cada día más, resolver la
cuestión, pues no se comprende como no se ba solucionado ana
aspiración tan constante y justa (1)*
¡l\ Instituto ¡trocí aria I de Segunda enseñanza de l
debe su origen a las gestiones que en 1846 llevaron á caliólos
Excelentísimos Srcs. D. Juan Píñan, TX Segundo Sierra Pain-
Me\\ diputados ft Corles y Senadores, que fueron lujos amantes
de su provincia, y del celoso funcionario provincial D, Jof
(i) Pnra ma» noticia» relativas til Instituto provincial de Oviedo deben tef can.uli
tMrmorfdj y fitmiat •ttMftltfs
L¿t* de if^.j^-,, i píirr- ñi ¡ -= tKAi -6* ; ^= rS6» 63; -t8G^64;=T&Si-
i ¡v'.; í..&;^í8ó8-6u y 1870-71 por el Directo i I'. Rstfoel Oitíi frfoaiuffei ia.
La* de 1871-7^— 1B72-73, =^873-74. = 187^75*=/ 1S75 •?'.' por cJ Secretario D, Ulpfamü¿
HÜ.-7- Calderón*
I.i dt 1676*77 par el Serreta río I>* Juan Ljn¡r»ip*>
I 14 de 1877 78: -T678-7y ;^ 1879-80;^= iB&o-Si.— 1881 Sa;— iBSa 8 jtz=:i 883*84;— i* ¡
TBBseÉ;=iB86 87;=7»S87'-íl8i— 188889;= j8B,j 90 ¡=iE^d r el' Sccrct,,
1 ajÍI < 3ont¿lea Fradtí.
La de iBfla-93 por el Secretario D. jo-¡é María Cn-i¡lhi.
1 ti de iSy3-94;^:i8^ 95;=í895 96.=i8oé-97;^i897 98,— y 1B98 99 por D. Lui* M
Ij de rH 1^900 por D. Marcelino I iraáiMUí y 1 tninéti.
Y la a de 1900 fl p»r O 1 fanciüco J. t}.irr¡e»>
Son muy 00 m pitia* Us de 18 60 Oí por el Sr. ¡JUi Monasterio y la* de r
- 1 Si GüOiáJes r radei,
mi lÚtínu k pirUi idice un interesante trabajo acerca del Grifmpd
fk> tff ¿>S rtítti.n'ii Eitlufreí iff S?£tártJ,t fHU&mtZQ fti el í raí Unto ftf L>PttH» por
Quito ,
A continuación di lai Mtméria* se publican [01 dalo* de la E*t:ición metearoltigjcji ,
Salmean, CemcLo, Fr,idut Méndc*, ele.
-3H -
cobar secundadas por la Excma. Diputación provincial, el Muy
Ilustre Ayuntamiento de aquella capital y el Jefe político don
Francisco G. de! Busto.
La memoria de este hecho se perpetuó en lápida de blanco
mármol en que se lee la siguiente inscripción:
Al patriotismo y al celo [lustrado
con que nhocurarojí la apertura de este instituto
los señores
Busto — Pijíak — Escobar,
año 18Í6, Segundo Sierra Pambley.
El día 10 de Octubre de 1846 se verificó la inauguración
bajo la presidencia del St\ García del Busto con asistencia de
las autoridades y corporaciones- El acto tuvo lugar en el Semi-
nario Conciliar de San Froilan y el Claustro de Catedráticos era
compuesto de los Sres. D. Francisco del Valle, religioso domini-
co, canónigo que fué de la Iglesia Catedral, natural de aquella
provincia y reputado humanista, D. Aquilino Rueda, D, Domin-
go Alvarez y D. Natalio San Román, encargados respectivamen-
te de las asignaturas de Retórica y Poética, Matemáticas, Latín
y Religión y Moral, únicas que en aquel curso se plantearon (1).
Organizadas estas enseñanzas, según el sistema entonces vi-
gente, se instalaron sus aulas en la planta baja del edificio mo-
numental de San Marcos, ex-eonvento de Caballeros-canónigos
regulares de la Orden de Santiago, Allí continuó el Instituto
hasta 1855 en que se trasladó al ex»colegio de PP. Escolapios,
por gestiones y medidas del limo. Sr D. Patricio Azcárate, Go-
bernador de la provincia, hijo también de León y bien conocido
cu España como político y escritor
En el decurso del año 18Í7 al de 1848 completáronse los
estudios del Bachillerato, nombrándose los profesores para dar
la enseñanza de las asignaturas de Geografía é Historia, Fran-
ees, Psicología, Lógica y Ética, Historia Natural, Física y Quf*
mica. En 1859 se inauguró la de Dibujo lineal y de adorno
Creación debida á la iniciativa de la Junta de Instrucción públi-
ca; también entonces la Excma. Diputación provincial consignó
en sus presupuestos la cantidad necesaria para elestablecimien*
(j ( Xüilciaí que debo A b atención del aqttin] Director Sr. Diní-Jímcnc*.
- 312 -
to de un cátedra de Agricultura, enseñanza que, con el nomb
de ('Nociones teórico prácticas de Ajirienlhira, eomODZO a dar
en Abril de 1860; y al año siguiente», aparecieron consiitmd
los estudios periciales para la obtención del título de AgrímetUK
Fué de sentir la desaparición de estos estudios en Is71.
El Instituto leonés tuvo las vicisitudes y vari
demás de su «lase en España* y la Escuela elemental de
Industrias, agregada al Instituto por gestiones del Diputad
Fernando Merino* entusiasta leonés, ceso recientemente en L90
Posee no escaso material científico; los Gabinetes de ;
nina é Historia Natural se enriquecieron con tus aparato)
objetos que fueron de los PP. de la Compañía de Jesús y de i
Seminario central, establecido en San Marcos, que el Gobíen
provisional concedió en 18f¡tt al Instituto, y con los que
prOCürfl principalmente por las disposiciones del Ministro Tm
DO de 1877. También tiene los útiles concernientes á b
fianza de Matemáticas, Geografía é Historia con lo mas indi
pensable para una sólida instrucción; y desde el dicho año d
1S77 funciona un Laboratorio químico asneóla La Es
meteorológica dala de 18&G, y en 1874 comenzó la Bibliotí
pecial del Establecí miento.
La situación económica de éste desde su fundación
prende de los siguientes datos:
En 1818 el producto de matrículas, grados é incorpora
ascendió á 3,095 pesetas y el arbitrio de un real en
de sal tque se aplicaba entonces) a 8.161*25
11. 256 '2 6; los gastos fueron 18 158 pesetas por personal
$29*50 por material, total 18.880*50 pesetas, resultando un áí
ficit de 7.624*25 pesetas cubiertas por la Provincia,
En 1H75 los ingresos fueron: existencia di .mterio
>; pesetas, 1.124'oü por matrículas y grados y 31*020 si
plidas por la Diputación provincial; los gastos ascendí*
82 250 de persooal, 3.18975 de material, total 8
quedando de existencia para el ano siguiente 513'
seta
El presupuesto de 1901 de la última Memoria publicada eoífl
prende «Ingresos» por 81,876*37 pesetas, sumadas las siguiente
cifras;
— 313 —
En papel de pagos al Estado 26.092 ptas.
En timbres y pólizas 2.260 »
En metálico. . , 53.524'37 t
Siendo de advertir que la subvención de la Diputación pro-
vincial ascendió á 37.803 pesetas.
Los gastos ascendieron á 54.264'77 pesetas por los concep-
tos siguientes:
Personal académico administrativo . . 49.920*57 ptas.
Material científico y oficinas 4.344'20 »
Quien deseara mas datos del Instituto de León podrá con-
sultar las excelentes Memorias anuales publicadas por su Di-
rección y Secretaría (1).
En el capitulo siguiente se ha de tratar con toda la extensión
posible en estas páginas de la por siempre memorable funda-
ción de Jovellanos, y ahora solamente se comprenden aquí bre-
ves noticias del moderno Instituto de Segunda Enseñanza
de Gijón, establecido en el antiguo «Asturiano» de caracterís-
tica y diferente significación. Cuando en mal hora se cerraron
las apenas abiertas cátedras industriales de la Escuela gijonesa,
se pensó en aumentar enseñanzas y el Rector de la Universi-
dad, jefe del distrito, y el diputado á Cortes Sr. Cápua gestiona-
ron á tal efecto. Propuso el primero así al Ayuntamiento de la
villa como á la Dirección, crear cá lo menos un Instituto lo-
cal y legalizar la situación de aquella Escuela en lo respectivo
á los Estudios de Segunda Enseñanza y Aplicación», para que
«con mengua de la época y mucho más de aquella población
no desapareciese hasta el último vestigio de la benéfica institu-
ción con que honró á su pueblo el insigne Jovellanos». Hubo
dificultades económicas por parte del Municipio y de la Diputa-
íi) Las de los cursos 1858-59 y 1859-60; — i86o-6i;s=x86x-6a;— 1862-63 y 1863-64 por el Di-
rector D. Aquilino Rueda.
Las de 1864-65;=/ de 1865-66 por el Vicc-Director D. Romualdo Tcjerina.
Las de i86ó-67;=i867-68; = i868-69; — 186970 y 1870-71 por el Director D. Vicente Andrés
y Andrés. -
Lai de i87i-7a;=y 187273 por el Secretario D. José de Castro y Pulido.
Las de i873-74;=i874-75; = i875-76;=i876-77;--i877-78 (con discurso del Sr. Gobernador
Civil D. Ricardo Puente y Breñas i ;=y 1878-79 por el Secretario D. Policarpo Mingóte.
Las de i879-8o;=y 1880-81 por el Secretario D. Hipólito Casas.
Las de i88i-82;=y 1882-83 por el Secretario D.Juan Eloy Diaz Jiménez.
Las de 1883-84; -i884-85; = i88s-86; -1886 87;— 188788;— 1888 89;=i889 9o;=x89o-9i;=
1891-9?;— y 1892-93 por el Secretario D. Valentín Acevcdo Calleja.
Las de 1893-94 ;— 1 894 95;-^i89596;^=iS96 97;— y 1897-98 por el Secretario D. Pedro Ga-
lapo.
Y las de x899-9oo;=iooo-oi;^=x9oi-oa;=:y 1902-03 por el Secretario D. Felipe de la Garza.
- 3¡4 -
ción provincial para aumentos de cátedras de Enseñanza gen*
ral ó secundaria, estableciéndose, por último, con escaso seta
to los dos primeros años ó cursos de ésta, no sin que el Directo»
Sr. Menéndez Duarte (uno de los primeros alumnos de aquel1
ilustre Casa, muy querido del Fundador por sus aventajada-
disposiciones y maestro allí participante de todas las vicisitud*
que entorpecieron la marcha progresiva del Establecimiento i
manifestase su oposición contraria a estudios ede poca utií
para los ramos de riqueza que está llamada a desarrollar ¿Uffi
rías*, sin compensar también el sacrificio que al pueblo se ío
pusiera, mientras prefería los esludios propios de la pritiR
fundación, industriales, para cuyo fomento allí proponía qu;
fuesen de matrícula gratuita y con todo género de facilídu
des (1). Mas por R. O. de 28 de Julio de 1863 se establecieron
los indicados dos cursos primeros de Segunda Knseñanza, ba*=*
del Instituto local.
En !a reforma, con retroceso, de esla Instrucción por el mi-
nistro Sr. Oro vio en 1866, dividida en dos períodos, el Di redor
de entonces Si\ CienfuegosJovellanos procuró el eslablecimien
to del primer período ó de dos cursos (Gramáticas castellana y la-
tina y oiro de Retórica y Poética co til ¡miando los ejercicios de
análisis, traducción y composición latinas, que no había plan-
teado el Promotor) y asi siguió hasta los plausibles decretos de
Octubre de 1868 por el Sr. Ruiz Zorrilla con autorización á los
Ayuntamientos y Diputaciones para fundar y sostener estableci-
mientos docentes. Muy principalmente se preocupó el ministro
reformador en la Segunda Enseñanza, entonces («desnaturaliza-
da, cohibida, retrocedida mas de dos siglos, preparando a los
jóvenes solo para estudiar teología ó entender algún autor esco-
lástico» y, dándole su propio concepto, no solamente ocomo
serie de estudios preparatorios») sino como («ampliación á la
instrucción primera y educación necesaria a los ciudadanos*,
modificó el plan viejo bajo dos sistemas, uno con algunos cam-
bios del sistema tradicional, aunque sobre la base del latin, y
(i i Véanse * Breves CDnsideracioncs sobre la creación de un Instituto local» en la Memoria
del curso de 1S60-Ó1.
En la «Memoria universitaria de 0\icdo> (1861} escrita por mi docto p;<drc el entonces Se-
ere ario át\ Pi-trito, I) lignito Cundía, hay interesantes trabajos suyos relativos al Instituto de
Joví llanos y do su primitivo carácter (.páginas 87, ioj y siguientes) e inserta además ti articulo
que publicó cu El Porvenir d.> Asturtis, cundí las supresiones (que calificó de «desgracia
provincial» • de característicos y útiles estudios en las aulas gijonesas.
~ 3i5 —
otro mas innovador y técnico. El Ayuntamiento gijonés, que por
la patriótica obra de Jovellanos siempre se mostró bien dis-
puesto, ante el injusto olvido del Estado, á toda clase de sacrifi-
cios, decidió sostener toda la Segunda Enseñanza; pero eligió
el sistema antiguo al plantear completo el Instituto local, por
«cuyo acierto > tuvo felicitación del reducido Claustro. Este fué
nutrido primeramente con profesores sustitutos y después con
mas numerarios, éstos de corta permanencia en la localidad por
la escasa dotación, que allí tenían, mientras eran mayores los
sueldos y más las ventajas en otros Institutos.
i-Insensiblemente, y sin proceder un plan fijo ni una regla á
que sujetarse, fué modificándose poco á poco la plantilla del
personal», como dice el diligente historiador del Instituto señor
Lama y Lefia, y por la indicada movilidad del magisterio hubo
que recurrir frecuentemente á interinidades, en virtud de lo qué,
eon R. O. de 21 de Julio de 1880, se reformó la plantilla encar-
gando á cada catedrático, el desempeño de dos asignaturas dia-
rias con 3.000 pesetas de sueldo, comprendiendo también las de
Náutica y Estudios de Aplicación, de que se tratará en su lugar.
Asi continuaron los Secundarios en el establecimiento, que ya
llevaba desde 1865 el glorioso nombre de Jovellanos, hasta que
para procurar en sus aulas mayor ingreso de alumnos, imposibi-
litados de concurrir á ellas por el carácter de Instituto local, se
le habilitó para admitir matrícula privada, doméstica y libre y se
dictó, por gestiones patrióticas de los señores Conde de Revillagi-
jedo y Fernández Vallín, el R. D. de 22 de Mayo de 1892 deter-
minando que en lo sucesivo tendría el establecimiento «todos
los efectos académicos y el carácter, consideraciones y prerro-
gativas que tienen los Institutos provinciales, conservando
su organización actual (la plantilla reducida) y corriendo como
hasta ahora su sostenimiento á cargo del municipio de Gijón».
Siempre el Estado negando recursos á la fundación trascenden-
tal del inmortal Jovino!
Aún asi no tuvo la concurrencia y vigor esperados y que re-
quirió la reforma de 1901 al trasformar los Institutos generales;
y otra vez mas el Ilustre Ayuntamiento de Gijón manifestó su
patriotismo y amor al Instituto, entonces con mas acierto que
en 1868, porque el plan del ministro Sr. Conde de Romanones
comprendía varias enseñanzas, mas semejantes ú las que
Promotor recomendaba para el Real Asturiano. Asi, bien dota-
do el magisterio desde 1900 y enseguida con plantilla completa,
por R. D. de 29 de Noviembre de 1901 de nuevo o fué elevada 6
provincial la categoría del Instituto de Jovellanos*, y como tal
pasó á General y Técnico, ahora como todos los de su clase re
formados y cercenados en 1903 por el ministro Sr. BugallaL
Los medios materiales de enseñanza del Insülutogijonéssori
suficientes en varios ramos, compitiendo con las de Establecí
mientos similares, si bien, por estar en el mismo recinto,
aprovecha de los adquiridos para las otras Enseñanzas ttjúvella
nistas*,que le arrebataron con injusticia notoria; pero vasueesi
vamente aumentando aquel caudal científico, ya que en el artísti-
co tiene todo un tesoro. La matrícula de los Esludios secundarios
fué hasta ahora reducida por el antiguo carácter local del Esta-
blecimiento; mas, con su nueva categoría y el crecimiento de la
cada día mas floreciente villa de (Jijón,, habrá de aumentar na-
turalmente, si bien lo de concurrencia es accidental porque es
siempre principal la índole de las enseñanzas que allí debieron
sostenerse y propagarse.
Hasta aquí solamente se ha tratado de ia Secundaria, moder-
namente implantada f sostenida por el Ayuntamiento con lo
poco que ya queda de las cátedras allí peculiares, Habrá de
apreciarse mejor el interés municipal y sus dispendios en pájíí-
ñas posteriores de historia interesante y apenadora del Institu-
to Asturiano que, gracias al Consistorio gijones, sigue abierto
aunque con el dicho carácter. Alguna vez el Estado, como en
1878 y 1885, le concedió subvenciones excepcionales de 12*500
y 9.000 pesetas o costeó la terminación del edificio; pero, en lo
demás, sus principales recursos vinieron y vienen del presupues-
to local. El corriente de 1903 del Instituto se descompone en
las siguientes partidas de «Gastos»: Personal de los Estudios ge-
nerales, 73.000 peseta?; Personal de Estudios de Aplicación y He
Náutica, 10,500; Personal administrativo, 9,250; y Materia fh
4.6G0; total, 1)7.000 pesetas. Son «Ingresos»: Por matriculas y lí*
tulos 12,000 pesetas; Subvención de la Exorna. Diputación provin-
cial de Oviedo, 6.800; total, 18.800; y el «déficit*, á cubrir por
el Ilustre Ayuntamiento de (Üjón, importa 78.*ilO pesetas
-3"7 —
Existieron en el Distrito universitario los Institutos locales
de Tapia y Ponferrada.
He aquí la breve historia del primero.
D. Fernando Fernández Casariego nació en Tapia, 1794, en
el seno de modesta familia; y muy joven dejó el pueblo para de-
dicarse al comercio de lienzos en Madrid, donde prosperó lle-
gando á ser una de las primeras firmas de la banca de la Corte
desde 1840. Desempeñó los cargos de Prior del Tribunal de Co-
mercio, Consejero del Banco de España y de otras sociedades y,
contra su voluntad y humilde carácter, se vio colmado de me-
recidos honores y distinciones, como las grandes bandas de Isa-
bel la Católica y de María Victoria, senaduría vitalicia y los títu-
los nobiliarios de Marqués de Casariego y Vizconde de Tapia.
Tan benemérito asturiano falleció en 1874, después de dispen-
sar grandes beneficios á su provincia y pueblo nativo, que le de-
bió independencia municipal, centros oficiales, la edificación de
la casa consistorial y magníficas Escuelas, la construcción de un
murallón contra la arena, y puerto, etc., disponiéndose también
á levantar espacioso y bien dotado hospital; pero, entonces, el
concejo y todo el partido pidieron, creyéndolo mas beneficioso
al país, la creación de un Instituto local incorporado á la Uni-
versidad de Oviedo, el cual impulsaría la cultura general y fa-
vorecería á los jóvenes de extensa comarca de mas de 30.000
almas de población en el occidente de Asturias.
Así lo hizo presente al Gobierno el Sr. Casariego, ofreciendo
construir el edificio y dotarle con la renta necesaria; y en R. 0.
de 16 de Junio do 1865 se concedió la oportuna autorización
con gracias al Fundador disponiendo que el Rector de la Uni-
versidad de Oviedo ultimase la creación; por otra R. 0. de 22
de Marzo de 1867 fueron aprobadas las condiciones bajo las
cuales el bienhechor proponía la donación;y, en 24 de Abril del
mismo año, fué autorizado el municipio de Tapia para aceptar-
las á nombre del Común.
En escritura otorgada en Tapia ante el notario D. Antonio
de Murías y Pasaron á 1.° de Diciembre del mismo 1867, el abo-
gado D. Manuel García de Vior, ex diputado provincial y á Cor-
tes y ex-gobernador civil de la Provincia, por virtud del poder
especial del Fundador formalizó á favor del Ayuntamiento la do-
\
-3ts~
nación del edificio y de una inscripción intransferible de la
Deuda consolidada, señalada con el número 37.085, en la que
se reconocía á favor de la expresada Corporación para dotación
del Establecimiento la suma de LOOO.ÜGÜ de pesetas de capitaí
y 30.000 de renta, Comprendíase, asimismo, en la donación los
muebles para oficinas, biblioteca, enseñanza de Dibujo, y délas
aulas, costeados todos por el Fundador. No siendo la voluntad
del mismo, al hacer este beneficio á su país natal, renunciar en
absoluto el dominio á favor del A yunta mié uto ni del Común ní
menos á favor del Estado, sino en tanio que se cumpliesen la-
condiciones de la donación, sin que de ningún modo ni por na-
die se pudiese alterar su destino, se reservaba el derecho para
sí y sus herederos de revertir é incautarse de nuevo así del viu
(icio como de la renta en el caso quc> por disposición superioi
ó por fuerza mayor, se dejasen de destinar al objeto exclusivo
para que la donación fué hecha. Se reservaba asimismo el dere-
cho de visitar el Establecimiento para ver si se cumplían los fi-
nes fundacionales; siendo además su voluntad que el Rector de
la Universidad de Oviedo inspeccionase la legitima inversión de
la renta y obligase al Ayuntamiento á desuñarla completa y
puntualmente á la dotación del Instituto; y, por último, para el
caso de que hubiere sobrantes, después de cubiertas las necesi-
dades ordinarias de los estudios generales de Segunda Enseñan-
za, quería se empleasen, según acordasen el Fundador ó sus he-
rederos, el Director del Instituto y el Ayuntamiento de Tapia,
con la superior aprobación del Rector de la Universidad y del
Gobierno.
El edificio fué construido bajo la dirección y planos del ar-
quitecto D. Juan M. Yanez y Rodríguez Trelles. La fachada es de
líneas elegantes y esmerada ornamentación con tres lapidas su-
periores de bien bruñido mármol. Una en el centro indica el
destino de la casa:
Instituto de Segunda Enseñanza
De las colocadas sobre los dos balcones laterales, en una
histórica se lee:
Edificado kx 1806 v 67, Año 34 del Hei\aoo de í).n Isabel ii
y la otra votiva dice:
i
~ 3>9 -
Fernando Fernández Casariego en señal de afecto
á la juventud estudiosa
Sobre el descanso de la ancha y clara escalera se gravó la
significativa aclamación de gratitud popular:
Salve al Fundador
En el centro del edificio hay un atrio de doce arcos, tres por
cada lado, que corresponden á la galería del piso; al medio día
se puso la capilla dedicada á la Purísima Concepción de la Vir-
gen, San José y San Fernando. Están en la planta baja las cá-
tedras de Física y Química, el laboratorio, las de Geografía é
Historia con su menaje y tres aulas mas para cátedras que no
requieren material científico, y otras dependencias; las de la
planta principal se destinaron á oficinas de Secretaría y Direc-
ción, salón de actos públicos, cátedras de Matemáticas y Dibu-
jo, de Historia Natural con su modesto Museo y la Biblioteca;
y el piso segundo se distribuyó en habitaciones de los depen-
dientes.
La inauguración del Instituto fué en 17 de Septiembre de'
1867 y, cubiertas por oposición las cátedras de sus estudios, se
desarrolló el Establecimiento durante 35 años. Las aulas de
Matemáticas, Geografía, Física y Química y la Biblioteca tenían
algunos medios de instrucción, mas no los suficientes; todos los
años se hacían nuevos adquisiciones ó se recibían donativos de
personas ilustradas; y el Fundador atendía con solícita protec-
ción al Instituto, el deseado Establecimiento con que hizo mu-
cho bien á sus paisanos y connaturales. Es probable que la fun-
dación pudo ser mas acertada y práctica con estudios elemen-
tales de Agricultura é Industria ó de Comercio y de la moderna
Náutica, ó un Seminario análogo y mas completo que el inicia-
do en la Vega de Rivadeo en 1815.
Bajo la acertada dirección del Dr. D. Antonio González Tol
y Cancio (cuyo celo, amor y desvelos por el establecimiento nun-
ca serán bastante elogiados) y la cooperación que le prestó el
profesorado, el Instituto local de Casariego de Tapia dio en su
principio resultados que podían satisfacer al Promotor gene-
r
— 3£c —
roso, si bien después se resintió la disciplina de asistencia y
hubo deficiencias pedagógicas, que señaló el catedrático D, Ani-
ceto Sela cuando por delegación del Rectorada giró tina visita
de inspección al Establecimienlo en 1895 y redactó * Me moría-
muy interesante y práctica, olvidada en la Superioridad.
La marcha económica fué en los comienzos desahogada ofre-
ciendo hasta un sobrante en los presupuestos de varios años;
pero no sucedió lo mismo al mermar principales ingresos d^
la renta por las conversiones y ¡arreglos! de la Hacienda nach.
nal. Mientras pudo veló por aquellos intereses et entendido Fui-
dador y sus próximos deudos D. Fernando y D. Francisco Per*-.-
Casariego; pero después faltó el generoso Marqués y fue muy
considerable la merma de los réditos, rebajados en dos terceras
partes desde la ley de 1875 aunque con ofrecimientos y esperan
zas de volver al valor de la primitiva emisión en futuros tiempos
normales que no llegaron. Con orden y economía se habían
vencido consecuencias de descuentos y suspensiones de pagos;
se procuraron ahorros con interinidades de personal, sí bien re-
sintiéndose alguna enseñanza; se redujo la plantilla con cátedras
dobles 'á cada profesor numerario en 1802; y todo fuéinsuficicn^
te para levantar al Instituto de su lánguida vida, que inspiraba
peligros anunciados ya por los Sres. Fernandez Buján, secreta-
rio, y Tol y Cancio, director, (1) hace bastantes años para Irisle
realidad cuando se escriben estas páginas. Ya no fué posible sos
tenfer un verdadero presupuesto de gastos; ni tener completo y
regularmente dotado el magisterio, cuyo personal fué de movi-
miento incesante, siendo come» de paso el Instituto de Tapia, pues
los Catedráticos aspiraban á mejorar su situación allí insoste-
nible, de sueldo escaso, trabajo dobie y sin los alicientes de de-
rechos pasivos y otras ventajas en centros de enseñanza análo-
ga, no pudiendo aquí realizarse el aumento y nivelación de suel-
dos dispuestos por R. O. de 21 de Julio de 1900. kl Estado se
cruzó antes y entonces de bracos, cuando era el causante de la
crisis del Instituto de Casariego, porque de sus disposiciones eco-
nómicas vino la depreciación de los valores públicos con que el
benéfico tapíense había favorecido ü su pueblo. Surgió el dilema,
(i) Mentoritis de! Instituto de Lasariegc de /«//a, ^Oviedo Imp, de Una 1B76 y 1877}.
- 321 —
que expresó el Sr. Sela: ó mermar sueldos y enseñanzas (con lo
que la Instilación no respondía á sus fines) ó equipararle á los de
su clase en todo (lo que no era fácil por no ser suficientes los re-
cursos, que había cercenado la Ley). Sin resolver el problema,
siguió la fundación sin variación ni cambios, por los términos
de la escritura donataria, ya en un grupo escolar con todos los
grados de la Instrucción primaria de donde saldrían alumnos
educados con menos pretensiones pero más solidez que muchos
bachilleres; ya en escuela de Artes y Oficios, ó de Comercio
y Náutica, ó de Agricultura, mas en consonancia con la región,
según proponía el Sr. Sela; ó ya también en Colegio completo de
Segunda enseñanza, cual los de Santoña fundado por el Marqués
de Manzanedo, el de Cée (Coruña) debido al Sr. Blanco de Le-
na, etc. por no citar otras benéficas y análogas creaciones. Nada
de esto se intentó para modificar y salvar la de Tapia, cuando
\as leyes de Beneficencia particular dan medios para ello, y
cuando el Estado, en primer término como promotor del conflic-
to, la Provincia, el concejo de Tapia y los limítrofes Ayuntamien-
tos interesados debieron hacerlo sin excusa alguna, de acuerdo
con la familia del fundador y en honra y justicia para su nom-
bre generoso.
Siguió la crisis, no solucionada por aquellos elementos, y
el Instituto de Tapia quedó suprimido, como oficial, por R. Ü. de
25 de Octubre de 1901 en relación con el de 17 de Agosto ante-
rior, y convertido en Colegio. En su consecuencia, entendieron
. los señores Herederos del Fundador Marqués de Casariego que
adquirían por ello la reversión á su favor del edificio y capital
fundacional y asi lo solicitaron del Ministerio de Instrucción Pú-
blica, el que, de acuerdo con el Consejo de Estado, declaró en
R. O. de f> de Mayo de 1903 se significase al Alcalde de Tapia
que tno había inconveniente» en otorgar la escritura de rever-
sión á favor de los indicados herederos. Así fué. Gestionaron en
contrario el Rector Sr. Aramburu desde su cargo académico y
en el Senado; el Claustro universitario (1); la Junta provincial de
Beneficencia (2); los Ayuntamientos de Tapia y próximos; y el
ix) Archivo de la r.iiversid.id. - Clá-i*tr> ár. 10 de Mayo de x.y>i.
• 7) La Junta provín;i.d de Hj i »fi :'mcu p irtii-nl.tr represento al Ministro de ).* Goberna-
ción tcm¡tiend<) extenso y razónalo Í!if>rme, cuya redicción me encargo y ultime, en 7 de
Juli') de 1903.
— 323 —
respetable Director del Instituto, que se Iiabía desvelado por ia
fundación durante treinta y seis años de trabajos y OTcrifieiúÉ
excepcionales. Nada se alcanzó,..,..,.
Asi, por una disposición administrativa desapareció uiij
fundación importante, que "debió sostenerse y verificarlo el FL¿
lado, pues el Instituto seguía y podía seguir entonces «con cj
objeto exclusivo para que la donación fué hecha» ; el nombí«-
importaba poco porque el de «Instituto* tiene amplio significad
El poder ministerial no podía verificar allí cambios, cuando vti
ningún modo ni por nadie se podía alterar el objeto y destina
del Instituto, según la escritura fundacional, sí bienes verdad
que destino y objeto podían seguir como Colegio, La reversión
fué hecha, porque de tal manera se manifestaron entonces la mi
sión tutelar y el protectorado del Estado cuando no había ca-
ducado la fundación de Tapia, Ante semejante desamparo ofi-
cial, después que la misma Administración pública cercena fun-
daciones o por sus órdenes se extinguen contratos y se modifican
leyes ¿qué confianza han de tener los ciudadanos generosos para
fomentar la enseñanza y acometer obras benéficas?...... (1).
También el Instituto local de Pan/errada alcanzó men-
guada suerte, y resultaron atajados desprendimientos y entusias-
mos de amantes hijos de la localidad, aunque al final salvaron
et conflicto con relativa fortuna comparada con la tenida hasta
ahora por los tapíenses.
Aquella institución ó Escuela de Segunda Enseñanza turo
por base la generosidad del benemérito IX Diego Antonio Gótfáfr
lez y (ion ¡sales;, nacido en Ponferrada en 1793. Este buen pafri-
{t) Para mas ¡(oticia* del Instituto de Caía riego de Tapia pueden consultarle las Mtmn-
riiti anua le*.
!jí* de lo* carias de 1867 ■&$[ -ittofl -69;— y ifióo 70 por el Director D, Antonio G. Tol y
Can cío.
Lar* de lo* cursos de 187 1-7*;= [B7J-73; =ri87j-74^=y 1874-75 por el Stqrctafío D, Justo At-
varer Amandi.
La de 1875-7* Por f' Secretario D. Vicente Fernández Pujan.
La* de lo* tur«w 1 6 76- 7 7 -^ y 1B&9-EI3 (cúh datos también de los ctííilro cut*'>* de 1876 a
i8S¡0 jíor el Director Sr. G. Tol.
Lb del curso de tflqj ^4 [con datos de tos nueve curso» de 1EB3 á 1893) por el Secretar ¡o
D. Manuel Pa* y Sabuco,
La«, de los curéosde 1893- 54.-- y 181^4 05 por el Secretario D, Eulogio Se rifan.
Y La del curso 1835-96 por el Secretario D, Cándido 5ay*,
A continuación de la Memoria de 1871 se publica el discurso del Catedrático D. Ju.*r, £1
v,,rrr Vega* Aceren de »K] hombre bajo r| aspecto metafiñfiCK,
Y en Ja de 1873 la 'Necrología del fundador Marque* deCa*ariego- por el Sr. A, Amamt:
Kn h del Sr. í'a/ se Iii«crtan do* decursos del distinguido alumno D. Manuel Vvivuttitij
Méndez; uno relativo al antiguo reino de Per 5 La y oiro que versa sobre U ijtifu; r tanda de ú
Lengua francesa y los estudios de Filosofía en la Segunda Enseñan»,
- 3*3-
cío siguió ios estudios de medicina en Valladolid, ejerció la pro-
fesión en el pueblo nativo, respetado y querido de todos por su
iencia, virtud y sufrimientos familiares hasta su muerte en 1870;
y, á la desgracia de verse completamente solo en los últimos
años de si] ancianidad, deben muchos ponferradenses ios comien-
zos de sus carreras y profesiones. Su testamento de 1864 y dis-
posiciones complementarias de 1869 y 1870 expresan bien sus
nobles sentimientos y deseos.
c Considerando, dice, que mi caudal ha sido formado en todo lo que va de
siglo por mis padres, madrasta, hermana y cuñado; por mi esposa, su madre y
tíos; por mi hijo I). Manuel y por mi á fuer de privaciones y desvelos, de asi-
duo trabajo y continuo sutrimiento, quiero que luzca por el tiempo y espacio
que \o permitan los hombres, del modo siguiente»:
Después de las disposiciones religiosas continua :
«» Considerando que los Religiosos del Convento de San Agustín daban cáte-
dras de Latinidad, de Filosofía y de Moral, estudios que eran los preparativos
para carreras mayores; y que muchos hijos de Ponfe/rada y de los pueblos co-
marcanos si llegaron á ser curas, abogados y concluyeron otras carreras, como
yo la de medicina, brillando muchos en el foro, en la magistratura y en las más
altas dignidades de la Iglesia, lo debieron y debimos á los estudios del Conven-
to de San Agustín de esta villa; y considerando que, al poco tiempo de la supre-
sión del convento, no quedó en esta villa más instrucción que la primaria, vién-
dose los padres de familia imposibilitados «le dar carrera á sus hijos por los in-
finitos gastos que tienen precisión de hacer yá los que no pueden arribar, sin
saber que hacer con ellos en una edad tan solo propia para el estudio, que-
dándose en la ignorancia y el olvido muchos talentos, tal vez genios privilegia-
dos, destinados por la Providencia a sobresalir en las ciencias >
Enseguida instituye las cátedras de Latín y Matemáticas y
posteriormente de Humanidades, y más adelante dice:
cTeraiéndome que con el tiempo la Lengua latina será un estudio de adorno
y solo necesaria para la Teología; y abrigando la dulce esperanza de que el Go-
bierno, tan pronto como las atenciones del Estado lo permitan, ha de extender
la Instrucción publica á las capitales de partido, cuando menos, si llegase á es-
tablecer cátedras de Latinidad y Matemáticas, pagadas de fondos del Estado, pro-
vinciales ó municipales, quiero que la Junta local de Instrucción ponga otras cá-
tedras en vez de aquéllas... >
A las que primero y principalmente fundaba señaló el sueldo
de 2.000 pesetas, y designaba para la de Matemáticas ó cualquie-
ra de las otras dos, á su elección, á D. Silverio Méndez Rodrí-
guez, natural de Villaquinta, Orense. El capital invertido en valo-
- 3*4 -
res del litado, después de cumplir varios legados (entre oíros
uuo para dar instrucción y útiles con que ejercer un oficio, a su
elección, a todos los liijos de un pariente muy lejano de su c^
posa, úoicos que pudieran llamarse deudos) ascendió á trescien
tas mi! pesetas nominales (í).
Este fué el comienzo para la futura creación del Instituto,
que se debió, no mucho después, á los desvelos y sacrificios &
otro buen hijo do Ponferrada, el limo. Sr, D, Isidro Rueda y LA
pez, ex-alcaide y ex diputado provincial, hombre de legitima y
recta influencia, qyc supo dar acertada dirección y cumplimí*
á la voluntad última del Sr« Gonzálezy á la Junta encardada -
su ejecución para dotar al Vienao de mas amplío centro de cu!
tura secundaria. Pensó en encargar la enseñanza á una comí*
nidad religiosa; consultó con D, Nicolás María Rívero que, en
último término, opinó por los PP. Escolapios y con ellos gestío
nú sin resultado; y, finalmente, ayudado por el entusiasta cate-
drático de Madrid D. Manuel María Joséde Caldo, llego á organi-
zar un Instituto libre. En esta forma se inauguró en 18 de Octu-
bre de 1870 con escogido magisterio.
Las reformas de 187i hacían difícil su continuación; pero el
temple del Sr. Rueda no se arredró ante obstáculos oficiales y
logró que el establecimiento se convirtiese en «Instituto local de
Segunda Enseñanza» con pleno carácter oficial. Es digno de men-
ción que entre otras dificultades, salidas al paso del entusiasta
Director, estaba el derecho del expresado D. Silverio Méndea
nombrado profesor por el Sr, González; y el Ministerio de Fo-
mento no podía aceplar tal medio para provisión de cátedras,
Entonces, el Sr. Méndez se apresuró á renunciar solemnemen*
te á su derecho incontestable de cátedra y sueldo á ella anejo,
fiara qué, por su parte, no hubiese obstáculo alguno á la reor-
ganización oficial del Instituto. Rasgo fué de desprendimien-
to digno de loa, porque el generoso y docto profesor distaba
mucho de tener desahogada posición; era heredero, según el tos*
tamento, de parte del capital fundacional en el caso de incauta-
ción por el Estado, y de Lodo se apartó entonces y después de*
(i) Ya en época antigua, otro D. Diego González, regidor perpetuo de Ponferrada fundó
otra institución docente donando bienes, que ventaban 300 di!cndn«r ó ln<? PP, Agustinos con la
obligación «de tener con sus profesores cátedras da Gramática y Aritmética*. HA Aymii.imkn^
percibia en 1837, á raíz de la desamortización, 3.300 reales .1 rumie..
-325-
dicándose á modesto cargo oficial y á la penosa enseñanza priva-
da en Madrid para no ser nunca impedimento á la marcha del
Instituto y á la «institución» que le siguió. Hermoso contraste
ofrece el desinterés del Sr. Méndez con el proceder de otros en
casos análogos.
Ya como libre y principalmente como «local», el Instituto
de Ponferradase desenvolvió floreciente, porque todos conjura-
ron allí ú su sostenimiento. La Corporación municipal hizo obras
en el edificio, ex-convento de PP. agustinos, y subvencionó las
enseñanzas en sus presupuestos; el vecindario ayudó con sus-
cripciones y repetidos anticipos, no pocos condonados; la So-
ciedad del Teatro hizo una donación importante y otra igual se
recibió del Ministerio una vez; fué muy breve la subvención de
la Diputación provincial y de algunos municipios vecinos; y
siguieron siempre los esfuerzos morales y económicos del en-
tusiasta Sr. Rueda y convecinos. Mientras tanto el Estado,
agoviado por desgracias y guerras, no pagaba los intereses del
principal ingreso ó renta de la fundación, é imponía al capi-
tal mermas considerables con impuestos y los llamados arre-
gios... El entusiasmo de la villa luchó contra las varias y cre-
cientes crisis económicas, secundando con el mayor desinterés
el trabajo indecible del repetido Sr. Rueda, á quien, cerno á los
demás Directores, ayudaron los Excmos. Sres. D. León Salmean,
Rector del distrito, D. Antonio Valdés, magistrado del Tribunal
Supremo de Justicia, D. Anastasio Alvarez, D. Pedro N. Au-
nóles, D. Manuel Colmeiro y el Marqués de Retortillo como
D. Fausto E. Agosti y otros.
Falto de los recursos necesarios, que se le cercenaron, el
Instituto de Ponferrada no pudo subsistir con la plantilla y or-
ganizaciones oficiales, cesando con este carácter y fué converti-
do en Colegio, ya antes iniciado, que aprovecha las rentas de-
crecidas de las donadas por el Sr. González y los medios pedagó-
gicos que se habían juntado. Los elementos precisos para las
cátedras de Letras y los aparatos, máquinas é instrumentos ne-
cesarios para las de la sección de Ciencias se adquirieron unos
con rentas de la fundación y fondos del Ayuntamiento, y no po-
cos por donativos de personas ilustradas, teniendo ya el Institu-
to escojido material científico; pero lo que debe llamar la aten-
ción es la formación de la Biblioteca que, merced á la iniduti
va y generosidad particular, se elevó á mas *í+0GO volumen*1?
resultado de donaciones diferentes, como las del mencionan.
Sr. Méndez Rodríguez, el farmacéutico D. Mateo Garza y mí
cjue fuera prolijo apuntar.
Las Memorias anuales (1) son en ésle y otros extremos ik
«ron enseñanza en honor de aquella iniciativa privada, tan ador-
mida en España, y también de triste consideración al ver \>< i
didos tanto desprendimiento y esfuerzo tanto, sin alajo ni ;•
medio por el Estado. Aquellos rasgos de patriotismo resulta roa
ineficaces yT como todos los lujo* de la localidad, se dolía ei
ne mérito Sr. Rueda, fallecido ya octogenario en días cerca;
á los en que pe escriben estas noticias. Había dedicado much*?
y muchos arios á continuar la obra del Sr. González y á la or
gamzaeión y sostenimiento de su «único hijo», como llamaba
ai Instituto, al que también pensó en nombrar su heredero, sí d
Estado no le hubiese suprimido, pasando así toda su fortuna, no
escasa, al Hospital de Pon ferrada.... ¡Dichosos los pueblos que
tienen tales hijos! (2).
En 11 de Octubre de 1872 el Exemo. Sr. Rector Jefe del Dis-
trito Universitario autorizó el establecimiento del Instituto libre
de León, que bajo la dirección de D. Antonio Moheda, se inaugu-
ró en 3 de Noviembre con Estudios de Segunda Enseñanza y los
de Aplicación á la industria y al Comercio. En Ifi de Agosto
varios vecinos lo habían solicitado del Ilustre Municipio y ésta
aprobó la creación con arreglo al Decreto de 15 de Enero de
1809, Dos meses después se formó el presupuesto de Ingresos y
íi) Véase el 'Discurso de inauguración» en 187a y la • Memoria* del curso de 1070-71 por
el Director L>. Isidro Rueda,
Lat de los curso* de 1871 jaj^^s^;— y 1373-74 por el Secretario D. Silverto McncLi
Rodríguez,
l,as de los de i$jfjyf?zi&j5-jGi--t9i?&7?;— 1877 78;— y 1878-79 por el Secretario D. Lean-
dro M, ■* -SílVBH.
Las de i 05 de iBj9'Ho;z y iSüo-Üi por el Secretario l>. Benito Sane he í Martina.
1.a de 18&1-&2 por el Secretarte D- Ignacio Amalo
1.a de iSS*-S3íí*y 1BB3IÜ4 por el Secretario i>, Futrim Süarex.
La de iñÉt 5i=j por el Directur D. Leandro M> &ilvjtn.
La de iftfl5-H6 por el O i rector D. Ignacio Aré val o.
V la de i£Érj-fl7 por el Speretfliio Dt Andrés i.ioriíiler
A continuación de 3a de 1871 71 *l publica un decurso acerca del poeta -dramático »AUr
cón> por el catedrático D, Enrique Gil ríe Roble*, y al final de la de ieHs-Sj otro del prafc*"-"
D. Mariano Amador, cuyo tema fué: •Detarrollfl de la IHitrttcdófl publica*.
(a) Me facilita rao datos y noticia* diferente* del Instituto de Ptmferrada los Sre=. D. Va
letttin Acevedu Calleja , antiguo catedrático de aquel Entable cimiento, despurt de I^eon y a hura
de Oviedo, y 1 1. Enrique Hernández, ilustrado farmacéutico de agüella villa, d >]uieit« cito)
muy agradecido,
f
— 327 —
gastos, resultando un déficit de 200 pesetas; y se hizo constar
que los profesores, movidos por su amor á la instrucción públi-
ca, obtendrían solamente una pequeña gratificación de produc-
tos líquidos de los derechos académicos, aunque el principal ob-
jetivo fué dar gratis la enseñanza á las familias pobres para lo
que el Ayuntamiento creó doce plazas de gracia. Además la fun-
dación se extendió á las asignaturas de Aplicación para que, sin
salir de la localidad, pudieran los jóvenes alcanzar los títulos de
Perito agrónomo, mecánico, químico y mercantil (1). De esta
suerte, una ciudad de escasa población como León, tuvo dos
Institutos de Segunda Enseñanza; este libre y ampliado funcionó
solamente hasta 1874.
Antes se había establecido el asturicense, un tanto más am-
plio en propósitos; pero también tuvo breve vida.
Para cursar los estudios de Segunda Enseñanza, del Notaria-
do y los necesarios para el título de Perito mecánico, acordó el
Municipio de Astorga crear un establecimiento público, previa la
autorización que, en 6 de Octubre de 1869, solicitó del Rectora-
do de Oviedo. Atendiendo á su existencia y conservación, formó
el presupuesto correspondiente y se señalaron 7.000 pesetas
para sueldos, 2.400 para empleados y dependientes y 1.600 para
material, calculando el ingreso de matrículas de 6.003 á 7.000 y
ofreciendo el resto de fondos municipales. Nombrando Director
el Sr. D. Pelayo González, Dean de la Santa Iglesia Catedral y
después Obispo de Cuenca, se inauguró el Instituto libre de
Astorga en el curso de 1869 á 1870; pero en este mismo año
cesaron las carreras de Notarios y de Mecánicos, quedando los
estudios secundarios á cargo del Vice-Director Sr. Castellanos.
Hasta que el Ayuntamiento se procuró en los años sucesivos los
medios materiales que requieren las asignaturas de Geografía,
Física, Química, Historia Natural etc., para su mejor explica-
ción, el señor Obispo D. Fernando Arguelles Miranda facilitó los
aparatos necesarios del Seminario Conciliar, que por aquella
época tenia escasa matrícula para la enseñanza eclesiástica. El
ingeniero D. Carlos A. Castro donó generosamente una colección
{i\ Véanse:
—Discurso de la inauguración del Instituto municipal de León por el Director D. Antonio
M aliada y Melcón.— (León 1873).
—Memoria del Curso de 2873*74 por el Secretario D. Tomás Mallo López.
22
— 3^8 —
de 200 minerales, la Corporación municipal y Claustro adqij
rieron otros objetos, se comenzó á formar una Biblioteca y *
establecimiento funcionó hasta 29 de Septiembre de 1874 por
consecuencia del D. de 29 de Junio del mismo año (1) pasando
el archivo al Instituto oficial de León cual se hizo también con v\
del libre legionense,
El Instituto de Manes, establecido en el convento do
Encarnación de aquella villa, apenas vivió por aquella época
como «libre» y poco después se transformó en Colegio.
Y aquí es el lugar propio para tratar brevemente de la ense-
ñanza colegial, con internado, privada, que reapareció con ín
tención en la última mitad del siglo pasado.
El Colegio es anliguo entre nosotros, aplicado principalraeiiU
á estudios de los llamados de Artes y, aún de los de Facultada -
mayores, estando adscritos á las Universidades, como los de San
Ildefonso en Alcalá, Sania Cruz en Vailadolid, oíros muchos en
diferentes ciudades, en Salamanca también varios, entre ellos el
viejo de San Bartolomé y, para no citar todos los de la Atenas
española, baste nombrar los asturianos por fundación y prerro-
gativas denominados de «Pan y Carbón », «Todos los Santos »\
«tSanSalvadorde Oviedo* y «San Pelayo*. Aquí en nuestra ciu-
dad tuvimos los ya dichos de *San Gregorio», <San Pedro w y
«San José» aquel desaparecido y estos dos úl limos agregados
ahora al Seminario Conciliar ó Iglesia Catedral (2),
Los Colegios tuvieron época de apogeo y de pronta decít;
deneia en estudios, concesión de becas y reglamentaciones inter-
nas, haciendo de ellos triste pintura, a íinesdel siglo xviu, el ilus-
trado Pérez Bayer. Por R C. de 1768 se intentó su reforma, ge-
neralmente sin los frutos que se esperaron, creando casas de
pensión en los edificios de la suprimida Compañía de Jesús con
su Director y profesores escolares de primeras letras y asigna-
turas de Humanidades y Ciencias; otro tanto aconteció con las
RR, CC, de 1771 para reformar losanliguos Colegios universita-
rios, hasta que, dando elevación mas práctica ú. las enseñanzas,
íif V¿a$c I ai yUm&rias del fnatétuto de Astenia:
— L«t de i B 70 71 por ti Direcior Líe. D, Pelayo Gonzíh-/,
— La* de j 871-7?^ y 1B73-7J por t| Vice- Director Dr Eugenio Castellanos.
t«; Vcaiue paginas o, ;, 9, a3j 35 y 57,
É
— 3^9 -
lograron vigor otras fundaciones como las del Real Seminario
de Vergara y más (1).
Muertos los viejos Colegios, quedaron algunos de estos últi-
mos y varios tornaron para la Segunda Enseñanza á cargo de
los PP. Jesuítas cuando su restauración en 1815. Después, el
plan de 1824 apenas los nombra porque se preparaba el men-
cionado Reglamento especial de los de Humanidades, que se
desarrollaron mal y sirvieron al establecimiento de varios por
empresas particulares, cuya desaparición no fué muy sentida en
general. La reforma del Duque de Rivas en 1836 reglamenta la
creación de establecimientos privados de Instrucción secunda*
ría, permitida á todo español con ciertos requisitos; los ensanchó
el plan de 1845 del Marqués de Pidal con los Colegips Reales de
alumnos internos, sostenidos por el Estado, como el que se pro-
vecto establecer en San Gregorio de los Pardos en Oviedo (2),
además de los privados, dirigidos y sostenidos, bajo bases deter-
minadas por particulares «con el título de Colegios, Liceos ó
cualquiera otro, aunque ninguno podía usar el de Instituto». La
ley del ministro Sr. Moyano en 1857 dispuso que en el mismo eáU
ficio de los Institutos oficiales ó á sus inmediaciones se estable-
cieran Colegios donde, por una módica retribución, se recibie-
ran alumnos internos en establecimientos á cargo del Estado,
Provincia ó Municipio con renta de viejas fundaciones análogas
y alguna beca de gracia; y hasta se pensó en iguales para la En-
señanza superior, aparte de las reglas para aquellos privados
costeados por particulares, sociedades y corporaciones bajo cier-
tos preceptos. Más detalles se dieron en Reglamento de 1858; en
otro de 1861 se quiso organizar mejor tales Colegios de Segun-
da Enseñanza exponiendo la necesidad de estas instituciones; y,
por último, la reforma del Marqués de Orovio en 1866 con su
reglamento de 1867 sabido es<jue tuvo carácter propio de aque-
llas circunstancias políticas que determinaron la revolución de
1868. Entonces su organización se moldeó, suprimiendo trabas
antiguas, en principios de libertad de Enseñanza, expresada en-
seguida en los preceptos constitucionales de 1869 y 1876.
Desde las primeras disposiciones citadas, creáronse en Astu-
to Véanse págs. 289 y 302.
(a) Id. página 297.
— 3J°-
rias y León varios centros privados, incorporados & sus luül
tos provinciales, y basta tos Seminarios Conciliai
ron desde antiguo para estos efectos*
Merecen mencionarse los Colegios de Ooiedo: el
Salvador» dirigido en 1848 por D. Leonardo Garda Infan/*
I) .losó Posada Huerta; la Casa pensión «de San Juan» en l
por D. Felipe y D. Claudio Polo y D, Tomás Rivera; la acre*
da i Escuela poHm&ticao ó colegio hispano americano ast&b
dos en 1866 por D. Diego Terrero (1) que en lí Dlimí
D. Rafael Díaz Agüeiia; el «de Covudonga» en 1871 por li <
los y D. Esteban Viguri; el tiHisp&no-CUhano» en 1 87 1 ¡
José Campillo; la «Academia cientilieo-lileraria* en I 3
D, Lllpiaiio Gómez, D. Castor Alvarez y el aulor de esl
sucesivamente varios á cargo de D. Angél Rodríguez
D, Candido Alonso, D. Julián Bascarán, 1), Manuel Vazqiií
otros que siento no recordar (2).
No es fácil también lisia completa de tos estable
Asturias; pero en estos últimos años figuraban los Cok
Al laude. 18&54 <de San Andrés* dirigido por D. José Otero
en Aviles, La Merced*, 1*71, por D, Castor Alvarez
nuado con crédito por D, Domingo Alvarez; en (
Qnis, 1878, <>de Coyadoügao sucesivamente por D, Arito
Sanche? Otero, D, Leandro García Ceñal y Iv José Go
Sánchez;— en Cangas de Tinco, 18i>2, por los l*P> Domini
en Corias; y en la villa, IS7X, porD. Dan [rigtiez Aran
D, Francisco Trapiello, D. José María Ürdax, D. Luis, D, Ral
y D, Alberto Martínez;— en Colanga se p.
con la base de la antigua cátedra de latinidad fundada en 17
porD, Francisco Lué González; -en Cudtttero3 I89í
Dionisio» por iniciativa del generoso D. Hernardo Roví
facilitó local y subvención anual para la Junta de Insli
popular con estudios de Segunda Enseñanza, Comercio, pre]
ración para Artes y Oficios y Escuela primaria dirigidos por d
U) D. Diego Terrero y Pírea anti
giudo catL'drtiíc i y amor de notabtn obra» lie Materna tkai, inicio cu Qi
tadón e-cpéd.d d* *lwmi
Kwi dt»pu& muy :■■ í.;li¡-ul i I . Al idcmia i
i'* Alai Urcíü, " Fsrttatidq A S H imiy w y l» kk ..
ArgüeMcir I j l . ".i - \,.. -, <ttc.
I3í I lümcotoi y Memona* y proveeos, de muclioi de
CU diferentes ;mü»íii < hiedo.
— 33" -
Ángel Riesgo; — en Gtjón es muy importante y se halla insta-
lado en magnífico edificio, 1894, el «de la Concepción» de PP.
Jesuítas, que han dirigido sucesivamente los PP. Landa, Vinuc-
sa y Recalde;— en Grado, 1877, porD. Matías García Solano, y
el «de San José», 1892, por D. Sotero Blanco, D. Emilio G. Es-
trada y D. Román Rodríguez;— en Langreo, 1892, «de San
Luis Gonzaga» -por D. Juan M. Alvarez y D. Aurelio Delbrouck; —
en Pola de Laolana, 1891, el «de Santa María del Otero» por
D. Sotero Blanco;- en Mieres, 1892, porD. Antonio Aguirre;—
en Muros, 1889, «de la Asunción» por D. Marcelino G. Gonzá-
lez, D. Luis Ruiz Carneado, D. Ricardo G. Rubiera y D. Alberto
Diaz; — en Infesto, 1896, «de Santo Tomás» por D. Sergio Diez
y D. Hugo Miranda, y la enseñanza de los dos primeros cursos
en la Obra-pia del Alférez Blanco, mejorada por los actuales pa-
tronos Marqueses de Vistalegre (1) á cargo de los capellanes de
la Colegiata D. Waldo Rodríguez Pineda y D. Prudencio Diaz
González; — en Pracia, 1880, «de los Cabos» por D. Camilo
Suarez, «del Carmen» por D. Cándido Suarez y el «de San
Luis» por D. Eulogio Suarez;— en Rivadesella, de «El Ángel»,
1877, por D. Eduardo Cámprubi, D. Valentín González Llerandi
y D. Bautista Caravera, y el de 1895 por D. Ramón G. Carcedo; —
en Pola de Siero, 1880, de «El Carmen» porD. Germán R, A ve-
llo;—en Tinco, en 1888, por Q. Liborio Rico, y en 1896 «de San
Francisco») por D. Andrés G. Blanco; -en Luarca, «La Con-
cepción» y «Santa Eulalia» y otros desde 1879 por D. Luciano
Bances, D. José Ahuja, D. Conrado Paslur, D. Ceferino Rodrí-
guez, D. Germán R. Avello, D. Leonardo Infanzón, D. Manuel
Albornoz, ele; — en IJanés, el «de la Encarnación*, continua-
ción del breve Instituto libre en buen edificio, inaugurado en
1873 por el Director D. Miguel Montilla á quien siguieron don
Manuel Pardo, D. Juan Risc'o, D. Antonio Vázquez y D. Emilio
Sagarminaga estando en la actualidad á cargo de los PP. Agus-
tinos, asi como en los primeros trabajos para su creación en
1862 se pensó encomendarle á los PP. Escolapios reunidos que
fueron los fondos suficientes, procurados por una subvención
del cincuenta por ciento de la Diputación provincial y una sus-
(x) Véase pág. 295.
— 332 —
cripción en la villa, en toda España y América {que ri
689.840 reales) y un legado de 100.000 pesetas del gene
llanisco D. Nemesio Sobrino (1); — en Villariciosa el <c:
Concepción» en ei Seminario menor de Valdedios estable
1863 por el entonces Obispo de Oviedo y después Cárdena
zobispo de Toledo D. Juan Ignacio Moreno, dirigido sucesivaí
te porD, Victorio Cuervo, D. Cipriano Robledo, Q, Luis Alvs
D. Raimundo Vitorero, D, Eugenio Junqu era 1 D. Baldomeri
clan, D. Herminio Hería, D. Salustiano Villazón, D. Claudi
Vega, D. Luciano Garcia y D. Vicente S> Coronas; y en la \
el tan reputado «de San Francisco a organizado en 1875 p<
malogrado escritor y pedagogo asturiano D. Joaquín (Jarcia
veda, que formó un establecimiento modelo y muy record
seguido después á cargo de D. Rafael Cangas Valdés, D 1
Ramírez y D, Ceferino González (2), creándose posteriora*
otro «de San José» por D. Manuel G. Fernández, D. Manuel
nández Diez y D. Juan Risco.— De estos Colegios asturianos,
mas no tenían alumnos internos, y actualmente gozan algu
subvención municipal, como el de Aoitésde 1.5UÜ pesetas
Cangas de Tinco, 1.000; de Aliares, 6.500 y 2,000 fiara lo
de Pilona, 2,000; de Tinco, 2.000; de Laurea, 2.500; y
Preceptorias de Latinidad, de Peonza, 125 pesetas para al
ler de casa; de Pola de $icrof 1*000 con cargo al profesor
pellán de misa de medio día; y de Vega de Ri vadeo j 500
setas.
En la provincia de León se han establecido los síguiei
Colegios de Segunda Enseñanza:— en Astorga, 1885, diri^
por D. José Carceda y D. Luis Luengo;— en La Baiteza, 1$
por D. Toribio Moro; -en Ponfrrrada, 18S7, por Ü. Eliseo í
nández García, sobre la base del suprimido instituto de los se
res González y Rueda;— en Valencia de D, Juan, 18H5, e
(i> Véase Memoria dejan gestiones para =1 Colegio de Llanca. Ulviedii. i86j).
— Reglamento del Colegio de < l Encarnación de Llanes* par D, Mtguel Mantilla. í1
dolid, 1874^,
—Velada liicrario-mmicat celebrada en 26 de Agosto de 1800 en boíir>r de 1? Kau¿t¡u
briuo Vt*z. > Llants, 1 H-j.-.i.
(aj Vcajje el libro donde coleccione Ariicntos, DÍMtltWQ9\ Vtítftt y fcewrtéo* drjn.
Oarria Ca*xda. (Oviedo, 1866) precedidos de la íiiLpráucion y biografía, que escribí culi
del fraternal y doctísimo amigo. Su obra docente cu VirUvicins-i será memorable.
— A*i Segunda HttMHatitu, discurso de apetiuj.i del Colegiu de Vtllavk¡o£u por J- G
Caveda* (Oviedo, 1S76J con apéndice» y datos estadísticos.
— El Deber y ti Trabajo t idem, por el miamo en 1878*
— 333 —
cargo de los PP. Agustinos;— en Va hieras, centro de la Tierra
de Campos, 1876, por D. Félix González;— y en Villaf ranea
fiel Vi orzo, 1882, por D. Santiago Heydk de las Heras y don
Willevaldo Robledo. También los municipios leoneses otorgaron
subvenciones para ayudar la vida de estos establecimientos: al
do Astorga, 2.000 pesetas; al de la Bailesa, 1.600; al de Va-
lencta, 2.000; y al de Valdcras, 1.500
En general, bien puede decirse que lá organización y medios
de los Colegios dejan bastante que desear; pero llenan importan-
te cometido y ayudan relativamente á la cultura, aunque en las
condiciones poco halagüeñas y progresivas cual aquella se fo:
menta y desarrolla en España. Resulta así deíiciente la instruc-
ción siendo la enseñanza de estos centros, con y sin internado,
un problema tan difícil de resolver como es urgente la solución
referente á su organización interna y externa, su alcance, y la de-
bida intervención del Estado al desenvolver la libertad de Ense-
ñanza. Los Colegios de Asturias han estado incorporados al Ins-
tituto provincial de Oviedo, único con tal carácter desde 1845
hasta que recientemente tuvo igual declaración el de Jovellanos
de Gijón, dándose entonces el R. D. de 30 de Mayo de 1901 con
demarcación territorial para cada uno, confirmado por otro de 29
de Noviembre adjudicando á la Escuela Gijonesa los centros en-
clavados en los partidos judiciales más importantes, por lo que
reclamó la Ovetense perjudicada en su antigua significación é
intereses, dándose demarcación nueva por R. D. de 1.° de Enero
de 1902 que no satisfizo á la primera. Hubo sobre esto dificulta-
des varias en traslados de matrículas, que el Rectorado dirimió;
y estas desagradables diferencias han desaparecido ahora que se
ha declarado libre la incorporación colegial á los Institutos.
Dicho queda que el Provincial de Santander, perteneció
desde 1845 á 1850 al Distrito Universitario de Oviedo (1) y por
este breve período debe ser comprendido en la presente Reseña
histórica. Su creación con el nombre de Instituto Cantábrico data
de 1839 y, como el de San Sebastián de la misma época, fué re-
medo del famoso Asturiano de Gijón, contribuyendo á su esta-
blecimiento el Ayuntamiento con 7.500 pesetas, la Junta de Co-
tí) Véase pág. 228.
- 334 —
mercio con 6,000, la Diputación provincial co
del edificio en el solar del convenio de Santa Clara y una ■
dad igual al déficit, aplicándose edemas al \o las
las del antiguo Seminario cántabro, cesado en 1808,
dones, memorias y obras pías de la pn de ei
tas las cátedras de latinidad de los Jesuítas y gastus de In¿
< /iún primaria) y los derechos académicos. Ten • rita I
cuela de Dibujo y otra de Náutica. El Instituto de Santaoti
transformó después, como los demás de la Nacida, con Jas
sivas reformas del ramo, que no fueron pocas.
En los muchos años en que fueron pre<
Universidades, libros de texto en loa Instituios, ya intci
señalados primeramente por el Gobierno y cu fcpoca posl
por los respectivos Claustros o los Catedrático
gumía Enseñanza, corrientes en el Distrito de Oviedo, fu
los siguientes en las asignaturas que se indican:
Ora '/i>rtiut Castellana. — Real Academia Espa Ajo 1 » .
Lengua Latina.- Raimundo Migad, Gómci •
Ganadles CaUada, Canillo, Guapo, Stttfki, Conmberan, Jímenei, Loun» La
Franco, Ruiz de la Pelia, Sardan, Colecciones de C íkíi] y de U
Escolapios; diccionarios de Valhuena, Marqués de Morante y Miguel.
Lengua Gtitg a.— Ortega, Crai, G, Andrés,
Lengua Francesa. — tierges de las ' riellas, tienot, La ver
la, Gaspar, Ferrer, Modino, Siler, Sales, Ramón, Cu
dizabal, Ayuso.
1— Palacio, Berdejo, Qutroga, Moreno l
Morelo, Mingóte, Sinobas.
Historia de /: <fmhi , — Ranera , López Amarante, Cid, Rivera
PicatQstc, Moreno Espinosn, Catado, Gongora, Arteco, liehrnn.
ffohvia ( "rtiz't'ntiL — PaJ ai i o , Rivera, C sstn i airante) A
bió, Sales, Moreno Espinosa. Sánchez Casado, Mingóte.
Literatura.— Jovellanos (continuado por Lespardat y Villarmtl y en e<1
posterior por Jainn\ Gil y Zarate, Coll y Velii, Rios, Polo, Casado, Cam
Casas, Garza, Terradí líos, Arpa.
Psieo/agia, Lógica y Etica*— Monlau, Rey y Heredia. J-
Ortl y Lara, Masferrer, Polo Peirolón, Elízalde, Gutierre*, Sand
Bessoo, Olmo*
Religión y Moral, -Mam, Bacía Manilo, Nowailhic, Pintón, Fie
Rio, Sánchez ,
Derecho Usual. — Candía y Acevedo.
Matemáticas. — torta/. ar, Valliny Bustíllo, Fernando* Cardfn,Tej
Mallo , Rubio j Gavilán, Sánchez, Sabrás, Zorzano, Lasala, Váícjuct Q
- 335-
Fisica y Quíutica.— Rico y Santisteban, G. Valledor, Chavarri, G. Frades,
Vicufia, I^uanco, Fuertes Acevedo, Lozano, Felití, López, Gómez, Marcolain,
Araujo.
Ifisloj-ia Natural,— Pérez Minguez, Galdo, Ramos, Rivera, Gómez, Pereda,
Albiñana, Jimeao^Picatoste, Pérez Márquez.
Fisiología é Higitnt. - Pérez Minguez, Pereda, Hidalgo, Jiménez, Fernández
Navarro.
Agricultura é Industria. — Tunón, G. Frades, Blanco, Echegaray, Arce, Pi-
ñuela, Otero, Botija, Pombo, Avela, Vidaurt, Galo, Tortosa, Ayuso, Mcneses,
Muneros.
Dibujos. -Yillanueva, Borrcll, Pilar y Morales, Capo, Calvo, Giol y Soldé-
villa, Cortázar, Garnier.
Gimnástica . — Sá nchez So m oa n o .
No es este lugar para crítica pedagógica de tales libros, ni
tratar de su extensión y precio (sobre lo que se lamentan también
los extranjeros) aunque ya pasó el tiempo de la tasa y, por otra
parte, no es tan fácil conseguir compendios completos, metódicos
y claros. Hay excepciones laudables.
En los citados Centros, públicos y privados de Segunda En-
señanza, fué aumentando de año en año la matrícula cual se
apreciará por los cuadros estadísticos (1) porque en una y otra
dirección y en menor escala con propósitos de general cultura,
una numerosa juventud acude á los Institutos; y este hecho de
gran transcendencia pública debiera llamar más y más la aten-
ción de nuestros gobernantes á la organización imperiosa, que
requiere este grado de enseñanza. Esto aparte, de que no es la
mayor ó menor matrícula buen barómetro de los Establecimien-
tos docentes, ni menos deben ser considerados como fuente de in-
greso para el Erario nacional: lo que conviene aquilatar con su-
mo cuidado es el resultado, ya general ó ya particular, de la cul-
tura y educación adquirida en ellos.
Medio conducente á este objeto y manera de apreciar el des-
envolvimiento educativo es la inspección superior de estas
escuelas secundarias. Alguna vez se ha manifestado en el Distri-
to, como cuando la presencia de los Consejeros de I. P. señores
Alvarez Arenas, Colmeiro y Camús, en otras ocasiones por los
Sres. Rectores como el Marqués de Zafra, ó por Catedráticos de
Facultad como los Sres. Salmean en Santander, Sela en Tapia y
(x) Véase Apéndice XIII.
-336-
Aramburu en las provincias de Oviedo y Leóo. Esta última
vechosa inspección fué la creada por R. O. de 4 de ]\1arz
1882 para los Institutos por medio de propuesta unipersfona
Ministerio de los claustros universitarios, En 1882 y 1883 e
Oviedo presentó á la Superioridad (1) el nombramiento del
tonces Catedrático y hoy Redor Sr. Aramburu, que realizó t
nida visita á las cátedras asturianas y leonesas de Segunda E
ñanza y redactó después «Memoria» muy notable, archivad
el Ministerio. Enseguida se suprimió tal Inspección, pues f
reforma ó institución dura entre nosotros?
De todo lo expuesto se deduce el estado interino y de i
fusión legislativa con que eslá organizada la Enseñanza segu
en España en su concepto, alcance y, principalmente, en su
ganización variable y alterada con lanía frecuencia en la Oí
ta de Madrid.
El tiempo pasa sin la urgente transformación de las escui
tradicionales en escuelas modernas, dilucidando de una vez <
de los aspectos de la Segunda Enseñanza conviene seguir ei
los llamados o clásico» y «técnico»; aquel con principales c
dras de lenguas muertas y conocimientos literarios, mientras
el segundo, predomina el estudio de las lenguas vivas y de
ciencias físico-naturales con su aplicación; y es de advertir i
hoy los países cultos, que van ú la cabeza de la cultura y <
dan á la instrucción más completa forma educativa, liendei
conciliar ambos extremos á tenor de corrientes inglesas, al t]
mo tiempo que en Inglaterra se reacciona de la cultura prii
pálmente física á la principalmente intelectual Ciertamente t
España no puedo competir ahora con esos pueblos adelantad
más procede consignar que también en tales naciones hay q
jas de la deficiente enseñanza de su bachillerato oficial, sier
más adelantada la enseñanza en Colegios privados que la de
Institutos y Liceos.
En Francia, por ejemplo, resulta como en España, donde, c
pues de varios cursos de lengua latina, la mayoría de los ah
nos no llegan á comprenderla ni traducirla mientras tanto c
olvidan la lengua propia y toman un barniz apenas percepü
(i) Archivo de la Universidad.— Claustras de 14 de M:ir/ze» de iflBa y de iB de Junii
1883.
. —337 —
de francés é inglés enseñados por profesores nacionales, y no es
muy completo el estudio de otras materias. En Colegios de la
poderosa y rica Inglaterra es bien sabido cómo se emplea el
sistema de la bifurcación, con una sección primera de conoci-
mientos generales (Lenguas vivas, Geografía, Historia, Matemá-
ticas, Ciencias físico-químicas y naturales, Comercio, Coloniza-,
ción, Dibujo) y otra sección de conocimientos especiales (Len-
guas muertas, Letras, Ciencias, etc.,) más son allí numerosos
los Centros en que se atiende la enseñanza llamada clásica cual
también en el Norte de América siguiendo' hasta ahora á la an-
tigua Metrópoli; y ambos, á su vez, tienden á la enseñanza mo-
derna. Hay sobre este punto mucha confusión en todas partes,
hasta en Alemania en sus Escuelas y Colegios (Gimnasios), sien-
do redundante decir cómo están dotados personal y material
pedagógicos en tales países, si bien resulta frecuentemente que
son más apropósito para gente rica, aunque en filantrópicas ins-
tituciones particulares y populares, de que aquí carecemos, se
sale al paso de esta dificultad.
Para ayudar á un cambio español de la Enseñanza Segunda
privadamente se creó en 1878 la denominada Institución Libre
de Enseñanza que, por desgracia, no prosperó como debía, aun-
que subsiste su espíritu avisador y práctico en el sabio maestro
D. Francisco Giner con otros profesores y en el importantísimo
«Boletín» que publica tan notable Centro.
No hay en este libro espacio para exponer en él doctrina y
noticias relativas al verdadero concepto con que, según la opi-
nión de autorizados pedagogos, dabiera reformarse y desenvol-
verse la Segunda Enseñanza entre nosotros, resolviendo el pro-
blema ó dirección entre la antigua ó la nueva y aun con otra
tercera, llamada i-integral», de más alcance que la moderna. Y
conviniendo todos en sustituir la antigua «instrucción» por «edu-
cación» que desenvuelva armónicamente todas las facultades,
preséntase aceptable el siguiente plan de la Segunda Enseñan-
za con estudios adecuados para los conocimientos que debe
comprender. Son: a) Educación intelectual: Preceptiva literaria
y Textos de la Lengua nacional y Nociones de la latina, Francés
é Inglés, Geografía, Historia de España é Historia Universal,
Matemáticas, Física, Química, Fisiología, Historia Natural, Téc-
-33*~
nica industrial, Psicología y Lógica; h) Educación moral: 1
gión y Moral, Derecho Usual; c^ Educación Física, Gímnás
Higiene, Trabajos manuales; y ú) Educación artística; Díbnj
La enunciación de tales estudios evita todo razonami
respecto á su necesidad é importancia con armonía, que i
perseguirse, délos conocimientos literarios y científicos sir
cesidad de bifurcación, que hace incompleta la enseñanza
neral fundamental. Tocante á su organización, ya todos coi
nen en el ingreso dentro de edad adecuada, no de niños sin
arrollo físico ni intelectual y sí después que los alumnos hí
dominado la Enseñanza primaria, elemental y superior;
mismo en la reforma de la vida escotar con adecuada dísli
ción del tiempo para el Irabajo y descanso, dedicando hora
la mañana ú la enseñanza intelectual y moral, las úc la tan
la parte física y artística, y las primeras horas de las largas
ches de invierno á preparar trabajos del siguiente día. El pi
sorado, probado en su respectiva ciencia, en conocimientos d
Pedagogía general y especial y en sn aptitud práctica, sen
maestros dignos de este nombre en comunicación intima y
ternal con los discípulos. Claro es que muchas de estas re¿
alcanzan á todos los ordenes de la Enseñanza pública y
vada(l).
¿Qué se ha hecho en España para afirmar esta aspirac
pedagógica con relación á nuestros Institutos? amontonar re
mas y cambios puramente legislativos y además sin medios c
nómicos en material y personal para tales reformas. Y conví<
enumerarlas, aun á riesgo de prolijidad:
Plan de enseñanza intermedia ó secundaria, que fnrm
el Consejo de Instrucción Pública por R. O. de 14 de Octubre
1844 suscrita por el Ministro Sr. Pida!, y no tuvo aplicac
á consecuencia del inmediato de 1845 del mismo Ministro i
los programas de 181(5, obra del Director Sr. Gií de Zarate
de 1847, por el Sr. Pastor Diaz;— de 1819, por el Sr. Br.
MuriIlo;--de 1850, por el Sr. Seijas Lozano; y todos con
respectivos reglamentos y la especial Junta agregada en el i
mo de dichos años;— de 1852, el Plan Regí amento del Sr, G
(i) Véase, entre otros mucho* libros extranjeros y algunos HMflokt,, d interesante
Enseñanza en ?t siglo A^por Kíeardo Becerro de üengoa. (Madrid» 1899-1900;.
— 339 —
zález Romero;— de 1857, la importante Ley del Sr. Moyano;—
de 1858 y 1861, del Sr. Busto, marqués de Corvera;-de 1866,
del Marqués de Orovio;-de 1868, del Sr. Ruiz Zorrilla;— de
1873, los proyectos del Sr. Chao; — de 1874, el arreglo del señor
Navarro Rodrigo; -de 1880, del Sr. Lasala;— de 1885, disposicio-
nes generales del Sr. Pidal (D. A.) con tendencia derogada en
1886 por el Sr. Montero Rios (1);— de 1893, el Proyecto del se-
ñor Moret;-— en 1894, las organizaciones de los Sres. Groizard y
Puigcerver, anuladas en 1895 por el Sr. Bosch; -de 1898, la del
Sr. Gamazo, modificada en 1898 por el Marqués de Pidal que,
á su vez, fué reformada por el Sr. García Alix; — y en 1901 la
amplia organización del Sr. Conde de Romanones (2), que ha
sido cambiada y simplificada en 1903 por el Sr. Bugallal, cuan-
do se imprimen estas líneas
Si se hubiese realizado, con alguna modificación, el pensa-
miento del Sr. Chao, se hubiera adelantado España á aplaudidas
y posteriores reformas del Extranjero ó tendríamos un puesto
cerca de países adelantados habiendo sido ley el proyecto del
Sri Moret, plan á la vez clásico y moderno, íntegro y sin bifur-
cación. Aceptaba ésta, el de los Sres. Groizard y Puigcerver, mix-
to clasico-moderno, pero más clásico que técnico; y sin ella era
el del Sr. Gamazo de amplio alcance, literario y científico á la
vez porque, aparte de la reforma Sr. Orovio, ninguna de las
mencionadas fué clásica en España á partir de la del sabio pri-
mer Marqués de Pidal.
De todas suertes, urge determinar de una vez el verdadero
concepto y alcance de la Segunda Enseñanza; pero, como debe -
hacerse en relación con el plan total, seguiremos con proyectos
de las diferentes situaciones políticas sin abordar el problema
vital y nacional de un plan general de enseñanza.
(i) R. D. de 5 de Febrero de i885 derogando el de 18 de Agosto de 18S5 con sin disposí-
cioncj complementarias sobre enseñanza libre suprimiendo lo* establecimientos de Segunda En-
señanza * asimilados», restableciendo Ioí Rs. Ds. de ao de Julio y 29 de Septiembre de 1874 ele-
vados a leyes por la de 27 de Diciembre de 1876.
^a) Véase pág. 308.
— 34i —
CAPÍTULO II
Enseñanzas especiales. — Jovellanos y el Real Instituto Asturiano de Gijón. —
Obstáculos de localidad.— Pensamiento fundacional.— Establecimiento, orga-
nización y primeros resultados de la Escuela*. — Vicisitudes hasta la prisión
del Promotor. — Reformas y disminución de ensefianzas. — Tentativas de res-
tauración y muerte de Jovellanos. — Segunda época del Instituto. — Crisis. —
Visita de Canga- Arguelles. — Los directores Sánchez y Menéndez. — Escuela
especial y estudios de Minería. — Protección de Caveda. — Escuelas elemental
y superior industrial. — Su lamentable desaparición.— Estudios de Aplicación
á la Industria y al Comercio. - Ley de Monumento á Jovellanos y su inefica-
cia.— Subsistencia é importancia de la primitiva Escuela de Náutica. — Vici-
situdes de estas aulas y estado actual. — Medios materiales de Enseñanza .del
Instituto Asturiano de Jovellanos. — Libros de texto. — Renta y recursos su-
cesivos.— Matrícula. — Noticias del edificio. —Observaciones.
Las diferentes Enseñanzas que la tan reformada y alterada
ley de 1857 distinguía y llamaba «Superiores» y «Profesionales^
reciben también el nombre común de «Especiales», todas com-
prendidas en el moderno y extensivo concepto de la «Universi-
dad» ó amplia Escuela del general saber. Así ha de abarcar el
presente capítulo (sin sujección extricta á rigurosa clasificación
administrativa) noticias y datos de centros oficiales diferentes,
ya extinguidos ó subsistentes en Asturias y León, que son espe-
ciales en relación con el hasta ahora cuadro docente universita-
rio de las tradicionales Facultades y además posteriores en con-
tenido y aplicación á Jas materias comprendidas en la llamada
Segunda Enseñanza ó General, de que se hizo relación en el
capitulo que antecede (1).
Y por su historia y trascendencia merece el primer lugar
la desaparecida Escuela Gijonesa, con aulas cerradas en hora
aciaga para la cultura y bien públicos.
Fueron obra del inmortal Jovellanos, figura grandiosa en la
historia nacional y de gran relieve en el desarrollo de la pública
(i) Aun así. no comprendemos en el Capitulo las Escuelas Normales, que han de aparecer
en siguiente capitulo por íu estrecha relación con la Primera Enseñanza.
— 342 —
enseñanza en su natural y completo concepto educador. Nc
camente se comprueba la significación esta con la fnnd.
asturiana, sino por estudios y propagandas incesantes con i
tos de profunda ciencia y anhelo práctico, ya impresos ó i
tos; más de tal mérito todos, que hoy, después de mas de un
tienen preceptos y aplicaciones de gran vigor y exhuberante
Cuando esto se considera, suben al punto la admiración y í
ñeza al no ver figurar el insigne magistrado en la dHistoiia
Instrucción pública de España» por el Sr, Gil y Zarate, ni p
notable Instituto de Gijón ni por sus brillantísimos trabaje
dagógicos; omisión imperdonable, que hace desmerecer m
un libro tan interesante por otros aspectos; y olro tanto su
con el titulado pomposamente «Historia filosófica de la Iris
ción pública en España») por Sánchez de la Campa. Este si
ciona al virtuoso Jovino; pero, como de pasada, sin hac
cargo que tan ilustre asturiano significo y aun significa la ne
dad de cambio en el rumbo de las Escuelas publicas, demos
dolo con su institución y con sus obras de enseñanza esím
numerosas que parece, dice Cean, no haber tenido oíro est
ni otra ocupación tan principal en toda su existencia (1).
La vida de Jovellanos fué la vida de los grandes mcrecín
tos y de los más inmerecidos infortunios-
Nació en Gijón, en 1741; estudió allí, en Oviedo, en Av.
en Alcalá; fué juez y oidor en Sevilla; magistrado en Ma<
miembro de la Real Junta de Comercio y Minas, del Consoj
las Ordenes militares, del de Estado y de Castilla; eleclo cu
jador de Rusia, ministro de Gracia y Justicia; y, finalmente,
i\) De suma importancia y con un acabado conocimiento de la materia bou los e^cj
estudio* de Jovellanos sobre Instrucción Publica, pudknik citarle aquí leu sifui^nies:
-Estado de la Sociedad médico-hispalense y estudio de la Medicina en su Lniver-uí
•Reglamento literario ó institucional del Colegio de Calairava en Salamanca»-—* Ordena:
'Oración inaugural»; "Noticia-; «Curso de Humanidad^ Castellanas»; * Tratado de anilí:
Discurso»; 'Oración sobre la necesidad de unir el c-tuilio de la Literatura ni de las Cien
«Programas, Discurso* sóbrela Geografía histórica"; cíe, del Real Instituí.} Asturiano,— *
al ovetense Dr. I'rado sobre el Método de estudiar el Derecho cspatioE*.— ■Exposición :i\ f
pe de la Paz como respuesta á los once puntos de I. 1'. en E^juím im< se le consultaron de F
— «Método para perfeccionarse en el estudio de la Teología*.— * Memoria sobre I, P. ó tr
teórico- práctico de la Enseñanza para Escuelas y Colegio* cte nint^-.— ^Base* para U fbrir
de un plan general de I. P. (como individuo de la Junta ¡soberana cerrlraE de Gobierno) cíe
Y aun quedan inéditos, masó menos completos, o tro* trabajos y apHttfctf,. horradoreü
como «Diálogo filosófico acerca del saber, estudiar y discurrir;» ^Estudio de las lengu
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